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Te Amo y Por Eso Tienes el Poder Para Destruirme por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Perdón por tardar tanto en esta caótica historia... pero el trabajo se me hace infinito.

Aqui tengo el capi cuatro que espero sea de su agrado que yo lo goce escribiendo, no se desesperen con Camus que esta a punto de adentrarse a un laberinto fuera de lo normal... no tanto así, pero la historia se esta enrredando un poquitín...

Pasen, lean y muchas gracias por sus mensajes que me alegran bastante y me animan a continuar con este desahogo... diviertanse.

       Te amo y por eso tienes el poder para destruirme… pero confío en que no lo harás.

 

Capítulo 4.- “Esperanzas… son sólo esperanzas”

 

 

La mejor botella de vino, una selección de sus revistas favoritas, una vianda preparada con anticipación con sabrosa comida en su mayoría ligera para un picnic entre ambos. Escoger un parque lleno de fauna exquisita en flor, aprovechando que el sol estaba en lo alto del cielo como único gobernante y que otra razón mejor que solo pasarla bien juntos los dos solos.

Acogidos bajo la sombra de un árbol en flor Camus tenía apoyada la cabeza en el regazo de su amado Milo, mientras este paseaba sus dedos entrelazándolos en los cabellos acuamarines. Camus arrancaba una uva del racimo e intercalaba el llevarle una a la boca de Milo y otra a la suya.

- Camus… estos son los mejores momentos de mi vida - El mencionado sonrió mientras se ponía de lado sin despegar su cabeza de aquel regazo y encontraba mayor comodidad sobre la manta que Milo había preparado - Me hiciste el hombre más feliz sobre esta tierra ayer por la noche… - al decir eso encontró la forma de que sus labios rozaran la frente de Camus sin dejar de acariciarle los cabellos.

La mayoría de las veces eso era lo que ellos compartían, los fines de semanas se preparaban para partir a un pequeño bosquecillo y quedase arrimados a un árbol mientras dure el sol en el cielo. Era los momentos más cómodos y felices que tenía en su memoria. Milo no siempre era bueno con las palabras pero al ser rodeados de naturaleza y armonía podía ser la pareja que se amoldaba a lo que su corazón necesitaba. Amor. Entre tiernos abrazos y suaves caricias  descubría cada vez porque se había enamorado de aquel Caballero.

- ¿Por qué eres tan hermoso?

- No se - respondía a tal pregunta mientras intentaba huir un poco de las caricias peligrosas de Milo, que si bien de un momento a otro se tornaban seductoras con la habilidad del esporpiano podía transformarlas en  cosquillas traviesas y torturantes.

Los besos que le dedicaba sobre la piel del cuello se escurría con maestría hacia su clavícula, y las manos tibias acariciaban su cadera por debajo de la ropa. Pronto encontró la forma de sujetarle las manos para impedir que Camus se mueva.

- Te amo Camus - le sonrió,  entre el reflejo de la mirada azul que amaba y los pocos rayos de sol que se filtraban a través de la cortina de cabello morado de Milo.

Y ese beso que encontraban entre la pasión y la promesa de amor que sus corazón sentían… era real tal y como la luz que reflejaban sus miradas al verse, en sus pupilas podían ver la luz constante de todo el tiempo que estaban juntos sin desvanecerse ni menguar. En el compás de sus labios se dibujaron sonrisas traviesas  al percatarse que su pasión se desbordaba a mitad del bosque, se separaron un poco para mirar lo que la pasión de sus cuerpos manifestaba, la camisa de Camus estaba lejos del alcance de sus manos y el pantalón de Milo estaba por debajo de sus muslos…

- Vamos ponte la camisa - le dijo Milo pasándole la prenda mientras él se ajustaba el pantalón - Me traes loco de pasión Camus, me encantas.

- ¿Es por eso que no puedes controlarte? - respondió juguetón revolviéndole el cabello y a la vez encontrando de nuevo un abrazo cálido  - Eres un fogoso.

- Eso sólo es tu culpa por tener tan perfecto cul…

- ¡Cállate!

- ¡Ah! - si antes se daban caricias y el bosque estaba silencioso por la unión de su labios ahora estaba invadido por las risas estridentes de Camus, causado por las incesantes cosquillas que dejaba sobre su cuerpo.      

- Quédate en mi Templo esta noche - pidió el Escorpión mientras dejaba a Camus recuperar el aliento por las cosquillas - Hare la cena ¿Si?

Mordiéndose el labio de felicidad evitó sonar tan contento por la reciente petición - Sólo con una condición Milo… Sólo si mañana me llevas el desayuno a la cama.

- No esperes menos de mí…

Sin importarles con exactitud donde estaban, o si acaban de ponerse la ropa dejaron que la pasión se desborde de cada poro de su cuerpo y fluya a través del otro. Con la espada apoyada contra el tronco del árbol recibió cada pierna de Camus a cada lado de sus muslos y dejó que él tenga en control de cada movimiento mientras le acariciaba el cuerpo con maestría provocándolo a continuar sin parar, olvidándose entre el éxtasis y la lujuria que no tenían un techo y menos cuatro paredes, pero a juzgar por la expresión sonrojada y excitada a ninguno de los dos les importaba. Pronto Milo sostenía la pierna de Camus sobre su hombro mientras la acariciaba y dejaba unas firmes estocadas contra el otro que tenía la espada sobre el césped húmedo, sus gemidos eran mitigados por la unión de sus labios.

- Te amo, te amo… - y sus miradas se encontraban entre lo sublime que les permitían sentir sus cuerpos con la respiración agitada y sus cuerpos cubiertos por una fina capa de sudor.

- Yo te amo más - respondió Milo tomando a Camus de la cintura - te amo con locura.

 

Cerró los ojos tragándose las ganas de abrir esa puerta y lanzarse sobre sus brazos… la fuerza de sus recuerdos cobraban factura al amarrar un nudo en su garganta y apretaba el pomo de la puerta sabiendo que detrás de esta estaba Milo. No sabía el tinte de sus intenciones o porqué había decidido que era el momento de hablar y eso lo dejaba aun más a la deriva. 

