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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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La habitación estaba a oscuras cuando Kazuto consiguió abrir los ojos. Aquello que le habían inyectado le había dejado dormido prácticamente todo el día. Observó asustado dónde se encontraba pero se calmó un poco al ver que seguía en el hospital. El ruido al otro lado de la puerta era intenso, algo extraño a esas horas de la noche.


Trató de incorporarse pero sintió un peso sobre su cintura. Alguien estaba agarrado a él y pese a que su primer instinto era buscar un cuchillo, el aroma a hierbabuena le hizo darse cuenta de que era Izuna. Miró hacia él para verificarlo, allí estaba tumbado a su lado durmiendo plácidamente.


- ¿Qué ocurre? – preguntó Izuna despertándose por el movimiento de Kazuto.


- Hay alguien detrás de la puerta.


- ¿Estás seguro? – preguntó Izuna sin escuchar nada.


- Sí.


- Quédate aquí.


La somnolencia de Izuna desapareció en aquel instante a medida que su cuerpo se desentumecía y se levantaba de la camilla para ir hacia la puerta. Era muy posible que solo fueran enfermeros pero una cosa le quedaría clara con todo eso, si había alguien tras la puerta, podía afirmar que Kazuto había desarrollado su oído y eso asustaba. ¿Hasta dónde sería capaz de escuchar? ¿Qué mínimo ruido se intensificaría en su tímpano?


Abrió la puerta con confianza, allí en el hospital no tenía nada que temer y más sabiendo que la mitad de su clan estaría por allí vigilando. A su oído llegaron palabras, alguien susurraba pero todo se detuvo cuando escucharon la puerta abrirse.


- Izuna – escuchó una voz femenina, la madre de Kazuto. Reconocería esa voz en cualquier parte. Aún tenía grabados sus llantos el día que Kazuto desapareció, su desesperación para que le encontrasen - ¿Está bien? Me han dicho que le habéis encontrado pero no me dejan verle.


- Ya le he dicho que está fuera del horario de visitas – comentó una enfermera.


- Yo me ocupo – dijo Izuna hacia la enfermera – vamos dentro. Es posible que no te reconozca, hay que darle tiempo.


- Vale – dijo su madre.


Izuna abrió la puerta cediendo el paso a la mujer. Sabía que seguramente Kazuto habría escuchado la conversación con esa agudeza que había desarrollado a los sonidos. Al entrar, Kazuto los miraba con ciertas dudas aunque al ver las lágrimas en sus ojos a punto de brotar, Izuna se dio cuenta de que reconocía a su madre.


- ¿Mamá? – preguntó Kazuto empezando a llorar.


Su madre prácticamente corrió hasta la camilla acercándose a él para abrazarle con fuerza, dejando que Kazuto hundiera su rostro lleno de lágrimas en el hombro de su madre.


Izuna dejó que su madre se quedase allí el tiempo que quisiera. Lo único que no tenía muy claro era si llevar a Kazuto a casa de sus padres o llevarle con él al clan en cuanto le dieran el alta. Su madre no se marchó hasta el amanecer y desde luego, Izuna no pudo volver a conciliar el sueño una vez despierto, tampoco habría podido sin Kazuto a su lado, necesitaba abrazarle, saber que estaba allí y que nadie volvería a arrebatárselo.


Kazuto acabó quedándose dormido mientras su madre le acariciaba el cabello. Seguramente fruto del recuerdo y la comodidad de verse con su madre. Una vez se quedó profundamente dormido, tanto su madre como Izuna salieron del cuarto haciendo el menor ruido posible. Fue Shisui quien se quedó en la habitación de Kazuto a vigilar mientras Izuna acompañaba a la mujer escaleras abajo a la entrada del hospital.


- ¿Crees que está bien? – preguntó la mujer.


- Está confundido, ha pasado por mucho y sus recuerdos están ocultos.


- ¿Crees que lo sabe? – le susurró la mujer refiriéndose al traidor de la villa.


- Sí – confirmó Izuna – y eso me preocupa más, porque quiere decir que está en peligro incluso aquí dentro.


- Por eso has puesto guardias Uchiha en su puerta – susurró con una leve sonrisa.


- No sé si sería mejor que estuviera en casa con vosotros.


- No. Estará más seguro contigo y tu clan. ¿Cuándo le dan el alta?


- En unas horas, supongo. Los médicos no pueden acceder a sus recuerdos y físicamente… está bien, exceptuando las heridas y la rehabilitación que va a necesitar.


