La tarde comenzó a caer sobre el verde parque de la casa que compartían. Aquella no era una tarde más, porque cada día se había vuelto único e irrepetible. Debido a sus trabajos, ninguno de los dos lograban tener demasiado tiempo para sus hijos, pero cuando tenían un rato libre, no dudaban ni un segundo en pasarlos junto a los bebés. Los descansos no eran parte de la rutina, las horas de dormir se complementaban entre avión y avión o quizás alguna siesta antes de alguna presentación. Una siesta que no duraba más de 30 minutos, pero era lo suficiente para recargar las energías y seguir.
¿Sacrificios? Show prefería llamar a aquellos momentos, los de gratitud. Tanto Sayumi como Hayato habían nacido por obra del amor que construyo junto al rubio guitarrista y esos bellos bebés, se merecían todo, porque cada sonrisa de los mismos, valían cada hora de cansancio. Y agradecía que aquellos seres celestiales formaran parte de su vida, por lo que aunque las ojeras le llegaran al piso, su sonrisa perfecta estaba a la vista y a la orden del día, si Sayumi necesitaba jugar o si Hayato debía bañarse y comenzaba a volverse quisquilloso con el agua.
Aquella tarde no era una más, sobre aquel sillón de madera rustica, a la luz de los últimos rayos solares, Hiroto sostenía entre sus piernas al inquieto Hayato, el cual había aprendido a reír y balbucear, a los pocos días de haber finalizado el Tour, mientras que el vocalista jugaba en el tobogán con la pequeña Sayumi que comenzaba a estar mucho más alta y activa que antes. Los gritos de Hayato se escuchaban por todo el vecindario, juntos a los de la niña quien repetía el nombre de su padre para que la sostuviera.
Una suave brisa acaricio los cabellos largos de Sayumi, cuando Show decidió cargarla entre sus brazos y sentarse a un lado del guitarrista. La pequeña se abrazo a su padre, como lo hacía desde que apenas tenía meses de vida, con su cabeza apoyada sobre el pecho del vocal, mirando desde su posición las morisquetas de su hermano y el semblante de su otro padre. El castaño no tardo en acariciar y peinar los cabellos de la misma, antes de animarse a hablar:
— Cada vez que los veo crecer… Me hacen muy feliz. Tan feliz que ni siquiera logro entender si realmente me merezco esto.-
— ¿Qué dices, Kazu? Claro que te lo mereces…esto y mucho más. Eres una persona maravillosa, un muy buen padre y un excelente esposo.—Expresó con calma Hiroto, haciéndole reír más fuerte a Hayato, por algunas cosquillas que le hacía a propósito.— Por esa razón…
— No lo menciones…por favor. — El cantante prefirió cortar aquello, logrando que su esposo se riera inevitablemente. — No es que no quiera…pero nuestro trabajo…
— Lo sé… Créenme que entiendo perfectamente ello. Aunque eso no quita mi deseo de agrandar la familia en algún momento. Quiero verte a ti rodeado de niños que te abracen y te den todo el amor que te mereces, Kazu. Porque eres increíble y maravilloso.— Añadió, volviéndolo a mirar, Hayato se había quedado mirando a su hermana y buscándole pelea, moviendo sus piernas, algo que Sayumi no tardaba en responderle, como retándose a duelo de quien era el más fuerte o el más rápido.-
— Puedes ser tu, quien me de todo ese amor.— Respondió el más alto, riéndose ante la mirada de sus hijos, que parecían en plena pelea, aunque siempre terminaban abrazados y durmiéndose juntos.
— Claro que lo haré… todo lo que tu necesites, prometo dártelo.— Añadió acercándose a la mejilla del vocalista para besarlo, sosteniendo a Hayato para que no se resbalara de sus piernas.— Te amo mucho, Kazu.-
— ¿Otro?... Quiero otro beso.— Exclamó, mientras se sonreía, momento en que Show parecía convertirse en un niño más, algo que sin duda Hiroto amaba. Pero antes de que el vocal pudiese repetir palabra alguna, se acercó a los labios del mismo, para besarlo dulcemente sobre las comisuras. Sayumi y Hayato se rieron al unisonó y ambos debieron separarse repentinamente.— ¿Qué paso Sayu-chan?— Preguntó el vocalista, interesado en la risa de su niña
— Al parecer ellos dos, serán nuestros cómplices.— Añadió el guitarrista, sonriendo de lado al cantante, a lo que ambos terminaron riendo.
Cuando el sol dejaba los últimos rayos de calor, Show no tuvo mejor idea que buscar un pequeño truco y era algo que llamaba la atención de sus dos hijos. Burbujas. Hiroto abrazó a sus pequeños, para que pudieran apreciar aquellas esferas incoloras, flotar en el aire. Sayumi fue la primera en pararse y querer tocarlas, pero cuando sus deditos las alcanzaron, la misma desaparecían. A lo que ella se quedo asombrada, con sus ojos bien abiertos. Hayato por su parte aplaudía y buscaba reventarlas con sus dos manitos, pero nunca las alcanzaba y simplemente se quedaba mirando hacia donde las mismas flotaban.
La pequeña no podía quedarse con aquella duda de porque al tocarlas desaparecían, continuó buscando cada una de las que Show hacia flotar y muchas de ellas se rompían incluso con un simple roce del viento. Para ambos niños, era todo un espectáculo que presenciaron entre risas y juegos, hasta que llegó la hora de la cena y posteriormente la hora de dormir.
Show e Hiroto se habían acostumbrado a dormir con los dos bebés, y los mismos, prácticamente se prendían a las mantas de la cama que compartían, puesto que sólo querían dormir con ellos. Ninguno podía negarle nada a ambos, pues los amaban tanto, que incluso llegaban a leer o contar cuentos, hasta que los niños se dormían plácidamente.
Sabían que a la mañana siguiente, un nuevo día empezaría en donde sus obligaciones serían mucho más intensas que el tiempo que pudieran disfrutar al lado de sus hijos, pero dormirse con la sonrisa y sus bellas caras angelicales, eran precisamente lo que les hacía luchar el día a día. Y cuando uno decaía, el otro lo apaciguaba para continuar. Porque ello era el amor entre ambos…un amor puro y real.
FIN-