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Te Amo y Por Eso Tienes el Poder Para Destruirme por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Hola lectores queridos como están? Aquí otro capi, espero no haber tardado.

Como están ustedes? Espero les guste este capi que esta un poco enredoso y Camus un pesado.. bueno a tenerle paciencia.

Hasta ahora me di cuenta que mis fics tienen capítulos largos y no se si es del todo bueno, yo prefiero las historias largas pero todo depende de ustedes. Si prefieren capítulos más cortos, solo diganme

Bueno, espero les agrade el desarrollo de la historia y ya casi acabando el fic.

Pasen lean y disfruten.

TE AMO Y POR ESO TIENES EL PODER PARA DESTRUIRME
PERO CONFIO EN QUE NO LO HARÁS
 
 
 
Capítulo. 17. Adiós Camus de Acuario..
 
 
 
 
 
Después que el hormigueo se adormeciera en su piel, electrificada y excitada por la sola mención de su nombre de los labios de Camus, cerró los ojos aún disfrutando de tantas emociones que lo regocijaban, sintiéndose vivo, sintiendo que existía más allá de ese cuerpo.
Era increíble el poco tiempo que compartieron juntos esa noche pero sin embargo, en su mente se repetía sin tregua las imágenes que ahora se transformaban en una especie de necesidad. 
Camus y su increíble sonrisa que era tan hermosa, sonriendo para él en un escenario tan oscuro y difícil. Una sonrisa que contemplaba como algo muy nuevo… se encargaría de procurar muchas sonrisas más. El tono de su voz, firme pero apacible ante lo adverso. Un hombre que podía llevarlo a un viaje sin despegar los pies del suelo, entregado en el arte de amar sin ser obsceno y  dedicado en corresponder sin ser frígido. Podía mostrarse sumiso a las caricias desplegadas y sumarle fuego con una mirada de deseo. 
Hades se acomodó el cabello, la ropa y… en su mente Camus otra vez. Se rio de sí mismo y desde la amplitud que le permitía la ventana observó un poco más el paisaje nocturno que ofrecía la altura de la ubicación de su habitación en el Castillo que habitaba. 
Corrió las cortinas y giró sobre sus pies. Miró su cama vacía, amplia y fría. Se preguntó si el interior de esas cuatro paredes necesitarían algún cambio para recibir la visita del onceavo guardián. Esperaba que esta situación tan complicada se termine pronto y su relación se acompañe de mejores escenarios. 
Como viajar juntos, a donde  Camus gustase. Cumplirle sus deseos, amanecer y dormir juntos… abrazarlo mucho…
Debía encontrar la forma de llegar a un trato con Athena para que su presencia en el Santuario sea menos restringida y así su relación este libre de obstáculos. 
Bebió un poco de agua y se dispuso a cambiar sus ropas por otras más cómodas. Pero sintió la llegada a sus territorios de una presencia conocida. Una que estaba esperando para interrogar seriamente. 
Se apresuró en salir de su habitación y bajar las escaleras hasta llegar prontamente al recibidor que daba entrada a la zona este, donde estaban las habitaciones de los Jueces. Casi al mismo tiempo llegaron por diferentes rumbos. 
Radamanthis se crispo al ver al dios que servía prácticamente a unos pocos pasos delante suyo, la mirada fija y penetrante le indicaron sin necesidad de palabras que lo siguiera.  Se preguntaba que tanto sabía el dios de su influencia en los acontecimientos del Santuario. 
Estaba de acuerdo que kanon hablará con Camus con toda la verdad por delante y luego subyugarse a lo venidero. Eso también lo comprometía a él, sin duda. Ahora tenía que encarar a Hades. 
Se encaminarnos a una sala de tamaño mediano, era más bien un lugar privado donde se sabía que el dios tenía sus libros preferidos y algunas colecciones de vinos de todo el mundo. Un sofá de un solo cuerpo cerca a la ventana y ambiente acogedor. Una vez dentro ninguno se movió más, Hades se cruzó de brazos escudriñando con la mirada al Juez que permanecía impasible.
-Sabes la manera en la que estas arriesgando los tratados de paz a los que se han llegado con Athena. 
-Señor Hades – se preguntaba de que forma había llegado a la conclusión que él había causado la desinhibición de Camus – Todo tiene una explicación.
-No quiero explicaciones – le interrumpió – Has puesto en riesgo los tratados. Si Athena llega a la conclusión que esa poción puede ser peligrosa no habrá más acuerdos de paz – un profundo silencio donde, en realidad Radamanthis no sabía si era mejor decir algo o callar – Muchos de tus privilegios serán suprimidos hasta nuevo aviso. Retírate.
El juez caminó a la salida pero una última interrogante lo asaltó.
-Radamanthis, responde ¿Por qué a Camus de Acuario? 
El juez apretó el puño, no existía esa respuesta en específico, no quería decir algo cómo “me aburría” y Camus era una invitación a una noche de aventura. Temía por su integridad si decía algo cómo eso.
-Por la forma que siempre demuestra ser… quería ver cómo es en realidad.
Su respuesta era osada pero no tembló su voz, se sostuvieron la mirada hasta que el dios le dio la indicación que se marchara.
 
 
 
 
 
