Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

10 Años de soledad. por LeonSmith

[Reviews - 41]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, perdón por la espera. Hoy vengo con la última parte del capítulo, espero y la disfruten. Quiero mandar un saludo muy especial a Lucy y Anani por leer y dejar sus reviews. Además, un saludo muy grande a l@s poc@s lector@s del fic, en verdad les agradezco, es un poco triste no tener muchos, pero ustedes son la única razón de que lo continúe. 

Después de su merecido encuentro, Ben llevo a su chico hasta su casa, oportunidad que aprovechó para presumirle su flamante auto. Al llegar al edificio, se despidieron con un tierno beso. Serán tiempos difíciles para nuestro héroe.

Al estar sólo, Tony sintió un gran nerviosismo, trató de calmarse con una caminata por la ciudad. Mientras recorría las calles, reflexionaba sobre su nuevo proyecto como Plomero. Por un lado, se encontraba bastante emocionado por la idea de realizar algo bueno por primera vez. Pero también se preocupó por la advertencia del ojiverde, sí tenía razón, significaba que no estaría tanto tiempo a su lado, eso era bastante frustrante.

Regresó a su casa ya entrada la noche, preparó lo que creía pertinente para su nueva vida, y se recostó en su cama por última vez (bueno, hasta que terminará su entrenamiento). Tardó bastante en conciliar el sueño, no podía dejar de pensar en lo bueno y lo malo de su decisión. Para colmo, cuando por fin lograba cerrar sus ojos, era atormentado con variadas pesadillas. En una de ellas, era aprisionado en la Academia, la cual despegaba hacia el espacio. Mientras observaba a Ben alejarse de su vista, recriminándole con la mirada por su decisión. Definitivamente no fue una buena noche.

Por fin llegó el gran día, tomó su pequeña maleta y se subió a su motocicleta. Aún con las emociones a flor de piel, pisó el acelerador y se dirigió a la recién abierta “plomería” del abuelo Max. De fuera, perecía un local cualquiera. Entró con desconfianza y se encontró con el abuelo de su chico.

 — Buenos días, señor Tennyson – se acercó al mostrador.

 — Buen día, cadete – le sonrió amable – Desde hoy, me llamarás Magistrado Tennyson.

 — Si seño . . . Magistrado Tennyson – saludó como buen cadete.

 — Excelente. Ahora, acompáñame para que te muestre el lugar – salió del mostrador y se dirigió a la parte trasera del lugar. Abrió una pequeña puerta y entraron.

 — Magistrado, esto es un baño – replicó un poco confundido.

 — Eso parece, pero . . . jaló una pequeña cuerda y ,de pronto, sintió como el piso en el que estaban parados, comenzó a moverse (como un elevador).

Parecía ser una especie de fachada, cuando bajaba por aquella plataforma, pudo ver gran cantidad de luces verdes. Se preguntó cuál era el afán por ese color. De pronto, se maravilló al ver toda la gloria de la primer base oficial de los Plomeros en la Tierra.

 — Bienvenido, cadete – Max se adelantó, caminó con bastante naturalidad entre todos los alienígenas que se encontraban uniformados. Tony los observaba con algo de desconfianza, su último encuentro con alienígenas fue un tanto, complicado.

 — Max, que bueno verte. Espero y podamos continuar con nuestra competencia de disparos . . . ¿Quién es el chico? – un alienígena con cabeza de pez se dirigía hacia ellos.

 — Él es un nuevo cadete, su nombre es Anthony. Anthony, te presento al Magistrado Patelliday, es un gran plomero y amigo.

 — Mucho gusto señor – saludó militarmente.

 — Vamos, muchacho. Esto no es el ejercito – comenzó a reír el alienígena – el ejercito es muy suave.

 — No espantes al chico, suficiente será con el entrenamiento – ambos se burlaron con bastante cortesía – Bien, yo te veré en un rato. Tengo que enseñarle a Anthony el lugar.

 — Como en los viejos tiempos . . . fue un placer conocerte, muchacho – se despidió y se dirigió hacia uno de los paneles electrónicos.

