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Eternamente irritante por Blue FireWorks

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Notas del capitulo:

¡Hello! 

Al fin estoy de vacaciones y ya podré actualizar más seguido :D

¡Vamos por el capítulo 30! ¡Se me ha pasado tan rápido! Y hemos pasado los 100 comentarios, ¡muchas gracias de verdad! Y a los que solo leen también :P 

En este capítulo va a comenzar otra etapa de la historia. Pensé ponerla en otra temporada, pero finalmente decidí escribirlo todo en la misma. Posiblemente tenga 10 capítulos más, aproximadamente, aun no he sacado la cuenta. 

Ahora, DISFRUTEN DE LA LECTURA ♥

Oliver abrió los ojos tras escuchar el despertador sonar. Lo apagó con una sola mano y, tras desperezarse, dirigió su mirada a Diego, quien estaba abrazándolo profundamente dormido, no daba indicios de estar despierto.

—Diego—musitó vagamente—levántate, tenemos que ir a la universidad.

Un par de segundos, notó como se movía lentamente.

—No tengo ganas—susurró al fin.

—Ni yo, pero tenemos que ir—dijo intentando zafarse del agarre.

—Solo cinco minutos—pidió en un susurro.

—Aaagg—gruñó y se rindió.

Diego sonrió y lo abrazó con más delicadeza. Oliver se quedó quieto, aceptándolo. De todas formas, le gustaba. Se quedaron así unos minutos. No supieron cuánto hasta que no volvieron a mirar el reloj. Siete minutos habían pasado. Y a ellos les parecían segundos.

—¿Vamos a desayunar?

 

El resto de la mañana transcurrió sin percances. Fueron a la universidad como de costumbre y se encontraron con Jack y Luz como siempre. Cuando las clases terminaron volvieron en autobús hasta la parada de siempre. Sentada, allí, estaba Kelly.

—Oliver, te estaba esperando—dijo ella con una carta en la mano.

—¿Hoy no fuiste a…?—la rubia lo interrumpió.

—Hoy no. Tenemos que hablar sobre esto—le enseñó el sobre.

—¿Qué es eso? ¿Te vas a Hogwarts?

—¡Ojalá! No es eso, tú… ¿has mirado el correo últimamente?

Fueron andando hacia el edificio.

—Eh… No—musitó.

—¡Deberías hacerlo!

Entraron y se dirigieron a los numerosos buzones que allí habían.

—Bueno, ¿me vas a decir ya qué tan importante es una estúpida carta?

Kelly se mordió el labio y miraba al suelo con una expresión seria mientras Oliver abría el buzón.

—Mira, hay una igual—sacó una carta idéntica a la de Kelly.

—Siento interrumpiros, pero tengo que irme a casa—intervino Diego.

—De acuerdo—contestó el rubio dándose la vuelta.

Él sonrió.

—Nos vemos pronto, Kelly—se despidió con dos besos en las mejillas, luego se dirigió a Oliver y lo besó en la frente—Subo luego—mantuvo la mirada unos segundos, después se giró y se dirigió a las escaleras.

Oliver se quedó mirándolo unos segundos, hasta que desapareció por estas.

—Tu novio es muy ''cariñoso'' —el rubio se encogió de hombros— Lo digo por tu cuello. Estás lleno de marcas.

Oliver se sonrojó hasta las orejas.

—E-es alergia—mintió.

—Ya, claro—dijo sarcásticamente

El rubio se quedó unos segundos leyendo la carta. Se sorprendió al ver el remitente: César Tyson Castille, California.

Miró a Kelly con una expresión de sorpresa.

—¿La ha-has abierto?—hacía tres o cuatro meses que no recibía una carta de su padre y está tenía un aspecto muy diferente.

—No. Por eso estaba esperándote. Vamos arriba.

Subieron al piso de Oliver y se sentaron en el sofá para leer la misteriosa carta. Se miraron antes de abrirla.

Había dos papeles en cada una. Uno grande, con un texto y otro más pequeño. Oliver sacó el folio más grande para leerlo. Estaba escrito a mano y a tinta negra.

Querido hijo:

Siento no haberos escrito en todo este tiempo, pero tengo una razón, o más bien, una excusa. He estado enfermo y pasé todos estos meses en el hospital. Tengo cáncer, pero tengo la opción de operarme dentro de tres o cuatro semanas, si empeoro. No te escribo para comunicarte esto, sino para disculparme.

Sé que no es fácil y que probablemente me odiéis, pero quiero pedirte perdón. Soy un idiota por haberme perdido lo que más me importaba en la vida: vosotros dos. Discúlpame por todo lo que te he hecho, por todo lo que no he vivido a tu lado, por el enorme error que he cometido al separarme de ti, tu hermana y tu madre. Supongo que cuando estoy solo me doy cuenta de todo lo que he hecho mal. Lo siento, hijo mío.

Dicen que en los peores momentos es cuando nos damos cuenta de lo que pudimos haber tenido y hemos perdimos. No sabes cuanto me arrepiento de esto. Oliver, no pretendo que aceptes lo que te voy a proponer, solo quiero que lo pienses, tú y tu hermana.

