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Siempre tú por Yunalesca

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Notas del capitulo:

Disclaimer: por ahora, KH Reborn es propiedad de Akira Amano. Aunque el día que se despiste, le secuestro a todos los niños.

Pairing: 5927, menciones 10069/69100, menciones de XxS

Notas: Holaaaa. Os dejo un nuevo capi. Creo que esta vez dejo los comentarios para el final ^^

La huida

Notó como Tsuna se movía a su lado y se tensó automáticamente. Tenía la impresión de que no había dormido en toda la noche, demasiado preocupado por lo que pasaría cuando el Décimo despertara. No se sentía con fuerzas para enfrentarlo, así que cerró los ojos y fingió dormir cuando Tsuna se incorporó lentamente, con un leve quejido que evidenciaba el dolor de cabeza que debía tener. El corazón empezó a latirle con violencia cuando notó que se inclinaba un poco hacia él y levantaba la sábana que les cubría, posiblemente para descubrir que ambos se encontraban desnudos. Le dio la impresión de que Tsuna contenía la respiración al darse cuenta. ¿Qué estaría pensando el Décimo en esos momentos? Quiso morirse cuando le escuchó soltar un gemido lastimero que confirmaba sus sospechas. Lo de anoche fue un terrible error que no debería haber pasado.

Tsuna se cubrió el rostro con las manos, intentando aclararse los pensamientos. La noche anterior desfilaba en una sucesión de imágenes vagas por su cabeza, y con cada una de ellas iba sintiendo como se le congelaba la sangre en las venas.

-Mierda- susurró al ser plenamente consciente de lo que había pasado entre ambos.

Se había dejado llevar por el momento, por el alcohol y por las ganas que tenía de estar con él, pero… ¿ahora qué? Ni siquiera sabía porque Hayato había accedido a su descabellada petición. Quizás había bebido tanto como él, o tal vez simplemente le había parecido una forma de pasar una buena noche… o peor aún, se había sentido obligado a acceder a los absurdos caprichos de su jefe.

-Mierda, mierda, mierda- repitió, mientras se ponía en pie y recogía apresuradamente su ropa del suelo- ¿En qué estaba pensando?- se lamentó.

En ningún momento le había preguntado su opinión, se había limitado a exigirle que se quedara con él. Ni si quiera sabía si a Hayato le gustaba alguien, por el amor de Dios. Las cosas no podían haber salido más del revés y no tenía ni idea de cómo se lo iba a explicar cuando despertara. Hablar de sus sentimientos ya le suponía una horrible complicación, así que si además tenía que añadirle el sexo… Tsuna se sonrojó violentamente. Definitivamente no había forma de que pudiera hablar de eso con él.

-Joder- se quejó frustrado, antes de dirigirse al cuarto de baño. Se daría una ducha que le despejara un poco la cabeza y ya pensaría que hacer a continuación.

Hayato se sentó sobre la cama en cuanto escuchó la puerta cerrarse. Tenía tal nudo en la garganta que le costaba hasta respirar. Las palabras de Tsuna se le habían clavado como heridas abiertas en el corazón. Nunca le había escuchado decir tantos tacos, era evidente que estaba terriblemente arrepentido de lo sucedido. ¿Cómo no iba a estarlo? No importaba cuanto se repitiera a sí mismo que lo había hecho para hacer sentir mejor al Décimo, la verdad era muy distinta: se había comportado egoístamente porque quería estar con él, aún sabiendo que no era lo correcto. Apretó los puños en una mezcla de rabia y frustración. El daño ya estaba hecho, y no había nada que pudiera hacer. Dudaba mucho que Tsuna pudiera perdonarle. Lo más probable era que ni tan sólo quisiera encontrarle allí al volver, así que se puso en pie y empezó a vestirse con pesadez. La culpabilidad todavía le atenazaba el pecho como si de algo físico se tratara cuando, con una última mirada de pesar a la habitación vacía, salió en silencio del apartamento.

 

oOoOoOoOoOoOo

 

Tsuna llegó al edificio donde estaba su despacho con aspecto abatido. Cuando al fin había encontrado el valor para salir del cuarto de baño, Hayato ya no estaba allí. Sabía muy bien lo que eso significaba. Ya se había esperado su rechazo, pero el hecho de saberlo no lo hacía más llevadero. Lo único que podía hacer ahora era intentar salvar lo poco que pudiera quedar de su relación.