Se arregló el cabello una vez más e intentó sentir su aliento esperando que oliera más a vino que otra cosa que acabara de salir de su boca. Tomo aire y sintiéndose más tranquilo quizá por el efecto de las píldoras que había ingerido cobró el valor suficiente para abrir la puerta.

Parpadeó algunas veces confundido… ¿Y Milo?

- ¡Milo! - Lo vio apoyado contra la pared y con la cabeza gacha, como si se hubiera dormido. El griego que parecía que se caería de sueño reaccionó ante el inesperado llamado.

- ¡Camus! - se agarró la frente y se frotó los ojos - Perdona al parecer me estaba durmiendo… y perdona también por venir tarde y sin avisar.       

-  ¿Qué pasó?

Estuvieron frente a frente por algunos segundos donde sus miradas se encontraron inciertas.

- ¿Puedo pasar? - preguntó alzando una pequeña bolsa de plástico - Traje un poco de comida.

Con solo asentar con la cabeza Milo entró a la sala de Camus poniendo la bolsa de comida y sacando dos pequeños platos.

- ¿Ya se fue Shura? - preguntó con una sonrisa, Camus arrugó el entrecejo sorprendido - Obvio que me di cuenta… además te conozco y también los sonidos de tu Templo… se que Shura se fue por la parte de atrás…

- Si… - devolvió la sonrisa - estábamos con una botella de vino y charlando.

- Me alegra que te estés divirtiendo - admitió Milo con absoluta sinceridad - No quería que te quedes en tu Templo solo y menos que te alejes de tus amigos…

Camus se mordió el labio sin saber o no si era bueno aclarar que de lo único que hablaba era de él y que sólo buscaba la compañía de Shura para sentirse mejor. Se sentaron frente a frente en los sillones. La plática comenzó amena desde que abrió la puerta y no se quedaron ni un solo momento en incómodos silencios, tal y como era Milo llenó a Camus de las increíbles historias que había tenido estos días en la Isla de la Reina Muerte, momentos difíciles y hasta divertidos.

- Mu se enojo bastante por el hecho que no fuiste - dijo.

- ¿Qué? … ¿yo? - preguntó incrédulo.

- Si, con el increíble calor que hace en ese lugar hacia falta tu poder de hielo - Milo notó la sonrisa a medias en el rostro de Camus - La verdad… yo también quería que vayas.

Ante la afirmación que dejó un hueco de silencio Camus no supo qué sentir… ¿Eso le decía porque le había extrañado o porqué no había dejado de ser el Milo patán que lo sacaba de quicio?

- ¿Cómo estas tu? - Milo tomó aire para hablar - Antes de irme ese día que te pedí tiempo hubo algunas cosas que te dije… quiero saber cómo estas con eso…

Miró sus zapatos… luego sus manos, y por último los ojos de Milo, aquellos zafiros azules oscuros y brillantes que le habían quitado el sueño y decidió que por el bienestar de su corazón iba a darle a Milo lo que deseaba oír, aunque sean mentiras…

- He estado bien, ocupado en esto de mi misión en los Archivos, hay mucho material de lectura e interesante para hacer todo tipo de investigaciones, el trabajo también es pesado porque te obliga a no perder de vista ningún detalle y estar pendiente si es concordante con otro dato histórico que  ya hayas leído. Además que también haces buen trabajo de redacción porque hay que asignar notas históricas… La ha pasado bien porque también Saga y Kanon son buenas personas y me divierto mucho, la mayor parte del tiempo estamos en silencio cada uno en lo suyo, pero después hay tiempo para pasarla bien y reír. También nos encontrábamos con Shura e íbamos un rato al pueblito a cenar… la verdad Milo sobre ese día que pediste tiempo y bueno, no me diste otra alternativa que aceptar, he reflexionado sobre lo que pediste y bueno, básicamente he entendido que bueno, hay muchas cosas que tienes razón… no estoy de acuerdo con tu forma de proceder, pienso que había mejores caminos que el pedirme tiempo y no consultarme sobre tus intenciones… debiste al menos preguntarme mi opinión y no tomar decisiones unilaterales como esta. Pero  bueno, me diste este tiempo para estar solo y lo aproveché al máximo… hice muchas cosas yo solo y sí, me di cuenta que hay muchas cosas que me hacen feliz, y pienso que te equivocaste al decir que yo sólo soy feliz a tu lado… puedo seguir con o sin ti Milo - Se mantuvo firme, con los labios apretados y la  mirada puesta sobre Milo sin mostrar un ápice de debilidad, pero por la espalda le pasaban constantes temblores, como escalofríos que intentaban sacarlos de su gran teatro de dureza e independencia.

- Que bueno de verdad me alegra saberte así Camus, de alguna manera me mataba imaginar que estabas mal…  - Milo se rascó el cuello y se masajeó un poco los hombros muestra clara de su nerviosismo - Que estabas triste sin… ya sabes…

- Estoy bien, incluso hicimos planes de viajar con Shura a España… - se inventó, como respuesta Milo alzó ambas cejas - Queríamos ir a comer algunas cosas y bueno ir a mi país natal más de paso…

- Eso es fabuloso… - dijo Milo - Esa energía en ti quería ver… Lleno de planes y con ese brillo en tus ojos.

- Gracias…

Milo le dio un plato de los que había traído y ambos lo abrieron al mismo tiempo. Camus sonrió ante el detalle, era un pequeño moffin de arándanos con crema de leche y adornado con chispas de chocolate… en otras palabras el postre favorito de Camus.

- ¿Qué has pensado de esto? ¿Cómo te sentiste sin mi todo este tiempo? - Camus probó la exquisita crema y dejó que su lengua la saboree un poco, ante aquella pregunta terminó por morderse su labio y se odió al sentir un inesperado nudo amarrarse en su garganta.

-  Yo… sé que no me he portado bien contigo y en este tiempo… no sabía cuando era el momento exacto para buscarte… el otro día te vi y estabas tan… lindo me emocioné al verte, pero estabas  hablando con Saga y preferí dejarlo así no mas… también quería darte tu espacio.

Camus afirmó con la cabeza como dándole la razón pero sin embargo por dentro recordaba la horrible sensación que le trajo como un absorbente huracán al ser tratado con tanta indiferencia.

