5
Confesión
La semana de exámenes fue muy complicada. No hubo entrenamientos para ningún club deportivo, para que los estudiantes pudieran estudiar y dar el máximo esfuerzo en sus pruebas bimestrales. Para Alex fue una eternidad. Tenía que sacar mínima un 9, ya que en lo que sería la calificación diaria sacó un 8 en todas las materias, y necesitaba el 8.5.
Cuando se llegó el día de entregar las notas, los estudiantes no fueron a clases. Eso fue aún peor para él, ya que no podía estar presente cuando le digan a su padrastro qué obtuvo. Los maestros no le dijeron nada a sus estudiantes, querían que fuera una sorpresa; y sería una gran sorpresota si el alumno reprueba. Se encontraba acostado en su cama, viendo fijamente al techo. Se sentía muy nervioso, sentía un vacío en el estómago, como ese que te causa el subir a una montaña rusa.
En la parte de abajo, no había nadie. Pero después la puerta se abrió, dejando entrar a una chica de cabello negro y a un muchacho castaño. Ambos conversaban.
—Por esa razón no debes decirle nada, es muy enojón—le explicaba.
—Vuestro secreto está a salvo conmigo—le dijo con una sonrisa.
Ya llevaban mucho tiempo conociéndose, y se habían vuelto grandes amigos. Se confiaban muchas cosas, ya que sabían que el otro no revelaría nada privado.
—Necesito salir con Logan, por eso quiero que lo entretengas... —no terminó de hablar, ya que un hombre entró a la casa.
—Chiquilla, toma estos mugrosos papeles. Me largo al bar—dijo furioso Mike, al ver de nuevo a Antonio. Verlo le hacía recordar aquella plática que escuchó entre Alex y Alice. Le lanzó las boletas de calificaciones, y se fue. Ella las recogió del suelo, y sonrió al ver su promedio.
—Genial, saqué 8.9—decía con una sonrisa.
—¿Y Alex?, le fue bien? —preguntó recordando todas esas asesorías que le dio.
—Déjame ver—dijo. Tomó las notas de su hermano, y abrió los ojos, se quedó atonita. —No puede ser...
—¿Qué pasa? —preguntó al ver su reacción. Ella le mostró el papel. —Oh... —murmuró con la misma sorpresa que la chica.
—Dale la noticia, por favor. Tengo que ver a Logan en el parque—habló rápidamente y salió de la casa.
Antonio subió las escaleras, hasta llegar frente a la puerta de la habitación de ese chico. Se quedó parado, y tocó con su puño dos veces.
—Adelante—habló desde dentro.
Entró, y más sonrojado no podría estar. Únicamente llevaba bóxers y, aunque lo había visto ya así muchas veces, aún no podía evitar ponerse así. Tenía el cuerpo muy bien formado, y no pudo evitar notar que su ropa interior, al estar recostado, le quedaba un poco ajustada.
—Tengo vuestras notas—habló dándole la boleta.
Un poco asustado, tomó ese papel. Abrió los ojos al ver ese nueve punto nueve de promedio bimestral. Esperaba un seis, un siete, o un cinco... pero sacó casi un diez.
—Wow... —murmuró aún sin salir de su asombro.
—Me alegra de que te haya ido excelente—le dijo con una sonrisa sincera.
—Jamás lo habría logrado sin ti—dijo mientras se ponía de pie y se acercaba, para darle un abrazo. Más que gratitud, lo que quería era sentir su calor corporal, oler su aroma que le parecía embriagante, sentir su respiración en su cuello, y escuchar de cerca sus latidos.
—N-no fue nada... Además... quien presentó esa prueba fue vos— dijo nervioso por ese pequeño contacto.
El más alto se separó un poco, para verlo a los ojos. A través de ese cristal vio esos ojos azules como el cielo. Se fue acercando lentamente, inclinó levemente su cabeza, y colocó sus labios sobre los suyos mientras cerraba sus ojos.
—Espera— dijo separándose. Quería besarlo, quería dejarse llevar... pero su mente no quería permitírselo.
—¿Qué pasa? —preguntó confundido.
—Vos estáis confundiendo las cosas. Somos amigos, y sé que vuestro exnovio aún está en vuestro corazón—dijo con cierta tristeza de que solo sea algo por intentar sustituir a James.
—Antonio... —murmuró, acercándose a su rostro. —Yo me enamoré perdidamente de ti.
—Por favor—dijo con la voz entrecortada. —No quiero que juegues conmigo. Yo sí me enamoré de vos, pero no es motivo por el cual debería dejarme usar como objeto—dijo y una lágrima corríó por su mejilla. Alex limpió con cuidado esa gota de líquido salado, y después le acarició la mejilla con ternura.
Lo tomó de la mano, y la dirigió a su propio pecho, para que pudiera sentir algo en particular.
—¿Sientes eso? Es mi corazón. Late al mil por hora cuando estoy contigo. Sonrió como idiota cuando estás a mi lado, y me vuelvo una persona distinta al escuchar tu voz. Si eso no es amor, entonces no sé lo que es—le dijo y lo tomó de la barbilla, para que lo viera a los ojos.
—¿Es cierto eso? —preguntó con un poco de pena.
—Sí. Tù sei il ragazzo che mi piace, vorrei che tu mi dia l'opportunità di essere con voi —intentó hablar en ese idioma. —¿Recuerdas cuando me dijiste eso? Busqué en Internet su traducción. Al principio creía que lo único que podríamos llegar a ser era amigos, pero con el paso del tiempo me fui enamorando de ti. Ahora, siento que eso fue lo más lindo que me hayan dicho, a pesar de que, cuando me lo dijiste, no entendí absolutamente nada.
—Aún me gustas—murmuró bajando la vista, pero el más alto lo hizo volver a verlo a los ojos.
—Y a mí tú también ... Entonces, ¿quieres ser mi novio? —preguntó de repente.
Sinceramente no se esperaba una propuesta así. Se arriesgará a sufrir por amor, pero realmente estaba enamorado de él. Le encantaba todo, todo en él. Y probablemente se arrepentiría después, si es que únicamente se estaba liberando dopamina porque su cerebro crea que él era aquel muchacho con el que salió alguna vez.
—Yo... sí quiero—murmuró mientras se abalanzaba hacia él y lo besaba. Lo rodeó del cuello con sus brazos, y el más alto lo abrazó de la cintura.
—Te amo, Antonio... —le dijo en susurro cuando se separaron.
—Yo también te amo, Alex...