Kouga le contó a Inuyasha sobre lo que había pasado con Ayame y este escuchó atento, no podia creer eso, ¿cómo es que esa mujer había traicionado a alguien que la amaba de aquella manera?
— ¿Supiste quien era el hombre que la acompañaba? -tenia curiosidad de eso, si había alguien tras el puesto del padre del lobo debian de hacer algo.
— Emmm no, la verdad es que en ese momento no me importo saberlo, pensaba en otras cosas -dijo apenado, era cierto, ese detalle debió de haberlo pensado antes.
— Tienes que decirselo a tu padre
— Cierto pero...ahora no creo poder verlo a la cara -dijo con voz ahogada.
— Nunca será fácil el enfrentarte a ellos, y cuanto más tardes más difícil se te hará -dijo con rostro serio pero con voz suave.
—...Tienes razón, lo haré pero tengo que pensar en cómo poder disculparme con ellos...que decirles -dijo acongojado.
— Bien, creo que ya debo irme, es tarde y no quiero preocupar a mi madre y amigos...aunque creo que tal vez ya lo he hecho -dijo algo preocupado y caminando a la puerta, Kouga lo seguía.
Al salir se asustó un poco al escuchar un ruido y al observar bien notó como de entre los arbustos aparecía un hermoso caballo negro, totalmente fascinado se dirigió a este.
— ¡Kogu! -escucho decir al lobo, había olvidado a su corcel “idiota" se dijo a él mismo.
— ¿Es tuyo? -pregunto mientras se acercaba con la intención de tocarlo- lo vi en las caballerizas pero no sabía que era tuyo.
— Eh sí, es mío pero no te...-queria evitar que el otro se acercara, no deseaba que el caballo lastimara al menor, siempre había sido violento con los extraños, pero calló cuando vió que el corcel se dejaba hacer por el ojidorado.
— Así que tu nombre es Kogu, que bonito nombre, tanto como tú -decia mientras abrazaba al caballo y este hacia un sonido de, al parecer, alegria también.
Al parecer a Kogu le agradaba el menor y este se veía tan feliz con él, como un niño pequeño, rió suavemente mientras veía con ternura la escena.
— Puedes quedarte aquí, la cabaña fue hecha para mí y mi hermano cuando fuimos pequeños, no la he usado desde hace mucho -dijo con nostalgia al recordar esos alegres dias- nadie viene, solo yo cuando necesito alejarme un poco de todo -sonrio y volteo a verlo- buenas noches, volveré mañana.
— Gracias, que descanses, te estaremos esperando -contestó mientras lo veía alejarse, acarició a Kogu y entro dispuesto a descansar, suspiró, tenia que pensar en lo que haría ahora con el asunto de sus padres.
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— ¿Está conciente de lo que su hijo hizo, lord Daijiro? -se escuchó una voz profunda y severa.
— Si, lo estoy señor -contestó con tono firme y la mirada baja- les pido me den más tiempo para poder encontrarlo, les aseguro que cumplirá con sus deberes de príncipe.
— Me temo que eso es imposible, su hijo sabía las consecuencias que el dejar su reino implicaba -se escuchó otra voz con tono enojado.
— Lo sé, pero él no lo sabia, nunca le dije lo que el rechazar el nombramiento implicaba, pensaba hacerlo una vez él ocupara mi lugar -contestó con un poco de tensión- Por eso suplico me den un poco más de tiempo y encontrarlo.
— Usted sabe que los Taisho no perdonaran tal falta, su hijo menor fué humillado y eso tampoco será tolerado y creo que ya le ha quedado clara la razón -se dejó escuchar otra voz, pero esta vez femenina algo más madura- ese joven es especial, y no hablo de su condición como híbrido.
— Lo...lo sé -hasta ahora se había enterado del secreto de los Taisho, nunca se lo imaginó, entendía porque lord Inuno Taisho había defendido a su hijo con tanto ahínco.
— Entonces, ¿qué piensa hacer? -pregunto la primera voz.
— Le haré reparar su error, responderá ante la indignación de los señores del Oeste, sé que lo hará...porfavor, denme más tiempo -suplicó levantando la mirada, siempre firme.
Naraku observaba todo desde las sombras y sonreía malignamente, el consejo había estado discutiendo con el lord del Norte y hasta ahora no habían mostrado algo de clemencia ante la situación, ya saboreaba el triunfo.
— Esta bien...-respondió la mujer despues de haber pasado unos minutos en silencio- le daremos dos semanas, si para ese entonces el príncipe Kouga no responde a sus deberes...lord Daijiro, será despojado de su título como lord y su familia dejará de ser la gobernante, pasando esa responsabilidad a alguien más -termino con tono severo.
— Sí lo entiendo y gracias, de verdad agradezco eso...les aseguro que lo encontraré -terminó haciendo una reverencia y saliendo rápidamente de la sala, necesitaba poner manos a la obra y cuanto antes lo hiciera, mejor.
Naraku estaba algo molesto por eso, no esperaba que de verdad el consejo le diera más tiempo, pero estaba dispuesto a hacer que el encontrar a ese sarnoso no fuera fácil, se aseguraría de que en esas dos semanas este no apareciera. Con esa resolución se encaminó hacia las profundidades del bosque.