Tenéis un billete de avión (cada uno) para venir a California, ojalá pudiese ir yo, pero no me dejan salir de aquí. No tiene fecha, tenéis que ir a una agencia y fijarla, si aceptáis, claro; solo espero que no sea demasiado tarde. Déjame decir que no tenéis que poner ni un dólar en esto, ya que lo pagaré todo yo. Me gustaría veros. A los dos. Hace más de dos años que no veo ninguna foto vuestra y ya no quiero fotos. Os quiero ver de verdad. Siento que sea en estas circunstancias, pero como ya dije, soy un idiota por no haberme dado cuenta de lo que tenía, espero no haberos perdido del todo.

 

Os amo, hijos míos.

 

César Tyson

 

Cuando terminaron de leer la carta, ambos tenían lágrimas en los ojos. Oliver dejó caer el folio al suelo y miró a su hermana.

—Cá-cáncer...—musitó ella.

Se quedaron en silencio unos segundos.

—Yo voy—sentenció el rubio.

—Yo...—musitó—tengo que pensarlo.

—Es nuestro padre y está enfermo…

—Pero nos ha hecho daño.

—Sí… Y nos necesita ahora más que nunca.

—Tienes razón…

—Bien—contestó.

Kelly casi temblaba. Había sido repentino y duro.

—Oliver, me… me voy a casa.

—De acuerdo.

—Necesito pensar y...—él la interrumpió.

—Está bien. Te entiendo—la abrazó con fuerza.

Ella comenzó a llorar de nuevo. Oliver le acarició el cabello tratando que se tranquilizara.

—Tranquila. Todo está bien.

Se quedaron así varios minutos, en silencio. En momentos así, las palabras sobraban.

Cuando la chica estuvo mejor, se fue. Dejando allí a un muy desconcertado y triste Oliver. Leyó y releyó la carta muchísimas veces. Parecía arrepentido. Nunca les había escrito una carta tan larga y por primera vez, se dijo 'necesito ir a verlo'.

 

Después de almorzar, empezó a repasar lo que había dado ese día en la clase. No podía concentrarse. No dejaba de pensar en la carta y lo que en esta decía. Sus ojos aún estaban rojos por las lágrimas que caían sobre sus mejillas.

Tocaron el timbre y Oliver se limpió las lágrimas. Abrió la puerta encontrándose allí a Diego.

—O-Oli, ¿qué te pasa?—dijo al verlo con tan mala cara.

Oliver se quedó quieto, mirándolo unos segundos. Después de eso, no pudo evitar abrazarlo con fuerza.

—Oliver, por favor. Dímelo—se separó de él un poco, solo para poder mirarlo.

El labio inferior de Oliver temblaba.

—Mi-mi padre…—intentó retener las lágrimas, pero no pudo. Volvió a refugiarse en los brazos de su novio.

Este lo abrazó muy confundido, sin saber qué le ocurría. Después de un par de minutos, Oliver estaba más tranquilo. Se separaron levemente.

—Ven. Vamos a entrar y me vas a contar qué te pasa—dijo con suavidad y tomando al rubio de la mano.

Ambos entraron en la casa. Oliver le dio el folio al moreno para que lo leyese. Se tomó un par de minutos para hacerlo. Cuando acabó levantó la mirada y observó al rubio. Estaba serio y con la mirada perdida.

—Irás, ¿verdad?

Oliver solo asintió con la cabeza.

—Tranquilízate, ahora estará mejor y por eso quiere veros, recuperaros.

—¿Tú crees?

—Lo sé. Yo… también he pasado por esto.

Oliver lo miró unos segundos para luego acercarse a él y apoyar su cabeza en el hombro del chico. Diego en respuesta lo abrazó por la cintura. Se quedaron así unos minutos, tan solo escuchando los latidos de sus corazones.

—Oliver.

—¿Qué?—lo miró, elevando la cabeza.

—Quédate ahí. En seguida vuelvo—se acercó a él y le plantó un corto beso en los labios.

Diego se levantó y se dirigió a la cocina. Oliver lo observaba confundido, pero no se movió. Se quedó sentado sin moverse. No supo cuánto había tardado Diego, pero le había parecido una eternidad.

Cuando llegó tenía una taza humeante con tila, la cual, se la entregó a Oliver.

—Gracias...—musitó.

El moreno sonrió y volvió a posar sus labios sobre los del rubio. Esta vez fue un beso lento y duró considerablemente más que el que le había dado minutos antes. Mordía su labio con suavidad para luego comenzar un juego de lenguas que fue tortuoso para ambos.

—Va a salir bien, tranquilo—dijo cuando ya se había separado.

—Eso espero. Gracias—comenzó a tomar la infusión.

—No hace falta que me lo agradezcas—hizo una pausa—. Te quiero.

Oliver se sonrojó y bajó la mirada. Diego tenía ese don de poder tranquilizarlo y alterarlo a la misma vez. Y eso le encantaba.

 

 

Notas finales:

¡Es todo por hoy! 

Espero que os haya gustado y me encantaría que dejáseis vuestra opinión en los comentarios 

¡Hasta pronto! Besooos ♥


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