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What if Kai was the last ninja? por Room 13943

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Notas del capitulo:

Bueeeeeeenoooooooooooo. 

Hola.

Lean.

Ayer estuve de buen humor. Hoy más o menos. Estoy escribiendo una historia original. ¿La publico, o no? ¿Aquí? ¿Alguien tiene Wattpad? ¿Qué me dicen de también publicar mis historias ahí?

—Ahora que sabemos que eres el Ninja Rojo, Kai, todas tus responsabilidades han cambiado drásticamente, por lo tanto deberas prepararte correctamente para que puedas vencer en la batalla, como lo dice la profecía.

—¿Y eso significa...?

—Que deberás entrenar duro— dijo, dando un sorbo de té.

—¿Y cómo se supone que voy a hacer eso? No sé nada sobre pelea  sólo los he observado pelear, pero simplemente no puedo hacer nada de eso. Mi flexibilidad es casi nula, no tengo fuerza ni para voltear una piedra. Por Dios, mi rapidez y velocidad no podrían ser más inexistentes.

—Lamentablemente son excusas nada validas. Aprenderás. Los demás se encargarán de eso; Jayn, Cole, Zane...

—Imposible— chilló, volteando la mirada.

—¿Puedo saber por qué?

—Mi relación con ellos es nula. No nos decimos ni "pío". Mis conversaciones con ellos se limitan a un "gracias", "de nada", "por favor" y, de vez en cuando, en un "aquí tienes" cuando les hago el té. Nada más.

—Peor sería si no les conocieras. Escúchame, Kai, las excusas que estás dando son absurdas; y así podrás estrechar lazos con ellos. 

—¿Y si digo que me niego?— preguntó, arrugando la frente. 

El anciano suspiró pesadamente y dejó su taza a un lado. Cerró sus ojos y luego dijo:

—¿Y qué tal Lloyd? Con él te llevas muy bien, ¿no es así? Se encargará de tu entrenamiento. Yo hablaré con él y le diré qué deben practicar.

Los ojos del castaño parecieron iluminarse, pero en seguida bajó la cabeza, sonrojándose levemente. Se removió un poco.

—Tengo dos preguntas, nada más.

—¿Cuáles?

—Primera: ¿por qué no me entrena usted?

—Porque ellos saben todo lo que tengo que enseñar, y hasta más. Llegarán alto, serán mejores maestros que yo.

—Vale— asintió—. Segunda...— sonrió y luego añadió—, ¿podré seguir haciendo el té?

El anciano también sonrió.

—Por supuesto— respondió.

 

—¿Así que entrenar, eh?— habló el rubio, observando al castaño sentado en frente suyo, con la mirada gacha. Parecía incómodo, o nervioso.

—Sí, es lo que dijo.

—¿Y tú quieres que yo te entrene, Kai?— preguntó, serio, escondiéndo en aquellas palabras un doble sentido que cualquier otra persona hubiera entendido.

—S-sí... Sí quiero. Mucho, mucho— respondió en un susurro. Era obvio que no había captado el verdadero mensaje, pero él tampoco se salvaba de agregar otro significado a la frase. Lloyd se echó hacia atrás, sonriendo divertido. ¿Por qué es tan jodidamente lindo?, se preguntó. Empezó a reír bastante bajo, y Kai le miró con una expresión de preocupación y confusión. Éste se acercó al rubio lentamente, hasta quedar a su lado—. ¿Pasa algo, Lloyd?

De un rápido movimiento, el mencionado posicionó sus manos en la delgada cintura del castaño, acariciando sin pudor sobre la tela que hacía de una segunda piel -color rojo- muy sensible, pues con tan sólo un delicado roce de sus yemas, podía sentir cómo el menor se estremecía por las caricias. Esos espasmos y temblores lo estaban excitando de una increíble sobremanera.

—Kai— habló, en un tono ronco y susurrante. Lo jaló y movió hasta que el delgado cuerpo del castaño estuvo debajo suyo, temblando de lo que podía jurar también era excitació—, te lo preguntaré una vez más: ¿quieres que te entrene?

—S-sí. ¡Sí!— gimió.

El rubio sonrió divertido. Era tan jodidamente lindo que no podía controlarse con él. Hemanaba hormonas cada parte de Kai. Fue bajando y subiendo sus manos constantemente, haciendo movimientos círculares en la cintura, cadera, estómago, pecho y piernas, sacando de aquella garganta mediante los labios insitantes pequeños pero sonoros jadeos y suspiros que llegaban a sus oídos como música. 

No se resistió más y atacó los rosados labios del menor, sintiendo una corriente pasar desde sus pies hasta su cabeza. Amaba aquella boca, aquellos labios, aquella figura que parecía tan débil a su lado. Amaba todo lo que fuera perteneciente de Kai. 

No satisfecho con sólo el roce, lamió el labio inferior del chico, que entendió perfectamente el mensaje, respondiéndo con un jadeó que se reprimió en el alieto del otro. Abrió la boca, dejando entrar la lengua cálida y juguetona del rubio, que exploraba todo, tentaba, lamía, y el castaño no podía hacer otra cosas que sostenerse de los hombros de Lloyd, a pesar de que se hallaba acostado, y jadear. Cuando el aire de ambos se marchaba combinado, el rubio quiso excitar aún más su pareja, así que, con una sonrisa, mordió la lengua del menor, que suspiró, para sacarla de su prisión cálida y húmeda.

Al separarse y observar detenidamente el rostro, se dio cuenta de que la lengua seguía de fuera. Los ojos entrecerrados, cristalinos y suplicantes, junto las mejillas coloradas, le rogaban más. 

—Hoy hemos terminado éste entrenamiendo— dijo, acariciando con sus dedos la lengua rosa de Kai, que fueron lamido habilidosamente al hacer contacto—. Mañana seguiremos con todo. Ahora iremos al entrenamiento que el Sensei Wu pidió. Pero antes me gustaría tomar un té, el que haces es delicioso. 

—Sí— dijo, casi inaudible—, en seguida te lo traigo...

 

—Hey, Kai— le habló una voz detrás suyo. Volteó, tratando en el transcurso de tres segundos adivinar quién era. Era Jayn, bastante sonriente, como lo solía ser hacia todos, incluso con los enemigos.

—A-ah... Hola— saludó.

—¿Estás haciendo té?— el castaño asintió y los ojos del ninja azul se iluminaron—. ¿Me podrías hacer una taza? Por favor, por favor, por favor. Estoy sediento, y el té que haces es sabroso.

—C-claro... Gracias— respondió.

—No agradezcas, es verdad.

Se hizo un silencio que sólo rompía el continúo silbar de la tetera en el fuego. Jayn carraspeó y preguntó:

—Por cierto, quería preguntarte algo.

—¿Sí? ¿Qué es?— insitó a seguir, nerviosamente.

—¿Quisieras salir a comer esta noche?— el castaño claro se rascó la nuca, mientras sus mejillas se tornaban rosadas. Kai lo miró, sorprendido. ¿Qué debía responder?...

Tal vez... Debería rechazar la oferta..., se dijo a sí mismo.

—Claro— dijo al fin.

Creo que acabo de arruinar todo, pensó.

Notas finales:

¿Entonces que me dicen los del guatpad?

Espero que les haya gustado este capítulo que olía a lemon, salvo no fue. Les rompí el kokoro (?).

Besos♥


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