Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Error Genético por NeblinaLlameante

[Reviews - 72]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

~ACLARACIÓN: ESTE NO ES EL PRIMER CAPÍTULO. HUBO UN ERROR PERO YA FUE SOLUCIONADO DE FORMA TEMPORAL.

EL PRIMERO YA ESTA VISIBLE.

Capítulo 2: Atrapado

 

 

Sasuke

 

— Sasuke, despierta.

Un solo llamado de esa voz era suficiente para despertarme, pero en esta ocasión, el dolor de mis articulaciones era tal que incluso entre sueños distinguía la presión en mi pecho al respirar.

“Dame unos minutos, nii-san” pensé para mis adentros. Me habría gustado hacerle una señal, pero no podía distinguir siquiera dónde estaban mis manos.

— ¡Sasuke!

Esta vez sonó apremiante y me empecé a preocupar. Saliendo de la inconsciencia poco a poco, distinguí mucho alboroto; gritos y gruñidos por todos lados, el sonido del golpe del metal como si las celdas estuvieran abiertas. El corazón me dio un vuelco cuando escuché de nuevo a Itachi jadeante, mientras a través de los barrotes su mano consiguió tomar mi pierna.

— ¡Sasuke, por favor!

 

“Bien, supongo que con miedo todo se puede”

 

En un segundo, me encontraba en mi celda; al siguiente, corría con desesperación tomado del brazo de Itachi.

— ¿Qué es lo que pasa? ¡¿Qué sucede, nii-san?!

Tropezaba constantemente, mis ojos apenas podían enfocar la espalda de mi hermano frente a mí.

— Debemos irnos, Sasuke, nos han dejado escapar —. Contestó con una inusual serenidad; siempre era así.

¿Dejado escapar? ¿Quiénes? ¿Habría sido ese hombre con llaves? ¿Ese que llegó días antes y cuya lengua bífida me causaba repulsión?

¿Qué estaba pasando?

— ¡Itachi! — Fue mi grito de sorpresa cuando golpeó el cristal dos veces seguidas y este se rompió por completo. Su nudillo sangraba demasiado.

De repente, me tomó de los hombros. Lo brusco del movimiento hizo que la sangre me salpicara al rostro.

— ¡Sasuke, reacciona por favor! ¡Tenemos que irnos!

Todo había pasado tan rápido.

Luego corríamos por las calles, perdiéndonos en callejones, tropezando con las banquetas. La herida de mi costado volvió a sangrar y únicamente ese dolor consiguió sacarme del letargo producto de la miseria física.

Se escuchaban gritos cerca de nosotros, intentaban seguirnos la pista. Itachi dobló una esquina y una bala rozó su brazo. Tuve que jalarlo para continuar nuestra carrera; su mano libre de mi agarre sangraba dentro de su boca;  la mordía para contener sus gritos.

Pasaría una media hora antes de que nos dejaran en paz.

Cuando finalmente pudimos detenernos, recargué mi mano contra un poste y mi cuerpo se inclinó producto del agotamiento. Mi voz se había perdido gracias a mis jadeos, tratando de recuperar el oxígeno que le faltaba a mis pulmones.

Pasó un rato antes de que pudiera alzar la cabeza y ver a mi hermano; mi voz rasposa se hizo paso para hacer una pregunta. Nunca antes había salido del laboratorio, no sabía lo que había ocurrido.

— Nii-san… ¿Qué es lo que pasó?

Él se había dejado caer contra una pared a unos metros de mí; pasaba su mano contraria por el brazo para calmar su dolor. El flujo de sangre aún no se había detenido, pero sí aminorado.

En ese entonces no lo entendí, pero su sonrisa era tan grande que daba la impresión de no sentir ningún dolor.

— Somos libres, Sasuke. Libres.

 

OoOoOoO

 

Libres, ¿eh?

¿Dijiste algo?

No, para nada.

La chica pelirrosa frente a mí me observó con desconfianza, aunque pronto volvió a su trabajo de revisar mis brazos y piernas en busca de magulladuras.

