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Los Sentimientos A Veces Cambian por LadyDeltaPhantomhive

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Notas del capitulo: Hola n.n/!!! Mis amados y queridos lectores, aqui les traigo el siguiente y último capitulo de esta historia, y me emociona mucho *w*...quiero agradecerles por el apoyo que me han dado con ella, por sus lindos reviews, por estar al pendiente, y por tomarse el tiempo de leerla...es especial a: alexayaoi23...mujer, gracias por estar aquí constante, dandome tus opiniones que me animaban dia con dia hasta el final, te quiero TwT...y bien, los dejo entonces con el capi...a leer!!
El día estaba espléndido, el Sol irradiaba calor y mucha luz, las aves cantaban, el cielo estaba despejado, la brisa del viento era refrescánte; era un precioso día en el reino, uno muy especial de hecho y por tal motivo sus habitantes trataban de que todo marchara bien.

En una de las habitaciones, los ventanales estaban abiertos dejando al viento entrar, frente al espejo de cuerpo entero se veía tratando de no encontrar algo fuera de lugar, después de todo ese día era especial y a pesar de ya haber hablado los detalles una semana antes, estaba nervioso. Suspiró profundamente, la túnica color azul oscuro con bordados plateados hacia resaltar el color de sus ojos, su cabello lo llevaba suelto, perfecto, no le hacia falta nada mas.

Una vez repasado su aspecto por novena vez consecutiva se giró para encarar la amplia habitación, SU habitación, paso la mirada desde la cama matrimonial, las mesitas a ambos lados de esta, el armario caoba, la alfombra verde aqua en el suelo...otro suspiro, a pasos lentos se dirigió hacia la gran cama, se sentó al borde de esta y volvió a repasar la amplia habitación, la misma pregunta de siempre volvió a su mente: “¿Cómo había llegado hasta aquí?"; aún le costaba creer todo lo que habia pasado y que fue lo que lo llevó hasta donde se encontraba ahora, cerró los ojos y se acostó de espaldas, el mantener pulcro su aspecto ya pareció no importarle en ese momento. Los recuerdos volvieron a su mente, en especial uno, el que menos le gustaba, aquel día hace un año.

« Dentro del palacio todos se encontraban preocupados, deseaban saber el estado del príncipe menor, la incertidumbre y el sentimiento de pánico embargándolos a todos hacian que el ambiente fuera muy tenso y pesado. El Lord habia tomado en sus brazos a su hijo, sin dudar se dirigió lo más rápido posible hacia el palacio, una vez dentro llamó a gritos al sanador, el pobre hombre tembló con el sentimiento del más puro miedo al escuchar los gritos del señor de la casa, se apresuró a atender al hijo menor de este, los sacó a todos de la habitación donde lo tenian y con una asistente, se encerraron para evitar que alguien molestara.

Fuera, se escuchaban los sollozos de Sango, Kagome y Lady Izayoi que estubo horrorizada al ver el estado en el que se encontraba su hijo, Miroku lloraba en silencio y rezaba por la salud y bienestar del que era su mejor amigo, Kouga estaba recargado en la pared, lágrimas caían de sus ojos pero parecía no notarlo, su mirada fija hacia algún punto de la nada, no era consiente de su alrededor, sus pensamientos lo atormentaban con la imagen de su adorado ángel siendo alcanzado por ese fragmento oscuro que perforó su pecho; era constante y se repetia una y otra vez, sin detenerse.

Su corazón dolía, dolía mucho, era una fuerte punzada que no lo dejaba en paz, sentia como si poco a poco se fuera fragmentando dolorosamente ante el sentimiento de culpa que lo embargaba, sí, culpa; culpa de no haber cumplido con la promesa que se habia hecho a él mismo, la de no dejar que ese maldito se le acercara, que pusiera sus manos en él, culpa por no haberlo sabido proteger, culpa por no haber visto a tiempo ese fragmento y no haberse interpuesto para que no lo dañara, culpa por el estado en el que ahora se encontraba; si le pasaba algo no lo soportaría, no podria vivir con ese dolor que le estrujaba el alma y el corazón.