- Izuna… y sobre… - intentó hablar la mujer con cierto temor.


- No sé nada de él, pero lo encontraremos. No he querido decirle nada a Kazuto por temor a que recuerde cuando le quitaron a su hijo pero… sé que cuando ese sedante que le han dado deje de hacer efecto preguntará, por él y querrá ir a buscarlo.


- Por favor… no dejes que vaya él.


- El clan Uchiha se ocupará de buscarle. No vamos a dejarle con ellos. Trataré de que Kazuto tenga paciencia aunque será complicado.


- ¿Crees que es tuyo? – preguntó.


- Eso dicen. Aún no sé cómo consiguieron mi esperma para hacerlo. Shisui está convencido de que es mío y él ha vivido seis meses con ellos. Todos allí decían que era mío. Todavía estoy investigando qué ocurrió, cómo se hicieron con mi esperma así sin más.


- Es alguien que tiene acceso a ti o al escuadrón.


- Sí. O al menos influencia para conseguir que le hagan el trabajo. Si Kazuto recordase, podría identificar a todos ellos.


- Investigaré el sello por si encuentro algo.


- Gracias.


Izuna se quedó esperando hasta que la mujer se perdió de vista calle abajo, fue entonces cuando subió nuevamente a la habitación. Shisui seguía allí sentado en el sillón, pero se levantó en cuanto Izuna abrió la puerta entrando a la habitación.


- Sabes que irán a por él si le dan el alta – confirmó Shisui – no hemos atrapado al traidor ni tenemos la mínima pista de quién puede ser.


- Por eso le llevaremos al clan. Allí estará más protegido. Estad atentos. Es posible que el traidor quiera comprobar si realmente no sabe nada sobre él.


Los dos Uchiha se miraron durante unos tensos segundos hasta que un leve quejido llegó a sus oídos. Ambos miraron a Kazuto, se estaba despertando de nuevo. Shisui le comentó que iría a buscar a una enfermera para que le dieran el alta mientras Izuna se acercaba hacia él sentándose en la camilla.


- Ey, buenos días.


- ¿Me he dormido? ¿Y mi madre? – preguntó desconcertado.


- Se ha ido a casa. Nosotros también nos iremos enseguida, ¿vale? Va a venir una enfermera a darte el alta médica.


- Vale. Izuna… ¿Dónde está? – preguntó - ¿Dónde está nuestro hijo?


- Lo estamos buscando.


- Quiero participar en la búsqueda.


Izuna mantuvo un tenso silencio durante unos segundos, pensando cómo decirle a su esposo que no podía arriesgarse a llevarle con ellos. Ahora mismo estaba demasiado preocupado por él, por sus heridas, por esa violencia con la que actuaba movido por el miedo y el dolor al que había sido sometido, era un riesgo llevarle, no podía ni quería ponerle en peligro otra vez. Sabía que esa noticia no se la tomaría nada bien.


- Vamos a casa. Lo hablaremos allí – le dijo finalmente Izuna.


Podía ver la duda y la intriga en la mirada de su esposo, Kazuto sabía perfectamente que la respuesta no iba a gustarle en absoluto pero mantuvo el silencio mientras bajaba de la camilla para vestirse. Izuna le había traído ropa limpia de casa, así que se cambió y siguió a Izuna por las calles de Konoha bajo la atenta mirada de la población. Nadie podía apartar la vista de él y no era menos, había estado siete años desaparecido, conviviendo con el enemigo, quizá ni siquiera se fiasen de él.


Tan sólo al llegar al clan Uchiha se sintió aliviado. Sentir la tranquilidad, a la gente caminar a su lado sin preguntar, sin mirarle, simplemente siguiendo con sus tareas, tratando todos de volver a la normalidad era algo que agradecía. Ellos conseguían que se sintiera normal, uno más, integrado.


Seguía a Izuna, ni siquiera sabía por dónde iba. Izuna le hablaba sobre el clan, sobre su casa, que no había tocado nada y que todo seguía tal y como él lo había dejado antes de marcharse pero nada de eso le importaba y es que… no recordaba nada. Miraba las casas del clan y no recordaba haber estado allí.


Iba distraído mirando todo a su alrededor cuando se chocó contra la espalda de su esposo quien había frenado con brusquedad. Pese a disculparse, Kazuto miró por encima del hombro de su esposo viendo a un chiquillo moreno entrar por la gran puerta.


- ¿Qué ocurre?


- Dame un segundo – dijo Izuna acercándose al chico – ey, Sasuke, ¿de dónde vienes? – preguntó Izuna hacia aquel chico que se sonrojó al instante.


