El desesperante sonido de una alarma inundó toda la habitación, el joven que se encontraba enterrado entre las sábanas sacó una mano para lanzar el aparato lejos, aquel sonido le causaba un fuerte dolor de cabeza, pero no lo ignoró, sabía que si en ese momento no salía de la cama su madre le daría una buena reprimenda mañanera. Aunque realmente eso era lo que menos le importaba pero no quería escándalos tan temprano.
Estando completamente despierto, se dirigió al cuarto de baño, tomó una ducha rápida para luego colocarse su respectivo uniforme y bajar al comedor. Aún era temprano por lo que se tomaría su tiempo antes de partir al instituto.
—Mino, que bueno que despertaste temprano— su madre le hablaba desde la cocina al verlo asomarse por la entrada —necesito que lleves a tu hermana contigo— comentó, colocando los platos en la mesa, para luego empezar a servir el desayuno. Mino la miró con una leve expresión de fastidio, su madre sonrió —no seas egoísta una vez no te va a matar.
—Ni siquiera me has dejado hablar y ya me pides que lleve a mi hermana— habló, fingiendo estar indignado —las madres normales inician las mañanas con un “buenos días cariño, ¿dormiste bien?”—. bromeó, a lo que su madre se limitó a responder con una suave risa.
—Eso es algo tan empalagoso que ni tú mismo te lo crees— se acercó a él y le dio un leve apretón en las mejillas —si mal no recuerdo… ¿quién fue el que dijo que ya era un adulto/joven y no necesitaba los “cariñitos” de mamá?— Mino no pudo responder a eso, sabía que su madre había ganado —como sea, ¿llevarás a tu hermana?— se sorprendió de la gran capacidad de su madre para desviar conversaciones y volver al punto original.
— ¿Tengo de otra?— se limitó a responder mientras tomaba asiento, esperando su desayuno.
—Además, tengo otra noticia que darte— tomó asiento al lado de Mino —tu padre llegará esta tarde— aquella noticia le cayó como balde de agua fría, su madre lo miró preocupada, sabía muy bien la tensión que se formaba entre su esposo y su hijo cuando este llegaba de sus viajes de negocios.
—Y qué quieres que haga— bufó molesto.
—Trata de llegar temprano, por favor.
— ¿Y si no quiero hacerlo? No me interesa lo más mínimo si quiere regresar o no— la actitud de Mino cambió en cuestión de segundos. Cuando se trataba de su padre no podía evitarlo, aquel hombre ni siquiera debería considerarse un “padre”. El buen humor con el que había amanecido desapareció por completo. Se levantó de la mesa sin siquiera tocar el desayuno.
—Dile a Danah que la esperaré afuera— abandonó la cocina, dejando a su madre desconcertada y preocupada.
Salió de la casa y se recostó sobre la puerta de su auto, recuerdos vagos de su vida años atrás llegaron a su memoria, realmente odiaba a su padre y sus malditas tradiciones, ser el hijo mayor de la familia era todo un fastidio.
—Hermano, ya estoy lista, vamos— la voz de su hermana lo trajo de vuelta a la realidad. Sin tomarse la molestia de responder, entró al auto.
El trayecto fue algo incómodo y silencioso, ninguno de los dos se sentía con ganas de entablar una conversación en ese momento. Ambos sabían que era mejor dejarlo como estaba.
Cuando llegaron al instituto, Mino se disponía a bajar del auto, cuando su hermana lo detuvo por unos segundos.
—Sé que no estas de humor, pero no hagas nada raro hoy.
— ¿Por qué lo dices?— no pudo evitar sentir curiosidad ante las palabras de su hermana.
—Tengo un presentimiento— se limitó a responder. Mino simplemente asintió y se despidió de ella.
Cada quien tomó su camino cómo si no se conocieran. En la entrada, se topó con sus amigos de siempre, Hanbin y Jiwon, los cuales venían bromeando sobre cosas sin sentido desde hace buen rato, pero él optó por ignorarlos ya que no estaba humor para sus tonterías.
Al parecer, ese sería su peor día, cómo si todas las fuerzas del universo conspiraran contra él. Prácticamente, ignoró todas las clases, por lo que recibió muchos llamados de atención durante el transcurso de estas.
Su irritación y molestia crecieron más, cuando se acercaba la hora de finalizar la jornada de estudio, si le dieran a escoger, sólo por ese día, preferiría quedarse en el instituto.
