Al rededor de la mesa, estaban todos sentados nuevamente. Kai a un lado de Jay, éste se encontraba situado en medio de la mesa, al lado del castaño; Lloyd, después Zane y por último, Cole. Cinco en total, pero sólo cuatro de ellos sostenía un vaso medianamente grande con un líquido transparente, que bien podía ser agua, salvo no lo era; sino alcohol. Todos sentía el sudor frío correr por su cuerpo, y a más de uno casi se le va el vidrio de las manos. El juego de "Yo nunca" era peligroso, en extremo. El juego te hacía decir la verdad, y entre más y más ebrio estés, más verdades y más tonterías vas a hacer. Cada uno de los presentes -sin excepción de la excepción- se hallaban nerviosos; ¿qué clase de cosas dirían? ¿Qué secretos saldrían a la luz? ¿Quién sería descubierto? Menudo castigo les había sido consevido sólo por el hecho de no barrer o sacudir, que era lo más patético.
Jay, que era el único salvado, y aún así, asustado, se aclaró la garganta antes de decir:
—¿Listos?
Todos asintieron, sin mediar palabra. No estaban de animos para decir nada.
—Bien, pues, como alguien debe estar sobrio para hacer las preguntas... Ése seré yo.
—Ya me imagino las preguntas— se mofó el moreno, ganándose así una mirada inquisidora tante de Lloyd como del peliblanco, pero, ¿por qué éste último?
—Venga, va. No habrá preguntas que dejen al expuesto tu falta de masculinidad, oh, gran señor que le teme a los insectos. Sin olvidar a los dragones— rió por lo bajo el rubio, recibiendo un puntapíe por el humillado.
—¡N-no empieces más peleas, Lloyd!— le dijo Kai al oído. Suspiró al sentir la mano del mayor en su pierna y miró a Jay, que parecía muy ansioso, a pesar de todo—. Jay, por favor, ¿podemos empezar con esto? Entre más pronto empecemos, más pronto terminaremos...
—Ah, sí, sí. Ya mismo, sólo estaba... pensando— tragó saliva y sonrío—. ¡Bien! Hora de empezar el juego; ya conocen las reglas, pero como es de ley explicarlas, lo haré. Cuando haga la afirmación, quien halla practicado o hecho alguna vez tal acción, deberá darle un trago al alcohol, y así hasta que o una de dos, todo se torne aburrido o estén tan ebrios como una cabra loca, soltando barbaridades— ahora fue él quien recibió un puntapíe por parte de Zane—. ¡Auch! ¡No hagas eso! ¡Ya voy a comenzar, ¿vale?!
Kai apretó con un poco más de fuerza el vaso que sostenía, deseando romperlo, en vano.
—Yo nunca... he besado a alguien— dijo el castaño mayor, mirando a cada uno. Dos de ellos bebieron de su vaso: Lloyd y Kai.
El moreno los miró de reojo lleno de ira, Jay también los observó, nervioso. Zane pareció no inmutarse.
—Yo nunca... me he puesto ebrio.
Sólamente uno de los presentes dio un trago: Cole. Todos le miraron, entre sorprendidos y confudidos. Sorprendidos porque no sabían un dato tan estúpido, y confudidos por la siemple razón de que la pregunta "¿cuándo?" y "¿dónde?" volaba por su cabeza.
—Yo nunca... he visto una película porno.
Para su sorpresa, nadie bebió. En ese momento, Jay se echó a reír, cayéndose de espaldas contra el piso. Todos le miraron asustados, inclusive Kai se había puesto de pie por si acaso había pasado algo malo.
—¡De verdad!— Se incorporó con ayuda de sus codos—. Guau, ¿sólo yo? Bueno, es obvio. No todos se quedan despiertos hasta las tantas de la noche por insomnio. ¡En fin! ¿Seguimos?
El menor de todos se volvió a sentir y colocó una mano en su pecho, aliviado. ¿Cómo podía asustarlos así?
—Yo nunca...— Aún se le notaba la tonada risueña al hablar. De hecho, la sonrisa boba seguía ahí, en su rostro. Y alguien no paraba de observarla— he sentido deseo de besar a alguien.
Por primera vez, todos dieron un trago. Si el castaño mayor también hubiera tenido un vaso, se habría acabo la botella de un trago. Vaya que tenía deseos de besar alguien, antes era a una, y ahora... deseaba a otra.
—Yo nunca... he espiado a alguien mientras se duchaba.
La tercera sorpresa de la noche se había hecho presente. De nuevo, sólo uno había dado un trago: Lloyd.
El primero en impactarse fue el castaño menor, ¿espiarlo? ¿En la ducha? Bueno, eso ya lo sabía. Lo sorprendente era que el rubio lo admitiera. A decir verdad, a veces, cuando se bañaba, sobre todo desde que su cuerpo se vio afectado a un cambio muy rådical, sentía una mirada en el baño. Le gustaba jugar a eso; hacerse el desentendido y poner caliente a Lloyd, pero nunca creyó que lo fuera a decir... aunque sea indirectamente. Sonrió de forma boba y, sin que nadie más lo viera, le guiñó un ojo al mayor. Éste mostró una sonria pícara.
—¡Guau, las rebelaciones no se hacen esperar!— dijo Cole, robándole las palabras de la boca a Jay. Sin embargo, el moreno agregó:— Me pregunto quién será la persona a la que espias...
—Nadie quien te importe— respondió secamente el rubio.
