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Te Amo y Por Eso Tienes el Poder Para Destruirme por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Como están todos?

Espero q muy bien y está historia los lleve más allá... 

Este capítulo es realmente largo pero básicamente se escribió sólo

Que sea de su agrado y no olviden los mensajitos ya sea para opinar, cartas bomba o amenazas jajaja

Sin más pasen y lean!

 

TE AMO Y POR ESO TIENES EL PODER PARA DESTRUIRME
PERO CONFIO QUE NO LO HARÁS




Capítulo 14. Sueños y el camino al castigo.



Camus se relajó unos instantes antes de tomar fuerza para servirse un vaso de agua. Pero le temblaron las manos al escuchar movimientos en su cuarto de baño y luego la puerta se abría para dejar paso a quien creía pasó la noche en el Templo de Acuario.
De estar cerca a beber agua, está terminó en el suelo por la impresión
El silencio sepulcral se instaló en su habitación, debía haber más felicidad en un cementerio, de fondo se lograba escuchar el trinar de las aves, pero ni la explosión de una bomba rompería esa aura silenciosa.
Su garganta seca y su legua sabor a ceniza le impedían decir la obviedad, el nombre de quién le fustigaba con la mirada y seguro lo lapidaba en el pensamiento.
- Milo…
Tenía una toalla secando sus manos y castigaba a Camus con la mirada. No había una sonrisa en sus labios, no había intención de intercambiar palabras, por alguna razón que Camus desconocía su antiguo novio lo miraba con rabia.
Estando desnudo bajo las cobijas, y con el malestar en cada poro del cuerpo nunca antes se sintió más vulnerable.
Vulnerable…
Quería preguntarle si había pasado ahí la noche, en todo caso si habían dormido juntos. Pero incapaz de aumentar su vergüenza al no recordar nada, prefirió callar un poco más. Sabía que no podían mirarse sin decir nada eternamente y la consternación pronto tenía que acabar. Su sentido común le decía que si Milo había pasado la noche con él, ¿Por qué tendría que estar molesto? Entonces… qué estaba pasando.
Desvío la mirada de Milo para ver ampliamente su habitación, el lado opuesto de la cama estaba desordenado, pero eso pudo haberlo hecho él mismo. Lo único que no era de su pertenencia era el saco gris que cargaba durante la fiesta y era de Hades. Ahora estaba sobre el sofá que tenía al lado de la cama.
Por fin, rompiendo el silencio y dejando de parecer una estatua Milo habló.
- ¿No vas a decir nada? “ debió ser una pregunta capciosa porque el susodicho no esperó respuesta “ Realmente no se que pensar de ti.
El que representaba a alguna estatua era el mismo Camus ahora, no quería decir nada que logré comprometerlo aún más, al menos hasta que entienda o recuerde algo.
La presencia de Milo interrumpía su proceso de armar sus recuerdos del día anterior, necesitaba su valiosa privacidad para tranquilizarse y no caer presa del pánico… ¿Qué iba a pasar si no lograba recordar nada?
- No necesito saber que piensas sobre mí “ dijo Camus, actuando a la defensiva pero más que todo para que Milo se vaya “ Si estás tan molesto… vete de mi Templo ahora.
No esperaba ese revés pero ante la fija mirada de Camus que no iba a ceder ni un poco más, Milo carraspeo con los labios, arrojó con rabia contenida la toalla de manos al suelo y se fue botando las puertas tras si.
Se quedó unos segundos en silencios sujetándose la cabeza y cerrando los ojos con fuerza, exprimiendo su memoria. Se deshizo rápidamente de las mantas y las botó al suelo para ver la cama descubierta, en definitiva no había rastros de haber tenido un encuentro entre sus sábanas. Estaban inmaculadas y su color blanco no era perturbado con ningún rastro. Sin estar seguro sobre que pensar alcanzó su bata blanca, que usaba para salir de la cama, se la puso cubriendo su desnudez y camino sin ánimo ni fuerza al cuarto de baño.
Se lavó la cara y las manos evitando su imagen en el espejo, no quería verse maltrecho de su primera borrachera tan extrema que no lograba recordar a cabalidad la noche. ¿Qué había llevado a Milo a estar en su habitación?
Sin tener por donde empezar a responder y todas las variantes a esa pregunta caminó de vuelta a su cama. Sus pies rechinaban en el suelo, se botó a la cama sin siquiera poner las manos, por unos segundos sólo contempló la oscuridad de su visión contra las sábanas blancas. El aroma… arrugo el entrecejo al percatarse del aroma que despedían sus sábanas del lado contrario al que ocupaba normalmente. Su memoria ayudada por el olor a palo de rosa, cúrcuma y limón liberaron una imagen al sentir toda esa mezcla adictiva.
Fue una figura sin rostro que lo acostaba en su cama, rodeados de penumbra, sólo la luz cómplice de la luna, su propia voz riendo mientras se ponía de pie nuevamente, “- Siempre quise hacer esto" y recordó como se había quitado la ropa en medio de su propia habitación y con un testigo que por ahora no tenía rostro y tampoco voz.
¿Sería la velocidad de la luz lo suficientemente rápida para huir de sí mismo? Respiro un poco más aquel aroma que no lograba relacionar con alguien pero estaba seguro que lo había sentido antes.
No era de Milo, ¿Acaso el portador de aquel aroma se había ido después de ocupar su lecho? ¿Había obtenido lo que quería para irse sin una palabra? Y el común denominador de todas las preguntas anteriores ¿Qué hacía Milo ahí?
Ligeramente giró el rostro sobre la almohada, sintiendo que podía darle un colapso nervioso… ¿Qué iba a hacer? Parpadeo un par de veces enfocando el saco gris de Hades sobre el sofá que estaba cerca a la cama y automáticamente recordó su desmayo… y al despertar tenía esa prenda cubriendo su cuerpo… ¡El aroma!
Las imágenes que antes le dispararon la mente obtuvieron rostro y voz…
Se había desnudado para Hades. Recordó el tacto del dios sobre su cuerpo mientras lo conducía a la habitación desde la entrada de su casa y depositándolo sobre la cama…
Hades
Hades
Hades
Sin la capacidad de mover sus músculos artículo algunos pensamientos deseando caer por los confines de la tierra. Al abismo o hacia la nada… ese sería un lugar más seguro para su corazón que se sentía utilizado, maltrecho… esporádicamente recordaba sus deseos del día anterior de volver a enamorarse y horas después de confiar en sus decisiones tenía como compañero el silencio de su amargura… de su propio dolor, un eco desdibujado de un amante que huye de su lecho.
Se sentó expectante sobre la cama al escuchar sonidos en su cocina y pasos que se aproximaban a su habitación, por unos segundos creyó que era Milo de nuevo pero su corazón palpitante le dijo que no era él.
- ¿Hades?
Dijo al verlo cruzar la puerta, el otro se detuvo bajo el umbral entendiendo que lo mejor era esperar un poco antes de aproximarse por completo.
Camus tembló sobre sí mismo y sintiendo la misma vulnerabilidad de antes adueñarse de sus pensamientos, sin terminar de comprender sin lograr relacionar los sucesos, Camus se cubrió la cara con ambas manos y soltó un sollozo.
Descontroladas sus lágrimas, gota a gota representaban sus pensamientos, sea de alivio al no saberse usado o de fatiga al no terminar de comprender nada.
Hades no se sorprendió, de echo entre las probables reacciones estaba aquella, de un Camus amnésico y nervioso, la presencia de Milo no había echo nada más que arruinar una introducción pausada de cómo se dieron realmente las cosas. Camino la brecha que los separaba y para lograr una conversación se arrodilló frente a Camus, estaban a la misma altura.
- Camus, tranquilo no ha pasado nada. Preparé café y algo más para comer… verás que con el estómago lleno empiezas a recordar algo - Prefirió no tocarlo mientras le hablaba.
Camus sin mirar sabía que tenía a Hades de rodillas frente a él, respiró hondo antes de descubrirse la cara y exponer su faceta más frágil, es decir, su rostro empapado de lágrimas. Como solía ocurrir los ojos de Hades le sonrieron el encuentro.
- ¿Tú…? “ tartamudeo la pregunta - ¿…aquí?
- Créeme Camus, anoche no me hiciste nada “ dijo animoso y procurando lograr que la expresión triste cambie “ Fuiste un completo caballero, en la extensión de la palabra y no me has tocado un pelo en toda la noche.
Camus confundido por las palabras se dejó contagiar por la sonrisa mientras enjuagaba sus lágrimas. Sin saber si creer o no en Hades lo mejor era guardar la calma, suspiro un par de veces.
- Estaré en la cocina ¿Te gusta el pan tostado? A mi me encanta y estaré listo para responder todas tus dudas.
Una vez solo y mirando sus manos sobre sus rodillas razonó que lo mejor era enfrentar su realidad y reconocer sus pasos de la noche anterior, con las dudas a borbotones Hades iba a ser su mapa y guía al mismo tiempo. Encontró ropa cómoda y una vez peinado fue a la cocina.
Era una habitación mediana y de colores suaves en amarillo y pastel. Tenía enteramente lo primordial en utensilios y muebles de pocos cajones. Lo necesario estaba a la vista no debió resultar difícil preparar el café que tenía sobre la mesa y el delicioso pan tostado de sabor crujiente. Por su parte Hades ya bebía y comía de pie apoyado al lado del tostador.
Camus sentado frente a la mesita al centro de la habitación paseo sus dedos sobre los diseños pintados en el cristal de la superficie. Tomó la taza que tenía delante y dio unos sorbos al café percatándose del sabor agradable.
