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Entre un Kilómetro y un Milímetro por AndyStrangeMc

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Estaba en último año de Medicina y compartió la carrera con, se podría decir, su mejor amigo Ogiwara el cual quería especializarse en pediatría. Ambos tenían una amistad extraña, ya que hablaban poco al menos Shintarou, Ogiwara tan si quiera le contaba de su vida y de sus días. Así había sido desde la secundaria media, donde se habían conocido por haber estado en el mismo salón, curiosamente los tres años seguidos. 

 

-Midorima-kun... ¿No crees que la vida es muy efímera? Tan frágil...- comían en las mesas que había a fuera de la facultad, en medio de un campo verde con vastos árboles. 

 

-Puede ser- tomaba de la sopa de frijol. No le gustaba dialogar ese tipo de cosas con alguien más, se lo reservaba para pensarlo por las noches cuando el sueño era escaso. 

 

-Al igual que la mente, la vida es muy frágil... Creo que por es escogí esta carrera aunque ahora en este momento me pregunto si he hecho una buena elección, ya sabes... Tenemos que cuidar vidas, a otros humanos y eso me llega a aterrar.- Le sudaban las manos y en algunas palabras tartamudeaba un poco.

 

-¿Por qué? Es una carrera normal, las cosas saldrán bien mientras sepas controlarte y manejarlo.- al parecer, la lata se había vaciado. 

 

-Tienes razón- notó el tono bajo, se olió una mentira de parte del castaño pero no replicó nada, no tenía humor. 

 

Al día siguiente  no había visto al chico en el aula donde les ayudaban con su tésis. El timbre de un anuncio sonó convocando a los de su aula en el salón de reuniones; Ahí les dijeron del fallecimiento de Ogiwara, Midorima se quedó de piedra "un accidente" pues el chico era joven y bastante sano para que una enfermedad le acabara de la nada. 

 

Fue un suicidio 

 

Se escuchó después y eso hizo que Shintarou perdiera la cabeza por horas. ¿¡Suicidio!? ¿Era una broma? ¿Verdad?... Entonces recordó la charla del día anterior y cobraba sentido, la mente de Shigehiro pensaba en que estaba frágil y que no tardaba en romperse por completo culminando en ese acto. Pero ¡Eran mejores amigos! Debió decirle sus intenciones...

 

Pero algo retumbó en él; su personalidad fría y -llamada por muchos- tsundere. En la cual fingía desinterés, y quizás por eso el menor no le dijo nada, no quería molestarlo más con sus pensamientos vagos.

 

En el funeral solo se le escaparon esas malditas lágrimas que salen cuando uno quiere aguantárselas de todas formas, cuando el nudo de la garganta parece que en serio está ahí, las gotas van bajando solas y son imposibles de contener. 

 

Se sintió culpable por mucho tiempo, pero cuando estaba a mitad de la especialidad se perdonó a sí mismo y se juró que jamás volvería a ser de esa manera, no quería que por su estúpida forma de ser alguien importante se fuera de nuevo. 

 

~o~ 

 

-Niji-Chan~- sonrió ampliamente al ver al otro peli negro, mientras se cruzaba de brazos y se veía tan bien como siempre. 

 

-Takao, tiempo sin verte. ¿Cómo has estado?- revolvió sus cabellos como era su costumbre. A Kazunari ese gesto no le perturbaba, estaba más que familiarizado. 

 

-Bien... Eso creo- se rascó detrás de la oreja torciendo la sonrisa.

 

Alzó una ceja, notó una presencia más. -Me alegra escuchar eso, pero dime ¿me extrañaste? Estuve fuera mucho tiempo. 

 

-¡Mucho!- contestó sincero. -Extrañe jugar contigo- una risa que tapo discretamente con el dorso de los dedos. 

 

-Yo igual pensé en ti...- revisó su reloj y exhaló profundo. -Debo comenzar con mis tareas, después hablamos Takao- salió dejando al azabache en el mismo lugar, iría ver a Furihata que en los tres días que llevaba ahí no había querido salir a conocer a otras personas. 

 

Por un lado Midorima había observado La escena de aquellos dos y sí, sintió celos, de los más extraños celos que se pudo imaginar en su vida sentir. Y eso que solo había sido una plática de dos minutos, no se imaginaba volver a ver cómo charlaban y que esa plática durara más tiempo. 