Vio a kanon marcharse y lo siguió con la mirada, asegurándose que realmente saliera de ahí. Acababa de decirle un sinfín de cosas que no supo como tomar, ¿Se estaba burlando? No sabía por donde comenzar a entender. El relato de kanon le trajo al menos muchas respuestas a los porqué de esa noche que continuaban sin respuesta. Amargamente tenía que aceptar que eso era lo único útil de esa información. Ahora sabía porque Radamanthis se le acercó, porque le invitó a beber, porque se desmayó, porqué se sentía tan distinto y porqué persiguió la felicidad… e inmediatamente surgía otra pregunta ¿Por qué le dieron a él precisamente esa bebida? 
Para eso kanon no dio una buena razón, sólo que lo lamentaba… que lo sentía… cuando se enteró lo que hizo Radamanthis nunca creyó que llegaría a mayores… mencionó que se lo diría a Shion esperando que su situación cambié.
Pero sus disculpas no lo iban a sacarlo de ahí y menos a borrar todo lo anterior vivido.
Radamanthis… Radamanthis… Radamanthis, no tenía sentido. Jamás siquiera cruzaron palabra antes de eso, ni una mirada significativa ¿Por qué?
- ¡Kanon!
Lo llamó de un grito, con fuerza sin importar si su grito traspasaba las paredes del recinto. El gemelo de Géminis volvió sobre sus pasos, inseguro sobre si era real la pronunciación de su nombre. Pensó entonces que sí iba a ser congelado.
-Kanon – repitió sintiendo que su garganta se cerraba, Camus tomó aire con fuerza para encontrar palabras plausibles, su mente le restregaba demasiadas conclusiones.
-¿Camus… que…? – quería decir algo apropiado pero él no se caracterizaba por ser sutil en hechos tan delicados como estos.
-Hades mando a Radamanthis verdad. 
-No.
-¡Dime la verdad! Todo era su plan desde el principio.
De un momento a otro dejó de ver la expresión seria de kanon, sus ojos estaban llenos de lágrimas. Pero no quería llorar frente a él, que lo vea tan débil. Sólo atinó a apretar con fuerza los barrotes y apoyar la frente sobre sus manos. 
-Camus no, Hades no sabe nada. No mandó a Radamanthis – kanon espero antes de hablar un poco más – Esto era idea de Radamanthis desde el inicio.
A pesar de escuchar eso él se estancó en sus propias ideas. Pensando en el trozo de chocolate que tenía en el bolsillo, ese tipo de cosas no eran de normal circulación entre los habitantes del Santuario pero para los espectros y al parecer su dios se manejaba con frecuencia.  Y en menos de una semana él se topaba con dos ejemplares. Hades le había dicho que el chocolate le ayudaría a dormir, no tener hambre y estar tibio pero ahora que kanon le contaba sobre la bebida de Radamanthis pensaba que quizá… sólo se estaban burlando de él. Quizá el chocolate hacia más que lo mencionado.
Ya no podía más.
-Vete. 
El de cabello azul no se movió. Comprendía que Camus quería estar solo, pero no quería dejarlo así. Si el dolor que percibió en sus palabras ante las conjeturas de Hades que estaba intentando reprimir, no quería imaginar la amargura que se enraizada en su corazón.
-Vete.
Repitió, quería levantar la mirada pero tenía el rostro empapado y no daría esa imagen de sí ante kanon. Muy difícilmente lloraba con público y ese gustó de verlo quebrado no lo tendría kanon.
-Camus me iré. Pero no lo enredes. Hades no sabe nada. 
-Vete.
Salió sin más. Sentía sus pies pesados pero no era para menos. Saga tenia razón, decirle la verdad era lo correcto. Suspiró intentando bajar la presión sobre su pecho pero hasta que esa situación mejore sabía que nada le quitaría esa sensación.
El viento soplo con fuerza elevando un par de hojas secas que habían caído de algún árbol cercano. Siguió su caminó con la mirada sin ningún propósito específico, sólo un descanso para su mente. No podía ignorar el hecho que Camus pensaba que Hades le mandó a probar esa bebida. Si era así estaba claro que esa relación estaba destinada al fracaso, seguro que por eso lloraba. Como le gustaría levantarse de hombros cómo en otras circunstancias y dejar que la situación tome su curso ¿Por qué tanta culpa? 
-Kanon cómo te fue.
Era Saga que salía del salón del Patriarca. Tenía que decirle a Shion la verdad de los hechos, sobre la intervención de Radamanthis y kanon. 
-¿Cómo te fue a ti?- antes de contestar Saga negó con la cabeza.
- Shion ya lo sabe - dijo exhalando aire con fuerza – Pero en realidad no creo que haga nada. La situación está tensa y las palabras de Shion fueron así: para aceptar eso como cierto tendría que reunirse a todos los involucrados, terminaría generándose demasiada desconfianza y la noticia saldría del Santuario. Pero que eso no te libra de las represalias kanon.
El aludido sólo movió la cabeza con aceptación mirando a Saga que parecía bastante estresado con el tema. No era para menos al saber los sentimientos de su hermano por el onceavo guardián.
-¿Cómo está Camus?
- Está… llegó a la conclusión que Hades mandó a Radamanthis con esa bebida – una pausa donde recordó el rostro de Camus minutos atrás – No se veía nada bien. 
Permanecieron en silencio un momento más, sin estar seguros de su siguiente movimiento. La verdad estaba revelada pero los resultados no eran visibles, nada había cambiado.  Sentían que estaban contrariados. Kanon descendió solo a su Templo y Saga fue en dirección a los Archivos para completar algunos asuntos. 
Esa semana se celebraría el cumpleaños de Athena, con toda la ruidosa y distinguida fiesta que el Santuario podía brindar y tenía meses en preparaciones. A pesar que la celebración se llevaba a cabo en los ambientes posteriores a las doce casas todo el Santuario tenía que lucir impecable. 
Kanon pensaba que durante esa semana todo sería más ruidoso. Mucha gente se reuniría para la preparación del Santuario y los preparativos de la fiesta. Sin estar seguro si eso era bueno para él, pues tal vez lograría distraerse o malo ante su evidente antipatía. 
Deseando olvidar un poco su malestar emocional busco rodearse de sus amigos. Sin anunciarse se adentró entre los pilares del Templo de Escorpio. A medida que entraba distinguió un par de voces que al principio parecía que reían, pero escuchando más claro era notorio que intercambian palabras molestas.
