Los minutos pasaban uno tras otro, mientras él se había quedado en silencio observando aquel cuaderno, la primera hoja mostraba el paisaje de una de las cuatro estaciones, por el árbol que desprendía hojas secas, podría decir que era otoño; aún no lograba comprender nada sobre aquella situación, pero sabía que bastaría con leer lo que estaba escrito en dichas hojas para responder al menos una parte de todas sus preguntas, así que dio la vuelta a la página y comenzó con la lectura...
La felicidad se puede lograr con pequeñas cosas que pueden ocurrir todos los días, o al menos algunas veces, no es necesario estar siempre alegré, eso es algo que de pequeño me repetía muchas veces; en aquel entonces yo quería ser feliz, sin ser consciente de que sí lo era; no del modo en el que lo eran los otros niños, pero si era feliz, a mi modo
En aquel entonces bastaba con esconderme para no levantar la furia de papá, si hacía lo que me pedía y no me dejaba ver las cosas iban bien para mi, los golpes no pasaban de una cachetada, y los gritos eran menos sofocantes
Recuerdo que cuando era niño, solía mirar mi rostro por el espejo, tratando de encontrar algo que me hiciera diferente a mi hermano, pero fuera de la expresión en nuestras miradas, podía notar que eramos exactamente iguales, entonces no lo entendía, y hoy, continúo sin entender porque el trato de papá con ambos es tan diferente
Mi padre ama a Yuui, a veces pienso que lo ama más que aún hijo, siempre se desvive por él y a menudo se le queda observando; quizá por la vida que llevó, puedo distinguir las miradas de amor fraternal, con las que implican algo más que eso, y siento miedo, miedo de los sentimientos de mi padre por mi hermano, y miedo de mis propios pensamientos por creer algo así
Mi padre es un hombre respetado, es el presidente y dueño de una de las compañías de ropa moderna más prestigiada de todo el país y del extranjero, además hace donaciones considerables a centros de acogida de menores, educativos y hospitales públicos, por lo que su imagen es la de un ser intachable; el muestra un rostro bondadoso siempre, y con todos es muy gentil; con todos menos conmigo, el en verdad hace que mis días sean un calvario
Mi vida siempre a sido una tragedia, quizá desde el mismo instante en el que nací; crecí como una flor silvestre, que sobrevive a todo por cuenta propia, que no es admirada por nadie, y a quien nadie le presta demasiada atención; desde que tengo uso de razón solo recuerdo que fue así desde siempre, pero me agrada la idea de creer que si hubo un antes, en el que todo estaba bien y en donde tal vez era protegido en brazos de mamá
La felicidad se da con pequeñas cosas, si es así, no siempre puedes ser feliz, pero tampoco, no siempre no lo eres. Diría que mis momentos más felices son las horas que pasó con mi hermano Yuui, los momentos en que descanso por las noches, o, cuando estaba con Takeru... esta última experiencia hace que comprenda que la felicidad no es eterna y que no siempre es algo bueno, al final lo que un día te hizo feliz puede convertirse en un amargo recuerdo; en mi casó tan solo es uno más
Siempre me he preguntado si en verdad merezco todo esto, si en verdad soy tan mala persona que merece pasar por cosas así, alguna vez escuché que siempre hay un día negro en el que todo nos va mal; sin embargo lo raro para mi sería que exista un día blanco, en donde todo este bien y en donde no sienta está opresión en el pecho
Yuui me dijo que para aminorar las penas, siempre es necesario hablar de ellas con alguien, desahogar el dolor interno es el mejor modo de superarlo, para que en un futuro este no amargue tu alma; pero las cosas que llevó por dentro no son cosas que se las pueda decir a cualquier persona, ni siquiera si esa persona es mi hermano. Por esa razón, hoy comienzo a escribir esté cuaderno, no es un diario, diría mejor que es un libro de confesiones, en donde puedo hablar conmigo y en el que puedo recordar todo lo que deseo olvidar, creo que una vez que saque todas mis frustraciones, podré dejar ir aquéllo que me perturba tanto
