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Lucky / kaisoo por LYhobbit

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Notas del capitulo:

Enjoy!! <3

Dos meses han pasado desde ese trabajo en equipo, y cada uno puede sentir distancia aun cuando están en el mismo salón. Sus conversaciones no pasan más allá de un saludo matutino, o una despedida en el ocaso del día. La distancia se mantiene, y ninguno da ese paso que se necesita para poder acceder a la llave de la suerte y ver todo aquello que un misterioso cuarto esconde.


Kyungsoo, por un lado, evade cada sonrisa que su compañero de clases emite en el transcurso de las horas cuando expone un tema, así como Jongin huye siempre que su compañero pasa junto a él, para calificar tareas o revisar trabajos.


Y en realidad, ninguno entiende por qué se rehúsan a llevarse bien; pueden ser nombrados los mejores amigos de ese salón, pero los alumnos los han tachado de llevarse mal. Jongdae, uno de sus compañeros, ha visto las evasiones a la brillante sonrisa que el chico de expresivos ojos emite; tampoco niega que Jongin escapa de aquel tierno chico cuando ambos van a tirar la basura en el cesto; incluso, puede asegurar que Kyungsoo y Jongin tuvieron una pelea por el hecho de saber que son los únicos dos alumnos que no demuestran ese afecto de compañerismo.


Los pasos del reloj colgado a la pared dejan indicios de una clase que está próxima a terminar.


Química ha terminado, bueno, en la clase en la que Jongin y Kyungsoo están, porque en realidad, ellos jamás la han iniciado. Las estelas de que una amistad florezca no es para nada inminente, y con ello, un amor estudiantil totalmente prohibido por la sociedad tampoco puede ser algo que una lluvia de suerte lleve.


Jongin suspira frustrado. Se recrimina ser un chico cobarde, alguien que se queda en el mismo lugar de atrás y se conforma con sólo mirar al frente. Dos meses han pasado desde aquella breve conversación, y aunque hoy deseó hablar con aquel chico, sabía que sus balbuceos de bebé estarían presentes en la plática; por ello, decidió posponerla para mañana u otro día.


Kyungsoo se detiene un momento delante de la puerta, esperando algo, y aunque no sabe qué es lo que espera, sigue allí, frente a la puerta, esperando que alguien lo detenga ¿por qué? No lo sabe, sólo espera. Pero nada sucede, después de esperar, sigue el llamado de Baekhyun.


Si tan sólo esa suerte que tanto ansían, volviera a aparecer.


 


 


*


 


 


Una semana más ha pasado desde que ambos desearon ese llamado de suerte que toque a sus puertas.


Jongin espera sentado en la fuente, confía en que Kyungsoo saldrá pronto de la escuela. El sol lo irrita nuevamente, como aquel día que esperó en vano y esa persona anhelada no salió; pero hoy, añora con todas sus fuerzas que ese momento no se repita.


La brisa de aquella fuente nuevamente le moja la cara para que no se desespere, y los árboles le mandan diversas hojas de colores. Jongin no niega que es un paisaje bello, a pesar de saber que los árboles quedarán, en unos meses, desnudos, sin hoja alguna, sólo ramas secas y un tronco vacío.


Alumnos comienzan a salir, y con ello, la esperanza de Jongin de ver a Kyungsoo, se va también, porque han pasado más de dos horas, y el tierno chico tampoco sale. Las curvas risueñas que el simpático estudiante mostraba, ahora también están yéndose, y él no hace nada para detenerlas. El sol se ha escondido y él vaga sobre los límites de las carreteras para expulsar unas cuantas lágrimas de tristeza.


¿Por qué no llorar? Después de todo, unas cuantas lágrimas sirven para curar un desesperanzado corazón, uno que todavía no ha tenido la suerte de sentir un amor incomprensible. Uno que duele al no sentirse correspondido.


Jongin fantasea entre lágrimas que apareciera frente a él una lámpara mágica, y que le cumpla todos sus sueños, los que son más difíciles de cumplir en vida; entre ellos, el ansiado amor que quiere sentir de Kyungsoo; ése que le haga llenar el vacío que incluso con su sonrisa no puede llenar.


—Ojalá tuviera un poco de suerte —le confiesa al trébol que tiene como llavero en su mochila, ése que recibió de las níveas manos de su amor secreto.


