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Te Amo y Por Eso Tienes el Poder Para Destruirme por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Se que me perdí mucho tiempo, pero prometo no abandonar otra  vez el fic, siento mucho la tardanza, pero aquí está un nuevo capítulo de esta historia que es un laberinto, espero me ayudena encontrar la salida, sin más pasen y lean.

Te amo y por eso tienes el poder para destruirme… pero confío en que no lo harás.

 

Capítulo 7.- “Nuevas Oportunidades”

Se miró al espejo intentando esbozar la mejor de sus sonrisas, arregló el flequillo de su cabello acuamarin y se acomodó mejor la ropa. Parpadeó un par de veces analizando mejor el brillo de su imagen… realmente era el mismo de hace unas semanas, no era posible notar un cambio significativo pero aun así… se notaba diferente. Su cabello revitalizado, su cutis suave y su mirada… lejos de las sombras del llanto.

Camus se miró de perfil para observar mejor su propia figura, a pesar que Milo siempre le decía que tenía un peso muy bajo, ahora le gustaba la forma cómo se marcaba la ropa de entrenamiento en la curva antes de llegar a sus posaderas y el contraste de su vientre plano, se sonrió a si mismo notando el increíble cambio de humor que emanaba.

Se sentía mejor con él mismo desde que la opinión de Milo sobre todo lo relacionado a su vida ya no cobraba importancia para su corazón… o no la suficiente para oírla siquiera.

Desde que habían terminado habían pasado apenas algunos días, donde la presencia de Milo era frecuente y avasalladora. Le acongojaba y al mismo tiempo le enfurecía el verlo más seguido en esos días que antes cuando su corazón lo deseaba con tanto fervor.  

Al terminar de amarrarse las agujetas, alistó la cantimplora de agua fresca y se asomó a la entrada de su casa listo para bajar al entrenamiento matutino, faltaba poco para terminar el trabajo en los Archivos del Santuario y quedaron con Saga y Kanon entrenar día por medio al menos, quedarse todas esas semanas encerrados en esas alacenas hacían que sus músculos extrañasen el esforzarse un poco.

Tal y como imaginó al llegar al Coliseo Milo ya estaba ahí. Con solo una mirada podía percatarse del semblante mellado del Escorpiano, NUNCA lo había visto así… ahora era Milo el que tenía el cabello opaco y la tez seca, la postura gacha. Y como estuvo pasando esos días desde su ruptura, la mirada de ojos azules se iluminó al ver a Camus acercarse.

- ¡Camus!

El aludido contuvo el aire en sus pulmones al ver que Milo se acercaba con la expresión nerviosa e iluminada que conservaba cuando ambos se encontraban. El corazón de Camus se estrujó de la misma forma desde que habían terminado… una extraña mezcla de amor, dolor y retirada.

- Camus buen día.

- Hola Milo - habían terminado y desde ese entonces no dejaba de escuchar la voz suplicante del protegido por la constelación de escorpio que se repetía como eco en las palabras “Una última oportunidad” - Sabes… - dijo Camus antes de que el otro hablara - Mejor es empezar a entrenar, luego tengo que ir a los Archivos - le dijo mas que todo para alejarse.

- Si, exacto - Milo amplió su sonrisa, una completamente sincera - Shion dijo que entrenáramos en parejas… te estaba esperando para...

- Alto - desde que Milo había adoptado el papel del abnegado que pretendía recuperarlo con su “última oportunidad” Camus tenía un desagüe bucal que parecía no tener límites de ninguna clase - ¿Ahora si quieres entrenar conmigo? Antes la idea te parecía fatal.            

Como respuesta a esos ataques para nada reprimidos Milo bajaba la cabeza como señal de arrepentimiento.

- Perdón Camus, me arrepiento tanto de esas cosas que dije antes - Notó la mueca de gran esfuerzo para no ponerse a llorar ahí mismo.

Una vez más el corazón de Camus se estrujó ante la imagen de Milo, Milo de Escorpio conteniendo el impulso de llorar. Lo había visto llorar días antes en la puerta de su Templo como un niño pequeño, pidiendo perdón y suplicando su “última oportunidad”, pero hasta ese día no vio que Milo podía quebrarse en medio del Coliseo, rodeados de tantos de sus compañeros 

-  Milo… - Camus abrió grandes los ojos al ver la primera lágrima caer de los ojos que antes amaba tanto, reprimió el impulso de abrazarlo…

- Perdona - se disculpó Milo limpiándose inmediatamente las lagrimas - Mejor voy a trotar un poco.

