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Rainbow VS Monochrome por Alphonse Zero

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Notas del capitulo:

Ha pasado una semana (creo) desde la última actualización. Creo que ya estoy siendo más consistente XD 

Esta es la primer parte, la segunda la subiré en los próximos días. Espero sea de su agrado. 

Jeff vio como Dante daba vueltas en el cuarto. Sabía que debía cuidar que no se fuera, no podía dejarlo ir como la última vez. De pronto, Dante fue directo al escritorio. No sabía qué buscaba, quizás un dulce en los bolsillos de su nueva chaqueta. No, no era un dulce, era un trozo de papel.

-Dan, ¿q-qué es eso?- pregunta Jeff incrédulo desde la cama.

Dante se apresura a tomar su teléfono y marca el número del señor Jordán.

-¿A q-quién llamas?- el pelirrojo se levanta de la cama y se acerca a Dante.

El azabache lo esquiva y corre a esconderse en el baño.

-¿Dan? ¡Dan! ¿Q-qué haces?

Tras cerrar la puerta, Dante espera a que el señor Jordán le responda. Ni siquiera sabe si podrá ayudarlo, pero quiere intentarlo.

-Por favor. Responda, responda- decía en voz baja.

-Bueno, ¿quién habla?- era la voz del señor Jordán, parecía algo adormilado.

-Buenas noches, señor. Soy Dante. Sé que es tarde pero…

-No te preocupes, dije que podías llamarme cuando quisieras- ahora su voz sonaba algo más animada.

-Gracias. Yo quería…

-¡Daaaaan!- gritaba Jeff desde fuera del baño, golpeando la puerta también.

-¿Todo bien?- preguntaba el señor Jordán.

-Sí, es solo mi compañero.

-Dan, está pasando algo, ¿verdad?

Dan miraba a la puerta, sabía que no podía hacerles eso a sus amigos de nuevo. Pero luego se vio al espejo. No quería que Vincent y Stan pasaran por lo que él.

-Señor Jordán, yo…necesito salir de la escuela.

 

Jeff estaba seguro que Dante planeaba algo. No le gustaba, debía sacarlo de allí y hacerlo reaccionar. De pronto la puerta se abrió, Dante salió con decisión.

-¿Dan? ¿Q-qué haces?- Jeff lo sigue.

-Jeff, escucha- Dante fue y se puso la chaqueta. –Necesito ir por Vincent. Esta vez no iré solo, así que no te preocupes. Solo dile a Cris que me llame…pero no trates de detenerme.

Dante guardó su teléfono en el bolsillo y salió rápido de la habitación. Jeff apenas pudo pensar, la determinación de su amigo lo dejó helado. Supo entonces que no podría convencerlo de quedarse. Solo comenzó a seguirlo. Cris dijo que lo cuidara, que no lo dejara solo. Si no podía detenerlo, mínimo podía seguirlo. Detrás de Dante, el joven pelirrojo caminaba apresurado para alcanzarlo.

 

Jordán ya estaba por llegar a la escuela en su auto.  Se enteró de lo ocurrido gracias a Dante, y ya se imaginaba lo que planeaba hacer. Le parecía peligroso, pero prefería estar allí para cuidarlo. Con suerte podría calmarlo y convencerlo de quedarse en la escuela a esperar. Era una situación difícil, pero en parte le alegraba que Dante recurriera a él.

Al llegar a la escuela, Jordán se encontró con Dante siendo retenido por uno de los guardias.

-¿Qué ocurre aquí?- pregunta al acercarse apresurado.

-Estos niños queriendo fugarse de la escuela de nuevo- dice el guardia sacando su radio. –Pero ya me encargaré de ellos.

-No, por favor. No queremos fugarnos. Vinimos con él- dice Dante señalando a Jordán.

-¿Con él? Es un poco raro recibir visitas en la madrugada- les cuestiona el guardia.