Al terminar la última clase soltó un suspiro de alivio, pero aun así, la frustración ya había vuelto a él. Tomó sus cosas y se dirigió a la salida.
— ¡Hey, Mino!— se detuvo al escuchar su nombre.
— ¿Necesitas algo?, Hanbin— el mencionado lo miró ofendido, por su estoica manera de hablar.
—Sólo quería invitarte a mi casa— respondió indignado —, hoy traes un maldito humor de perros.
Miró la hora en su móvil, aún era temprano para volver a casa, así que decidió aceptar la propuesta de su amigo.
—Está bien, vamos— en parte sabía muy bien, que el motivo oculto de su amigo era que lo llevara a casa en auto.
— ¡Espera! Jiwon aún no sale, el muy idiota se durmió en clase y lo castigaron, ¿podemos esperarlo?— bufó molesto, pero ya había aceptado así que no podía negarse.
Ambos salieron del instituto, esperarían al chico faltante en el estacionamiento.
—Mino…
— ¿mmm…?
—Tu celular está sonando— se dejó llevar tanto por sus pensamientos, que no se percató del insistente sonido del aparato en su bolsillo. Se alejó un poco del chico que lo acompañaba y respondió la llamada.
—Qué quieres.
[Yo también te extrañé, hijo]
—No me digas así, ve al grano.
[Te quiero en casa para la cena, tengo asuntos que discutir contigo]
—Vete al diablo, tus asuntos no tienen que ver conmigo.
[Oh no, querido hijo eso está mal ¿olvidaste nuestro acuerdo?]
Se tensó al recordar aquello e inmediatamente reparó en su error.
—En frente de mamá no digas nada extraño.
[Entonces nos encontraremos en el lugar de siempre]
—Vale, nos vemos ahí.
[Si lo olvidas estarás en problemas]
— ¡Realmente eres molesto, ya te dije que iré!
Cortó la llamada. Estaba más que furioso, en ese momento podría romper lo primero que se le cruzara.
—Song Mino— se volteó al escuchar su nombre, “lo que me faltaba, un mocoso molesto”.
— ¿Tú eres?—preguntó con un tono despreocupado.
—Kim…Jinwoo de la clase 3-6— Mino levantó una ceja completamente desconcertado, no tenía ni idea de quien era. —Verás tú…— sacó un papel de su bolsillo —me… gustas— “¿Qué rayos acababa de decir este chico?” no pudo evitar soltar una gran carcajada, llamando la atención de algunos estudiantes que pasaban por el lugar.
— ¿Crees que alguien como yo se fijaría en un insignificante chico como tú?— “¿Por qué estoy diciendo esto?” El chico bajó su mirada avergonzado, escondiendo el papel detrás de su espalda.
—Pero… — Estaba lo suficientemente fastidiado ya con su confesión, se acercó y le arrebató el papel de las manos.
—Esto— dijo mostrando el papel ahora en sus manos —es lo más ridículo que he visto en mi corta vida— terminando de decir esas palabras, rompió la carta, rompiendo también las esperanzas y el corazón de aquel pequeño chico que trataba de contener las lágrimas.
—Por favor no pongas esa expresión— se acercó y levantó su barbilla, Jinwoo desvió su mirada aún más avergonzado. Debía admitir que el chico tenía unas facciones muy refinadas y bastante agradables a la vista, lástima que era un hombre —ni que fueras una chica— lo soltó de golpe —como sea, nos vemos— agitó su mano en forma de despedida y se alejó despreocupadamente.
“¿Por qué hice eso?”
Aquel chico no tenía nada que ver con sus problemas, sin embargo descargó toda su ira con él. Trató de restarle importancia al asunto y volver con su amigo que lo miraba sorprendido.
—Hey bro, no sé qué te pasa hoy, pero eso que hiciste, está mal.
— ¿Lo viste?— asintió.
— ¡Tsk! No es para tanto— Hanbin sólo lo miró con un gesto de negación en su rostro.
—Las otras personas, como ese chico, tienen sentimientos— bufó molesto. Iba a responder algo, pero en eso llegó Jiwon, que recién salía de su castigo. Este al sentir la tensión en el lugar quedó confundido.
— ¿Me perdí de algo?— sacó a relucir su incertidumbre.