Según lo que me dijeron, me colocarían un aparato de rastreo para el momento del supuesto secuestro, ese era el motivo para encontrarme ahí, en la enfermería del lugar.

Ese chico rubio, cuyo nombre no se molestó en decirme, había abandonado la sala luego de hacer el trato y dos guardias entraron para escoltarme.  La pelirrosa me había recibido de forma amistosa, pero al ver mi actitud con los guardias le fue imposible mantener la sonrisa en su rostro y ahora era lo más cortés posible a pesar de su evidente molestia.

Aunque ella y yo estábamos solos ahora, sabía que había vigilancia del otro lado de las puertas dobles y seguramente también nos observaban por las cámaras colocadas en las esquinas de la sala. Eso me hizo arrugar el entrecejo.

¿Tienes alguna herida bajo la camisa?

Faltarían dedos en mis manos para contarlas.

No.

— ¿Me dejarías revisar?

— No es necesario —. Dije esta vez mirándola fijamente. Ella era difícil de intimidar, pero luego de un momento de duda pareció dejar el asunto por la paz y se acercó a la mesita al lado de la camilla para tomar la jeringa.

Voy a darte un sedante antes de instalar el aparato. — Su voz me sacó de mis cavilaciones y observé cómo acercaba la jeringa a mi cuello. Me aparté casi de inmediato. — ¿Qué sucede?

— No puedes ponerme eso.

— ¿Por qué no? — Cuestionó contrariada. Esto evitará que tengas dolor.

Una risa corta e involuntaria se escuchó, cortesía de mis amargas memorias. Me vio como si estuviera loco y cuando me enderecé se alejó, pensando seguramente que la iban a atacar.

— Nada evita que tenga dolor.

Sus ojos esmeraldas se clavaron en los míos mientras su mano bajaba lentamente. Luego, como si recordara con quien estaba, sonrió levemente.

— No tienes porqué asustarte por las agujas, no te dolerá más de lo necesario y después sentirás mucho alivio.

— No me hacen efecto los sedantes. — Fue mi respuesta y esta vez le di una sonrisa resignada. —Es un efecto secundario de alguna droga que me dieron cuando era muy chico.

Si tuvo pensado decir algo, ninguna palabra salió de sus labios. Bajó la mirada y se acercó a la mesita para dejar la jeringa en su lugar, pero su expresión había abandonado la hostilidad para dar paso a una preocupación genuina. Sentí lástima por ella, pero en esos momentos no debía prestarle atención a cosas tan banales.

— ¿Realmente no sientes nada? ¿Ningún alivio?

— Absolutamente nada. —Contesté indiferente. — Era el pretexto que necesitaban para hacerme sufrir todo lo que querían.

Vi el brillo de la lástima en sus ojos y sonreí en mi interior. Pasados apenas unos segundos, se inclinó para quedar a la altura de mi rostro y puso una mano sobre mi hombro; lo apretó levemente en gesto conciliador.

— Ya no tienes que temer nada — Aseguró. —, ahora estás con nosotros.

Volví a sonreír, bajé la mirada al piso después.

— Tal vez tengas razón.

Luego de otro ligero apretón, se separó y se acercó a un escritorio recargado en la misma pared en que estaba la puerta. Al mismo tiempo que quedó de espaldas a mí, mi brazo se movió tomando la jeringa del sedante y la escondí en la manga de mi camisa. Regresé a mi posición anterior antes siquiera de que volviera la vista.

— Debo ir al almacén de medicamentos en el tercer piso; mientras, te quedarás al cuidado de la enfermera —. De nuevo me sonrió y sacó del bolsillo de su bata azul un pequeño comunicador. Apretó un botón y un corto pitido anunció que estaba encendido. Mitsune, te necesito aquí.

— Voy para allá —. Contestó una voz desde el aparato apenas segundos después. Para cuando la mujer llegó a la enfermería, la pelirrosa ya había recogido todo lo que utilizó para curar mis heridas visibles en la cara y los brazos. Seguramente insistiría en revisarme en otro momento, aunque por mí no había problema alguno.

Para entonces ya no estaría aquí.

No se dio cuenta de que faltaba el sedante.