- También he razonado mucho sobre lo nuestro - continuó Milo después de llevarse un gran trozo de moffin a la boca - y… a pesar de tantos problemas que hemos tenido, nunca te he dejado de amar, jamás he dejado de verte como lo más preciado que hay en mi vida… pero también sabes que he sido un poco indiferente, te he descuidado y  reconozco que te he tratado mal y eso no se hace, pido de corazón que me disculpes por todos esos horribles momentos que te he hecho pasar. La verdad es, que tú no mereces todo eso, no mereces ser tratado de esa forma, que mereces a alguien tierno… atento a todo lo que pase a tu alrededor y yo he… debo decir que no te merezco.

Camus que temblaba con el moffin en las manos lo dejo a un lado y agachó la cabeza “Acaso va a dejarme… va a terminarme” pensó… dejó que su cabello cubra su mirada para que Milo no perciba la gran acumulación de lagrimas sobre sus ojos.

- Todo este tiempo que te he dejado solo para que pongas en orden tus pensamientos…

- ¡No necesitaba poner nada en orden! ¡Lo único que quería era ser tratado con respeto por ti! ¡Que seas cariñoso y tierno! ¡Que si dices que me amas lo demuestres! Pero eres un carajo Milo de Escorpio... un completo carajo pero… - completamente alterado se puso de pie.

- Lo sé… - dijo Milo también alterándose - Lo sé, me he pasado y  te he dicho cosas horribles… pero, Camus tu necesitabas este tiempo te lo aseguro.

- No… no… deja de decidir por mí…

- Camus, lo que yo buscaba era que seas capaz de mandarme al diablo, que me grites y me botes y que no te lo guardes el terrible dolor que te hacía. Yo te provocaba al decirte todas esas cosas para que reacciones y quizá hasta me termines si me lo merecía. Pero Camus, tu… no me decía nada, solo llorabas y te callabas… para mí era muy frustrante el verte sufrir y no hacer nada sin reaccionar como debía ser.

- ¿Qué? - Camus empezó a respirar rápidamente ante las palabras de Milo - Querías con todas esas estupideces que me decías que yo… te mandara al diablo… pero rayos Milo… si yo reaccionaba de alguna forma  tú te enojabas más y me dejabas…

- Lo sé… no te merezco Camus… porque te he lastimado demasiado  y en este tiempo que te deje solo no sabes cómo me sentía… que me estaba arriesgando a que te des cuenta que estas mejor sin mí y no quieras volver al darte cuenta que si puedes ser feliz y tienes menos preocupaciones estando solo - Milo dejó también a un lado su moffin y camino el espacio que lo separaba de Camus.

 Teniéndolo cerca tembló su voz y su cuerpo…

- Milo… si tú me hubieras hecho sentir seguro de tu amor… y no hubieras plantado en mí cada vez mas inseguridades yo no sería como ahora, no tendría problema de mandarte al diablo cuando te lo ganaras. Y lo hacía antes, cuando estábamos empezando nuestra relación yo podía enojarme contigo y ambos nos alejábamos hasta que estemos más calmados… de alguna forma tenía la certeza que me buscarías. Pero con el paso de los años sentí que cada vez te importaba menos y te desesperaba más, al punto que te desesperabas por deshacerte de mi… yo sentía que cualquier rato me querías terminar, y no quería eso…

- ¿No querías? - repitió Milo- Se que me equivoqué, pero Camus quiero que seas sincero con lo que sientes…

Tomo mucho aire sin que sea demasiado obvio con el hecho que le costaba hablar y no parecer desesperado a que Milo lo tome entre sus brazos y le diga con fuerza que no quiere dejarle y lo ama con todas sus fuerzas… que no pude ni quiere vivir sin él.

- He estado tranquilo todos estos días… no he tenido tantas preocupaciones como cuando estás conmigo, porque sin ti estos días no he tenido con quien pelear - Camus se mordió el labio sin saber cómo llegar al punto de sus sentimientos - Pero, también se… que te amo Milo… te amo con todo mi corazón y quiero estar a tu lado.

Milo estaba tan cerca a su cuerpo que no contuvo las ganas de sujetarle las manos tibias que amaba, sus miradas se unieron pero bastó unos segundos para que Camus hallara en la mirada de ojos azules una compasión dolorosa. Bajo la mirada lastimada por no recibir una respuesta a su confesión y sus lágrimas débiles comenzaron a surcar sus mejillas.

 - ¿Entonces tu ya no quieres…? - Lastimada su voz intentó huir de la visión de Milo  caminando cerca la puerta de entrada - Bueno, creo que no hay más que hablar...

- ¿Qué pasa Camus? - dijo Milo con expresión incrédula desde donde estaba.

- ¡¿Qué me pasa?!  - gritó sujetándose los cabellos, tal vez sus únicas palabras sinceras desde que abrió la puerta de su casa dejando que Milo ingresara - Que te dije que te amo y no dices nada y me miras de esa forma… Milo… que más nos queda si ya no me amas… ¿Quieres volver a intentar? - fueron las palabras de Camus que intentó decirlas en una sola voz sin que las abundantes lagrimas dejaren de salir de sus ojos   - Milo…

Una mirada fija… esa era su respuesta… los ojos azules fijos sin que alguna expresión se le dibujare en el rostro para al menos tener una idea de lo que pasaba por su mente, alguna idea ante aquel huracán que se llevaba por delante a Camus.

“Como desearía ser yo el fuerte…

Para poder ser yo el que mirase con dureza…

 Y no estar llorando, poder estar de pie frente a ti sin temblar…”

  

Bajó la mirada cerrando los ojos sin poder evitar que mas lagrimas se derramen.

- Vete - le dijo a Milo y al ver que no se movía ningún centímetro gritó - ¡Vete! ¡Vete!

- Camus…

- No hay nada más que decir…  ¿O hay algo que quieras decirme? - le inquirió mirándolo con rabia, pero Milo solo entreabrió los labios  - ¡Vete! Entiende que yo quiero, necesito estar solo… ¡Vete!

