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El único en mi vida (PAUSADO) En proceso de edición por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

Saludos especiales a: mi gran amiga Nat (que ya no me habla XD), VidelFujoshi y Mirsa. Así como a todos los lectores que aún siguen este fic.

Sigue pausado por falta de tiempo u.u

Disfruten este capítulo.

35

Pasión desenfrenada

 

El menor abrió los ojos al ya no sentir contacto alguno por parte del mayor. Miró la seriedad de su rostro, su ceño estaba un poco más fruncido que de costumbre. Se incorporó y pudo ver mejor su expresión, estaba viendo fijamente su mano, y al ver ésta pudo divisar un poco de sangre entre sus dedos.

     Los segundos transcurrían, y el de cabellera alborotada lo único que hacía era observar la reacción del príncipe. El más bajo suspiró hondo y se puso de pie, caminó al pequeño lago y lavó sus manos para quitar los residuos de aquel líquido rojo.

     —Vístete, Kakarotto. Vayamos a casa—dijo con un tono de voz tan normal que confundió al menor.

     —Pero, Vegeta…—susurró. Vio cómo se estiraba para relajar sus músculos, como si lo anterior no hubiera pasado. Miró su ropa, estaba algo rasgada pero todavía usable. Tomó aire y se colocó sus prendas. El mayor comenzó a levitar al verlo ya vestido, y voló despacio, el de cabellera alborotada lo siguió a unos metros de distancia, ya sin decir nada.

     Llegaron, y Goku se adentró rápidamente, llegando al baño de su habitación, inmediatamente se encerró. El de cabellera en forma de flama sólo hizo una mueca de molestia y se fue a duchar a la habitación de Gohan.

     Vegeta se duchó con calma, no tenía ninguna prisa y el agua caliente le ayudaba a liberar la tensión de su cuerpo. Cuando salió, secó bien su cabellera con una toalla blanca. Caminó a su alcoba, su cuerpo sólo estaba cubierto por un bóxer negro ajustado. Vio al menor recostado en la cama dándole la espalda, podía percibir el olor al jabón desde la puerta, se había duchado y secado rápidamente para poder recostarse.

     Notó perfectamente que su respiración era irregular.

     —Kakarotto, dime ¿qué te ocurre?—se sentó en la orilla de la cama con los brazos cruzados, viéndolo seriamente esperando una respuesta.

     —Nada—se escuchó su voz levemente entrecortada—. Sólo quiero dormir.

     —Kakarotto…—volvió a llamar—. Ahora dime la verdad…

     El menor volteó, así Vegeta pudo ver su rostro completamente lleno de lágrimas y una expresión de tristeza. Mantuvo su seriedad mientras el más alto limpiaba algo brusco sus mejillas.

     —¿Por qué ya no te gusto, Vegeta?—eso lo hizo arquear una ceja con confusión—. Creí que querías hacerlo conmigo, pero… no sabía que ya no te gusto…

     —¿Qué te hace creer eso, Kakarotto?

     —¡Me rechazaste!—reclamó, luego bajó la mirada—. Estuvimos a punto de hacerlo y… te fuiste… Nunca antes me había sentido demasiado mal…

     —Kakarotto—colocó una mano sobre su cabellera y deslizó sus dedos por ésta—. Me sigues gustando, incluso más que antes… Pero no creí conveniente porque te lastimé—respondió con la misma expresión.

     —¡Pero fue un accidente!

     —¡No lo fue!—volteó a verlo—. Maldita sea, Kakarotto…—empuñó sus manos con fuerza mientras gruñía y fruncía el ceño—. Dime, ¿qué clase de relación tienes con ese chico del futuro?

     —¿Eh?—una sonrisita de medio lado apareció en su rostro, era algo traviesa y juguetona, levemente burlona al entender esas palabras—. ¿Estás celoso?

     —Hmph…—desvió la mirada con un sonrojo en sus mejillas—. Claro que no, sólo exijo saber la razón por la cual lo trataste de esa manera si “no lo conocías”.

     —Vegeta…—limpió su rostro y se incorporó, para abrazarlo por los hombros—. No tienes por qué enojarte, sabes que te amo como a nadie más, no podría cambiarte nunca—empezó a reír—. Eres el amor de mi vida—besó su mejilla—. Gohan es la prueba de que nos amamos…—su sonrisa se esfumó lentamente—. Él me contó que su familia murió a causa de los androides de los cuales nos advirtió, no quiere que la historia se repita.

