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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Minato estuvo recogiendo sus cosas, al menos lo esencial y es que ya le llevarían el resto sus compañeros del clan. Se mudaba al clan Uchiha y no le gustaba nada la idea. Convivir con Madara, ese hombre que el rubio pensaba podía ser el asesino de su clan no le convencía. Sabía perfectamente que no tenía pruebas suficientes, no le había visto atacando o asesinando a un Namikaze pero se había dispuesto dos cosas… una aparentar ser el esposo perfecto para él y en segunda vigilarle y controlarle para descubrir su coartada, debía ser el asesino, había visto su mano atravesada por un kunai Namikaze, tenía que ser él, no había alguna explicación posible.

 

Seguramente habían decidido casarle con él para tapar y ocultar que fuera el clan Uchiha quien estaba tras esos asesinatos, eso pensaba Minato. Se le quitaría del primer puesto de sospechoso sólo por haberse casado con él pero para Minato… Madara seguía estando en la primera posición.

 

- ¿Te ayudo con algo? – escuchó Minato la voz de Sakumo y se sorprendió girándose enseguida y levantándose del suelo donde estaba para verle.

 

- Sakumo – exclamó sonriendo pero la sonrisa se le heló en la boca al verle también herido, tal y como estaba Madara.

 

- No te preocupes, estoy bastante bien para haber combatido contra Madara, tiene un poder increíble aunque creo que no sacó todo lo que tenía.

 

- Es un ser despreciable – dijo Minato acercándose a Sakumo con una toalla húmeda limpiándole las heridas de su rostro – mira cómo te ha dejado.

 

- No hables así de tu esposo – dijo Sakumo – Sólo quiero saber… ¿Te trató bien tu primera vez?

 

- Sí, más o menos. Fue algo rápido, supongo que por cumplir y nada más. Él no quería casarse conmigo.

 

- Lo sé, pero ahora es tu esposo.

 

- Creo… que él sólo me ve como un chiquillo, no querrá saber nada de mí.

 

- El matrimonio no es fácil Minato, ni él tenía previsto casarse ni tú esperabas que fuera él. Vais a tener que aguantar mucho el uno del otro.

 

- Yo te amo a ti Sakumo – comentó Minato susurrando.

 

- No digas eso, le debes respeto a tu esposo ahora – Sakumo se acercó hasta él abrazándole y dándole un casto beso en la frente – Tú y yo no podemos seguir con esto Minato, lo siento. Sé que él te ayudará con el problema del clan.

 

- Si claro – dijo alejándose de Sakumo.

 

- ¿Qué te ocurre con él? Es algo serio, te conozco bien, cuéntamelo.

 

- Creo que es él quien está detrás de los asesinatos de mi clan o si no es él… está muy involucrado, puede que conozca al asesino o que sea alguien de su clan.

 

- Vas a vivir en el clan Uchiha… si tienes razón en eso no estaré tranquilo, vas a la boca del lobo. Estarías en peligro allí dentro.

 

- Lo sé. Seguramente no viva mucho tiempo.

 

- Yo no permitiría que te ocurriera nada Minato.

 

- No puedes evitarlo, ahora soy de su propiedad.

 

- Tú no eres propiedad de nadie Minato, eso que te quede claro, una cosa es que seas su esposo y otra su esclavo, tú sigues siendo libre, no dejes que el carácter Uchiha pase por encima del Namikaze. Intentad compaginar vuestros caracteres, sé que es complicado, los dos sois muy… explosivos, demasiado orgullosos, pero tendréis que aprender a convivir juntos.

 

- Veo que estás aconsejando a mi hijo – comentó el padre de Minato desde el pasillo sonriendo hacia Sakumo.

 

- Necesita paciencia y una guía, es muy joven aún.

 

- Lo sé, hice bien llamándote entonces.

 

- Le aconsejaré siempre en todo lo que pueda. Si tienes dudas siempre podrás acudir a mí, Minato – comentó Sakumo sonriendo a Minato quien se sonrojó al momento.

 

- Tomemos un té y dejemos a mi hijo que termine de recoger las cosas – comentó el padre de Minato.

 

- Por supuesto, le sigo.