 

Nijimura le había tocado, ahora eran cuatro personas las que Takao permitía ese tacto sin asustarse. Murasakibara, Kise, Kuroko y ahora su compañero. ¿Él cuando podría entrar en la lista? Bueno, si es que llegaba a figurar por un puesto. 

 

Caminó hacia el jardín donde sabía que aún seguía el azabache, pero estaba aún molesto y no sabia si era bueno llegar y hablarle. Se sentó en una banca disponible, suspiró y se rascó la sien con ansiedad, menos mal que el día anterior no había llovido y podía disfrutar del asiento, aunque mañana seguro llovía, eso esperaba. Era el día del Tanabata y por supuesto, su cumpleaños. 

 

-Shin-Chan... ¿Puedo sentarme?- preguntó tímido Kazunari, el arrugado entre cejo de Midorima le había asustado y no sabia si acercarse.

 

-La pregunta sobra, adelante. - se movió más hacia la dirección opuesta al moreno, después de todo no pudo mostrarse duro con él, su promesa seguía vigente y así iría siempre. 

 

-Si te veo aquí es porque estás pensando mucho- sonrió, mostrando los dientes y cerrando los ojos. 

 

-Me has observado perfectamente que tienes razón, aquí puedo pensar bien. Además que es muy tranquilo.-

 

Asentía lentamente. -Así es... Además que el clima es bueno hoy, pero... ¿En qué estás pensando Shin-Chan? Tu cara luce diferente... Como enojado- bajó los hombros, pensó en que había hablado demás, él siempre pensaba eso.

 

-En muchas cosas... Últimamente mi cabeza es un lío, tengo tantos pensamientos que siento que de pronto no podré...- se sinceró. 

 

-Todos pensamos en ello ¿cierto? Yo... Todos los días lo hago y a veces pienso que no podré definitivamente- apretó sus brazos, recordaba las heridas hechas por objetos puntiagudos. 

 

-Por favor, Takao... No pienses más en hacer esto- le señaló el brazo, iba a tomárselo pero desistió. -No acabes con tu existencia.

 

Eso sorprendió al moreno en demasía, abrió los ojos más de lo normal pero sin lucir como si se le fueran a salir. Apretó los labios y un sonrojo se asomó en sus mejillas. -No lo he tratado de hacer desde hace un año... - demoró en continuar. -Pero gracias... Hablar con Shin-Chan para mí es relajante. 

 

Le había hecho sonrojar, por favor que alguien le meta un golpe en las costillas para que se le quite la cara de idiota que seguro mostraba. -¿Por qué lo dices? ¿En qué te relaja?- quería -exigía- saberlo. 

 

-Eres amable... Aunque a veces pareciera que te fuerzas a serlo, ya sabes tienes una cara de tsundere ni tú mismo puedes con ella- se rió era imposible no hacerlo después de decirle aquello. -No te lo tomes a mal es lo que pienso...

 

La conversación había tomado otra dirección a la que pensó. -¿tsundere? Otro punto para ti- sus labios formaron una pero muy pequeña sonrisa. 

 

-También que eres como un amigo... Quizás no hables mucho pero estás ahí cuando te necesitan, como cuando Atsu-Chan se machucó el dedo con el sillón al buscar dulces... Pudiste haberlo regañado pero lo primero que hiciste fue sobar su dedo y decirle que todo iría bien, como un hermano mayor. Luego le diste la paleta de Mora azul y se calmó- tenía una expresión tan pacifica en su rostro al contarle sus propias acciones que pensaba que el Midorima del que hablaba era uno diferente a él. -O cuando Ryou-Chan te coquetea... Tú no le dices nada malo, solo le dices que siga esforzándose con un tono que en serio te anima a salir adelante- 

 

Al escuchar todo eso sintió como si Ogiwara le hubiera dicho a Takao que comentara todo aquello, que no importaba que hablara poco y que a veces fuera un gruñón, seguía siendo un buen amigo a los ojos de muchos y por poco le trae una nostalgia pesada. Pero en su lugar sintió alivio y felicidad. 

 

Kazunari notó el aire que había tomado el de cabellos verdes y calló por un momento esperando unos minutos. -Siento que dije demás... Lo siento si te incomode de alguna forma Shin-Chan-

 

No terminó de hablar el otro cuando empezó a negar sus palabras. -Me diste paz Takao. Es por eso que me quedé sin palabras-

 

-¿Paz?- cuestionó. -¿de qué tipo de paz?

