Oliver no estaba correspondiendo y era simplemente porque estaba paralizado, podía incluso asegurar que estaba escuchando los acelerados latidos de su corazón. Sentía la respiración de Diego en su oído y eso provocaba que se le pusiera la piel de gallina. Pero había algo que sentía que no encajaba.
—Diego...—lo llamó—Tú... me dijiste que... que lo habías dejado con tu novio porque estabas enamorado de alguien más y... que era alguien a quien conocía, esto no está bien...
El moreno lo miró y se mordió el labio, ese era el momento en el que tenía que decirlo. Los nervios lo carcomían por dentro.
—E-esto para mí sí está bien—contestó, haciendo una pausa—.Conoces a esa persona más de lo que piensas, te lo iba a decir cuando me cuidaste, pero... me quedé dormido...—suspiró—Oliver... me gustas tú.
Al rubio se le paró el corazón por un micro-segundo, ¿que le gustaba él?
—Sé que tú no… a ti no te gustan los chicos, solo quería decirlo, entenderé quieras que me aleje y… esas cosas—musitó—lo siento, pero necesitaba decirlo de una vez.
Oliver tomó aire.
—Yo… no quiero que te alejes… no puedo decir ''me gustas'', porque no sé lo que siento. M-me confundes, me confundes demasiado y… no sé—Diego suspiró desilusionado—No sé que es pero… ha-hay algo que me hace sonrojar cuando estás cerca de mí o… cuando dices cosas como esta.
Diego suspiró, y apretó el agarre. Tenía unas tremendas ganas de besarlo. ¿Por qué era tan jodidamente adorable en todo momento? Decidió pedírselo porque no quería ganarse un empujón como la última vez.
—Déjame darte un beso, es lo único que te pido—el rubio se ruborizó—Sólo uno, luego podrás golpearme, empujarme al río, hacer como si no hubiera pasado nada, lo que quieras, pero solo déjame besarte una sola vez.
Oliver bajó la mirada. ¿Por qué sentía esas tremendas ganas de estampar sus labios contra los de Diego? Mierda.
—Hazlo ya—susurró finalmente, más sonrojado que nunca.
Diego sonrió, colocó su mano en la mejilla del rubio, levantándole la cabeza. Se acercó a él y rozó su nariz contra la de Oliver. Su aliento se mezclaba con el otro, hasta que sus bocas se tocaron suavemente por unos segundos, hasta que, finalmente, Diego convirtió aquellos roces en un beso. El moreno lo besaba con suavidad, mientras que este se mantenía quieto, el revoltijo de sensaciones que los envolvía era insoportable, Al principio no se movía, pero luego necesitó responder al beso. Comenzó a mover sus labios sobre los de Diego, mientras que colocaba sus manos en la nuca del chico, atraiéndolo más hacia él.
Diego cortó el beso, separándose de él lentamente.
—Gracias—susurró contra sus labios. El rubio sintió el impulso de volver a tocar aquellos labios, pero no lo hizo—, realmente me gustas, Oli.
—No era tan desagradable como pensé…—rozó su boca con la del otro nuevamente.
—¿El qué?
—El beso.
—Entonces… ¿te gustó el beso o... te gusto yo?
Oliver suspiró.
—Yo… para mí… no eres desagradable—contestó, sintiéndose idiota por dar una respuesta como esa—. Es decir, que…—tartamudeó varias veces.
—¿Qué?
Sentía un hormigueo en el estómago que pedía más. Quería más y a pesar de la vergüenza que sentía, prefirió pedir un beso a decir otra tontería.
—¡Aaaagg!, que me beses otra vez, maldita sea—acabó pidiendo más rojo que un tomate. Diego soltó una risita y se acercó a él.
—Si tantas ganas tienes… ¿por qué simplemente no lo haces tú?—dijo sonriendo arrogantemente.
—Idiota...
Oliver bajó la mirada avergonzado, suspiró y colocó una mano detrás de la cabeza del moreno, lo atrajo hacia él. Se rió antes de que el rubio lo empujara para juntar sus labios. Diego continuaba riendo y sin querer mordió levemente el labio de Oliver. Él trató de separarse, consiguiendo marcar una distancia de dos centímetros entre su boca y la del otro; intentó abrir la boca para quejarse pero lo único que pudo soltar fue un leve quejido al notar nuevamente los labios del otro contra los suyos.
