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What if Kai was the last ninja? por Room 13943

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Notas del capitulo:

Esperando que este capítulo sea más largo de las porquerías que suelo escribir, llegará muy pronto la FIL a mi ciudad y me retacaré de tantos libros que se quedarán sin mis historias por meses, ya que no tendré dinero para el internet (?). 

K: Pero si tú no pagas.

L: Lo hacen tus padres.

M: Shhhhhhhhh. Callen, hijos míos, y larguense a hacer yaoi. Ah, ya que se vayan al cuarto y estén listos, permitanme que ponga una cámara y micrófono para poder grabarlos y escucharlos de camino a la escuela.

K y L: *la golpean*

M: *die* ~♥

—Pueden tomar un descanso— dijo el Sensei Wu, sentándose para tomar su té de mediodía.

Todos suspiraron exhaustos y se echaron en el suelo bocarriba, tratando de recobrar todas las fuerzas y aliento que habían perdido en la práctica del día. Después de esto necesitarían una enorme cantidad de agua, comida y una agradable ducha de dos horas enteras.

El rubio se agitó el cabello y, despreocupadamente, entró al barco, dirigiéndose a la sala donde se hallaba la tele y los vdíeojuegos, en la cual había dejado solo a Kai. No le gustaba para nada hacer eso, sabía de sobra que no sólo era tímido sino también terriblemente travieso, y era algo que le fascinaba, de hecho. Podría decir también que le excitaba de sobremanera pues sueños eróticos no faltaban en su vida, y en todos ellos estaba el castaño. Se rascó la nuca y abrió la puerta.

En el proceso, se percató de la terrible realidad: Kai no estaba allí. Ni en el sofá, ni en el suelo jugando con el mando o como mínimo dormido. No se desesperó, estaría en su cuarto, así que era bobo preocuparse.

Cerró la puerta y caminó a la habitación del menor, que estaba cerrada por dentro. Movió el pomo varias veces, esperando recibir respuesta, pero nada. Optó por tocar, así que, haciendo puño su mano derecha, dio ligeros toques en la puerta de madera, pegando su oído a ella por si lograba escuchar algún sonido familiar. Pero de nuevo nada. Suspiró calmando a su mente, y abrió de zopetón la puerta del baño, aunque la figura de su hermoso castaño tampoco se encontraba ahí.

Respiró hondo, cerró sus ojos y, después de parpadear repetidas veces,  salió corriendo en dirección a la borda, totalmente fuera de sus cabales. 

—¡Kainoesta!

—¿Qué?— se preguntó Jayn, mirando al rubio de reojo—. Habla más lento, no entendí.

—Ni yo— corroboró el moreno.

—Dije: ¡Kai! ¡No! ¡Está!

—¿No está? ¿A qué te refieres?— interrogó el ninja azul, poniéndose de pie. También se notaba preocupado.

—¡Simplemente no está! Ni en la sala, ni en su cuarto o el baño...

—¿Desapareció? O probablemente se volvió invisible— bromeó Cole, siendo totalmente por los dos exasperados al saber que el pequeño castaño había desaparecido.

—Oh, sí— se escuchó decir a Zane—. Lo vi bajar por el ancla.

El rubio y el castaño claro giraron en su propio eje para dirigir su mirada de completa incredulidad hacia el peliblanco que no lograba inmutarse con nada que no fuera el cansancio de un entrenamiento. Por unos instantes, se quedaron quietos, sin decir palabra, hasta que, parpadeando, saltaron hacia la cadena del ancla para encaminarse a toda prisa a la ciudad llena de peligros para un simple niño.

—¿Ustedes no irán a ayudarlos?— preguntó el anciano.

—¿Por qué debería ir yo?— dijo molesto el moreno.

—Porque si algo le pasa al Ninja Rojo estamos perdidos.

El pelinegro bufó y, a regañadientes, también bajó hacia la ciudad, seguido por Zane, que seguía actuando con su parsimonia característica.

 

"¿No ha visto a un niño?", "Pequeño, castaño, ojos verdes...", "Tiene puesta una chamarra roja", eso y más es lo que Jayn y Lloyd preguntaban a cualquiera que se les cruzara por el medio, pero siempre recibiendo una negación de cabeza o un simple "no" como respuesta nada satisfactoria.

¿En qué diablos estaría pensando Kai para que se fugara de aquella manera? ¿Si era algo importante no habría podido decirlo? ¿O es que sólo tenía ganas de hacerle la vida imposible al apuesto rubio que no paraba de preocuparse por su castaño? 

—¿A visto a un niño? Es bajo, de cabello castaño y ojos verdes. Trae una chamarra roja con gorro...— dijo a toda prisa Lloyd, siendo interrumpido por el señor al cual le había preguntado.

—Ah, sí. Lo vi hace poco. Preguntó por la tienda de té.

—¡Oh, genial!— gritó, aliviado—. Gracias.

