El Hijo De La Noche
Y todo comenzó por la noche, los truenos, la tempestad que se desato fue impresionante, y esos seres que cayeron del cielo como dioses atacándose mutuamente destruyendo y matando a su paso, nadie sabía el por qué estaban allí ni cómo llegaron, solo los vieron pelear por días y mientras uno menguaba sus fuerzas el otro parecía recuperarlas y pasado un tiempo viceversa, catorce lunas contadas por los sobrevivientes fueron las que vieron su pelea sin tregua hasta que una mañana el sol impacto en ambos cuerpos y solo uno continuaba de pie.
Aquel ser impoluto tanto en el arte de la guerra como de la sabiduría se levantó coronándose como el ganador, sus ojos brillantes ante la luz su cuerpo bañado en los desechos de aquella pelea parecía nada comparado al trofeo que sostenía en sus manos, el corazón del perdedor el cual devoro como si de la más suculenta comida se tratara y fue entonces que nos percibió, nuestro miedo ante aquel ser nos delata, nuestros corazones acelerados y respiración desenfrenada, el miedo nos consumió pero su fuerza se comparaba a su benevolencia pues extendió su mano hacia nosotros que no teníamos nada y lo poco que tuvimos lo habíamos perdido.
Los páramos vacíos sin alimentos o árboles, y las tierras que jamás conocieron la dicha del sembradío él los revivió fue nuestra fuente de luz, nos enseñó lo necesario y construyo la primera de nueve ciudades cada uno con un propósito, nuestro reino de luz eterna y sonidos maravillosos llena de riqueza que no se comparaba con ninguna otra fue bendecida con su presencia y plagada por sus conocimientos, creo las artes de la caza, de la pesca nos enseñó a cultivar, un ser mágico capaz de hacer florecer la tierra más estéril y lleno de conocimientos, él fue nuestro rey, nuestro dios y salvador, el creo la ley, las normas y la sociedad en que vivimos, nos dio su bendición, su amor y crio como un padre a un hijo.
Y creo vida en donde solo muerte existía y cuando su trabajo estuvo hecho y las ciudades creadas, les dio su consagración y escogió a sus sucesores
“he gobernado estas tierras por diez mil años, visto a sus hijos y después de ellos a los hijos de sus hijos con paciencia les enseñe, les dirija y ahora sé que es hora de que den sus primeros pasos por si solos, dejare a mi sucesor por cada reino y la vida que se les ha dado y la que tienen sus hijos es muestra de mi legado, son todos mis hijos y como un padre sabio les entrego las riendas de sus vidas”
Ese día dejando por cada reino que había construido una ofrenda a sus hijos todos escogidos por su mano, nosotros heredamos la tierra y sus riquezas mientras él se retiraba con las manos vacías más de uno le intento dar una ofrenda a su ser pero solo nos despidió
“yo sabré ver desde el cielo mi legado realizado y ustedes lo dirigieran, ya no interferirá pues el libre albedrío que tienen es una muestra de amor… sus decisiones serán las que me enorgullezcan o provoquen dolor pero nunca duden del amor y cariño que les profeso”
Y así desapareció, nunca nadie supo de su paradero y con el tiempo solo unos cuantos siguieron contando la historia a sus hijos quienes se los pasaron a sus hijos, una historia donde un ser de belleza absoluta, fuerza impresionante y benevolencia alzo las nueve ciudades pero sobre todo creo a aquellos que las protegerían, la ciudad dorada construida a su capricho dirían muchos fue creada para proteger a todo aquel que lo requiriera él les enseño el arte de la guerra y les instruyo para ser furiosos guerreros pero benevolentes.
