Pocas veces en la vida Jack había sentido que el tiempo iba demasiado lento para su corazón. Ese preciso momento, era una de esas veces. Sinceramente, no sabía que pensar. Mejor dicho, no podía pensar. El beso tal vez duró unos segundos, pero para su sorprendido ser, parecieron años. Años silenciosos, dulces y cálidos. No podía creer que Hiccup se viera tan calmado, justo en frente de él, tomando su boca con el mayor descaro. Mientras que él, ahí estaba: con los ojos bien abiertos, impresionado a más no poder. Finalmente, él se separo. Solo unos centímetros, dado que mantenía su frente pegada a la de él. Toda su piel se erizó al ver su sonrisa tan amplia y sobre todo se inquietó al notar el brillo en aquellos ojos verdes. Ah. Al diablo con los pensamientos. Tomó rápidamente la nuca del castaño, y lo obligó a besarlo de nuevo. Era así, sin penas ni miedos. Solo besos, besos que inexpertos y temerosos llegaban a estremecer el interior de ambos. Pronto sintieron el movimiento de la cabina, indicando que la rueda volvía a moverse. Claro, no les importó mucho. Estaban extasiados, probándose entre ellos. Hasta que por fin, Hiccup decidió separarse, rojo hasta las orejar.
-Podrían descubrirnos.- comentó en un tono bajo. Mejor separarse en ese momento antes de que alguien los viera. Jack solo asintió, con una sonrisa de medio lado, como si todo aquello hubiera sido planeado desde un principio.
Finalmente bajaron, sin saber muy bien que hacer, tomaron el gran peluche blanco, y caminaron en silencio por un buen rato, sin un lugar específico al cual ir.
-Y uh… ¿Qué fue todo eso?- preguntó Jack, conteniéndose para no decir alguna broma.
-No… lo sé…- contestó. Simplemente había actuado guiado por sus deseos. ¡Dioses!- ¿Estas…Enojado?
-¿Qué? ¿Cómo podría estarlo?- respondió con alegría. – Fue lo mejor.- aquella respuesta fue como una gran llave que liberó un peso enorme de los hombros del pecoso.
-Ah…¿Sí?
-No, en realidad, he tenido mejores.
-Jack…
-¿Qué? Solo son sincero.
-Ajam.
-Bueno, hemos tocado primera base. ¿Para tu cumpleaños completamos todas?- la sola mención de aquello hizo que Hiccup se sonrojara furiosamente. Jack no pudo hacer más que burlarse de sus reacciones.- Vamos, es una broma. Aunque, falta poco para tu cumpleaños, eh?
-¿Cómo lo sabes?
-Uh… Unos dragones me lo dijeron.- bromeó.
-Pues sí, mi cumpleaños es en poco…
-Ah, estas tan viejo…- ambos comenzaron a reír puramente, mirándose, como si tuvieran miedo de simplemente perderse entre la multitud. Ambos compartían la misma tranquilidad y alegría, así que no tenían nada por lo cual preocuparse. Ya cuando ambos dejaron de reír, consideraron que lo mejor sería simplemente regresar. Después de todo, Jack aun debía decirle a Elsa como todo había salido de lo mejor entre él y Hiccup.
Justo cuando comenzaban a marcharse, Jack pudo divisar un pequeño cúmulo de gente que comenzaba a amontonarse en ronda. Al parecer, había algún conflicto que llamaba la atención de la gente. Entre todas las personas, pudo divisar a Mérida, angustiada, aferrándose a …¿¡Su maestro de literatura!? Por reflejo se alejó de Hiccup. Tenía que ver que rayos pasaba.
Por su parte, al notar que el albino se alejaba, Hiccup trató de seguirlo. Claro, no fue nada fácil cuando la vio. Allí estaba ella, tan hermosa como la recordaba, parada no muy lejos. Fue casi un instinto. Ambos siguieron rumbos diferentes: mientras Jack se adentraba a querer ayudar a Mérida, él se iba a buscar a Astrid.
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-¡Que lo dejes, papá!- fue lo primero que llegó a escuchar el ojiazul. Al fin cuando pudo hacerse un camino entre tanta gente, vio con sorpresa como el señor Fergus, padre de Mérida, trataba de acertar un golpe a su maestro. En el medio, Mérida intentaba separarlos, roja de la molestia, mientras Elinor, la madre de la pelirroja, no dejaba de decir quién sabe que. En serio, la pelea entre aquellos dos hombres se estaba tornando algo peligrosa. Jack ya estaba contemplando llamar a la policía, cuando un tercer hombre apareció en la escena. No lo conocía de nada, eso era seguro, sin embargo se veía que quería ayudar, puesto que trataba de proteger a su maestro del padre de Mérida. Todo estaba sucediendo tan rápido, que Jack no sabía muy bien como actuar para apaciguar las aguas. Probablemente, nada podía hacer. En algún momento escuchó las sirenas de los policías. Rápidamente pudo ver como Elinor tomaba a Mérida entre sus brazos, como en un brusco abrazo, mientras la pelirroja solo quería salir corriendo a aferrarse a Angus. Fue tan… Extraño. No llegaba a comprender. Un miedo súbito y algunos recuerdos le hicieron estremecerse y hacer que por poco, la respiración se le fuese. Se dio media vuelta para buscar a Hiccup. Tal vez con él, todo marchara mejor, y encontrara la paz que él siempre le brindaba. Sí, eso haría. Así, ya no tendría que recordar. Sin embargo, al darse media vuelta, no lo encontró.