-Señor, mi hermano es tutor de estos chicos. Por lo que sé está ausente y yo…

-Es mi padre- dice Dante.

Jordán se congela al escuchar a su hijo decir aquello ¿Ya lo sabía?

-¿Tu padre?- pregunta el guardia.

-Sí, y vino a recogernos. Como dijo, su hermano es nuestro tutor. Puede llamar al profesor Benjamín y comprobarlo- Dante hablaba con seguridad, pero al mirar a Jordán a los ojos parecía suplicarle por ayuda.

Una mentira, eso era, al menos para Dante. Una mentira de la que pedía que Jordán participara. El hombre no supo si estaba aliviado o decepcionado, en todo caso no era el momento.

-Así es. Benjamín me llamó para sacar a ambos de la escuela. Debe estar al tanto de lo ocurrido los últimos días. Necesitan que ambos vayan de inmediato a la estación de policía. Parece que ya atraparon a los criminales.

-Ya veo- el guardia vio a ambos, tanto a Dante como Jordán. A sus ojos eran muy parecidos, por lo que eso de que eran padre e hijo le pareció creíble. Además, recordó haberlos visto juntos antes. –Está bien, puede llevarlos, pero igual llamaré el director y al profesor Benjamín.

-Gracias, y disculpe por los problemas- Jordán tomó a Dante rodeándolo con su brazo y llamó a Jeff para que los siguiera. Caminaron al auto y subieron de prisa. Jeff subió atrás y Dante en el asiento del copiloto.

-Lamento haber mentido- dice Dante una vez que estaban todos adentro. –Es que necesito ir rápido para saber qué le ocurrió a Vincent y Stan.

-Lo sé, tranquilo. Por suerte Benjamín seguro nos cubrirá, pero debiste decirme antes lo que planeabas. Yo pensaba hablar contigo y calmarte, no llevarte así nomás. Ni siquiera sabes a dónde ir, ¿verdad?

-No, pero si habla con el profesor seguro le dirá. No trato de hacer lo de la última vez. Solo quiero ir y ver con mis propios ojos que estén bien.

-¿Crees que en serio llamaré a mi hermano y que él me dirá a dónde ir para llevarte con tus secuestradores? Dante, no pienso ponerte en peligro. Y no creo que Benjamín lo acepte.

-Por favor, se lo suplico.

Entonces Jordán miró a Dante. El chico le suplicaba con la mirada, le pedía ayuda a él. Parecía que estaba a punto de quebrarse, y al mismo tiempo se veía tan firme, tan convencido de estar haciendo lo correcto. ¿Qué hacer? Aquel era un deseo peligroso, pero entendible. Quizás…ya que él estaba allí para cuidarlo…

-Escucha, llamaré a mi hermano. Sí él considera que es seguro, te llevaré, pero bajo mis condiciones. ¿De acuerdo?

-Sí- Dante sonríe al escuchar lo que el Jordán le decía. –Gracias, muchas gracias- Aquello le daba esperanzas. Algo le decía que pronto vería a Vincent y Stan de nuevo.

Jeff por su parte, estaba callado en la parte trasera del auto. Sabía que Cris los buscaría. Seguro ya estaba en la habitación, seguro que ya había notado su ausencia. El pelirrojo recordó que Cris se había llevado consigo su teléfono, así que no tenía cómo mandarle un mensaje.

Mientras Jeff estaba perdido en sus pensamientos, el señor Jordán ya le había marcado a su hermano. Dante escuchaba atento la conversación.

-Sí, sé que no debí sacarlo así, pero está desesperado. Entiéndelo.

-Jordán, ¿estás loco? Podría correr peligro- le respondía Benjamín del otro lado de la línea.  

-No, escucha, solo queremos ir a dónde están. Dante quiere ver a Vincent y su amigo.

-Solo dile que no. Regresen a la escuela- Benjamín conducía junto a un par de patrullas. -La cosa está bajo control de todos modos. Parece que los chicos encontraron el lugar dónde se esconde Damián, pero no entraron allí. Estarán esperando a que lleguemos.

