Habían pasado ya tres días desde que Kouga había llegado, su madre no había hecho otra cosa que salir al pueblo, arreglar algunos asuntos del Reino o visitar a unas amigas durante ese tiempo, siempre preguntándole si deseaba acompañarla, a lo que él se negaba diciendo no tener deseos de salir. Ella lo miraba de forma triste y comprensiva y solo asentía mientras salia por las puertas, justo como hace unos momentos.
Se dirigió entonces a la cocina y como siempre desde estos días la señora Kaede, quien era la cocinera, ya le tenia preparada la cesta con el desayuno. Se extrañó en cuanto le pidió hacerlo todos los dias, pero no dijo nada, aun cuando seguia mirandolo con esa expresión acusadora. A veces creía que sabía lo que estaba ocultando, le daba escalofrios pensarlo.
Se dirigió entonces hacia el jardín y después de unos momentos divisó la cabaña, toco tres veces de manera suave pero firme y la puerta se abrió dejandolo pasar, se adentró y cerro tras de sí.
— Buenos dias -saludó alegre mientras dejaba la cesta en la mesa de la cocina- traje la comida de hoy.
— Buenos días -le contestó Kouga mientras se acercaba y veía la cesta con curiosidad- ¿Qué es esta vez?
— Pues...unos huevos, pan, fruta y un poco de té -decia mientras de la cesta sacaba lo que híba mencionando y lo colocaba en la mesa.
— Delicioso...gracias -contestó el otro mientras sacaba un plato y se servia.
—De nada, iré con Kogu -avisó mientras rapidamente salia por la puerta trasera de la cabaña.
Kouga no tuvo tiempo de responder siquiera, siempre era lo mismo en aquellos tres dias que llevaba en ese lugar, Inuyasha cruzaba con él palabras solo necesarias y se la pasaba todo el rato con su corcel, después solo se despedian y volvian a lo mismo al día siguiente; de cierta forma sentía como si el ojidorado lo estuviese evitando y eso comenzaba a irritarlo. Suspiró y comenzó a desayunar, ya después trataria de hablar con el menor.
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En el reino Norte las cosas no híban tan bien, lord Daijiro había puesto en movimiento a varios de sus soldados con la esperanza de que encontraran a su hijo, ya llevaban tres dias y este no aparecía, tiempo era algo que no tenia, le habían dado dos semanas si no lo hallaba para entonces...
— Tranquilo cielo, ya veras que aparecerá en cualquier momento -dijo lady Kira mientras lo abrazaba dandole apoyo, suspiró frustrado.
— Lo sé querida, no estoy dispuesto a rendirme tan fácilmente -contestó mientras la envolvia en sus brazos, tenerla cerca le dió animos.
“ Dios, permiteme encontrarlo antes de que sea demasiado tarde" pensaba con algo de desesperación, tenia un muy mal presentimiento y solo se dedicaba a ignorarlo, ya tenia bastante en que inquietarse por ahora como para agregarle más.
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Naraku también había mandado a buscar a Kouga, tenia varios demonios bajo su mando y ante el temor que le tenian no objetaron a la orden de encontrar al lobo. Esa orden era clara, tenian que encontrarlo y cuando lo hicieran debian asecinarlo, de esa manera su plan estaria libre de obstáculos.
— ¡Kagura! -gritó, la mencionada se acercó haciendo una reverencia.
— ¿si Naraku? -pregunto con la cabeza baja.
— ¿Cómo va la busqueda? -ante su pregunta solo vió que ella movia de forma negativa la cabeza.
Frunció el ceño, en estos tres dias nadie daba razón del paradero del sarnoso, el muy maldito se había ocultado bien, pero eso no lo haria desistir; tarde o temprano aparecería.
— Y cuando lo haga...-dejó inconclusa la frase mientras solo ensanchaba aún más la perturbadora sonrisa de su rostro.
— ¿Y el otro asunto? -dijo con genuino interés.
— Como siempre, aunque se ha visto algo decaido estos dias pero fuera de eso ha sido lo normal -dijo seria.
— Ya veo, bien retirate -ella se fué al instante.
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Se encontraba observando el bello lago mientras se perdía en sus pensamientos, de cierta forma no le había mentido a su familia, siempre se acercaba al lugar de la cabaña para pensar y dejar clara su mente.
— Inuyasha -la voz de Kouga lo hizo salir de sus pensamientos, el lobo se encontraba parado detrás suyo.
— ¿Qué sucede? -pregunto con interés y algo nervioso e incómodo, la expresión del otro era muy seria.
— Tenemos que hablar -dijo mientras se sentaba al lado del joven peliplata.
Su cuerpo se tensó, durante estos dias no había pasado su tiempo con el lobo, solo llegaba, intercambiaban saludos y él se alejaba diciendo estar con el corcel mientras pensaba sentado a las orillas del lago en lo que estaba pasando, en todo lo que haría de ahora en adelante, necesitaba saber que hacer con su vida. Además de eso se sentía extraño el estar con Kouga, no es que le desagradara simplemente...se sentía incómodo a su lado, a pesar de que la vez en que llegó estuvo a gusto con su cercanía, pero ahora eso parecía inquietarlo y no daba razón del porqué.
