Desde aquel día ya habían pasado tres más, quedaban tres del plazo que había dado el Consejo, lord Daijiro había recibido el permiso deseado de los reinos vecinos a la mañana siguiente que mandara las cartas, no perdió más tiempo en mandar a buscarlo, ya era medio día y estaba ansioso, esperaba paciente alguna buena noticia durante estos dos días y aún nada, suspiró algo decepcionado pero aún así ordeno el que siguieran con la búsqueda, aunque se arrepentía al no haber pensado en eso antes, ya le quedaba poco tiempo y esto era desesperante.
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Las cosas entre ambos se pusieron algo más íntimas esos tres días, un abrazo, una que otra caricia y besos que de ser en la mejilla no pasaban a más, el lobo esperaba al menos pasar esa línea pronto, lo deseaba y sus sueños por las noches no lo ayudaban mucho a controlarse.
Inuyasha se había desenvuelto con él en esos aspectos aunque siempre se mostraba algo tímido al corresponderle sus gestos, incluso a veces se decian que se querian, aquella noche al parecer habían logrado pasar alguna barrera entre ambos, una de la que ninguno se había percatado antes.
Como ahora, sentados bajo la sombra que les daba un árbol se encontraban abrazados, Kouga apoyado en el tronco con la espalda de Inuyasha pegada a su pecho, el menor se encontraba recostado en él, teniendo los brazos del lobo enredados en su cintura.
Inuyasha se sentia muy bien estando así, en un silencio para nada incómodo, solo haciendose compañia, teniendo los ojos cerrados mientras se relajaba con los sonidos del bosque que los rodeaba, el Sol estaba brillante y cálido.
— Inuyasha -lo llamo suavemente, el otro movió un poco sus orejas dándole a entender que lo escuchaba, prosiguió- recuerdas que te había dicho que pronto me iria -dijo algo acongojado, no queria hacerlo pero tenía deberes que cumplir.
Al escucharlo se separó de aquel abrazo y se sentó viendolo de frente, su corazón latió algo pesado, sabía que eso pasaría, el lobo se iría, suspiró resignadamente.
— Sí, lo recuerdo -dijo en voz algo baja- ¿cuándo tu...? -no pudo terminar esa pregunta, sintió un nudo en la garganta que se lo impedía.
— Pasado mañana -contestó algo serio cerrando los ojos mientras daba un largo suspiro, los abrió mirando al menor que le devolvia la mirada, en ella podía ver algo de tristeza- Cachorro yo quisiera...quisiera -dijo nervioso y algo angustiado, “decirte que me gustas" terminó en su mente, no podía, sentia que si lo decia sería más difícil el despedirse.
— ¿Sí? -pregunto con el corazón acelerado, queria saber que era lo que queria decirle, él hubiera querido decirle al lobo lo mucho que lo queria, no, no lo queria sino que “me gusta...y mucho" pensó tristemente mientras bajaba la mirada; no podía, deseaba tanto hacerlo pero sentia que si lo hacia se aferraría más a él y más doloroso sería verlo marchar.
El lobo ya no pudo hablar y solamente se sentó abrazando fuertemente a Inuyasha, escondiendo entre su cuello su rostro, estrechándolo junto a su cuerpo como si su vida dependiera de ello, el menor le correspondió después de unos segundos al pasarle la sorpresa inicial y apoyó su rostro en el hombro de Kouga, aferrándose en ese abrazo lo más que pudieran sus fuerzas.
— Te extrañare -dijo el ojidorado con la voz algo quebrada, si no podia decirle lo mucho que le gustaba, al menos le diria lo mucho que lo hecharía de menos.
— Yo más cachorro -respondió, se separó un poco de él para verlo a los ojos, estos estaban acuosos por las lágrimas que el menor se empeñaba en no dejar salir, sonrió con ternura- Te quiero -le dijo en un susurro, con la voz ahogada.
— Yo también te quiero -respondió sonriendo con ternura, sintiendo su voz quebrada y esta vez una lágrima escapo de sus ojos, el lobo la limpió con su manos dándole a la vez una suave caricia a lo que el menor cerró sus ojos.
Volvieron a abrazarse fuertemente, sin decir nada más, en ese momento sentian que aquel abrazo transmitía más que lo que pudieran decir.
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Naraku ya estaba saboreando su triunfo, solo quedaban tres días más y entonces seria nombrado lord del Norte, Kagura llegó dos dias antes avisandole del como iban las cosas con los demás que deseaban el puesto, solo podía estar satisfecho con lo que hasta ahora ya había logrado.
El Consejo ya no tendria alternativa y le darian el puesto, les gustara o no, entre de poco ya solo él quedaria como el único candidato. Sonrió perturbadoramente y soltó una gran carcajada, oh ya podía ver la cara que pondría ese sarnoso al enterarse de lo que causó, era cuestion de tiempo nada más.
— Aún ese tonto sigue vivo, pero si no aparece en estos días no importa mucho, despues de todo ya falta muy poco para alcanzar uno de mis deseos, el otro...-dejo una pausa mientras su sonrisa se ampliaba más viendose algo psicópata- bueno, costará un poco más pero de que lo obtendré, lo haré, sea por las buenas o por las malas -termino con otra carcajada que retumbó en las paredes del sombrio lugar.