La recién llegada era más joven y de apariencia tímida. El cabello castaño le caía en ondas por su espalda y cuando se dio cuenta de que la observaba, los colores subieron a su cara y apartó los escasos mechones que caían por sus hombros.

Dos años de conocer el mundo y aún no entendía del todo por qué algunas mujeres reaccionaban así al verme, pero esta vez no podía quejarme. Me había alarmado al pensar que me dejarían al cuidado de los guardias, pero esa enfermera sería más fácil de manejar.

Antes de irse, la pelirrosa se acercó a mí de nuevo y con una pequeña sonrisa dio cortas palmaditas en mi hombro.

— Por cierto, mi nombre es Sakura Haruno; si necesitas algo, no dudes en pedírmelo.

Tenía que admitirlo, sus palabras me descolocaron un poco. Seguía observándola con creciente incredulidad cuando atravesó las puertas dobles de la enfermería, y mi vista se habría quedado ahí si la recién llegada no hubiera interrumpido.

Hola, ¿cuál es tu nombre?

¿Acaso creía que era un niño de cinco años? No le habría contestado si no hubiera sido necesario.

Sasuke —. Me costó un poco más hacer una pequeña sonrisa. ¿Y el tuyo?

Mitsune, Mitsune Hanagashi —. Contestó gustosa tomando asiento a mi lado sobre la cama. Me sorprendió enormemente su ingenuidad (o su estupidez), así que no tuve que fingir cuando me aparté un poco deslizándome en el colchón. Ella lo notó y también se alejó un poco, la sonrisa en su rostro sin flaquear.

Dejé pasar los segundos, esforzándome por escuchar lo que había a mi alrededor: los pasos de la enfermera todavía audibles subiendo escaleras, el roce entre telas de los trajes de los guardias fuera del lugar, la respiración de la persona a mi lado y el latido de mi propio corazón, anticipándose.

No tenía mucho tiempo.

¿Tienes algún dolor en particular que hayas olvidado comentarle a la señorita Sakura?

Apenas terminó su pregunta, mi mano ya estaba en su boca; con la misma le impulsé hacia atrás hasta que su cabeza quedó recargada en el colchón. Sus piernas colgaron de la camilla y sus manos se dirigían a mi brazo cuando quité la tapa de la aguja e inyecté el sedante sin cuidado en su muslo.

No, realmente me siento bien, más después de que me curara —. Mi voz salió tranquila a pesar del ligero forcejeo. Vi sus ojos abrirse cuando se dio cuenta de lo que había dentro de la jeringa y en mi fuero interno deseaba que fuera suficiente para que se quedara inmóvil.

Aunque últimamente tengo un dolor fuerte en el brazo, ya que hace unas semanas caí de una distancia considerable —. Hice una pausa para escuchar, pero los guardias no se habían percatado de nada.  Me pregunto si puedo perderlo por ello.

Tenía que seguir hablando.

También tengo unas cuantas heridas en el torso que ya no me duelen, pero no han sanado del todo —. Sus uñas se clavaron en mi antebrazo con fuerza, pero no la suficiente como para hacerme sangrar.

Intentó gritar a pesar de la firmeza con que mi mano cubría su boca, pero me apuré a dejar la jeringa en el colchón y sostuve su cuello con la otra mano para impedir el flujo de aire. Solo sería unos momentos; no me interesaba matarla, únicamente ganar los segundos de anonimato decisivos para mi escape.

Creo que desde hace unas semanas tengo inflamada la pierna, y un hombre con cuchillo me sorprendió en una esquina y lo clavó en la parte baja de mi espalda; aún duele.

Dejé salir un suspiro fingido y fue cuando su resistencia comenzó a flaquear. Sus manos temblaban aferradas a mis antebrazos y sus piernas dejaron de responderle con la misma rapidez. El inicial rubor en su rostro había sido sustituido por una palidez espectral.

Es curioso, nunca pensé que terminaría en una situación así —. Alcé un poco la voz y solté mi agarre en su cuello, para que pudiera respirar. Ya no pronunció sonido. No pensé siquiera estar vivo a estas alturas.