Los minutos fueron pasando, minutos que a todos se les hicieron eternos, durante ellos Lord Inuno Taisho habia ído a hablar con la guardia del Consejo y con uno de los integrantes del mismo que habian llegado durante todo el relajo, no le importó saber quién era, sólo le importaba que el sanador saliera de aquella puerta y le dijera que estaba bien, que no era nada malo, que viviría.

Anhelaba volver a ver esos hermosos ojos dorados mirarlo con dulzura, amor, cariño, ternura, brillantes como le gustaban cuando lo veía entusiasmarse por algo; su sonrisa, aquella hermosa sonrisa que lo dejaba embobado y lo hacia corresponderle con un miserable intento de parte suya, de una igual para él; su risa, aquel agradable sonido que le llegaba a los oídos y que hacia a su corazón llenarse de orgullo al saberse el causante de ellas; la suavidad de su piel, esa piel tersa y delicada que se pintaba de un exquisito carmín en sus mejillas cada vez que lo hacia sonrojar; su voz, esa dulce y cantarina voz que no dejaba de ser masculina y que lo deleitaba con su suave tono; su calor, la calidez que desprendía su cuerpo, ese que tuvo entre sus brazos cuando fueron uno aquel último día juntos en la cabaña; y su aroma, ese dulce y embriagante aroma a rosas, uno tan único para él, uno al que se habia vuelto irremediablemente adicto.

Con cada pensamiento se fue deslizando hasta quedar sentado en el suelo, su corazón volvia a apretarse dolorosamente en su pecho, más lágrimas cayeron por su rostro, ¡Dios! Si lo perdía...si lo perdía él también moriría, su vida estaría vacía, no tendria motivos para seguir. Se maldecia, mil veces por haber sido tan estúpido, por haber huído aquel día de su boda, si no lo hubiese hecho estarian juntos, no le hubiese costado nada terminar enamorado de él, lo tendría a su lado sano y salvo.

— Joven Kouga -llamó en tono frío y demandante Lord Inuno Taisho.

Kouga parpadeó un par de veces antes de elevar la mirada hacia el Lord, no dijo nada, no sentia que debia hacerlo pues con aquella mirada que le era dirigida, sabía para qué lo llamaba, pero no estaba de ánimo, no deseaba apartarse de esa pared que estaba contigua a la habitación en donde el sanador trataba a su dulce cachorro, queria estar allí para cuando saliera y les dijera como estaba. La mirada del señor de ese palacio era insistente, era tan penetrante que ignorarla no era posible, suspiró y poco a poco se levantó, apoyándose en la pared, sentia pesado el cuerpo; el mayor sólo giró y comenzó a caminar, lo siguió en silencio y a paso lento, el lord entró por unas puertas que estaban al lado izquierdo de las escaleras que conducian al segundo nivel, era el despacho del lord, y lo confirmó al entrar.

— Mi esposa me ha dicho a que has venido -comenzó el lord, mirándolo con seriedad sentado detrás del escritorio- Iba a cuestionarte por ello pero...durante todo lo que paso en el jardín, ví tus reacciones, tu actitud...y ahora tu preocupación por mi hijo -terminó con dificultad, pues al recordar el estado de su pequeño en ese momento, casi se le quiebra la voz.

— Señor yo...sé que no soy digno de su hijo, no después de lo que le hice -susurró con la voz ahogada debido al llanto de hace unos minutos- pero no le miento al decirle que he aprendido a conocerlo, lo traté y no le negaré que me gusta, me agrada, lo he llegado a apreciar mucho, tanto que yo...-el nudo en su garganta no lo dejó continuar, tragó grueso y se aclaró la voz- Si él esta bien después de esto, y sé que lo estará, es fuerte y muy terco cuando se lo propone -dijo riendo un poco, el mayor también, conocía a su hijo y sabia que era cierto- si usted lo desea, si es por su bienestar yo me alejaré, si con ello él podrá ser feliz y estará bien, lo haré. Lo último que quiero es hacerle daño...más del que ya le he hecho -terminó con la cabeza gacha, totalmente culpable ante lo que sucedía.