—Nada importante, vámonos— respondió Mino, ya estresado por la extraña situación que se había formado.
Hanbin sólo negó levemente con la cabeza y tomó el brazo del confundido recién llegado, poniéndolo al día con lo que había ocurrido minutos atrás.
— ¿¡HABLAS EN SERIO!?— el grito de Jiwon hizo que Mino detuviera el auto de golpe —te pasaste con lo que dijiste.
—Ya olviden eso— volvió a poner el auto en marcha.
—Ese chico debe estarla pasando mal— le comentó Jiwon a Hanbin, casi en un susurro.
—Si siguen con eso, voy a aventarlos a ambos del auto, en marcha— ambos lo miraron alarmados a través del reflejo del espejo y optaron por no tacar el tema otra vez.
—Qué delicado estás hoy.
Después de aquel comentario, cortesía de Hanbin. Ninguno volvió a dirigirse la palabra.
La tarde transcurría “normal”, pasó todo el rato jugando videojuegos con sus amigos, mientras que su mente se encontraba en otra parte.
—Me voy— tiró el mando del videojuego en la mesita que se encontraba en el centro de la sala de estar de la casa de Hanbin. Los chicos restantes se voltearon a verlo con sorpresa, se notaba a leguas que el moreno no se encontraba de humor para nada.
—Pensé que esperarías la cena— habló Jiwon, a lo que simplemente sonrió y se negó —genial, podré comer tu parte— Hanbin le dio un codazo, indicándole que se callara.
—Nos vemos mañana chicos— tomó sus llaves y salió del lugar.
Llegando a su casa, vio desde lejos que el auto de su padre ya se encontraba ahí. Suspiró con molestia.
—Estoy aquí— habló, llamando la atención de los presentes. Además de sus padres y su hermana, había otro hombre que él no conocía.
—Querido hijo, te estaba esperando, no sabes cuánto te extrañé— aquel hombre que se hacía llamar “padre” se acercó a él y lo envolvió en un abrazo.
—No es necesario que finjas— se sentía incómodo y molesto con aquel contacto.
—Pórtate bien, recuerda el acuerdo.
Con una evidente fingida sonrisa, correspondió aquel abrazo, para posteriormente saludar al invitado desconocido.
Luego de la cena, se encontraba junto a su padre, y aquella persona que resultó ser un importante inversionista de la empresa de su padre.
—Entonces…aquí me tienes, habla rápido— su padre sonrió. Era hora de dejarse de máscaras.
—No andaré con rodeos, quiero que cuando te gradúes te encargues de la sede que tenemos aquí— abrió los ojos más de la cuenta. Sabía que por ahí venía el asunto, pero no se esperaba que fuese tan pronto.
—Dijiste que me darías todo el tiempo que quisiera antes de esclavizarme.
—Y te lo estoy dando, tu último año de instituto, será para que hagas lo que se te venga en gana, después de eso vas a obedecerme al pie de la letra o ¿se te olvido el acuerdo que firmamos hace dos años?— “todo fue un engaño” en ese entonces era un simple mocoso que no tenía ni voz ni voto sobre su vida. Aquel hombre se había aprovechado muy bien de su ingenuidad en esa época.
—No será tan fácil cómo crees— se puso de pie, golpeando la mesa con sus puños. Se disponía a salir del lugar.
—Es un chico rebelde pero nos servirá— logró escuchar al hombre que acompañaba a su padre antes de salir del lugar hecho una furia.
Cuando volvió a su casa, pasó de largo ignorando las preguntas de su madre y se encerró en su habitación.
Los recuerdos de aquel día se aglomeraron en su mente, entre ellos, aquel chico se hizo presente en su memoria.
“¿Cómo se llamaba? ¿Kim Jonwoo?”
Pensándolo bien, no debió tratarlo tan mal, pero aquel muchacho escogió el peor momento para confesar sus sentimientos hacia él. Se prometió a sí mismo, buscar a ese chico y pedirle disculpas por su reacción tan agresiva.
…“Grande fue su sorpresa al enterarse al día siguiente, que aquel chico, llamado Kim Jinwoo, había sido transferido y que el día anterior, fue su último día en el instituto”…
Un extraño sentimiento se apoderó de él, haciéndolo sentir un dolor inexplicable y latente.
— ¿Qué me pasa? — se preguntó a sí mismo, llevando sus manos a su pecho.