El invierno había llegado, los copos de nieve caían lentamente inundando el jardín. El blanco cubría a las rosas rojas, naranjas y amarillas, se sentía paz alrededor. Los niños y Derek salieron afuera a jugar en el jardín y ver la nieve, esta era su primer nevada juntos.
-¡Wau! Cuanta nieve- Gritaron emocionadas las gemelas.
-¡Vamos!- Grito Joaquín y todos le siguieron.
-Ven Derek- Decía Dominic tirando del brazo del castaño.
-Espera, aun no te pones los guantes, hace frio afuera- Se inclinó frente al pequeño y le puso ambos guantes. –Listo, ahora sí- Dominic le llevó con los otros niños.
-Mira Derek, hemos hecho a Eidan de nieve- Beatriz le mostro lo que ella y las gemelas hicieron. En sí era un muñeco de nieve con cuernos hechos con ramas y ojos de bellotas.
-¿Desde cuándo dejaron de llamarme amo?- En eso llego Eidan quien se cruzo de brazos frente a ellos.
-Desde que descubrimos que tenías nombre- Contesto Beatriz.
-Ah y ahora me tutean. Tú eres el culpable de esto Derek.
-¿Yo?
-Sí, desde que dijiste mi nombre en voz alta todos me llaman por él. Es tu culpa que no me tengan respeto ya- Su tono de vos se escucho seria, parecía realmente molesto.
-P-pero…- Entonces Eidan lo aprisionó con sus brazos.
-Por eso me vengare comiéndote- Dijo en un tono más juguetón. Derek se sintió aliviado de que solo jugase, no quería volver a esos días cuando Eidan estallaba de ira.
-No lo permitiremos- Dijeron las niñas, luego se les unieron los demás lanzando bolas de nieve que Eidan cubría con su capa.
-Pequeños rufianes, son seis contra uno, es trampa- y así se pasaron la tarde juntos.
Al anochecer se reunieron en la chimenea con chocolate caliente y unas mantas. Todos los niños en círculo esperando escuchar un nuevo cuento.
-Bien, ¿Qué cuento quieren para hoy?- Preguntó Derek, los niños de inmediato alzaron la mano para dar su opinión. Unos querían escuchar ¨La bella durmiente¨ otros ¨Rapunzel¨ y otros querían que les contase ¨El lobo y los 7 cabritos¨ en fin, no se ponían de acuerdo.
-¿Por qué no dejamos que el amo Eidan decida?- Propuso Esteban.
-Es verdad, el nunca ha escogido un cuento- Dijo Beatriz.
-¿Yo? ¿Están seguros de que quieren que escoja yo el cuento?- Los niños asintieron con la cabeza.
- Además, queremos saber que cuentos le gustan amo Eidan- Dijo Joaquín.
-Vamos, ¿Qué cuento quieres escuchar?- Derek también quería complacer a Eidan dejándole escoger.
-Bueno, no lo sé- Eidan se lo pensó un poco antes de responder. –Creo que me gustaría escuchar Alicia en el país de las maravillas.
Ante la respuesta de Eidan todos se quedaron callados, como si no esperasen que dijese ese cuento. Eidan de inmediato se cruzo de brazos y desvió la vista.
-¿Qué ocurre? ¿A caso dije algo raro?
-Oh no, es solo que no esperaba que te gustase esa historia, bueno creí que querrías un cuento con un lobo o algo así pero…
-Insisto, ¿Qué tiene de raro? Me gusta y ya está ¿Lo contaras o no?
-Claro, lo siento- Derek rió leve mientras comenzaba la historia. Al parecer si era esta de las favoritas de Eidan, todo el tiempo se quedo atento, escuchando con los ojos bien perdidos en quién sabe dónde. Era casi como si Derek lo llevase en serio al país de las maravillas.
Eidan no solo amaba esa historia, amaba como Derek la contaba, realmente sentía estar allí, rodeado de seis habitantes del país de las maravillas y con su bella Alicia frente a él haciendo de narrador.
Habían llegado a la parte donde Alicia estaba en la casa del conejo blanco, cuando Derek decidió parar.
-Eso será todo por hoy.
-¿Pero por qué?- Replico Beatriz.
-Realmente era interesante, nos dejaras con la inquietud de no saber que pasa- Dijo Joaquín.
-Lo sé, lo siento pero esta historia es realmente larga, ya les he contado mucho por hoy, mañana continuaremos.
-Pero…- Dominic iba a hablar hasta que le interrumpió el amo.
-Déjenlo chicos, ya mañana terminara la historia, pero por ahora es mío- El tono de voz con el que dijo esta última frase, ese ¨Es mío¨ hizo estremecer a Derek.
Los niños se levantaron no muy conformes y se despidieron de Derek antes de ir a la cama.
-Buenas noches Derek- Dijeron todos al mismo tiempo, luego lo abrazaron.
-Buenas noches niños- Derek beso la frente de cada uno de ellos.
-Buenas noches amo Eidan- Dijeron los niños a su amo y saltaron sobre él para abrazarlo.
-Si, si, ya basta de melosidad y vayan a dormir- Todos obedecieron dejándoles solos.
-Bueno, hora de ir a dormir- Derek se estiraba y soltaba un bostezo al decir esto, sin embargo Eidan no tenía ganas de dormir aun.
-¿Quién dijo que dormiríamos?- Tomó al castaño de la cintura y lo acerco a él.
-Eidan… ¿que estas?