-Pero Milo yo te he defendido… sabes. Incluso tuve una discusión con Shura a causa de esta historia. 
-Que tiene que ver Shura. No mezclas asuntos Aioria. 
-No es mezclar. Creía que Camus no merecía la amistad de Shura pero la realidad es… que él no te ofendió Milo. Tu has sido el causante de que todos hablen del asunto. No me gusta para nada esto.
-Basta Aioria, te conté lo que hice para compartir mi emoción, no para un discurso… que inesperado.
Milo incapaz de ver las cosas como Aioria se hizo a un lado dando por terminada la discusión. Acaso Aioria no era su amigo y no entendería los motivos por los cuáles promovió todo el caos que caía sobre Camus, carraspeo molesto.
-Hasta cuando vas a estar escuchando oculto kanon.
Milo sentía que no estaban solos y que kanon escuchaba de cerca.
-Hola chicos – saludó a ambos que estaban separados por una considerable distancia – Qué pasa ¿Por qué esas caras?
-Sólo algunas reacciones inesperadas – dijo Milo aludiendo al guardián de Leo – Vamos adentró.
Dada la invitación siguieron a Milo hasta el interior de su casa. Sus reuniones solían ser amenas y caracterizadas por una buena charla seguida de risas. Pero desde hace un par de meses atrás el ambiente era tenso con el guardián de Escorpio, su carácter estaba ensombrecido y pesado. Era difícil entablar una buena conversación y era incapaz de escuchar los consejos de sus amigos.
-¿De que estaban discutiendo? – se animó a preguntar kanon una vez que Milo sacó una botella de jugo y sirviera en copas a cada uno. 
Milo se sentó en su sofá cruzando las piernas y examinando a Aioria que estaba sentado al frente. Pensó que quizá su relación estable y confortable con Shura le impedía ser empático ante su actuar. Además, el carácter de Aioria era el más correcto entre los tres. Pensó entonces que kanon compartiría un sentimiento parecido al de victoria o al menos no recibiría otra discurso como respuesta.
-Fui yo quien hizo correr el rumor de Camus y Hades – dijo al gemelo menor, kanon que permanecía de pie tuvo que sentarse ante eso –  Los vi salir de Acuario juntos y bueno… no quería quedarme sin más.
-Pero Milo… Camus fue encerrado… - kanon se sujetó la frente - ¿Por venganza? Pues si que lo has logrado. Estarás contento.
-La verdad no  - intervino Aioria – Hace mucho que Milo no está contento con nada. Milo tu no eres así.
Milo endureció la mirada, ¿Acaso sus amigos no iban a celebrar su dura venganza? 
-Milo yo soy de lo peor, te lo juro – dijo kanon sin saber cómo tratar a su amigo, él también tenía papel en esa historia, no podía arrojar la primera piedra – Pero si yo lo veo mal… es que realmente está mal.
Se cruzó de brazos sin decir más palabra. No podía negar que Aioria tenía razón, hace mucho que no estaba feliz con nada. Más de lo que recordaba, incluso antes que  terminara su relación con Camus. Parecía que se había armado un complot él mismo para sabotear su relación. No tenía más explicaciones. Que Camus es muy cariñoso, le molestaba. Que Camus está distante, le molestaba, y así muchos ejemplos de su fastidio. Lo mismo le sucedió con su venganza, creía que lograrlo y ver cumplido sus objetivos le brindaría más emociones que lo hagan exhalar todo el aire contenido que parecía aguantar por meses, contrario a eso su pecho cargaba más peso.  
-Milo considera esto una intervención – interrumpió Aioria sus pensamientos – Esto se acaba aquí. Diste un golpe en venganza pero como tu amigo no dejaré que te arruines más ¡Comprendes! 
-El que no comprende eres tú Aioria – se defendió – ¿Querías que lo dejara así? 
-Si – respondió rápido – Tu relación con Camus terminó, tienes que aceptarlo y pensar en ti. Deja de pensar en él, es problema suyo si mañana mismo decide mudarse al infierno. Literal.
-Pero…
-Aioria tiene razón – secundó kanon mucho más calmado, Aioria estaba exaltado – Si continuas pasarás a la obsesión bichito… eres mi amigo. Quiero ver que estés bien.
Milo resoplo y se puso de pie.
-Claro… que van a saber ustedes. El recién casado y el que volvió con su ex. No entienden nada. 
-Pero Milo, ya te has vengado ¿Qué piensas hacer? Buscarle acaso.
Apretó los puños… pues si, ese era el plan original, desestabilizar a Camus para mostrarse ante él como alguien en quien podía confiar pero ahora que escuchaba eso en voz alta y viniendo de sus amigos se sentía… estancado. El prometer recuperar su título de novio de Camus le había dejado una meta demasiado idílica y un camino tormentoso. Rebasando sus límites y transformándolo en una mala persona, mostrando su peor faceta y una que desconocía que podía existir.  Él no era así, era Milo de Escorpio y conocía la fuerza que el amor podía brindar…  Había amado y fue amado… 
-Tu eres mejor que eso Milo. Deja el pasado atrás – Aioria bebió su jugo refrescando su garganta y su mente – El cliché es lo peor pero no es menos cierto. Acepta que tu relación acabó Milo y empieza a trabajar en ti mismo. 
-Si bichito – dijo kanon caminando en dirección a Milo  - Es hora de dejar a Camus atrás. Ya lo lastimaste… - kanon se mordió la lengua pero continuó  - Ahora creo que viene la parte de perdonarse a uno mismo y continuar. Si, Aioria lo dijo, es un cliché.
-Pero así funciona – dijo Milo sonriendo de lado y soltando un suspiró pesado. Se masajeo el cuello notando lo tenso que estaba, lo infeliz que era y el peso que sus hombros cargaban. 
Sus amigos vieron frente a ellos el cambio de aura de Milo, parecía un paso muy pequeño pero esa expresión de expiación le cambiaba el rostro por completo.
-No puedo seguir así. 
Dijo sin más, reconociendo el dolor que se había provocado él mismo e infligido en los demás. Especialmente en Camus. 
Y siguiendo su propio proceso de  una ruptura Milo pasó de la negación, a la irá y de ahí a un intento de negociación con sus amigos para quedarse en la depresión. Esta emoción se quedaría algún tiempo más en su corazón hasta que finalmente acepte su ruptura con Camus, diciéndole adiós
 