- He salido a dar una vuelta.


- No me mientas, jovencito. Da la sensación de que no has pasado la noche en casa. ¿Te has escapado?


- Está bien. Sí, me he escapado. Pero por favor, no se lo digas a mis padres. Sólo fue una tonta discusión con mi hermano – mintió Sasuke sobre el asunto, no pensaba decirle a su tío lo que había hecho aquella noche.


- Hablaré con Itachi.


- No – gritó Sasuke apresurándose – con él menos. Yo lo arreglaré. Sólo fue una tontería.


- De acuerdo – susurró al final un confundido Izuna – pero que no se vuelva a repetir.


Sasuke tras agradecerle a su tío con una gran sonrisa, salió corriendo hacia casa evitando así que siguiera el interrogatorio. A Izuna algo no le cuadraba, pero le cuadró mucho menos cuando sintió la voz de Kazuto a su espalda.


- Miente – le dijo Kazuto mirando al chico.


- No es cierto – sonrió Izuna – Sasuke jamás me mentiría.


- Pues lo ha hecho – le repitió Kazuto caminando nuevamente en la dirección que anteriormente llevaba su esposo.


Izuna se quedó helado. Sabía que Kazuto había vuelto más extraño que de costumbre pero no esperaba que pudiera detectar algo así con tanta facilidad como lo había hecho. Movido por la curiosidad, siguió a su esposo.


- ¿Cómo sabes que miente?


- Sus latidos. Se le aceleraba el corazón y sus pupilas se estaban dilatando.


- ¿Cómo sabes todo eso, Kazuto? ¿Cómo puedes escuchar sus latidos?


- No lo sé. Quizá porque estuve siete años encerrado en el más absoluto de los silencios. Mis oídos se han adaptado al mínimo ruido. Hasta el caer de un gota de agua me molesta. Tendré que acostumbrarme de nuevo a este mundo lleno de ruidos – dijo sin más - ¿Era alguien importante para nosotros? – preguntó Kazuto mirando al chico correr en dirección contraria.


Izuna se detuvo girándose para ver la espalda de Sasuke, comprobando que Kazuto también le miraba.


- Es nuestro sobrino, Sasuke Uchiha. El hijo menor de mi hermano mediano.


- ¿Cuántos hermanos tienes?


- Dos, los dos mayores.


- ¿Y Shisui? – preguntó.


- El mejor amigo de tu sobrino, el hermano mayor de ese que va corriendo por ahí – sonrió Izuna.


Kazuto apartó la mirada hacia el cielo. Algunas nubes empezaban a cubrirlo y seguramente esa noche llovería. Él se quedó estático unos segundos pensando qué más podría ser, dónde estaba la respuesta a sus confusos pensamientos, a sus olvidados recuerdos. Miró el sello de su pulgar y trató de pensar en qué era lo que se le escapaba. ¿Dónde había dejado la respuesta a todo?


- ¿Qué piensas? – preguntó Izuna.


- En que no sé cómo hacer que vuelvan mis recuerdos – dijo sin más – no sé qué utilicé para poder desbloquearlos.


- Al menos sabes que los bloqueaste.


- Sé más que eso. Sé cómo los bloqueé.


- ¿Cómo puedes saberlo?


- Cuando cogí en aquella cueva enemiga mi kunai, el primer sello se desbloqueó. Sé que tengo que ver o tocar algo para desbloquear pero no sé el qué. Intento pensar cómo yo lo haría pero ni siquiera sé quién soy yo, no tengo recuerdos así que no puedo saber dónde metí la clave.


- Ten paciencia. La encontraremos. Si es algo que está en la villa, daremos con la respuesta.


- Sé que no me vas a dejar ir a buscar a mi hijo – le soltó de repente Kazuto asombrando a Izuna – pero entonces… prométeme que vas a encontrarle y le traerás sano y salvo.


- Te lo prometo. No dejaré a nuestro hijo con ellos. Tenemos tiempo, Kazuto, hasta los ocho años como mínimo no despertará el sharingan y acaba de nacer. Cada niño lo despierta a una edad, Sasuke no lo hizo hasta los doce.


- Aun así… cuanto más tiempo pase con ellos, más aprecio les cogerá. Podrían convencerle de que nosotros somos su enemigo y no quiero eso. Ahora aún es un bebé, si lo recuperamos no se acordará de nada de esto.


- Lo sé. El tiempo es crucial, pero voy a encontrarle.


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