 — Magistrado . . .

 — ¿Si? – comenzaron a caminar por uno de los corredores de la estación.

 — ¿Aquí todos son . . .? – dudaba en hacer su pregunta.

 — ¿Alienígenas? – el chico asintió – Pues en su mayoría, los humanos no somos muy comunes en la organización.

 — Pero . . . ¿ y Ben? – entraron a un ascensor.

 — Mi nieto tiene el omnitrix, sin él. . . quien sabe – apretó unos botones en el ascensor – No te preocupes, Anthony. Será duro al principio, pero pronto reconocerás los frutos de tu esfuerzo – revolvió el cabello del chico.

Bajaron unos pisos más, quien sabe cuán profundo se encontraban en ese momento. Al llegar a su destino, una voz electrónica les indicó su piso . . .

[Piso -47, Academia Terrestre de Plomeros]

 — Llegamos – Max salió con mucha calma, a Anthony le temblaban sus rodillas,

Cuando por fin pudo mover sus piernas y salir, el muchacho se encontró con una vista bastante parecida a las instalaciones de arriba, sólo que ésta vez, las ¿personas? Que recorrían los pasillos, eran mucho más jóvenes.

Caminaron por los pasillos del lugar, hasta llegar hasta la que resultó ser la oficina del rector. Max los presentó, inmediatamente después, le indicó al cerebrocrustáceo (a Tony le parecía bastante gracioso ver a un cangrejo verde con monóculo) que sería un nuevo cadete, el alienígena aceptó sin mucho reproche.

 — Bien Tony, el Dr. Pedagius se hará cargo de ti desde ahora, espero y seas respetuoso con él.

 — Claro, Magistrado.

 — Muy bien, Pedagius, te lo encargo mucho, es un chico importante para mi nieto – articuló a manera de sutil amenaza.

 — No tienes de que preocuparte, Tennyson. Yo, el Dr. Pedagius soy más que competente con mis estudiantes – invitó al abuelo a salir de la habitación.

 — Muy bien, Anthony, espero que te sientas muy a gusto en las instalaciones. Yo vendré por la tarde a revisar que estés en tu nuevo dormitorio. Me despido, los chicos de soporte técnico están haciendo un desastre con la máquina de reconocimiento facial . . .

 — Clásico de los galván  . . . – completó con altanería.

Max salió por la puerta, Tony estaba un tanto incómodo pues, el rector lo ignoró por unos minutos, parecía que hacía papeleo. Lo que más le intrigó fue la salida de rayos desde su cabeza, los cuales utilizaba para acomodar todos los expedientes . . .

 — Anthony, ¿verdad? – por fin se acercó al chico, quien se encontraba sentado frente a su escritorio.

 — Sí, señor.

 — No me digas señor, dime Dr. Pedagius . . . o sólo Dr. En fin, ¿qué te trajo a mi Academia?

 — Es complicado . . .

 — Muchacho, soy un genio, nada es complicado para mí.

 — Pues, quiero hacer algo bueno . . . por primera vez en mi vida.

 — Noble causa, clásico de los humanos. Sin embargo, la nobleza no será suficiente para ser un plomero, deberás esforzarte al máximo. ¿Lo entiendes?

 — Sí, Dr.

 — Muy bien, ahora acompáñame.

Ambos salieron de la oficina, Tony siguiendo al cerebrocrustáceo. El rector lo sermoneaba sobre lo duro que es el entrenamiento en su institución, le mostraba los cuartos de entrenamiento, las aulas de clases llenas de varios chicos alienígenas. Al finalizar el recorrido, pasaron a una instalación con un pequeño letrero metálico, “Admisión a Cadetes”.

 — Muy bien, humano. Antes que nada tenemos que hacerte unas pruebas.

 — ¿Pruebas? – respondió confundido.

 — Así es, necesitamos saber sí tienes algún defecto biológico, mutación, especie, habilidades, etc.

 — Claro . . . – no parecía muy animado.