Pasaron unos minutos en tortuoso silencio, el joven lobo se sentía más miserable, a estas alturas dudaba de que si llegara a estar al lado de su cachorro, lograra cuidarlo y tratarlo como se merecía, de hacerlo feliz; si llegara a estar a su lado, ¿quién le aseguraba de que no lo lastimara de nuevo? No, no queria lastimarlo, no queria dañarlo, no se lo merecía, su dulce niño merecía ser feliz, y la verdad, pensaba que estando lejos de él podria serlo, estaria fuera de peligro, tal vez si se hubiese alejado, no estarian en esta situación.

— Kouga -dijo Inuno con voz demandante, cuando tuvo de nuevo la mirada del más joven continuó- ¿más del que ya les has hecho, dices? ¿que yo quiero que te alejes?...te diré algo, en verdad estaba molesto por todo lo que pasó con tu huída aquel día, y enserio quería hacerte pagar muy caro la humillación que sintió mi hijo por tu culpa -las palabras eran frías, iban dirigidas con cierto rencor- y al encontrarte aquí, ten por seguro que yo mísmo iba a hecharte, te iba a alejar de mi hijo para siempre, no iba a darte una segunda oportunidad como lo buscabas.

Kouga tembló un poco en su lugar y sintió su cuerpo paralizarse por el escalofrío que lo recorrió, aún así no bajó la mirada, veía fijamente a los ojos del lord. Ya se esperaba que él no le diera su permiso así como así, no después de lo que había hecho.

— Pero con lo que ví hoy, con eso lo pensé mejor, viendo lo que hiciste, me hizo ver que en realidad estabas arrepentido y que deseabas comprometerte con tu deber para con Inuyasha -dijo con un tono más condecendiente, el lobo lo veía sorprendido, suspiró y volvió a verlo con dureza- ¿y ahora me dices que te arrepientes? ¿que volverás a huír? -terminó con algo de enojo.

A Kouga le cayeron como balde de agua fría esas palabras, ¿volvía a huír? No pensaba hacerlo, creía que no lo hacia, pero el Lord tenia razón, se estaba dejando embargar por el miedo, miedo a no poder ser lo que Inuyasha necesitara, lo que se esperaba de su pareja, del ser que estaría a su lado hasta el final de sus dias.

Sí, estaba huyendo, volvía hacerlo, Inuyasha le habia dicho que lo amaba, que lo queria, lo habia perdonado después de lo que le habia hecho y habia creído siempre en él, confiaba en que regresaria por él, confiaba en su palabra de hacer lo posible por estar juntos; su amado siempre creyó en él, en cada una de sus palabras y promesas, y...¿él qué estaba haciendo? Renunciando, dándose por vencido, pensándo en él mísmo, en no querer lastimarse y seguir teniendo esa sensación de culpa, no pensaba en que si se fuera Inuyasha entristecería, lo dejaría solo, lo dejaría con la ilución de esas promesas rotas, porque no las cumpliría. Le rompería el corazón, lo lastimaría.

Inuyasha le habia entregado su corazón, sus sentimientos, su alma, su amor, se los dió ciegamente confiando en que los sabria cuidar, los sabria valorar. Y él volvia a huír por el hecho de no saberse lo suficiente, sin darse cuenta que para su bello ángel, para ese hermoso joven peliplata él era suficiente, con que lo recompensara con lo mísmo que le estaba dando, le era suficiente. Estúpido, era un completo estúpido, le dieron unas enormes ganas de que el lord le diera un duro golpe, por ser un cobarde.

— Entónces Kouga, ¿huirás o lo enfrentarás? -preguntó el lord seriamente, la respuesta a aquello definiría todo.

— Señor, si me lo permite -comenzó con voz firme y mirada seria, habia tomado una decisión- me gustaria desposar a su hijo y me atrevo a jurarle que haré lo que este en mis manos, para hacerlo feliz.

Como respuesta, sólo bastó que el lord se levantara y con una sonrisa le tendiera la mano, él no dudo en estrecharla, cerrando así ese pacto entre los dos.

