-su mirada se había perdido un buen rato en la hermosa pareja que hacia su hermano y su gestante cuñado, no obstante la siguiente canción le saco de sus pensamientos, era una de sus favoritas y aun que no era originaria de su hogar de nacimiento sentía como sus entrañas le eran calentadas al son del ritmo de aquel tango, era obvio que no podría esperar que su hermano lo sacara a bailar porque estaba con su esposo, volteo la cabeza en donde estaban sus padres y vio como su padre elegantemente invitaba de forma muda a su madre para ponerse en pie e ir a la pista de baile, algo frustrado alzo la vista a su entorno viendo como algunos varones que les sabia la soltería se debatían en acercarse para invitarle, entre ellos estaba el famoso dueño de las compañías de guarda espaldas Rock lee, no el definitivamente no, ¿Shino?, no, tampoco, era igual de callado de el e iba a aburrirse mas si comenzaba a hablar de sus viajes y asquerosos bichos. – Dios, no hay nada bueno aquí. -soltó inconforme de mala gana, aun así no perdió la fe y rápidamente vio a un buen prospecto y varón que le pretendía desde hace un buen rato; Neji Huyga, alto, piel pálida y ojos perla, heredero de un clan de alto prestigio y bla, bla, bla, no sabía mucho de el aun que su padre lo mencionaba como buen prospecto, pero sabía que era bueno con el baile así que tapo su rostro con un abanico y suspiro mordiendo su labio inferior preparándose para lo siguiente, un coqueteo visual para que le sacara a bailar, sería fácil, su cuñado y madre habían pescado a su padre y hermano así, ¿Por qué no podría el siendo un Uchiha?, más motivado consigo mismo una sonrisa coqueta surco sus labios y bajo el abanico dejando solo ver sus resplandecientes ojos, pero su cara cambio de momento y por completo al ver una mano trigueña frente a él, era grande y la conocía a la perfección pues la tenía marcada en su trasero y piernas, incluso esos repugnantes dedos largos, alzo el rostro y sintió un vértigo no antes conocido que le hizo temblar luego al contacto entre ambos pares de ojos, la mirada del rubio no era como la noche pasada que le hizo suyo en contra de su voluntad, denotaba ternura, inocencia y hasta ..¿nervios?... ¡NERVIOS¡, bajo la mirada disimulada mente y vio lo buen vestido que estaba y alcanzo a escuchar los cuchicheos de las solteras, como hablaban de aquel rubio y lo idiota que el seria en negarle el baile e iba a hacerlo de no ser como escucho la música parar y la luz de un reflecto enfocándoles mientras un director de la orquesta les invitaba al centro de la pista. –
¿Le gustaría bailar conmigo sensei?. -soltó el rubio realmente nervioso y estirando un poco más su mano y brazo en invitación muda para que le aceptara, eso y a la mirada inocentona que le lanzaba el otro, como un cachorro rogando por ser adoptado le ganaron y además no iba a mentir quería callar la boca a todas esas estúpidas que le molestaban desde pequeño como la idiota de ten ten e ino diciendo que era un doncel inútil a no desposar o siquiera ser pretendido, pero a todo esto, eso era segundo plano, no quería despertar a “otro yo”, aun le dolía el culo y no era tonto, tenia que calmar a la bestia mientras aprendía a dominarle, sin más miramientos cerro su abanico y le extendió la mano al más alto quien la tomo con una preciosa sonrisa y beso el dorso de la misma, ambos caminaron al centro de la pista siendo iluminados por el reflector y se acomodaron, el doncel tomo la mano dominante del varón y la otra mano la poso en su hombro, dando a conocer su recta postura, dejando que su pareja de baile posara su gran mano sobre su estrecha cintura como la noche anterior y uniera sus manos con la propia.