Seguía despierta, sin dejar de mirarme, ni siquiera cuando la solté y dejé caer sus manos inertes a los lados de su cuerpo.

¿Te sientes encerrada, cierto?

— ¿Crees que pueda salir bien parado de la misión que me asignaron? Pregunté al alzarme de la cama. Una sonrisa, esta vez burlona, cruzó mi rostro al tiempo que tomaba de nuevo la jeringa, a sabiendas de que a esas alturas cualquier cosa es un arma funcional.

Tienes razón Contesté, acercándome a la puerta con cautela. —, yo tampoco lo creo.

 

OoOoOoO

 

Naruto

 

El documento está listo junto con el resto del papeleo Dijo Shikamaru al sentarse en el sillón  frente a nosotros, cruzando las piernas. —, la firma de Sasuke y podrás comenzar, Naruto.

Asentí levemente a la vez que me recargaba en mi asiento, dejando salir un suspiro y colocando mis manos sobre mi nuca. Kiba a mi lado hizo un gesto similar, aunque después dejara caer su cabeza en el asiento de al lado.

Quiero ir a casa —. Murmuró con su boca sobre la tela del sillón.

Pronto, solo te necesitamos hasta  que llevemos a Sasuke al departamento que se le asignó, luego podrás ir a descansar —. Contestó Shikamaru, luego perdió la vista en la ventana de su oficina que daba a la calle frente al edificio.

¿Cuándo empiezas, Naruto? — Preguntó Kiba al colocarse boca arriba. Recibió una patada de mi parte cuando intentó subir sus piernas a las mías.

Depende de si Sakura le encuentra alguna herida de gravedad, pero debería ser lo más pronto posible.

¿Tienes la lista de los lugares a los que irán?

Shikamaru y yo aún trabajamos en ello.

¿Y el equipo?

Ya está en la camioneta.

Bien —. Los ojos de Kiba se entrecerraron y en un afán de molestarlo (y mantenerlo despierto) empujé su torso hasta que cayó del sillón. Una risita escapó de mis labios, pero cuando se levantó dispuesto a cobrar venganza, la voz de Shikamaru le hizo retroceder.

Ya déjense de niñerías, aún hay cosas de las que tenemos que hablar.

A regañadientes, Kiba volvió al sillón. Su venganza se manifestó en un corto golpe a mi hombro que dejé pasar. Se hizo un silencio mientras que cada uno de nosotros rememoraba lo que había visto, pensado o concluido durante el interrogatorio.

Creo que todos sabemos que existen irregularidades en su caso —. Comenzó Shikamaru, pero no le dejé seguir.

— Sabe demasiado; hemos capturado híbridos que ni siquiera pueden hablar —. Dije, internamente sorprendido por la habilidad del Uchiha con las palabras. En casos anteriores, algunos híbridos habían optado por dibujar para describir sus viejos hogares o cómo habían escapado, debido a su incapacidad de escribir o por su escaso vocabulario.

— Además de lo ocurrido con Haku —. Añadió Kiba. — Según recuerdo,  estaba solo cuando le encontramos.

Es que estaba solo — Continué. —, pero puede que Sasuke estuviera escondido lejos del lugar; eso no explica cómo es que se enteró de su muerte.

Cuando veníamos en camino traté de hacerle algunas preguntas —. Contestó Shikamaru. No respondió la mayoría, pero me dio a entender que sus padres le enseñaron a él y a su hermano a leer y escribir. Con respecto a lo que sabe, es posible que otro híbrido se lo hubiera dicho.

Negué con la cabeza ante su afirmación y tomé un folder de la mesita que había entre ambos sillones.

He leído este reporte unas mil veces. Todos sus antiguos compañeros aseguran no haberlo visto después de la fuga y a todos los que preguntamos ajenos a él jamás lo habían visto antes.

Puede que nos haya espiado Comentó Kiba. —, por alguna de las ventanas que estuvieron sin cámaras de seguridad debido al intento de secuestro.

Ahora fue Shikamaru el que negó lentamente.

No habría podido ver nada, al menos que hubiera tenido los ojos totalmente desarrollados de un gato.

