El Consejo no daba crédito a lo que aquellos lobos les habían informado, hace unos minutos ingresaron como almas que llevara el diablo y comenzaron a hablar agitadamente, tan pálidos como una hoja de papel.
Mandaron a unos guardias a ver lo sucedido y efectivamente, el cuerpo de la joven loba del clan de los lobos blancos se encontraba en lo profundo del bosque, mandaron de inmediato a avisar al abuelo de esta, el actual lider; no sabian como es que esto había pasado, la joven fué asecinada en sus dominios y ellos no se habían percatado.
Ginta y Hakkaku ya se habían retirado hace poco, algo agitados y shockeados todavia pero consiguieron que fueran más concientes de su entorno.
Ahora esperaban a que viniesen a reclamar el cadaver de la joven y darle las condolencias respectivas a su pariente, claro, esto no se quedaría así, investigarian cómo fue que paso esto y se encargarían del culpable.
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— Se a visto mejor y el ambiente ha estado más tranquilo, tal vez ya haya olvidado el incidente -dijo Kagura con la cabeza baja mientras informaba a Naraku de la situación, este estaba sentado en ese especie de trono dentro de esa mansión sombria.
— Es normal, después de todo no fue algo que le afectara tanto, es fuerte y eso me gusta más -dijo pensativo y con una enorme sonrisa- bien, y el asunto de ese sarnoso ¿cómo va? -preguntó cambiando su expresión a una más fría y seria.
— Aún no hay señales de él, ni siquiera los soldados que ha mandado su padre han dado con su paradero -siguió diciendo mecánicamente.
No contestó, pensaba en cómo era posible que ese idiota haya desaparecido de la nada, como si no hubiese existido, pero bueno, eso era favorable para él; si no aparecia al acabar el plazo del Consejo el puesto ya sería suyo.
— “Aún así no debo de bajar la guardia, si aparece tengo que ser yo quien lo sepa primero y el único también que lo vea con vida una ultima vez" -penso para sí mientras sus ojos brillaban peligrosamente- Bien Kagura, puedes retirarte pero si pasa algo, me lo dices inmediatamente.
— Sí señor -dijo fría mientras se retiraba, como odiaba a ese hombre, pero ni modo, tenía que servirle o si no, podría irse despidiendo de su vida.
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Se tocó los labios con las yemas de los dedos, aún podia sentir ese simple roze entre sus labios y los suaves y cálidos del menor; y tampoco olvidaba las sensaciones que lo invadieron. Habían estado hace unos momentos en el lago y a punto de besarse, con lo que sabía de él hasta ahora, aseguraba de que hubiese sido su primer beso y eso lo hizo sentirse un poco satisfecho e increiblemente alimentaba su ego, sería él el primero en probar esos dulces labios rosas y lo impuso como una meta a alcanzar, sonrió, habían estado tan cerca.
Apenas había decidido terminar con ese pequeño espacio que quedaba entre ellos cuando de la nada Kogu apareció persiguiendo a una ardilla que pasó entre ellos y por atraparla también siguió su camino, al ver a la pobre pasar se separaron algo aturdidos y al voltear Kogu saltó por encima de sus cabezas, por reflejo volvieron a bajar estas con tal de evitar un golpe. Aunque él no tuvo tanta suerte y una pata pasó golpeando su cabeza tirándolo de lado por el impacto, en resumen, el momento se arruinó.
Volvieron a la cabaña y ahora ahí estaban, con él e Inuyasha sentados en uno de los sofas y el menor curando el golpe que en algun punto se puso a sangrar preocupando, adorablemente como él lo describia, al ojidorado que de inmediato buscó como ayudarlo.
— Creo que ya esta, ¿no te duele? -preguntó el menor con preocupación.
— No, esta bien, no te preocupes...gracias -dijo mientras volteaba para verlo, al conectar sus miradas un sonrojo se instaló en las mejillas de Inuyasha que desvió de inmediato la mirada, poniendose nervioso.
— Me-me alegro, fue un-un golpe muy fuerte -dijo mientras jugaba con sus manos.
Sonrió, se veía muy lindo cuando se sonrojaba y si era por su causa lo era aún más, ¿qué pasó con él? ¿no que amaba a Ayame?...lo pensó bien, analizaba cómo se sentía ahora con el menor y como se sintió con ella, era distinto, sí se emocionaba por verla, besarla y esas cosas, pero con Inuyasha su corazón y respiración también reaccionaban, se ponia ansioso y muy nervioso, procuraba siempre no terminar haciendo algo que lo molestara o en casos como este, sentía unas irremediables ganas de abrazarlo y no soltarlo jamás. Sensaciones que no sintió con la joven loba, entoncés lo pensó, quizas no la amo de verdad como él creía, de lo contrario no se estaria sintiendo de esa forma con el joven que tenia enfrente.
— Inuyasha...-empezó tratando de romper el silencio que duro unos minutos- sobre lo que pasó antes de...de...bueno...de Kogu-ahora sí se puso nervioso, estaba algo sonrojado también, sentia ese calorcito en sus mejillas.
— No-no te preocupes por-por eso, fue un accidente, tropezaste -se puso más ansioso, trato de desviar el tema al asunto del tropiezo y la caida.
— Yo no hablaba de eso...sino de...lo otro -dijo ya en un susurro y sintiendose aún más enrojecer- lo del...el beso -¡ya! Lo dijo, se aplaudió mentalmente.