- Gracias el café dulce y cargado es mi favorito “ antes de obtener una respuesta, la que sea para su comentario banal se apresuró en hablar sobre lo importante. Lo más difícil estaba echo, que era romper el silencio “ primero quiero aclarar que estaba así… solté a llorar porqué recordé algo y… pensé que estaba sólo… creí que te habías marchado sin más… y al verte, todo… dentro de mi se rompió como un dique.
Hades que no terminaba de comprender tomo asiento frente a Camus.
- ¿Quieres decir que estas feliz de verme? “ más que una pregunta vanidosa era necesaria para entender a ese Camus tan nervioso que se esforzaba por parecer tranquilo.
- Quiero decir que “ suspiro sintiendo que podía ser sincero, en este punto no tenía caso mentir “ que estoy feliz que no te hayas marchado, al despertar Milo estaba aquí… sin embargo tu no… y recuerdo algo - se mordió el labio - ¿Tú y yo…?
Comprendiendo por donde iba la pregunta y que era su turno para empezar a hablar, aclaró lo más importante.
- No ha pasado nada Camus “ las manos de este continuaban paseando nerviosas sobre la mesa, aprovechando la oportunidad Hades tomó una. Camus fue golpeado por un intenso calor en sus mejillas ante la unión de sus manos “ Ahora tenemos más contacto que en toda la noche. Sólo nos acostamos juntos y dormimos en el significado estricto de la palabra.
- Pero yo… - como iba a decirlo, si en su cabeza era todo un escándalo en voz alta terminaría colapsado “ estaba…
- ¿Desnudo? “ terminó de decir aquello que le costaba a Camus, él sólo terminó moviendo la cabeza en afirmación “ Antes de dormir te sacaste la ropa diciendo que siempre habías querido dormir desnudo.
Se cubrió la cara con las manos, la vergüenza debía ser mas que un sentimiento de terrible incomodidad ante el ridículo que hizo ¿Qué estaría pensando el dios ahora?
- Por los dioses, ¿Qué hice?
- No por los dioses, Camus. Sólo por Hades.
Terminó riendo debajo de sus manos y al descubrirse el rostro Hades también reía. Bebieron un poco más de café y sin necesidad de preguntas Hades comenzó con su relato desde el momento que se encontraron en la playa, lo mantuvo simple y omitió los detalles de su confesión que hiciera sobre sus noches contemplando el cielo juntos y sin saberlo. No quería hacer mención para no empujar a Camus ante la exposición de sus sentimientos… lo mejor sería que pueda recordar por si solo. Le contó sobre su asenso y la llegada a su Templo y la manera en que bebió antes de caer a la cama. Hizo una pausa deseando con fuerza que Camus recordara su declaración, había sido su primer “te quiero” y Camus hizo aquella proporción tan encantadora, aquella puerta al noviazgo estaba abierta pero truncada.
- Entonces no pasó nada “ Camus dio un largo sorbo a su bebida caliente sin distinguir el tipo de emociones que tenía aún.
Hades moviendo la cabeza en afirmación pensó que desde la noche anterior ya eran novios, habían pasado una noche juntos y los sentimientos que emanaban como de una fuente sólo existían en su memoria ¿Debía darle amnesia también? Quizá una lobotomía sería menos dolorosa que continuar recordando y aceptar que se esfumó, ¿Debía dejarlo así? ¿Era lo correcto? Hades se debatía entre relatar la completa verdad de los hechos y la importancia, el valor sustancial que tenía el momento vivido y atesorarlo como sucedió.
- ¿Eso es todo? “ Camus también se cuestionaba si existía algo más que Hades estaba omitiendo, sentía que algo imperioso y transcendental pujaba en su mente por salir.
- No “ Camus se mordió el labio deseando escuchar algo que todavía no recordaba “ Es sobre esta mañana, quería que al despertar tengas un desayuno esperando por ti. La resaca debe ser fatal.
- Si… gracias “ aceptó que el detalle le estaba salvando de estar entre sus cobijas deseando la muerte. Pero el cambio de tema lo desánimo.
- Cuando desperté fui a la cocina y apenas empecé a buscar lo necesario escuche que alguien entraba. Preferí que sea quien sea lo mejor era que no me vea en tu Templo, escuche que hablabas con él y nada más.
- Si… era Milo ¿Aún no entiendo que hacía aquí? Tendré que cambiar las cerraduras.
Hades mordió el pan y bebió café viendo a Camus absorto en sus pensamientos.
- ¿Estarás bien Camus?
- Si “ dijo.
Hades había prendido vagamente las luces de su memoria desde su encuentro en la playa, recordaba la sensación del mar y el frío sobre su piel… el saco de Hades cubriendo su espalda y la intensa mirada que le sonreía mientras le decía algo, había imágenes en su memoria llenas de mutismo…
- ¿Y la fiesta? Recuerdo a Milo… estaba discutiendo con Milo, recuerdo el brindis y a Radamanthis “ su voz se apagó brevemente mientras Hades abría grande los ojos.
- ¿Qué más recuerdas de Radamanthis? “ no pudo evitar sonar ansioso. Camus se sostuvo la frente mientras exprimía su mente.
- Se que baile pero no estoy seguro… ¿Me viste?
- Si “ ató cabos y obtuvo su respuesta. Sin duda era Radamanthis el autor de provocar aquella desinhibición en Camus “ Si Camus, te vi… se que bailaste con el hermano del novio ¿Cuál era su nombre?
- ¿Aioros?
- Si, también bailaste con Radamanthis y Saga.
Camus sumido en su propio afán de armar sus recuerdos no se percataba de los rumbos que Hades tenía en su mente.
Radamanthis era el responsable de la actitud de Camus, Hades iba a confrontarlo sin pruebas. Con otro dilema mental más ¿Era prudente decirle a Camus que su actitud de la noche pasada se debía a una extraña pócima? Sin conocer aun la respuesta terminó de beber su café. Casi marcaba las nueve de la mañana, Hades tenía una invitación de Saori entre otros dioses para la parafernalia antecesora a la fiesta principal.
- Lo siento.
Cuándo por fin sentía que podía pensar en comer algo sólido y recuperar el bienestar de su cuerpo unas terribles nauseas lo aquejaron de golpe, ante la mirada compasiva de Hades, Camus salió corriendo al lavabo a vomitar lo recién ingerido.
Espero paciente mientras sólo escuchaba a Camus sufrir arcadas y toser con fuerza. El proceso de desintoxicación le llevaría al menos una mañana completa con su falta de experiencia.
Mientras Camus de rodillas frente al inodoro se cuestionaba que tenía de divertido beber como lo había hecho, no recordaba ni sus propios pasos y ahora tenía el cuerpo completo resentido y adolorido, incluyendo la garganta que quedó ardiendo después de botarlo todo. Mientras se juraba que esa iba a ser su última borrachera se lavaba los dientes y recomponía su aspecto.
Estaba avergonzado de si mismo, Hades se había portado de manera comprensiva y amable, su mirada estaba lejos de ser acusadora y sus palabras no eran regaños, sin embargo él no hacía otra cosa que demostrar facetas infantiles y reprochables.
Desde la fiesta bebiendo sin medida, y luego en la playa, con la alocada decisión de meterse al mar y ya sin mencionar el desnudarse… tomó valor para salir del cuarto de baño y dar la cara a Hades. Lo encontró mirando por la ventana de su habitación, la vista daba hacia un trocito del mar.
- ¿Estás mejor Camus?
- Si… perdona por todas las molestias que te estoy dando Hades. No suelo ser así “ realmente estaba cohibido “ desde anoche que no dejó de ser una molestia.
Sobrepasado por la situación y sin saber si tendría otra oportunidad Hades se acercó a Camus, en silencio y solo contemplando la sinceridad de sus ojos le acaricio la mejilla, el cabello y rozó sus labios con los dedos. Dudando de sus decisiones guardó para sí los recuerdos de aquella noche.
- Camus, si logras recordar algo importante… dímelo por favor.
- ¿Qué? “ dudando un poco se animó a preguntar- ¿Hay algo que no me has dicho?
Los ojos de Hades que decían más que sus labios se habían vuelto tristes y opacos reflejando la nostalgia que oprimía su pecho por aplastar la verdad de los hechos.
- Sólo dejo una puerta entreabierta a lo que pueda suceder “ dijo Hades “ Si recuerdas algo importante y puedo ayudarte… no lo dudes.
Sin comprender a lo que se refería, Camus se quedó unos momentos sólo en su habitación mientras Hades ocupaba el cuarto de baño, pensaba en las sensaciones extrañas que tenía en su corazón, parecido a un presentimiento cuando algo de importancia se ha olvidado. Fue a la cocina por más agua e intentando reparar su malestar ingiero varios vasos seguidos.
Se sentía envenenado pero sin lograr morir, le dolía todo y hasta el orgullo al verse envuelto en tanto jaleo. Pero pensó que al final había hecho lo que deseaba, al menos podía decir que tenía esa experiencia guardada.
- ¿Crees que alguien note que tengo la misma ropa que ayer?
Hades salió del cuarto de baño peinado y aseado, remangando su camisa y abriendo los primeros botones dejando parte de su pecho expuesto. Por algunos segundos los ojos de Camus se perdieron en la nívea piel de sus marcadas clavículas y la línea vertical de sus pectorales.
Deseo
Deseo
Deseo
Desvío la mirada de una manera obvia para Hades, tanto que le devolvió la sonrisa y el espíritu que gritaba que agarré a besos a Camus, pero funcionando como paliativo se animó a invitarlo a salir al día siguiente, una cena al mismo lugar que fueron la anterior vez. Para su alivio y creciente esperanza Camus aceptó sonriendo.
Olvidando el asunto de la misma ropa, pregunta que no captó Camus por los rumbos de sus pensamientos se dispusieron a salir de Acuario.
- Yo también tengo que ir hacia los aposentos del Patriarca, tengo que ver como quedó la sala donde se llevó a cabo fiesta.
- Comprendo Camus, pero no es prudente ir juntos. No quiero que tengas problemas.