Su hermano los tenía —.  Dije recordando la parte del interrogatorio con Nara.

Sí, pero conseguí sacarle también que su hermano murió hace casi un año, mientras que lo de Haku es reciente.

Se hizo un corto silencio en el que nos dedicamos a asimilar las últimas palabras de Shikamaru, buscando alguna posible explicación.

¿Te dijo cómo murió su hermano? Pregunté.

No exactamente Contestó Nara. —, sólo que estuvo muy enfermo.

Seguramente alguna infección a causa de las heridas, como cuando encontramos a esa chica con hongo en lo que antes fue su brazo —.  Añadió Kiba, evocando memorias que hicieron que los tres arrugamos el ceño inconscientemente.

Sí, seguramente —. Shikamaru suspiró y cerró los ojos un momento. Imitó mi posición por un buen rato hasta que Kiba, asertivamente, dijo lo que a los tres nos rondaba por la cabeza desde el principio.

Creo que, de alguna manera, esperábamos mucha más información de su parte.

No entiendo siquiera por qué Dije luego de un bufido. —; ahora que lo veo de otra forma, no hubo nunca una razón para que creyéramos que sabía algo más.

De alguna forma esperaba que nos llevara a Itachi Añadió Shikamaru. —, pero también creí que por sí mismo tendría información.

Entonces ninguno supo nunca por qué salieron de ese lugar —. Concluí en voz un poco tenue debido a que estiré mi cuerpo para desperezarme. No tienen idea de por qué sucedió.

Si los únicos que tienen información son esos dos híbridos de los que todos hablan, estamos perdidos —. Respondió Kiba dejándose caer contra el respaldo de forma dramática.

Tal vez sigan vivos.

Están muertos o fueron capturados, así de simple —. Refuté. Seguramente no escaparon antes de que descubrieran su travesura y les salió muy caro.

¿Y dónde quedó tu optimismo, Naruto? Fue Kiba el que habló. Antes habrías dicho que no descansarás hasta encontrarlos.

— Ya no quiero tener esperanzas estúpidas —. Las palabras salieron de mi boca sin que las pensara y me resultaron relativamente gratificantes, aunque  ligeramente dolorosas.

Kiba estaba a punto de volver a hablar luego de una brusca pausa, pero Shikamaru le ganó la palabra.

Han pasado dos años y Sasuke recién aparece; él se escondió lo más posible con su hermano hasta que la necesidad le obligó a exponerse —. Se levantó del sillón para ir hasta su escritorio y sacar una cajetilla de cigarros. No veo motivo por el que ese par de híbridos no estén en condiciones similares.

Luego de encontrar  el encendedor en el otro cajón y prender el cigarro, dejó salir una profunda bocanada de humo grisáceo, acompañado de un suspiro cansino al volver con nosotros.

La captura de Sasuke y que aceptara cooperar con nosotros es un gran avance. Si esto resulta, todo por lo que ha pasado el departamento los últimos tres años habrá valido la pena.

Y si no, todo se va a la basura —. Dijo Kiba con una mueca burlona.

Estaba a punto de replicar su comentario cuando algo distrajo mi atención: el sonido de lo que reconocí como pisadas en el corredor sobre nosotros y un corto grito de mujer que me hizo arrugar el ceño.

Voltee a ver a Kiba y Shikamaru con extrañeza y como una orden muda nos levantamos del sillón. La expectación duró unos segundos más antes de que el sonido de la alarma manual pareciera despertar cada engranaje del edificio.

La adrenalina se disparó en mí y caminé con rapidez a la puerta de la oficina. Escuché sus pasos tras de mí y pronto nos encontramos en el corredor, con las puertas principales apenas a unos metros a la derecha de nosotros.

El sonido del ajetreo en la planta alta se colaba por las escaleras que daban al segundo piso; Sakura bajaba por ellas cuando nos acercamos presurosos.

¿Qué está sucediendo?

Es Sasuke Exclamó. —, escapó de la enfermería cuando salí por medicinas.