Estaba a punto de entrar en el edificio cuando escuchó ruidos de pelea. Aceleró el paso, suponiendo que se trataría de Hibari, pero la escena que apareció ante sus ojos le dejó completamente desconcertado. Yamamoto había estampado a Gokudera contra la pared, y le sujetaba de las solapas de la chaqueta mientras le dirigía una mirada acusatoria. Squalo y Lussuria, situados a pocos pasos de ellos, se miraban alternativamente el uno al otro y la escena entre los dos menores, con cara de no saber exactamente qué hacer.

-Repite eso- amenazó Yamamoto, y a Tsuna le sorprendió el veneno que destilaba cada una de sus palabras.

Gokudera bajó la cabeza, dejando que el flequillo le ocultara los ojos antes de contestar.

-He dicho que me voy a Italia. A partir de ahora seré parte de Varia- dijo con voz calmada.

Sus palabras consiguieron robarle todo el aire de los pulmones. Tsuna tuvo que sujetarse al marco de la puerta porque temía que las fuerzas le fallaran y sus piernas le dejaran de sostener. Miró al peliplateado con horror. ¿Tanto detestaba lo que había pasado entre ellos?

-Piensa en Tsuna, maldita sea- suplicó Takeshi, intentando hacerle recapacitar.

-Es por él que me voy- contestó Hayato.

Si su respuesta anterior le había dolido en lo más profundo, ésta le hizo añicos el corazón. Soltó el aire de manera tan pesada que todos los presentes se volvieron hacia él, repentinamente conscientes de su presencia. No podía apartar la mirada de Hayato, dolida, traicionada, acusatoria. No podía creerse que de verdad le fuera a dejar. Sabía que la noche anterior había sido egoísta y que no debería haberse comportado como lo hizo pero… aquello era más de lo que podría soportar. Sacando fuerzas de dónde solo sentía vacío y dolor, les dirigió una mirada calmada.

-No pasa nada, Takeshi. Yo le he pedido que se vaya- dijo, y le costó la vida misma que no le temblara la voz.

Ni siquiera supo cómo consiguió aguantar las lágrimas, pero de algún modo hasta consiguió esbozar una sonrisa que le desgarraba el corazón. Ya había hecho suficiente daño, si Hayato no podía soportar su presencia, él no se la podía imponer.

-Si no te importa, tenemos que coger un avión- dijo Gokudera, con una voz glacial.

Yamamoto le vio apartarle las manos de su pecho y pasar a su lado con expresión vacía. Parecía un muñeco sin vida mientras recogía una pequeña maleta y se acercaba a los dos miembros de Varia.

-Hayato…- le llamó Takeshi, pero no se le ocurrió que más decir.

Habría que estar ciego para no percibir el dolor del peliplateado en cada uno de sus lentos movimientos. Buscó a Tsuna con la mirada, pero este se limitaba a contemplar la escena con distante calma. Sólo pareció reaccionar cuando Gokudera se detuvo al pasar a su lado, tensándose.

-Ha sido un placer trabajar para usted, Décimo- dijo con una leve reverencia.

Tsuna asintió con la cabeza, incapaz de decir nada. Sabía que si abría la boca se le rompería la voz, así que se limitó a enterrar todo lo que sentía bajo llave y dejarle marchar. Vio como Hayato y los dos miembros de Varia subían a un taxi que se perdió calle abajo, y allí siguió durante largo rato, incapaz de apartar la vista del lugar por el que había desaparecido hasta que la voz de Yamamoto le sacó de su dolor.

-Tsuna… ¿Qué ha pasado?

El castaño negó con la cabeza, recomponiendo su expresión, mostrándole una tranquilidad que no sentía en absoluto.

-Sólo lo que tenía que pasar- le quitó importancia-. Vamos, tenemos mucho trabajo.

Y sin mirar atrás, se encaminó a su despacho.

 

oOoOoOoOoOoOo

 

Squalo y Lussuria se miraron de reojo antes de subir al avión. Habían realizado todo el trayecto en un silencio de lo más inusual, pero ni siquiera el ruidoso capitán de Varia se había atrevido a romper el deprimente estado de ánimo de Gokudera.

