— ¿Y Kai?— preguntó Lloyd desesperado. Había despertado y sintió la necesidad de abrazar al castaño cuando se dio cuenta que no se hallaba dormido a su lado.
Jay fue el primero en voltear a su dirección y sonrió ante la ya prevista intromisión del rubio a la sala donde, como siempre, se reunían al ocio. El castaño claro le tendió un pequeño papel al rubio. Éste tomó la hoja algo confundido y lo abrió –pues se hallaba doblado en dos– estándolo aún más.
Pudo admirar la letra de Kai –no mejor que la suya– y leyó el mensaje.
«He salido a trabajar. ¡Nos vemos en la tarde! No hagas tonterías mientras no estoy.
Atte: Kai.»
Apretó el papel en su mano y corrió hacia el pequeño cuarto donde el Sensei Wu se encontraba tomando su té de costumbre.
— ¿Trabajo?— gritó, arrebatando la taza de las manos del anciano—. ¿Qué clase de “trabajo”? ¿A qué se refiere Kai con “trabajo”?— Las preguntas salían disparadas como balas, demasiado rápidas para ser entendidas.
—De medio tiempo —respondió Wu, paciente, sirviéndose otra taza humeante —. Se encuentra en la ciudad trabajando junto con su amigo, ya que los dos causaron un gran desastre y debían pagarlo.
El rubio hizo una mueca. Cabeceó y de mal humor salió de la habitación, azotando la puerta corrediza.
¿“Amigo”? ¿Se refería a aquél pelinegro de la otra vez, con el que había tenido una gran pelea que terminó con él mismo celoso? Aunque prefería mil veces que estuviera con éste y no con algún otro amigo que tuviera; no le gustaba para nada imaginar a Kai junto a alguien más.
Entró a la habitación que compartía con los demás y se cambió rápidamente a una ropa casual: iría en busca de su pareja y nadie lo detendría.
Cuando iba de salida, alguien tocó su hombro. Volteó malhumorado. Era de nuevo Jay.
—Hey, hey, ¿a dónde crees que vas? —preguntó el castaño.
—A buscar a Kai —contestó seco Lloyd, quitándose con un movimiento la mano del hombro—. Sólo quiero saber dónde está.
Walker negó con la cabeza y cruzó los brazos, sin embargo, su sonrisa seguía allí.
—Lo siento, Kai me ha dicho que te impida hacer cualquier estupidez. Y agregó buscarlo como una de ellas —confesó el castaño claro, palmeando la espalda del más alto.
Lloyd arrugó la frente. ¿Y eso qué quería decir? ¿Nada de seguir a Kai? Era deprimente.
—Además el Sensei Wu nos iba a decir algo importante, tendrás que esperar —continuó Jay, guiando al rubio hasta la sala nuevamente, donde todos estaban incluyendo al anciano. ¿Y ahora qué?
—Ya que están todos aquí, les diré lo que deberán hacer hoy. —Sonrió, pasando la mirada por cada uno de los presentes.
***
— ¡Qué fastidio!— gritó Jay, alzando las manos al aire—. ¿Por qué un trabajo? Seguro se le ocurrió todo esto por Kai, ¡cuando lo vea se lo agradeceré!
—Es mejor tener un trabajo que no estar haciendo nada —dijo Zane, bastante tranquilo.
Jay lo miró de reojo y asintió.
—Sí, tienes razón... —balbuceó —. Además podría ser divertido, ¿no?— Recibió una mirada de aprobación, y Lloyd parpadeó perplejo.
—En ese caso buscaré a Kai mientras busco un trabajo —apuntó éste —. Dos pájaros de un tiro.
Dio media vuelta, dispuesto a entrar en absolutamente todos los locales. Una mano lo jaló hacia atrás, impidiendo que avanzara. No se molestó en voltear, sabía perfectamente quién era. Cole.
—Nada de eso, deja en paz a Kai y concéntrate en esto —gruñó, arrastrando al rubio con él. Se cruzó de brazos, mosqueado. Jay y Zane se limitaban a evitar reírse por su obvio fracaso.
Después de varios minutos caminando a rastras, se resignó lanzando un suspiro al aire y se soltó del agarre del moreno, colocándose a su lado. Carraspeó, haciendo que el pelinegro lo mirara de reojo unos instantes mientras los cuatro seguían en marcha.
—Que sepas que esto lo hago porque Kai me lo pidió —susurró —. Perdón.
