Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rainbow VS Monochrome por Alphonse Zero

[Reviews - 63]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nada que decir por ahora. 
Hablaré en las notas finales.

Dante seguía confundido con la situación. No sabía ni por qué estaba allí. Vincent por otra parte se veía tranquilo, muy pensativo pero tranquilo.

-Me alegra que vinieras, cuñado. Amanda te ha extrañado bastante- le decía la mujer al profesor.

-Ya sabes que la escuela consume mucho de mi tiempo. Y hablando de escuela- el profesor hace que los chicos se acerquen. –Espero no te moleste que trajera conmigo a dos de mis estudiantes.

-Para nada- dice sonriendo. –Entonces son tus alumnos. Díganme, ¿Ben es un buen profesor?- les pregunta a ambos chicos.

-Es muy estricto- responde Vincent de inmediato.

-Me lo imaginaba- les responde la mujer. –Es un hombre muy serio. Perdonen por no presentarme. Soy Bianca- dice extendiendo su mano a ambos chicos.

-Mucho gusto. Yo soy Dante- el azabache le responde el saludo estrechando su mano.

-Y yo Vincent- dice el rubio haciendo lo mismo.

En ese tiempo, la pequeña Amanda se había estado escondiendo detrás de su madre, observando a los chicos con atención.

-Amanda, invita a tu tío y a los chicos a pasar a la fiesta- le dice su madre haciendo que saliera de su escondite.

La pequeña se acerca tímidamente a los chicos. No dejaba de mirarlos de pies a cabeza.

-¿Quieren venir a jugar conmigo y mis amigos?- dice sin dejar de verlos con insistencia.

-Ah… pues- Vincent dudaba que jugar con niños pequeños fuese divertido.

-Claro que sí- dice Dante, colocándose a la altura de Amanda. –Creo que tu tío te trajo este regalo- dice entregándole la bolsa.

Amanda mira primero a su tío y cuando él le dice que puede tomar su regalo lo hace.

-También te trajo flores, supongo- Vincent le da las flores a la pequeña niña.

Amanda se veía muy contenta ahora. Fue corriendo a la puerta de su casa junto a su madre.

-¡Entren!- les dice muy animada.

El profesor Ben les pide con la mirada que los sigan a dentro. Dante seguía un poco incómodo, pero sería grosero no entrar, así que no dijo nada más y entró. Vincent hizo igual. Pasaron por la sala, la cocina, y finalmente una puerta de cristal que daba al patio trasero.

Era un lindo patio, muy grande y con barias mesas donde estaban los invitados. También había un castillo inflable y muchos niños jugando. Amanda fue y dejó las rosas y la bolsa en la mesa de regalos.

-¡Vengan!- dice Amanda, tomando la mano de Dante y llevándolo consigo.

El azabache volteó a ver a la madre y el profesor, quienes no hicieron más que decirle con ademanes que estaba bien que fuera con la niña. Vincent fue también, más que nada para acompañar a Dante.

 

-¿Qué estarás tramando, Ben?- pregunta Bianca de pronto.

-Nada en especial- dice Ben, intentando disimular.

-Te conozco- insiste Bianca.

-Digamos que es una especie de terapia para los chicos. Han tenido problemas y me estoy encargando de cuidarlos- lo cual no era del todo mentira. –Lo siento, sé que puede molestarte…

-¡No digas eso! No me molesta en absoluto. Solo creo que escondes algo- Bianca miraba a su cuñado como queriendo sacarle la verdad con la mirada, pero Ben no decía nada. –Bueno, en todo caso creo que tu hermano será quien te obligará a que le digas.

 

Mientras tanto, Amanda ya había llevado a Dante junto a todos los otros niños. Vincent seguía detrás de ellos, pensando en cómo la niña parecía haberse encariñado de inmediato con su ángel.

-¡Chicos, miren!- dijo en voz alta a todos sus amigos que saltaban en el castillo inflable y que correteaban alrededor.

-¿Quién es él?- dijo un niño que estaba disfrazado de caballero.

-Es amigo de mi tío Ben. Vino a jugar con nosotros- decía muy contenta.

-Hola, niños- saludó Dante, un poco incómodo por la insistente mirada de los pequeños. Una niña disfrazada de hada salió corriendo al verlo y fue directo con su mamá.

-¿Es un hechicero?- preguntaba otro niño que estaba disfrazado de superhéroe.