Con el corazón latiendo a mil, las piernas temblando sintiendo las rodillas débiles y que podría vomitar de nuevo, no estaba para esperar que Milo salga de su estado de “estatua” y se fuera de su Templo. Dándole un empujón sin fuerzas logró que Milo se apartara de su camino para llegar a la puerta e irse, no importa donde, sólo lejos de todo…

Un, dos, tres pasos… bajo el marco de su puerta y bajo los rayos plateados de la luna Milo lo sujetó  del brazo logrando que se diera la vuelta y a la vez logrando un abrazo…

- Camus… - alcanzando sus labios.

- No… no… - no sabía si negarse, o dejar que continúe el baile lento de sus labios sobre los suyos que estaban húmedos por sus lágrimas, pero su corazón… desde que Milo pidió tiempo latía sólo de tristeza y ante esos besos que se sentían tan reales saltó de alegría por la esperanza de ser correspondido en la emergencia que tenía de saberse amado - Milo…

Tembló y continuo llorando aun cuando sus labios ya no eran presos, y al abrir los ojos se encontró la mirada tierna que lo enamoró y aquellas manos secándole las mejillas por el rastro húmedo de lágrimas. Un beso más y continuaron ceñidos en un abrazo cálido… urgente y desesperado. Con aquella urgencia que sus corazones y cuerpos tenían…

- Camus te amo, eres lo más importante en mi vida. Te amo, debes razonar lo que te dije Camus pero la verdad es que nunca dejaste de ser lo más importante en mi vida, mi único amor…

 

 

Y desde que cerraron la puerta por dentro, encontrándose con su deseada intimidad…  empezando por los sillones, pasando por la alfombra y terminado sobre las colchas mullidas de su cama.  La oscuridad solo era perturbada por los rayos de la luna que se colaban a través de la cortina de seda, dejando que por el reflejo sus pieles se vean opacas más no sus miradas que ardían de amor y deseo ante aquel cúmulo de sentimientos que brotaban como una fuente de sus corazones.

- Te amo Camus… no sabes cómo te amo… - le sujetaba del cabello sin fuerza logrando que así sus miradas se encuentren. Camus que estaba tendido sobre su estómago sobre la cama,  sujetó las sabanas con ambas manos ante tal declaración que le llenaba los oídos desde que Milo lo sujetara impidiendo que se fuera, quizá no sólo de aquel Templo sino también de su vida y para siempre.

Los labios del griego se pasearon por toda la extensión desnuda de su espalda, dejando suaves mordidas sobre la piel de sus hombros robando deliciosos gemidos a Camus. Y con aquella necesidad que les urgiría de unir sus labios Milo halló la forma que Camus girara sobre la cama y fuera sus miradas las que se encuentren.

- Milo…  - Camus se mordió el labio indeciso de decir o no lo que corazón necesitaba expresar, tal vez un poco de la terrible tristeza que lo había invadido todo este tiempo en su soledad - Quiero que a pesar de toda la fuerza que encontré estando solo y todo lo que te dije… esto del tiempo que pediste ahora es una puerta cerrada para nosotros, ya la cruzamos y no quiero pasar por eso otra vez,  la próxima vez  no habrá esto y terminaremos… no quiero que me vuelvas a pedir tiempo nunca más ¿Comprendes?

Recostado sobre la extensión del cuerpo de Camus, tan pegados que las puntas de su narices se rozaban Milo sintió el dolor en aquellas palabras y seguido de ese sentimiento la culpabilidad… sabía muy bien cómo era amado por el Caballero de Acuario, no era indiferente a lo que este decía y sentía tan consciente estaba de eso que también sabia el daño causado. Aquellas heridas que causaba e intentaba justificar, por sus actos, por sus palabras y su bruta naturaleza agresiva y sin paciencia que dañaba tanto a quien menos debía lastimar.

La culpa lo asechaba… porque estaba consciente del daño causado que también sabía que la certeza de sus palabras algún día le rebotarían sobre la cara… se decía no merecedor del amor de Camus, y lo creía, fiel a eso decía que Camus merecía a alguien mejor  sin embargo moría ante la sola idea de verle con alguien más, tomando a pecho la felicidad de Camus y encargarse de hacerlo feliz… la verdad era que amaba a Camus y sabia que este lo amaba, se lo había demostrado en mayor y menor medida y ante este sentimiento que le explotaba en el pecho no iba a dejarle ir.  

- Pero te lo pido Camus - empezó Milo dejando suaves beso sobre su frente y las mejillas - no vuelvas a ser tan sumiso… no quiero volver a verte así… piensa en ti, piensa en lo que quieres aun si es algo que no quiero yo. Te pido que seas más independiente y no me esperes. Haz planes, y si alguna vez estamos peleando te pido que me botes de tu lado si me lo merezco. Quiero que seas fuerte…

- Si… - dijo únicamente recopilando en su mente todas esas palabras que debía analizar y volverlas parte de su conducta, porque reconocía que si actuaba así iba a ser más fuerte y no cómo ahora que no había hecho más que sufrir.

“Me pides que emprenda este vuelo para proteger mi corazón de tus tortuosas lastimaduras que no me dejaban dormir… yo también quiero ser fuerte y dejar de llorar por ti… Milo…

 ¿Por qué en vez de decirme eso no me prometes que me dejaras de hacer sufrir o al menos lo intentaras? Y que me demostrarás cuanto me amas…”

Y entre la seducción de Milo y la pasión de Camus se perdieron esa noche sin estrellas entre las caricias mutuas dejadas sobre la piel del otro y con eso no sólo demostrar el amor que manifestaban, sino alcanzar el paraíso en el intento de fundir sus almas con la misma fuerza que intentaban hacerlo con su cuerpos. O al menos eso era para Camus, dejarse la piel y volver a ser vulnerable entre aquellos brazos fuertes que amaba, solo con Milo encontraba esa fragilidad en su corazón, la belleza del amor expresado en una caricia mustia o la sensualidad de un beso que recorre más que la carnosidad de los labios.