La música comenzó como siempre, un estallido de sensaciones para el y al parecer igual para otro pues sus azules ojos destellaron con efusividad, esas preciosas cuencas si que hablaban por si solas, el doncel se dejó guiar deslizándose con gracia y elegancia por toda la pista, seguido de su hermano, cuñado y padres quienes les hacían competencia silenciosa, después de todo eran Uchihas y el querer ser primeros y mejores en todo predominaba con grandeza, incluso en su cuñado, tal vez por eso era eso, su cuñado, debió ser un reto para su hermano, en fin no lo engañaban, también le estaban cuidando, en un momento donde giro el rostro pues así la canción lo dictaba vio el danzar del rubio, sus movimientos eran realmente varoniles, a ritmo, llevaba bien el son y todos lo notaron cuando ambos cuerpos se apegaron más bailando con más sentimiento aquella exquisita, pegajosa y llamativa melodía que no hacía más que calentarles y no en el instintivo sexual, si no en uno que les hacía querer competir y persistir a una “canción más”. –
Dios, eso ha sido realmente orgásmico. -soltó el doncel entre ligeros jadeos por bailar casi dos horas sin descanso tango en tango mientras era ayudado a tomar asiento por el rubio quien reía de forma divertida por como el doncel se expresaba pero le daba la razón al fin de cuentas, a la vez que remangaba sus mangas y pedía un wisky para él y un agua mineral para el menor. –
Realmente debo admitir que sensei tiene un buen movimiento de caderas y aguante. -sonrió el rubio aquello sin malicia alguna y lo supo por la sonrisa y mirada de admiración que le daba, tal vez y solo tal vez Naruto si tenía una segunda personalidad y esa segunda personalidad había sido quien le visito la noche pasada, porque eso que dijo no lo creí referente al acto sexual pasado, así que sonrió y agradeció de forma algo cortante aquello, tomando la bebida que le daba el mesero. –
Gracias o eso supongo, aunque debo confesar mi incomodidad Naruto-kun, no es bueno que salga con un paciente o tenga contacto con el fuera del consultorio. – soltó abriendo su abanico de forma gracial para intentar quitarse el calor, pero se puso a la defensiva al ver como el rubio se acercaba a el, sin poderlo evita cerro los ojos y no supo que cara puso, pero no sintió nada solo escucho el ruido de la silla ser corrido y luego un peso extra en sus rodillas. –
Sensei, por favor no se asuste, no conmigo, soy Naruto, solo quiero una buena amistad, alguien que me trate como gente normal y no como un enfermo que necesita ser tratado por su trastorno de doble personalidad, que no me teman porque mi “otro yo” es muy difícil o agresivo, quiero a alguien que no me deje o tema… prometo portarme bien. – soltó el rubio abrazando las piernas del menor pues se había arrodillado para buscar el pálido rostro del otro, Sasuke había bajado el rostro al cerrar los ojos, pero ambos tuvieron contacto visual de nuevo cual el rubio había comenzado a hablar y el pelinegro acepto esas palabras y más al ver al varón lagrimear, no respondió enseguida, tenía miedo y realmente bastante como nunca en su vida, miedo a que ese hombre con doble personalidad le hiciera algo más que una violación, tal vez las personas que alejaban lo que antes el rubio menciono es porque habían tenido una visita de Menma y por ende se alejaban, Menma había dicho que el salía cuando debía “cuidar a Naruto”, eso en pocas palabras, pero ¿Cómo no hacerlo?, ese hombre frente a el era tan frágil que dudaba que dentro suyo estuviera Menma, el tenía que curarle y lo haría o dejaba de llamarse Sasuke Uchiha, acuno ese lloroso rostro entre sus manos y limpio las mejillas acaneladas con sus pulgares asintiendo, no ser iría de su lado a menos que el otro lo pidiera o en su mejor caso que estuviera por completo curado y conociéndose a sí mismo, sería lo segundo, su determinación era nata, no por nada era mejor doncel en toda la carrera, en toda su carrera nunca se había visto un doncel que laborara mejor que él. –
Está bien Naruto, no solo voy a ayudarte, si no, también voy a hacer que la sonrisa que me mostraste antes sea de cabecera en tu rostro, vete despidiendo de Menma, que no caben dos personalidades tan distintas en un mismo yo. –sentencio con orgullo el doncel, dándole una delicada sonrisa segura al otro quien contesto igual sorbiendo su mocosa nariz.
Lo que Sasuke no sabía era que no iba a ser tan fácil, que Menma no solo era la doble personalidad de Naruto, no era aparte sino que ya estaba muy arraigada en el rubio, no le iba a ser tan suave el querer deshacerse de él, le iba costar entender que el “intruso” en aquella mente era el que ahora conocía, el “yo” malo era quien dominaba aquella cabeza, no sabía que se metía a la boca del lobo, pues al aceptar a ese varón su vida iba a cambiar por completo, no, error, su vida ya había comenzado a cambiar desde que ese rubio piso su consultorio por primera vez, pero ahora al doncel poco o nada le importaba eso porque perdió en esa preciosa sonrisa y mirada tanto sincera como dulce que le daba la personalidad buena, el “YO BUENO”, quien ahora el conejillo de indias del otro. –
Frase de Meireles Cecilia.
CONTINURA