 
Aioria salió del octavo Templo un par de minutos después, kanon se quedaría un poco más para hacer compañía a su amigo. 
Empezó con su ascenso pensando en Milo y en Camus juntos hace un par de años. Cuando parecía que nada podría separarlos y ahora se debatía una historia parecida a la de dos enemigos. Pensó entonces, que los sentimientos también podían ser volátiles, etéreos y fluctuantes. Que nada estaba dicho en realidad y sin poder evitarlo pensaba en Shura, en cómo lo amaba y era correspondido, felizmente correspondido. 
Ingresó al Templo de Capricornio sin anunciarse, adentrándose a las recámaras del interior. 
-¿Hola?
Preguntó al entrar y no escuchar sonidos.
-Estoy en el estudio – era la voz de Shura.
Aioria tomó aire a sabiendas que quizá su esposo continúe molesto por su discusión de ese día. Reconocía que estaba mal el imponer su voluntad sobre la amistad entre Shura y Camus, estableciendo que debía terminar. Imponerse sobre cualquier tema siempre estaría mal. 
Lo mejor era disculparse.
Caminó al estudio que tenía Shura en su casa. Una habitación pequeña y cómoda donde conservaba sus estantes de tamaño mediano con libros que le gustaban.  Al ingresar a la habitación lo encontró arrodillado detrás de un escritorio. 
-¿Qué haces? – se acercó para verlo.
Shura se puso de pie antes que el otro se acerque por completo.
-Estaba arreglando la conexión eléctrica de las lámparas. Creo que ya está – para comprobarlo toco un botón pegado a la pared y todas las lámparas de la habitación se encendieron.
-Genial amor – le dijo terminado por acercarse y dándole un beso en los labios – Eres fabuloso.
Shura sonrió de medio lado, esa mañana habían partido cada uno disgustado con el otro a sus obligaciones como Caballeros. Pero ese saludo era una notoria reconciliación.
-¿Cómo estuvo tu día? – preguntó Shura mientras le acariciaba un mechón del cabello cerca a su oreja.
-Tranquilo – respondió tomando el rostro del pelinegro – Shura, amor. Te debo una disculpa. En verdad me sobrepase al decirte que te alejaras de Camus ¿Me perdonas?
-No pasa nada hermoso – respondió dándole pequeños besos sobre los labios – Es un alivio que dejes esas ideas.
-No solo en ese tema. Dejaré de ser tan cabezota amor, discúlpame. 
Enamorado como estaba se regocijo en un abrazo con Aioria, estrechando su figura masculina con fuerza y deseo. 
-Eres perfecto Aioria. 
Los besos de reconciliación siempre tenían un matiz o saborcito distinto, bañados de un tinte picante y hasta juguetón. Entre la pasión que sentían por el otro sus besos pronto desencadenaron que sus manos busquen recorrerse, las caricias eran descaradas y directas, buscando desabrochar los botones, sacar el cinturón, jalar abajo las prendas.
Unidas al tacto de sus manos, se enrollaron en un abrazo y se mordisqueaban los labios y la piel del cuello para incrementar el goce de sus sentidos, pronto hallaron la superficie del escritorio como el lecho más propio para la culminación del acto. Con cierta fuerza propia del León dorado se dejó caer de espaldas sobre el escritorio terminado de sacar la camiseta de su esposo mientras este le despojaba del pantalón y el resto de su ropa. Arrojando al suelo cualquier objeto que los aleje de su objetivo.
Sin dejar de besar la extensión de la pierna fornida de Aioria la colocó sobre su hombro para asegurar una profunda y precisa estocada a esas paredes que lo recibían en un estrecho apretón, que lo hacía temblar y enloquecer, arremeter con lujuria sin medida pero le dio tiempo a su joven esposo a acostumbrarse a la invasión dejando caricias sobre el miembro erecto y expuesto. 
Encontraron su ritmo con el movimiento de sus caderas que chocaban con frenesí, que iban desde profundas y pausadas hasta rápidas estocadas.
-Te amo Aioria.
-¡Shura! Te amo.
Entre gemidos y caricias que enloquecían terminaron temblando unidos en un abrazo. Sudaban y respiraban con irregularidad pero sus miradas se encontraban brillando de amor. 
-Te lo digo una vez más, eres perfecto Aioria… 
- Te amo.
Poco a poco recuperaron la normalidad de sus respiraciones y se levantaron del escritorio. Shura paso con suavidad papel desechable para limpiar los rastros de su semilla por los muslos de Aioria y luego el abdomen manchado por la semilla del otro. Le regaló algunos besos cariñosos mientras terminaba de hacerlo, Aioria pasaba sus dedos por la cabellera negruzca prometiendo en sus adentros cumplir con su palabra de no ser tan testarudo.
Entre su silencio cómplice Aioria se ponía la ropa y Shura ordenaba un poco los objetos caídos. 
-No te vistas aún hermoso – le detuvo Shura agarrándole las manos antes que se coloque la sudadera - ¿Quieres que nos bañemos juntos? 
Con el deseo despierto de nuevo se encaminaron rumbo al cuarto de baño, pasaron por la cocina y Aioria se detuvo.
-Al salir de la bañera ¿Quieres que cocine?
-Ya preparé la comida – le dijo con algo de culpa ante la inocencia del León y sus ganas de mejorar en la cocina.
-Que súper – dijo honesto y revisó una canasta de mimbre sobre la mesa - ¿Se acabaron los bollos? Quizá pueda hacer más.
Shura lo abrazo por los hombros apartándolo de la cocina, se sentía incapaz de decirle que su comida era mala, lo amaba y aprendería a amar también esos sabores y texturas raras. 
-Podríamos hacerlo juntos – aunque también podía intervenir un poco. 
 