Tal vez fuera porque se sentia algo inseguro de lo que él hiciera, de que pudiese volver a traicionar su confianza, aun cuando ya sentia volver a confiar en él con toda seguridad. Siempre quedaba duda de que esto fuera bueno para él, para el lobo no sabria decirlo pero estaba asustado de que todo lo que ahora le pasaba con este lo perjudicara de alguna forma; su vida siempre había sido así despues de todo, le daba duros golpes cuando menos se lo esperaba.
— Has estado extraño estos dias, sé que no te conosco mucho pero si sé que tú no eres tan...distante con los demás o al menos no lo fuiste cuando llegué aqui -decia mientras lo veía a los ojos, siempre serio pero también deseoso de saber qué le pasaba al menor- ¿A caso han surgido problemas por que vienes aquí? ¿Es eso? -dijo despues de unos minutos en los que no recibió respuesta, Inuyasha solo condujo su mirada a las aguas del lago mordiendose ligeramente el labio inferior mientras negaba con la cabeza.
— ¿Yo...yo hice algo que no te gustara? -pregunto con ligero temor mientras el recuerdo de aquel beso aparecía en su mente, no creyó que lo hubiese ofendido o molestado con ese acto que realizo por pura inercia. No mostro ninguna expresión negativa esa noche, habían hablado bien hasta que se marchó y cuando volvió a la mañana siguiente ya todo parecia haber cambiado. Inuyasha solo volvió a negar con la cabeza, sin mirarlo o decir algo.
Suspiró lleno de frustración, su fuerte nunca fue la pasiencia y ya comenzaba a desesperarse por el silencio.
— ¿Si no es eso...qué es? -su voz sono algo desesperada, sentia que explotaria en cualquier momento, silencio; esa fue su respuesta y ya no pudo más- ¡Podrias al menos mirarme y contestar a lo que te estoy preguntando!
Inuyasha levanto la cabeza rapidamente y lo miro con sorpresa, no había esperado que le gritara. Nadie dijo nada en los proximos segundos.
— No es por nada de eso -susurro algo aturdido el de ojos dorados- es solo...son cosas en las que he estado pensando, cosas importantes para mí y que tengo que analizar...no es por ti.
— ¿Cosas? -pregunto ya mas calmado.
— Sí
Volvio el silencio, aun era algo incómodo pero sentia que al menos ya no existia esa sensación de distancia entre ellos, ahora ya no sabia que decir, ¿de qué cosas hablaba? Queria saberlo pero entendia que tal vez Inuyasha no confiara lo suficiente en él como para decirle sus problemas, ¡por Dios! apenas se estaban tratando.
— Disculpa...no debí reaccionar así, no soy quién como para exigirte algo -dijo avergonzado mientras se pasaba una mano por la nuca.
— Esta bien, disculpa aceptada -respondió el menor con una débil sonrisa- también pido disculpas, debí saber que te molestaria esa actitud.
— Esta bien, no tengo nada que disculpar, entiendo porqué estabas así -le devolvió la sonrisa, tratando de que esta fuera tranquilizadora para él.
Pasaron otro rato en silencio, solo viendo hacia las aguas de aquel lago, escuchando como el viento pasaba entre los arboles y como este movia ligeramente el cabello de Inuyasha, que llevaba sujeto en una cola alta.
— ¿Quieres cabalgar? Kogu es veloz y confiable, te aseguro que no caeras...claro, si tu quieres -dijo tratando de aligerar el ambiente tenso.
Inuyasha volvió a verlo, su rostro primero mostró confución pero después pareció entender lo que le decia, sus ojos brillaron y su sonrisa fue más animada.
— ¡Claro!
Se pararon y vió como el menor corria hacia el caballo, a pesar de estar sonriendo tenia un mal presentimiento, lo sintió desde el segundo día de su estancia, al principio creyo que podria dirigirse a algo que pudiese sucederle al peliplata pero al analizarlo bien, la imagen de su padre aparecia en su mente. No entendía a que venia todo eso, pero no lo dejaba estar tranquilo. Aún no se armaba del suficiente coraje para enfrentarse a sus progenitores, por lo que no se animaba a acercarse a su hogar, “Aún no...al menos por ahora" pensó, sabía que estaba retrasando lo inevitable, estaba siendo un cobarde pero no se sentía lo suficiente entusiasta como para regresar al Norte.
— ¡Kouga, ven! -la dulce voz de Inuyasha lo sacó de sus pensamientos, levantó la mirada encontrandose con que el menor ya estaba sobre Kogu y le hacia señas para que se acercara mientras le sonreia cual niño pequeño.
Rió divertido mientras lo veía, sin duda esa actitud infantil era lo que caracterizaba al menor, decidió dejar su mente y los pensamientos de esta de lado y se encaminó hacia donde estaban Inuyasha y su corcel.
Subió colocandose detrás de Inuyasha mientras tomaba las riendas de Kogu, pasando de esa manera sus brazos por la cintura del más pequeño quién no pudo evitar que un adorable sonrojo tiñera sus mejillas ante la cercania de sus cuerpos, no era como si no hubiese montado con alguien así antes, lo había hecho con su hermano y no se sintió avergonzado pero con Kouga...era distinto. El lobo sonrió sintiendo un poco de satisfacción al ser él quien provocara esas reacciones en Inuyasha, dió la orden y el caballo comenzó a avanzar hacia el bosque con un suave trote.
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