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— ¡Nos preocupaste! -la señora Taisho abrazaba con vehemencia a su hijo, fue a buscarlo a su habitación en la tarde y al no encontrarlo se asustó, los amigos de este la intentarón calmar diciendo que tal vez había dado un paseo por los jardines, lo habían visto decaído y tal vez quiso salir a pensar un poco, cuando anocheció y el pequeño no apareció.
Estaban por salir a buscarlo cuando entro por la puerta que daba a los jardines, la dama no tardo en ir a abrazarlo totalmente aliviada y luego lo regaño.
Inuyasha les dijo que solo había dado un paseo y que se quedó en la cabaña que habían mandado los lords a contruir para sus hijos cuando eran niños, cuando se dió cuenta que ya era tarde decidió regresar.
— Esta bien, me alivia saber que no te sucedió nada, pero para la próxima avisame donde estarás -decia mientras besaba la mejilla de su hijo con ternura.
— Si mamá lo haré, no te preocupes -dijo con una dulce sonrisa, siempre le agradaba sentir los afectos de su madre, lo hacian sentirse amado- solo quisiera pedir una cosa....
— Sí, claro, dime -lo alejó un poco para verlo a los ojos, sus amigos también prestaron atención.
— Quisiera que nadie se acercara a la cabaña, necesito pensar y aclarar mi mente de todo lo que ha pasado -decia con la mirada baja, no explicó a que se referia, ya imaginaba que Kagome les había contado a sus amigos lo sucedido- y por eso quisiera estar solo y tranquilo, para eso deseo estar en un lugar apartado y ese es la cabaña. ¿Podrían hacerme ese favor? -levanto la mirada viendolos suplicante.
— No te preocupes cariño, entendemos muy bien que deseas pensar y no nos negaremos a darte tu espacio -dijo Izayoi mientras volvía a envolver en sus brazos a su pequeño, comprendia que necesitara un poco de tiempo a solas.
— No te preocupes amigo, entendemos perfectamente -dijo Miroku con una sonrisa.
— No te molestaremos, descuida, pero recuerda que si deseas hablar con alguien, aquí estaremos nosotros siempre para ti -termino Sango con una dulce sonrisa, Kagome asintió con la cabeza sonriendole igual.
Agradeció infinitamente que lo entendieran, sabía que estaba mintiendo con tal de ocultar a Kouga, pero eso no evitaba que apreciara aún más a su familia por ser así con él, porque sí, a todos los consideraba como su familia y estaba tan feliz de tenerlos a su lado.
Después de eso fueron avisados de que la cena ya estaba lista, se encaminaron hacia el comedor, hablaron de cosas triviales y al rato fueron a sus habitaciones queriendo descansar, Inuyasha se acostó recordándo todo lo que pasó ese día y no pudo evitar sonreir, a pesar de todo sentía que no había nada de que preocuparse.
Pero al recordar la promesa que le hizo Kouga sintió esa calidez invadirlo pero también un poco de duda asaltó su corazón, sí, depositó su confianza en él, de nuevo; pero esta vez su corazón no se permitió abrirse para él, y por el momento no deseaba cambiar eso, no queria arriesgarse otra vez a experimentar esos sentimientos que lo habían invadido la otra vez. Y estaba dispuesto a seguir de esa manera, no cambiaría las cosas por el momento, las dejaria seguir y veria que pasaba más adelante; al menos esperaba ganar un amigo más si no podia ser otra cosa para el lobo, con eso le bastaría, le agradaba después de todo.
No estaba enamorado, ¡por favor, solo lo conoció dos dias! enamorarse tan rápido era imposible; se sentía nervioso a su lado pero también muy seguro, le tenia aprecio pero no lo amaba, la otra vez se ilucionó con él y eso fue lo que hizo a su corazón doler al saber que escaparia el día de la boda, no era amor. Su corazón ansiaba experimentar ese bello sentimiento que veía en sus padres, en su hermano hacia Rin, pero tal vez aún no era su momento, esperaria aun cuando no estuviera seguro de por cuanto tiempo. El destino decidiría si era digno de ello, por el momento haria lo que en un principio, no le daria importancia y trataria de ignorar el anhelo de su corazón.
Se durmió sin notarlo, perdido en sus pensamientos y esperando que esta vez y por una vez en su vida las cosas no salieran mal.
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Kouga estaba perdido en sus pensamientos, se encontraba acostado y viendo hacia el techo de madera, pensaba en lo que haria al enfrentarse a la indudable ira de su padre y la decepción que veria en su madre, al imaginarlo sintió un escalofrío, pero luego sus pensamientos se dirigieron a lo que había pasado con cierto menor peliplata hace unos momentos.
— “Es tan dulce, no me arrepiento de buscarlo y haberle hecho esa promesa, de alguna extraña manera siento mucho aprecio por él..."-pensaba mientras el tierno rostro sonrojado de Inuyasha al haberle dado ese beso aparecía en su mente, sonrió-“...no dejaré que nadie se atreva a lastimarlo...porque ahora...me tiene a mí" -termino con una enorme sonrisa, mientras cerraba sus ojos quedándose dormido.
La luna se alzaba hermosa en el cielo plagado de estrellas sus eternas compañeras, cuidando el sueño de los que ahora dormian en el imponente castillo del reino Oeste.
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