Los recuerdos no son eternos, es muy común que las personas olvidemos muchos de ellos, y los recuerdos que perduran por siempre, son los más significativos, los que nos dan alegría, o aquellos que son amargos y quedaron marcados en nosotros por una u otra razón. Diría que lo último es lo que más destaca en mi memoria, y el peor de todos mis recuerdos, es del día que mi padre enloqueció, y por consecuente, comenzó su venganza en contra mía, venganza que desconoce su motivo... al menos para mí
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9 años atrás
Abría los ojos con pesar, siendo estos cegados por la luz de la mañana. Ese día era su cumpleaños número seis, pero él nunca celebraba esa fecha, con la poca memoria que tenía, sabía que este solo era un día especial para Yuui; por lo que salió de su habitación para no ser visto por su padre, y así no molestarlo
La rutina era simple, su presencia solo la daba cuando el mayor decía su nombre, podía comer solo lo que su padre dejaba en la mesa y solo una vez por día, dormía en la misma habitación que su hermano para cuidarlo, pero el lo hacía sobre una cama muy pequeña, pero considerando su tamaño eso no era ningún problema; tenía prohibido agarrar los juguetes de Yuui y estar dentro la casa durante el día. Su vida no era sencilla, pero a su corta edad, él podía sobrellevar todo eso
Fue en dirección al jardín, a menudo pasaba la mayor parte de su tiempo en ese lugar, le divertía observar las frores, ver a las mariposas y aves que se posaban en ellas; a veces se quedaba contemplando el cielo, preguntándose si algún día las cosas serían diferentes, tal vez si lograra la aceptación de su padre, pero viendo como era él, sabía que eso era imposible
El no asistía a la escuela como lo hacía su hermano, pero a menudo se colaba a escuchar por la ventana las clases privadas que recibía Yuui, por lo que había logrado aprender algunas cosas, su meta era saber leer y escribir, quizá no podría asistir a un centro educativo nunca, pero al menos se defendería y le demostraría a su padre que el también podía ser un "buen niño" como tantas veces lo había escuchado pronunciar alagando a su otra mitad
A su corta edad él ya había entendido algunas cosas, como el que no todos nacen con la misma suerte, y que a veces era mejor no reclamar por el infortunio, siempre existirán personas que sufren más que otras, y al contrario, gente que es más felices que otra gente; nada tiene un orden, y no existen leyes que prohíban que las cosas no deban ser así
Se sentó en una pequeña banca, justo al frente de la estatua de un ángel de alas rotas, desdé que tenía memoria, esa imagen siempre había estado ahí, y muchas veces le había servido de refugio contra el frío, también con su sombra lo había protegido del sol cuando el calor era insoportable, por lo que le tenía un especial afecto; así que se le quedo observando, hasta que escuchó las voces de su padre y su hermano; su padre sonaba feliz, y Yuui parecía estarlo también, por lo que a escondidas fue a observarlos para ver como ambos subían al auto dispuestos a salir de la casa; era un hecho que no regresarían en todo el día; eso lo ponía algo triste, odiaba sentirse siempre tan solo
Hasta ahora su hermano jamás le había dirigido ni una palabra, su padre se los había prohibido a los dos, pero eso no impedía que de algún modo su lazo de hermandad creciera, y aún si no hablaban, el apreciaba mucho a Yuui, a pesar de que a veces sentía envidia de él, y deseaba tener su misma suerte; pero sabía que Yuui no tenía la culpa de nada, y hasta sentía que su hermano también sentía afecto por él
Suspiro tristemente y se dirigió a sacar el peluche que tenía escondido, era un conejo de color morado que hace un año se lo había regalado la señora que hacía la limpeza. Amaba a ese conejo, puesto que era su único juguete, así que como todos los días lo abrazo y espero a que las horas pasaran
Hasta que llegó la noche...
