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10 Años de soledad. por LeonSmith

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Notas del capitulo:

[NUEVO CAPÍTULO]

 

Éste capítulo decidí escribirlo para dar mayor fluidez a la historia, que no fuera tan espontánea. Espero y les guste. 

Sábado en la mañana, el sol brilla, las aves cantan, la brisa entra por la ventana de una pequeña y algo sucia habitación. Tendido sobre su cama, Tony duerme plácidamente; abraza su almohada mientras de su boca se desliza una viscosa gota de saliva. Parecía el paraíso del sueño, hasta que la realidad lo golpeó con el estruendoso tono de su celular.

 — ¡Fantasmas! – gritó de improviso mientras notaba la causa de su despertar. “¿Ben?, ¿no sabe que el sueño de un hombre es su castillo?” – Hola Ben, ¿qué pasa? – preguntó entre bostezos.

 — Hola Tony, perdón por llamar tan temprano, sabes, tenía un partido de soccer, pero se canceló. Y pues, es sábado y estoy sólo, Gwen salió con Kevin a una entrevista para la universidad y . . .

 — Ve al grano, Tennyson.

 — Me preguntaba sí te gustaría salir y hacer algo.

 — Algo, ¿cómo qué? – respondió entre dormido.

 — Hay no lo sé, lo que sea. Anda, me siento como un idiota aquí sólo.

 — ¿Dónde estás?

 — Estoy afuera de la escuela.

 — ¿Y qué haces ahí? – frunció el ceño.

 — Acabo de decirte que se canceló mi partido de soccer, ahora sé lo que siente Gwen . . .

 — No lo sé, Ben – se acurrucó semidesnudo entre sus sábanas – Estoy muy ocupado.

 — Por favor, Tony. Sé buen amigo. Por favor, por favor, por favor, por favor . . .

 — ¡Está bien! – accedió de mala gana – Te veo en tú escuela, ¿es la que se encuentra a tres cuadras de la secundaria?

 — ¡Gracias!, si es esa. Pero por favor, ven pronto, la escuela es aún más aterradora en sábado.

 — Ya voy, ya voy. – se sentó con lentitud – Anthony Thompson al rescate.

 — Jajaja, está bien, te espero. Adiós.

 — Sí, como sea. – colgó la llamada y caminó hasta su baño, tenía que orinar. “Maldito Ben, sí no fuera porque . . . ”

El fornido adolescente se vistió casual, playera blanca, jeans negros, tennis naranja y su amada chaqueta del mismo color. Salió del departamento y bajó por el ascensor.

«Demasiada tranquilidad, parece que Ben me da buena suerte. Ojalá y mi vida fuera siempre así.»

Dejó el edificio dónde vive y se subió a su amada motocicleta. Se puso un llamativo casco naranja, encendió el motor y arrancó rumbo a la Preparatoria Oficial de Bellwood.

Mientras tanto, nuestro héroe se encontraba sentado en las gradas de la cancha de soccer, aún tenía puesto su uniforme de portero. Pasaba el rato jugando con su balón de la suerte.

Pasaron 15 minutos desde que colgó con el mayor, ahora estaba recostado sobre el asiento, en su interior maldecía al ojinegro por haberlo dejado plantado.

 — ¡Qué gran amigo! – cruzó los brazos – Le pido, no, le ruego que me acompañe un rato, ¿y qué hace? ¡Me deja más sólo que a un cachorro abandonado!

 — Serías un cachorro muy gracioso – una voz lo sorprendió.

 — ¿Tony? – se levantó de golpe.

 — Perdón por tardar tanto, me perdí unas calles atrás, creo que ya no recuerdo muy bien la ciudad – llevó su mano a su nuca.

 — Creí que no vendrías – se apenó por su anterior soliloquio.

 — ¿Y perderme de la diversión? – le dio un pequeño golpe a nuestro héroe.

 — Genial, ahora sólo tengo que cambiarme de ropa – se disponía a bajar de las gradas.

 — No me digas que te da pena cambiarte al aire libre – le sonrió burlón.

 — Pues sí, obviamente.

 — Por favor Ben, no hay nadie a kilómetros. – exageró – Cámbiate aquí, así ahorramos tiempo.

 — ¿Tiempo para qué?

 — No lo sé, para lo que sea que invitaste – hizo un ademán de estrés.

 — Pero . . .

 — Pero nada, mira, yo me siento por acá – señaló a la izquierda del ojiverde – y tú te cambias aquí.

 — Está bien – contestó sin mucho afán.

Nuestro héroe se sentía tan avergonzado en ese momento, cambiarse frente a otro hombre le resultaba extrañamente incómodo. Soltó un gran suspiro y sacó su ropa de la maleta de gimnasia.