-Oye, escoria… digo, mocoso…- Squalo se interrumpió, frustrado. Estaba intentando ser amable pero estaba tan poco acostumbrado a ello que le costaba encontrar las palabras- Hayato- consiguió decir al fin- ¿Estás seguro de esto? Una vez te subas a ese avión, no habrá marcha atrás.

Gokudera se volvió hacia él y por primera vez los ojos verdes parecieron cobrar algo de vida desde que les había hecho aquella extraña petición.

-Estoy muy seguro- afirmó. Y por si les quedaba alguna duda, empezó a subir las escaleras que conducían al jet privado de Varia.

Squalo hizo una mueca y miró a Lussuria. Su subordinado se encogió de hombros, sin saber que decir. Incómodos, ambos siguieron al menor.

Hayato había llegado a la cabina y había tirado su maleta en uno de los asientos, sin ninguna clase de cuidado. Se dejó caer en la primera butaca que encontró y clavó la vista en la ventana. Por supuesto que estaba seguro de que debía irse. Si le quedaba alguna duda, se esfumó por completo cuando Tsuna había dicho que él le había pedido que se marchara, cuando había visto el modo en que le miraba con profunda decepción. Había tomado aquella decisión para ponerle las cosas más fáciles, pero no había esperado que se lo restregara de manera tan cruel. Subió los pies al asiento y se hizo un ovillo, enterrando la cabeza en las rodillas y sintiéndose terriblemente miserable. Antes de darse cuenta se le habían llenado los ojos de lágrimas, que dejó escapar en silencio hasta que el cansancio le venció y le hizo quedarse dormido.

-Capitán…- le llamó Lussuria, al ver que se había levantado y sacaba una manta de uno de los compartimentos para cubrir al joven Vongola- ¿Cómo vamos a explicarle esto al jefe?- cuestionó con un ligero temblor.

Mientras le tapaba, Squalo hizo un gesto con la mano para quitarle importancia.

-Déjamelo a mí, yo sé cómo manejar a ese viejo gruñón- le tranquilizó.

Por el bien de todos, Lussuria esperaba que su capitán tuviera razón.

 

oOoOoOoOoOoOo

 

Tsuna llevaba todo el día encerrado en su despacho y no había conseguido avanzar nada el montón de trabajo que tenía pendiente. No sólo por su deplorable estado anímico, es que dejando sus sentimientos a un lado… él siempre se apoyaba en Hayato. Cuando le había prometido que se convertiría en su mano derecha, nunca había pensado que hubiera tanta verdad en sus palabras, que pudiera llegar a depender tanto de él. Suspiró y se llevó las manos a la cabeza, que le dolía horrores después del esfuerzo que llevaba haciendo todo el día por no llorar.

La puerta se abrió de golpe y vio la silueta de Reborn. El asesino se acercó en largas zancadas y le miró con los ojos entrecerrados, como si no terminara de creerse lo que acababa de escuchar.

-¿Qué diablos ha pasado? Yamamoto me acaba de decir que Hayato se ha ido. A Varia- añadió con tono acusatorio, dejando muy claro el disgusto que eso le producía.

Tsuna no tenía fuerzas ya ni para lamentarse, así que mucho menos para discutir.

-Así es- replicó con un encogimiento de hombros, como si no le importara-. Ya debe estar llegando a Italia- murmuró.

-¿Así es?- repitió Reborn con incredulidad- ¿Pero en qué diablos estabas pensando para dejarle marchar? ¿Eres imbécil?

Esas palabras consiguieron enfadarle al fin. Reborn no tenía derecho a tratarle de esa manera. Aquella había sido la decisión más difícil que había tomado en su vida, y no sabía lo mucho que estaba sufriendo por ella.

-¿Y qué otra cosa iba a hacer, Reborn? ¿Atarle con una correa?- cuestionó, frustrado-. No tienes ni idea de cómo me ha mirado… era más que evidente que sólo quería escapar de mí- dijo con apenas un hilo de voz.

El asesino se llevó las manos a la sien y tomó aire en profundidad, intentando mantener la calma.

-Explícame que ha pasado porque te juro que no lo entiendo.

-¿Qué qué ha pasado? Anoche decidí hacerte caso. Le confesé mis sentimientos a Hayato, y esta es su respuesta.