- Si “ Camus tenía en mente las reglas que había trasgredido con su conducta. Estaba prohibido la estancia de extraños al Santuario sin Autorización y era penable en horarios nocturnos. Pero también estaba convencido que el resto de sus compañeros tenían cierta flexibilidad con esas cosas “ Se que fuimos contra la norma pero varias veces algunos… Espectros han pasado la noche en el Santuario y también Guerreros Marinos, en fiestas ruidosas y también “privadas”.
- ¡Oh! De todas formas lo mejor es no exponer así tu Templo y a ti mismo.
Estaban en la puerta, casi a punto de salir. Era hora de la despedida.
-Gracias Camus “ tales palabras lo tomaron por sorpresa “ Está noche fue por mucho mágica.
Quería besarlo. . . Ponerle la cereza al pastel, hacer estallar los fuegos artificiales, que trinen todas las aves.
- Gracias a ti por tu paciencia “ Camus se arregló el cabello mirando nerviosos a Hades y sus labios, estaban en el umbral de su casa pero también en el umbral de un beso, el ambiente lo decía, los labios de Hades lo decían… Camus… lo deseaba. Sin asumir o responsabilizarse del todo de sus ansias cerró los ojos sabiendo que estaba cerca.
Y el invierno llegó a su cuerpo cuando el beso esperado se depositó en su mejilla.
- Ayer te prometí que no volvería a robarte los besos “ aclaró Hades sin darse cuenta que Camus experimentaba la desilusión.
- ¿En serio? Y que dije yo.
Hades carraspeó “ Qué mis besos te hacen feliz.
En respuesta Camus sonrió, inseguro sobre si era algo que normalmente diría en voz alta pero si hacia remembranza el día que fue besado por sorpresa… si fue feliz.
Vio a Hades partir Templos arriba con cierta discreción, se quedó apoyado en la puerta abierta viendo como se alejaba. Tallo en sus ojos las largas piernas, tan fornidas, el cinturón de cuero que marcaba su cadera y abría paso al diseño cabal de su camisa… su cabello negro brillaba con los rayos del sol… antes de darse cuenta que adornada a Hades en su mente, estaba soltando algunos suspiros. Ofuscado agitó la cabeza intentando devolver la capacidad de razonar pero cada que su mente encontraba algún silencio recordaba su habitación oscura, los ojos de Hades brillando, testigos de su ropa cayendo prenda a prenda al suelo. Desnudo y… ¿Y?
Se comió un par de uñas mientras ordenaba los restos de lo que fue una fiesta de bodas. Pensó que estaría peor pero básicamente casi todo estaba echo, sólo limpiar algunos detalles como los adornos de las mesas y la vajilla de la cena. Llegó a la conclusión que Milo había echo su parte de ordenar el lugar. Mientras dejaba en el cuenco de basura los restos de algunas flores escuchó cerca de ahí algunas risas y voces. Subió un par de gradas para ver el jardincito que antecedia a los Archivos, estaba lleno de personas vestidas de togas formales y ostentosas, Hades entre ellos era el único que vestía de civil con su traje y camisa azul semi abierta, conversaba con otro dios, Apolo y su hermana Artemisa, las diosas como ella estaban envueltas en vestidos largos y de telas ligeras. Había más dioses y miembros del Olimpo.
Una semana antes del cumpleaños de Athena ella reunía a todos los altos mandos del club de dioses y les entregaba la invitación a la fiesta. Sea por las razones que ella tenía ese año prometía ser mas pomposa y elegante. Las expectativas de Saori eran altas está vez, al parecer se sentía presionada.
Sin ser capaz de explicar su actuar Camus se encontró a sí mismo detrás de un árbol frondoso, el más cercano que tenía para ocultarse y mirar de cerca un poco más a Hades. La conversación que tenía con Apolo parecía entretenida, reía y comentaba.
Una vez más con una uña entre los dientes armaba los pedazos de sus recuerdos, intentando teorizar los espacios vacíos, los largos silencios que permanecían mudos… y porqué se despojó de su ropa, prenda a prenda… desnudo y…
Suspiró comprendiendo que tenía cierto sabor a poco, que algo más quería… que la galanura y mesura de Hades habían dejado la puerta abierta a la fantasía, al deseo… a la acción.
Cuando se sintió lo suficientemente tonto al darse cuenta que se escondía detrás un de un árbol para ver a Hades se giró para continuar con la limpieza del salón.
- ¿Milo?
- ¿Qué haces ahí? “ el caballero de Escorpio lo miraba de cerca sin hacer ningún esfuerzo por esconderse.
- Nada “ respondió automático apresurando sus pasos al salón. Milo caminó detrás de él.
Al terminar de secar cada copa limpia y guardarla en su caja se cansó de tener a Milo cerca, como si de un vigilante silencioso se tratara. Hasta entonces estaba evitando una confrontación directa, quería, si podía conversar tranquilamente sobre su presencia en la mañana en su Templo. Pero Milo apoyado en la pared a unos metros de él lo hacía difícil.
Antes de volver a su Templo y ahogarse en litros de agua decidió ponerle fin al asunto.
- Milo, lo mejor es que me devuelvas mis llaves “ las razones que tuviera para importunarlo esa mañana no iba a cuestionar, sería darle pie a Milo para molestarle más.
- Por lo menos has venido a ver el estado del salón “ contestó, al parecer había temas pendientes entre ellos que Camus no recordaba.
- Claro que iba a venir “ le dijo “ Se lo prometí a Shura y Aioria.
- Que bueno que eso es importante ahora.
Milo tenía rabia contenida y demostrando una vez más su forma de ser, no iba a atacar directamente. Jamás demostraba sus verdaderas razones y ahora menos, podía llorar de rabia al ver a Hades y Camus salir juntos de Acuario. La espera oculto entre los pilares le confirmó que Camus había tenido la compañía del dios en la noche… pero tenía la forma perfecta de desquitarse, no se iba a quedar con esos sentimientos sin convertirlos en algo más. Camus conocería las verdaderas consecuencias de sus actos.
Sin tener la capacidad y las ganas de transformar cualquier conversación en una guerra Camus giró los ojos y pensó que lo mejor era su plan original, cambiar las cerraduras a su casa. Dispuesto a dejar a Milo tal cual camino a la salida.
- ¿Me vas a dar la razón? “ le dijo aumentando suficientemente la voz para ser escuchado y camino la misma distancia de Camus hacia la salida, para decírselo de frente - ¿Cómo estuvo? Nadie te lo hará mejor que yo ¿Verdad?
- ¿…qué?
Antes de terminar de preguntar a qué rayos se refería su mente le trajo otro recuerdo tan rápido como un trueno que cae solo una vez en el mismo lugar.
“- Cuando tengas sexo con alguien más te darás cuenta que nunca será igual…”
Sin recordar el contexto total de esas palabras Camus no iba a tolerar que Milo lo insinúe de nuevo, ya lo había dejado la noche anterior, está vez no. Su cosmos estalló de pronto, sin aviso pero lleno de furia, levantó un puño entregando su enojo al golpe despedido de hielo.
Milo recibió el poder de lleno en el pecho, y por la fuerza salió volando algunos metros estrellándose en las gradas que ocupaban antes, las que antecedían al jardín.
- No vuelvas a mencionar algo parecido “ la noche anterior se había marchado sin responder a su ofensa pero ahora… sentía todo ese enojo y frustración “ Levántate y atrévete a repetirlo Milo.
El mencionado casi saltó al recuperar la movilidad de sus piernas y sacó su afilada uña color carmesí.
- No eres más que un bicho rastrero y ponzoñoso.
Camus fuera de si, como nunca antes se sintió superado por el enojo y sin medir el cómo, cuándo y dónde continuaba exponiendo la fuerza de su cosmos en una aura azulina que lo rodeaba.
Antes de responder el barullo a su espalda lo impidió. Todos los invitados de Saori se hacían testigos de su pelea. Algunos confundidos por la exposición de violencia entre compañeros de armas, otros emocionados por una posible demostración de fuerza dorada.
- ¿Qué es lo que sucede? “ Athena se abrió paso para ver a dos de sus Caballeros en plena pelea, Shion como Patriarca nunca se separaba de la diosa en esos eventos, llegó junto a ella. Sin embargo, no se quedó a esperar explicaciones. Bajo las gradas y caminó hacia Milo y Camus.
- Rodilla al suelo y luego márchense en silencio.
El murmullo apresurado de Shion sonó a reproche y ambos obedecieron de inmediato la orden haciendo la inclinación de respeto a su diosa y el demás séquito, se pusieron de pie y caminaron gradas abajo.
Por los segundos que tuvo disponibles Camus miró a Hades, su mirada de preocupación denotaba entre las demás curiosas. Ahora mientras bajaba la escalinata de piedra se preguntaba cómo había perdido el autocontrol que tanto lo caracterizaba, una provocación repleta de cizaña digna de Milo sólo consiguió convertirlo en un espectáculo público. Ese mismo Caballero caminaba detrás de él, murmurando algunas palabras qué seguro tenía atragantadas. Al pasar entre Piscis y Acuario se encontraron con Dohko sentado en la fría piedra. Camus quería pasar de largo después de un saludo pero él los detuvo.
- Esperen chicos “ también detuvo a Milo - ¿Vienen de arriba? ¿Cómo está la cosa?
- Podría estar peor Dohko pero bueno, Athena tuvo una pequeña demostración de lo hormonal de algunos.
- Basta de molestar Milo “ refunfuño Camus sintiendo que podía golpearlo de nuevo - ¿No has tenido suficiente?
- No me digan que han peleado allá arriba, sentí tu cosmos Camus “ el que solía ser llamado viejo maestro se estaba arrepintiendo de tener que hablar con ellos y presenciar una discusión “ Como lo ha tomado Shion.
- Mal, nos echo “ respondió Milo.
- Permiso.
Desconociendo la totalidad del porqué la preocupación de Dohko, Camus los dejo ahí. Quería alejarse rápidamente de Milo y su hábil lengua venenosa.