—Chicos, paren ya— habló por fin el peliblanco, logrando que todos se calmaran. Todos... menos uno.
—Bien, entonces sigo... ¿no?— Miró Jay a Zane, buscando algo que bien podría ser afirmación. Éste segundo asintió—. Vale, en ese caso; Yo nunca... he besado a alguien del mismo sexo.
Una de las preguntas más temidas había hecho su aparición, obligando así a que dos de los presentes tomaran un trago que les supo a vergüenza: el rubio y Kai.
El castaño claro los miró y esbosó una sonrisa amplia.
—Yo nunca... me he tocado pensando en alguien... de los presentes.
La mayoría dio otro trago a la bebida, y esta era la cuarta maravilla, porque había bebido alguien del que nunca sospecharían: Zane.
—¡Esto si es una sorpresa!— gritó Cole, verdaderamente sorprendido— ¡Tú, Zane! Eso es nuevo, ¿podemos saber a quién le debemos el favor?
—Lamento decirte que no— respondió monótonamente, viendo el vaso semi lleno que tenía en su mano derecha: había dado un buen trago.
—Bu, bu, qué aburrido.
—¿Y tú por qué no bebiste, Cole?— preguntó Lloyd, buscando no otra cosa que problemas—. ¿Acaso no te pusiste cachondo esa vez, eh? Dios, qué patético eres. Admite la verdad.
—¿Qué dices, rubio?
—Repito: paren— por vez consecutiva, Zane paró otra pelea entre sus compañeros. Recibió a cambio dos miradas de gratitud, una por parte de Kai, y la otra de Jay.
—Yo nunca... me he puesto cachondo por alguien de los presentes.
Lo mismo que el caso anterior, tres de cuatro bebieron. El que ya no sostenía el vaso era Cole, que fruncía el ceño.
—Yo nunca... he querido ver a alguien de nosotros desnudo.
Ahora sí, todos dieron un trago amplio al alcohol. Y, repetía, si él mismo hubiese tenido un vaso entre las manos, ya se habría acabado dos botellas. Tenía unos enormes deseos de ver aquél cuerpo desnudo, encima suyo, besarlo y tocarlo.
Negó con la cabeza, pero antes de continuar, Lloyd y Cole había iniciado otra mini-pelea, que por tercera vez fue parada por el peliblanco, aunque de manera difirente, y es que les había dado un puntapíe a ambos. Se quejaron y disculparon, salvo no el uno con el otro.
Miró a Kai: éste, junto con él, se hallaba a flor de piel. El sudor que recorría su rostro delataba su obvio nerviosismo; no dejaba de removerse en su mismo lugar ni de cambiar el vaso de una mano a otra, secando la vacía en su pantalón por el sudor que de seguro era frío. Suspiró e hizo la última afirmación. Sabía que sería la última, tenía el presentemiento. Y lo hacía por el bien de tres: de Lloyd, de Kai y de él mismo.
—Yo nunca... he tenido sueños eróticos con alguien de aquí presente.
Esperó segundos que parecieron horas, y al fin, tres bebieron. De nuevo, sorprendetemente, Zane, Lloyd y Kai. El segundo, dejó el vaso a un lado y encaró al moreno, que seguía serio.
—¡Venga ya! ¡Cole, bebe de una puta vez!
—¿Qué pasa, Lloyd? ¿Molesto por ser un notorio pervertido? Lo siento, no soy así.
—No, no lo eres. Sólo eres un cobarde que gusta aprovecharse de los demás— Al oír eso, el azabache ya estaba más que furioso. Se puso de pie, pero fue detenido por Zane,
—¡Suelta, demonios!
—¡Basta ustedes dos de una maldita vez!— la voz de Kai resonó en toda la sala, llegando a todos los oídos como un fuerte estallido. Ninguno de los cinco lo había escuchado enojado de verdad, y era casi aterrador verlo así—. ¡Basta, joder, BASTA! ¡Me tienen harto estas estúpidas peleas! ¡Que si esto, que si aquéllo! ¡Sí, todo por mi culpa, TODO! ¡Pero parece que aquí los dos no se calman si no hago yo algo al respecto!
—¿Kai?— el rubio, con los ojos abiertos de par en par, obervaba como éste se puso de rodillas frente a él, besándolo. Apenas sólo un toque, pero bastó para dejar todo en claro.
—¿Contentos? ¿Jodidamente CONTENTOS? Tú, Lloyd, en serio te amo y quiero que me sigas amando, si eso incluye el hecho de que me espies en la ducha— el mencionado se rascó la nunca, con un leve sonrojo en sus pómulos, y riendo tontamente—. Y, tú, Cole... Olvida lo que viste, olvida mi respuesta afirmativa que nunca di y olvidate de los puñetazos bien merecidos que Lloyd de dio en la cara.
Kai, furioso, volvió a ponerse de pie y corrió hasta su cuarto, azotando la puerta. El rubio fue tras él, a toda prisa.
Cole se quedó ahí, estático, con la cabeza baja. Zane ya lo había dejado, para acercarse a Jay, que parecía fuera a llorar en cualquier momento.
—¿Tan difícil era... decirme todo tan claramente?— preguntó el castaño claro, mirando al contrario que se hallaba a su lado. Éste lentamente unió sus manos con las del otro.
—Sí, y perdón.
El menor de los dos miró al frente; Cole ya no estaba. Tal vez era mejor así.
—No... hay nada que perdonar.
—Eso me alegra, de verdad.
"Sí. Todo es... mejor de esta manera", pensó.