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See you again. por FumiSaho

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Notas del capitulo:

Hola, personas!! vengo a darles amor... bueno, la actualizacion.

Ojala les guste. ^w^

Bajé del avión con nauseas, me dolía la cabeza y por no comer los dulces que me había dado la azafata, se me habían tapado los oídos. Estaba en tercer lugar del ranking de Oha-asa, así que tampoco había olvidado mi lucky ítem: una pulsera color azul hecha a mano, la predicción >>Tendrás tu oportunidad, mas no deberás errar. <<  No me ayudaba mucho, pero igual lo intentaría.

El aeropuerto estaba particularmente despejado y sin tanto ruido como el de Tokio. Compré una bebida energética antes de salir para tomar un taxi que me llevaría a la universidad. Las horas que había tenido en el avión no pude dormir por el nerviosismo que me provocaba el querer remediar las cosas con Takao. Aun no tenía nada en mente para poder disculparme correctamente por las palabras tan ofensivas que le había dicho, pero algo debía surgir en ese momento.

Subí mi maleta al asiento trasero junto a mí e indiqué a donde quería llegar.

Sentía las manos sudarme y el corazón latirme con gran fervor. Pensaba en las diferentes reacciones de Takao, el posible dialogo sostenido entre ambos y las conclusiones a las que llegaríamos si resolvíamos algo o no lo hacíamos.

Cuando llegué a la Hokudai estuve preguntando a varios chicos por la facultad de enfermería dando vueltas y revolviéndome con las pobres instrucciones que me daban los estudiantes. Una vez perdido dentro de la facultad de administración, pregunté en la dirección a un secretario de escasas canas en su negro cabello, de apariencia joven, que tecleaba atento a la pantalla frente a él, por un mapa o alguna instrucción de cómo llegar correctamente a enfermería.

−Mira, tienes dos opciones, puedes esperar un autobús que pasa aquí mismo, decirle que te lleve a ciencias de la salud, o  puedes salir de aquí, ir a la izquierda y caminar todo derecho hasta encontrar ciencias naturales, de ahí te vas a la derecha y sigues hasta encontrar ciencias de la salud, pero…

−Tomaré el autobús. –corté su rollo antes de revolverme con cosas innecesarias.

−Bueno.

−Gracias por la ayuda.

 

 

Como dijo el secretario, fue más sencillo por el autobús, donde compartí lugar con una chica embarazada que cabeceaba al no querer dormirse. Miré como abrazaba su abdomen y las ligeras ojeras que empezaban a formarse en sus ojos. Debería preocuparse más por su salud.

Pronto, vi un edificio grande con el nombre de la facultad. Me levanté y bajé con un poco de trabajo al llevar mi maleta, no tenia de otra. Ya había reservado el hotel, pero no quise desperdiciar tiempo dejando las cosas y luego regresar a la escuela.

−Hola, buen día.

−Buenos días. ¿En qué le puedo ayudar? –saludó una mujer dejando de lado su lima de unas.

−Eh, busco a un estudiante de enfermería. Vengo por parte de la Todai. –mostré mi credencial y ella la tomó examinándola. –Soy de Medicina y recientemente un par de estudiantes de esta facultad fueron a dar una conferencia en la cual estoy muy interesado.

−¿Sabe su nombre? –preguntó devolviéndome la credencial.

−Takao Kazunari.

Bien, parte del plan ya estaba. Me sentí realizado y feliz de estar un paso más cerca de Takao. Pensar que incluso podríamos toparnos de frente o que el viniera por alguna cosa a su dirección escolar, me ponía más de nervios.

Tranquilo, Shintarou. Lo peor que pude pasar ya te lo dijo Oha-asa y tú haces lo posible por no equivocarte.

−No, no tenemos a ningún Takao en enfermería.

−¿Qué? –sentí la sangre irse de mi cuerpo. Esto debía ser un mal sueño. Mi suerte no era tan mala, estaba en tercer lugar. –Takao se escribe con el kanji de halcón.

−Hmm… no, tal vez la información es errónea. ¿Tiene algún otro nombre? –preguntó mirándome con un poco de impaciencia en sus ojos oscuros.

Recordé al compañero embarazado de Takao y que se presentaron ambos como estudiantes de enfermería.

−Kumamoto Washi. –agregué ansioso. Ella tecleo de inmediato.

−Sí, él si está. Si gusta lo llevaré al aula donde se encuentra ahora.

−Muchas gracias. –di una reverencia antes de que ella se levantara de su silla y me condujese por unos pasillos blancos con ventanales limpios con vista a enormes jardines donde había palapas y bancos para disfrutar de la tarde fresca sin llegar a ser fría.