Cuando abrió los ojos se vio desnudo y apenas cubierto por la sábana blanca de la cama. Los cabellos los traía revueltos y el cuerpo adolorido al movimiento. Se masajeó el cuello y la clavícula intentando no despertarlo… Milo sonrió ante la imagen que aquella vista que el alba le ofrecía… los cabellos acuamarines adornaban con gracia y elegancia la faz de Camus, tenía los labios semiabiertos,  las frazadas subían y bajaban al compas de su respiración adormilada. Verlo dormir era tal vez uno de los regalos más grandes que disfrutaba gracias a su nueva oportunidad de esta vida, era por eso que quería hacer grandes cosas y no quedarse tontamente sin ningún plan. Quería si era posible, no volver a morir en una guerra y menos dejar que el amor de su vida muera igual… si era posible quería ser el mejor para ser capaz de defender a los que amaba de toda desgracia a la que estaban dispuestos, nunca sabía cuando su Orden sería involucrada en una encrucijada con otros dioses o como en el pasado que en la misma Orden estén los enemigos.

Despertó con un abrazó sobre su cuerpo.

- Mi amor, así quería despertar - fue lo primero que escuchó de sus labios, Camus sonrió abrazando el abrazo y encogiéndose de felicidad. Ahora si… sentía que podía ser feliz… sentía que podía amar a Milo sin miedo a caer en el abismo. Antes de entrar en sus sueños de nuevo y cambiar su rumbo hacia su dirección.

 

- Así que todo está bien entre ustedes - Saga pasó por ultimo las papitas fritas acompañadas de salsa blanca, Camus se levanto algunas y las comió - De verdad me alegra que le hayas dicho como te sientes y él haya comprendido todo.

El Caballero de Acuario sólo asentó con la cabeza, reflexionado que eso no era lo que había pasado en realidad. Camus le había dado a Milo exactamente lo que deseaba oír y creyó la mentira… si hubiera expresado a cabalidad su sentir y hubiera dado rienda suelta a sus sentimientos frente a Milo, este quizá hubiera salido corriendo de su Templo. Pero como el teatro que idealizó le salió creíble tenía la oportunidad de transformarse en aquella persona fuerte frente a Milo y quizá serlo algún día.

- Bueno… mientras todo este bien entre ustedes yo seré feliz.

Otra vez ese tipo de declaraciones que Saga hacía que lograban que Camus levante una ceja, confundido por lo que el gemelo mayor de Géminis decía ¿Acaso le quería? Pero hasta donde él entendía el amor era posesivo y quizá algo egoísta también… cómo eran los sentimientos de Saga que le dibujaban bellos paisajes de amor pero sin estar incluido. Parecía que le gustaba a Saga… lo sentía, por su mirada fija cuando estaba leyendo algo o lo atento que se mostraba ante el menor signo de cansancio o dolor.  Porque se empeñaba en dejarlo en la puerta de su Templo y hacía alusiones de almorzar juntos alguna vez. Camus era capaz de hacer distancia con él y no ser torpe pero… le confundía porque Camus se sentía cómodo charlando con Saga, incluso hablando de Milo, le contaba cómo se estaba portando los primeros días desde su reconciliación y Saga daba su buena opinión casi siempre alabando a Milo…

Era extraño estar caminando a gusto a lado de alguien que le miraba directo a los ojos y decía palabras como “Te quiero muchísimo” y esas confesiones que solía hacer Saga al parecer altruistas porque a pesar de saber las  necedades que cometía Milo, le sacaba cara y le daba la sugerencia de perdonarlo, como lo hizo en el pasado…

En los Archivos su misión se había prolongado más de lo previsto y la fecha de la fiesta estaba cada vez más cerca, así que el tiempo que pasaban juntos entre esas cuatro paredes se alargaba más que en otras ocasiones.

- Camus… ¿Estás bien? - le preguntó cuando notó que sus ojos estaban hinchados y su humor estaba apagado. Para Saga era muy evidente encontrar tristeza en el rostro delicado de Camus. Estaba seguro que había problemas entre Milo y él pero… no quería meterse en la relación pero tampoco quería ver triste a Camus.

- Si… - dijo sin ánimo tomando un libro que había dejado para leer el día anterior - Bueno Milo ya partió de nuevo a su misión de la Isla de la Reina Muerte.

Saga se hubiera tragado eso si no conociera a Camus, en el tiempo que pasaban ahí conocía de éste, el tipo de seriedad de su rostro… y la que reflejaba en ese momento no era por una partida de unos días.

- ¿Qué sucede Camus?  - lo sujetó de la barbilla queriendo lograr que lo mirara directo a los ojos y percibió que ahí había algo más que eso.

- Se va… eso sucede… su parte de la misión ya acabó pero claro como Mu aún no controla parte del volcán maldito debe ir a ayudarle porque cómo le va a dejar solo… ¡claro! Pobre Mu que lo necesita tanto justo en este momento y claro… Mu no puede ir después a terminar su misión porque el pobrecito no tiene tiempo…

- Camus no entiendo - admitió Saga.

- Se quedará hasta el fin de semana…

- Tu cumpleaños…

- ¡Exacto! Mi cumpleaños es el viernes y Milo prefirió irse con Mu… a ayudarle en su misión, eso dice ¿no? Y no son celos ¡Maldición! - gritó botando lejos un cuaderno recordando las palabras de Milo y su mirada dura mientras le reclamaba esas cosas - Es lo más normal del mundo que yo quiera que esté a mi lado en mi cumpleaños sin ser tachado de egoísta… sin ser tachado de infantil - renegó por poco jalándose los cabellos, en su mente aun le retumbaba los reclamos de Milo - Y sabes que es lo peor… yo comprendería que tuviera que irse porque es algo sumamente urgente o peligroso,  pero no lo es… no es algo de suma urgencia como Caballeros… Mu podía pedir la ayuda de cualquiera pero tenía que ser de Milo… y Milo podía decir que no, entendiendo cuáles son sus prioridades y reconociendo lo más importante… pero… se fue...  ¡Y el dijo que yo soy el egoísta!

Saga que se imagino la discusión entre la pareja resoplo y halló la forma de sujetar las manos de Camus para que este deje de repetir lo mismo y lo mirara.

- Calma Camus… te aseguro que aparecerá el día viernes  a primera hora en la puerta de tu Templo. Te buscará y no olvidará que es tu cumpleaños.