-Entonces es seguro ¿no?- le cuestiona.

-Jordáaaan...-se queja Benjamín soltando un suspiro. –Sé que tratas de ayudarlo pero… ¿así?

-Solo quiere verlo. Me quedaré con él todo el tiempo, lo prometo, me haré responsable.

Benjamín lo piensa. Se supone que ambos chicos estaban a salvo, y la policía iba con ellos. Era preferible que Dante fuera junto a Jordán que fuera solo como la última vez.

-Te daré la ubicación, solo porque la policía estará allí mucho antes que ustedes. Pero cumple tu promesa y no lo dejes solo en ningún momento. Nunca se sabe.

-Gracias- cuando Jordán dijo esto, Dante sonrió.

Muy pronto los vería de vuelta, pronto estaría con Vincent y su amigo Stan. Aún no era el momento, pero sentía algo de alivio. Después de eso Jordán colgó y encendió el auto.

-Benjamín me mandará un mensaje con la ubicación. Iremos, pero no olvides tu promesa.

-No lo haré. Gracias de nuevo. No sé cómo pero se lo compensaré todo.

-No te preocupes por eso- la verdad, Jordán sentía que era él quien estaba tratando de compensarlo por todo.

-Dan- Jeff tiró de las ropas del azabache para llamar su atención.

-Jeff, ¿qué ocurre?

-Cris…él se p-preocupará…- el pelirrojo estaba muy nervioso.

-Es cierto. Lamento haberte arrastrado hasta aquí así. Es que lo hice casi por impulso. Puedes llamarlo, avísale que estamos bien- Dante le deja su teléfono a Jeff.

El pelirrojo se contenta de pronto y muy animado comienza a mandarle mensajes a Cris para decirle que estaban bien y que no se preocupara, recalcando que seguiría vigilando a Dante todo el tiempo como él le pidió.

El auto ya había comenzado a avanzar, pero una vez recibieron la dirección se pusieron realmente en camino. Dante seguía ansioso y preocupado, pero al menos sabía que pronto estaría con ellos.

 

 

Por otra parte, en un departamento en el centro de la ciudad, Damián y sus amigos trataban de pasar el rato. El lugar no era de clase baja ni de mala categoría, nada de eso, pero dentro era un desastre.

El amplio departamento se veía reducido por la cantidad de basura, en su mayoría cajas de cartón, algunas con botellas llenas, otras bacías. El ambiente era denso, lleno de humo, y la iluminación era poca. Un foco color rojo apenas y dejaba ver la figura de Damián fumando en el sofá.

-Esa estúpida luz me va a volver loco- comentó uno de los chicos. –No estamos teniendo una fiesta ahora ¿podemos cambiarlo por un foco normal?

-Esa luz “estúpida” me gusta- le respondió Damián con cierta autoridad. –Mejor cierra la boca y sírveme algo de beber.

-Llevas bebiendo desde que llegamos aquí ¿no sería mejor salir a divertirnos a un bar?- comenta otro de los chicos que se sienta junto a Damián.

-Si unos idiotas no hubiesen dejado escapar al maldito emo, no estaría aquí encerrado ¿Lo entiendes, verdad?- Damián pone los pies sobre el chico y se recuesta en el sofá.

-Que tu padre te castigara de nuevo no es motivo para quedarnos aquí ¿A quién le importa? No tiene que saber que saliste. No es como que le hagas caso de todos modos.

-Sí, salgamos. Beber aquí encerrados no es divertido. Podríamos al menos hacer una fiesta como la última vez- comenta el otro chico.

-¿Y dejar que otros vean esta estúpida herida? Ni loco- Damián tenía una venda en el brazo. No era una herida grave, pero solo recordar que fue causada por ese chico flacucho y débil lo hacía rabiar.

-No es para tanto, solo cúbrela con algo- dijo un tercero que jugaba con unos dardos, pero dando a la pared en la mayoría de sus tiros.