Dejó a Camus solo en medio de la arena del coliseo y con el sol tras la espalda, con la respiración agitada ante la imagen de Milo llorando a plena luz del día y rodeados de sus compañeros de armas, nunca antes lo había visto así.

Desde el día que decidió marcar la línea y terminar no creyó que esa decisión fuera una pesada carga que arrastrar… la incertidumbre lo estaba devorando ante la pregunta si haberle negado aquella petición de su “última oportunidad” era lo correcto…

Mierda… desde que se había rendido esa preciada mañana frente al lago que antecedía a los Archivos su corazón había aflojado sus sentimientos por Milo dejando que esa rendición sea asumida, se había sentido increíblemente bien porque creía que Milo no lo amaba… “Milo no es para ti” era tan parecido a “Milo no te ama” y al tomar la decisión de terminar creyó que el Escorpiano no se opondría para nada a la ruptura y pensó que incluso, le estaba haciendo un favor. Jamás creyó que ante su decisión de terminar dejara a Milo hecho un despojo humano de llanto y dolor… nunca creyó poder verlo así por su causa, no creyó tener el poder de lastimarlo tanto.

Ahora con los días transcurriendo Milo le había demostrado que no aceptaba la ruptura y le llenaba los oídos de promesas de cambiar su rabiosa forma de manejar las situaciones y pidiendo entre mas llanto su “última oportunidad” pero… él ya lo había decidido… no iban a volver… no.

- Camus, Camus ¿Estás bien?

Shura le detuvo por la espalada antes que acabe por destrozar todos los pilares que sólo tenían la finalidad de entrenar.

- No estoy bien - admitió haciéndose soltar y encarando a Shura - Estoy podrido Shura…

El aludido que no esperaba tal respuesta sólo atinó a sujetarlo por los hombros antes que cayera.

- ¿Era necesaria esta ironía? - dijo cuando las rodillas de ambos estaban sobre el suelo arenoso - ¡Mierda! Cuando decido que ya no puedo amarlo y debo dejarlo atrás él viene y me promete todo lo que deseaba oír… lo deseaba con toda el alma, y cuando lo escuche…  todo es tan irónico…

Con una mirada rápida se percató que no había nadie en los alrededores que pueda ver a Camus en ese estado y se acercó para abrazarlo a medias.

- ¿Qué fue lo que te dijo?                        

- Quiere casarse y una familia… ahora sí quiere una familia - Shura alzó ambas cejas - Antes la idea le parecía deplorable y obstaculizadora, le decía que yo tenía fuertes deseos por casarme con él y tener un hijo, sabemos que es posible por el “don” que Athena puede proporcionar a quien se lo pida. Cuando se lo dije a Milo, las veces que se lo dije la respuesta siempre fue NO, él tenía tantos argumentos para negarme hasta el matrimonio que formalizaría nuestra relación, pero Milo simplemente decía NO. Sus excusas eran que eso haría la vida más difícil por el compromiso que significaba, que aun había muchas metas que alcanzar antes de poder pensar en eso… o que simplemente le dejara las cosas a él, que no debía dudar de su amor y dejara que las cosas pasaran. Yo realmente no dudaba del amor, no quería eso para “atraparlo”, era una forma más que había encontrado para demostrarle mi amor… y él repudiaba la idea. Ahora me dice que no imagina un futuro sin mí, sin ese preciado matrimonio y sin esos hijos…    

Camus no lloraba pero tampoco estaba en paz, Shura lo veía tan frustrado y agobiado intentando armar los rompecabezas de su corazón y salir de los laberintos de su mente.

- ¿A todo eso que le dices tú?

- Si hubiera oído eso antes yo… mi corazón se hubiera inflado tanto que hubiera muerto de felicidad. Ahora, es como oír un deseado poema pero fuera de lugar sin el contexto que merecía…

Shura logró un abrazo más apretado donde ambos apoyaron las frentes.

- ¿Ya no lo amas?

Una pausa donde Camus analizaba todo el cumulo de sentimientos que tenía en el corazón.

