Kagura volaba tranquilamente en aquella pluma gigante, le gustaba hacerlo para alejarse del idiota que tenia por jefe y de, en esos momentos, delirios de locura. El hombre estaba eufórico al pensarse el ganador de aquel macabro juego, tanto así que incluso la abrazo con entusiasmo mientras tarareaba feliz una canción solo conocida por él. Lo admitia, eso la asustó por lo que decidió salir y así es como ahora se encontraba por los aires.
Pasaba sobre el palacio del Consejo cuando lo vió, se detuvo en seco y parpadeo rápido y no, no eran alucinaciones suyas, ese era el príncipe lobo que su jefe tanto odiaba. Bajaba de ese carruaje junto con el lord y los vió dirigirse al palacio del Consejo, se quedó alli sin saber qué hacer, esto era algo bueno, ese idiota regresó y eso arruinaria los planes de Naraku, sonrió sintiendose satisfecha.
Pero le duró poco cuando escuchó un aleteo a su lado, ¡oh! lo había olvidado, esos insectos que nunca la perdian de vista, maldijo su suerte, no había pensado hacerlo pero esos insectos podian decirle a Naraku y no le convenia; suspiró pesadamente y dió la vuelta con esos molestos bichos siguiéndola, no tenia opción, debia de decirle a Naraku lo que habia visto.
*************************************
— Señores -se pusieron de pie al escuchar al guardia- si gustan seguirme, los estan esperando.
Sin decir nada lo siguieron con pasos firmes hasta que se detuvieron en la entrada de aquella sala, abrieron las puertas y se adentraron a la habitación, por ordenes de su padre él se quedo unos pasos atrás mientras este hacia una reverencia a los ancianos.
— Honorable Consejo -comenzó con voz firme y respetuosa- disculpen el haber llegado sin avisar antes de mi visita, pero esto era importante.
— Lord Daijiro -comenzó el demonio de cabello rojizo- está consiente de que este es el último día que tiene del plazo otorgado, ¿porqué entonces venir aquí y no buscar a su hijo?
— Precisamente por eso mis señores -dijo el lord haciendo una seña con la mano, entonces supo que ese era el momento para aparecer- porque ya mi hijo esta de vuelta.
Nadie dijo nada en unos minutos, Kouga estaba parado al lado de su padre con la cabeza gacha, los nervios lo invadian pero no se permitió mostrarlos, solo espero tranquilamente.
— Joven príncipe -comenzó la demonio en el centro de esa mesa- al fin a decidido aparecer, debido a lo recientemente acontecido me gustaria saber ¿dónde ha estado todo este tiempo?
Tembló un poco en su lugar, no sabia qué decir, ¿la verdad o mentirles? pasaron unos segundos de silencio incómodo.
— ¡Le han hecho una pregunta joven! -elevó un poco la voz el anciano de cabellos blancos, su voz estremeció a todos en esa sala.
— Señores, disculpenme -comenzó algo nervioso, pero después aclaro un poco su voz tornandola firme- por haber faltado a mis deberes que como príncipe, debía cumplir, y por la decepción que cause para mis padres y el reino.
— Eso no responde a la pregunta -dijo el de cabello rojo- estoy seguro de que ya está enterado de la muerte de la joven con la que se fugó el día de su boda ¿no es así?
— Sí, y no saben como lamento ese hecho -respondió temblandole un poco la voz.
— Pues ese motivo a sido suficiente para acusarlo a usted de su muerte -dijo la mujer mirándolo seria, el lobo levantó la mirada con sorpresa y cuando estuvo por hablar lo interrumpió- debido a que fué el último en verla no hay más que pensar con lógica y suponer que fue usted el causante de su muerte.
— ¿Qué? ¡no, no es así! -dijo con rapidez- señores, no crean que yo fuí su asecino, tal vez yo pueda decirles algo sobre él si me lo permiten -siguió con algo de desesperación en su voz.
— Habla entonces muchacho -dijo el peliblanco- si no fuiste tú ¿quién fue?
— Yo...-suspiró- les contaré como pasaron las cosas ese día, veran...- y así fue que comenzó con su relato, no omitió detalles e incluso les dijo cuando casi la asfixió hasta la muerte, todos escucharon con atención hasta que terminó- como veran, yo no volví a verla desde ese día y nunca estuvimos cerca de su palacio sino en los alrededores del mío.
— ¿vió usted al hombre que la acompañaba? -preguntó la mujer.
— Lamentablemente no -respondió volviendo a bajar la mirada y volviendo sus manos puños.
— ¿Sabe su nombre? -escuchó la voz del pelirojo.
— No -contestó mientras apretaba sus manos, sentia como sus garras se enterraban en sus palmas, era frustrante y odioso, se sentía impotente al no saber esos detalles que los conducirían al verdadero culpable- sé que tal vez no sirva de mucho al no saber eso pero, estoy seguro de reconocer su voz si volviese a escucharla.
Pasaron unos segundos de silencio, cuando los miembros del Consejo volvieron a hablar.
— Bueno, esto tomara un tiempo, el asecino no dejó pistas y no sabremos dar con él sin ellas por lo que -la mujer hizo una pausa mientras suspiraba- las sospechas sobre usted seguiran joven Kouga, lo tendremos que mantener vigilado y disculpe si eso le molesta -dijo con rapidez al ver que quizo protestar- pero los motivos son suficientes como para que usted no los entienda.