Inició con su playera blanquinegra, seguida de la color verde, sintió un escalofrío la percibir el frío matinal sobre su piel desnuda. Sacó sus tacos sin desatar las agujetas, se sentó un momento, tratando de postergar lo inevitable. Se armó de valor y retiró sus shorts verdes, miró a todos lados, paranoico, no quería ser captado en paños menores.

 — ¿Estás listo? – el mayor volteó sin avisar.

 — ¡Voltéate! – Ben trató de cubrirse con sus manos.

 — ¡Perdón! ¡Perdón!, no vi nada – Tony obedeció al menor.

Ben recuperó el aliento, mientras su piel tomaba un tierno tono rojizo. Metió, sin doblar, su uniforme en la maleta; tomó su clásica vestimenta y se arropó con una velocidad increíble.

 — Terminé – se acercó al ojinegro.

 — Creo que me hice viejo – se estiró un poco y  comenzó a bajar de las gradas.

 — Lo siento anciano, no estoy acostumbrado al exhibicionismo – siguió al mayor.

 — No seas tan pudoroso, Tennyson. No tienes nada por qué avergonzarte – contestó un tanto pícaro.

 — ¿De qué hablas? – se sonrojó un poco.

 — Nada, sólo digo que sí trabajaras de esto, no tendrías que volver a preocuparte por dinero – comenzó a reír.

 — ¡Oye! – se lanzó cual luchador sobre Tony, ambos cayeron al suelo (Ben sobre él).

 — ¡Bájate de mí espalda! – trató de pararse, pero nuestro héroe pudo contenerlo.

 — ¿O qué? – contestó retador.

 — O esto . . . – Tony subió sus manos para alcanzar el cuerpo del ojiverde, al sentirlo, comenzó a torturarlo con un ataque de cosquillas.

 — ¡Hey! – alcanzó a comunicarse entre todas sus risas - ¡Para! ¡Para! ¡Me rindo! – se bajó de la musculosa espalda del mayor.

 — Acabo de vencer al Gran Ben 10 – se levantó con una sonrisa triunfal. Su compañero seguía tirado en el suelo, tratando de recuperar el control de su cuerpo.

 — No es justo – continuaba dando pequeñas risas – estaba distraído.

 — No seas mal perdedor – estiró su mano para ayudar al otro chico a pararse.

 — Está bien tu ganas, pero algún día sentirás mi furia.

 — Lo que tú digas, sólo no me ataques con tu enorme trasero– replicó en broma, o al menos eso parecía. Nuestro héroe enmudeció de vergüenza.

Los chicos llegaron al estacionamiento de la escuela, Tony le mostró orgulloso su motocicleta, Ben quedó maravillado con ella, hacía mucho que no se subía a una. Antes de subirse, discutieron un rato para decidir a dónde irían.

 — ¿Y sí vamos al parqué? – sugirió Ben.

 — ¿De nuevo? – hizo una mueca de aburrimiento.

 — ¿Entonces?

 — No lo sé, tengo hambre – llevó una mano a su barriga.

 — No tengo dinero – mostró sus bolsillos vacíos.

 — Yo menos, soy pobre – respondió cabizbajo – Ya sé, invítame a desayunar. . .

 — ¿Qué parte de “no tengo dinero” no entendiste? – miró al ojinegro con una expresión de ¿es en serio?

 — En tu casa – completó.

 — No lo sé, mis papás no están y no les avisé que llevaría gente.

 — Oye, me lo debes. Arruinaste mi sábado de flojera. – se cruzó de brazos.

 — Bueno, pero no prometo un banquete.

 — Me conformo con un plato de cereal – subió a la moto e invito a su compañero a imitarlo.

Después de varios “atajos”, los chicos llegaron a la residencia Tennyson. El anfitrión entró primero y se aseguró de que la casa estuviera vacía, su invitado no tardó en acompañarlo.

 — Acogedor – Tony observó a detalle la casa de su amigo.

 — Gracias, por aquí está el comedor – se adelantó.

 — Oye Ben, ¿puedo pasar a tu baño?

 — Sí, claro. Sube las escaleras y sigue por el pasillo, es la puerta del fondo – el ojiverde escudriñaba los estantes de la cocina.

Tony subió a lavarse las manos, aprovechó para despeinar su cabello. Cuando salió del baño, notó que una de las puertas del pasillo se encontraba entreabierta, la curiosidad le ganó.

Asomó un poco su cabeza, al parecer había encontrado el cuarto de Ben. Entró en silencio y observó el desorden del lugar; la cama no estaba tendida, una pila de ropa sucia adornaba la silla frente al computador, en el closet encontró todo un arsenal de chaquetas verdes (que sorpresa, pensó). Lo qué más le llamó la atención fue la cantidad de posters pegados en la pared, la mayoría eran de los Sumos Golpeadores, aunque había algunos de héroes de comics. “Irónico”

 — ¿Todo salió bien? – se burló el menor, aún en la cocina. Tony salió rápidamente de la habitación, bajó las escaleras y llegó al comedor.