-¡Sí! ¡Es un malvado hechicero!- afirmó otra niña disfrazada de bailarina.

-¡Se equivocan!- gritó Vincent de repente. -¡Dante no es malvado! ¡Él es un ángel! ¿Me oyeron, mocosos?- decía aferrándose a Dante.

-¡Vincent, tranquilo!- Dante intentaba que se calmara pero los niños ya se habían asustado.

-¡Es un payaso! ¡Un payaso malvado!- gritaba de nuevo la niña bailarina mientras señalaba a Vincent.

Todos los niños corrieron con sus madres, todos excepto Amanda y el niño vestido de caballero.

-¡No se asusten! ¡Yo voy a vencerlo!- el niño comenzó a golpear a Vincent con su espada de hule espuma. Al arlequín eso no le dio gracia y le lanzó una mirada tal que el pequeño se arrepintió y salió corriendo también.

-¡No se vayan!- dijo Amanda soltando la mano de Dante y corriendo con sus amigos.

-Vincent, no debes tratar así a los niños- le reprendía el azabache.

-¿Me regañas a mí? ¡Ellos te llamaron malvado!- se quejaba Vincent.

 

En las mesas, las madres consolaban a sus pequeños mientras hablaban sobre los dos extraños chicos que habían llegado a la fiesta.

-¿Son parientes tuyos, Bianca?- preguntó una de las madres.

-No, son alumnos de Ben.

-Son un poco extraños ¿No son muy grandes para estar en una fiesta infantil?- decía otra madre.

-¡Y cómo vienen vestidos!- decía otra.

-Mami, es que son un hechicero y un payaso malvados- dijo el pequeño vestido de caballero.

-¡No son malvados!- le reclamó Amanda.

-¿Cómo lo sabes? Apenas los conociste hoy, ¿no?- le preguntaba la niñita disfrazada de hada.

-¡Son unos cobardes!- Amanda se da la vuelta y va de nuevo a donde estaban Dante y Vincent.

-Parece que tu niña no les tiene miedo- comenta una de las madres.

-No veo por qué debería- le responde Bianca.

-Vamos, ¿no te parecen un poco raros?

-Bueno, sus apariencias son peculiares, pero no creo que sean malos chicos si Ben los trajo.

-Y hablando de tu cuñado, ¿por qué trajo a unos chicos a la fiesta en lugar de a una novia?- dice una de las mujeres.

-Es muy reservado, ¿verdad? Míralo, incluso se sienta alejado de todos- dice una de las madres señalando al profesor, sentado solo en una mesa bebiendo un jugo.

Bianca solo rodó los ojos y rio en silencio. No era de su incumbencia responder aquellas preguntas.

Amanda fue de nuevo donde estaban Dante y Vincent. El arlequín seguía apegado a Dante, como si quisiera defenderlo de los niños.

-Yo sí quiero jugar con ustedes- les decía Amanda. -¿Quieren subirse al castillo?

-Creo que ya somos muy grandes para subirnos, pero podemos acompañarte- le respondió amablemente el azabache.

Los tres fueron a donde estaba el castillo. Amanda se puso a saltar mientras Dante y Vincent observaban. Los otros niños miraban que Amanda no les tenía miedo. Sintieron curiosidad y, uno a uno, fueron abandonando a sus madres para ir a jugar al castillo inflable.

-¡Amanda!- entró gritando el niño vestido de caballero. -¿Esos malvados te tienen secuestrada en el castillo?

-No- responde Amanda. –Dante es mi hada madrina y el otro es el dragón. Estoy cuidando que no se lo coma.

-¿Qué?- Dante se sorprendió por lo que dijo Amanda. Ya se esperaba que Vincent se molestara.

-¡Es verdad!- gritó Vincent de repente. – ¡Soy un dragón de escamas de colores, y vine a comerme al hada madrina de la princesa!- decía Vincent haciendo la voz grave y haciendo como si quisiera comerse a Dante.

-¡No te la comas!- gritó Amanda.

-Vincent, ¿qué haces?- preguntó Dante en voz baja.

-Sigue el juego- le respondió Vincent.

Los niños habían escuchado aquello con curiosidad. El niño vestido de caballero miró molesto a Vincent y le gritó:

-¡Malvado dragón, deja en paz al hada madrina de la princesa!

-¡Muahahaha! Nunca podrán detenerme- Vincent tomó a Dante de la cintura y lo fue arrastrando consigo, alejándolo de los niños.