- Yo sé que no lo ha olvidado, porque le dije que cómo se iba a ir por una razón como esa estando mi cumpleaños en la puerta… pero tal y como es Milo, me dijo que era un egoísta y que no sea celoso que Mu solo es su amigo… ¡Milo idiota!                

- Calma… calma Camus - volvió a decir pasando de sujetar sus manos a lograr un abrazo, donde el de cabellos acuamarines apoyó la cabeza sobre el pecho amplio de Saga - Veras que recapacita y se aparece en tu puerta ese día.

- Pero es mi cumpleaños… no podría demostrarme lo importante que soy para él al menos ese día… que otra razón necesita para hacerme sentir bien… y sabes que es lo que odio más… que lo único que hago es renegar y… y… - la voz se le quebró - llorar… no puedo hacer mas… ¿acaso lo voy a amarrar? Y odio también el hecho de estarle reclamando estas cosas cuando deberían nacerle del fondo de su corazón… si le reclamo sus acciones, incluso pierde sentido recibir su atención porque lo hizo por reclamos y no porque le nació del corazón.

Unidos en ese abrazo lo condujo hasta afuera del pequeño bosquecillo que adornaba el patio que cuidaba Shion mejor que el resto del Santuario y fueron a sentarse a una banca de madera frente a la pequeña laguna de hermosa agua cristalina. 

Continuó escuchando lo que Camus tenía que decir, mientras se calmaba y hallada desahogo de sus pesares amorosos en el simple hecho de decirlas y saberse escuchado.

Por su parte Saga tomaba a Camus del hombro y escuchaba su voz adolorada salir de su garganta, fiel expresión de lo que su corazón sentía y no podía evitar sentir antipatía por Milo, una envidia increíble y hasta vergüenza por dejar que tal criatura hermosa no hallare sentirse correspondido ante un sentimiento tan puro como el amor lo era. Si fuera su Camus… si pudiera llamarlo suyo… se encargaría de apaciguar sus miedos, su dolor y espantar su tristeza.

“La oportunidad de hacerlo saber amado y amante de sus sentimientos”

Y Camus temblaba por Milo, se había dado cuenta que a pesar de que se empeñaba de ser fuerte y velar por sus intereses, como Milo se lo había pedido… Camus era embargado por un terrible miedo de perderlo que no se concretaba en ninguna acción pedida antes. Saga lo había notado… Camus lo sabía… que tenía miedo a Milo y su cruel forma de manejar las cosas. Con el paso del tiempo Camus había conocido el dolor que el amor  podía traer, uno muy diferente a provocado por las lesiones y el esfuerzo físico de las batallas que había librado, un dolor que traía agonía… un dolor que se callaba para no atraer más de este y en los silencios poder recuperarse con la esperanza de lograr mejores días. Era por eso que le tenía miedo irracional a Milo porque sabía el dolor que podía causar…

“Camus hazte la idea que Milo no es para ti” las palabras de Shura le retumbaban los oídos  como un rezo de brujería. Pero desde su reconciliación si le trataba más que bien, no faltó a ninguna cita y ya no se exasperaba tan rápido. Pero en cuanto a los detalles mayores como este de los cumpleaños… esperaba más de Milo, no estaba más decir que esperaba todo de Milo… y a pesar del gran amor que profesaba… Camus tenía una terrible sensación de cansancio sobre los hombros… quería ser el Camus genial que había enamorado a Milo, ser genial y fuerte pero… estaba cansado y triste por todo ese tipo de cosas y las palabras “te amo”  de Milo con las que le embriagaba antes los oídos ya no surtían el efecto ante la carencia de actos necesarios que respalden esas palabras…

Por más que quisiera permanecer a su lado, el tiempo juntos  debía acabar en algún momento. Luego de darle ánimos e invitarlo a almorzar juntos Saga se fue con el dolor de cabeza que Camus le pasaba con sus angustiantes palabras. Sus pasos lo llevaron a su Templo donde dejó poco a poco su ropa regada por el suelo hasta llegar a su regadera y meterse de lleno al agua tibia. Mientras el agua le recorría el cuerpo cerraba los ojos y levanta a la cabeza, intentaba meterse en la piel de Milo y comprender qué estaba pensando… comprender por qué hacía todo eso… la primero que le venía a la mente era una inminente infidelidad con Mu de Aries, por la amistad que decían tener. Pero Saga era amigo de Mu y aprovechando la amistad hizo algunas preguntas discretas y se percató que no había ninguna infidelidad… entonces porqué… ¡PORQUÉ! Que tenía Milo en la cabeza para que no sepa lo que tiene a su lado… había tratado a Camus y era una persona de extraordinaria personalidad, divertido y lo hallaba hasta coqueto en algunas de sus reacciones involuntarias. Pero también comprendía que Camus tenía fuertes sentimientos por Milo… y estaba más que enamorado pero odiaba verlo mal… odiaba verlo triste y llorar por Milo. Si hacia cuentas ya eran muchas veces que lo había tenido entre sus brazos y secando sus lágrimas.    

Aparte de Milo, él se repasaba por la cabeza muchas veces “Camus tiene novio” cuando lo veía leyendo, comiendo o simplemente mirando a lo lejos a través de la ventana, intentaba imaginar que laberintos surcaba su mente… por qué parajes de las sergas de Milo estaría su mente. Y no podía creerlo… cómo alguien tan perfecto como Camus estaba sufriendo por el patán de Milo.

¿Perfecto? Y lo era… había logrado tener un pupilo a una corta edad, tenía la armadura dorada de Acuario, una reputación de ser fuerte y respetable incluso entre otras Ordenes y  su personalidad, ese tinte de tranquilidad hogareña que inspiraba… no todos eran así… había personas como Shaka que a pesar de tener el rostro muy bonito espantaba a su parejas ante la excentricidad de su personalidad intranquila… o como Afrodita que tenía la belleza a su favor pero decía ser  un “alma libre” y hacía casi de todo con ese título. Camus no era así… era tranquilo, responsable, tierno y amoroso…

“Si yo fuera Milo…” pensaba anhelando ser el que le quitare el aliento a Camus con un beso robado y espantarle todas las penas… ¿Qué estaba haciendo enamorándose de Camus si él tenía a Milo? Solo se estaba poniendo la soga al cuello… nada bueno iba a suceder si terminaba enamorado de una persona que tenía novio, por muy patán que este fuera…  nada bueno.