 — Y bien, ¿con qué manjar me deleitarás? – se sentó tranquilamente.

 — La especialidad de la casa. – llegó con dos grandes platos con cereal y plátano. Los chicos comenzaron a desayunar.

 — Mis felicitaciones al chef – dijo Tony con acento británico.

 — Con gusto, Monsieur – siguió el juego de su invitado. Los chicos se quedaron viendo unos segundos y comenzaron a reír a libertad. Continuaron saboreando sus alimentos, cuando terminaron, ambos se recargaron totalmente en sus sillas.

 — ¿Te habían dicho que preparas un excelente cereal? – dijo Tony satisfecho.

 — No me gusta presumir – el mayor alzó la ceja.

 — Bueno, ¿ahora qué hacemos?

 — No lo sé, estoy muy lleno – subió un poco su playera, mostrando su abultada barriga.

 — Yo igual. Hagamos algo tranquilo.

 — ¿Videojuegos?

 — ¿Tienes? – sonrió el mayor.

 — ¡Claro! – Ben se levantó de golpe jaló al ojinegro del brazo.

 — ¡No me secuestres, Benjamin! – dijo en tono dramático, nuestro héroe lo ignoró y lo llevó hasta su habitación.

 — Bienvenido a mi guarida – escondió la ropa sucia debajo de su cama.

 — Que ordenado – se burló un poco.

 — Bueno, tú sabes, la vida de un héroe es demasiado ocupada. – Tony se encogió de hombros. El ojiverde se agachó para abrir una pequeña gaveta. - A ver, tengo juegos de carreras, de terror, de soccer . . .

 — ¿No tienes de peleas?

 — Si, mi bebé . . . – se levantó y mostró con orgullo el estuche de un videojuego – Los Sumos Golpeadores: Batalla por el tiempo.

 — Bueno, creo que rompería tu corazoncito sí no jugamos ése, ¿verdad? – Ben sonrió en respuesta – Pues jugaremos éste.

Los chicos jugaron por horas, Tony ya se había cansado de ser derrotado por su compañero, pero por alguna razón no quería desilusionar al menor.

 — ¡Victoria para mí! – Ben saltó eufórico en la cama.

 — Oye Ben, ¿no tienes hambre? – trató de cambiar la actividad.

 — Ahora que lo dices . . . – su estómago rugió cual león.

 — ¿Qué comemos?

 — Espera – nuestro héroe escudriñó los bolsillos de sus chaquetas – Ocho . . . ocho con quince . . . ocho con treintaicinco . . . ¿No tienes veinticinco centavos que me prestes?

 — Si – sacó un par de monedas y se las entregó.

 — Perfecto. – sacó su celular y marcó - ¿Hola? . . . Buenas tardes, quiero ordenar dos órdenes de papas con chili . . . Ya tienen registrada mi dirección, es la residencia Tennyson . . . Sí, ése soy yo . . . Vale, muchas gracias. Listo.

 — ¿Papas con chili? – lo miró confundido.

 — Son mi comida favorita, y pronto también la tuya – abrazó fraternalmente al mayor. - ¿Qué te parece sí nos echamos otra ronda en lo que llega el repartidor?

 — Bueno . . . – accedió amable el ojinegro, aunque en su interior gritó un desesperado: “¡¡¡Noooo!!!”

El martirio de Tony fue interrumpido por el timbre de su anfitrión. Ben bajó corriendo, tardó un poco con el repartidor pues, quería tomarse una foto con el famoso Ben 10. Regresó a toda velocidad y se sentó con fuerza en la cama, abrió la bolsa que le acababan de entregar y sacó dos charolas desechables, le dio una a Tony.

 — Mmm, ¡qué delicia! – nuestro héroe comía con pasión, no le importaba hablar con la boca llena. Tony lo observaba extrañado, no estaba seguro del paladar de su amigo. – Pruébalas, Tony, son una maravilla – el ojinegro accedió inseguro, tomo una sola papa y la embarró en la gran cantidad de chili que las cubría.

 — ¡Están deliciosas! – no podía creer el sabor de la botana.

 — Te lo dije – respondió con la boca llena.

Los chicos se perdieron en sus papas, comieron como sí no hubiera mañana. Sin embargo, lo bueno dura poco.

 — Demonios, se me terminaron – Ben pasaba su dedo por todo el empaque, tenía que saborear hasta el último bocado.

 — Wow, en verdad que no sabía de lo que me perdía – se recostó satisfecho en la cama.

 — Bienvenido al club, son tan buenas que hasta a mis enemigos les encantan – se recostó también.