- No… no como antes al menos… - respondió sentándose por completo sobre la arena - Milo me preguntó lo mismo y le dije igual… me es tan difícil decirle “no”, porque sería una mentira. Shura, hace dos semanas nada mas yo estaba llorando por él, lamentando su cínica forma de manejar las cosas deseando tanto que diga lo que dice ahora… Milo me pregunta cómo es que deje de amarlo tan rápido…

- ¿Qué estaba esperando Milo? - renegó Shura sentándose al lado de Camus - Siempre soy sincero contigo, y debo decir que debiste terminar hace mucho tiempo. Creo que te lo dije antes, pero lo repito: No hubiera sucedido ni la mitad de porquería que viviste a su lado si no hubieras sido más fuerte con Milo y contigo mismo. El dejarlo de amar fue un proceso, no una sorpresa.

- Tenía tanto miedo a que me terminara, pero lo inevitable sucedió… su actitud me orilló a terminar… pero lo impensable sucedió… Milo detrás de mi…               

Por un momento la brisa matutina les refrescó el rostro y movió sus cabellos.

- No quisiera para nada estar en tu lugar  ¿Estas confundido, verdad?

- Me rendí con Milo y se sintió tan bien, pero con todas sus palabras y su llanto, cosa que nunca creí poder lograr, me hace cuestionar si mi decisión de negarle otra oportunidad es la correcta.

Con un brazo sobre los hombros de Camus le dio otra vez su apoyo silencioso, recapitulando en su mente todos los momentos donde hablaban de sus desventuras amorosas pero esta vez al lado de un Camus más fuerte, revuelto por la confusión pero por sus propias decisiones ya no a la deriva de la voluntad de Milo.

A la distancia, desde la elevación que permitía el Coliseo, Milo observaba a ambos caballeros sentados en la arena hablando un buen rato. Vio el aura fraternal que los envolvía pero sin dejar de sentir una pizca tan molesta de celos… ¡Celos! ¡Pero era Shura! Sin embargo, sólo lo conocía como el Caballero de Capricornio, el amigo de Camus, el novio de Aioria… nunca había entablado una charla con él que no sea sobre la Orden de los Caballeros ¿Qué tipo de persona era?

Se mordió el labio pensando por primera vez que Camus tal vez, quizá… sólo con una pequeña pizca de probabilidad le haya terminado por alguien más. Ta vez ahí el hecho de su negación a una “última oportunidad” y su confesión de que ya no era amado como antes (esas eran las palabras que había usado Camus). Reconocía que le había descuidado mucho, ninguneado su relación hasta el punto de despreciar los detalles más ínfimos de Camus… se lamentaba tanto su actitud soberbia y desgraciada ¿En que estaba pensando al hacer tanto daño desmedido? Recordaba y lo atormentaba tanto el rostro lloroso de Camus y su voz suplicante cuando le decía que no lo lastime más con sus palabras duras… los besos que despreció… las veces que le cerró la puerta en la cara…

Agitó la cabeza a los lados para apartar esos pensamientos grises, tarea difícil pero no podía pensar en eso en pleno entrenamiento. A la menor provocación de cualquier recuerdo se encontraba a si mismo llorando, en cualquier parte o cualquier momento del día.

“La vida sin Camus es inimaginable”

No quería aceptar que era tarde… que había pasado del dueño del corazón de Camus a un ex-novio ¡No! ¡Debía luchar por lo que amaba! Aunque se quede sin piel en el camino, aunque sea rechazado y botado sabía que se merecía ese dolor…

- Soy tan torpe - le dijo a Kanon que estaba cerca a él - Tenia que sentir todo esto para saber lo que Camus valía en mi corazón, en mi vida.

Kanon tomó aire sin saber exactamente que responder ante tales inesperadas palabras.

 

 

Su mirada estaba clavada en el ventanal que daba a las afueras de los Archivos, ese pequeño jardín era un paraíso tan hermoso y tranquilo que arrimaba a su mente lejos de pensamientos complicados y lúgubres, la amargura de todo aquello se la quitó cerrando los ojos e inspirando una gran bocanada de aire reiterando en su memoria la imagen de la dura mirada de Milo sobre sus ojos, cuando le reclamaba de alguna cosilla que no le gustó o su voz de desprecio al hablarle de temas relacionados a un compromiso. Botó el aire que tenía retenido y se volvió a convencer que su decisión no era equivocada… Milo había tenido tantas oportunidades que la última no haría la diferencia. Sólo sería engañarse a sí mismo con ilusiones de un cambio en Milo…

Un fuerte sonido lo distrajo de su ensoñación, un golpe seco le hizo voltear la mirada. Era Kanon que había hecho caer muchos libros al suelo de manera estrepitosa. En el camino de ver eso se encontró con la mirada de Saga que estaba no muy lejos del escritorio que ocupaba, al centro del salón y con muchos más libros sobre la superficie de la mesa a diferencia de Camus.