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Realmente, su corazón esta palpitando dolorosamente, casi como queriendo, con cada latido, recordarle todos y cada uno de los momentos que había pasado con aquella chica. Siempre había estado allí, para él. Pero ya no. Simplemente, el amor que tanto se habían profesado había llegado a su fin. Tal vez si se hubiera puesto a pensar en ello, no podría haberlo siquiera aceptado. Sin embargo, ahora con otro tipo de visión y con otros sentimientos dentro, le era claro lo que debía hacer.
Cuando sus miradas se cruzaron, Astrid trató de irse. Sin embargo él fue más rápido, y sosteniéndola de la muñeca, le pidió por unos minutos para hablar con ella.
-Hiccup, yo en serio no...
-Por favor, solo escúchame. Esta vez, es diferente.- le contestó antes de que la rubia pudiera decir cualquier cosa. – Yo… lamento haberte causado tantos problemas. No podía aceptar el hecho de que realmente no había nada más entre nosotros. Lo siento.- en ese momento, la soltó. Al parecer, Astrid estaba lo suficientemente sorprendida como para pensar en irse. Lo cual era bueno. Aquello le daba algo de valor y coraje para decir lo que tanto estaba pensando.- pero, no he venido aquí a disculparme. Sino que a agradecerte, por todos los años que permaneciste a mi lado, en las buenas y en las malas. Astrid, te amé. Te amo.- Los ojos de Hiccup comenzaron a aguarse. Era como si con cada palabra, una parte de él se destrozara, dejando paso a las lágrimas de paz y serenidad. No estaba triste. Solo…¿Emocionado? Sí, esa era la palabra. Al fin, tenía en claro muchas cosas. - Y tal vez te seguiré amando hasta el día en que muera. Sin embargo…Ahora sé, que mi amor por ti no es como yo creía.- hubo un pequeño silencio. Las manos de la rubia temblaron. Al igual que Hiccup, ella estaba conteniéndose para no caer víctima del sentimentalismo. Todo cuanto decía, parecía una flecha clavándose en su pecho.- El amor que te tengo es quizás como a una muy buena amiga, como si fueras parte de mi familia. Y eso siempre lo agradeceré.- ambos se sonrieron tímidamente, con esfuerzo, puesto que en realidad los dos solo querían dar rienda suelta a sus sentimientos.- Yo…Al fin encontré a la persona que amo, realmente.
Eso fue suficiente como para que Astrid soltara un pequeño grito de emoción. No solo eso. Se tiró a sus brazos, totalmente feliz de al fin ver que una de las personas que más quería en el mundo había avanzado exitosamente en la vida. ¿Estaría soñando?
-Hiccup, no sabes que feliz estoy por ti.- le dijo, esta vez ya sin poder aguantar algunas lágrimas.- Yo siento lo mismo que tu. – el castaño no se reprimió de tomar a la rubia entre sus brazos. Estaba tan feliz de que todo ese asunto al fin comenzara a terminar. Estaba tan…Aliviado de que todo saliera bien, y de al fin poder soltar esa parte tan dolorosa de su vida como lo había sido el final de una relación. Suspiró. Sabía que todo aquello no era una despedida ni mucho menos.
-¿No es eso genial?- habló en tono bajo, puesto que su voz se había resentido un poco por la emoción que sentía. Astrid asintió, alegre, hasta que pronto ambos escucharon las sirenas de los policías. ¿Qué rayos? De repente recordó a Jack. ¿Dónde rayos se había metido? Lo mejor sería buscarlo de una vez e irse del lugar.
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-¡Hiccup! – lo llamaba una y otra vez, pero por más que trataba de encontrarlo, solo se sentía más y más mareado entre las olas y olas de personas que se disponían a salir del lugar. Ya estaba por llamarlo a su celular, cuando de repente le pareció verlo, no muy a lo lejos. Sonrió alegre, y se apresuró a ir a su encuentro, ya pensando en como le recriminaría el haberse separado de su lado, aun cuando había sido su propia el culpa el que se distanciaran. Claro…No contaba con lo que pronto sus ojos iban a captar.
Se detuvo en seco, casi como si alguien lo hubiera retenido en pleno andar. Su sorpresa se reflejó en su sonrisa, que poco a poco comenzaba a morir. ¿Qué? Por más que miraba aquella escena, no podía comprender nada. Pestañeó algunas veces. De a poco sintió como su corazón comenzaba a bombear la sangre con más y más dificultad, añadiendo a toda su confusión punzadas dolorosas. Su garganta se cerró ligeramente. ¿Por qué Hiccup estaba abrazando a Astrid? No lo comprendía. ¿Cómo podía el amor desvanecerse así? ¿O es que acaso él nunca…? Miles de preguntas se formaban en su mente, tratando de alejarlas mientras apretaba el peluche contra su cuerpo. Que idiota. Claro, solo había sido una confusión. Una…Tonta confusión. Soltó el peluche, se puso la capucha, y se dio media vuelta. El sonido de las sirenas comenzaba a sacarlo de quicio, y si seguía así nada bueno podría pasar. Así que solo se alejó. Se alejó del lugar, se alejó del ruido…Se alejó de Hiccup.