Decidido a olvidarse de Milo y cualquier cosa que venga de él se metió a bañar para así conseguir aliviar un poco el malestar por la resaca y la trasnochada. Su cuerpo se purificada de tanto alcohol ingerido y agradecía no estar pegado al inodoro devolviendo todos los juegos gástricos de su estómago y mientras se secaba el cabello ya había dejado atrás las molestas palabras y su reacción a ellas. Su mente era incapaz de distraerse de la realidad que se pintaba en sus sábanas que se empeñaban en dibujarle los pensamientos de color rosa, como una bruma terca que rodaba la misma película… él sin ropa frente a Hades, recordaba su expresión de labios entreabiertos, el fuego de sus ojos claros ante un Camus desnudo… y… ¿Y?
Cayó sobre las sábanas que olían a palo de rosa, curcuma y limón. Sonriendo al descubrir que se sentía tan intenso como su propio dueño, cerró los ojos para evocarlo con el pensamiento y esforzarse en recordar algo más de aquella noche, con lo poco que sabía se sentía autor de una perversión inmaculada, dormir juntos sin hacer nada era tan electrizante que sólo lo prohibido era lo único que le superaba.
Antes de ese día no había pensado siquiera en acostarse con Hades, y ahora era lo único que le taladraba la mente, aquello que se lo había negado y había estado tan cerca de hacer… ¿Qué le había detenido? De todas formas reconocía sin necesidad de estar ebrio que Hades le parecía tremendamente apuesto y deseable a compartir su lecho, tenía una actitud que le agradaba y se llevaban bien. Era gracioso, inteligente, muy fuerte y sobre todo amable en su manera de tratarlo, tan atento…
¿Por qué no lo había echo? Si… quería… después de todo estaba desnudo y… entregado…
Asustado por sus propios pensamientos se ocultó debajo de sus mantas. La oscuridad creada ahí abajo le daba falsa sensación de seguridad pero era eso o afrontar sus nuevas emociones, sus nuevos sentimientos. Sentimientos por Hades…
¿Y porque Hades no le había saltado encima? Acaso no era mutuo el deseo ¿Acaso no era una víctima, una presa perfecta? Antes de que sus propias dudas hagan erupción como un volcán se sentó en la cama pensando que lo mejor era la calma, la paciencia, de todas formas tenía una cita con el dios al día siguiente para cenar. La materialización de la palabra “cita” hicieron que todo su cuerpo quede inerte sobre la cama, cuatro letras que lo ponían ansioso, nervioso y hasta feliz… viendo el techo blanco se perdió en esos pensamientos.