Cuando ambas miradas se encontraron fue la de Saga la primera en desviarse de vuelta hacia las hojas que sostenía, un grueso y antiguo volumen de “La tradición del Cabello lila de Athena”. Aunque el titulo le producía risa y curiosidad, más era la duda del porque del cambio en la actitud del Saga. Esa indiferencia era algo extraña y agobiadora… no quería flirtear con Saga, sólo terminar con ese silencio entre los dos y retomar sus amenas charlas.

De todas maneras no hizo nada para atraer la atención de Saga y se puso de pie para ayudar a Kanon en ordenar todo el desastre de los libros caídos.

- ¿Cómo estas Camuchis?

- Bien - dijo sonriendo ante la inesperada derivación de su nombre - ¿Tenias que hacer caer lo libros ya ordenados? Mira que ordenarlos de nuevo… 

- Te ves bien Camuchis - no pudo evitar hacer en voz alta su observación sin poder olvidar la imagen desastrosa de Milo - ¿Qué estuviste haciendo para tener tanto brillo en la cara?

Bajó la mirada arreglándose el cabello, entendía a lo que se refería Kanon. No por nada Camus fue novio de Milo por tantos años, era obvio que conocía la amistad que tenían con Kanon.

- ¿Cómo está Milo?

- Sabes cómo esta - el preguntar fue un impulso y la respuesta fue rápida.

- Si, lo sé…  

Kanon separó los labios para decir algo pero fue interrumpido por el sonido de las campanitas que colgaban del techo y al chocar con la puerta anunciaban la entrada de alguien.

- Patriarca.

- Hola Shion y ¿tu amado Dokho? Es raro verte sin tu amorcito - ante la informalidad del saludo Kanon fue mirado con dureza por parte del receptor.

- Pasen por favor - decía el Patriarca un poco sonrojado por las palabras de Kanon, vestía sus ropajes formales y recién notaron el porqué de su formalidad. Detrás de él entraron Saori también envuelta en sus vestidos más pomposos y detrás de ella ingreso Hades, traía puesta ropa normal sin dejar de ser elegante pero juvenil. Inmediatamente comprendiendo la seriedad de la escena Kanon, Saga y Camus hincaron una rodilla sobre el suelo.

- No se preocupen de la formalidad mis Caballeros Dorados - dijo Saori pidiendo con una seña que se pongan de pie - el dios Hades vino a ver su maravilloso trabajo en los Archivos del Santuario.

Los tres se pusieron de pie e inclinaron la cabeza en respeto por la presencia del dios. Cuando ambos dioses se perdieron entre el resto de los estantes guiados por Shion, cada uno volvió a lo suyo.  

- Kanon guarda silencio - se dio modos de decir Shion al mencionando pues sabía que con Camus y Saga no era necesario mencionarlo.

Una vez inclinados delante de los estantes ordenado los libros caídos y lejos del oído de su diosa, Camus susurró lo más suave posible.

- ¿Qué hace Hades aquí?

- Seguro Athena esta presumiendo a todos su club de dioses la gran colección de libros que tiene y que sus esclavos están ordenando… después de todo estos libros son un tesoro de información ¿No?

Camus suspiró resignado por la clásica forma de obrar de la diosa que los guiaba, seguro ella no sabía nada de los libros que llenaban los estantes.

- Saga por favor tráeme la lista de los libros de la sección de Historia - pidió Shion asomándose detrás de un estante. El aludido se puso de pie y busco la dichosa lista en el cajón donde la guardaba.

Kanon carraspeó la garganta.

- Ayer me pediste que la llevara al Templo ¿Recuerdas? - Saga pareció recién recordarlo - Yo no iré a Gemines - levantó las manos Kanon.

Saga con resignación le explico a Shion que tardaría unos minutos en volver con la lista y salió hacia su propio Templo.

Camus estaba atento en ordenar los últimos libros caídos cuando escuchó su nombre salir de los labios de su diosa en un llamado, se puso de pie y se arregló la ropa antes de asomarse al lugar donde estaban.

- Camus por favor, estoy segura que tú puedes ayudarnos con esto.

El aludido se acerco y a medida que lo hacia Shion se encargó de explicarle el porqué de su presencia.

- Encontramos la Citas Históricas de Degel de Acuario - dijo mostrándole un elegante cuaderno de hojas amarillentas y portada en gamuzada de color azul - Pero están en francés, tradúcelo por favor.