 
 
El día le pareció terriblemente largo y pesado. Cada segundo se carcomía en pensamientos repetitivos que a momentos le daban fuerza para lograr su cometido y otras veces lo alejaban para sumergirlo en el pozo de sus sentimientos y flanqueaba. 
Necesitando ocupar su mente lejos de sus propios problemas se enfrasco un poco en la lectura de unos libros que kanon le había llevado y recibió con cierto asombro el detalle. Le había dicho que eran títulos que parecían interesantes y en definitiva sus ojos no pudieron despegarse por algunas horas de esas finas letras sobre el papel amarillento. 
Pero cuando la noche cayó la lámpara que nuevamente Shion mando a iluminar no fue suficiente para sacarlo de su ensombrecido pesar. Shion también mandó una llave, para ocupar el pequeño cuarto de baño de esa estancia, al final del pasillo. Una vez más demostraban su confianza.
Se lavo la cara varias veces antes de meterse a su celda, dejarse caer contra el muro del fondo y mirar el cielo nocturno. Tenía claro lo que iba a hacer esa noche, estaba seguro que aunque su corazón se estrujara y cayera en pedazos su voz no se escucharía lastimera. 
Suspiró varias veces antes de caer en cuenta que tomar esa decisión iba a dejar heridas, pensaba que tenía que estar loco para ignorar sus sentimientos pero luego de pensarlo bien llegó a la conclusión que la locura sería continuar en una relación que le desestabilizaba tanto el suelo donde pisaba. 
Si… de alguna forma tenía que explicar a su corazón sus actos.  De alguna forma tenía que razonar para creerse sus propias palabras. De alguna forma tenía que mentirse a si mismo y a su corazón para poder continuar sin sentirse muerto por dentro. 
Pensó que la noche ya estaba bastante entrada y pronto aparecería el pajarillo negro para transformarse en Hades, era lógico aparecer así, su presencia sería notada sí se teletrasportaría directamente dentro la celda. 
Estaba nervioso pero no indeciso. 
Cansado pero se sentía tenaz.
Cauteloso con su corazón y… ¿Cobarde? Porque no quería escuchar a Hades. No quería entender sus razones o darle oportunidad de explicarse. ¿Por qué? Se le antojaba creerle… cambiar de decisión y dejar que sus sentimientos florezcan sin remedio.
Su mente empeñada en abrir y cerrar caminos de ese laberinto emocional que sentía nunca poder salir, recordó la pequeña fiesta de cumpleaños que Saga le organizó y el deseo que pidió en el clásico de soplar la vela.
No volver a sufrir por amor…
¿Era mucho pedir?
-Camus.
Y como invocado por sus recuerdos Saga estaba ahí. Antes de decir palabra le hizo una mueca con la mano para que no dijera nada y terminó por acercarse. Su rostro amable y confortable le sonrió cuando él también se acercó.
-Shion no sabe que vine – le dijo con algo de emoción en la voz – Qué extraño me siento.
-Si… - Camus también se sorprendió ante la conducta de Saga, nunca desobediencia nada y menos saltaba los protocolos. 
-Como sea ¿Cómo estás?
Camus tardó en contestar, no era el mejor momento, ni el mejor lugar pero su situación con Saga no podía ser ignorada por más tiempo. Era obvio que sabía de su noche con Hades y lo peor era que estuvo con él esa misma noche,  la mayor parte de la fiesta sujetó del brazo del gemelo. Incluso creyó que estaría disgustado y no era para menos. 
-Saga.
 No supo que decir para empezar a exponer sus cavilaciones. Bajó la mirada con un dejo de tristeza. Unos segundos apenas y con los dedos le levantaba el rostro con delicadeza. Se miraron unos segundos, los ojos de Saga, verdes y tranquilos contagiaron un poco de su paz a aquellas orbes que parecían tristes y titilantes.
-Lo siento Saga… 
Quiso empezar a explicarse y disculparse por parecer que todo ese tiempo estaría jugando con sus sentimientos, que nunca fue su intención lastimarlo pero Saga lo interrumpió levantando la otra mano que no tocaba su rostro y mostró una pequeña bolsa.
-Traje un aperitivo – se la entregó y Camus contrariado por la interrupción sólo atinó a ver el contenido. Era un par de emparedados de consistencia maciza y olían bien. 
-Gracias – atinó a responder sacando uno con cierta dificultad y ofreciéndola al guardián de Géminis.
-Son para ti Camus, yo estoy bien.
-Por favor no me dejes comer solo, me sentiré extraño.
Entendiendo esa sola oración, Saga tomó el emparedado y empezó al mismo tiempo que Camus que se mostraba más ávido para comer. Camus no había probado el chocolate de Hades desde el día anterior y eso lo dejaba con todas las necesidades flotando. 
-Espero algún día puedas perdonar a kanon – dijo Saga rompiendo el silencio mientras terminaban de comer.
-Soñar es gratis – respondió levantando los hombros. Saga sólo torció los labios – Pero gracias, me gustó el emparedado. 
Saga sólo afirmó en respuesta, no podía obligar a Camus a perdonar a kanon y lo entendía, pero conocía de la nobleza de sus sentimientos, era por eso que él mismo había roto sus preceptos y estaba ahí, sin autorización de Shion. Para asegurarse que Camus de Acuario estaría bien, bien sin él… y ese momento que compartían iba a ser el último.
-Antes que lo olvide Camus – le dijo sacando una botella del interior del bolsillo de su pantalón – Traje esto.
Con algo de compasión y sorpresa recibió en sus manos la botella que contenía un pequeño grillo capturado. El insecto golpeaba y saltaba inútilmente contra el vidrio una y otra vez. 
-¿Es un grillo?
-Si, libéralo y seguramente te acompañara toda la noche. 
Camus sin esperar más fue cerca a la ventana abriendo la botella con suavidad. El insecto dio otro par de brincos hasta abandonar su cárcel de cristal y permanecer sobre la roca lisa del espacio que conectaba con el exterior.
-Dijiste que te gusta el sonido que hacen. Así tu noche no será tan… triste.
-Saga.
-Si, lo que menos deseo es que estés triste Camus. 
Camus cerró los ojos apoyando la cabeza contra la pared, sintiendo precisamente que era así como se sentía. 
-Este detalle es muy hermoso. Nunca lo olvidaré. 
El grillar comenzó casi de inmediato rodeando el aire  de ese momento con un aura algo melancólica. Saga trago grueso pues lo que iba a decir no era fácil para él, pero necesitaba hacerlo para continuar. Desde el inicio de esta historia sabía que enamorarse de Camus iba a ser doloroso, al principio por su relación con Milo y ahora por su decisión de aceptar a Hades. Le amaba, y eso le había dado el poder sobre su corazón, pero no para destruirlo, sino para construirse… le extrañaría y le llevaría en el pecho latiendo pero debía dejarlo atrás… sí. Una vez más estaba sufriendo por amor, antes por Aiorios y ahora por Camus.  Pero dio lo mejor de él, se equivocó y ahora era momento de despedirse.
-Camus – le dijo para que lo mirará, el de ojos celestes como el hielo miraba perdido por la ventana, apoyado sobre la pared – Quiero que seas feliz Camus, prométeme que estarás bien y que encontrarás la felicidad que te mereces.
-Saga… - le miraba a los ojos queriendo apoderarse de esas palabras pero sólo hicieron temblar su corazón.
-Me iré Camus. 
Se levantó del suelo y volvió frente al gemelo que continuaba con la expresión amable que podía tranquilizar a cualquiera, menos a él con sus recientes palabras. Entendía que Saga físicamente no iría a ningún lado, más era una despedida de aquello que habían compartido juntos por todos esos meses y habían dejado una huella en sus sentimientos, un espacio muy especial en su corazón. 
-Nunca olvides que te quiero mucho, mucho Camus. Es por eso que te quiero ver feliz de verdad.
Y volvía a hacer ese tipo de declaraciones que no entendía y nunca entendió. Quizá ahí radicaba la razón por la cual sus sentimientos nunca se encontraron del todo, la forma de amar de Saga era diferente a la que él concebía. 
-Yo…
Y le acarició el rostro con ternura por última vez, pensando que realmente nunca tuvieron un beso verdadero. Sonrió de lado pensando que fue el destino quien lo quiso  así, para poder avanzar en su camino, para poder olvidar de la mejor manera a Camus se Acuario. 
Sujetó la mano tibia de Saga para estrecharla con las suyas. Para afrontar lo mejor posible una pérdida que ignoraba que también podía dejarlo lastimado. 
-Gracias por todo Saga. 
-Gracias a ti. No olvides que siempre estaré para ti Camus y se muy feliz.
-Quiero lo mismo para ti.
-Adiós Camus de Acuario.
Lo vio irse sin mirar atrás, perdiéndose con la noche y dejándolo pegado a los barrotes de esa celda que se estaba convirtiendo en más que un límite para su locomoción. En esas paredes sus conflictos amorosos también estaban hallando su fin. 
 
 
Sin duda el clásico sonido acompasado que hacen los grillos lo acuno durante esa noche, que se  sentía fría y bastante intranquila. Afuera de su celda estaban algunos soldados de Athena conversando al parecer de banalidades. Y por alguna razón el frío esa noche lo molestó. Se cubrió con la manta que Shura le había dado y se acomodó sobre el camastro. Molesto ante la situación al entender que Hades no aparecería esa noche. 
Continuaba con el rastro de tristeza que Saga le había dejado flotando y una acumulación de sentimientos que quería gritar a Hades, pero nada podía hacer. Estaba ahí, esperando que Hades aparezca y lograr apaciguar su corazón.
Quería lograr eso, alcanzar la paz y no provocar una reacción contraria. Pero convencido como se sentía, frío como siempre debió ser, se repetía que también iba a ignorar a su corazón, ignorar a Hades si intentaba explicarse y aplastar todo lo referente al tema.
Se quedó dormido en algún momento de la noche, cuando se convenció que debía de dejar de prestar atención a los sonidos del exterior. Hades no iba a venir y por un día más tendría dentro de si toda esa crisis.
 