 

Lo vio de lejos… tal y como quedaron en la puerta del Santuario listo para ir a almorzar. Con el cabello acuamarin sujeto en una coleta alta y ropa informal, fue recibido con una sonrisa y una energía renovada…

- Sabes estaba pensando que tal vez Milo tiene una sorpresa para mí el día viernes y me está haciendo creer lo contrario… Milo no puede ser tan cruel…

Caminaron al pueblito para encontrar un lugar cómodo para comer, Saga sólo afirmo ante la nueva ocurrencia de Camus… no queriendo decirle que no imagine cosas y sus esperanzas no se eleven demasiado porque la caída iba a ser dolorosa… pero no se le dijo al verlo soñador creyendo que Milo podía aparecer en la puerta de su Templo el día viernes con todo su amor…

Con un brazo sobre la delgadez de sus hombros atrajo a Camus cerca a su cuerpo para al menos obtener un poco de contacto mientras caminaban bajo el sol y los caminitos del pueblito hasta encontrar un lugar lindo en el cual pasar casi toda la tarde…

- Perdona Saga casi todo el tiempo estoy hablando de Milo, debe ser pesado para ti tener que escuchar siempre mis cosas…

- ¿Qué? No es pesado ni nada parecido Camus, al contrario se que hablando de todo lo que pasa por tu mente, con respecto a Milo, al decirlo logras sentirte mejor…                          

- Si pero… eso lo dices pensando en mi bienestar… pero si piensas solo en ti... y… - Camus dudaba en decirlo - Por todo lo que dices sentir por mí, escuchar que hable de Milo debe ser molesto.  

Estaban frente a frente sentados bajo la sombra que proporcionaba un sombrilla echa de paja, la mesa de madera tallada y tenían a la vista el gran paisaje de la playa y el mar cubriéndolo todo, la extensión que había frente a sus ojos mandando reflejos de sol con el agradable sonido de las aves canturriando a lo lejos. El mesero les trajo una orden de malteadas de frutas tropicales y ensalada jardinera con asado de pollo.

- Camus yo sé lo que tú sientes por Milo… desde que te empecé a tratar sabía que tenías fuertes sentimientos por él y estas ya largos años en una relación. Para mí es muy difícil asumir el hecho que… - Camus notó el nerviosismo y la poca facilidad para hallar las palabras - Camus… - le tomo la mano sobre la mesa y la acaricio - me estoy enamorando de ti…

Bajó la mirada pero no hizo más… ¿Qué iba a decir? No iba a negar que deseaba la compañía de Saga, que le gustaba su trato y la forma cómo se sentía a su lado. Pero… ¿Y Milo? No iba a ignorar que por mucho que Milo se portase como un patán no merecería una infidelidad… ¡Alto! … ¡Alto! ¿Qué acababa de pensar? ¿Infidelidad?  Miró a Saga… él por el silencio de por medio ante su confesión había soltado la mano de Camus  y miraba hacia el mar.

Camus tomo su malteada sin saber que decir o hacer… en otras ocasiones que se habían presentado este tipo de situaciones donde se confesaban frente a Camus, él sabía alejarse astutamente y no dejar que en su corazón nazcan ningún tipo de sentimientos… pero con Saga… pero con Saga…

“¿Qué es esto que estoy sintiendo?”

Se agarró el pecho sintiendo que su corazón latía arrebatado y confundido….

- Yo también… - dijo en un susurró que atrajo la atención de Saga - Yo… también…

Saga lo miró con los labios entreabiertos, Camus tenía la mirada gacha, acongojada…          

- Pero Camus… - Saga volvió a sujetar la mano fría de Camus sobre la mesa - también se que tienes a Milo, que estas con él y que ambos tienen fuertes sentimientos… yo estaré tranquilo si estás bien con Milo ¿Entiendes? Son cinco años que estas con él. Camus… yo te quiero muchísimo… quizá más de lo que te puedas imaginar pero se…, estas con Milo y sé que lo amas. Y esta etapa de su relación solo es una etapa mala, y que pronto volverán a estar bien.

¿Y ahora?... Saga tenía razón… independientemente si estaba bien o mal con Milo, estaba en una relación con él y no podía esperar que Saga olvidara eso para darle rienda suelta a lo que sentían…. No podía dejarle que se convierta en su… ¿amante? Claro que no… jamás había hecho algo como eso. Saga tenía razón, estaba con Milo y mientras eso siga así no podía dejar que en su corazón alegremente florezcan sentimientos por otra persona. Eso no estaba bien.

Cuando la comida se hubo acabado caminaron de vuelta al Santuario, casi evitando el nuevo tema que había aflorado entre ambos y hablando más de la fiesta que significaba el cumpleaños de Saori y como se les hacia costumbre Saga dejo en la puerta de Acuario al protegido por esa constelación.

 

 

- Es la primera vez que vengo a tu Templo… y no hablamos de Milo - admitió Shura después de comerse un sándwich de queso y lo acompañaban con vino, a decir verdad toda esta situación de los desequilibrios amorosos de Camus habían traído el hecho de querer compartir una botella de vino con su amigo - Y hablamos de otro.

- No lo digas así que suena demasiado raro - pidió Camus sorbiendo su vino - Sin necesidad que haya pasado algo con Saga, el saber que se está enamorando de mi… es demasiado extraño y más cuando por momentos imagino que pudiera corresponderle.

- En eso estoy completamente en contra - dijo Shura sin sonar con la voz dura - No puedes hacer eso a Milo y menos a Saga. Tu mismo lo dijiste, que sabes que puedes tener otra relación aun si con Milo no funciona… lo dijiste, que puedes empezar otra vez una vez que hayas superado a Milo y terminado - esta última palabra la dibujó con sus labios - Y estas con Milo, esta vez que volvieron después del tiempo fue como otra oportunidad para los dos, ahora Milo no hace bien las cosas pero es una oportunidad que tienen. Ahora para empezar algo bien, tienes que acabar lo que está mal… y dejar que tus sentimientos se calmen. Porque es como el mar, ahora estas en plena catástrofe por todo lo que Milo te hace, como un tifón o algo parecido. Y tienes que estar en completa paz para que algo bueno pueda surgir y eso lleva tiempo, no es acabar con Milo hoy y comenzar algo mañana.