Sujetando el cuaderno se acomodó al lado de Hades y Saori para empezar su traducción en voz alta. Pasó sus ojos por la suave y delineada caligrafía del que había sido su antecesor con la armadura que envestía.  

- Degel, Caballero Dorado, protegido por la Constelación de Acuario, parte de la Orden de los Caballeros de Athena…

- Disculpa que te corte - dijo Hades con una sonrisa, Camus se percató que era la primera vez que oía su voz, era gruesa pero no raspaba su garganta - Athena, ¿Qué son estos libros? - y tomó de las manos de Camus el en gamuzado cuaderno y lo hojeó a detalle.

- Son una especia de citas de los eventos históricos que redacta cada Caballero de lo sucedido en el Santuario o fuera de él al cumplimiento de sus deberes como Caballeros - explicó Shion ante el silencio de su diosa.

- Si - secundó Athena - Se le pide a cada Caballero que redacte con su propio puño y letra lo sucedido en cada misión que se le es asignada. Un reporte para mantener a detalle la Historia de este Santuario.

Hades que había terminado de darle una ojeada posó su mirada lila sobre el rostro de Camus, una mirada fija que el receptor de ella no pudo mantener, inclinó la cabeza y no precisamente por respeto.

- Athena debo decir que has cometido un error en esto - ante esas palabras los otros tres volvieron a mirar atentamente a Hades - En estos diarios hechos por las generaciones de tus Caballeros no han retratado sus rostros en ninguna de las paginas… y si son ejemplares de belleza humana como lo es el caballero que tengo delante, el no hacerlo ha sido un verdadero crimen.

La mirada cautivadora sobre Camus le confirmó que ese inesperado cumplido era para él… y fue inevitable también el sonrojo que golpeó su rostro e hizo que separara los labios por la incredulidad.

La risa infantil de Saori le recordó a Camus que la mirada de Hades sobre él no era la única, también estaban Saori y Shion ahí.

- Hades, siempre tan adulador - dijo Saori - Mira como dejaste a Camus.

- Lo siento - se disculpó Camus volviendo a su expresión seria.

- Bueno, si continuamos con la traducción - sugirió Shion.

- No es necesario - dijo Hades - Si tengo la oportunidad de tener la lectura de un diario como estos, sería un honor poder leer el de la propia diosa Athena.

- Por supuesto - dijo alagada Saori.

Era claro que no sabía donde se ubicaban y aun Shion no estaba familiarizado con el orden de los libros. Camus lo entendió al instante.

- Son estos mi señora - dijo extendiendo las manos y sacando una colección de cinco libros de cubierta de cuero blanco, se las dio a Shion - Están ordenados cronológicamente - explicó.

- Muchas gracias por tu ayuda - le sonrió Hades extendiendo la sonrisa coqueta en sus labios.

- Permiso - dijo Camus sintiendo una vez más las mejillas arder.

Saga entro en ese instante con la lista, viendo la fija mirada de Hades en la anatomía de Camus que caminaba de vuelta a su sitio y con un rubor notorio en su rostro.

- Gracias Saga.

Ambos dioses permanecieron en los ambientes cómodos de los Archivos del Santuario, se acomodaron en una de las mesitas de madera que estaban cerca de los ventanales y comenzaron una especie de debate a instancias de Hades sobre algunos datos históricos del Santuario, Shion estaba ahí también como pilar fundamental de Saori que no conocía mucho (casi nada) de todo lo que Hades hablaba. Seguramente antes de invitar a otro dios, Athena iba a estudiar un poco.

Saga, Camus y Kanon permanecían en silencio cada uno sumido en su trabajo metódico de hacer la síntesis de cada libro que se habían repartido. Era un trabajo lento pero al menos para Camus era un ligero regodeo a sus caóticos pensamientos que lo llevaban lejos de sus inquietudes.

Su mirada se distrajo de las líneas de las páginas hacia la luz del atardecer que entraba por el ventanal e inmediatamente después fueron a posar sobre Saga que estaba de pie delante de un estante, observando a detalle algunos títulos.

Saga… el silencio que este había impuesto entre ambos y la razón de él era todo un misterio para Camus. La última vez que hablaron fue la noche de su fiesta de cumpleaños donde le dejó en claro que terminaba con Milo porque era su decisión y no para estar con él… desde ese momento Saga había marcado la distancia ¿Por qué? Tampoco quería acercarse y preguntarle “- Saga ¿Por qué no me hablas? Sabes, termine con Milo”. Si algo había nacido en su corazón por el Caballero de Géminis no era algo por lo cual presionar… ¿O sí?