Shikamaru dio instrucciones a Kiba y este pronto se perdió en las escaleras; durante esos segundos, mi memoria me hizo evocar aquella vez, persiguiéndolo por las calles del centro, o esa otra en que lo perdí en las vías del tren. Aun cuando se trató de una emboscada en el muro que separaba el distrito de la Élite, Sasuke sólo necesitó de quince segundos para encontrar una forma de escapar. Había creído que lo tenía en mis manos, pero incluso esa certeza era una ilusión causada por él mismo para de un segundo a otro desaparecer.

De alguna forma, supe que esta no sería la excepción. Estaba seguro de que, si hubiera contado los segundos desde que escuché los pasos, habría llegado al quince para cuando escuchamos el sonido de cristales rompiéndose y estrellándose en el pavimento fuera del edificio.

Distinguí su sombra apoyarse en el suelo al caer de la ventana del segundo piso, levantarse presurosa y perderse con rapidez en la calle de enfrente.

Lo siguiente que supe es que mis pies habían quebrado uno de los cristales en el suelo cuando salí del edificio; saqué rápidamente mi arma de su funda para tenerla a la mano en caso de que fuera necesaria.

Corrí hacia donde lo vi por última vez y a pesar de la oscuridad pude distinguirlo al final de la calle.

— ¡Uchiha! Centré mi vista en su espalda y continué la carrera. La sensación opresiva en mis pulmones y la quemazón de los músculos de mis piernas era desagradable, pero tampoco podía negar cierta satisfacción al saberme lo suficientemente hábil como para alcanzarlo.

Dobló a la derecha, luego a la izquierda en un callejón, cambió de acera y dobló de nuevo a la derecha; seguro tenía la esperanza de perderme en algún giro inesperado, pero no le concedería el placer de dejarme en ridículo por cuarta ocasión.

¡Teníamos un trato, imbécil! Grité una vez estuve lo suficientemente cerca.

¡Métetelo por el culo! Fue su respuesta cuando volteó a verme brevemente. Pude distinguir una sonrisa en su rostro.

Era muy temprano aún para ver gente en las calles, por lo que el sonido de nuestros fuertes pasos era lo único que podía escucharse; rebotaba en las paredes de los edificios, ocultando mi respiración apresurada, a la vez que me acercaba al punto que casi podía tocar su espalda.

Pero esta de pronto ya no estuvo ahí. Me detuve a tiempo para ver como empezaba a escalar el edificio al final de la cuadra, con una agilidad impresionante y una rapidez que no me permitiría alcanzarlo si no actuaba pronto.

Tsk —. Antes de que pudiera decidir qué hacer, el aparato que rodeaba mi oreja emitió una vibración. Apreté un pequeño botón y la voz del jefe se coló por los pequeños altavoces.

¿Dónde diablos están?

El Uchiha escala el edificio entre la calle seis y veinte —. Contesté alzando la vista. Sasuke estaba a nada de llegar al techo. Voy a subir.

— No hagas una estupidez. Hay francotiradores en los techos del Departamento y la galería de armas, no pasará mucho antes de que tenga que bajar.

¡¿Qué dices?! ¡¿Ya los habías puesto ahí?! Pero antes de recibir respuesta el sonido de una bala rompió la tensa calma a mi alrededor. Escuché su impacto contra alguna estructura y casi de inmediato le siguieron más. Apenas había doblado una esquina del edificio cuando le vi saltar de vuelta al suelo, apenas a unos metros de mí.

— Llévalo al callejón de la 19, enviaré a mis hombres allá —. Escuché cuando comencé a correr.

¡Acabamos de pasarlo! Contesté. Pero me has dado una idea.

Si Shikamaru contestó no pude saberlo, pues al dar la vuelta en una esquina con brusquedad, el comunicador se resbaló de mi oído y cayó al suelo. No iba a detenerme a recogerlo, no ahora que tenía que apuntar con el arma.

Mierda… Mis ojos se enfocaron de nuevo en su espalda y alcé el arma hasta la altura de mis ojos para una mejor puntería, pero en vez de dar en su espalda, la bala se dirigió a unos metros a su derecha, consiguiendo así que se desviara al lado contrario por un pequeño callejón.