La cara de Reborn fue todo un poema. Era evidente que aquello no entraba dentro de sus cálculos, así que simplemente no lo podía aceptar.

-Tiene que ser un error, Tsuna- dijo con voz más calmada.

-No sé qué error puede haber- ironizó el castaño- Es más que obvio que no quiere saber nada de mí, ha puesto todo un continente de distancia entre los dos- añadió con amargura y la mirada más dolida que el asesino le había visto dirigirle jamás.

-Tsuna...

Reborn rodeó el escritorio para llegar hasta su antiguo alumno. Tenía un aspecto tan frágil y desvalido que, llevado por un impulso, le estrechó entre sus brazos. El castaño reaccionó al momento, sujetándose con fuerza a sus hombros, enterrando la cabeza en su cuello, sintiendo como las fuerzas le fallaban y todo el peso de su cuerpo quedaba sobre él. Todas las emociones que había estado conteniendo durante el día salieron a la superficie con fuerza, oprimiéndole el pecho de manera tan brutal que incluso empezó a temblar.

-¿Qué voy a hacer sin él, Reborn?- inquirió en un sollozo lastimero.

Y por primera vez en aquel día aciago, se permitió llorar.

 

oOoOoOoOoOoOo

 

Squalo entró en el comedor dando gritos a sus subordinados. Había llegado casi hasta el centro de la mansión Varia antes de que alguien se dignara a salirle al paso. Si se hubiera tratado de un enemigo habría causado estragos antes de que nadie notase su presencia en el lugar. Amenazó con cortar la cabeza a tres soldados rasos, pateó el culo a Levi y le aseguró a Belphegor que se daría un baño en su maldita sangre real si eso volvía a pasar. Aunque lo cierto es que su reprimenda quedó un poco ignorada porque la atención de todos estaba puesta en el inesperado visitante que había llegado con él.

-Eh, escoria...- la voz de un recién aparecido Xanxus consiguió que todos se girasen en tensión.

Los subordinados huyeron aterrorizados de la estancia mientras que los oficiales se ponían tiesos como una estatua. Squalo simplemente cruzó los brazos frente al pecho y le devolvió la mirada ceñuda. Xanxus desvió la mirada de su irritante capitán al guardián de los Vongola que se encontraba con aspecto ausente tras él.

-¿Qué diablos significa esto?- inquirió el jefe al fin.

-Significa que a partir de hoy tenemos un nuevo miembro en Varia- replicó.

-¿Qué has dicho?- cuestionó, y el modo en que entrecerró sus ojos dejó muy claro que no estaba de humor.

-Lo que has oído- insistió Squalo sin dejarse intimidar.

Xanxus se movió a toda velocidad para sujetarle por las solapas de la chaqueta. Tiró de él hacia arriba con tanta fuerza que el espadachín tuvo que ponerse de puntillas, a pesar de que su jefe no era mucho más alto que él.

-¿Quién te crees que eres para decidir algo así?- espetó Xanxus.

-El capitán de este equipo. Y puesto que el jefe que tenemos no manda una puta mierda, es obvio que tengo que hacerlo yo. El mocoso se queda- se obstinó.

Todos pensaron que Xanxus le dispararía en ese instante, pero en una inusitada muestra de paciencia se limitó a gruñir entre dientes y soltarle con un leve empujón.

-No aceptamos basura inútil en este escuadrón- replicó, dando por cerrada la discusión.

Por primera vez desde que habían llegado, Hayato intervino en la conversación.

-No soy inútil, Xanxus- aseguró-. Puedo demostrarte cuanto valgo. Y si no es así... siempre me puedes matar- sentenció.

Todas las miradas se quedaron fijas en Gokudera. Había hablado con tanta indiferencia sobre su propia vida, con tanta decisión en su ofrecimiento, que incluso Xanxus se sorprendió.

-Eh, Belphegor...- dijo el jefe, repentinamente interesado- Lleva a nuestro nuevo compañero a su habitación.

 

Notas finales:

Notas finales: Espero que después de este capítulo no me queráis matar. Yo no quería ser mala, pero entre uno y el otro han malentendido las cosas de una manera que no había por donde tirar. Prometo arreglarlo todo... si los niños no me lo ponen muy difícil, claro.


Espero que os haya gustado, nos vemos en el próximo capi. Muchas gracias por leer y comentar ^^


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