Ya entrada la noche el sanador habia salido encontrando a todos en la sala de estar, para el alivio de sus corazones, Inuyasha estaba fuera de peligro, habia costado un poco de esfuerzo pero estaba bien y era lo único que importaba. Resultó en que el fragmento en realidad era un tipo de espina, una que pertenecía a un demonio mitad cobra, mitad erizo, raro en realidad; el fragmento era una de las espinas que usaban para defenderse ante el peligro y su veneno era potente, con el primer contacto la víctima perdia la conciencia, el veneno atacaba su sistema nervioso e inmune casi inmediatamente, comenzándo con fuertes fiebres, convulciones, su corazón se aceleraba hasta su límite, lo que causaría un paro cardíaco y por consiguiente, la muerte.

Si se trataba a tiempo, la víctima sobrevivía ¿la cura? Lírios, así es, lírios, las flores al ser hervidas como si fuera un té, eran la cura ante el horrible veneno. Inuyasha tendría que seguirlo tomando para que su cuerpo lo expulsara totalmente, con las indicaciones necesarias, el sanador se fue entre agradecimientos de todos los presentes. Paso una semana en la que el menor siguió con fiebres leves y aún inconciente, pero comenzaba a notarse el cambio en su semblante, pasadas dos semanas más seguía en cama pero ya estaba despierto y con más energía, incluso comia más sin devolverlo después como la semana anterior; otras dos semanas pasaron y el menor oficialmente estaba recuperado.

Ayudó mucho los cuidados y mimos de parte de todos, en especial cuando era su querido lobo quien estaba a su lado, incluso se recostaba con él y dormian abrazados, sintiendo la calidez del otro. Kouga estuvo muy feliz, muy aliviado, muy agradecido con la vida, porque su cachorro estaba allí con él, y no dejaria que nada cambiara aquello. Inuno Taisho habia hablado con los dos, y para su felicidad, volvia a estar en pie la boda que se realizaria en un mes, estaban dichosos de poder tomarse de la mano y darse uno que otro beso sin sentir la necesidad de ocultarse.

Lady Kira e Izayoi se pusieron manos a la obra con aquello, Kagura quien habia pasado a ver al menor en los dias que estuvo enfermo, ayudó también, les contó que habia ído a buscar a su pequeña hermana, Kana de ocho años, a quien poco veía debido a que Naraku nunca dejaba de vigilarla, la ocultó siempre para evitar que este se aprovechara de ello y le hiciera daño. Ahora vivian en un pequeño pueblo en dónde eran felices, se alegraron mucho por ella.

El tiempo pasó volando y ahora a tan sólo unas horas del tan esperado acontecimiento, los novios se encontraban en aquella cabaña que les habia servido de refugio semanas atrás, estaban recostados en el pasto, frente al lago, viendo hacia el cielo plagado de estrellas, esa noche, habia luna nueva.

— ¿Ya te dije lo hermoso que te ves? -dijo Kouga con voz dulce mientras observaba detenidamente a su amado ángel, ahora, pelinegro; escuchó al otro reir y suspiró, amaba ese sonido.

— Las primeras doce veces -contestó el menor sonriendo y volteando a su costado para quedar de frente al otro, que estaba sonrojado de la vergüenza, volvió a reir con dulzura- ¿Ya te habia dicho lo mucho que te amo?

— ¿Y yo el que te amo demasiado? -dijo sonriendo divertido mientras se acercaba al menor, beso con ternura aquellos suaves y dulces labios.

Inuyasha rodeó con sus brazos el cuello del mayor, acercándolo más a él, mientras que Kouga colocaba su mano derecha en su cintura y se sostenia con el brazo izquierdo para no aplastar al menor; el beso subió de intensidad, el calor en el ambiente igual, no querian detenerse, despues de todo, mañana ya estarian casados ¿no? Así que no importaba. Los suspiros comenzaron a brotar de ambos, el mayor ya se encontraba arriba del menor, devorándo su cuello, deleitándose con los gemidos queditos que soltaba, la ropa fue desapareciendo conforme avanzaban más los minutos, Kouga comenzó a mover sus caderas sobre las agenas en un delicioso roze que empezaba a enloquecer al menor, mientras él se encargaba de sus pezones y su abdomen. Inuyasha acariciaba la fuerte espalda de su prometido y cuando sentia delirar de placer no podia evitar encajarle las uñas y suplicarle por más.

