La cena transcurrió en silencio, ambos se lanzaban miradas coquetas —aunque disimuladas— e insinuaciones que pasaron desapercibidas para Ciel.
—Sé que me ocultas algo, no por nada prepararías este tipo de cosas—afirmo decidid. Estaba completamente seguro de que ese demonio traía algo entre manos.
—Eres un buen observador—dijo con nerviosismo, cosa bastante peculiar tomando en cuenta la máscara de inexpresividad habitual que suele mantener.
—Dilo—ordeno—no tengo todo el día—
—Vera Joven amo…—
— ¡Ya no me llames de esa forma!, ya cumplí la mayoría de edad—
—Está Bien, Amo—murmuro con algo de melancolía, su <<amo>> ya no era el niño de trece años tímido ,que se sonrojaba cada momento, ya tampoco era el Joven de dieciséis años que tenía las hormonas alborotadas, ahora era algo más maduro y distante.
—Yo... —El demonio no supo continuar y se abalanzo a los labios de su amo, para robarle un delicado beso, Ciel al principio se sorprendió, pero como ya estaba acostumbrado no tardo en corresponderle, sus labios se movían de forma sincronizada, el antes delicado beso fue volviéndose más apasionado, la lengua de Sebastian paso por los delicados labios de su amo, pidiendo permiso para entrar, Ciel abrió la boca sutilmente dejando que de su amante recorra su cavidad bucal, sus lenguas se encontraban en una erótica danza, hasta que Ciel se alejó jadeante de su mayordomo ,para obtener algo de aire.
—Lo deseo— murmuro con un tono de voz grave, inyectado de lujuria, el conde se sonrojo, pero no desvió la mirada, en cambio, sonrió con lascivia.
— ¿No te cansas?, llevamos haciendo esto desde que tenía trece años—
—Jamás me cansaría de usted Amo—se relamió los labios mirando a su amante fijamente.
—En este momento me doy cuenta de lo Pedófilo que eras, Sebastian— dijo Ciel, con un tono de reproche fingido.
—No es culpa mía, esos pantalones cortos lo hacían ver tan deseable, lástima que dejo de usarlos—
—Tal vez los use de nuevo… en navidad quizás— dijo en tono juguetón, si, Ciel era totalmente distinto cuando se encontraba a solas con Sebastian, su personalidad cambiaba drásticamente, y si alguien que lo conociera, lo viera de esa manera de seguro se sorprendería de sobremanera. Luego sintió melancolía, no habría navidad próxima, Está, probablemente sería su última noche juntos.
—Vamos a mi habitación—la invitación del chico fue acatada rápidamente, y en cuestión de segundos se encontraba en los brazos de su demonio camino a su cuarto, se miraron fijamente, la tensión sexual era bastante notoria. Sebastian acaricio el rostro de su amante, mirándolo con ternura, quizás esta si era la última noche que pasarían juntos.
—Amo, tengo algo que decirle— su voz sonaba cálida, aunque algo ansiosa.
—Llámame Ciel, solo por esta noche—
—Ciel—pauso sus palabras por un rato, pensando con claridad lo que deseaba decirle—Yo, Lo amo… ¡Maldita sea! Amo sus ocurrencias, amo su mal humor, amo su arrogancia, amo la forma en la que me observas, amo sus sonrojos, y su voluntad, su fuerza, pero sobre todo, Te amo, Ciel Phantomhive— sus palabras eran sinceras, el conde se sonrojo inevitablemente, desviando la mirada, eso fue suficiente para Sebastian, Rápidamente su expresión cambio.
—Sabes... Tuviste Nueve años para decirlo, lo lamento, ya es demasiado tarde—Sonrió con amargura, cerrando los ojos, no estaba listo para ver a su mayordomo— si lo hubieras dicho antes Todo acabaría distinto, pero…ya es tarde para retractarse—
—Pero, Ciel Yo…—Fue interrumpido por su amo, la expresión de Sebastian era una mezcla de decepción y confusión, pero sobretodo de tristeza al contrario de su máscara de inexpresividad que solía utilizar. Ciel se sintió culpable, pero era la verdad.
—No— dijo cortante, las expresiones del rostro de Sebastian hacían que se entristeciera— Ya no es tiempo, mañana terminara todo, y lo sabes—Ciel contuvo sus lágrimas, no demostraría su debilidad frente a nadie.
—Lo sé, fue un error de mi parte no haberlo dicho con anticipación—dijo fríamente, camuflando la punzada de dolor que sentía, en parte, su amo tenía razón, si lo hubiera dicho antes, todo hubiera acabado de otra forma, hubieran sido felices, pero ya no es tiempo de pensar en eso. Ambos sintieron un horrible pesar que les invadía el cuerpo.
—Hazme olvidar, te lo ruego—suplico Ciel, dejando su orgullo de lado. Algo que jamás haría, pero debido a las condiciones indicaban que era lo correcto. Sebastian asintió mirándolo a los ojos, de todas formas, el también necesitaba olvidar. Sus bocas se encontraron en un apasionado beso, un beso que trasmitía pasión, amargura y otro puñado de ahora, vanos sentimientos.
<<En el momento en que la próxima aguja larga
alcance el techo
tú ya no estarás, y yo ya no seré necesario.
Aun así, estoy seguro de que buscábamos la forma del amor
más que a lo lejano,
esos ojos marchitos se aferran al presente
de ser posible, me gustaría acabar atrapado de esa forma
en vano, ese deseo de la noche traerá la mañana.
Con un beso gentil, cálido y lleno de cobardía
démosle calor a esta última noche
que la luna nos iluminara>>
— ¿Alguna petición para esta noche? Bocchan —susurro con lujuria, esta noche, seria especial. Por lo tanto la aprovecharían.
—Si—Sonrió con lujuria— Sebastian, Ponte de a cuatro—
— ¿Ciel? —
—No desobedezcas a tu amo— murmuro besando el cuello de su demonio. Sebastian se sintió algo dudoso respecto a la peculiar petición de su amante, pero, en el fondo, eso lo excitaba de sobremanera, sus ojos tomaron su color rojizo característico y sus colmillos se hicieron visibles.
—Yes, my Lord—
El conde trazo un camino de húmedos besos, desde el cuello de su amante, sacándole sensuales jadeos. Subió la cabeza para robarle otro lujurioso beso, mientras Sebastian se sacó el Traje de forma delicada, se separaron jadeantes y con ganas de más, mucho más. Continuo sacándole aquella estorbosa corbata, mientras dejaba marcas en la pálida piel de su amante, luego desabotono su camisa, dejando a la vista la cálida piel, Ciel lo miro con lujuria, haciendo que ambos sonrieran.
— ¿Cómo lo haces? — sus jadeos resonaban por toda la habitación.
— ¿Qué cosa? —
—Enloquecerme de esa manera—