El castaño, Lloyd y el anciano estaban sentados al rededor de la mesa de té de éste último. El rubio parecía controlar todas sus inmensas ganas de volver al cuarto y golpear otra vez al moreno.
El sensei Wu le dirigía una mirada desaprovatoria, y el mayor seguía sin soltar las razones del por qué su repentino cambio de actitud hacia el pelinegro. El anciano suspiró, no se iba a rendir, pero ¿cómo hacer que hablara?
Mientras tanto, Kai mantenía la cabeza gacha y no soltaba la mano izquierda de Lloyd. Todo había sido culpa suya; se dejo llevar en esos momentos. Si tan sólo no lo hubiera hecho, esto no estaría pasando. Pero, como era obvio, tenía que cagarla. Siempre. En ese momento, sintió como las lágrimas querían salir de sus ojos.
—Recibiré el castigo como es debido, después le contaré todos los detalles... Así que, por favor— suplicó de repente, apretando la mano contraria más fuerte.
Wu y el rubio lo miraron desconsertados, más éste último. ¿Castigo? ¿Eso qué quería decir? Abrió la boca, sin embargo no dijo nada y la cerró.
El anciano cerró sus ojos, aparentemente meditando lo recién dicho por el chico. Asintió varias veces una vez que abrió sus ojos y sonrió. Kai también lo hizo, y suspiró aliviado, frotándose los ojos con la siniestra, evitando que las lágrimas salieran de verdad.
—Mañana me dirás los detalles gustosamente, Kai. Por hoy, sólo dedicate a descansar y resolver todo lo que debas, respecto a este incidente, ¿de acuerdo?
—Sí, sensei— Se puso de pie, seguido por el rubio, que parecía dudoso de todo aquéllo. ¿Por qué siempre se empeñaba Kai en echarse toda la culpa por el simple hecho de estar involucrado aunque fuera mínimamente? Eso siempre lo había molestado, y también lo había percatado desde hacia muchísimo tiempo, casi al inicio desde que el castaño llegó proclamando ser el sobrino del sensei, pues lo era.
Ambos salieron del cuarto al pasillo solitario, los demás se hallaban en el cuarto, hablando y curando las heridas y moretones de Cole.
Lloyd rodeó por detrás la cintura del menor, y éste sujeto aquellos brazos protectores con sus manos. Se dejó hacer por el rubio, que empezaba a mordisquear su cuello, haciendo que las mejillas adquirieran un tono rojizo.
—¿Qué piensas decirle al sensei?— preguntó el mayor, soplando cerca de la oreja foránea. Kai se estremeció levemente.
—En cierta parte, la verdad. Evitaré decir por el momento que todo fue gracias que me dejaste solo en la habitación masturbándome— rió. El rubio también lo hizo. Sus labios se encontraron y se unieron en un beso dulce.
—¿Cuál crees que será el castigo?
—Tal vez lo deje en tus manos de nuevo— sonrió—. Y si ese es el caso, evita repetir aquéllo.
—Lo prometo— susurró, recibiendo en su mejilla un suave beso—. Seré más cuidadoso la próxima vez...— Giró al menor, acariciando lentamente sus caderas. Kai, por su parte, aún tenía los fuertes deseos de llorar, pero se negó a hacerlo, y gustosamente, besó nuevamente al mayor en los labios, mientras que sus manos exploraban la espalda de Lloyd.
—Kai...— Rompió el beso, para mirar la cara contraria—. ¿Recuerdas que te prometí protegerte, no es así?
El mencionado asintió casi mecánicamente, como si estuviera hipnotizado.
—Entonces, deja de sufrir por mí, y deja que yo sufra por ti— Dicho esto, el rubio abrazó fuertemente al menor, juntando ambos pechos, hasta que sintieron el calor del otro. En ese momento, el castaño se echó a llorar y tomó entre sus puños la tela que cubría el cuerpo foráneo—. Deja, por favor, que te recompense...
Acto seguido, Lloyd tomó a Kai por los hombros, y lo arrastró hasta su habitación.