Ambos disfrutaban de tocar y besar la piel de su compañero, entre jadeos y suspiros que fueron acompañados de gemidos, el mayor ya habia preparado a su pareja y ahora al estar dentro de ese hermoso cuerpo que tanto amaba, esperaba a que el otro se acostumbrara, mientras le daba pequeños besos en el cuello, el rostro y los labios, repitiendole hasta el cansancio lo mucho que lo amaba, siendo correspondido con la misma devoción. Las embestidas comenzaron en un ritmo lento y pausado, besandose intensamente, conforme avanzó el tiempo Inuyasha pidió aumentar la velocidad, el lobo no se hizo del rogar, sintió al cuerpo debajo suyo estremecerse, arquearse cada vez que tocaba aquel punto en su interior.

— ¡Ah, Kouga!...ah...a-así...¡sigue! -gemia Inuyasha, disfrutando de cada corriente placentera en su cuerpo, aferrandose con brazos y piernas al mayor.

— I-Inuyasha...ah...te...¡te amo! -le respondía mientras lo aferraba con ambas manos de las caderas, disfrutando del enorme placer que sentia al estar así con su adorado cachorro.

— Yo...ta-tambien...te amo -decia mientras sostenia su rostro con las manos y le daba un voraz beso, que fue correspondido de la misma manera.

En medio de ese beso ambos llegaron al climax, siguieron abrazados por unos minutos en lo que regulaban sus aceleradas respiraciones y corazones, se vieron con infinito amor a los ojos, se sonrieron con ternura para despues de otro beso, caer rendidos en brazos de Morfeo.

La boda fue en el bello jardín del palacio del Norte, Inuyasha volvió a vestir una hermosa túnica blanca de mangas acampanadas, bordes dorados, llevó el cabello en una cola alta, sostenido por una peineta de diamantes, esta vez sin velo, en el dedo de su mano izquierda el hermoso anillo que Kouga le diera. En aquel kiosco fue donde dijeron sus votos de amor eterno, donde se vieron con todo el amor que sus miradas podian transmitir mientras se juraban fidelidad y lealtad. El jardín estuvo decorado con arreglos de rosas y lirios blancos, los presentes sentados en bancos que fueron decorados con listones y arreglos de las mismas flores, dejaron a los invitados maravillados con el lugar.

Las madres de los novios se habian lucido, todos aplaudieron felices cuando el tan esperado beso llegó, las mujeres lloraron y los hombres veían con melancolia la escena; después del banquete y el baile correspondiente, los ahora esposos se fueron a su luna de miel, que de más esta decir que la disfrutaron en grande, esta vez Kouga pudo marcar a su hermoso ángel, ahora era suyo, suyo y de nadie más.

Un mes después los anunciaron como los nuevos lords del reino Norte en una solemne ceremonia que fue oficiada por los miembros del Consejo y otro mes después se presentó aquella noticia que alegrara a todo el mundo, un bebé venia en camino, Inuyasha junto a su madre y lady Kira hicieron una cena para dar el anuncio, Kouga se desmayó después de unos minutos en shock. Al despertar abrazó a su esposo dando giros y repitiendo “Te amo" y “Tendremos un bebé" muchas veces seguidas en las que Inuyasha sonreía radiante y lloraba de felicidad, abrazando a su esposo con todo el amor que sentía.

Los nueve meses fueron algo difíciles, ante los cambios de humor constantes del ojidorado y el estrés del trabajo como Lord, era algo duro, ni se diga de los antojos de su pareja, aunque no se quejaba mucho pues en el quinto mes Inu se mostraba muy cooperativo en sus encuentros pasionales, y lo agradeció y aprovechó al máximo, pues durante los primeros cuatro no hubo nada de nada. El nacimiento fue más duro, entre los gritos de su pareja que variaban en “¡VOY A MATARTE KOUGA!" “¡ESTO ES TU CULPA!" y ”¡NO VOLVERAS A TOCARME EN TU VIDA!" Y el que le triturara la mano durante todo el rato lo hizo un momento muy intenso, claro, que todas las ansias se calmaron al ver a su bebé, una hermosa niña de cabellos plata con orejitas en la cabeza, piel ligeramente morena y ojos azules, preciosa; la nombraron Shiory, su pequeña y dulce Shiory. »

Y allí estaba, un año después, celebrando el primer año de vida de su pequeña y consentida princesita, unos golpes en la puerta lo hicieron salir de sus recuerdos, se sentó en la cama y vió la puerta abrirse, entrando por ella su amado y adorado esposo, vistiendo una túnica verde menta con bordados azules, su cabello recogido en una cola baja, suspiró, pasaran cuantos años pasaran, para él su esposo seguía siendo tan hermoso como el día en que lo conoció.