Se dirigió a donde estaban los demás, para decirles que ya sabía en donde diantres se hallaba Kai. El ninja del rayo suspiró aliviado y, dando palmaditas al ahora calmado rubio, dio marcha al local en donde debería estar el castaño que injustificadamente se había dado a la fuga, seguramente por alguna idiotez. Los otros dos los siguieron por detrás, sin mediar palabra alguna.

Al llegar, abrieron la puerta escuchando un ligero toque de campana. El sitio estaba vacío, ahí no se hallaba ni una sola aa: lo que sí había eran los terribles restos de lo que parecía ser una catástrofe; botes de té derrumbados y restos de éste esparsido por todo el suelo, con muchas huellas marcados en el polvo de diversos tonos de colores. Se cubrieron la nariz, pues el olor a especias era terriblemente insoportable.

—¿Hay alguien aquí?— preguntó Jayn, entrando sin cuidado.

—¿Y ahora quienes son?— se escuchó la decrepita voz de mujer. Una anciana de caracter fuerte y semblante molesto salió de una puerta atrás del mostrador, con una escoba en la mano—. ¿Qué desean?— preguntó de mala gana la anciana, mirando con descaro a los cuatro chicos presentes que se sentían horriblemente intimidados.

—A un niño... Lleva chamarra roja y...— empezó el rubio.

—¡Ah! ¡Ese chico! Está en la estación de policía— respondió terriblemente enfadada—. Y qué bueno, él fue el culpable de todo este desastre. Por lo menos recibió su castigo, ¡mira que también pelearse con mi ayudante!

—¿Qué?— dijo sorprendido el ninja verde—. ¿Policía? Oh, mierda. Vámonos.

Todos salieron disparados de la tienda mientras escuchaban a la vieja gritarles fuertemente hasta que cruzaron la avenida para llegar lo más rápido posible a su nuevo destino. ¿Pero qué diablos había hecho Kai para que terminara en esos aprietos?

 

Ni siquiera habían entrado a la estación y Lloyd andaba ya vociferando que quería ver a Kai ahora mismo, totalmente molesto. Los policías lo miraron reprobatoriamente, pero uno tuvo la delicadeza que preguntarles qué es lo que querían aunque el rubio ya lo había dicho fuerte y claro.

—¡Quiero ver a Kai! ¡Al castaño de chamarra roja!

—¿Eres pariente suyo?

—¡Sí!— mintió—. ¿Dónde está?— preguntó arrugando la frente.

El señor uniformado le indicó con la barbilla que lo siguiera y que los demás esperaran donde estaban. El rubio lo siguió y, para cuando el hombre abrió la puerta, no pudo contener su horrible asombro.

—¡Pero déjame en paz de una maldita vez!— gritó un chico con cabello negro, se le veía muy alterado.

—¿Que te deje en paz?— respondió también gritando un chico de 18 años, de cabello alborotado y castaño—. ¡Me  has roto el jodido brazo!

—¡¿Y de quién fue la culpa?! ¡Nada más mirame a mí! ¡Me siento del asco!— se quejó el de cabello negero, que como mucho podría tener la misma edad que el otro.

—¿Perdona? ¿A caso tiene un PUTO BRAZO ROTO? Dejate de imbecilidades, ¡mira a donde venimos a parar por tu gilipollez!

—¿La mía o la tuya? ¿Quién inició la pelea?

—¡Tú, idiota! Yo sólo entré alegremente a hacer una compra y tiene que llegar el señorito ¡a atacarme porque sino no se queda tranquilo! 

—¿Y quién te manda a entrar a esa tienda?

—¡Yo mismo, imbécil! No está prohibido en ningún momento.

—¿Quieres que te rompa otro brazo?— amenazó el pelinegro al castaño, acercándose peligrosamente a éste.

—¿Y si yo mejor te parto el poco trasero que tienes?— respondió con el mismo tono.

—Quiero ver que lo intentes.

—Con gusto— guiñó un ojo. Y, en seguida, el otro cayó al suelo de rodillas, con sus dos manos en la entrepierna y una horrible expresión de dolor en su rostro. No hacía falta ser sabio para darse cuenta de lo que el castaño había hecho.

—¡Hey, ustedes, ya basta! Tú, el de rojo— dijo el policía—, alguiente de busca.

El mencionado giró sobre su talón y miró a los ojos a Lloyd, que no se podía creer lo que veaín sus ojos.

—¿Kai?— preguntó. El chico medio alto, de cabello castaño rojizo, totalmente despeinado, piel clara y ojos verdes brillante ladeó la cabeza por una media sonrisa y un hermoso sonrojo en sus mejillas.

—Hola, Lloyd.

Notas finales:

Sucesos inesperados (?) Repito: Kai es un malotej malosoh y por eso lo apodé "Kai mamadas lokaz"...

*Kai aparece y la quema viva*

Besos desde el más allá♥


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