 
 
-Toma.
Shura estaba de nuevo ahí, era casi medio día y encontró al guardián de la onceava casa sumido en una lectura. Lo notó distinto al anterior día, donde parecía que su piel relucía, ahora estaba con el carácter apagado, claramente tenía ojeras y sin ánimos de conversar sobre los recientes hechos. Aunque eso también tenía una explicación, quizá si hubieran estado solos sería diferente pero terciando los acompañaba Máscara de Muerte.
-Gracias – Acepto una bolsa que contenía un cambio de ropa.
-Esto también – dijo Shura con otra bolsa de papel como la del día anterior – Come.
-¿Son bollos otra vez? – no pudo evitar sonar renuente.  
-No, son… no recuerdo su nombre. Pero parecen empanadas de queso.
-¿Parecen? 
Abrió la bolsa y saco el pedazo mediano de masa horneada, tenía forma de media luna y un buen color tostado. De igual modo que el día anterior le dio uno a Shura y otro a Máscara de Muerte. El primero en comer fue este último. Los otros dos esperaron el veredicto.
-Esto está mejor que lo preparado por Afrodita – dijo dando otro mordisco - ¿Los hiciste tú, Shura?
-No, los hizo Aioria.
Ante la respuesta rio someramente – Ahora entiendo tu cara, estás obligado a comer.
-Que gracioso – respondió el Caballero de Capricornio - ¿Qué le dices a Afrodita cuándo cocina mal? 
-¿Bromeas? Sólo me lo como, ya es mucha amabilidad que este cocinando ¿No? 
Camus y Shura levantaron las cejas ante semejante respuesta. Era una muy inesperada viniendo de Máscara de Muerte. Sin decir más comieron también, el problema está vez fue la textura gomosa del queso y el grosor de la masa.
-Hablando de Afrodita – dijo el caballero de Cáncer – Partió en una misión ayer así que si no venía yo, me ganaba una reprimenda. Me dijo que viniera a darte algo y mostrar nuestro apoyo. 
Extendió la mano entregándole una pequeña caja. Camus la recibió indeciso al ver de lo que se trataba.
-¿Trajiste cigarrillos? – Shura no daba crédito a sus ojos.
-Si, me pareció lo ideal. 
-Eh… gracias – dijo viendo la pequeña caja en sus manos.
-Camus no fuma genio – aclaró Shura dándole un golpe suave en la cabeza. 
-¿Como iba a saber? Bueno, entonces mañana vuelvo con algo que no te enferme el estómago Camus – mencionó al de cabello acuamarin pero no dejó de mirar a Shura mientras lo decía.
-Ja ja ja – Shura remarcó una risa muy falsa – Muy gracioso.
-Paren, paren – dijo sacando las manos y moviéndonos como si cortará el aire entre ambos -  Dale las gracias también a Afrodita, es un gran detalle – dijo Camus parando una posible pelea amistosa y esperando que el cambio de tema funcione.
-Okay – respondió Máscara de Muerte con el tono de voz resuelto  - ¿Cuándo sales de aquí Camus? – preguntó un poco más serio.
- En realidad no se – respondió frotándose los hombros, muestra de su incertidumbre del tema y era ahí donde le pesaban.
- Cuándo salgas montamos una tremenda fiesta ¿Vale? – le animó haciendo una mueca de beber. 
-Si, no suena mal – respondió pensando que una vez afuera no saldría de su Templo más que lo necesario pasando de todas las fiestas.
Después de dibujar y pintar la fiesta en honor a Camus se fue dejando solos a ambos amigos. 
- ¿Hablaste con Hades? – preguntó de forma directa y sin rodeos una vez que Masc de Muerte estuvo lejos. Quería saber del porqué ese aire melancólico.
-No. Creo que había mucha gente por aquí anoche y por eso no apareció – se levantó de hombros desganado – Pero tal vez no iba a venir de todas formas. 
Shura torció los labios y llevo una mano a sujetar su frente. Notaba que la expresión que tenía Camus era más que una mala noche, conocía esa aura de tristeza. El color de sus ojos siempre brillaba como el hielo pero ahora parecía que reflejaban el frío de su corazón.
-¿Vas a terminar? Apenas estaban empezando – no sabía cómo expresar su frustración, Camus era su amigo y bajo ese título quería que éste siempre tome las mejores decisiones para verlo tranquilo y por supuesto feliz. Y esta le parecía una mala decisión - ¿Por qué Camus? 
-Lo he pensado mucho y es lo mejor – decirlo en voz alta le pareció completamente contradictorio a lo que su corazón le susurraba, pero desde que escucho las palabras de kanon se sentía estancado.
-Ese no es un porqué… 
-Te contaré la verdad de esta… basura – sorprendido por la elección de palabras vio que Camus sacaba el trozo de chocolate del bolsillo de su pantalón y escuchó sin interrumpir sobre la visita de kanon el día anterior. 
-Shura ¿Comprendes? – le dijo después de relatar los hechos – Sin esa bebida nada hubiera sucedido… yo… no puedo dejar de pensar en eso.
-Pero…
-Mierda. Estoy cansado de lo mismo – cerró los ojos queriendo desdibujar de su mente todos esos momentos que llenaban de ilusión su corazón, la luna, la playa y la noche tan mágica de los dos  sin tocarse en su lecho…  – Y con este chocolate sólo puedo imaginar que hace más de lo que dijo. Y ni hablar sobre eso de que le van bien mantener una relación abierta. 
Después de terminar de hablar Camus soltó un suspiró pesado, se suponía que estaba dando las razones para terminar una relación que hasta hace veinticuatro horas lo ilusionaba y llenaba su cuerpo de sensaciones juveniles y pensamientos de color rosa, pero a pesar de exponerlo todo, parecía incomprensible.
-Pero fue Radamanthis… no Hades – razonó Shura - Puedo ver por donde quieres llevar la cosa, pero me parece muy forzado. Lo peor es que ya has decidido terminar sin pensar en escuchar. 
Camus ya no dijo nada, solo apretó el metal de los barrotes. No había más explicaciones que dar, ni siquiera para él mismo ¿Por qué iba a hacerlo entonces? ¡Ah! Si, por el miedo a amar y ser destruido nuevamente. 
-Estoy cansado que todo sea tan complicado – la voz de Camus se escuchó como si podría a empezar a llorar de nuevo.
Shura intentó reducir el problema para entender mejor, resumir los puntos más importantes y encontrar algún fundamento para ayudar a Camus en su debate amoroso. 
-Dame ese chocolate. Me lo comeré yo – siempre había estado para escuchar las infinitas cavilaciones amorosas de su amigo, sintiendo que ayudaba de esa forma pero esta vez iba a actuar. 
-Shura…
-Claro, y si empiezo a alucinar con Hades tendrás una respuesta. Dámelo.
Extendió la mano indeciso pero Shura lo tomo sin dudar más.
-Me dijo que sólo mordidas pequeñas – aclaró – Comí muy poco y casi dormí de inmediato.
-Bien así será.
Camus se mordió el labio, bajó la mirada y luego apoyo la frente sobre los barrotes.
-Soy de lo peor. ¡No intentes contradecirme que eso me atormentara más! – Shura arrugo el entrecejo ante las palabras del onceavo guardián – No has dejado de venir, estás siempre al pendiente, traes cosas para mi… ¿Y yo que hice? Ni siquiera he preguntado sobre los planes de tu luna de miel. Perdóname Shura, me estoy comportado cómo si el mundo girará a mi alrededor. Ahora vas a probar ese chocolate… ¿Cómo voy a terminar de agradecerte algún día?
Shura que no dejaba de querer juntar las cejas pensó que no estaba esperando una retribución o algún tipo de compensación. Bueno, al menos sí una muy obvia.
-Estoy seguro que harías lo mismo por mi – respondió – Sobre la luna de miel, pues todo sigue en pie y partiremos después del cumpleaños de Athena. Camus además, lo único que quiero es verte bien. 
-Te quiero amigo.
-Y yo a ti.
Era muy obvio que quería ver feliz a Camus, tanto como lo era él con Aioria.
 