-¿Desde cuándo ustedes tratan de tomar el mando aquí?- Damián no sonreía, ni siquiera de forma sínica como acostumbraba. -¿Están confiados porque creen que estoy castigado?- Damián saca su navaja del bolsillo y la clava con fuerza en la mesa. –No le tengo miedo a ese viejo idiota, ni a ninguno de ustedes. Así que si quieren venir y retarme…

-Bien, ya entendimos- el chico del principio había vuelto con una de las botellas de vodka y se la entregó a Damián.

El chico que estaba sentado junto a Damián seguía allí, más tranquilo que el resto. Quizás porque lo conocía de más tiempo, quizás porque sabía que cuando se enojaba así es porque se sentía vulnerable. Pero eso no lo hacía menos peligroso.

-Entonces solo quedémonos aquí- toma un cigarrillo y lo enciende, como si así le dijese a Damián que estaba de su lado.

Damián miró su rostro reflejado en la hoja de la navaja. No podía aceptar que el noviecito de Vincent le haya dado pelea, que haya logrado escapar de él, del Diablo. A él nadie se le escapaba, todos debían temerle, hacer lo que él quería. Todo era por Vincent, ese estúpido arlequín. No solo lo había delatado de haber abusado de aquel chico del instituto, también había tenido el descaro de mentirle, de hacerle creer que no sabía nada. Pero le haría pagar, tan pronto saliera de allí.

Así era siempre, a su padre le importaba tanto cuidar su apellido de cualquier mancha que era capaz de cubrirle las huellas. El verlo enojado no le asustaba, lo divertía incluso, se lo merecía de todos modos. Aún si debía obedecerle esta vez y pasar un tiempo en ese estúpido departamento, no habría una consecuencia mayor que el haber sido llamado “bastardo idiota” de nuevo.

Damián apagó la colilla del cigarrillo en el cenicero y tomó otro de la cajetilla.

-Fuego- dijo a modo de orden.

El chico a su lado tomó el encendedor y le prendió el cigarrillo. Lo miró con seriedad, pero luego sonrió.

–Uno…dos, tres- dijo volteando a ver a los demás. –Falta uno de ustedes, imbéciles ¿dónde está?

-Creo que fue por algo de comer, y qué bueno porque muero de hambre. Aquí solo hay alcohol- dijo el chico de los dardos.

-¿Te quejas?

-Para nada, mi Diablo. Contigo no nos falta nada de lo bueno. A pesar de ser tratados como idiotas, solo estamos por debajo de ti. Eso no es tan malo, tiene más ventajas que nada- por fin uno de los dardos que tiró dio al aro.

-¡Ha! ¿Conque es así? Pues tienes razón, no entiendo por qué se quejan tanto entonces. Y claro, ya saben que cualquiera que trate de huir como lo hizo el arlequín, terminará mal- tras esta última frase soltó una bocanada de humo.

El teléfono del chico sentado junto a Damián sonó. Este respondió y se levantó de pronto.

-¿Qué dices?- corrió a la ventana. –Carajo, es cierto- dijo en voz baja. Luego volteó a ver a Damián. –Creo que debes venir a mirar esto.

Damián se levantó y fue a la ventana. Al ver hacia abajo, soltó una bocanada de humo en medio de una sonrisa que se convirtió en carcajada.

-¿No les dije? Yo siempre obtengo lo que quiero.

Tras la ventana, abajo, viéndolo con una mirada retadora, estaba Vincent. Su querido arlequín había vuelto.

Notas finales:

Hace tiempo quería hablar más a profundidad sobre Damián. No porque simpatice con él, pero sí creo que merecía al menos una parte del capítulo (y un poco en los próximos también). 

Como ven, estamos en el nudo. El descelnace se acerca. 

Muchas gracias por seguir leyendo. Espero que logremos llegar al final juntos. 

Att. Alphonse Zero. 


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