     —Entiendo…—relajó su expresión—. Intentaste hacerlo sentir mejor, ¿no?—infirió.

     —Sí, ha pasado por mucho…—besó su mejilla nuevamente—. Vegeta, ¿por qué se sintió tan bien a pesar de que me lastimaste?

     —Eso…—tragó saliva—. Fue accidental lastimarte, pero sí tenía como intención ser brusco.

     —Está bien…—bajó la mirada—. Fue extraño pero… me gustó.

     —Eres un saiyajin, la fuerza es nuestro orgullo. Es lógico que te guste a la hora del sexo si aplican fuerza, es como si aplicáramos lo bueno de una pelea—explicó sin mirarlo—. ¿Te lastimé mucho?

     —No, sólo un poco… La verdad… lo que me dolió fue creer que ya no me querías…

     —Nunca más vuelvas a pensar eso, Kakarotto—posó su mano sobre su pecho y lo besó—. Tú y yo siempre estaremos juntos…—pasó sus labios a su cuello y succionó con un poco de fuerza.

     —¡Mgh!—gimió al sentir esos dientes marcar su piel.

     —Kakarotto…—susurró en su oído—. Quiero hacerte algo que nunca antes te había hecho, pero que te va a gustar mucho…

     Aquella voz grave y varonil provocó que el menor se cegara entre el erotismo y la pasión. Sintió las caricias del más bajo en su pecho, así que se fue recostando suavemente. Miró el techo, después cerró los ojos, para concentrarse mejor en aquella sensación.

     El de cabellera en forma de flama tocaba sus pectorales, sabía con precisión qué zonas estimular para que se sintiera bien. Acercó su boca a sus pezones y succionó uno mientras pellizcaba el otro. El más alto arqueó su espalda ante ese tacto simple pero a la vez tan excitante.

     Vegeta no se detuvo mucho tiempo ahí, necesitaba pasar a otra cosa. Miró el rostro enrojecido del menor y sonrió de medio lado. Bajó la ropa interior del más alto y acarició su miembro que ya estaba semierecto. Podía escuchar a la perfección los gemidos del menor haciendo eco en la habitación. El movimiento de su mano era constante, y con el pulgar acariciaba el glande. Podía sentir perfectamente cómo reaccionaba ante el roce y se endurecía por el contacto.

     Cuando estuvo completamente erecto, besó la punta. Goku inmediatamente sintió esa dulce caricia, así que abrió los ojos y se apoyó en sus codos, para ver qué estaba haciendo allá abajo que, con toda franqueza, se sentía demasiado bien.

     —¿Qué… qué haces, Veg?—preguntó. Sus mejillas estaban algo rojas por toda la excitación de su cuerpo.

     —Relájate…—dijo sin mirarlo, únicamente acariciaba lentamente el falo. Y antes de que preguntara o cuestionara otra cosa, se metió completamente aquel órgano dentro de su boca.

     —¡Ahg!—se dejó caer hacia atrás al sentir su hombría en esa cavidad húmeda y caliente.

     Comenzó a mover su cabeza, sacándolo y metiéndolo con cuidado de no rasparlo con sus dientes, de momentos lo sacaba todo y rodeaba con su lengua, succionaba la punta y masturbaba la base. Bajó a los testículos y succionó uno mientras estimulaba su miembro con su mano. En el cuarto sólo se escuchaban los suspiros y gemidos ahogados del más alto.

     Volvió a meterlo a su boca, moviéndose como si fueran estocadas, adentrándolo en lo más profundo de su cavidad bucal con el fin de que el menor lo disfrutara completamente. Tocaba con sus manos el resto para que el placer fuera mayor.

     —Geta… voy a…—difícilmente podía hablar, todo ese placer era demasiado y no podía resistir más tiempo.

     El príncipe aumentó la velocidad, podía sentir el cuerpo del menor temblar. Recibió toda su esencia al mismo tiempo en que sus oídos pudieron escuchar aquel sonoro gemido por parte de él. Se separó lentamente y, cuando Goku lo veía con sus ojitos entrecerrados, tragó aquel líquido blanco.

     El guerrero de clase baja tenía su respiración agitada, todavía sentía espasmos por aquel fuerte orgasmo. Tomó suficiente aire para relajarse. Cuando estuvo ya más tranquilo, se sentó para quedar de frente al mayor, quien lo veía con una sonrisa de medio lado orgullosamente.