−Está dando ahora una plática. –evidenció abriendo un salón a oscuras, donde se encontraban varios estudiantes de grados inferiores mirando a Kumamoto con atención. −Es un excelente estudiante, pronto se graduará, pero no quiere ejercer todavía. Se dedica a la investigación con ayuda de genetistas de la facultad de bilogía.

−¿O sea que no hay un compañero de enfermería que le ayude sino un genetista?

−Así es. Particularmente es quien lo acompaña a diferentes destinos donde los solicitan por su gran trabajo en el desarrollo del tema de donceles. –explicó orgullosa.

−¿Podría saber el nombre de ese genetista?

−Bueno, no es exactamente un doctor con esa especialización, pero es el más avanzado en su clase. No tenemos su nombre registrado, pero si su matrícula. Podrá ir a biología y preguntar por él, si gusta. 

 

 

−¡Oh, vienes de la Todai! Takao recientemente estuvo ahí porque le ofrecieron una beca, pero parece que declino para irse a Toronto… vienes tarde, chico, él retiró sus papeles esta mañana.

−¿Su vuelo salió hoy?

Ya no quedaba nada más que saber por otras fuentes información de Takao. Era demasiado tarde y Oha-asa nunca se equivocaba como me había hecho yo.

−No, pero hay una boda a la que no debe faltar. –sonrió. –Me envió una invitación, ¿Quieres verla?

−No, gracias.

Me di la vuelta sin decirle ni agregar nada más. ¿Por qué coño no me habían dicho nada ese par? ¿Es que querían ver como deshacía en desesperación e incertidumbre? No entendía la situación. Todo era un revoltijo peor de lo que sale cuando Karin quiere cocinar. Quería explicaciones, y muy detalladas, porque ¿de qué iba eso de que Takao se iba a casar siendo que le pregunte si tenía pareja antes de irnos a mi apartamento?

El corazón me latía con desesperación y en un arranque de furia llame a Kise.

−¿Si?

−Kise.

−Oh, Midorimacchi, ¿qué sucede? ¿Ya arreglaron las cosas? –preguntó con voz juguetona. Lo cual me molestó todavía más.

−No. Estuve dando vueltas por toda la Hokudai por no saber que Takao estaba en Biología. ¿Por qué demonios no me lo habían dicho? –inquirí mirando a las personas como pasaban a mi lado esquivándome. Obviamente no tenía un aspecto de amabilidad y peor aun estando furioso.

−Pensé que lo deducirías, además dijimos que lo quería reclutar una escuela de ciencias en Toronto. Jajaja…que gracioso te debes haber visto...

−Cállate y dime su dirección.

−¿Sabes de la boda?

−Tampoco me dijiste eso. ¿Es que Aomine y tú son idiotas? Ah, no respondas, ya lo sé. –me sobe el tabique de la nariz intentando bajar la irritación que me provocaba esta conversación.

−¡Que cruel! –acusó dolido, cosa que no duró más que un segundo. –Está a media hora de la escuela.

Volví a tomar un taxi y le di la misma dirección que segundos atrás me había indicado Kise. Cerré los ojos cansado, recargando la cabeza en el respaldo. La mano aun me punzaba y el pómulo apenas me dolía, pero ese malestar en el pecho continuaba y se hacía peor cada vez que intentaba razonar mis acciones.

No tenía sentido lo que estaba haciendo, lo sabía perfectamente. El centro de mi vida constaba en lógica, programación y nada de inconvenientes que interfirieran con mi rutina. Ahora todo eso estaba resquebrajándose por una sola persona que temía perder por el tan famoso orgullo que me cargaba.

Era inevitable, simplemente no estaba pensando y era lo mejor, pues de lo contrario hubiese dado media vuelta, regresado al aeropuerto y obligado a pensar que todo fue un sueño bastante desagradable y vívido.

No se lo había preguntado a Kise, pero quería saber la razón por la que me ocultaron su boda, o que ya no estaba en enfermería. Quería saber por qué me había insinuado a los futuros niños que quería tener. Estaba también esa cuestión que me había planteado Aomine en la sala y si quería hacer las cosas bien debía dejar de lado mi yo que las complicaba estando frente a Takao.

Temía que Takao me hubiese mentido respecto a su pareja, temía que me rechazase y dijese que mi oportunidad había pasado. Temía como esa noche fría, que ya no hubiese oportunidad entre nosotros porque su lugar de estudio había cambiado.

−Señor, hemos llegado. –el taxista me despertó al llegar frente a una casa bastante bonita, no muy grande pero con un hermoso jardín decorado con plantas de colores y flores que se enredaban en torno a la cerca blanca que bordoneaba la casa de dos pisos.

Se notaban ajetreados allá adentro. Podían verse las sombras moverse con velocidad, fusionándose unas con otras cuando se cruzaban y desaparecían. A través de las cortinas cerradas se veía dibujada la silueta de un gato. No era mi día de suerte.