 

Sakumo salió siguiendo al padre de Minato mientras él terminaba de recoger algunas cosas. Le preocupaba tener que irse al clan Uchiha, no quería ir pero no tenía otra opción. Él estaba convencido que esos Uchiha tenían algo que ver con los asesinatos, decían que no pero no eran ciertas sus palabras, él sabía perfectamente que casi siempre los contrataban como espías, estaban acostumbrados a mentir y lo hacían bien.

 

- Madara Uchiha… - susurró Minato apretando uno de sus kunais con fuerza y arrugando el ceño con rabia.

 

Escondió sus Kunais entre sus ropas y buscó en su armario la chaqueta gris con rayas en las mangas colocándosela. Miró la banda Ninja en su mesilla, hacía mucho que no se la había puesto, desde que se graduó y es que no le dejaron salir fuera de la Villa a hacer misiones, apenas podía utilizarla. La escondió en uno de los bolsillos internos de su chaqueta y salió de allí llevando su mochila con algo de ropa.

 

Su padre estaba en el comedor tomando el té con Sakumo, hablaban sobre los asesinatos y no creían que los Uchiha estuvieran detrás, pero Minato dudaba de ello, sobre todo cuando Sakumo comentó que habían encontrado algunas pequeñas pruebas que indicaban hacia las habilidades de los Uchiha, pero era demasiado pronto para llamarles asesinos, debían investigar más y no sólo ese clan estaba en el punto de mira.

 

- Ya me voy padre – le dijo Minato abriendo un poco la puerta y su padre sonrió.

 

- De acuerdo. Cuídate Minato y ya sabes donde estamos si necesitas algo.

 

- Lo sé – comentó saliendo de allí mirando por última vez a Sakumo Hatake, el amor de su vida.

 

Salió de su casa y caminó hacia la salida del clan Namikaze. El clan Uchiha estaba al lado pero aún así… los clanes tenían un gran territorio, tardaría casi veinte minutos en cruzar ambos clanes hasta llegar a su destino. La gente de allí le miraban como si le vieran caminar hacia el matadero, sabía que iba precisamente allí, casado con un Uchiha era lo mismo que terminar su vida. No le gustaban las tradiciones Uchihas y lo había descubierto ya en su primera tradición que había visto… el matrimonio.

 

Su amigo le detuvo unos segundos y le pidió ir a conversar a otro lado a solas antes de que finalmente se marchase al clan de su ahora esposo. Minato accedió puesto que sabía que sería prácticamente de las pocas veces que podría volver a verle. Fueron al parque y se sentaron como hacían siempre en los columpios mirando el estanque.

 

- Ya todos saben que tu esposo es Madara Uchiha, dicen que es alguien muy influyente, el hijo del líder del clan Uchiha, no podían haberte casado con alguien de más alto y honorable nombre – dijo su amigo.

 

- No le amo ni creo que pueda llegar a hacerlo – le dijo Minato entristecido agachando su mirada hacia sus pies.

 

- ¿Has oído los rumores, no? – preguntó su amigo.

 

- ¿Qué rumores? – preguntó curioso Minato.

 

- Dicen que Madara nunca ha tenido una relación seria jamás, le gusta apostar, el juego, se pasa las noches fuera de su casa, ya sabes lo que comentan… no es hombre que vaya a serte fiel. Toda la Villa lo sabe.

 

- Genial – dijo Minato – espero que al menos sea hombre de palabra y cumpla con lo prometido, defender el clan.

 

- Ten cuidado Minato, no te fíes de él.

 

Minato miró a su amigo unos segundos sin saber qué hacer, intentando aguantar su tristeza por todo el acontecimiento pero cuando su amigo se lanzó a abrazarle intentando consolarle por lo que le había tocado vivir, no pudo más y lloró.

 

- Sé fuerte, eres un Namikaze al fin y al cabo, demuéstraselo – comentó su amigo sonriendo aunque también le caían las lágrimas.

 

- Vale – le dijo

 

- Te echaré de menos.

 

- Y yo a ti.

 

- Vamos… ve con él.