Al entrar, se encontró con otros cerebrocrustáceos de color naranja, vestidos con unas peculiares batas de laboratorio. El rector les indicó que sería sujeto de pruebas para su ingreso a la Academia, no tardaron en comenzar su investigación.

 — ¿Cuál es tu nombre, humano? – preguntó uno de ellos, mientras que los otros capturaban todos los datos en sus avanzadas máquinas.

 — Me llamo Anthony Thompson – respondió un poco más relajado, se encontraba sentado en una pequeña silla metálica.

 — Muy bien, señor Thompson. Comenzaremos con un pequeño interrogatorio, después seguiremos con unas pruebas para reconocimiento genético – el chico asintió.

Los científicos comenzaron con datos básicos, su edad, sexo, especie, hábitos, C.I., etc. Después pasaron con cosas más personales, relaciones, recuerdos traumáticos, talentos, debilidades, etc. Al terminar, prosiguieron a subirlo a una máquina analizadora (construida por ellos mismos). La máquina parecía una especie de bañera llena de un líquido que no parecía ser agua, el chico tuvo que sumergirse en esa curiosa mezcla, casi desnudo. Después de casi media hora de análisis, al fin obtuvieron los resultados.

 — Puede salir del analizador, señor Thompson – hablo por un micrófono uno de los crustáceos. Tony se secó el resto del líquido y se vistió de nuevo, pronto regresó con los alienígenas que leían toda la información captada por la máquina.

 — ¿Todo bien? – se acercó al grupo.

 — Todo parece normal, en general, éste estudio es sólo para corroborar la información obtenida en nuestra anamnesis.

 — Ana . . . ¿qué?

 — Interrogatorio, humano ignorante – Tony frunció el ceño.

 — Todo lo que les conté es cierto.

 — Al parecer sí – continuó leyendo el informe – sólo un pequeño detalle . . .

 — ¿Qué sucede? – se espantó.

 — Nada, parece ser que éste cacharro tiene algunas fallas – contestó sin mirar el preocupado rostro del chico.

 — ¿Por qué lo dice?

 — Incoherencias en unos datos, según esto, su energía vital está más baja que la de los humanos promedio.

 — ¿Y eso significa . . .?

 — Significa que usted debería estar muerto , o . . .

 — ¿Qué? – quedó pálido - ¿O qué?

 — O ser un ectonurite, ¿no es ridículo?

 — ¿Se refiere a los fantasmas? ¿Cómo el enemigo de Ben?

 — Exacto, pero eso es imposible. Los ectonurites no pueden tener un cuerpo físico propio, además, la luz los afecta a sobremanera.

 — Nunca he tenido esa clase de problemas – no entendía muy bien la situación.

 — Es porque usted es un humano, no un ectonurite. Eso hasta un galván lo sabría.

 — Sí usted lo dice . . .

 — Bien, parece que no hay ningún problema, tenga éste pase y diríjase a la sala de admisión.

El chico tomó la tarjeta electrónica y salió del laboratorio, los científicos se quedaron viendo entre ellos, al principio con suspicacia, pero después comenzaron a reír, se habían vuelto demasiado paranoicos, a decir de ellos mismos.

Cuando Tony llegó al sitio donde se hacían las admisiones, se encontró con un alien bastante extraño, una especie de máquina negra parlante.

 — Ey, chico. ¿Qué se te perdió? – el mecamorfo galvánico se había incomodado por la mirada tan rara del muchacho.

 — Mil disculpas, me dijeron los chicos crustáceo que le entregara esto – sacó la tarjeta y se la dio, de inmediato el alienígena la absorbió.

 — Mmm . . . parece que no hay problema – le devolvió la tarjeta – ahora pasa al pasillo 4, en una puerta dice “trámites para cadetes”. Entra con cuidado y dales la tarjeta, ellos te dirán que hacer.

 — ¿Por qué con cuidado? – rascó su mejilla.

 — Ya lo sabrás.

Camino hasta el área de trámites, antes de entrar, escuchó un altercado dentro, parecía que se aventaban los muebles. Con mucho cuidado abrió la puerta, se encontró rostros bastante familiares.