Se vio así mismo arreglando su ropa con esmero, cada ebra de cabello en su lugar y comprobando la frescura de su aliento. Estaba lívido pero decidido, nunca antes se había sentido más seguro y sensual. Sin embargo, la gran puerta que tenía delante era demasiado grande y oscura, creía que detalles así no importarían pero la estructura colosal provocaba flaqueza a su seguridad. Levanto la mano para tocar la puerta pero antes de lograr contacto se abrió sola, rechinaba y era lenta.
Traspaso la oscuridad sin sentir miedo, quizá porqué sabía que al final del pequeño pasillo estaba él. La luz lo cegó un poco pero al acostumbrarse vislumbro la misma salita redonda de cuadros antiguos que antes visitó el día que recogió los manteles.
Recordando que ese era su propósito, Camus apretó la bolsa que traía en las manos, quería devolver los manteles que tan amablemente Hades había proporcionado.
Camus se paseo en silencio unos segundos, mirando y sin mirar detenidamente lo que le rodeaba, al escuchar pasos aproximarse sabía que era él. El dueño de tantos pequeños suspiros…
Nervioso por tantos pensamientos tan cursis prefirió mantenerlo simple, entregar manteles y luego irse de vuelta al santuario.
- Hola Camus ¿Cómo estás? “ estaba frente a él, la diferencia de altura no era mucha pero se notaba y está vez el dios estaba vestido con togas formales y de color blanco. Su larga cabellera esparcida sobre los hombros enmarcaban su rostro perfilado. Una vez más corroboró que sí le gustaba, lo encontraba atractivo y sensual.
- Bien, vengo a entregarte esto. Muchas gracias…
Hades tomaba la bolsa de sus manos y pronunciaba algunas palabras en respuesta. Sin embargo. Camus no podía escucharlas, estaba ensimismado mirando el contorno de sus labios y la forma de cómo dibujaban las palabras, le sonreían y también sus amables ojos claros, incluso vio una bruma de color rosa flotando en el aire adornando a Hades… sin poder resistir más y sin siquiera intentarlo se abandonó a sus deseos.
Acortó la distancia que los separaba logrando pegar sus cuerpos y sin más cavilaciones, absurdas en ese momento, unió sus labios en un ávido beso que no dejó nada de espacio entre sus lenguas. Era una danza que al parecer conocían, como si la hubiesen practicado porque el deguste era exquisito. Sus manos se entrelazaron en el cuello de Hades y las de él abrazaron a Camus por la espalda, estrechando su cintura, delineando su cadera.
- Si “ afirmó Camus a una pregunta que Hades no hizo, pero ya la conocía, la ansiaba y en vez de esperar se adelantó.
El otro sabía a lo que se refería, sea por el tono de voz de un gemido necesitado de más o a las sugerentes caricias que rondaban el pecho de Hades por debajo de la abertura de la toga, queriendo alcanzar mucho más abajo.
- Si “ pidió de nuevo cuando fue mordisqueado de la oreja y hábilmente los botones de su ropa iban cediendo.
Su cordura y escaso raciocinio le pellizcaron la mente unos segundos, sólo para que se percate que estaban en una sala pública, cualquiera podía pasar, verlos ahí. A un Camus que estaba sin ropa de la cintura para arriba enroscado en el cuerpo del dios, tocándose sin pudor, con deseo y ansia.
Otra vez no fue necesario decir lo que pensaba, Hades lo sabía. Sin romper el beso que los unía y tenía a sus lenguas ocupadas lo cargo con ambas manos, automáticamente Camus enrosco ambas piernas contra la cadera de Hades y su espalda, rozando la dureza de su excitación con la del otro. Mientras el dios con sus manos agarrando los glúteos de Camus en fuertes apretones que sólo los excitaba más, caminó algunos pasos, abriendo una puerta doble y cerrándola al entrar. Camus se separó un poco para ver los alrededores pero estaba en penumbras provocadas por una gruesa cortina al final de la habitación, al centro había una cama… estaban en la alcoba de Hades.
Aún sujeto y enroscado Hades terminó de caminar esa pequeña distancia. Tomo a Camus por la cintura y sin mucha galanura, propia de él, lo arrojó a la cama. El Caballero tuvo apenas segundos para sentir la suavidad de las sábanas o del colchón, recibía sobre sí el peso del dios. Los besos eran más marcados, destinados a que se esparcieran por el resto del cuerpo, bajando por su cuello y por su pecho ya desnudo.
Cuando su lengua bajaba peligrosamente por su ombligo se detuvo. Se levantó de la cama y corrió de golpe las cortinas. Era de día y la luz del intenso sol lo aturdió un momento.
- Quiero verte todo “ explicó Hades sin más al tiempo que el mismo se quitaba la toga, exponiendo su ropa ligera. Mientras se acercaba a la cama se desnudo sin tapujos, ni ceremonias, lo hizo a la atenta miraba de Camus que disfrutaba cada milímetro de ese cuerpo.
Pensaba que se acojinaría, que la vergüenza podría más que él, pero la fuerza del acto sacudía con violencia su corazón pidiendo más… descolocando todo pensamiento útil o moral. Estaba entregado al deseo que le provocaba y no se detendría hasta al final.
Las sábanas de seda negra fueron estrujadas varias veces al sentir las sacudidas erráticas al que su cuerpo era sometido… el placer… tan idílico, paradisíaco e indescriptible. No solo era su lengua que atendía su sexo con maestría y encanto, también sus largos dedos que lo preparaban para el punto culminante. Su voz excitada que le elogiaba entre susurros eróticos y palabras demasiado descriptivas.
- Oh! Camus de Acuario, estas en mi cama, desnudo y a punto de ser penetrado.
Se lo dijo de cerca, mirándolo a los ojos y sonriendo con complacencia mutua, le acaricio el cabello húmedo de la frente y le beso con trémula los labios.
En unos segundos la mirada de Hades cambió de completa lujuria desenfrenada a una de ¿Cariño? ¿Dulzura? Sus pupilas tenían una tranquilidad contagiosa, Camus se perdió en sus orbes de color claro logrando respirar sin temblar… sus manos se encontraron para entrelazan los dedos, quizá un toque más intimo que la pasión de sus cuerpos desnudos.
- Te quiero Camus.
La declaración le sonó conocida y gozaba escuchándola de nuevo, sin estar seguro cuando fue la primera vez receptor de esas palabras, sonrió al darse cuenta que podía corresponder sin miedo, corresponder en serio.
- Seamos novios “ su voz salió de su garganta sola, superada por los sentimientos en su corazón y cincelados en su cuerpo, él y Hades… sí, sentía que podía ser real.
Se devoraron a besos nuevamente, con afán de consumir por completo el acto de amarse. Anhelando el momento de entregarlo todo, eso sentía Camus, que quería, que podía hablar a través de su cuerpo sin palabras y deshacerse de sus miedos, superarlos.
Ambas piernas de Camus flanqueaban a Hades flexionadas para darle mejor acceso y profundidad y éste encontró su lugar, dejando más besos en los labios carnosos, se adentró de una estocada.


