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Los Sentimientos A Veces Cambian por LadyDeltaPhantomhive

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Notas del capitulo: Holis n.n/ aqui el siguiente capi jeje y pues, no se que tal me habrá quedado pero espero les guste e.e de todos los capis que he escrito este es el más largo O.O jeje la inspiración atacó en grande esta vez xD asi que disfrutenlo, amenlo y deleitense con él porque creo será el unico e.e naaa jajaja ni yo me la creo, bueno tal vez algun otro sea así, cuando la inspiración ataca no hay quien la detenga nwn bueno, no los molesto más a leer!
Ya era medio día cuando llegaron al palacio sus padres fueron los primeros en bajar y él les siguió, ayudó a Kagome a salir y para cuando dió la vuelta observó a sus padres ser recibidos por la servidumbre del palacio, entre ellos vió a sus otros amigos, estos lo miraban con sorpresa y curiosidad, suspiró y caminó hasta ellos, agradeciendo la bienvenida de los demás sirvientes.

Una vez observó a sus padres entrar volvió su mirada hacia los dos que lo observaban fijamente, en su mirada podia ver preocupación, sabían que algo malo había ocurrido de lo contrario él no estuviera allí.

— por favor...ahora no quiero hablar de eso -dijo interrumpiendo a Sango que hizo ademan de decir algo, los miró suplicante y ellos solo asintieron, se giró y entro a su hogar, deseaba ir hasta su habitación y no salir en un buen rato.

— ¿Kagome, qué paso? -pregunto Miroku preocupado, su amigo se veía mal.

— Si, dinos que sucedió, ¿porqué Inuyasha está aquí? -pregunto Sango extrañada y también angustiada.

Kagome solo suspiró pesado y los miró unos momentos en silencio, ¿estaria bien que ella se los dijera?, bien Inuyasha no parecia querer hacerlo por el momento y estaba segura que tampoco queria relatar el porqué había vuelto. Fué que con esta resolución paso a explicarles los sucesos de hace dos dias y mientras más avanzaba veía como las miradas de los otros dos hiban cambiando de preocupadas a enfadadas, sabía que estaban pensando, despues de todo ella tambien queria extrangular con sus propias manos al idiota que había dejado plantado a su amigo en el altar.

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Estaba por los alrededores y desde una prudente distancia podía ver el majestuoso palacio del Oeste, de color blanco y azul, totalmente imponente y elegante, estaba seguro que también era igual por dentro.

Había llegado hace una hora y después de ese tiempo se dedicó a esperar viendo como justamente después llegaba el carruaje en donde viajaba su exprometido, interiormente no le había gustado para nada como se escuchó ese “ex". Lo observó charlar con unos sirvientes para después entrar a paso rápido, armandose de valor se encaminó hacia la parte de atrás del palacio, ¿lo que haria? Buscar la habitación de Inuyasha y tratar de hablar con él, o al menos intentarlo.

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Había terminado de revisar los alrededores como era su rutina cuando divisó a su compañero parado en la puerta de las caballerizas, se veía intranquilo.

— Hakkaku, ¿qué haces? -pregunto extrañado.

— Ginta...algo ocurrió, Kogu desapareció -dijo volteando a verlo con evidente pánico.

— ¿cómo? Pero eso no es posible -contestó mientras entraba, efectivamente, el caballo no estaba.

— Lo vi en la mañana al venir a darles su ración de comida y ahora que Lord Daijiro me ha ordenado preparar el carruaje, vine por dos caballos cuando me di cuenta de que no estaba...¡me van a matar al enterarse! -terminó con miedo a lo que ya imaginaba le haria Kouga, claro, si este llegaba a enterarse.

— Tranquilo amigo, todo saldrá bien solo es cuestion de ir a buscarlo aunque...esto es extraño, Kogu no acepta ir con nadie que no sea Kouga y sólo no creo que haya podido salir -menciono pensativo.

Y era cierto, Kogu era muy inquieto y no dejaba que nadie lo montara, solo su dueño era capaz de acercarse al furioso animal, y ese...era Kouga.

— ¿Kouga? Tú crees que él...

— Pero si no siento su aroma

— Ya lo sé, pero nadie más que él puede acercarse a Kogu

— Pensandolo así...tal vez -dijo Hakkaku ya más convencido ante la posibilidad de que su amigo fuera quién se llevara a su caballo.

— Pero ¿a dónde habrá ido?, sin duda debe de ser lejos como para sacar a Kogu de aquí...

— No tengo idea, pero será mejor pensar en eso después, saca a esos dos de aquí para poder preparar el carruaje o lord Daijiro terminará por enfurecerse si tardas -dijo recondando a qué fue su amigo.