     Vegeta colocó su mano enfrente del rostro del menor, quien entendió el mensaje. Cerró sus ojos y tomó su mano, para dirigirá a su boca. Pero antes de introducir sus dedos en su boca para lubricarlos, abrió los ojos y le dedicó una sonrisa tierna al más bajo.

     —Vegeta, yo también quiero hacerte sentir bien—el mayor tragó saliva al escuchar esas palabras, incluso se le erizaron los cabellos de su nuca.

     —Kakarotto, no es necesario que lo hagas…

     —¡Por favor!—sus mejillas estaban sonrojadas y tenía un brillo especial en la mirada—. ¡Déjame hacerlo!—ante eso sólo pudo asentir.

     —De acuerdo, Kakarotto.

     Se sentó en la orilla de la cama y el menor bajó, para arrodillarse frente a él. Sería un poco más fácil porque ya estaba completamente excitado. ¡¿Y cómo no estarlo?! Aquellos gemidos que llegaron a sus oídos elevaron la temperatura de su cuerpo.

     —Sólo ten cuidado con los dientes—pidió.

     —¡Sí!

     Goku tomó aquel miembro entre sus manos y deslizó tímidamente su lengua por toda su extensión, Vegeta lo tomó de la cabellera y pasó sus dedos por ésta para relajarlo. El menor succionó la punta y se lo introdujo en la boca, lo sacó despacio, acostumbrándose por el tamaño.

     —Veg, ¿podrías decirme… cómo?—dijo viéndolo con una sonrisa. El más bajo sonrió de medio lado.

     El de cabellera alborotada se lo metió a la boca, esperando que el mayor lo guiara. Vegeta lo tomó cuidadosamente de la cabeza y lo movió con ritmo, mostrándole cómo hacerlo. A los pocos segundos dejó de necesitarlo, el más alto comenzó a moverse con mayor fluidez y con más velocidad.

     Gemidos roncos se escapaban de la garganta del príncipe, hizo su cabeza hacia atrás y dejó que su Kakarotto hiciera el resto. Escuchaba perfectamente esos sonidos húmedos de la felación, incluso sentía la saliva escurrir en sus piernas.

     ¡Demonios! ¡Maldito Kakarotto! Se sentía demasiado bien, aprendió muy rápido a hacerlo. Su respiración se agitó, su vista se nubló. Apretó las sábanas con fuerza y arqueó su espalda al tiempo que se liberaba en la boca del menor.

     Goku no se lo esperaba, aquel líquido entró con potencia en su garganta. Se separó y tosió un poco al sentir que se ahogaba.

     —¿Estás… bien…?—preguntó arrodillándose a su lado, ignorando que sus piernas temblaban por el reciente orgasmo.

     —Sí…—tosió una vez más y le mostró una cálida sonrisa. Tomó el líquido que todavía escurría de la comisura de sus labios con su dedo índice y se lo llevó a la boca, para probarlo bajo la mirada del más bajo.

     El príncipe lo tomó del rostro con ambas manos y lo besó, dulcemente, sin prisa, sólo era un beso. Tímidamente deslizó su lengua por la comisura de sus labios, cuando los separó la introdujo. Parecían principiantes por esa manera tan tímida de masajear la lengua del contrario.

     Y es que el tiempo los había alejado tanto, que era como su primera vez.

     El de cabellera alborotada fue el primero en separarse, para tomar la mano del príncipe y aproximarla a su rostro. Lamió sus dedos índice y medio como hace un momento lo había hecho con su miembro. Los lubricó muy bien, y cuando terminó le sonrió al mayor.

     —Estoy listo, Vegeta—avisó. El más bajo asintió

     —Bien…—el menor se sentó en la cama y separó sus piernas luego de recostarse—. Ehmm… Kakarotto, date la vuelta y apóyate en tus rodillas.

     —¿Eh? ¿Por qué, Vegeta?—preguntó con confusión.

     —Sólo hazlo—insistió. El más alto asintió e hizo lo que le pidió.

     —Esto es raro, Vegeta. Nunca lo hemos hecho así.

     —Lo sé, sólo… relájate.