Y Camus despertó.
Fue peor que despertar por un cubo de agua fría en la cara, estaba agitado y empapado en sudor. Tardó varios segundos en darse cuenta que nunca salió de su Templo y no vio a Hades desde la mañana… un sueño, todo había sido un sueño. Se tapó la cara con ambas manos, quizá para ahogar un grito o para escapar de si mismo, inhalando aire con necesidad urgente de entender que le sucedía, por donde empezar a comprenderse. Nunca soñó algo parecido ni por si acaso, y el erotismo de su sueño era tan vivido… tan real… tan… tan… sin completar las palabras exactas terminó por enredarse en sus propias sábanas, al igual que sus ideas. Pero al final, sonrió… “- Te quiero Camus”
“- Seamos novios”
Qué más daba, de vez en cuándo podía darse el lujo de enloquecer.


Cuando ya estaba por anochecer y el sol claudicaba por el horizonte, dejando rayos de sol rojizos sobre el mar, tiñendo del mismo color el cielo Camus tenía razones por las cuáles también claudicar a tanto enredo. Se había rendido a tanto estrés emocional y deseando adormecer su mente lejos de los temas que exigían su atención se dedicó a otras cosas. Con guantes de goma en ambas manos, el cabello sujeto en un moño y la ropa holgada se dedicó a limpiar minuciosamente la cocina, habitación y bañó de su Templo.
En ese momento cepillaba y fregada con esmero y diferentes productos de limpieza que prometían milagros las hornillas de la cocina, el horno les había precedido y a pesar de no ser usado en muchas ocasiones lo mejor era no olvidar ningún recoveco. Quizá después de lavar y limpiar todo, podía pintar las paredes de toda su casa, un nuevo proyecto para mantener ocupada su mente y cansado su cuerpo.
Al momento de limpiar el lavaplatos y sacarle brillo a la canastilla alguien toco su puerta.
Sólo se saco un guante de goma dejándolo sobre mesa y abrió sin más. Era Afrodita, se veía relajado y fresco, su sonrisa de saludo cambio a asombro al ver el aspecto de su compañero de armas, un solo vistazo al interior del Templo le dieron toda la información que necesitaba.
- Hola Afrodita, perdona. Estaba haciendo algo de limpieza.
- Si, ya veo.
Sin esperar invitación se adentró sólo a la casa, Camus cerró la puerta y se saco el otro guante.
- Vengo a darte esto - Afrodita le entregó la bolsa que contenía los manteles de la boda.
- ¿Por qué los tienes tu? “ esa información estaba pérdida en su memoria.
- Ya veo que no recuerdas… ¿has tenido mucha resaca? “ Afrodita siendo como era se invitó a la sala de estar y tomo asiento en los sillones mullidos de color azul. Camus caminó detrás de él sin saber que pretendía el caballero de Piscis, no le desagradaba pero no quería vida social en ese momento.
- Ni la menciones “ la verdad casi acababa con toda su reserva de agua.
Una vez ahí, pensó que podía sacarle partido a la presencia de su compañero y armar las piezas faltantes a su noche de fiesta y alcohol. Pidió a Afrodita que le contara sobre sus pasos y lo que sabía. El relato que recibió fue simple y coincidió en los detalles de la fiesta con los mismos que le describió Hades. Su compañero fue más específico en lo referente a lo sucedido en la casa de Tauro, gracias a esas luces que tenía Camus entendió el contexto de las palabras venenosas de Milo, que lo atacaron nuevamente por la mañana.
- Gracias Afrodita, en verdad me ayudas mucho.
- Para eso están los amigos “ dijo sonriendo con sinceridad “ Nos preocupamos con Shion sobre tu paradero ¿Dónde fuiste?
- Quería meterme al mar… - comentó Camus entregando la información restringida “ Ver la playa de noche.
Pero de repente tenía la necesidad, la urgencia de decirlo, sacarlo de su cabeza, exponer a otro ser vivo tantos pensamientos alborotados, sentía que si lo guardaba más… iba a estallar.
- Y me encontré de sorpresa con Hades en la playa “ lo soltó como si las palabras quemaran, rápido y casi alzando la voz.
Afrodita que mantenía el semblante normal, tuvo tiempo para cambiar de expresión
- ¡Qué! ¡Camus! Eso es… genial, fabuloso…
Camus que se mantenía quieto abandonó su máscara de serenidad y se sujetó la cara con ambas manos.
- Ya comprendo todo este lío “ Afrodita se puso de pe mientras señalaba su alrededor “ cuando estás estresado te da por limpiar tu casa… es mejor que ir de compras, si. “ se refería a el mismo - ¿Pero que pasó entonces con Hades? “ recuperó su lugar al lado de Camus “ ¿Se besaron? ¿Lo hicieron en palaya?
La discreción no era lo suyo y menos la paciencia pero Camus al menos ya no estaba hermético sobre el tema. Miraba a Afrodita de reojo mientras este continuaba formulando teorías.
- Nos encontramos… si… pero no pasó nada de eso “ aclaró “ No estoy seguro de qué hablamos porque no lo recuerdo.
- Oh… - Afrodita podía percatarse del semblante menoscabado de Camus, era obvio que el tema le pesaba “ Pero tu Camus… ¿Qué sientes por él? Eso es lo importante.
- No hubiera estado nada mal que nos besáramos en la playa “ admitió pensando que el escenario era perfecto.
Como si la historia fuese suya Afrodita se sujetó el pecho y lanzó un suspiro. Camus ya no era dueño de sus palabras, al parecer lo importante era seguir hablando de Hades.
- Que lindo… espero que te vaya bien Camus y esa cara triste sea cosa del pasado… estamos vivos para ser felices y no para sufrir más.
A pesar de recibir palabras tan comprensivas y sinceras no quería decirle a nadie que Hades había pasado la noche ahí ¿Era mentir? Solo cuidaba su privacidad, pero… cuando debatía sobre si era buena idea o no, Afrodita se puso de pie.
- Me tengo que ir, quedé con mi Maski dentro de un momento.
Lo acompañó hasta la salida disculpándose por el desorden y agradeciendo por entregarle los manteles, recibió más palabras de apoyo y de su emoción.
- Y no es necesario que lo menciones. No se lo contaré a nadie.
- Gracias.