— Tienes razón, ayer estaba furioso y no quiero que se desquite conmigo -decia mientras sacaba a los otros dos caballos y los llevaba fuera.

— ¿Qué tramas amigo? ¿Qué será lo que piensas hacer Kouga? -dijo pensativo mientras veía hacia el bosque.

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En cuanto llegó a su habitación se recostó en su cómoda cama lanzando un suspiro se quedó viendo, pero sin hacerlo realmente, el techo. Su padre llegó unos minutos después para despedirse, estaria un mes fuera arreglando asuntos del Reino, después volvió a quedarse sólo.

Aún seguia parado cerca de su puerta, luego giró y caminó hacia su ventana, abrió las puertas y se asomó al balcón, respiró hondo el aire fresco mientras la brisa movia suavemente su cabello. Apoyó los brazos en el barandal del balcón y cerro sus ojos, relajandose con el sonido del viento pasando por los arboles y con el cantar de las aves, por esos momentos no pensó en absolutamente nada. De repente escuchó un sonido de pisadas, movió un poco las orejas pero pensó en que fuese solo su imaginación, por lo que no abrió los ojos, entonces...

— ¡¡Inuyasha!! -un susurro le llegó, frunció un poco el ceño, esa voz le era familiar, “No, es imposible, tal vez ya me volví loco" penso algo divertido mientras sonreía- ¡¡psst!!...¡Inuyasha! -esta vez algo más fuerte, abrió de golpe los ojos y comenzó a revisar con la mirada el jardin, extrañado solo podia ver como todo parecia estar normal, frunció el ceño “¿¡qué demonios!?" no veia nada, quiza sí se había vuelto loco, giró un poco y se disponia a entrar cuando el sonido de una rama romperse seguido de algo pesado caer al suelo lo alertó y se volvió rapidamente para mirar hacia abajo, no podia creer lo que veía, ¿qué no ese era...?

— ¿¡Kouga!? -exclamó totalmente sorprendido, recibió como respuesta un quejido de dolor de parte del lobo- ¡Es-espera no te muevas, enseguida bajo! -dijo mientras giraba y salia corriendo de la habitación, bajó los escalones y se dirigió a la puerta que daba hacia el extenso jardin del palacio, siempre tratando de no ser visto por alguien, no queria llamar la atención.

Con sigilo se encaminó hacia la parte de atrás, en donde daba el balcon de sus aposentos y al llegar lo vió, tratando de ponerse en pie estaba Kouga aun quejándose. Se acercó algo temeroso y este al sentirlo giró conectando su mirada con los ojos de Inuyasha que se quedó quieto en su lugar, aún sin poder creerlo.

— Inuyasha...-susurró el lobo, sin saber que más decir, no supo a donde dirigirse cuando noto a Inuyasha asomado por el balcon de la que supuso era su habitación, no pudo evitar el quedarse embelesado al verlo con el sol iluminándolo haciendolo parecer brillar y con esa expresión relajada, se veia hermoso y ahora al estar más cerca lo era aún más.

— ¿Estas bien? -la dulce voz del otro lo sacó de sus observaciones.

— ¿eh? ¡ah! Si, estoy bien solo fue un duro golpe pero nada más jeje -contestó nervioso.

— De acuerdo, entonces...¿qué haces aquí? -preguntó con evidente curiosidad.

— Yo...bueno...lo que pasa es que...que...-¡genial! A buena hora se ponia a tartamudear, ya había ensayado en su mente lo que le diria y ahora parecia haberse quedado en blanco.

Inuyasha fue cambiando de a poco su expresión hasta volverla una de completo fastidio, ¡lo que le faltaba! Que su exprometido llegara y se pusiera a tartamudear sin darle una respuesta coherente, lo desesperó.

— ¡podrias calmarte y hablar bien, no te estoy entendiendo nada! -exclamó, ya su paciencia se había esfumado, el lobo lo observó con sorpresa; no había esperado verlo así, bueno aunque en dos días que había convivido con él no lo había conocido muy a fondo.

— Claro, disculpame...veras pasó algo y -suspiró con pesadez- es una larga historia...y lo único que se me ocurrió fue buscarte.

La expresión del otro no le agradó se notaba decaído, ¿qué había pasado entonces con esa mujer, no se fue con ella?...pasaron unos momentos en silenció, uno que decidió romper.

— Esta bien, sigueme -dijo mientras se daba la vuelta.

Kouga no dijo nada y le obedeció, lo siguio internandose en lo profundo del bosque, allí cerca se encontraba una cabaña que tenía un río enfrente.