Suspiró pesadamente, maldijo en su interior, era sospechoso por la muerte de Ayame y eso no cambiaría hasta que se demostrara lo contrario.
— Pasando al otro asunto -dijo el demonio peliblanco- como el príncipe ha regresado ya no se les quitará el puesto de familia gobernante lord Daijiro -su padre suspiró aliviado y asintió con la cabeza al demonio- pero estaremos pendientes en que se cumpla con el reino Oeste el convenio que nosotros, el Consejo, aprobamos y también...esperamos que se resuelva este penoso asunto.
— Sí señores, agradecemos el que nos atendieran hoy, con su permiso -se despidieron con una reverencia y salieron de la sala, por ahora el puesto de su padre estaba salvado pero ya tenian otro problema encima y sinceramente Kouga deseaba resolverlo lo más pronto posible.
*************************************
— ¡¿COMO DICES?! -el grito la hizo saltar un poco en su lugar, Naraku irradiaba furia.
— Lo que oyes, el lobo volvió y estaba entrando con su padre al palacio del Consejo cuando los ví -dijo seria y cautelosa, no queria ser objeto de su furia.
— ¡MALDICION! -gritó enojado, esto sí que cambiaba las cosas y ahora que estuvo tan cerca de conseguirlo, el pensarlo lo llenaba aún más de furia y frustración- ESE IMBECIL...¿COMO ES QUE APARECIO DE LA NADA?...JURO QUE VOY A MATARLO -seguía gritando iracúndo mientras destrozaba lo que se le cruzaba en frente, ya algo cansado de la rabieta se detuvo respirando agitadamente.
El plan de apoderarse del puesto de lord se había venido abajo, se derrumbó como una gran pila de roca y ahora no quedaba nada más que escombros. “¿Cómo es que nadie lo encontró antes? ¿Dónde se había escondido? ¿Cómo diablos se las arreglo para..." detuvo sus pensamientos, al parecer sí se había ocultado en algun lugar de los reinos vecinos, pero fueron iguales los resultados, no apareció según lo que le fueron informando pero si lo pensaba bien, tal vez...
— ¡Kagura! -dijo de repente asiendola dar un brinco y que lo viera con temor- dijiste que aquel asunto ya andaba mejor ¿cierto? -bajo el tono de su voz a uno tranquilo, pero que así sonaba más amenazador y terrorífico, tenia un aire de ultratumba.
— S-sí -contesto paralizada sudando frío, tenia un mal presentimiento de lo que ahora pudiera decirle.
— ¿Te diste cuenta de si había algo fuera de lo común? ¿algo que lo hiciera cambiar tan rápido de ánimo? ¿un “alguien" tal vez? -pregunto casi gruñendo, si sus suposiciones eran ciertas ese bastardo había puesto ya sus manos en lo otro que deseaba, la furia fue en aumento.
— Bu-bueno, no en realidad -comenzó con voz temblorosa- se pasaba la mayor parte del tiempo en el bosque y de alguna manera eso fue lo que lo hizo cambiar, no vi na-nada más -susurró bajo al ver como la mirada de Naraku se oscurecía y su semblante era más amenazante, los ojos brillaban en un rojo intenso.
— Kagura -dijo tranquilo y se acercó a ella tomandola del mentón de forma brusca haciendola verlo a los ojos- Sabes que mentirme sería malo para tí ¿verdad? -siguió, como si estuviese regañando a un niño pequeño.
— No-no te estoy mintiendo -dijo temblorosa, su voz con un toque de pánico.
Podia reconocer cuando era sincera y para su desgracia lo estaba siendo, al parecer tendria que desquitar su enojo en alguien más, pero por ahora ya tenia un plan B y este sin dudar no fallaría.
— Te voy a encargar una tarea y quiero que la hagas bien ¿de acuerdo? -dijo en el mismo tono mientras una gran y psicótica sonrisa aparecia en su rostro, Kagura palideció y ese presentimiento creció- es una tarea delicada y no quiero que la realizes bruscamente, ya que si le veo algun rasguño -se acercó a su oído- te matare preciosa.
La mujer tembló mientras lo veía alejarse de ella, devolviéndole este la mirada sin borrar su sonrisa, estaba aterrada, lo que queria que hiciera era...
— ¿Qui-quieres decir que te-tengo...-comenzó aún con el terror reflejado en su rostro.
— Sí querida, mi hermoso ángel ya ha pasado demasiado tiempo sólo y lo he descuidado, por eso -hizo una pausa mientras reia de forma siniestra- ya es tiempo de que lo atienda personalmente y tú iras por él, no quiero que lo dañes de alguna forma o habran consecuencias ¿entendiste?
— S-sí Na-Naraku -respondió mientras seguía incada en el suelo, temblando.
— ¡MUEVETE! -el grito tan lleno de furia la hizo reaccionar, se levantó torpemente y salió corriendo totalmente asustada, no deseaba permanecer un minuto más cerca de él.
Naraku al verse sólo comenzó a reir macabramente, esta vez actuaria con más rapidez y no habrian fallos, nadie en su sano juicio se atrevió a interrumpirlo, los demonios que estaban a unos metros del lugar temblaron y un escalofrío paralizante les recorrió el cuerpo, empezaron a sentir pena por el pobre ser a quien mandó a traer porque lo que experimentara en ese lugar no seria nada bueno, sino todo lo contrario, sería la peor de sus pesadillas.
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español