     Aprovechó que con esa posición tenía acceso total a su entrada, así que masajeó con su dedo índice a su alrededor, haciendo movimientos circulares para relajarlo. Después lo introdujo, sintiendo el cuerpo del menor sobresaltarse. Lo metió y sacó para acostumbrarlo, cuando lo dilató un poco introdujo el segundo, podía sentir perfectamente esas paredes internas estrechas.

     —Date la vuelta—pidió tan sólo terminó de prepararlo.

     El de cabellera alborotada se recostó de modo que sus piernas quedaran colgando de la orilla del colchón. Vegeta tomó cada una y las subió en sus hombros. Tomó ambos miembros y los masturbó un poco, para después proceder a posicionarse.

     —¿Listo?—quiso verificar.

     —Sí, Vegeta—sus mejillas sonrojadas y la mirada dulce acabó por derretir al mayor, quien tragó grueso y empujó su cadera hacia adelante, para comenzar a introducirse en su interior.

      Observaba todas las reacciones del más alto, vio perfectamente la manera en cómo cerraba los ojos y evidenciaba en su rostro la combinación perfecta de dolor y placer que estaba teniendo.

     Chocó con su pelvis y soltó todo el aire retenido en un jadeo ronco. Miró al menor, que le dedicaba una media sonrisa mientras sus ojos estaban entrecerrados, a pesar de eso podía ver bien el brillar de su mirada. Se habían extrañado tanto que necesitaba tenerlo más cerca.

     Lo tomó del tórax y lo levantó. En un rápido movimiento lo colocó bruscamente contra la pared, provocando que soltara un quejido. Después metió su miembro con fuerza, eso hizo que soltara un gemido sonoro que retumbó en la habitación.

     —No creí encontrar ese lugar tan rápido, Kakarotto—mencionó en su oído, consiguiendo que se estremeciera.

     Así pudieron abrazarse, sentir más cerca la piel del otro, sus respiraciones, el latir de sus corazones…

     —Voy a moverme, Kakarotto—avisó.

    Tomó su cadera y comenzó a moverse, las respiraciones agitadas hicieron presencia, sus pechos subían y bajaban estrepitosamente. La mirada de ambos se entrelazaba en cada movimiento, no podían dejar de verse, pareciera que quisieran aprender cada detalle del otro, buscaban cualquier aspecto que no hubieran notado en todo el tiempo que se conocían, pero no había nada, sabían todo detalle físico del contrario sin excepción.

     Se querían… no, se amaban demasiado. Vegeta sobre todo amaba a su Kakarotto, lo volvía loco su manera de ser, se había enamorado desde el momento en que se conocieron; claro que para los demás no era obvio, incluso dudaban del cariño que le tenía el príncipe a Goku, pero en más de una ocasión le había demostrado su amor a él y eso era lo importante.

     Y es que sus besos era una cosa que le fascinaba, no siempre le decía que se moría de amor por él, pero se lo demostraba con acciones, incluso le había dado un hijo. Y por siempre se quedaría en su memoria todos los hermosos momentos que pasaron juntos. No se resignaría a perderlo, era esclavo de su simple presencia, sus besos que se habían tatuado hasta los huesos, de ese cariño enorme…

     —Vegeta, te amo…—dijo entrecortado entre las estocadas del mayor.

     El príncipe se paró de puntitas y estiró un poco su cuello para alcanzar sus labios, demostrándole así que él también sentía lo mismo. Siguió con el movimiento de su cadera, adentrándose hasta lo más profundo, sintiendo el calor rodear su miembro de una manera tan placentera que sabía que le sería difícil resistir más.

     Aumentó un poco su ki para volver más potentes sus estocadas, tocando repetidamente ese lugar que hacía gemir con más fuerza al menor. Sintió sus piernas temblar, pero se mantuvo firme para seguir moviéndose. Una corriente eléctrica sacudió su cuerpo, acalló el gemido que iba a escapar de su garganta con un beso apasionado dado al menor, quien al sentir ese líquido caliente dentro de sí no resistió más y se liberó en su abdomen.

     Separaron sus labios, un hilillo de saliva se desvaneció  después de su separación. Se miraron nuevamente a los ojos, sonriendo por haber consumado ese puro acto de amor.

    

***

 

—Supongo que Gohan se quedará con Pikoro, ya es algo tarde y sigue con él—comentó de repente. Ambos estaban abrazados con cariño bajo las sábanas.

     —Sí…—concordó luego de suspirar.

     —Vegeta, ¿estás seguro de que no quieres entrenar con nosotros?—lo vio a los ojos.