Escuchó el portón abrirse, así que de inmediato escondió el juguete y fue a recibir a su progenitor, aquéllo era ya una rutina, pues si no lo hacía era muy probable que el mayor lo dejara dormir afuera. Vio a su padre cargando a gemelo en brazos, era visible que su hermano se había quedado dormido, seguramente porque estaba muy cansado
-tú, saca las cosas del auto y ponlas en la habitación de Yuui...- ordenó de pronto el mayor, por lo que el niño obedeció de inmediato
Como pudo abrió la puerta del coche y sacó las cosas que estaban dentro, se sorprendió mucho al ver lo que eran; habían juguetes, ropa, peluches entre más, eran muchas pertenencias, así que se tardaría un buen rato antes de poder trasladarlas todas. Cuando por fin lo logró, se apresuró en bajar a la cocina para tomar un poco de agua, pues en todo el día no había comido ni bebido nada, por lo que sentía su cuerpo desvanecer. Cuando sacio su sed, se dispuso a dirigirse a descansar, pero antes de que pudiera subir las escaleras, su padre lo detuvo
-ven acá...- le habló fríamente, por lo que el rubio volteó a verlo con miedo. El hombre traía en una mano un porta retratos, y en la otra una botella de tequila, la cual depositó sobre la mesa— qué vengas te dije— insistió sin elevar la voz, pero esa muestra de paciencia solo lograba que el pequeño sintiera más miedo
Aún así se acerco a su progenitor esperando que las cosas no le fueran tan mal. Fue sorprendente cuando sintió que su padre le acarició la mejilla, pero lejos de sentirse feliz por aquélla muestra de "cariño" algo hizo eco en su interior, advirtiéndole que algo no estaba marchando bien— te pareces tanto a tu madre— continúo mirando directamente a sus ojos, viendo que en estos solo se reflejaban un gran temor; eso lo irritaba
De pronto lo agarró del cuello, haciendo que de ese modo el niño comenzará a quejarse de dolor, ignoró aquellos quejidos y de un modo brusco lo lanzó contra el piso, luego se aventó a comenzar a golpearlo sin ningún tipo de consideración, mientras el pequeño solo podía llorar e implorar que ya no le siguiera pegando
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En aquel entonces creí que ese sería mi fin, nunca antes había visto a papá tan molesto conmigo, jamás había sentido tanto dolor, nunca había tenido tanto miedo; pero aquel castigo estaba lejos de ser el peor que sentiría, y sobretodo no sería el mas severo que me daría ese día. Cuando se cansó de oírme suplicarle piedad, se sentó en una silla y encendió un cigarrillo; trate de incorporarme pero era imposible, no lograba sostener mi propio peso y no podía hacer más que llorar
Suplicaba para que aquel hombre se fuera y no me lastimara mas, los minutos se hacían eternos mientras lo veía ahí sentado, complacido y sonriente, viendo fijamente la foto de aquel portaretratos; no entendía cual era la razón de que me hiciera todo aquéllo, pero deseaba averiguarlo para no cometer el mismo error nunca más
La pesadilla no tardó en continuar, papá se levanto del asiento y se dirigió hacía mí, por lo que cerré los ojos creyendo vanamente que de ese modo la tortura sería menos dolorosa; sentí cuando sostuvo mis cabellos para arrastrarme de ellos escaleras arriba, hasta llegar a su habitación, lugar en donde se quedaría mi inocencia.
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El chico moreno no daba crédito a los que sus ojos leían, no podía creerlo, no quería creerlo ¿como podía ser posible todo aquéllo? Esa historia parecía sacada de un cuento de terror, de una horrible historia. Sintió el viento golpear su rostro, mientras dirigió su vista hacía aquel cuaderno, vio que apenas llevaba unas cuantas hojas leídas, apenas fue consciente en ese momento de que eso solo era el principio de todas las cosas que estaban escritas ahí. Trató de tomar valor y continuar; si quería ayudar a Fye, debía saberlo todo, sin importar lo duro que fuera