El peso de sus decisiones… el terminar con Milo era para hallar paz, PAZ en su corazón, una deseada palabra que quería asumirla como propia de su vida, pero el terminar fue como desatar una tormenta de nuevas lluvias que traían inquietudes inadvertidas… aun amaba a Milo pero no podía perdonarlo tan fácilmente por las desgracias que le hizo, no ahora que tenia la fuerza para asumir el control de su vida, incluso el perdonarlo no significaba que iban a volver.

Un suspiro largo.

¡Basta de pensar en Milo! Se dijo a sí mismo como un reproche silencioso. El decidir terminar también había sido para ser feliz… feliz… ¿Cómo podía ser feliz si Milo estaba sufriendo? ¡Basta de pensar en Milo! A Milo no le importaba cuando estaba tan sufrido por su causa.

Agobiado por el intenso silencio que guardaban por la presencia de los dioses Kanon fue el primero en irse apenas terminó de hacer la repartición del día. Saga apenas notaba la diferencia del ambiente y Camus abandonó la estancia para pasear un momento por el pequeño Edén que tenían afuera.

El sol claudicaba por la orilla del horizonte dejando una opaca luz naranja sobre las hojas de los árboles y un resplandor en orilla de la laguna. Pasible y quietud.

Interrumpiendo su silencio mental no esperaba la voz que atrajo su atención desde su espalda.

- Caballero de Acuario - al voltear se encontró con Hades que le sonreía con discreción - Un gusto volver a verle, disculpe si nuestra intromisión en sus áreas de trabajo han complicado su jornada.

- No tiene que disculparse señor Hades, es un gusto saber que nuestro trabajo es bien apreciado - respondió con educación.

Hades sonrió con complacencia al escuchar la formalidad en las palabras del Caballero que tenía en frente.

- No tienes que llamarme “señor” - le dijo - Sólo Hades, de todas formas estamos en tiempos de paz, fuera formalidades ¿De acuerdo?

Camus sonrió ante la inesperada propuesta y sólo atinó a mover la cabeza de manera afirmativa.

- ¿Camus? ¿Verdad?

- Si - dijo asombrado al darse cuenta que el dios conocía su nombre - ¿Cómo es que lo sabe?

- Camus de Acuario - dijo Hades señalando con la mano de la cabeza a los pies - Caballero de Oro, por supuesto que lo conozco… la leyenda de su fuerza y belleza han atravesado los limitas del Santuario y llegado a más de un oído prodigioso. Lamentable fue la noticia al saber que el Caballero de Escorpio es el que lleva el estandarte de su corazón…

Todo el tiempo Camus mantenía una expresión sorprendida y sonrosada sobre las mejillas, sólo a la mención del título de Milo cambio a una expresión más dura y confundida. Por supuesto que para Hades ese gesto a la mención de Milo no pasó desapercibido y supo lo que significaba.

- ¿Acaso ya no…?

Camus bajó la mirada al saber a lo que se refería el dios del inframundo, era la primera vez que le hablaban de manera tan directa con intenciones románticas y la pregunta era obvia “¿Estas con Milo?”

- ¿Tienes novio Camus? - fue directo Hades para no seguir con rodeos.

La verdad era que no… pero… era tan difícil decirlo en voz alta…

- No… realmente no - respondió poniendo un mechón de cabello detrás de la oreja - Y es reciente esta condición - decidió aclarar.  

- Lamentable en realidad para aquel que dejó ir de su lado a tal beldad sólo comparada con Paris de Troya.

“Que tonto fue Milo” pensó Camus traduciendo las palabras de Hades sin poder evitar que otro sonrojo golpeara sus mejillas y sin saber cómo responder. No le gustaba que hablaran mal de Milo, sin conocer el contexto total de las situaciones que llevaron a ese desenlace pero a la par de eso comprendía que Hades era un adulador y había llamado la atención de este.

- Es hora señor Hades - los interrumpió Shion hablando a sus espaldas - la señorita Athena lo espera - después de decir eso se adentro a los Archivos.

- Espero poder verte de nuevo - Hades hizo la mueca de querer acariciar su mejilla pero sólo rozó el aire cerca a la piel de Camus - Cuídate.