-¡Vincent, suéltame!- le decía Dante, algo avergonzado.

-¡No soy Vincent! ¡Soy un dragón y te comeré vivo!- le respondía el arlequín.

-¡No dejen que se escape!- dijo Amanda bajándose del castillo inflable.

-¡Te venceré, dragón malvado!- gritó el caballero alzando su espada y corriendo junto a Amanda.

Al verlos, todos los niños corrieron para vencer al dragón. Incluso la otra hada quiso ir a salvar a su compañera. Pronto el dragón había sido rodeado por todos los niños.

-¡Suelta a ese hada, dragón!- gritó el caballero.

-¡Aléjense si no quieren que me la coma aquí miso!- Vincent hacía como que mordería el brazo de Dante.

-¡Cuidado! Retrocedan un poco- les pidió a todos el superhéroe.

-¡Deja a mi amiga en paz!- dijo el otro hada amenazando con su varita. -¡Te convertiré en sapo!

-¡No lo hagas!- dice de pronto Dante, quien a pesar de estar tan callado por fin entraba a la trama. –Si fallas me convertirás a mí en sapo.

-Es verdad, ten cuidado- le decía la bailarina al hada.

 

Las madres miraban como sus hijos ahora estaban jugando con aquellos chicos. No podían dejar de creer que eran un poco raros, pero también parecían ser buenos chicos.
El profesor también miraba a Dante y a su sobrina jugar. Sintió una mezcla de felicidad y culpa.

 

-¿Qué haremos para vencer al dragón?- se preguntaba el superhéroe.

-¡Suficiente! ¡Le cortaré la cola con mi espada!- decía el caballero.

-¡Primero me la como!- gritó Vincent y sin dudarlo mordió el brazo de Dante.

-¡Auch! ¡Mi brazo!- se quejó Dante, aunque en realidad no le dolió tanto.

-¡Se la está comiendo!- gritó aterrada la bailarina.

-¡Ataquen!- gritó Amanda, y todos los otros niños se lanzaron sobre Vincent.

-¡Ahhh! ¡Esperen!- de pronto el dragón tenía encima a todos los niños.

-¡Niños, tranquilos!- Dante intentaba que dejaran a Vincent.

-¡Te cortaré la cola!- dijo el caballero y le dio un golpe a Vincent en la pierna.

-¡Ahhh!- gritó falsamente Vincent.

-Y yo te convertiré en sapo- dijo el hada haciendo batir su varita.

Al verla, todos los niños se alejaron para que no los convirtiera a ellos en sapo. Hizo unos movimientos y ¡Zas! Lanzó su hechizo contra el dragón.

-¡Noooo!- gritó Vincent bajando poco a poco la voz hasta quedar en silencio y luego… - ¡Croac!

-¡Funcionó!- dijo Amanda muy emocionada y corriendo junto a su hada madrina. –Vencimos al dragón y salvamos al hada madrina.

-Pero ahora es solo un sapo- dijo el superhéroe. –Ya no asusta.

-Es cierto, ahora es un triste sapo- dijo la bailarina.

-¡Oigan! ¡No soy triste!- dijo Vincent molesto.

-Está amargado porque está solo- dijo el hada acercándose a él. –Yo digo que si lo besa la princesa se convertirá en príncipe y será feliz.

-¡Eso es, Amanda! ¡Dale un beso!- le animó la bailarina.

Amanda miraba tímidamente a Vincent, pero igual se acercó a él. Por su parte, el arlequín seguía croando. Amanda se acercó al rostro de Vincent y le dio un beso en la mejilla rápido y luego se alejó riendo.

-¡Y listo! ¡Ahora el sapo es un príncipe!- afirmó el hada.

-Ahora debe casarse con la princesa- dijo el superhéroe.

-¡No!- dijo el caballero. -¡Él era el dragón malvado! ¡Yo salvé a la princesa!

-Yo no quiero casarme con la princesa- dijo Vincent muy tranquilo.

Todos los niños voltearon a verlo sorprendidos, ya que se suponía que después de ser besado por la princesa el príncipe se casaría con ella.

-¡Pero eres el príncipe!- reclamó la bailarina.

-Sí, soy el príncipe y yo decido con quien casarme- dijo levantándose del suelo y acercándose a Dante. –Quiero casarme con el hada madrina de la princesa- dice tomando la mano de Dante.

-¡Vincent!- Dante se sorprende por el giro que Vincent hizo en la historia.