Inuyasha sentia su corazón palpitar acelerado, pero no como antes estando ellos solos, lo sentia punzar de inquietud y dolor, ¿qué estaba haciendo? ¿porqué no solo lo mandó al diablo al verlo? ¿porqué no solo avisó a los guardias para que lo sacaran de allí? ¿qué acaso no había sido traicionado por él? ¿que no había deseado nunca toparse con él de nuevo? Entonces...¿porqué lo estaba ayudando? Las preguntas no dejaban de llegar una tras otra y ya no sabia que pensar.

Llegaron y se inclinó hacia una maceta que estaba junto a la puerta, de la tierra sacó una llave y con ella abrió la cabaña indicándole al otro que pasara, una vez adentro cerró la puerta viendo que nadie los haya seguido, entonces se giró para encarar al otro, sentía que esta conversación hiba para largo.

La pequeña casa era muy hogareña, de madera totalmente con unos comodos sofas y una chimenea en la sala de estar, la cocina en la que había una mesa con dos sillas y pasando por un pasillo habían dos habitaciones, la cabaña era cómoda.

Se sentaron en los sofas aun sin decir nada, hasta que el ojidorado decidió comenzar.

— ¿me contaras? -cuestionó, fallando miserablemente en el intento de hacer que su voz no sonara tan interesada.

— Si, lo haré -respondió sin dudar, se lo debía- pero antes quisiera hacer algo primero -Inuyasha se vió confuso pero no dijo nada y esperó- Perdoname...ya sé que no vale nada la simple palabra, pero no encuentro otra manera de comenzar -el ojidorado tenia los ojos abiertos de la sorpresa pero no dijo nada- no sabes lo arrepentido que estoy de haber hecho esa estupidez, y siento mucho el haber herido tu dignidad con lo que hice, soy un estupido y no supe tomar mis decisiones, aprendí de la peor forma y tuve que esperar a que me hicieran entender que lo que hice fue un grave error, pero ahora más que perdonarme a mí mismo, yo solo quiero disculparme contigo por tal falta de respeto.

» No te merecias el que te hiciera algo así, el haberte mentido y no decirte nada y solo aparentar el que haria algo que no cumpli después...me agradas, en verdad me agradaste en esos dos dias que convivimos, nunca pensé conocer a alguien como tú, tan humilde, noble, dulce y tierno -siguió diciendo dejando que las palabras fluyeran libremente, que sus pensamientos y lo que sentia fueran los que hablaran, tenia la mirada gacha por lo que no notó como ante lo ultimo el menor se había sonrojado adorablemente.

— Pensé que veía a un ángel la primera vez que te vi -susurró mientras sonreía levemente- tú te portaste de buena manera conmigo y con mis padres, no parecias molesto o fastidiado, fuiste cordial y generoso...y yo no te pagué de la mejor manera, en cambió yo solo hacia lo que se esperaba de mi y no me detuve a pensar en lo que haria, en lo que pasaria con mis padres, con el reino, contigo al yo escapar, e incluso me ayudaste...para que al final no valiera de nada mi insensatez -terminó con algo de enojo mientras cerraba los puños con fuerza, lastimándose, no le importó era como un autocastigo- por eso al regresar en lo primero que pensé fue en buscarte y disculparme por lo que hice, siento que esa era mi prioridad, que era lo primero que debía hacer antes que todo lo demás...-levantó la mirada y la fijó en aquellos ojos dorados, estos expresaban muchos sentimientos y estaban acuosos por las lágrimas que su portador no queria dejar salir- Lo siento, perdoname...soy un desgraciado y sé que no lo merezco pero...te pido que me perdones.

Silencio. Inuyasha lo veía pero no decia nada, sentía una opreción en el pecho y un nudo en la garganta, sentia que si abría la boca para contestar lo primero que saldría de ella no serian palabras, sino su llanto. Kouga esperaba paciente, ya había dicho todo lo que sentia que debia al menor y sabía que para este era algo muy de golpe y que por esa razón debia esperar pacientemente sin presionarlo.

—...Yo no...no sé que decirte -comenzó después de respirar profundo un par de veces para calmar sus emociones.

— Descuida, lo entiendo, esto es sorpresivo y tú tienes que pensar un momento -contestó, Inuyasha bajo la mirada.