Apenas volví a cambiar la dirección, disparé de nuevo; hice un hueco pequeño en la pared que provocó una pequeña risa de su parte.

¡Como siempre! ¡Tienes una puntería de mierda!

¡No me provoques, imbécil! — Un nuevo disparo provocó que ahora girara a la izquierda y esta vez la risa fue de mi parte.

Solo hasta que llegó al final de la calle supo dónde estaba: la periferia de la prisión del distrito.

Si entraba a ese lugar por intentar escapar, no había forma de que pudiera salir, y esa idea fue suficiente para relajarme al punto de que dejé de correr, aunque todavía estaba lejos de él.

—Se acabó, Sasuke. — Él aún observaba la reja electrificada que tenía enfrente como si realmente pensara escalarla. No faltaba mucho para que nos encontraran los hombres de Shikamaru, pero temí por un momento que realmente intentara saltar.

Hice sonar mi arma al cargarla y la alcé de nuevo, esta vez apuntando a su espalda con firmeza.

—Date la vuelta lentamente y prometo no dispararte.

El viento agitó su cabello con ligereza, pero fue su única señal de movimiento. Esperé unos momentos más antes de desesperarme y cerrar la distancia entre ambos, dispuesto a pegar la punta de la pistola a su espalda.

— ¡Te dije que-! – Fui interrumpido cuando se giró con brusquedad; su mano tomó la pistola y la arrojó lejos antes de que mis dedos respondieran. Luego dio una patada certera en mi costado y corrió en dirección opuesta a la prisión.

El dolor fue suficiente para hacerme ver estrellas, pero logré no golpearme contra la pared y de un salto hacia enfrente pude tomarlo del torso. Caímos hacia adelante y escuché el sonido de su quijada al golpear el pavimento.

— ¡¿Por qué haces las cosas tan difíciles-ttebayo?! ¡Lo que queremos es ayudarte!

— ¡¿Poniéndome en bandeja de plata para los que he huido desde hace años?! — Contestó a la vez que su codo impactó con mi nariz. Por unos instantes no pude ver nada y mi agarre se aflojó. — ¡Búsquense a alguien realmente imbécil!

Mi mirada era un borrón cuando me levanté apenas segundos después, pero hasta esa mínima distracción parecía suficiente para que Sasuke escapara de mis manos.

No podía permitirlo, ya había tenido suficiente de persecuciones.

A pesar del agotamiento previo, me obligué a quemar mis piernas y conseguí alcanzar su hombro antes de que doblara la cuadra. Aproveché el impulso que llevaba y lo estrellé contra la pared, mi mano libre se dirigió de inmediato a su estómago para dar un fuerte golpe. Cuando se dobló por el dolor, ataqué su rostro con mi rodilla, aunque no con la misma fuerza con que su codo impactó en mi nariz momentos antes.

Uno, dos.

— ¡Basta de resistirte a lo idiota! — Se removió en mi agarre, pero su mísera vida en las calles cobraba su factura y sentía su resistencia cada vez menos. Su mirada llena de rencor se clavó en mis pupilas y me costó un poco de trabajo apartar la vista.

Siete.

Mis manos habían apresado las suyas a los lados de su cuerpo.

Ocho.

—Si estás tan empeñado en vernos como los malos, realmente no me importa, igual estás jodido.

Sus piernas trataron de apartarme y un gruñido de frustración escapó de sus labios. El sonido de las sirenas acercándose me sacó del letargo y un instante después los faros de las patrullas iluminaron la calle.

Volví mi vista a su rostro y pude percibir el hilillo de sangre que escurría por su nariz. De nuevo me impresioné de que a pesar de las circunstancias, su rostro no reflejara ningún tipo de miedo.

Pero es solo una fachada, ¿verdad?

—Se acabó.

Sabía que no era de los que se rendía, sin embargo, era más que obvio que la lucha estaba perdida. Así que con un último gesto de desprecio, dejó de resistirse.

Trece.

—Te tenemos, Uchiha.

Quince.

.

.

.

.

.

Continuará.

Notas finales:

~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).