Los niños los observan y se quedan pensando.

-Yo lo apruebo- dice Amanda. –Y para celebrar la boda y el rescate de mi hada madrina, los invito a todos al castillo- decretó la princesa y todos estuvieron de acuerdo.

Entonces todos los niños corrieron al castillo inflable, seguido por Vincent y Dante.

-Nunca creí ponerme a jugar con niños- dijo Vincent de pronto.

-Yo menos- dice Dante riendo.

Amanda ve que se quedaban atrás y fue hasta donde Dante para tomar su mano.

-Me gusta mucho tu cabello. Yo también quiero tenerlo así de largo- le dice la pequeña princesa.

-Gracias- le dice Dante. –A mí me gustan tus rizos.

-También me gusta el cabello de Vincent- le dice a Dante. –Porque es de colores.

 

Ya habían llegado todos al castillo. Amanda estaba por subir para saltar con sus amigos cuando escucha que la puerta corrediza de cristal se abre.

-¡Llegó mi papá!- dice muy emocionada y sale corriendo.

Un hombre vestido de traje y corbata había llegado a la fiesta. Al ver a Amanda se inclinó con los brazos abiertos para recibirla. La abrazó con fuerza y la cargó en brazos.

-Feliz cumpleaños, princesa- le dijo su padre. La bajó con cuidado y luego fue abordado por su esposa y su hermano.

-Qué bueno que llegaste, creía que no podrías llegar a tiempo- Bianca le dio un beso a su esposo.

-No me lo perdería. Pedí que me dejaran salir temprano para poder llegar- el hombre ve a su hermano y lo saluda. –Benjamín, hace tiempo que no te vemos por aquí.

-También guardé tiempo para venir. Al acercarse el final del semestre las cosas se ponen algo pesadas- dice Ben saludando a su hermano.

-Me imagino. Por cierto, dijiste que traerías invitada ¿Dónde está?- pregunta su hermano.

-Nunca dije que traería una “invitada”. Dije que traería a alguien…o a algunos- dice Ben señalando a Dante y Vincent.

-¿Quiénes son?- pregunta viéndolos desde lejos.

-Son mis nuevos amigos, papi- le dice Amanda.

-Son alumnos del instituto. Los estoy cuidando por hoy. Espero que no te moleste- dice Ben.

-No, está…bien- dice el hombre viendo a ambos chicos desde lejos. Le parecían peculiares, pero sobre todo Dante le llamó la atención.

-Amanda, dile a tus amigos que partiremos el pastel- le dice Bianca a su hija y esta sale corriendo para avisar a sus amigos.

Amanda llega y les dice a todos que vayan con ella a las mesas para comer pastel. Todos los niños dejan lo que están haciendo y van con sus madres a las mesas.

-¡Vengan!- les dice Amanda a Dante y Vincent para que la sigan. –Vamos a comer pastel- Amanda toma de nuevo a Dante de la mano. Dudó si tomar la de Vincent porque pensaba que era algo gruñón, pero Vincent se la ofreció y ambos chicos iban juntos con la pequeña hasta la mesa del pastel.

Amanda se sentó mientras todos los niños la rodeaban para cantarle feliz cumpleaños. Dante y Vincent aprovecharon para sentarse a descansar un poco de jugar con los niños.

-Buenas tardes- les saludó el padre de Amanda. –Ustedes son los alumnos de mi hermano, ¿verdad?

-Chicos, él es mi hermano Jordán- decía Ben presentando al hombre alto de ojos y cabello negro.

-Es un placer- dijo Dante extendiendo su mano. –Lamentamos haber llegado sin avisar.

El hombre estrechó su mano con la de Dante. Observaba mucho al chico ya que le resultaba curiosa su forma de vestir.

-No es molestia. Parece que le agradan a Amanda- dice Jordán.

-Es una buena niña- dice Vincent un poco serio, estrechando su mano con el hombre también.

-Ellos son Dante y Vincent, alumnos destacados de mi clase- dice Ben.

-¿Destacados?- pregunta de forma burlona el arlequín.

-De alguna forma lo eres- le responde Ben.

Los niños terminan de cantar y Amanda sopla las velas. Su madre comienza a repartir el pastel entre los niños y los invitados.

-Bueno, los dejo para que coman- les dice Jordán y se aleja junto a Ben para charlar.

