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Los Sentimientos A Veces Cambian por LadyDeltaPhantomhive

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Notas del capitulo: Hola :D aqui de nuevo con el siguiente, espero les guste y como siempre agradezco su apoyo con esta historia nwn sin más...a leer!
Suspiró, en cuanto llegaron sus amigos lo habían literalmente arrastrado con ellos y por lo que veía, no lo dejarian ir en un buen rato, se encontraban en su habitación.

— ¿Inuyasha, este no hizo de las suyas cierto? -se escuchaba amenazante, Sango preguntaba mirando siniestramente a su amigo el que tembló en su lugar.

— Ya-ya dije que no hice nada, Sanguito, amor mio, ¡te lo juro! -decia con una sonrisa nerviosa.

— No me la creo -decia Kagome divertida ante la escena.

— No Sango, no hizo nada, recuerda que estuve allí vigilándolo -dijo con una dulce sonrisa, esta le sonrió igual y dejó de verse amenazadora, su amigo suspiró aliviado. Inuyasha siempre lograba calmarla cuando se ponía en modo asecino con él, no sabía como lo lograba, pero agradecía a los Dioses la sorprendente habilidad del ojidorado.

Rió interiormente, pues recordaba solo haber visto a su amigo coquetear con esa joven, nada más, de lo contrario sí le hubiese dicho a Sango, ¿qué? no era que fuera un mal amigo pero no queria ser presa de la furia de Sango, sus golpes sí que dolian, y siempre lograba enterarse de las asañaz de su amigo, no sabía como pero lo conseguía.

Ya lo veían muy animado, podian reconocer al Inuyasha que conocían, al de siempre. Les aliviaba de gran manera el verlo así, ese tiempo a solas le estaba ayudando.

— Bien los veo después, tengo que irme -dijo mientras se levantaba y los veía suplicante, siempre los convencía con esa mirada.

— De acuerdo, te veremos después entonces -dijo Kagome mientras le sonreía dulcemente, los otros dos asintieron sonriendole igual.

Salió entonces rumbo a la cabaña, aún nervioso por lo de ayer, fue algo nuevo para él esas sensaciones que lo invadieron e interiormente deseaba ver al lobo, a pesar de solo haber pasado unos minutos lejos ya lo hechaba de menos, aunque también quería volver a experimentar aquello, su pulso se aceleró y sus mejillas ardieron con ese pensamiento.

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Su esposo estaba muy serio, desde ayer que se enteraran de lo de Ayame las cosas se habían puesto algo sombrias tras pensar en que tal vez su hijo también...no, no quería ni pensar en la palabra, era demasiado.

— Por favor querido come algo, necesitas energía para seguir tratando los asuntos del reino -dijo suavemente, tratando de que su marido reaccionara, llevaba sentado y muy tenso desde que comenzaron con el almuerzo.

— Si querida, tienes razón -le sonrió dulcemente, tratando de reconfortarla, si de él fuera ya habría salido a buscarlo él mismo pero no podía dejar al reino sólo y su esposa estaba muy inquieta emocionalmente como para dejarle esa carga, su hijo por ninguna parte del reino aparecía...y si ¿no estaba en su territorio, sino en otro? las posibilidades eran muchas, los reinos más cercanos eran los de Oeste y el Este, podria mandar a que lo buscaran en estos, claro que primero debia de pedir permiso a los lords, con este pensamiento y un poco más esperanzado comenzo a comer.

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— Aún nada señor Naraku, ese lobo parece haber sido tragado por la tierra -decía el demonio tratando de que su voz no fuera muy nerviosa.

— Eso es imposible, ese idiota tiene que aparecer a como de lugar -decia enojado, se quedo un momento pensando, ¿en qué rincón del reino se habría metido?

— Señor si me permite darle una sugerencia -dijo temeroso, los ojos rojos se dirigieron a él claramente esperando a que hablara- si no aparece en el reino, no cree que tal vez sea porque no este en él -la mirada de Naraku se mostró algo confusa, continuó- tal vez pueda ser que se escondiera en los territorios de otro reino ¿no le parece?

Y como si de repente cayera en cuanta de algo se levantó de su asiento de un salto, no, no había pensado en esa posibilidad pero tampoco sonaba irreal “Y si ese imbécil fue a..." ¡No! Sacudió la cabeza, no podia ser, además si lo vieran allí sin duda el lord ni siquiera lo dejaria acercarse ¿no? pero tampoco podía dejar que eso pasara.

— ¡VALLAN A LOS TERRITORIOS DEL REINO OESTE Y ESTE DE INMEDIATO, BUSQUENLO Y MATENLO, NO QUIERO ERRORES! -gritó dejándo ver su notoria furia y algo de desesperación, si el lobo conseguía aquello todo su plan se derrumbaría, los demonios al instante partieron de allí, si su jefe estaba hecho una furia no querian que se desquitara con ellos.

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— Lo pasaste bien -dijo con una sonrisa, se encontraban sentados cerca del lago, el menor había llegado muy animado y quiso que este le contara sobre su salida, como le gustaba, este le conto con los ojos brillantes y esa hermosa sonrisa, por esos instantes no hubo nadie más para él que el ojidorado.

— Sí, fue muy divertido en parte -rió suave al recordar a Miroku- ya me hacía falta salir de este lugar -terminó suspirando y cerrando los ojos, el viento soplaba suavemente moviendo sus cabellos.

— Ya lo veo “cachorro" -dijo en voz grave y algo ronca a la oreja del menor, este se sobresalto un poco y volteo a verlo con rapidez, sonrió al notar ese adorable sonrojo en su rostro.