 
 
El cielo nocturno cubría con su manto estrellado el Santuario y sin necesidad de otro tipo de luz, la luna plateada y redonda resplandecía e iluminaba hasta los pensamientos más turbios de cualquiera que elevase la mirada al cielo. Lástima que desde su posición la oscuridad de su celda no era corrompida y mantenía su aura pesada a su alrededor. 
Había silencio e incomodidad en sus pensamientos. Tenía todo el discurso preparado pero el principal interlocutor no hacía acto de presencia.
Escuchó un par de movimientos en el exterior y su cuerpo automáticamente se tenso, su corazón sufrió un espasmo y sin más pruebas sabía que se trataba de Hades. Un par de segundos más y se repetía la escena de la otra  noche, un pajarillo pequeño de un color negro profundo y ojos brillantes se asomaba miraba con precaución alrededor para asegurarse que estaban solos y se adentraba. 
La luz silenciosa y Hades estaba frente a él. Camus no levantó la mirada, apretaba los dientes e intentaba controlar su respiración, sabía que Hades le miraba con sus ojos claros que siempre le sonreían y sus labios de algodón… sintió el tacto cálido del dios sobre su mejilla mientras su audición recogía la pronunciación de su nombre.
- Camus.
Pero continuó sin mirarlo, para demostrarle que estaba molesto, para demostrarle su indiferencia a su presencia pero también  incapaz de moverse ante la rigidez de su cuerpo, que difícil era mirarlo y cumplir su objetivo.
-¿Camus? ¿Sucedió algo?
Pensó entonces que iba a ser peor si evitaba que sus miradas se encuentren, el frío y la determinación de sus palabras tenia que ser acompañado del total de su expresión.
Levantó la mirada asegurándose de darle el matiz molesto que necesitaba. Logró su objetivo, Hades se sorprendió y automáticamente retiró la mano de su mejilla y la mantuvo cerca algunos segundos.
-Camus, lo lamento tanto… 
“¿Por qué se esta disculpando? “
-Ayer fue imposible entrar aquí, había mucha gente afuera – sonaba realmente afectado de su ausencia del día anterior – No quise faltar. 
-No es eso – su voz fue rápida y realmente se escuchó molesta. 
“¿Por qué me miras así?”
Hades dejó caer su mano que estaba suspendida cerca de la caricia que iniciaba sobre su mejilla y se mantuvo mirándole con la misma expresión un tanto sorprendida.
No podía culparlo, pensaba Hades, estaba en medio de una circunstancia por demás complicada y de difícil tránsito, no esperada ser recibido con total efusividad. De todas formas esas visitas no se trataba de él, eran para al menos acompañar un poco al dueño de tantos pequeños suspiros.
-Traje esto Camus – le mostró en la palma de su mano una pulsera de algún material de cuerda negra y fina que sólo tenía ensartada una piedra de color rojo oscuro, se veía simple pero no menos elegante – Es la primera vez que esto se ve Camus, no hay otra igual en el mundo – se escuchaba emocionado de sólo mostrárselo – Esta piedra está ligada a mi corazón… mira como brilla – un resplandor intenso lleno el centro de la piedra ovalada – Lo hará cada vez que esté pensando en ti.
“Estoy seguro que no es lo único que hace".
-No quiero esa cosa.
Hades que tenía intenciones de alcanzar una mano de Camus para ponerle la pulsera se detuvo en la acción y ante la rudeza que no se podía inadvertir más la dejo caer al suelo. El tintineo de la piedra hubiera echo eco en las paredes pero un lejano grillar rompía el silencio establecido entre ambos.
-¿Qué sucede? – su tono de voz inasible encogió en una medida importante el corazón de Camus, creía que iba a ser el fuerte esa noche, pero al parecer subestimaba a un dios - ¿Alguien te hizo daño verdad?
Camus nunca estaría mal, Hades era incapaz de atribuirle o responsabilizarle ese actuar, algo le estaba sucediendo y sabía que era algo malo. 
“¿Daño? Sí… estoy herido”.
-Ya no quiero que vengas – y su voz salió obedeciendo a su cerebro y las líneas que tenía preparadas para decir esa noche – Esto se acabó Hades. 
“Me ilusione tanto con lo que este nuevo amor ofrecía, que sólo me aleve en el aire. Volé muy alto, por eso está caída duele”.
El que cambio de expresión fue Hades, mantuvo algunos segundos los labios separados y no lograba moverse más. Camus representaba un valioso tesoro en su existencia, que encontró de manera lenta y poco a poco se adentró en su corazón, hace tanto que lo esperaba… primero esperaba verlo en el techo de su Templo cada noche sin falta, luego esperando  unos cortos encuentros en los Archivos y poco a poco esperando para ser alcanzado, aceptado por él. 
Nada de esto podía ser su culpa, seguro que algo había echo mal.
-Camus…
“No digas mi nombre en esa voz”
-Vete.
-¿Por qué? ¿Qué sucedió? – Hades se conocía lo suficiente como para no verse armando una escena a Camus, algo cómo él mismo reclamando y ponerse reiterativo escapaba a su realidad, jamás haría algo así. Pero debía y quería conocer el porqué.
Camus encontró a Hades tan estoico que le molestó sentirse más agitado a pesar de ser el dueño de esa decisión, le estaba costando cortar algo que le hacía feliz, tenía sus razones que ha momentos se dibujaban tan tontas y otras cobraban fuerza y peso. Pero el dios lo miraba con cierta calma… sólo su voz había salido para buscar una explicación.
-Que más te da – repuso al verlo calmado.
-Camus… 
“Vete, vete, vete… si te quedas más tiempo… yo"
-Yo no quise… - continuó Hades sin saber que ideas estaban dando valor a Camus ante aquello – Necesito saber el porqué. Tu y yo estábamos bien.