De pronto sentí mi cuerpo temblar y mi corazón latir con gran velocidad. Ya no estaba seguro de estar haciendo lo correcto. Para empezar, ¿de verdad esto era lo correcto? Tal vez esto solo era un impulso que acabaría por echar a perder mi constante salud mental…

−ja…-reí bajo.

…no, desde Takao mi salud mental era nula.

Vi salir a un muchacho con aparente prisa anudándose el moño que tanto trabajo me costaba a mí, con una agilidad envidiable. Era delgado y alto, no tanto como yo, pero pasaba al promedio. Su cabello negro iba pulcramente peinado y su traje negro con una flor sobre el bolsillo superior del saco, me indicaron que la boda era hoy, en un rato.

Rápidamente salí del auto dándole deprisa un billete del cual no espere recibir cambio y arrastrando la maleta, me acerqué al muchacho que sostenía un reloj entre sus labios apretados.

−Hola. –saludé en automático.

−Hola. –me sonrió quitándose el reloj para acomodarlo. Sus ojos castaños eran extrañamente brillantes, lo cual me distrajo un segundo llevándome a pensar si era una patología o cosa de genes.

−Eh, te vi salir de la casa de los Takao…

−Oh, sí. –su sonrisa se extendió y el brillo en sus ojos, increíblemente, aumentó. –Soy el novio. –se señaló orgulloso con un dedo en el pecho. −Supongo que vienes a la boda. No te preocupes, es en una hora, pero todos nos estamos apurando para no llegar tarde. Deberías ponerte un suéter, hará frio.

−Es bueno saberlo.

Aunque las palabras salieron de mi boca, en mi cabeza ya no corría pensamiento coherente alguno.

−Puedes entrar, yo me tengo que ir. –confesó palmeándome el hombro antes de salir corriendo en dirección contraria a la mía.

El chico se veía muy contento. Quizá lo mejor sería que me retirase y dejara de cometer actos imprudentes que me trastocaran y volvieran mi vida un caos. Debí llegar a la hora de la boda, en la iglesia e impedirla… no, no me iba el dramatismo.

Di media vuelta y avance varios pasos escuchando como las ruedas de mi maleta crujían al arrastrarse por el asfalto de la banqueta. Antes de darme cuenta mis ojos ya estaban nublados y humedecían mis mejillas obligándome a detener mi paso si es que no quería chocar con algún poste.

−¿Shin-chan?

Escuchar su voz me paralizó e hizo sentir el idiota más grande en la faz de la tierra. ¿Cómo no me había aguantado un poco para que no viera cuan vergonzoso era?

Liberé una gran bocanada de aire antes de limpiar discretamente mis ojos e intentar sonar lo más normal posible ante él.

−Takao.

−¿Qué haces aquí? –preguntó esperando mi respuesta. –Hace frio, ¿Quieres pasar?

−No, creo que vine en mal momento.

−¿Sabes? Eso es lo que odio de ti, Midorima Shintarou. –soltó con gracia, pero con el suficiente desagrado en cada una de sus palabras que me vi obligado a dar media vuelta.

Se veía más hermoso que en aquella conferencia, arreglado hasta la más mínima arruga que pudiese haber en ese smoking negro. Llevaba zapatos negros, cosa rara en él, pero supuse que era obvio en esta ocasión.

Subí mis lentes y esquivé esa mirada acusadora de la cual no podría escapar jamás. Hacia frio, era verdad, pero por mi cuerpo corría más frio que el del exterior, lo único caliente eran mis ojos y los nudillos de mi mano izquierda que punzaban por ceñir con demasía el aza de la maleta.

−¿Ah, sí? –enarqué una ceja incrédulo de lo que decía. –No recuerdo haberte ocultado algo tan importante como la muerte de un familiar. –acusé sin pensarlo dos veces, arrepintiéndome al instante.

Su rostro se deformo en una mueca de desagrado y horror, apretando los dientes y los puños para luego desviar la mirada rápidamente de la mía.

−Eres un idiota. –rio ocultando su rostro con una mano, como si con eso evitase que las risas se convirtiesen en lágrimas.

Maldita sea, mierda y mil veces pendejo. ¿Hasta cuándo ibas a dejar de cagarla, Shintarou?  Inclusive Aomine me conocía lo suficiente para saber que era capaz de dejarme llevar por impulsos idiotas que herían con facilidad a la persona que tanto temía que se alejara de mí.

−¿A qué viniste?

La pregunta, acompañada de esa voz quebradiza, pero lo suficientemente fuerte para no regar una sola lagrima, me crispó la piel. Si no decía ahora las cosas, no habría segunda oportunidad. Oha-asa lo había dicho y una manera de no equivocarme era diciendo las cosas directamente.