Recordaba la conversación que escuchó, una y otra vez en su cabeza, de manera persistente y odiosa. Saga cansado de los dolores de cabeza que lo aquejaban tenía que soportar una razón más para sujetarse la frente y no ceder a la irá que le provocaba el tema.
Frustrado y hasta herido busco someter su atención y cuerpo al ejercicio, fue el único que entrenó en día domingo y se dejó el aliento en cada golpe. Recordando lo escuchado…
- ¿Estás hablando en serio? “ la voz de kanon era susurrante, rápida y burlona. Estaba en la casa de Géminis hablando con el Espectro Radamanthis en la sala de estar. Desde el día anterior que no se separaban.
Saga permaneció quieto y oculto ante la duda, cualquier tema que su germano gemelo trate con ese tono de voz merecía ser escuchado, tanta burla parecía peligrosa.
- Si. Lo sentí sin duda. Era Hades… pasó la noche en Acuario y salió está mañana de ahí.
No había más después de eso, Radamanthis y kanon decían algo más en tono burlón y reían. Saga pensó que ojalá el también pudiera reír
Después de una ardua sesión de ejercicio cayó en cuenta que nada le sacaría la molestia de la mente, fue a su Templo a bañarse y comer algo, pero la presencia de Radamanthis ahí le impedía encontrar calma. Respetaba a su hermano y su decisión de congeniar con el Espectro pero ese día en particular la cabeza le dolía demasiado. Se encerró en su habitación de paredes desnudas y muebles limpios pero era demasiado silencioso, se acostó agarrándose la cabeza hundiendo lo más que podía la cara contra la almohada… ¿¡Por qué Camus había jugado así con él!?
Y atrapado entre el silencio y la rabia encontró que el único que podía calmar su dolor era el mismo que lo provocó.
Antes de lo esperado llegó a la casa de Acuario, suspiró sin sentirse cansado, la caminata no logró disipar su rabia o dolor de cabeza, es más a cada paso se intensificaba. Toco la puerta que conectaba al interior de sus habitaciones y sin esperar demasiado Camus lo atendió.
Lo encontró con vestimenta holgada y el cabello desordenado. Se saludaron con amabilidad y Saga ingresó a la sala de estar. Había algo diferente en Camus, su actitud no era la misma del día anterior, parecía que de antemano conocía de su enojo.
- Saga hay algo que tengo que decirte… - Camus llegó al punto donde tenía que ser claro con sus sentimientos, Hades amaneciendo a su lado lo convertía en algo definitivo y no podía dejar más tiempo expectante a Saga. Pensó entonces que lo mejor era ser claro “ Saga…
Pero fue demasiado rápido, Camus no lo vio venir, jamás esperaría algo así.
La mirada calmada de Saga continuaba siendo la misma con la que llegó, sin un pasmo de diferencia pero su cuerpo exteriorizaba todo el enojo que le producía el saber que entre esas paredes Camus había consumado el acto con Hades. El sólo pensarlo conseguía que apreté con más fuerza el cuello de Camus. Lo estaba estrangulado con ambas manos y usado el peso de su cuerpo empujó el otro cuerpo hasta chocar con una de las paredes. Camus no sólo no podía respirar y temer que su cuello sea roto a punta de presión sino que la cabeza le retumbaba por el golpe… su mente no lograba entender que le pasaba a Saga.
Antes de perder el último hálito pensó que no importaba las razones de Saga, sino salvar primero su vida.
- ¡No lo harás!
Antes de concentrar su cosmos para atacar a Saga y congelarlo este lo derribó asestando un golpe con precisión y fuerza en el rostro de Camus.
Una vez en el suelo escupió algo se sangre antes de proporcionar a sus pulmones el preciado oxígeno que le reclamaban.
- ¡Que rayos te sucede!
Gritó al momento que se ponía de pie y vislumbraba a Saga, impasible y firme delante de él, como si no fuera el autor del golpe recibido en la cara y luego ser estrellado contra unas sillas antes de caer al suelo.
- ¿Qué me sucede a mi? “ Saga vio que Camus hacia una considerable distancia y empezaba a concentrar su cosmos para defenderse “ Pues es sencillo, tú has estado jugando conmigo, vine aquí para jugar contigo.
Antes ya había demostrado sus celos, si pensaba bien, Saga era capaz de ofender con insultos ante la amenaza de perder algo que creía era de su propiedad.
- Jamás jugué contigo… - Camus estaba seguro que tales argumentos no funcionarían, lo mejor era hacer distancia y olvidarse que Saga alguna vez existió “ Ahora vete de mi Templo ¡Vete! No quiero verte nunca más.
Esa cuerda tensa era la última de su razón y con esas palabras Camus terminó por romperla ¡¿Entonces para el Caballero de Acuario era así de sencillo sacarlo de su vida, para el Caballero de Acuario no significaba nada… su actuar no inspiraba una explicación al menos?!
- Vete ahora, sino te haré un ataúd aquí mismo “ gritó en nueva cuenta, esa mirada impasible de Saga le advertía que algo más quería “ Te mataré.
Y como en un parpadeo una ventisca alborotó el aire a su alrededor. Tanto así que la mesa y sillas salieron volando algunos metros y las cosas de sus repisas terminaron quebradas en el suelo. Y una vez mas Saga estaba a milímetros de distancia, estaba seguro que con sólo tocarlo había llegado a congelar parte del pecho y los brazos pero aún así lo había sujetado del rostro con una mano abierta y con la otra lo asió de la ropa sobre el tórax, con ese agarré lo estrelló contra el suelo.
Aturdido y con el corazón latiendo a mil recibió otros par de golpes en el estómago que lo dejaron sin aliento y la sensación del regusto caliente y metálico de sangre en la boca.
- Todo este tiempo me dejaste esperando por ti… nunca dijiste que no ¡Ayer te dije que te quería! ¡Y! - Saga gritó en el oído de Camus mientras lo sujetaba de la cabeza y se sentaba sobre su estómago impidiendo algún movimiento “ No tardaste ni un par de horas en traer a otro a tu cama.
- ¡No es así! No pasó nada… - los intentos de dar alguna explicación eran en vanos, Saga tenía tanta rabia acumulada que sólo nacer de nuevo palearía su sentido de lo es justo e injusto.
- ¡Cállate! Cómo que no pasó nada “ sujetó a Camus por ambos brazos contra el suelo después de sacudirlo y estrellar su cabeza sin consideraciones - ¡Ni lo intentes!
Camus apaleado intentaba concentrar su cosmos para sacarse a Saga de encima, golpearlo con una ráfaga helada pero Saga con una sacudida contundente lo dejó completamente aturdido, con la visión doble y a punto de perder la conciencia.
Saga contempló su obra, estaba levemente agitado pero su razón templada, iba a conseguir un resarcimiento ante la injusta conducta de Camus y hacerlo pagar por su dolor de cabeza tan incesante y maldito. Camus tenía sangre saliendo de su boca y la comisura de los labios partidos, la piel apretada de su cuello brillaba en rojo al igual que los brazos lastimados… murmuraba algunas palabras que parecían excusas vanas, pero ni una disculpa de rodillas y verlo en ese estado era suficiente…
Tanteo la idea una vez mas sin descartarla antes de ver la figura que tenía bajo su cuerpo, Camus se le antojaba a sobremanera, el deseo que le provocaba era una de las razones para soportar la impuesta espera. Pero no estaba haciendo esto por la lujuria del acto o la perversión de tocarlo como lo hacía… le quitaba la ropa de debajo de la cintura, rápido y sin esperas.
Volvió a golpear el rostro de Camus cuando este reaccionaba y forcejeaba.
- ¡Saga! No… “ llamaba, seguramente para encontrar algún atisbo de cordura en el otro. Sin embargo, la cordura de Saga estaba ahí, razonando a su propio talante sobre precio de lo injusto.
Saga procedió a humedecer sus dedos en la misma saliva y sangre de la boca de Camus, introduciéndolos con malicia para guiarlos a rincones privados.
Saga hacía lo que hacía por el trasfondo del acto. Del dominio…
- Bas… ta…
Camus inmovilizado, sometido y temeroso… con las pupilas temblando en lágrimas acumuladas y desbordantes de miedo ante lo que avecinaba. Sentía los dígitos de Saga invadiendo sistemáticamente su intimidad, un dedo tras otro.
- Serás mío.
Lo hacia para tenerlo al menos una vez bajo su merced, bajo sus decisiones y al filo de su determinación.
- Sólo mío.
- No...
Y a la razón de Saga su cuerpo era una propiedad que podía reclamar de esa forma, exponiendo la totalidad de su piel y sin consideraciones girándolo hasta hacer que su pecho toque el suelo y sus rodillas reciban su propio peso.
- Te has burlado de mi, dime cuanto reíste mientras me veías haciendo fila en tu vida.
- ¡No! Saga, las cosas no sucedieron así… óyeme.
Con las manos sujetas tras su espalda y la fuerza violenta del otro sobre su cuerpo recibió duras mordidas en los hombros, algunos jalones de cabello de la mano cerrada de Saga y una embestida chocando contra su cadera.
- Esto es lo que quiero… - susurró Saga con gusto, sentía las paredes internas del otro forcejear mientras su voz en pedacitos pedía que parara, vio lágrimas ante lo inevitable…
- Saga… no… no…
Todo el agarre al que era sometido se intensificó a sobremanera, además de sentir que Saga lo estaba partiendo por la mitad, temía que los huesos de su espalda y brazos se rompan. Pataleo inútilmente y fue estrellado contra el suelo una vez mas. Irreal.
Su cosmos era rebajado ante la fuerza de su agresor, ante el dolor incesante y demencial en su cuerpo y arrasador en sus pensamientos.
Una estocada, dos y tres, Saga encontró su ritmo, más allá de lo que ofrecía el cuerpo de Camus, lastimar y herir ya no eran un concepto, se habían convertido en su propósito. El cuerpo de Camus se había transformado en una especia de mano gigante con la que se masturbaba, rápido y sin consideraciones. Lo escuchaba llorar, su voz lastimera tartamudear palabras y seguramente le había arrancado muchos cabellos producto de su agarre.
Lo importante era dejar marcas, como sus dientes en los hombros… para que recuerde lo que sucedió.
Lo importante era herir, para que su cuerpo duela y tarde en sanar. Una vez más lo estrelló contra el suelo.
Lo importante era humillar, para que cuando su cuerpo sane y deje de doler su mente lo persiga con recuerdos amargos. Le pellizco la piel de los muslos y subió hasta la espalda, tocando todo con brusquedad, al final terminó dando un golpe con la palma abierta en la carne suave de sus glúteos.
- No importa cuanto tiempo pase, nunca olvidaras quien estuvo dentro de ti, de esta manera.
- ¡No!
Quizá ese fue el grito más largo e intenso de esa noche, y también el más real. Escuchando aún su eco lastimero Saga abrió los ojos de golpe, despertando en su habitación, sobre su cama y tendido sobre su estómago.
Se maldijo diez mil veces por lo soñado, se golpeó la cabeza incontables veces contra la cama al pensar que eso era un producto de su mente y se preocupó otra tonelada más por Camus… ¿Cómo podía explicarlo? Él… no era así. Sí, estaba dolido por las decisiones amorosas de Camus pero jamás sería ese tipo de hombre cruel que lastima y somete… jamás.
Pensando que lo mejor era ir a ver a Camus y asegurarse que este bien se propuso ascender a Acuario, pero no esperaba una escolta llegando a su Templo. Un grupo de soldados rasos y sus compañeros dorados de las casas anteriores venían a recogerlo a él y a su hermano.