 

Los hermanos van dentro de la casa. Ben se sienta en una pequeña mesa frente a la puerta de cristal mientras su hermano busca algo de beber en la nevera.

-Cuando dijiste que traerías compañía creí que por fin me presentarías a alguna novia- dice Jordán riendo. –Veo que sigues tan centrado en tu trabajo como siempre.

-Me gusta ser maestro, pero eso no tiene que ver con mi mala suerte con las mujeres- Ben miraba a los chicos desde la puerta. Amanda y los niños se habían ido a sentar con ellos para comer pastel.

-Aun así es un poco raro que trajeras a tus alumnos- Jordán le entrega a Ben una lata de cerveza.

-No creo que lo sea- dice Ben abriendo la lata y bebiendo.

Jordán hizo lo mismo. También miraba por la ventana, específicamente a Amanda. Le parecía que había crecido bastante rápido. Apenas creía que ya tuviera 5 años.

-Amanda se ve contenta- dice con cierto aire melancólico.

-Siempre te pones así en su cumpleaños- le comenta Ben.

-¿Así cómo?

-Pareces feliz de verla crecer pero también te vez triste.

-Es porque crece muy rápido- le dice Jordán.

-No, no es por eso- dice Ben, dando un sorbo a su lata.

-¿Qué es lo que dices?- pregunta su hermano confundido.

Benjamín da otro gran sorbo, sentía que lo necesitaría para revelarle el secreto a Jordán. Sabía que debía ser ese día, ni uno más podía pasar sin que lo supiera.

-Jordán, sé que no hablamos de esto porque en verdad te afecta, pero ¿recuerdas a Amelia?

Jordán quedó pasmado al escuchar aquel nombre. Hace años no lo oía nombrar.

-Claro que la recuerdo- responde de forma seca. -¿Qué tiene que ver?

-Jordán, tú lo sabes- dice Benjamín. –Nuestros padres pudieron actuar como si nunca hubiera existido, pero yo la recuerdo, y tú también. Sabemos lo que pasó.

-¡Basta! No sigas hablando de esto. No en la fiesta de mi hija- Jordán miraba molesto a su hermano.

-¿Aún si se trata de tu otro hijo?- dice Benjamín mirando fijamente a los ojos negros de su hermano.

Jordán siente un escalofrío recorrer su cuerpo. El recuerdo del llanto del bebé resonaba en su cabeza. No quería recordarlo, no ese día.

-¿De qué demonios hablas? ¿Viniste a acusarme?

-No, pero sí vine para que habláramos de lo que pasó- Benjamín seguía viendo a los ojos a su hermano. –Aunque durante años estuve molesto contigo, entiendo que estabas bajo mucha presión. Nuestros padres te orillaron a abandonar a Amelia y al bebé. Cometiste un error, pero puedes enmendarlo. Sé que has sufrido por lo que pasó, Jordán.

El hombre azabache se levanta con intenciones de salir de allí. No quería seguir escuchando a su hermano, a pesar de que todo lo que decía era cierto.

-¿En verdad no darías todo por saber dónde está? ¡Hablamos de tu hijo, Jordán!

-¡Por supuesto que sí!- le responde. -¿Crees que no pienso en ello? Lo hago todo el tiempo. Cada vez que veo a Amanda pienso en él, también por las noches- le dice desesperado. –Es mi castigo por lo que hice… por lo que no hice- Jordán apretaba fuerte los puños de sus manos, recordando ese día en que Amelia salió corriendo con su bebé en brazos.

-No tiene que ser así siempre. Yo puedo ayudarte- dice Benjamín, llamando la atención de Jordán. –Creo que ya es tiempo de que lo conozcas. De enmendar tu error.

-¿Tú sabes dónde está?- pregunta Jordán sorprendido.

-Él…- Benjamín miró por la ventana, haciendo que Jordán lo hiciera igual. –Él está aquí. Ese chico, Dante, es tu hijo.

Notas finales:

Bueno, he aquí revelado el secreto (un tanto obvio, la verdad). 
Sé que en principio no se entiende la relevancia del padre de Dante en la historia, pero tendrá sentido más adelante. 

Saban? esta parte de la historia llevaba más de 2 años en mi cabeza. Era una de esas cosas que sabía que ocurrirían en la historia pero quería esperar el momento adecuado para escribirlo. 

Gracias a todos los que siguen al tanto de la historia. Espero les haya gustado el capítulo.

Nos leemos luego.
Att. Alphonse Zero



Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).