 

Minato se marchó no sin antes girarse un par de veces para ver cómo su amigo levantaba la mano a cierta distancia despidiéndose de él. Salió de su clan despidiéndose de los dos guardias que allí estaban a la puerta y en cuanto salió… cerraron las grandes y pesadas puertas del clan de nuevo tras él dejándole en el gran pasillo entre muros. Caminó por el desierto y ancho pasillo hasta la puerta abierta de los Uchiha, ellos ni siquiera tenían necesidad de cerrar la puerta y eso era algo que contrastaba con ellos.

 

Se detuvo a la entrada frente al único guardia Uchiha que había, sólo uno les era necesario para la custodia de la entrada cuando los Namikaze necesitaban dos como mínimo abajo y alguno más en las torres de vigilancia, los Uchiha ni siquiera tenían torres de vigilancia.

 

- ¿Minato Namikaze? – escuchó Minato que preguntaban.

 

- Sí – dijo susurrando.

 

- Le esperábamos. Pase por favor. Siga toda la calle recta hasta la última casa de la derecha. Allí le espera su esposo.

 

- Gracias – comentó entrando.

 

El primer paso dentro de aquel clan le oprimió el pecho, sabía que no volvería atrás.  Sentía que se empequeñecía, podía sentir el inmenso chakra de todos los guerreros que caminaban por allí animadamente, sentía incluso el chakra de sus mujeres comprando en el mercado, era aplastante sentir tanta fuerza en el aire y creyó que se quedaría sin aire hasta que sintió la mano de alguien en su hombro sobresaltándole. Al girarse vio a un chico parecido a su esposo salvo por el cabello largo atado en una coleta.

 

- ¿Minato Namikaze? Soy Izuna Uchiha, tu cuñado. Ven, te acompañaré hasta casa, dame eso, debe de pesar – comentó quitándole la mochila que llevaba y colocándosela él al hombro.

 

Minato quiso replicar, no quería que ya le tomasen como alguien débil que no podía llevar sus propias cosas pero Izuna sonrió y empezó a caminar a paso rápido, así que no le quedó más remedio que seguirle pese al sonrojo que se le colocó en las mejillas al ver su elegante sonrisa. Debía admitir que los Uchiha eran seductores por naturaleza, todos los guerreros le miraban y sonreían con cierta seducción en sus miradas. Minato únicamente caminaba tras Izuna sonrojado por las miradas que estaba recibiendo, pocos de ellos habían visto a un Namikaze, tan sólo ellos y los Yamanaka eran rubios en toda la villa.

 

- ¿Por qué me miran tanto? – preguntó Minato a Izuna.

 

- Eres rubio, pocos rubios hay en la Villa. Ahora sólo quedan los Yamanaka desde que vosotros os escondisteis en vuestro clan.

 

- No  nos hemos escondido – dijo Minato algo enfadado.

 

- Desde que os encerrasteis pues. Te miran porque eres el esposo de Madara, nadie creyó jamás que pudiera llegar a casarse, todos pensaban que se quedaría soltero… - al momento Izuna se calló sabiendo que había hablado demasiado.

 

- Da igual… puedes hablar, ya me han contado sus… aventuras – dijo Minato refiriéndose a las amantes.

 

- No creas todo lo que se dice. Mi hermano no es tan malo como le hacen parecer.

 

- Eso lo juzgaré por mí mismo.

 

- Por supuesto – comentó Izuna con mucho respeto sin querer meterse en asuntos matrimoniales.

 

Minato seguía a la espalda de Izuna cuando vio cómo algunas mujeres se detenían en sus quehaceres, dejaban de hablar con los tenderos, dejaban de barrer sus portales y le miraban con cierto tono de odio. No entendía nada de lo que ocurría en aquel momento pero no quiso decirle nada a Izuna, él parecía no haberse dado ni cuenta de aquello y Minato supuso que no les gustaba que un Namikaze… alguien de otro clan estuviera allí. Los Uchiha solían casarse con Uchihas salvo el padre de Madara, que había roto las normas para casarse con una Hyuuga aunque decían que fue para robarle el secreto de la habilidad de sus ojos. Supongo que Minato mismo podría juzgar si se amaban o era puro interés, porque ahora ya estaba en esa familia, el hijo primogénito era su esposo.


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