-¡Mentira! Siempre fue una farsa. Mandaste a Radamanthis a darme de beber eso ¡Acéptalo! Me querías a tu merced pues sabías que de alguna forma esa noche terminaríamos juntos… sólo estabas fanfarroneando y metiendo ideas a mi cabeza ¿Para qué? ¿Para qué dentro de poco me pidas una relación abierta? No de mi, jamás. Luego traes ese chocolate que sabrán los dioses que hace y ahora… ¿Qué era? Tu corazón en una piedra ¡Estoy seguro que todas esas cosas hacen algo más! 
Camus terminó de hablar e intentó recuperar la respiración normal, habló tan rápido que el tumulto de palabras se aglomeraron en su mente, sin embargo estaba seguro que habló claro y fue entendido, no era necesario repetir nada.
Hades cerró lo ojos unos segundos, seguramente dándose tiempo de procesar ese desfile de palabras tan lejanas a la realidad. Cada punto tocado por Camus merecía ser profundizado, hallando una explicación. Pero para eso necesitaba tiempo para hacerse entender. 
-Estas equivocado – le dijo serio pero sin sonar acusador. 
-No me trates como ha un niño, se lo que digo – No estaba dispuesto a escuchar razones.
-Un niño peca de inocente – le contradijo – Tu estás pecando por precipitado. 
- Como sea… 
Hades contuvo el aire, si continuaba ahí lo siguiente se convertiría en una escena, algo así no sucedería. Sus sentimientos por Camus eran muy fuertes e intentaba controlar el arrebato de su relación desmoronándose y por eso continuaba ahí, esperando la oportunidad de defender lo que sentía con el corazón literalmente en los pies de Camus.
-Seré breve – anunció quedo – Es normal que pienses que Radamanthis fue mandado por mí, pero ahora mismo está cumpliendo una pena por su atrevimiento. Supe lo que hizo en cuanto empezamos a hablar en la playa por eso insistí en dejarte en tu Templo para no exponerte. Lo demás salió de mi control. El chocolate hace sólo lo que te dije. Puedo entender que desconfíes también de la pulsera, resulta incluso lógico ¿Mencionaste una relación abierta? ¿Hablas de Shun? Eso era exclusivo con Andrómeda por razones personales. No soy ese tipo de pareja. 
Camus quiso desviar la mirada pero la tenía clavada en los ojos de Hades, viendo la transparencia de sus palabras reflejadas en las pupilas tranquilas y seguras. Pero las dudas nunca acababan.
-Si no fuiste tú el que me dio esa bebida… ¿Te diste cuenta que tenía eso en mi cuerpo y no hiciste nada? – apretó los puños - ¿Por qué no me lo dijiste al día siguiente? 
Explicaciones… 
Camus abrió grande los ojos y agudizó los sentidos, si… se escuchaba a alguien acercarse. Antes de grabar en su memoria ese último encuentro Hades desapareció sin más, esta vez no hubo pajarillo, fue una teletrasportación limpia.
-¿Camus?
El mencionado controló su pasmo y toda muestra exterior de lo sucedido en esa noche oscura y fría. De manera inconsciente se arregló el cabello y se sentó en el camastro para parecer casual. 
El sonido de unos pasos y el dueño de ellos se hicieron presentes. Unos ojos de color rosa y el cabello verde se iluminaron a medias gracias a la luz de la lámpara.
-Patriarca… - sintió todos sus órganos encogerse ante la idea se haber sido descubierto. Sumando su corazón latiendo trepidante por las palabras de Hades se preguntaba como seguía consistente.
-Esto se acaba aquí Camus… - le sonrió de lado – Vamos a tu Templo. 
Shion no esperaba una sonrisa de respuesta o palabras de agradecimiento, esperaba tal vez hallar alivio en su expresión pero Camus se veía rígido en sus facciones, sólo asintió con la cabeza y se puso de pie. Lo vio recoger algo del suelo y guardarlo en el bolsillo. No le dio más importancia.
Lo acompañó hasta las afueras del Templo de Piscis en la escalinata que conectaba con Acuario.
-Mañana habrá entrenamiento Camus. Te espero sin falta.
-De acuerdo – respondió sintiendo la brisa de la noche fría, soltando el aire de sus pulmones y asimilando que ese castigo había sido más corto de lo esperado. 
-Camus – Shion tenía la necesidad de expresar sus inquietudes guardadas, el Patriarca a pesar de sus años y experiencias sabía que también se equivocaba – lamento lo que has vivido, no merecías eso. Athena piensa lo mismo… Ojalá existiera forma de reparar el daño. 
Bajó la mirada sin saber qué decir, bien podía aliviar la culpa de Shion diciendo las palabras adecuadas o remarcar como lo amargaba el tema en más de un sentido.
No podía levantarse de hombros cómo respuesta, no ante Shion pero le gustaba la idea de no contestar nada. 
-El tiempo – dijo al final Camus pensando en que esa fuerza poderosa que gobernaba a todos iba a ser su aliado – El tiempo dirá todo.
 
Después de algunas palabras más  se despidió de Shion. Se adentró a la privacidad de su casa y sin más remilgos se deshizo de las sábanas de su cama, terminando de aplastar el tesoro de recuerdos que Hades le provocaba y su corazón le susurraba que estaba cometiendo fallas. Comió, se bañó y cerró con determinación las cortinas de su alcoba para ignorar la luz plateada de la noche y sus estrellas que le invitaban  ser vistas, también cerró la posibilidad de ver el mar y perderse en sus pensamientos. Dejar a su corazón naufragar iba a ser intolerable. 
Así debió ser desde el principio. 
Estar solo.
 
 
 
Continuará…
 
Notas finales:

Hasta aquí... siii q Camus no? Jejeje cualquier cosita solo escriban y haga me saber q tal la historia hasta ahora.

Cadi ya nos acercamos al final y saber que piensan. 

Cuidarse mucho, Saludos y abrazos.

Nos leemos!!!


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