−No quiero que te cases. –murmuré. La mano me ardió de tan fuerte que oprimía a la maleta. No lo veía, no podía. En cambio, noté los jardines a mi alrededor y lo bien cuidados que estaban.

−Si eso es todo, no tiene caso que estés aquí.

Lo vi darse la vuelta y avanzar a su casa. Sus zapatos producían un suave ruido al golpear el tacón en el suelo. Esa era la razón por la que a Takao le molestaba llevar zapatos y prefería usar tenis.

Tragué espeso y sentí mi cuerpo entrar en calor. Las manos me sudaron de improviso y un ligero sudor resbaló por mi espalda. ¿A qué carajo había venido sino a por Takao?

¡Deja de actuar tan tú!

Solté mi maleta y corrí la distancia que me separaba de él. Al diablo todo, esta era mi oportunidad. El hombre propone y Dios dispone. Tomé su brazo desde el codo y lo giré en redondo originando un enredo en sus pies, por lo que sujeté su cintura para que no cayera, el agarró con fuerza el chaleco que yo llevaba y no abrigaba nada en Sapporo.

Sus ojos sorprendidos mantenían a la vista las lágrimas encapsuladas en sus pestañas como la vez que lloró por Miyaji. Sus labios húmedos y entreabiertos provocaban tantas reacciones indescriptibles en mi cuerpo, como ese cosquilleo en el abdomen, el sudor en mis manos, el agitado revoloteo de mi corazón al sentir su cuerpo nuevamente junto al mío y mi mente que parecía un campo estéril de pensamientos coherentes.

Solté su codo y afirmé su cintura haciendo del espacio entre nosotros inexistente. Podía sentir su pulso golpearme el cuerpo, calentándonos. Pasee el dorso de mis dedos índice y medio sobre su mejilla delineando el contorno hasta el mentón, que alcé con sumo cuidado.

Mi arranque de desesperación había sido repentino, pero no derrocharía esta oportunidad de sentir la suavidad de la textura de su piel que ardía al contacto con mis dedos fríos, el poder ver la claridad de sus ojos que se clavaban con insistencia en los míos. Con los dedos recorrí la línea límite en donde comenzaba su cabello deslizándolos hasta su cuello. Amoldé mi mano en el pudiendo apreciar el repiqueteo ansioso del latir de su corazón en la palma de mi mano.

Las palabras sobraban ante este encuentro, lo sabíamos y fue por eso que, sin pensar en nada más, el tacto de nuestros labios colisionó en una deliciosa muestra  que degustó mi boca chupando con egoísmo su labio inferior. Sentir como ceñía entre sus manos mi chaleco en ese momento, me era suficiente para sentir que el corazón se me saldría cual pájaro carpintero al picotear un árbol y alcanzar su alimento. Era una extraña mezcla entre yerbabuena y frutas, sin embargo la consistencia del sabor en su saliva, al rozar el contorno de su labio con mi lengua, fue exquisito.

−No te cases. –susurré separándonos ligeramente. Toqué mi frente con la suya sin abrir los ojos, manteniendo nuestra capsula tiempo-espacio.

−Shin-chan…

Por un breve momento, la frigidez que hacía temblar cada una de mis acciones, se volvió cálida al escuchar de nuevo esa forma en que Takao decía mi nombre con un deje de sofoco.

−¡Kazunari, ya vámonos! –una voz proveniente de la casa nos hizo darnos cuenta de la situación y el lugar donde nos encontrábamos. Sin embargo, no dimos indicio de querer separarnos.

−Se me hace tarde…−se alejó empujando mi pecho con ambas manos, pero mi derecha se mostraba reacia a abandonar su cintura.

−Te amo, Takao Kazunari. –solté sin pensármelo dos veces, sujetando su mano para evitar que se fuera de mi lado. Clave la vista en el suelo sintiendo el calor de la vergüenza escalar por mi pecho. –Te has vuelto parte esencial de mi vida, aunque si me preguntaras si puedo vivir sin ti, la repuesta seria definitivamente; no sé qué es lo que provocas en mí porque son factores que a veces me estresan, inquietan o simplemente me gustan, como el hecho de escuchar tu voz. –sí, me moría de vergüenza, pero prefería hacerlo que saber que pudimos estar juntos y no dije nada. –Tampoco confío mucho en esa característica de que al estar enamorado todo es color de rosa, puesto que contigo los matices cobran vida restándole monotonía a la mía… Quédate conmigo.

 

 

Notas finales:

Bueno, bueno.. Feliz navidad (atrasada) y Feliz año nuevo (adelantado) 
XDD

... que tal?? Que les parecio??

Les agradezco su apoyo en leer y darse un poco de tiempo en dejar un Rvw... :}

Nos vemos en la actualizacion!!


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