 

-Como si fueras alguien más, esas palabras libraron una parte de mí que no quería pero me has hecho entender mejor- De todos modos no volvería a ser el mismo de antes, sino que se daría el lujo de no reprimir su personalidad por completo, tendría sus 5 minutos de caprichos al día.

 

-Entonces hice bien en hablar contigo ¿no?- movió los pies, levantándolos para estirar, se le habían adormecido un tanto.

 

Le veía con una mirada calmada y tranquila. -Sí, así que eres Escorpio- era algo obvio, el comportamiento le dejaba en claro. 

 

-¿Eh?... ¿Escorpio?- se lo pensó segundos hasta conectar las cosas -¡Ahhh! Mi signo, sí soy Escorpio creo... Nací un 21 de noviembre pero... ¿Por qué supiste?- 

 

-Escorpio tenía que decirme algo importante hoy- bien, ahora sabía que era un loco de los horóscopos pero no le molestaba, quería presumir de que últimamente estaba en un buen puesto. 

 

 -Deberías decirme más de eso. No soy muy fan de los horóscopos pero cuando hablas de ello se ve que lo disfrutas- Y detrás de eso había un interés directamente relacionado con Midorima, los horóscopos serían buen pretexto para después. 

 

-Mi signo es Cáncer y estoy en el tercer puesto de suerte hoy.- sacó de su bata un llavero de rana muy pequeño. -Este es mi Lucky ítem del día- 

 

Ni siquiera le preguntó cuándo ya lo había tomado y lo veía por todos lados. -Está bonito, entonces ¿cuál es mi Lucky ítem?

 

Hizo memoria, una persona que fuera tipo sanguíneo B, casualmente él lo era. -Alguien de tipo sanguíneo B- no le diría lo demás, sintió que sería algo como "Oye, yo soy tu Lucky ítem" y eso sonaba como un coqueteo barato de película sesentera. 

 

-¿y tú qué tipo de sangre eres?- bien, la conversación fue por donde no quería.

 

-'B'- se ajustó las gafas, sintió vergüenza. ¿Debería ponerse un cartel de "Lucky ítem"? No.

 

-¡Así que eres mi Lucky ítem!- Midorima le vio y deshecho cualquier sentimiento negativo y de culpa, el corazón le latió tan rápido que tenía 10 latidos demás por minuto. -Ahora sí tendré suerte en todo el día Shin-Chan~-

 

-Sí, sí- no había respuesta inteligente en su mente para ello. Pero debía calmarse y hacerse el serio de nuevo. -Takao... ¿Te hubiese gustado que yo fuera tu doctor?...

 

~o~

 

Aomine estaba buscando por todos lados a su paciente y no había rastros del moreno, además que Kuroko estaba con Kagami -como de costumbre- y sabía lo molesto que se ponía cuando le interrumpía en sus sesiones con su mejor amigo el pelirrojo. Kazunari no estaba con Murasakibara ni con Himuro, además que había visto a Nijimura entrar a la habitación de Furihata. Le quedaba ver al rubio que estaba en la sala común, había escuchado de Midorima que había mejorado en el poco tiempo que llevaba, le sorprendía lo bueno que era el de anteojos.

 

Llegó al lugar viendo a Kise en el sofá, con el fleco a un lado, dejando su cicatriz a la vista. Una cicatriz, un accidente y un pasado tormentoso le tenían ahí. -Kise, ¿has visto a Kazunari? Se supone que su sesión debía empezar hace media hora. - escondió una mano dentro de la bata, algo percudida ya que su fuerte no era lavar. 

 

-Aominecchi...- el otro le intimidaba, y por mucho. -No lo he visto pero creo que está en el jardín últimamente le gusta estar ahí...- Pues había notado que le gustaba espiar a cierto doctor que era el encargado de atender su caso de dismorfofobia. 

 

-¿En serio?- se sentó frente suyo, en otro de los sillones más pequeños.- Entonces lo dejaré descansar un rato, de todos modos no tengo muchas ocupaciones.- mofaba, siempre se estaba quejando o haciendo esas caras de flojera total.

 

-¿Te cortaste el cabello Aominecchi?- notaba las patillas perfectamente alineadas, al igual que la parte trasera. 

 

-¿Eh? Sí, lo hice ayer aunque siento que lo cortaron demasiado- al menos hacía calor, era beneficioso tener el cabello de ese largo. 