— ¡Aquí estabas! -dijo Inuyasha mientras se acercaba a su marido- ¿Por qué no bajabas? Me preocupé pensando en que algo te pasaba.

— No cielo, no me pasa nada -dijo mientras se levantaba y colocaba sus manos en el vientre de tres meses de su esposo, se inclinó y le dió un beso- ¿Cómo estas mi hermoso bebé? -dijo con ternura, hablando con su hijo/a.

Inuyasha sonrió con dulzura ante el gesto, el otro se levanto y le acarició la mejilla, cerró los ojos suspirando ante el contacto y correspondió al dulce beso que le daba Kouga.

— Amor, ¿te pasa algo? -preguntó preocupado, lo veía raro, sus ojos lo delataban.

— No, no te preocupes, es sólo que...-suspiró mientras lo tenia abrazado de la cintura, mirando fijamente hacia aquellos hermosos soles que lo observaban con curiosidad- recorde muchas cosas, y luego pensé en que el tiempo sí que se pasaba volando, porque, bueno sólo hay que pensarlo ¿no?...¡Dios! Un año, ya tiene un año...-terminó diciendo con un gran suspiro.

El peliplata rió enternecido, sí que conocía como se estaba sintiendo su amado, él también estaba así hace una semana, colocó ambas manos en el rostro del mayor y juntó sus frentes mientras le daba un corto y dulce beso.

— Mira ahora quién es el nervioso ¿he? -dijo burlon, no se olvidaba de como el lobo lo habia molestado cuando se puso así.

Kouga frunció un poco el ceño pero no dijo nada, escuchó a su esposo reir y no pudo evitar acompañarlo, en realidad, sí era gracioso e irónico.

— ¿Y Shiory? -preguntó con una sonrisa.

— ¿Dónde crees?...está abajo,siendo consentida por sus abuelos y sus tios -respondió el menor divertido separándose del abrazo y caminando hacia la puerta, siendo seguido por el otro.

— ¡Cuando no! -dijo sonriente mientras negaba con la cabeza, la risa de su esposo sonó de fondo.

Era feliz, tenia a una dulce y preciosa hija, a un hermoso y adorable esposo que lo amaba y esperaban a otro bebé, su familia era unida y todo estaba bien, eran felices, ¿qué más podía pedir?...antes creyó estar enamorado, cuando en realidad ni siquiera había conocido el sentimiento, no hasta que llegó Inuyasha. No lo habia creido posible antes, pues pensaba firmemente en que el amor era sólo con aquella primera persona en tu vida, probablemente escucharlo de alguien más le hubiese hecho gracia, pero ahora...ahora hasta él lo aceptaba, sí, lo hacia, por experiencia propia aceptaba que...los sentimientos a veces cambian.

*****************FIN****************
Notas finales: Y así termina...espero les haya gustado, como a mi el escribirlo, tal vez pronto regrese con alguna otra historia, que pasen felices fiestas, feliz navidad y feliz año nuevo...en verdad les deseo lo mejor, cuidense mucho, sayonara n.n/

Agradecimientos a: Yazumi Hatake, MeroNiakeehl, Yaku-chan, yuric, anakzanamu, agus, locaporelyaoixD, angel de las sombras, MikuMiauNeko, Anonimo, lisss, Kevin, Kristy Kamijuo...Gracias por sus comentarios, los valoro y aprecio mucho :D...gracias a los que leyeron hasta el final, y no comentaron, que eso en realidad no importa mucho, me animaba saber que les parecia, sí...pero tambien me animaba saber que era leido y muy bien recibido, que captaba su interes n.n...Sayonara!!

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