Ya nadie recuerda su nombre pues es algo que se perdió con los eones al igual que su imagen, ninguna figura saldo la que se escondía dentro de la ciudad dorada existía y aun así jamás habían visto, tal obra que con el tiempo solo se convirtió en una leyenda, ninguna ciudad llevo su nombre porque lo consideraba algo indigno y egocéntrico, solo recordamos que fundo nuestro mundo y nos enseñó todo lo que sabemos, pero ese día en que llego nadie lo debe de olvidar, aquella creatura que vivía de la obscuridad que destruyo al ser, que muerte profetizaba con sus alarido, él nos salvó, y es por ello que cada luna llena en nuestros paramos le recordamos y decíamos buen viaje de regreso a sus tierras y le cantamos esperando sienta orgullo de sus hijos quienes aún conservamos sus palabras de amor en nuestros corazones.
Así concluyo la historia que contaba aquel anciano dentro de Alfheim una historia que daba orgullo a aquel que la contaba ya que ese ser estaba destinado a la gloria eterna y no deseaban que se extinguiera al igual que su nombre y su rostro, el anciano se levantó apenas con ayuda de su bastón, los años no le habían alcanzado sin consecuencias a su cuerpo y a veces a su mente pues en ocasiones podía escuchar entre el susurro de los arboles un canto, su abuela le había dicho que era él cantando esperando por el momento de ir a casa donde su amado esposo e hijos le esperaban y durante las noches de luna despertaba de su letargo y cantaba una canción de cuna para sus bebes.
Por su rostro un par de lágrimas rodaron esa noche el canto desapareció y a la lejanía observo las esferas que iluminaban un camino, como cada año una senda de regreso a casa pensó por un segundo y sonrió, ¿regresaste a casa?, rogo por que así fuera y le despidió junto a aquellas luces que se veían en el cielo y que Asgard soltaba para iluminar el camino de su dios para si en el futuro deseaba volver a su hogar supiera que allí le esperaban, cerró los ojos recostándose en el pasto mientras susurraba una canción de cuna, para abrirlos y ver como aquellas luces se extinguían una a una desapareciendo en la lejanía, el bosque silbo como cuando pasa junto a una cueva
-adiós mi señor- le despidió y los árboles se mecieron en respuesta –estoy seguro que se sentirá orgulloso de nosotros- susurro dejándose llevar por aquella marea y despidiéndose de todo objeto y ser terrenal, regresaría a la tierra y de allí su ciclo en este mundo continuaría tal como su abuela y sus padres porque todo tiene un propósito en el universo y no estamos exentos a ello.
Loki miro por última vez el cielo iluminado de estrellas, miles y miles que sabía no existían en sus tierras o en las de Asgard, cerró los ojos y vio el agujero en la tierra saltando a él, sus sentidos se inundaron con aromas conocidos, había estado allí era lo que buscaba y cuando salió por uno de los extremos vio Alfheim sus bosques pero era de día y su potente mirada vislumbraba apenas si un sendero y a la lejanía una pequeña provincia, sus ropas ya no eran las mismas ahora llevaba unas calzas negras, unas botas un poco arriba de las rodillas recubiertas de acero negro, una camisa pegada al cuerpo y una gabardina de piel dura que impedía una lanza o espada le atravesara, las espadas dobles ocultas en su espalda y su cabello mucho más largo tejido en una trenza que casi llegaba al suelo, no había cambiado su cuerpo y cara, seguía siendo el con pequeñas diferencias en su personalidad.
Cerro los ojos rogando a cada dios existente inhalando y exhalando torció una sonrisa y después de meditarlo mucho se aclaró la garganta y llamo al guardián del Bifrost, su sonrisa se hiso más grande al verse rodeado por la luz que emitía el puente y sus ojos se iluminaron al ver al guardián mismo que se arrodillaba frente a él dándole la bienvenida a su casa, a su reino y diciéndole que su familia le esperaba, había vuelto a casa por fin estaba de regreso en su mundo, cerró los ojos soltando una lagrima que se deslizo en su rostro sonriendo “he vuelto” dijo desapareciendo frente al guardián quien asintió regresando a su tarea al saber que todo estaba de nuevo en su lugar.