 

Puso su mano desviando su cara hacia otro lado, estaba ligeramente sonrojado. -Te queda bien, es un buen corte y te ves más masculino- 

 

-¿Eso crees?- sonreía engreído, le gustaban las adulaciones a su persona y más que le recordaran lo macho y fornido que era. -Bueno, tú cada día te ves mejor Kise- soltó pícaro, eran sus instintos de cazador. 

 

~O~

 

-¿Mi doctor?... Shin-Chan. -lo pensó y esbozó una mueca de felicidad. -¡Me encantaría algo como eso! Algo me dice que tú me ayudarás mucho... - Se le coloreaban las mejillas, gracias a su flequillo lo podía disimular un poco.

 

-El destino- sonó en su cabeza pero al mismo tiempo en sus labios, realmente quiso que eso se hubiera quedado como un pensamiento. 

 

-Destino...- repitió viendo hacia otro lado, sus ojos grises y opacos que parecían de metal cautivaron al de mirada esmeralda, tanto que el silencio se quedó ahí por fragmentos largos de tiempo que a ninguno de los dos les molestaba. 

 

-Siempre he creído que todo ocurre por una razón Takao- ajustó sus lentes. -Nada es una coincidencia ni una casualidad, todo está escrito desde antes, solo escoges si haces las cosas para bien o para mal- 

 

-¿Y si todo siempre sale mal? ¿Igual es por alguna razón Shin-Chan?

 

Eso hizo crujir el corazón de Midorima, no había contestación que pudiera calmar las inquietudes o dudas que tenía Takao, por algo estaba ahí adentro ¿No? -Quizás

 

-Espero que lo que esté escrito en mi futuro sea más próspero...- exhalo fuerte, relajando los hombros y haciendo los brazos hacia atrás, colocándolos en la misma banca. 

 

-Lo será. Pero Takao... ¿Algún día puedo saber qué es lo que te atormenta?

 

El moreno volteo a verlo con la sorpresa que se merecía la pregunta. Apretó la boca, mordiendo ligeramente el interior y titubeando. -Tiempo... Sabes Shin-Chan, después de que las personas se enteran de mi pasado me ven con una mirada de lastima que detesto... Yo quiero que tú no me veas de la misma manera. Espera un poco... Y podré contártelo.

 

No pudo replicar nada ya que llegó Aomine para llevarse al chico a su correspondiente terapia. Él igual debía apresurarse e ir con Akashi. Pero pensar en el pelirrojo era un sabor agridulce; Veía los avances y se sentía más tranquilo consigo mismo, pero recordaba las palabras que le solía repetir de conocer su lugar. Takao estaba del otro lado, en una zona que él no podía tocar, que no conocía y que le aterraba conocer. 

 

Era alguien con un problema, sí todos los humanos los tienen pero hay quienes particularmente tienen más problemas. Problemas que les afectan en la vida cotidiana, y justo el psiquiátrico estaba lleno de personas de ese tipo, su trabajo era ayudar y ser una figura de apoyo. 

 

¿Tan difícil era obedecer las reglas? No podía haber contacto físico más allá del necesario, tampoco insinuaciones de ningún tipo y él  estaba deseoso de romper unas cuantas. Quería calmar el latir de su corazón y sus absurdas obsesiones, pero era alguien apasionado, enamoradizo aunque apenas lo había descubierto. 

 

Kazunari estaba a unos metros de él, incluso estuvo a unos centímetros minutos antes, debía decidirse si esa distancia se quedaba ahí, sin un avance y un posible retrocedimiento o avanzar y conseguir lo que anhelaba. Igual la distancia no la media solo en los números reales, sino también en sentimientos y razones.  

 

"Ahora es como si estuviésemos a un Kilómetro"

 

El marcador empezó a correr, esta vez sería egoísta y buscaría a toda costa ayudar al joven de mirada fría, porque él sería quien le regresara la vida a los ojos de Kazunari. 

Notas finales:

¡Hola preciosas personas!~ Me alegra mucho poder traer este nuevo capítulo que estuve pensándolo bastante, y por eso mismo tardé más días de lo normal uwu lo siento por eso. 

De igual manera espero que sea de su agrado. Muchas gracias por todos los follows, favoritos, reviews -Que me alientan bastante- y a por supuesto a los lectores Kuroko *corazón, corazón*

Ya saben que cualquier sugerencia, comentario, pregunta, crítica o demás es muy bienvenida *~* 

Muchas gracias por leer esta historia tan rara~

Sin más que decir, hasta dentro de dos semanas corazones~

PD: Como siempre, les he contestado a sus reviews a las personas que dejaron una. Los adoro~


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