 — ¿De qué hablas?

 — Albedo, un alien que es idéntico a mí, ha tratado de matarme un par de veces – dijo sin darle mucha importancia.

 — ¿Idéntico a ti? – se confundió el mayor.

 — Si, verás, el tiene una versión del omnitrix, la cual está ligada al original, osea el mío. Mi ADN está encriptado en mi omnitrix, por eso el tiene la misma forma que yo.

 — Osea, ¿cómo un gemelo malvado? – rió un poco.

 — Algo así, sólo que su cabello es color plateado y su chaqueta es roja.

 — Y también le gustan las papas con chili.

 — Si.

Los amigos continuaron recostados, estaban en silencio, no era incómodo, más bien era ese silencio que te da la libertad de pensar. Se sentían muy en paz y a gusto, se sentían acompañados.

«Al fin tengo un amigo que me comprende. Bueno están Kevín y Gwen, pero es diferente, ellos son muy diferentes a mí. Tony sabe lo que se siente estar sólo, sentir ese vacío en el pecho.»

«Ojalá nunca que todos los días fueran así, divertidos, felices, con comida deliciosa, y con Ben.»

«Sería perfecto que Tony fuera plomero, así podría verlo diario. Las misiones serían menos incómodas, siento que hago mal tercio con mi prima y su novio.»

«Ben es el chico más agradable que he conocido, bueno, es un patán pero, también es muy sincero, amable, sincero y . . . dulce. Un momento, él es mi amigo, no puedo sentir esto por un amigo.»

«Sí él fuera una chica, definitivamente sería mi chica ideal; es comprensivo, amable, divertido, es casi un cómplice, es la persona ideal. Lástima que no me gustan los chicos . . . ¡¿Qué?! ¡¿Qué acabo de decir?!»

El sol comenzaba a esconderse por el limpio horizonte, la oscuridad reclamaba de a poco el terreno que a la noche le corresponde. Los se habían sorprendido con el rumbo de sus respectivos pensamientos, jamás pensaron sentir algo así por un hombre. Sin embargo, sus corazones parecían no entender de géneros, pues al parecer, su amistad se estaba transformando en algo más.

Disimuladamente, los cuerpos de los chicos se acercaban de a poco, seguían recostados boca arriba. Sus hombros se interceptaron con temor, sus cabezas los imitaron, se quedaron en esa posición, esperando que alguno de los dos hiciera el siguiente movimiento. Tony se arriesgó, comenzó a mover con lentitud su mano, buscaba la mano de su amigo. Ben sintió la piel del mayor entre sus dedos, un escalofrío recorrió su cuerpo desde las yemas de sus dedos hasta su nuca. Pasaron minutos bajo esos tensos roces, hasta que con mucha inseguridad, giraron sus cabezas, mirándose tiernamente a los ojos. Parecían conversar con la mirada, el mensaje era claro para ambos, sus narices se tocaron, podían sentir sus respectivos alientos, el sudor escapaba de sus juveniles poros, las hormonas empezaban a controlar sus cuerpos, su respiración se agitó, sabían el rumbo que llevaba esa velada, sin embargo, el destino los detuvo sin previo aviso.

 [Ya llegué amor] – había regresado la mamá de nuestro confundido héroe.

 — ¡Mamá! – los chicos se separaron abruptamente.

 — Me . . . me tengo que ir – dijo un sudoroso Tony.

 — Cl . . . claro – Ben estaba totalmente sonrojado.

 — Hablamos luego . . . – salió corriendo de la habitación, sólo se detuvo para evadir a la señora Tennyson, quien ,gracias a los creadores, no detectó la presencia del intruso.

Nuestro ojiverde se sentó en el borde de su cama, aún con la luz apagada, tratando de controlar su respiración y otras partes de su cuerpo, las cuales jamás creyó que despertarán por un chico.

 — ¿Ben? – su mamá abrió la puerta de su habitación - ¿estás bien?

 — S . . . sí mamá, ¿por qué no habría de estarlo? – rió nervioso.

 — Jóvenes . . . – salió del cuarto de su hijo.

Tony llegó muy agitado a su departamento, se metió a su cama con todo y ropa, parecía niño espantado por un monstruo. El mostruo era su propio deseo, el deseo por sentir la piel de su ,hasta ese entonces, nuevo mejor amigo.

 — Ben . . .

 — Tony . . .

 

 

Notas finales:

Bien, ojalá y encuadre bien. La canción que me inspiró a escribirlo es Use somebody de Kings of Leon (así como yo).

Yo soy León Smith, les deseo una noche poética, sueños lúcidos, autodescubrimiento y, sobre todo, buena lectura :)

 

Saludos a lucy49 (sí es que está leyendo ésto). 


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