Pero nada sucede, y resignado se marcha.


Entre aquella nostálgica caminata nocturna se tropieza con alguien, con alguien que de nueva cuenta, sus sueños lo han llevado.


—B-buenas noches —Jongin hace todo un esfuerzo para que los nervios no delaten unas apagadas emociones.


—Lo siento, llevo prisa.


—¿Dónde vas? —cuestiona. Un silencio que parecía no poder romperse desaparece con la segunda oración que deja escapar—, bueno, si es que se puede saber.


—Debo ir a traer a mi abuela a la estación de autobuses.


—Te acompaño.


—No, gracias, no quiero ser una molestia.


—Es peligroso andar solo por la noche, es mejor que vayamos juntos, además mi casa está cerca de la estación, por lo que no es ninguna molestia.


Kyungsoo no se puede negar al ofrecimiento y le sonríe para dar a entender al chico que ha accedido.


Los faroles han empezado a iluminar la radiante oscuridad de la noche, y aunque pareciera que todo va en contra de lo que Jongin desea, no puede redimirse de un futuro que para nada es perceptible. Y al contrario, le da huellas de algo que está próximo a vivirse.


—¿Lloraste? —le cuestiona Kyungsoo un poco preocupado.


—No, fue un pedazo de basura que se me metió al ojo—replica, llevando la manga de su suéter hasta sus ojos para secarlos.


—Ya veo…


—Sí…


Porque la suerte, aunque no lo sepa, está allí, junto a él.


 


 


*


 


 


Otra semana más ha pasado, y Jongin busca excusas para llegar tarde a su casa, que para el día de hoy, tampoco será una excepción. Todos los días de esa semana ha esperado sentado sobre la fuente a Kyungsoo. Para su mala fortuna, nuevamente, ésta no le sonríe, aunque espera a que el chico que le gusta salga de la entrada principal, éste no lo hace. Se pregunta si tal vez su misterioso compañero se queda a clases extra para ser todavía mejor en el salón.


Un suspiro que emite deja caer un montón de hojas, bueno, eso es lo que Jongin piensa, debe jugar a imaginar, porque probablemente se aburrirá, y él odia aburrirse. Se pone de pie y estira sus brazos para aminorar el cansancio de haber esperado tanto. Después, divisa hacia atrás y observa las hojas de unos arbustos moverse; al principio se asusta, creyendo que un ladrón lo asaltará. Pero pronto recapacita y sabe que es el viento quién ha movido con su silbido, las ramas y hojas de esos arbustos. Vuelve a su lugar para esperar un poco más, y de nueva cuenta, los arbustos vuelven a bailar, esta vez, sin que el viento esté de por medio, “esto es raro” su mente exhorta un poco de miedo. Con pasos sigilosos se va acercando, y cuando llega frente a los arbustos, se asoma para cerciorase que no hay nadie, excepto una libreta roja con una etiqueta que llama más su atención:


«Do Kyungsoo»


—¿Por qué está aquí? —se cuestiona.


No pierde más el tiempo y mete el cuadernillo dentro de su mochila. Y cuando lo cierra, observa pasmado el trébol que cuelga y le sonríe.


Probablemente…


Sí, la suerte ya está de su lado.


 


 


*


 


 


Jongin saca sus útiles escolares con mucho entusiasmo. Revisa una y otra vez la libreta, no puede creer que sea de la persona que siempre está dentro de sus pensamientos. Y aunque las ganas de husmear qué hay dentro de ella no lo dejan en paz, prefiere dejar que la curiosidad se lo coma para no invadir la privacidad de su compañero de clases.


—No, no, no, no veré que tiene allí —se regaña—, ¿tendrá el nombre de alguien importante allí?, ¿tal vez fechas, tal vez…? ¡No! ¡Aléjense sucios pensamientos!


Lo noche toca a su puerta y comprende que ya debe hacer su tarea.


—¡Aburrido! —exclama dejando escapar muchos bostezos que le impiden las ganas de hacer sus trabajos escolares y se tira a su cama para descansar, otra vez.