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— ¿Puedo pedirte algo? -preguntó nervioso de la respuesta, habían entrado hace poco para disfrutar de la cena de ese día, al pasar unos momentos decidió hablar.
— Claro -respondió con una dulce sonrisa, aún estaba algo triste y aun cuando se esforzara en ocultarlo se notaba en sus ojos.
— Bueno yo...yo queria -comenzó algo nervioso, deseaba hacerlo, queria decirselo, si se iba a ir quería llevarse un muy buen recuerdo del menor, claro que se empeñaría en volverlo a ver, eso era algo de lo que no dudaba, se animó con este pensamiento y vió fijamente al menor- como mañana será nuestro último día juntos, quería pedirte una cosa -hizo una pausa, pensando muy bien sus próximas palabras.
Inuyasha esperó paciente, sea lo que sea que el otro le pidiera, estaba seguro de que lo haría, quería grabarse a fuego en sus memorias su último día juntos.
— Quiero que mañana traspasemos todas las barreras que hay entre nosotros -dijo firme y sin dudar, el menor lo veía algo confuso, suspiró, tendría que extenderse más- lo que quiero decir es que...yo...yo deseo estar contigo -terminó en un tono suave tomando la mano del menor que estaba en la mesa, sin dejar de verlo a los ojos.
Sentía algo de confusión, eso es lo que harían ¿no? estarian juntos durante todo el día, entonces ¿porqué sentia que lo que le pedia era distinto? su mente al parecer quería comprender un poco pero a la vez no sabía lo que le decia.
— Veo que tendre que dejarlo algo más claro -dijo el lobo al ver la confusión y la pena que sentía el menor al no comprenderle, su cachorro era muy inocente y eso le gustaba más, se acercó más a él y acarició su mejilla izquierda con cariño, el menor se sonrojó- Quiero que me pertenezcas por completo mi lindo cachorro, deseo que seas solo mío -dijo con voz ronca y profunda, sonando seductor, Inuyasha tenía las mejillas muy rojas y lo veía sorprendido, al parecer ya alcanzaba a entender.
Y lo cierto es que no, no lo entendía del todo, entendía que él queria que fuera suyo, tal vez se refería a entregarle todo su cariño y de alguna manera pertenecerle, tal vez...entregarle su corazón, que para estas alturas ya sentía que el lobo era su dueño.
— De-de acuerdo -respondió algo nervioso ante la cercanía que tenian, cierto, ya el estar tan juntos y de tan cerca ya lo habían estado haciendo, pero igual sentía algo de pena.
Rió suavemente, veía que aún no fue captada del todo su petición, Inuyasha era adorable, tierno y lindo, fue inevitable el que le terminara gustando, deseaba pertenecerle a ese hermoso joven y que este también fuera suyo, para toda la vida, eso lo tenía claro y lucharía porque así fuera.
— No te preocupes, mañana entenderás lo que quiero decirte -se acercó más besando suavemente su mejilla- quiero estar contigo cachorro, y te juro que haré hasta lo imposible porque eso pase -lo vió fijamente a los ojos, haciendole esa promesa que a como de lugar la cumpliría.
— Kouga...-susurró sorprendido, para luego darle una dulce y hermosa sonrisa, él también queria estar con el lobo y que este le dijera aquello llenaba de felicidad a su corazón- esperaré por ti entoncés -terminó diciendole feliz, con un sonrojo en sus mejillas y sus ojos brillantes desbordando muchos sentimientos mientras se acercaba para darle un dulce beso en la mejilla.
Kouga no podía estar más que feliz y complacido por eso, su cachorro lo esperaria y él no lo decepcionaría, “no esta vez" penso mientras le sonreía a su adorado ángel de ojos dorados.
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Lord Daijiro esta tenso, desesperado y sumamente irritado, muchas emociones lo embargaban, ese día deseaba más que nada tener noticias de su hijo pero al parecer el destino no estaba a su favor aún, acababa de recibir un aviso de sus soldados en el reino Este, diciendo no haber encontrado nada aún de su hijo pero que seguirían buscándolo, del reino Oeste le habían dicho lo mismo antes del almuerzo.
Se revolvió los cabellos con ansiedad, ¡¿Dios, qué era lo que estaba pagando como para que lo castigaran de esa forma?!, encima su esposa ya estaba al borde de un colapso, aún más inquieta ante la idea de que su hijo estuviera muerto y no negaría que eso también comenzaba a perturbarlo aún más.
— No, no debo de dejar que esos pensamientos me abrumen, no me ayudará en nada -se dijo a sí mismo, desesperado y con unas enormes ganas de desaparecer y no saber nada del mundo en mucho, mucho tiempo.
Por otra parte, Ginta y Hakkaku también estaban ansiosos por recibir noticias, su amigo les estaba preocupando bastante, no deseaban pensar en lo peor pero nada había que ellos pudieran hacer, más que esperar a que lo encontraran o este decidiera aparecer por su cuenta, deseaban que fuera lo segundo; que Kouga decidiera dar la cara ante lo que había causado y que dejara de angustiarlos a todos de tal manera, ya no podian más con sus nervios. No había nada que hacer, solo rezar porque volviera.
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