— ¿beso? -oh no, estaba muy rojo, lo sabía, ademas eso no había sido un beso solo fue un casi beso, era distinto ¿no?- bueno..ese..no fue un...ta-tal vez casi nosotros...emm pero no fue eeh -ya no sentia que la voz le saliera clara, estaba más nervioso, apretó fuertemente sus manos haciendolas puños, las sentía sudar.
— Dices que no lo fue...-su cuerpo saltó en cuanto el susurro tan cerca de su oreja se dejó escuchar ¡ni siquiera lo sintió acercarse!- y...¿quisieras que lo fuera? -lo escuchó decirle con voz profunda y grave ¡oh Dios, oh Dios, oh Dios! su cuerpo tembló y más rojo ya le era imposible estar ¿hablaba encerio?
— ¡¿qué-qué estas...?! -satisfacción, eso sentia al verlo así y siguió sonriendo más abiertamente al menor, no supo de dónde tomo el valor de acercarse tanto, pero no estaba dispuesto a retroceder.
— ...Yo-yo creo que ya de-debo irme, nos vemos -dijo apresurado mientras se levantaba de un salto y casi corriendo se dirigía a la puerta, salió disparado tratando de calmar su desembocado corazón con respiraciones profundas y de paso, desaparecer ese sonrojo que le quemaba todo el rostro, no quería tener a Miroku cuestionándole otra vez.
Kouga sonrió aún más, no tuvo tiempo de reaccionar y detenerlo, fue rápido, “pero mañana no saldras de esta tan fácil mi lindo cachorro" pensó para sí mientras volvía a tocar sus labios, suspiró, no sabía de dónde es que de la nada era tan seductor con el menor, ni siquiera con Ayame fue así, pero le gustaban sus reacciones y de algo estaba seguro, no solo era por diversión o algo así, quería de verdad estar con el dulce joven y esta vez nada lo apartaría de su lado, ni siquiera él mismo “no otra vez, esta vez no..." terminó pensando mientras se acomodaba mejor en el sofá, su mirada perdida en las llamas de la chimenea, sin borrar la sonrisa de sus labios.
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Los señores del Norte no creían en lo que escuchaban, esa niña que se veía con su hijo y a la que de inmediato relacionaron con su escape el día de la boda, estaba muerta. Esto tenía que ser una broma de muy mal gusto, no podía ser, simplemente no podia. Se supone que su hijo estaba con ella, ¿porqué entonces es que ella estaba...y si Kouga...?
No, no querian pensar en eso, la joven estaba sóla y Ginta y Hakkaku dijeron sólo haber visto su cadaver, no el de su hijo. Eso, miserablemente, no les dió alivio alguno, fue peor ¿Entonces en dónde estaba Kouga?
— “Por favor, suplico a quien sea que me escuche, que esté bien, solo eso pido, que esté bien" -pensaba lady Kira mientras sentía la angustia invadirla y con ella la desesperación, su corazón latia dolorosamente en su pecho y las lágrimas salian sin parar.
Lord Daijiro no decia nada y solo estaba callado, con el cuerpo tenso y pensativo, solo la encontraron a ella, sintió lástima por la joven pero ahora se encontraba pensando en el paradero de su hijo. ¿En qué demonios se había metido? no daba razón a nada de lo que pasaba y ya se estaba desesperando, cerró los ojos un momento, los abrió y vió por el gran ventanal, estaba atardeciendo “ya son siete...otro día más sin señales de nada" pensó deprimido mientras suspiraba con pesadez, estaba preocupado, debía apresurarse y encontrarlo, fuera como fuera, tenía que hacerlo; deseaba verlo bien, sano y salvo.
Ginta y Hakkaku estaban callados y viendo a sus señores sin atreverse a decir nada, y aunque quisieran no podrian, estaban preocupados por su amigo y tan solo esperaban que sus suposiciones no fueran ciertas aunque...¿no fue lo mismo que desearon un día antes de aquella fatídica boda?
— “¡No! Esto es distinto...él no dejaría que alguien le hiciera algo tan fácilmente, sabe cuidarse...sé que esta bien...debe estarlo" -pensaba Ginta mientras trataba de ser positivo y evitar que esos pensamientos negativos siguieran en su mente.
Hakkaku solo de dió una mirada nerviosa, temblaba levemente, pálido y con el rostro tenso, no sabía que pensar o qué esperar de todo esto; pero definitivamente no deseaba que su amigo apareciera en condiciones similares a las de su supuesta pareja, trataba de ser positivo pero la imagen del cuerpo de Ayame invadia su mente enviándole escalofríos a todo el cuerpo junto a un sudor frío, se removió en su lugar inquieto y agitó la cabeza, esta noche tendría pesadillas, esta seguro de ello.
Así fue callendo el Sol para darle paso a la Luna que ya pronto estaba por pasar a ser Luna nueva, las estrellas poco a poco se fueron divisando en el cielo y así la noche hacía acto de presencia, un día más que pasaba y en unos la desesperación aumentaba, otros sentían estar cerca de ganar lo que más deseaban mientras en otros afloraban distintos sentimientos. Lo que deparaba el mañana nadie podia asegurarlo pero solo se esperaba que las cosas ya no se complicaran tanto...¿o quiza sí podrían?
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