Lo que Shura le decía no era nada novedoso, él ya lo sabía en su corazón… además, Saga a pesar de ser una fresca ventisca dulce a los sentidos, su corazón estaba irremediablemente enlazado a los sentimientos de Milo y a su amor, no era mentira que amaba a Milo y guardaba la fiel esperanza de que las palabras de Saga sean verdad… que esto sólo sea una etapa, difícil pero superable… total su corazón se estaba alimentando de los recuerdos bellos del pasado, los que vivió a su lado.

- ¿Qué harás con Saga? ¿Piensas alejarte de él?

- ¿Debería? Es que nos llevamos muy bien - sacudió sus cabellos acto que hacía cuando todo en su mente se hacía como un triste laberinto donde parecía que el mismo se había metido y no hallaba salida… era extraño, lo usual sería que se aleje de Saga al saber que lo sentía pero, no quería alejarse y mucho menos que su trato cambie. Y al mismo tiempo quería tener a su lado a Milo como un buen novio, del que se enamoró.

- Estas demasiado inestable Camus - le dijo Shura abrazándolo por los hombros - Sabes… es por primera vez en tantos años de darte consejos sobre amores que esta es la primera vez que no tengo la menor idea de que decirte. Si bien es cierto que Milo no te merece por las estupideces que hace, no es menos cierto que tú lo amas y ante todo esto Saga está apareciendo en tu corazón tal vez sin quererlo. Debes plantearte todo de nuevo Camus y ponerte en orden… tampoco es saludable para ti estar en esta encrucijada amorosa.

- Pero amo a Milo, si siento algo por Saga pero aun no sé que es…  - Camus dejó que su cabeza se apoye sobre sus rodillas ocultando su mirada de Shura, quizá esta era una de las peores confesiones que hacia Camus - Cómo es posible que estando con alguien siento esto por Saga… que no sé que es… pero está ahí en mi corazón - un momento de silencio - ¡Soy una persona horrible!

- Camus ponte en orden por favor - pidió Shura - y no eres horrible, eres humano.

 

        

 

Desde donde estaba miraba hacia el cielo, las estrellas que adornaban y daban cierta luz a la casa de Acuario, y podía percatarse que sobre su techo están dos siluetas. Era sabido por todos que los Caballeros de la decima y onceava casa se reunían hasta largas horas de la noche compartiendo sus interminables cavilaciones. Saga se mordió el labio pensando en Camus… si entre las charlas con su fiel amigo surgiría su nombre… o solo pasaban las horas hablando de Milo y claro de Aioria la ser pareja de Shura.     

Saga ya conocía el amor, y el dolor por el que se pasaba al sufrir de amor, esa agonía irremediable por la que se debe pasar y sobrellevar… no quería volver a sufrir. ¿Pasar nuevamente por eso?  No… podría darlo todo por Camus, podría conquistarlo y formar parte  de su vida pero no… no con Milo ahí en el corazón de Camus siendo el gobernante de su alma, de sus sentimientos, pensamientos y su cuerpo. Quería estar con Camus, ser parte de él y encargarse de su felicidad pero la verdad era que Camus amaba a Milo y nada le aseguraba que ellos podían terminar y así empezar a formar parte de la vida del caballero de Acuario, si esto era así era mejor parar sus sentimientos y construir una pared invisible ante su corazón y aplastar lo que en su corazón quería aflorar.

Saga apretó los puños, a nadie le gusta sufrir… a nadie… y partir del día siguiente Camus ya no tendía más de su cariño, ni su compañía, a pesar que le duela y extrañe sus infinitas charlas debía proteger sus sentimientos para no caer de nuevo en el abismo de un amor no correspondido.

“No volveré a pasar por eso… lo siento Camus… ”

 

- ¿Saga?

El aludido volteó en contraendose con Kanon detrás de él, que lo miraba fijamente. Saga se preguntó desde que momento lo observaba y de que se habría percatado para tener esa mirada sobre si.

- ¿Estás bien? - Kanon se acercó colocando su mano sobre el hombro de su hermano - Solo hubo antes una vez que te vi así Saga y realmente no quisiera volver a verte de esa forma. Hermano no olvides que Camus tiene a Milo…

- No lo he olvidado - dijo Saga sincerándose con su hermano y exteriorizando sus sentimientos por Camus - Cómo quisiera que Milo salga de su vida y deje de hacerle daño y si planea quedarse lo haga de buena manera y no como un perro maldito.

- ¿Qué? - Kanon que no tenía ni idea de lo que pasaba entre Milo y Camus y todos sus problemas así que sorprendido vio como su hermano apretaba su puño con extrema rabia contenida - No se… cuando los veo juntos Camus se ve tan feliz… y todos en el Santuario saben que están largos años y por mucho que terminen, Saga es muy difícil competir contra tantos, tantos años.

- Lo sé - Saga tomó una bocanada de aire evitando confesar a su hermano que por la mañana Camus le había dicho que también empezaba a sentir algo por él y con sólo saber eso estaba alimentando la chispa de esperanza que guardaba para poder estar con Camus - Tranquilo Kanon, a partir de mañana debo parar esta oleada de sentimientos… nada bueno puede surgir de enamorarse de alguien enamorado de otra persona.

- ¿Qué harás entonces?

- Desde mañana ya no iré a los Archivos, sólo ve tú y no digas nada. Yo encontrare el momento indicado para hablar con Camus y decirle que ya no nos podemos ver de esa forma. Que aquí, conmigo todo termino.

 

                                                                                                                             Continuará…       

  

Notas finales:

Gracias por leer de nuevo y tambien mi agradecimiento por dejar sus mensajes... de verdad gracias y los estaré esperando ansiosa... comprendo que muchos renieguen con la prosecusion de la historia pero cada capi tiene su objetivo, muy pronto lo comprenderán.

Nos leemos!!!


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