Sin saber que responder Camus sólo separó los labios en un intento de evocar palabras de despedida, al parecer el dios no esperaba ninguna y pronto lo dejó solo, de pie y rodeado de la ligera niebla nocturna de los primeros minutos del anochecer.

Una sensación desconocida en el estomago lo hizo sonreír, era mucho el tiempo que no se sentía tan guapo y que podía llamar la atención de esa forma “romántica”, aunque quizá Hades sólo estuviera flirteando y lo hiciera a menudo… no…no, no iba a restarle importancia a la galanura que recibió ese día. Había recibido esos halagos porque era guapo y se los merecía.

Se arregló el cabello acuamarin y se dispuso a bajar la escalinata de piedra de vuelta hacia su Templo. Antes de llegar a Piscis las pisadas fuertes de alguien corriendo tras su espalda lo hizo voltear.     

- Camus quería alcanzarte en el descenso.

- Saga - eso si no lo esperaba.

-Es mucho el tiempo que no hablamos…

Camus ladeo el rostro no queriendo decir lo obvio “Eso es por tu decisión”.

- Bueno que quieres decirme - Rompió el breve silencio Camus.

- ¿Cómo estás? Estos días te he notado más tranquilo Camus - dijo Saga retomando su caminata y haciendo que Camus también camine a su lado.

- Estoy bien… ya sabes entretenido con el trabajo, además no esperaba para nada la visita de Hades. Hoy fue un día interesante…

  - Te vi con él… - dijo con voz sugerente.

- ¿Qué fue lo que viste exactamente?

- Un dios sonriendo con pretensión ante un joven crédulo.

- ¿Intentas decir que soy ingenuo? - Camus arrugó el entrecejo   confundido por lo que Saga le decía.

- Crédulo para mantener una sonrisa en la cara al creer que las palabras de adulación de alguien como Hades sean ciertas - dijo Saga sin más - ¿No conoces la reputación de ese dios?

Aun mas sorprendido por lo que escuchaba Camus no se detuvo en caminar, pronto estaban en la puerta de su Templo.

- ¿Qué quieres Saga? - le dijo algo molesto - Son varios días que no hablamos y lo haces cuando notas que alguien me pretende…

- ¡Vaya! Te enojaste - Saga abrió grande los ojos - No es así Camus, pretendía hablar hoy contigo después del trabajo. Hades es una coincidencia.

- ¿Qué querías decirme?

- Bueno… te pregunté ¿Cómo estás? Eres importante para mí, extrañaba hablar contigo y bueno ya paso algún tiempo desde la última vez que hablamos.

Bajo la cabeza esbozando una leve sonrisa apenas, la forma simple en que Saga manejaba las cosas era algo agradable.                                                     

- Pasa - le dijo y ambos se adentraron al interior del Templo de Acuario - Suelo cenar apenas al llegar ¿Quieres algo? - ofreció al encaminarse a su cocina, una pieza de color celeste suave y enlozado marfil. Los utensilios eran varios pero simples, era la primera vez que Saga entraba ahí.

- ¿Qué te prepararías tu? - preguntó Saga.

- Algo simple, una ensalada hervida con huevos revueltos y quizá una soda, no sé.

- Quiero lo mismo - dijo Saga fascinado por la idea de comer algo preparado por el propio Camus - En que te ayudo.

Siempre hacia lo mismo al llegar a su Templo, sea de un entrenamiento o de los Archivos esas últimas semanas, pero lo hacía solo. Incluso cuando estaba con Milo compartiendo ese momento, este alegaba estar cansado y se postraba en los sillones frente al televisor. Camus era el que tenía que llevar a Milo la cena, eso no le molestaba pero ante el ofrecimiento de ayuda le causo una gran oleada de sorpresa.

- Bueno, ¿puedes encargarte de lavar la lechuga? Por favor.

- Claro.

Lejos de pensar que podía incomodarse ante la “invasión” inesperada a su cocina, le agrado la compañía que estaba teniendo. Desde las conversaciones del modo que preferían ambos prepararse sus alimentos, hasta hablar de los mejores lugares que habían visitado para una buena comida.

- Y a ese lugar fuimos en nuestro cumpleaños, claro que Kanon comió casi toda la canasta de pan - comento divertido Saga.

- ¡Vaya! No puedo creer que no conozca tantos lugares.

- ¿No sales mucho?

- La verdad no - reconoció Camus sin poder evitar pensar en Milo y la falta de “citas” en su relación, salir de paseo a la ciudad era una decisión unilateral que Milo tomaba si no tenía nada mejor que hacer y eso sucedía muy pocas veces - Aunque solo es mi culpa, podía ir solo.