— Si, bueno yo...este...-dijo nervioso, de nuevo esa sensación que le recorría de pies a cabeza, el lobo le había puesto ese apodo desde que llegó hace unos minutos, no se atrevió a preguntarle porqué y tampoco le incomodó que lo llamara de ese modo.

Se volvió a sobresaltar al sentir el brazo de este pasar y abrazar su cintura, el corazón ya le latía a mil, sintió como el otro poco a poco se acercaba y su respiración llegaba a su mejilla derecha, sintió su rostro arder, el agarre de su cintura se hizo más firme; escuchó al otro reir suavemente y cerro los ojos, los nervios lo estaban haciendo temblar un poco.

— Te ves lindo sonrojado ¿sabías? -dijo en el mismo tono, noto al menor estremecerce y eso lo satisfació, rozó sus labios en la mejilla de Inuyasha y los fue bajando poco a poco hasta llegar a la parte de atrás, donde siendo humano tendrían que estar sus orejas, escuchó al otro suspirar y eso lo animo un poco más, volvió por el mismo camino sin separar sus labios de la piel contraria y besó con cariño su mejilla.

Inuyasha no abrió los ojos en ningun momento, su respiración estaba algo acelerada, sus labios entreabiertos y sus mejillas rojas una visión que dejó sin aliento al lobo, sin duda ese joven era la criatura más hermosa que hubiera visto en su vida. Se separó de él y lo escuchó suspirar, sonrió, los ojos del menor estaban de nuevo abiertos viendose algo vidriosos, seguro que por las sensaciones que lo invadieron en esos momentos.

Ya estaba atardeciendo, pasaron unos momentos en silencio, uno que fue roto por el menor al ya haber calmado sus emociones.

— Kouga, no quisiera incomodarte pero...-dijo algo nervioso, el otro lo miró con una sonrisa esperando a que continuara, suspiró- ¿cuándo iras con tus padres? -soltó algo rápido, no se atrevió a mirarlo, esa duda le había rondado por la cabeza hace dias.

La sonrisa que tenia desapareció y se puso serio, volvió su vista al frente, el Sol ya se terminaba de ocultar y se podían ver algunas estrellas, suspiró con pesadez; sus padres, ya había pensado en eso, era demasiado tiempo el que estaba en ese lugar y ya íba siendo tiempo de que volviera, pero sentía que no podía dejar al menor, no quería mejor dicho, volvió su mirada y se encontró con la del otro, lo miraba preocupado tal vez por su falta de respuesta.

— Tal vez ya pronto tenga que irme, no quisiera preocuparlos más...-comenzó sonriendo debilmente al menor- no sabría decirte cuando pero, ten por seguro de que lo haré -terminó suspirando sonoramente.

Inuyasha asintió tratando de sonreirle, su corazón se encogió un poco al saber que pronto el lobo se iría, sinceramente no queria que eso pasara, pero también sabía que Kouga debía de hacerlo y lo entendía.

El clima empezó a enfriarse y decidieron entrar a la cabaña y sentarse un rato frente a la chimenea, no volvieron a tocar el tema anterior, ninguno se sentía bien al saber que tendrian que separarse, llegaron a estimarse mucho en esos días; al rato el menor se estaba despidiendo del lobo.

— Que descanses, te veré mañana -decia el peliplata, que ahora era pelinegro, sí esa noche era luna nueva, en cuanto le explicó al lobo su situación en esas noches este se había quedado embobado viéndolo, después de unos segundos este solo dijo “Sigues siendo hermoso, no importa como te veas" se puso del color de un tomate y el otro rió ganandose un golpe en el brazo, recibiendo un “callate" de parte del menor.

— Que tengas dulces sueños -contestó Kouga, el menor bajó la mirada un momento, no se movió de su lugar, estaba por preguntarle qué pasaba cuando este lo abrazó fuertemente, escondiendo su rostro en su pecho, se quedó aturdido unos segundos pero rápidamente correspondió.

— Kouga -escuchó debilmente la voz del otro- te quiero -dijo y se abrazó un poco más a él.

— Inuyasha...-dijo sorprendido, sonrió con ternura mientras le respondía- yo también te quiero cachorro -lo abrazó fuerte pero suave a la vez, recargo un poco su cabeza en la del menor y suspiró, se sentía bien el tenerlo entre sus brazos.

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Lord Dijiro suspiró algo tembloroso, el día llegaba a su fin y ya solo le quedaban seis más para encontrar a su hijo, presentía que a como iban las cosas tal vez no lo lograra a tiempo, después del almuerzo y llegado ya el atardecer llegó un pergamino del Consejo, de nuevo preguntando si ya había conseguido avanzar.

Con pesar respondió en otro trozo de papel y lo envió, la cabeza ya le dolía y sinceramente sus fuerzas en momentos como este parecian desaparecer, sentía llevar una gran carga en su espalda, una que poco a poco lo iba aplastando y él no podia hacer nada.

— “Hijo...¿en dónde estas?" -penso viendo hacia el cielo plagado de estrellas, ya había mandado una carta pidiendo permiso a los reinos vecinos que lo dejaran buscar a su hijo en sus dominios, esperaba que estos le dieran el permiso y cuanto antes mejor, era ya lo único que le quedaba.
Notas finales: La verdad hadta yo me emoviono escribiendo esto xD bueno, espero me digan que les pareció en los comentarios, les deseo lo mejor, matane!

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