El viento ha comenzado a colarse por su ventana abierta y las cortinas azules bailan al ritmo de la melódica sonata de otoño. Jongin se levanta con mucha flojera para cerrarla, y puede observar las hojas de aquella libreta moverse de adelante hacia atrás, y justo al final, un dibujo está impreso en ella. A pasos rápidos se acerca para tomar el cuadernillo, y cuando ya está sobre sus manos, él delinea con la mirada cada trazo en tinta negra que esbozan a una persona sobre una fuente en medio de matices naranjas y amarillos que contrastan sutilmente con los pliegues azul marino que simulan ser gotas de lluvia que parecieran ir de arriba hacia abajo, aquel boceto tiene entre manos un objeto, uno que guarda un valioso significado.


—Soy…yo.


Porque sólo necesitaba un poco de suerte que le diera ese pequeño empujón para confesar lo que ya no quiere guardar más.


Y esa suerte está allí, junto a él.


 


 


*


 


 


El día se mueve tal y como Jongin quiere que se mueva, camina a pasos que se instalan entre la calma y la desesperación. El deseo de confesar lo que siente ya no puede esperar más.


Entra al salón con la respiración entrecortada cuando ve a su compañero buscar algo desesperadamente. Y aunque los nervios le acompañan antes de hacer lo que va a hacer, suspira con alivio al ver que no hay nadie más en el salón; aunque nada frenaría lo que pronto se va a originar, ni siquiera el estar rodeado de gente será un obstáculo. Nada lo va a detener. Nada.


—¡Buenos días!


Tan pronto como entra le regala un saludo mañanero que desconcierta un poco a Kyungsoo.


—Buenos días…—responde éste sin los mismos ánimos con el que le saludaron.


—¿Buscas esto? — Jongin extiende sus manos para entregar lo que Kyungsoo tanto buscaba.


Éste, un tanto dudoso, toma el cuaderno que creyó perdido.


—¿Viste lo que allí hay? —pregunta con una molestia que se alterna entre la vergüenza.


Jongin sonríe sin dejar de mirar al chico que está frente a él, y a su vez, comienza a acercarse más de lo que ya no se puede, más de lo que la realidad permite.


—¿Sabes? Siempre te esperaba cuando las clases terminaban —confiesa sin dejar de mostrar su radiante sonrisa.


—Creí que me odiabas —revela Kyungsoo con tenue voz, intentando esconder su rostro hacia la nada.


—No lo hago, nunca lo haría —le ratifica con optimismo—, pero… sí vi tus dibujos.


Kyungsoo se agacha más para ocultar un rostro que odia mostrar, un matiz tan rojo que puede competir hasta con el rojizo otoño. Quiere disculparse, pero no puede.


—Yo...


Jongin se pone de cuclillas para poder apreciar el color escarlata que la piel de Kyungsoo emite.


—El viento quiso mostrarme algo…— le dice sin vacilar y prosigue—, Kyungsoo, me gustas. Te quiero.


Y puede sentir por primera vez los labios de su serio compañero. Un beso tranquilo y totalmente correspondido, porque nadie rompe aquel dulce contacto que da inicio a un bello romance en el tibio otoño, en donde las hojas parecen adornar más el futuro que a ambos alumnos les espera.


—¿Sabes? Siempre me escondía detrás de los arbustos para poder dibujarte—confiesa Kyungsoo —, quería que el dibujo estuviera listo para confesarte también que… Me gustas Jongin, me gustas mucho, desde antes que nos topáramos frente al trébol que cuelga de tu mochila—. Señala aquel trébol que le dio ese día casi al final del verano.


Jongin expresa asombro con su rostro, y entonces le devuelve un gracias con su particular sonrisa, esa que tanto le caracteriza, pero esta vez, sin vacío; porque ahora se siente completo, nada le falta ya.


—Estoy feliz.


Recuerda, si encuentras un trébol de cuatro hojas, mantenlo siempre contigo… Pero si nunca sucede, no te preocupes, porque aunque nadie sepa, la suerte está con todo el mundo, la suerte de encontrar el amor y ser correspondido.


Todos la tienen.


Un beso retorna sobre los labios de cada uno, un toque que alberga algo más que suerte, fantasía, sueños y deseos; uno que alberga la realidad de amar. Tal vez sin ayuda de la suerte, sólo un…


Tal vez.


 


 


 


 


Fin.


 


[Shyness; oneshot 1/6; 2015]

Notas finales:

Gracias por leer :D Comentarios siempre bienvenidos!<3


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