- ¿A qué te refieres? 

- Nada - mintió para no dar explicaciones.

- Vayamos algún día a la ciudad y comamos algo realmente delicioso - dijo Saga contento por animarse a invitar a salir a Camus y ansioso por una respuesta positiva.

- Claro - la respuesta fue rápida pero sin sonar sugerente.      

 Al poco tiempo tenían una ensalada compacta de lechuga, pepinillos, frijoles y huevo cocido con pan de ajo y crema blanca de maní.

- ¡Vaya es una gran cena! - Camus miraba la creación que habían preparado, tenía más ingredientes que de costumbre pero se veía deliciosa.

- No podemos comerla solo así - interrumpió a Camus que prácticamente ya se llevaba a la boca su primer bocado - Veamos una película.

- No tengo muchos Cd - dijo Camus no queriendo ser tan evidente al rechazar a Saga.

- Entonces solo comamos con tranquilidad, pero vayamos a la ciudad a cenar en otra ¿Te parece?

- Eso me gustaría mucho.

Mientras terminaba de comer se planteaba seriamente su realidad amorosa. Bien, no estaba con Milo en una relación así que podía  catalogarse como soltero. La idea de empezar una relación era una opción muy lejana que no quería bosquejar todavía ni en su mente ni en su corazón. Pero si que quería divertirse más y salir a comer con amigos, tal vez ir a una que otra fiesta ya sin preocuparse si Milo tendría ánimo para salir con él. Pero también había un punto importante… Saga, ¿Qué pretendía con él? ¿Era serio con sus sentimientos? Saga era muy guapo, pero la idea se frenaba al darse cuenta que llevaba apenas un lapso muy corto de tiempo soltero. No quería una relación con nadie en esos momentos y mantener muy cerca a Saga perjudicaba sus intenciones de mantenerse soltero…  en otras palabras no quería salir de la relación que tenia con Milo y meterse en otra rápidamente. No, eso sí que no.

- ¿Estas más relajado no? - Notó Saga ante la imagen repuesta de Camus - Se nota en todo tú, tu piel, ojos, cabello y tú esencia inclusive… me agrada verte así.

- Gracias, si la verdad estoy más tranquilo.

- ¿Cómo  estas con Milo?

Parpadeo perplejo ante la sorpresa de que Saga no sepa de su realidad amorosa.

- Terminamos - lo resumió a una sola palabra.

Saga analizó a Camus al momento de decir esa simple palabra pero tan cargada de sentimientos que solo Camus podía sentir el peso de aquella decisión.

- ¿Cómo estas ahora con eso?

- No lo sé, tranquilo si - dijo con sinceridad - Pero Milo está actuando de manera… imprevista - no quería dar muchos detalles de la actitud de Milo - Dice que quiere recuperarme.

- No esperaba menos - dijo con soltura - Milo es muchas cosas, pero no un estúpido y sabe cuánto vales Camus. Te dije que si te perdía era un tonto pero si no se esfuerza por recuperarte será más tonto aún.

Al terminar de comer Saga se dispuso a irse hacia su propio Templo, Camus lo acompañó hacia la salida.

- La comida estaba deliciosa Camus, muchas gracias.  

- Gracias a ti por la compañía.

Dio un pequeño salto de asombro al apenas poner un pie fuera de su Templo, Saga lo noto y busco con la mirada el porqué de la reacción.

- Milo…

El mencionado estaba con la boca semi abierta observado a Camus y Saga salir de ese Templo y sorprendido por lo que había escuchado “Cenaron juntos” pensó Milo.

Un incomodo silencio cayó sobre los tres quizá no duró demasiado antes que la sonrisa de Milo se dibujara sobre su rostro, una leve y algo forzada.

- Vendré luego Camus, solo quería ver como estabas… - saludó a Saga con un movimiento de cabeza - Nos vemos.

Camus sintió una extraña y dolorosa punzada sobre el corazón al ver como Milo se alejaba sin mirar atrás. Tal y como lo conocía sabía que se estaba marchando con lagrimas en los ojos.             

 

Continuará…

Notas finales:

Gracias or su apoyo y leerme apesar de tanto tiempo, la situacion se me fue de las manos.

Espero sus reviews y que no sean cartas bomba jajajajajaja 

La verdad me gustaría saber que opinan de la historia hasta ahora, con estas nuevas oportunidades.

Nos leemos.  


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