Cole sonrió de lado.
—Sí, lo sé. Kai también me lo pidió.
Lloyd gruñó y Cole rió. Para cuando se dieron cuenta, Jay y Zane ya no estaban detrás suyo.
***
Kai abrió la puerta de su cuarto sigilosamente, observando en su interior antes de entrar en él. Sonrió cuando la vio vacía y cerró tras de sí, para luego echarse boca abajo en la cama. No se molestó en acomodarse, sólo tanteó con sus manos hasta encontrar una almohada y aferrarse a ella con cansancio. El día había sido terriblemente agotador, pero demasiado divertido. Pudo pasar tiempo con Alfred además de espiar a su rubio y a Cole. Aunque los dos se disculparon de la peor manera que podría haber imaginado, era algo. Ya no quería más peleas absurdas entre ellos dos.
Suspiró, hundiendo su cara en la almohada. Olía a Lloyd, y eso lo hizo abrazarla con más fuerza.
Estaba quedándose dormido hasta que la puerta abriéndose y cerrándose lo puso alerta. No necesitó voltear a mirar quién había entrado a su cuarto, era más que obvio. Sonrió al sentir como unos cálidos brazos lo envolvían por la cintura y un peso extra se recargada en su espalda.
—Hola, Lloyd —saludó, girando su cabeza lo suficiente para ver el rostro del mencionado—. ¿No hiciste ninguna tontería hoy, cierto?
—Eso quiero creer —respondió el rubio, besando la nuca del castaño —. Quise ir a buscarte, pero Jay me detuvo.
Kai rió y con ayuda del mayor giró su cuerpo hasta quedar frente a frente. Elevó su mano hasta rozarla con el rostro del rubio.
—Me alegro. No me hubiera sentido cómodo contigo mirándome todo el tiempo —dijo, depositando un beso sobre los labios de Lloyd —. Te veo cansando, ¿estás bien?
—Eso debería preguntarlo yo —comentó, desviando sus labios hasta el cuello del castaño.
—Si hubiera pasado algo, sería lo primero que saldría de mi boca —jadeó, cerrando sus ojos con fuerza —. ¿Tuvieron una misión hoy, acaso?
—Si con misión te refieres a buscar un empleo porque al Sensei se le ocurrió esa idea gracias a ti, sí. Y una muy peligrosa. —Kai soltó una carcajada que pronto quedó en el aire, siendo reemplazada por suspiros de impaciencia.
El castaño llevo sus manos a la espalda del mayor, para cerrar sus puños sobre la tela que la cubría. El rubio subió de nuevo hasta unir sus labios con los ajenos en un beso tranquilo. Parecía que aquello se iba a convertir en un hábito cada noche hasta que uno o ambos se animaran a dar el siguiente paso.
—Lloyd —llamó el castaño, una vez roto el beso, cuando el mencionado se hallaba por segunda vez recorriendo la suave piel del menor con sus labios, a base de ósculos que dejaban una sensació de calor que prometían enloquecer a Kai.
Mientras seguía susurrando el nombre de su pareja, el rubio con sus manos se había encargado de colarlas por debajo de la camisa roja que Kai llevaba puesta. Sentía el calor del otro, que también juraba por enloquecerlo a él. De manera lenta, levantó la tela hasta el cuello del menor, donde la retuvo hasta que el mismo castaño suplantó las manos de Lloyd por las suyas.
Dejó al descubierto la piel clara que tanto anhelaba y comenzó a recorrerla con sus manos, suavemente.
Ambos se encontraban los suficientemente calientes, pero no lo admitirían. Hacerlo sería un incentivo para pasar a la siguiente fase, y estaban también lo suficiente nerviosos como para tener que hacer todo por ellos mismos más tarde.
Kai bajó su camisa en el momento que el rubio se detuvo para segundos después abrazarlo.
—A veces no sé cómo me puedo contener cuando estoy contigo... —susurró el mayor en el oído del contrario, causándole un cosquilleo en la espalda.
—Yo tampoco lo sé —admitió Kai, podía sentir la erección del otro sobre la suya, robándole la cordura poco a poco. Respiró profundo, regresando el abrazo —. Tengo sueño...
Lloyd sonrió.
—Entonces, durmamos —accedió.
Se arrastraron en la cama hasta quedar acomodados, uno al lado del otro, abrazados. Cerraron los ojos, dispuestos a dormir, sin saber verdaderamente si la disposición serviría de algo esta vez.