La noche cayó sobre el Santuario, con su espeso manto lleno de brillantes estrellas, algunas nubes espesas se avecinaban con calma, traídas por el viento. Esa noche hacia frío.
Camus terminó su labor del día satisfecho consigo mismo, había logrado su propósito de engañar a su mente algunas horas y darle el descanso a su estresado cerebro. Bostezo abiertamente mientras sujetaba una taza caliente de café y degustaba de galletas saladas. Estaba cansado pero creía que era incapaz de dormir sobre su cama… tanteo la posibilidad de dormir en el sofá o cambiar sus sábanas pero ninguna de las opciones se le antojaba. Rehuía con morbo el aroma embriagante de su cama, por si era llevado en nueva cuenta a un sueño especial.
Convencido que lo mejor era entregarse por completo a sus cavilaciones y ponerse de acuerdo consigo mismo subió al techo de su Templo. Sobre sus hombros tenía una manta para mitigar el frio y en sus manos otra taza de café caliente. Sin duda le hacía falta Shura, su amigo compartía casi todas sus visitas a ese lugar que encontraba especial para mirar el cielo nocturno. Se preguntaba si su compromiso matrimonial con Aioria llegaría a cambiar mucho los hábitos de su amistad. Seguramente el tiempo pondría las cosas en su lugar. Sólo esperaba tener su compañía de vez en cuándo.
La luna menguaba con parsimonia ante sus ojos y las nubes casi alcanzaban a cubrir la totalidad del espacio sideral. Esa noche era oscura y silenciosa, había quietud en el Santuario.
Suspiro quedamente cerrando los ojos al perder de vista la última estrella cubierta por una nube espesa, hace un momento la luna había sufrido el mismo destino. Volvió a sonreír al recordar su sueño, al recordar su realidad… ese día en particular había sido tan diferente a todos, reconocía que tenía emociones diferentes albergando en su corazón, creciendo y queriendo salir.
También se sentía diferente esa noche, el aura de soledad que solía rodearlo simplemente no estaba, era reemplazada por… ¿Compañía? Como si podía iniciar una conversación y obtener una respuesta, o la tristeza típica de sus noches eran parte del pasado. Aún con Shura sentado ahí tenía la pesadez de su amargura, pero ahora… ¿Qué le pasaba? ¿Es que acaso su corazón sabía algo que su mente no lograba recordar?
Abrazo sus piernas y escondió la cabeza entre sus rodillas. Cansado de tanta agitación juvenil y dejando que el resto de sus sentidos conduzcan sus pensamientos. Privado de su vista lograba escuchar más allá del silencio establecido en territorios del Santuario, más allá… más allá estaba el mar.
El chocar repetitivo de la marea con la arena provocando espuma, las pequeñas piedras siendo arrastradas, llevadas y a la deriva, y otra vez el mar silencioso a su manera, agitado, bravo y desconocido.
Había algo en el mar que lo llamaba…
Al sentirse alumbrado de repente levantó la mirada al cielo, la luna estaba libre otra vez y brillaba en plateado, pero sus rayos de luz no sólo rompían la penumbra de Acuario, sino el velo del mar.
Condujo sus ojos a la playa, escenario de su anterior noche, y sin necesidad de hacer esfuerzos lo vio…
- Hades.
No fue una interrogación, era la afirmación de sus pensamientos nítidos en su mente. Todo cobró sentido. Sin necesidad de hacer esfuerzo sabía que también era mirado por el dios, que era por él que no se sentía solo, que era por el qué… se sentía especial.
- Hades
Musito de nuevo relajando todo su cuerpo sonriendo a su anchura al recordar las palabras que le dedicó en la playa.
“-Al principio encontraba sosiego en la repetida marcha del océano creyendo que era el único, que estaba solo pero te encontré ahí, en el techo de tu Templo, noche tras noche acompañándome sin saberlo. Tu rostro se convirtió en algo enigmático e irresistible para mi, coincidir cada noche, y tener la luna como testigo reconfortaba mis días y pronto me encontré ansiando verte porqué sólo tú podías darme quietud. Creí que nunca llegaría el día en que te lo diría, estabas en el techo de tu Templo y te veías lejano como la luna. Pero el día que hablamos por primera vez en los Archivos fue decisivo para mi. Comenzamos a tratarnos y descubrí que merecías toda la retórica que inspiras.”
Se puso de pie para mirarlo mejor y se preguntó cómo era posible que recién recordara semejante declaración, su corazón inflado de felicidad arremetía vigoroso, errático y trepidante y casi soltó una carcajada cuando otra luz de su memoria se encendía.
“- Te quiero Camus”
“- Seamos novios”
Su cama, otro escenario definitivo para ese capítulo de su vida, tenía guardado entre sus sabanas su propia declaración ante las palabras enamoradas de quien le inspiraba lo mismo.
Lo había soñado, pero primero fue real, esas palabras las escuchó y las recibió en verdad lejos de circunstancias amorosas, sin ninguna caricia o beso de por medio, sólo sus voces en susurros… novios…
Superado por todo y deseando tener a Hades cerca le dedicó una mirada expectante que contenía el mensaje “-Espérame” impreso. Comprendía sin escuchar las razones del obrar de Hades, su silencio sobre los detalles más importantes, recordarlo por él mismo era volver a vivirlo, atesorarlo.
Sólo bastó respirar un poco más y se decidió a bajar pronto a la playa, rápidamente…
Ni siquiera recordó que tenía la manta sobre sus hombros o su cabello enredado en un moño, la ropa de casa, holgada y casera. Pensó esporádicamente que la distancia a la playa era demasiado larga y nada podía retrasarlo mas. Apenas empezaba a agarrar fuerza para correr fuera de su casa y una a voces gritaron su nombre.
- ¡Camus! Caballero Camus de Acuario.
El aludido tardó en frenar, casi perdiendo el equilibrio trastabillo unos pasos.
- Cuidado se escapa…
Aún más confundido por el tono de la acusación giró sobre sus pasos y encaró al grupo de soldados del Santuario que casi estaban por la mitad de su Templo. Algunos sujetaban antorchas encendidas que rompían la penumbra propia de la noche. Algunos corrieron hacia él, también tenían sus armas empuñándolas por lo alto.
- Quien hoza acusarme de semejante blasfemia en mi propio Templo.
Ignoró al grupo de soldados que lo flanqueaban y dio algunos pasos adentrándose a donde venía esa voz. La luz de las antorchas le dio varias sorpresas.
Sus compañeros de armas, Mu, Aldebaran, Saga, kanon, Máscara de Muerte, Aioria, Shaka, Dokho, Milo, Aioros y Shuha vestidos con sus armaduras sagradas y con sus capas blancas estaban formados en grupos de tres filas. Todos tenían la expresión sería, quizá hasta descolocada y más de uno se asombro al ver a Camus en sus ropas hogareñas.
- ¿Qué sucede?
- Venimos en nombre de Athena con la siguiente notificación “ exclamó fuerte y claro un soldado que parecía ser el de mayor rango entre ellos “ Proclama que se reúnan todos los caballeros presentes en el Santuario en los Aposentos del Patriarca inmediatamente, bajo escolta de la Guardia Ateniense en el mas estricto orden y silencio.
Todo eso fue leído de un pergamino bajo la luz del fuego de la antorcha y otro soldado le entregó un rollo de papel amarillento con el sello de Athena impreso. Camus lo tomo y al desdoblarlo vio la caligrafía de su diosa con las mismas palabras leídas antes.
- Considerando la imperiosa voluntad de Athena, es insoslayable el uso de armadura dorada para la reunión. Tendrá tiempo limitado para prepararse y será escoltado junto a sus compañeros.
Camus sin terminar de comprender se colocó su Armadura de Oro, ajustó su capa y se reunió con sus compañeros que permanecían al igual que él, expectantes. Tomó su lugar al lado de Shura y la marcha continuó rumbo a Piscis.
Milo sólo giró un poco la cabeza para mirar de reojo a Camus y tener una idea sobre su expresión, todo esto lo estaba orquestando él desde detrás del escenario y apenas comenzaba. No quería perderse de cada reacción, angustia y temor de Camus. Ahora mismo se veía sorprendido pero en calma, ¿Calma? Él era dueño de ella al esperar con paciencia controlada cada paso de Camus y hallar un hilo suelto del que comenzar a jalar, nunca creyó que el mismo Camus sea hacedor de su propia caída y se lo dejé tan fácil, pero ahí estaba a minutos de ver su esperada venganza materializada.
Apretó los puños repitiendo en su mente que lo mejor para olvidarle y superar su ruptura era provocar el mismo dolor que sentía, su segunda oportunidad negada era un mantra maligno que dominaba ahora su actuar y sus pensamientos, y hasta en sus sueños. Milo también había soñado ese día… a un Camus lloroso y arrepentido que lo buscaba en su Templo, pidiendo perdón por el daño provocado y se entregaba en besos cohibidos y pidiendo caricias profundas. Cuando despertó no tuvo más que llorarle de nuevo, esperando el día en que duela menos.
- No han escuchado las órdenes de Athena, dijo nada de charlas - grito el mismo soldado que al parecer gozaba sus minutos de gloria, no cualquier día se alza la voz a un caballero dorado.
- Cálmate hombre “ Le dijo Máscara de Muerte después de estornudar “ Qué sólo ha sido un estornudo.
Camus aprovechó que la atención estaba sobre Máscara de Muerte para lanzar una significativa mirada a Shura pero para su sorpresa su amigo había trasladado su legendaria Excalibur a sus ojos.
Su mirada era cortante, dura y molesta, Camus se sorprendió más. Una corazonada eso tuvo, una corazonada sobre lo que se avecinaba era por… ¿Él?
Unos cuantos escalones rumbo a Piscis y gota a gota empezó a llover hasta desatarse el cielo en truenos y relámpagos. Aprovechando la altura de la escalinata miró en dirección a la playa, donde Hades lo esperaba. Él seguía ahí y seguramente podía verlo también, brillando en dorado por su armadura puesta y caminando en dirección contraria a su ubicación.
Shura lo descubrió mirando en dirección al mar y comprendió que ahí estaba Hades… Camus vio a su amigo hacer algo con las manos, como si estrujara el aire o imaginado que estrangulaba el cuello de Camus, él le exigió con la mirada una explicación a su amigo. Pero su mirada era un contundente regaño silencioso.
¿Qué estaba pasando?


Continuará…
Notas finales:

Mmmmm

Espero les guste porque a.mi me emociona mucho el camino que esta siguiendo el fin. Sin embargo, ustedes tienen la última palabra. No se olviden de esta escritora que espera sus mensajes.

Gracias y cuidarse mucho

Nos leemos!


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