-No te hagas el inocente, tu sabes muy bien lo que ocurrirá ¿No?- Se acerco a su oído y le susurro algunas palabras que hicieron enrojecer completamente a Derek.
-Tonto, no digas cosas tan pervertidas.
-¿No quieres? Sé que te gusta- Besó su cuello despacio haciéndolo gemir.
-Ngh…ah~ No, aquí no, los niños nos escucharan.
-En ese caso vamos a nuestra recamara- Lo cargó como a un costal en su espalda y lo llevó al tercer piso. Ya en la recamara lo arrojo a la cama sobre las sabanas color negro. Lo acorraló con su cuerpo y lo beso apasionadamente.
-E-espera, Eidan…
-¿Qué ocurre? ¿No quieres?- Mientras decía esto le desataba la corbata y desabotonaba su camisa.
-No es eso, solo que siempre vas muy rápido.
-Es normal, contigo aquí en mi cama, con esa expresión tan tímida y el deseo en tus ojos ¿Quién podría resistirse?- Se quito la capa y toda la ropa de la cintura para arriba, todo de forma seductora para que Derek se pusiera más nervioso aun, y claro que lo estaba.
Eidan lo cargó y lo colocó sobre sus piernas, lamio su cuello y bajó a su pecho llegando a sus pezones que lamió y mordisqueó despacio. Derek soltaba gemidos leves, no podía negarlo, le encantaba estar así, en manos de Eidan. El de ojos amarillos bajo a sus pantalones, los desabrocho y quitó rápidamente.
-¡AH! Espera.
-Nada de esperar, se nota que no puedes aguantar más- Lamió su entrepierna de una forma que hizo temblar al castaño.
-Ahhh~ Eidan~ Mmm…- No podía evitar gemir por el placer, trató de cubrir su boca pero Eidan le detuvo.
-No hagas eso, déjame escuchar.
-Va…vasta, no más.
-Te dije que no me detendría- Eidan no se esperó la respuesta del de ojos esmeraldas.
-No, es que… quiero que sigas de una vez- Al escucharle una sonrisa depredadora se dibujo en su rostro.
-Entiendo, déjame complacerte- Susurro en su oído con voz suave mientras se acomodaba para comenzar.
Lo penetro despacio, poco a poco hasta estar completamente dentro de él. Derek soltó un fuerte gemido, cada vez que gemía solo hacia encender más a Eidan, haciéndole desear poseer cada parte de su pequeño castaño de ojos esmeraldas.
-Ahh, se siente tan bien estar dentro de ti- Le decía al odio a la vez que le daba suaves estocadas que poco a poco aumentaban su velocidad.
-Tonto, deja de decir esas cosas cuando lo hacemos, es vergonzoso.
-Justo por eso las digo, me encanta verte avergonzado, tu rostro se torna de un rojo tan bello- Eidan beso a Derek en la frente y después de verle a los ojos por un rato beso sus labios. Derek se separo despacio de él y besó sus cuernos.
-Nunca entenderé por qué haces eso, pero es lindo.
-L-lo hago para que siempre… recuerdes que no me importa como luzcas, t-tú me gustas tal cual eres- Tal vez fue porque su voz se entrecortaba cuando lo decía, por los gemidos, o por la forma tan inocente y sincera en que lo decía, no importa, le hacía feliz escuchar aquello de Derek. –Eidan, quiero sentarme sobre ti.
-… ¿Qué?
-No me hagas repetirlo- El de ojos amarillos no se lo creía del todo, de igual forma le obedeció dejando al castaño sobre él.
-Mmm…ngh, se siente…- No terminó de decirlo cuando comenzó a moverse él solo. Eidan en ese momento no solo se sorprendió, su rostro por primera vez se torno de un rojo intenso, aquella vista que tenia de Derek auto penetrándose era…
-O-oye, espera…
-¿Qué pasa amo? ¿Estás avergonzado?- Para Eidan esas palabras fueron suficientes como para detener su corazón por un segundo, un largo segundo, sentía que se saldría de su cuerpo en cualquier momento. Derek se colgó de su cuello y se acerco a su oído mientras gemía. Era demasiado para la bestia, el placer lo estaba ahogando.
-Ngh...Ahh- Soltó algunos gemidos roncos. No se quedó atrás, comenzó a moverse también, de forma más rápida y fuerte.
-Ahhh~ Eidan~
-Cállate, tu comenzaste, atente a las consecuencias, ya no seré gentil contigo- Derek se abrazo con fuerza a él rodeando su espalda con sus piernas.
-N-no lo seas- Ambos se besaron apasionadamente. Después de un rato Derek se corrió.
-Derek voy a…- No termino de decirlo cuando se corrió dentro del castaño.
-¡AHHH! Ahhh…ahh~ Mmm…-Soltó un dulce y fuerte gemido que inundo la habitación. Eidan lo tomó en brazos y lo tumbo a la cama, con las sabanas negras lo cubrió y le lleno de besos.
-Te amo- Le dijo en voz baja mientras le miraba a los ojos, como si guardasen un secreto.
-Yo también. Te amo Eidan- Le contesto de igual forma y le regalo una sonrisa.
Eidan lo abrazo a él con fuerza, no queriendo separarse nunca de él, lo quería, lo necesitaba, lo amaba. Derek igual, ya no le importaba lo que ocurriese fuera de ese gran muro de espinos, mientras que estuviese con Eidan y los niños él sería feliz.