Entrecerró los ojos y acabó respondiendo al beso con algo de torpeza. No supo cuando había sido que aquel beso se había intensificado tanto pero tampoco importó, se separó de él antes de que tuvieran problemas ''mayores''. Oliver no tenía valor para mirarlo, mantenía su mirada en el suelo mientras el otro daba leves caricias en su espalda.
—Oli...—lo llamó.
—¿Q-qué?
—Estás... no sé... diferente...
—¿Cómo que diferente?
—Es decir, no tenia esperanzas de que quisieras tener una cita conmigo, no me hubieras dejado abrazarte y mucho menos besarte... no sé, ¿te ocurre algo?—Oliver enrojeció. ¿Por qué tenía que hablar cerca de su oído?
—N-no, estoy como siempre.
—Mentiroso—dijo mordiendo traviesamente su oído—. De todas formas, estoy feliz.
Oliver no dijo nada.
—Oliver, yo… no quiero incomodarte, sé que no tienes claros tus sentimientos, pero…—suspiró— espero que se aclaren poco a poco y… quiero que sepas que tú…eres la única persona en la que pienso.
Él continuó en silencio unos segundos.
—Pero… somos solo amigos, ¿no?—preguntó tímidamente.
—Somos más que eso—respondió con una sonrisa. El rubio lo miró y sonrió tímidamente.
—Quiero ir ya a casa, así estoy incómodo—señaló donde estaba sentado.
—De acuerdo—se levantaron y comenzaron a andar hacia el edificio donde vivían, finalmente cuando llegaron se dirigieron a la casa de Diego. Lo que no se esperaban era encontrarse a otra persona bajando.
—¿Ja-Jack?
—Esto… Hola, Oliver y… Diego—hizo una mueca.
—¿Habías venido a…?
—Si estás ocupado mejor vengo otro día.
—No, no te preocupes. ¿Qué pasa?
—Nada, sólo venía a tu casa pero creo que...—Oliver lo interrumpió.
—Jack, no has venido para que ahora te vayas así que… sube.
—Entonces creo que me iré...—miró a Oliver—. Hasta mañana, chicos.
Diego se giró lanzando un suspiro al aire. Mientras, Jack y Oliver comenzaron a subir las escaleras en silencio.
—Esto… Oliver…
—¿Qué?
—¿Estabas en una especie de cita o algo así?—preguntó. Joder, había dado en el clavo.
—Qu-que va, solo salimos a dar un paseo…
—Ah… supongo que está bien.
Llegaron a la casa del rubio y entraron.
—¿Querías hablar sobre algo o hacer algo concreto?
—Esto… Sí, te-tengo algo que decirte—musitó. Mierda, ¿acaso iba a ser ese el día en el que recibiera dos confesiones juntas?
—Di-dime.
—Hay alguien que… Bueno, en realidad no lo he conocido en persona pero… me gusta.
—¿Te-te gusta?
—S-sí…
—Pero… ¿no lo has conocido en persona?…
—No, he hablado con él muchas veces.
—¿Un chico?
—Sí, un chico. Me ha dicho que vendrá por navidad.
Oliver abrió los ojos sorprendidos, ¿se trataba del ex de Diego?
—Y… por casualidad, ¿se llama Joe, verdad?
—¿Cómo lo sabes?
—No sé si debería decirlo…
—¡Oh, vamos! ¡Dímelo! ¿Lo conoces?
—No, pero…—suspiró—. Es el ex de Diego, cortaron hace poco.
—¿Hace poco?
—Sí, Diego me lo dijo hace un par de días, creo.
—Pero… yo llevo en contacto con el desde agosto.
—¿¡Tanto!?—exclamó sorprendido.
—Sí.
—Vaya...—musitó algo asombrado—Ahora creo que entiendo por qué cortaron...—dijo para sí.
—Por cierto, ¿creías que me iba a tragar lo de que no estabas con una cita con ese?
Oliver se sonrojó un poco al recordarlo.
—¿Entonces es verdad?
—...Sí—contestó ruborizado.
—Ah, eso explica que tuvierais los labios rojos, ¿le diste buen uso?—se burló. Oliver se llevó una mano a la boca. Jack comenzó a reírse a carcajadas.
—¡No te rías!
—¡Lo decía en broma! ¡Te has descubierto tú solo!—exclamó—. Oliver, no sabes cuánto te odio, ¿es que no piensas en mí?
—¿Qué?—. Comenzó a reír nuevamente.
—Nada, ''Oli''—dijo imitando a Diego.
—¡Cállate!