 — ¿Es lo mejor que tienes? – uno de los appoplexian (especie de Rath) se levantaba del piso.

 — ¡Déjame decirte algo, tú no sabes lo que tengo, señor Verk! – lanzó una silla a su compañero.

 — Chicos . . . – se acercó con sumo cuidado a los salvajes plomeros.

 — ¡¿Qué?! – se le quedaron viendo con molestia.

 — Vengo a dejarles esto . . . – tartamudeó mientras les entregaba la tarjeta.

 — ¡Pasa por aquí! – uno de los aliens entró por una pequeña puerta, Tony lo siguió.

 — Ustedes se parecen a Rath – se atrevió a pronunciar mientras el “tigre” ingresaba la tarjeta en una máquina.

 — Rath es una muestra de appoplexian, ¡por eso el parecido! – de la máquina salieron decenas de hojas impresas - ¡Llena éste formato y entrégalo en el pasillo 5! ¡Busca a la chica que duerme! ¡Como odio a la chica que duerme!

 — Está bien . . . – salió con cautela del lugar, cuando cerró la puerta, escuchó que la pelea continuó.

Caminó hasta el pasillo continuo, encontró una sola puerta, el letrero decía “Atención al cadete”. Entró y encontró una pequeña sala, bastante tranquila, pero al parecer no había nadie. Se sentó en un pequeño sillón y llenó los papeles que le dieron los chicos rudos, cinco minutos después de haber terminado, entró a la sala una adormilada alienígena con forma de hada.

 — Disculpe señorita. – se acercó el chico, mientras con pereza la alienígena tomaba asiento en un pequeño escritorio.

 — Oh, un humano. ¿En qué te puedo servir? – le sonrió entre bostezos.

 — Los chicos de trámites me dieron unas hojas y vine a entregarlas – acomodó los papeles en el escritorio.

 — Esos salvajes . . . permíteme un momento – le guiñó el ojo y entró a una pequeña oficina. No tardó mucho en salir – El trámite está completo, bienvenido a los plomeros, cadete.

 — ¿Es todo? ¿Ya soy un cadete? – sonreía con entusiasmo.

 — Así es, cariño. Tan sólo queda entregarte todo lo necesario para tu estadía. Pasa al almacén del pasillo 20, en la sección de cadetes.

 — Muchas gracias – salió corriendo con mucho ánimo, la chica se volvió a dormir.

Tardó un buen rato hasta llegar a la sección de cadetes del almacén. Cuando entró, se encontró con una mancha gelatinosa color azul tirada en el suelo. Cuando preguntó por el encargado, desde el escritorio, salió lo que parecía ser un pequeño platillo volador, el cual se posó sobre la mancha del piso. Para sorpresa del nuevo cadete, la mancha tomó una forma humanoide, parecía ser la silueta de un adolescente común.

 — ¿Qué pasa, hermano? – preguntó el polymorph con un tono bastante gracioso.

 — La señorita de Atención al cadete me pidió que me dirigiera hacia aquí – contesto aún sonriendo.

 — Felicidades, amigo. Yo también soy un cadete, pero me castigaron por hacer una broma en los baños – contestó bastante molesto.

 — Debió ser épico – contestó con simpatía.

 — Y que lo digas – comenzaron a reír juntos – Pero bueno, creo que debo entregarte unas cosas. Pero primero . . . – escaneó al chico con una especie de laser, por debajo de la máquina salió un disco color blanco y rojo – Te entrego tu insignia de cadete.

Tony la tomó sin poder creerlo, al fin consiguió entrar a la Academia. Muy pronto estaría haciendo algo bueno por primera vez, muy pronto estaría salvando al mundo, al igual que su amado Ben. 

Notas finales:

Espero y les haya gustado. Pronto habrá un muy interesante cameo en el fic, alguien que se robó todo mi cariño. También espero poder subir un one-shot con motivo de Halloween, lo más seguro es que sea el fin de semana, obviamente será de Ben 10, pero no tendrá nada que ver con éste fic, será algo inspirado en Omniverse.

Yo soy León Smith, les deseo buenas lecturas. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).