     —Kakarotto, admitámoslo, ambos tenemos un estilo de entrenamiento completamente distinto. Además, los dos sabemos que si duramos tanto tiempo en una pelea como si quisiéramos matarnos, terminaremos en la cama—el menor se sonrojó y soltó una risa nerviosa.

     —Sí, lo recuerdo… La primera vez que tú me…—sus mejillas se coloraron más—. Esa tarde habíamos entrenado mucho y… te comportaste un poco raro, y esa noche…—no pudo decir más a causa de esa leve vergüenza, sólo atinó a reírse.

     —Yo también lo recuerdo—coló su mano traviesamente debajo de la sábana hasta llegar al trasero del menor, para introducir un dedo, cosa que se le facilitó por la cantidad de fluidos que quedaban dentro de él.

     —¿Vegeta?—se sorprendió por la intromisión.

     —¿Sí, Kakarotto?—respondió con cierta burla.

     —¿Quieres hacerlo otra vez?—preguntó cerrando los ojos, los dedos del príncipe se abrían paso dentro de él, consiguiendo que se fuera excitando por el toque en esa zona tan íntima.

     —¿No quieres acaso?—siguió con lo mismo sabiendo perfectamente la respuesta.

     —Hazlo, Veg—unió sus labios con los del mayor para besarlo dulcemente mientras él lo preparaba.

     —Kakarotto—susurró en su oído con esa voz grave y potente que sólo él posee.

     El de cabellera en punta se colocó sobre él, separó sus piernas y se posicionó en su entrada. Le sería más fácil por los residuos de su anterior sesión. Se adentró en él sin detenerse, a velocidad constante hasta que llegó al fondo, ahí se detuvo para poder retomar sus labios, tocarlo, acariciarlo, hacerle ver lo mucho que le encantaba estar con él.

     Movió su cadera hacia atrás, y después hacia adelante, despacio, sin prisa. Se inclinó hacia él y mordió su cuello, logrando sacar un poco de sangre la cual lamió. Succionó su piel, dejando un sendero de marcas en su pecho.

     Pellizcó sus pezones con ambas manos, mientras besaba sus labios. Sí, sabía lo que hacía, quería que se sintiera bien, quería que esa noche fuera inolvidable, así como todas las que esperaba tener ahora que nadie los separaría, porque a pesar de que se aproximara la llegada de un enemigo “peligroso”, tenía la esperanza de que lo derrotarían y permanecerían juntos.

     —Veg…—llamó con los ojos cerrados, sintiendo a su amado moverse con rapidez en su interior—. Veg—volvió a llamar.

     —¿Qué ocurre, Kakarotto?—unió sus frentes, ambas ya estaban perladas de sudor.

     —Te amo—soltó una estúpida sonrisa que provocó una gran satisfacción en el más bajo.

     —Y yo a ti, cabeza hueca—tomó su miembro con su mano y la movió con rapidez, estimulándolo más por la fricción de su palma y las estocadas que daba para llegar cada vez más profundo en él.

     Sus respiraciones eran escuchadas por el contrario, la temperatura en el ambiente se había elevado demasiado que les impedía respirar con facilidad. El calor de sus cuerpos amándose derretía su piel, era una extraña combinación en la cual sentían la necesidad de sentir más calor por parte de su pareja, como si su interior fuera de hielo a pesar de las altas temperaturas que ya tenían.

     El príncipe levantó las caderas del menor para moverse con mayor potencia, ambos estaban próximos al clímax. Sólo bastaron unos movimientos más fuertes para correrse en su interior, liberando su esencia completamente.

     Goku se liberó entre ambos, con tal potencia que salpicó un poco hasta su rostro. El príncipe se inclinó hacia él y limpió esa sustancia con su lengua, para posteriormente besarlo y compartir su propio sabor con él.

     —No vuelvas a alejarte, Kakarotto—cerró los ojos y se acostó sobre él, abrasándolo muy posesivamente.

     —Nunca más lo haré, Vegeta…

Notas finales:

No pueden reclamar porque no dejé en suspenso jajaja T^T en el fondo es triste, lo sé.

      Espero lo hayan disfrutado, pero no puedo continuarlo, tengo muchos proyectos inconclusos y aquí necesito acomodar muchas ideas.

     Nota: Actualicé también el capítulo 13 de Mi dulce ángel. Los invito a leerlo ;)


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