— La verdad es que...siento que no tengo que perdonarte nada -susurró, el lobo no interrumpió y se dispuso a escuchar con atención- todo este tiempo no permití hacerme ilusiones en que algun día conoceria a alguien o que siquiera llegaría a casarme, siempre fuí hecho de lado por ser un híbrido y desde entonces no me importó el estar solo el resto de mi vida...pero luego...te conocí y dejé que un “tal vez" se escurriera en mis pensamientos y no me negué a dejarlo entrar. Era un matrimonio arreglado y el hecho de que yo no tuviese a nadie no significaba que tú tampoco lo tuvieras...por eso te ayudé, por eso no me enfadé o reclame nada, porque me puse en tu lugar por un momento y te comprendí. Sé que lo sientes, tu mirada es sincera y tus palabras también, pero de mi parte no hay rencores, por eso yo no puedo perdonarte nada, porque no hay nada que perdonar -finalizo mirándolo a los ojos mientras le regalaba una dulce sonrisa, Inuyasha sintió como poco a poco y conforme decia aquellas palabras, su corazón dejó de latir doloroso y como esa sensación de estar roto se desvanecia.

Porque ahora había razonado sus palabras, porque incluso mientras las decia estas dejaron de ser solo para el lobo y comenzó a decirlas para sí mismo, lo analizó con calma y las dejó salir porque supo que eran ciertas, allí no había nada que perdonar.

No podia comprenderlo, ¿poqué rechazar a tan hermoso joven? Sí, sabía que los demonios los despreciaban y consideraban débiles, pero no todos eran tan bellos y no solo hablaba de lo físico, tampoco todos eran de buen corazón algunos se dejaban llevar de los comentarios y el rechazo lo que hacia que fueran seres que mataban solo por venganza y rencor convirtiendose en monstruos; pero Inuyasha no era así y no entendía como es que nadie se hubo fijado en el joven. De repente un escalofrio le recorrió el cuerpo al imaginarse a Inuyasha junto a otro, una horrible sensación se instaló en su estómago y sacudió la cabeza para alejar esa imagen.

— Gracias, sé que no deberías decir eso después de aquello que hice pero...gracias -sonrió ampliamente, una sonrisa cálida y que solo se la dedicaba al menor, este volvió a sonreir de forma radiante y sintió como su corazón se aceleró al volver a ver esa hermosa sonrisa- Y no entiendo como es que nadie se fijara en tí, eres muy valioso y especial Inuyasha, cualquiera seria muy afortunado al tenerte a su lado.

Sus ojos estaban abiertos de la sorpresa y desvió la mirada, eran las mismas palabras que le hubiese dicho Kagome la mañana en que lo conoció, sintió su rostro muy caliente, de seguro se había puesto del color de un tomate, al subir la mirada se encontró con el rostro de Kouga demasiado cerca, ya más rojo seguro que no podía estar; el lobo rió y su corazón volvió a acelerarse, nunca estuvo tan de cerca con nadie antes.

Sintió como una suave caricia recorría su mejilla izquierda y el lobo tomó asiento a su lado, sin dejar de verse a los ojos, se vió atrapado en esa mirada azul y no tuvo fuerzas para despegar la vista, la caricia seguia y sin ser conciente fue cerrando sus ojos, se percató de un aliento cerca de su rostro y su cuerpo tembló de la emoción, su corazón bombeaba tan fuerte en su pecho que sentia que en cualquier momento saldría disparado de su lugar.

— Kouga...-dejó escapar su nombre junto a un profundo suspiro, sin abrir los ojos.

— Eres tan tierno...-escuchó susurrar al otro- te prometo de ahora en adelante, tratarte mejor y estar para ti en todo, seré mejor por ti... -dicho esto con firme seguridad en sus palabras besó con suavidad la mejilla que antes acarició con ternura, sentía a ese joven tan frágil e inocente, que sus deseos por cuidarlo y velar por su bien se afirmaron con fuerza.

Inuyasha sintió una agradable sensación en su corazón y quizo llorar pero esta vez por sentirse de esa forma, por la forma en que ahora esa calidez invadia su pecho ante las palabras de Kouga, estaba tan a gusto así, nunca se había sentido tan seguro en su vida y sin poder evitarlo puso toda su confianza en la persona que tenia al lado, esa que ahora lo hacia sentirse fuerte, vivo y protegido pero tan frágil, delicado y débil a la vez.

Fuera de la cabaña el día seguia tranquilo su curso y ya comenzaba a caer el atardecer pero dentro de esa casa el tiempo parecía haberse detenido para los dos jovenes que no se percataban de ello y que siendo sinceros no les importaba por ahora.
Notas finales: Yyyyyyyy....que tal? e.e les gusto, no, Inu no debió perdonarlo? O estan de acuerdo con su punto de vista, que lo hizo perdonar al lobito?...quiero saber que opinan, matane!

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