2-Alarma
¿Joey?—preguntó Yugi muy sorprendido.
¿Se conocen?—preguntó el general de la base.
Pues sí. Somos amigos desde la adolescencia pero no nos veíamos hace mucho—le contestó el coronel--¡Me encantará duelear contigo! Será como en los viejos tiempos. ¿Eh?—
Yo me esforzaré—dijo el tricolor.
¡No te la haré fácil!—le contestó el rubio con una sonrisa mientras el ojos azules los miraba sin decir palabra y cuando el otro se dio cuenta y lo miró solo apartó la vista--¡Oye amargado! ¡También me alegra verte!—le dijo con sorna al castaño antes de que este le dirigiera una mirada de “¡Púdrete!” en silencio.
El duelo estaba en su mejor momento, casi todos los miembros del staff de la base hinchaban por el coronel pues sentían que los representaban. El “ojos rojos” estaba en el campo y también el mago oscuro. Joseph sabía que no podía ganar. Hacía años que no practicaba y desde luego el otro era el mejor pero el solo competir con su mejor amigo le hacía volver tiempo atrás donde muchas cosas no existían en su vida.
Seto con semblante aburrido solo esperaba que esa farsa terminara para que llegara su turno de batirse en realidad contra el ojos amatistas.
De pronto un soldado corrió llamando al coronel Wheeler y este dirigió su atención al recién llegado.
¡Lo siento señor pero hemos recibido un pedido de auxilio! ¡Un convoy en Terak está siendo atacado y nos solicitan ayuda! ¡Su apoyo aéreo fue derribado!—dijo el muchacho que tendría veintipocos y que se veía que había bajado de un jeep cercano.
¿No hay nadie en el aire que pueda ayudarlos, alférez?—preguntó de pronto el rubio con tono perentorio.
Nuestras unidades están del otro lado del Mediterráneo ofreciendo asistencia aérea, señor—le contestó el muchacho.
El melado miró entonces a Yugi y le dijo--¡Disculpa pero esto deberá esperar a otra oportunidad! ¡Chicos, ya oyeron, a sus puestos!—
Una tromba de gente se dispersó corriendo dirigiéndose a los edificios cercanos a la pista donde de seguro se hallaban los lockers. Tanto a Joey como a sus chicos les tomó menos de cinco minutos cambiar sus uniformes por el mono de combate y tomar sus cascos personales.
Kaiba se sentía algo sorprendido aunque debería ser natural en una base en un lugar conflictivo. Desde donde estaban pudieron verlos a todos corriendo hacia donde se encontraban sus naves cazas. Los oficiales les pidieron que se retiraran pero Kaiba seguía con su mirada en la pista cuando uno de los aviones pasó carreteando por detrás de la alambrada. Este tenía un logotipo muy similar al “OJOS ROJOS” en su interior supo que ese debía ser Wheeler.
¡Por favor señor Kaiba, sígame!—le dijo un teniente a cargo de llevarlos a un edificio ya que solo volarían de vuelta cuando la situación fuera segura.
Los ojos azules lo taladraron por molestarlo pero después de eso se fue. Mientras caminaba hacia el auto pudo ver como al menos 10 aparatos despegaban tras aquel.
Vi un dragón negro pintado en una de las aeronaves. ¿Sabe…?—preguntó al chofer de su jeep, pues Moto y su esposa ya se habían ido en otro.
Debe ser del coronel. Su escuadrón es el de los dragones—respondió el chofer antes de doblar en una esquina mientras Kaiba se ponía a pensar en las vueltas de la vida.
15 minutos después Joseph se comunicaba con la sala de situación de la base Tajikistán de la ONU desde la cabina de su caza—Veo el convoy, no está en buenas condiciones. Hacemos contacto con el enemigo. Se trata de 5 Mirages alfa-1 control, cambio—
Entendido, Dragon negro. La data dice que hemos perdido al menos a tres Shifts ahí así que tengan cuidado. Cambio—dijo le voz de una mujer del otro lado.
Todos los pilotos se pusieron a maniobrar en contra de sus enemigos pero de pronto todos notaron que ni el fuego de ametralladora ni los misiles de calor estaban funcionando contra esos tipos.
¿De que están hechas esas cosas?—dijo uno.
¿Por qué los misiles no los siguen?—se preguntó el otro en el radio mientras Wheeler escuchaba. El mismo se hacía las mismas preguntas hasta que de pronto se le ocurrió una respuesta nada grata.
¡Esos desgraciados!—exclamó en el radio.
Uno de sus hombres preguntó--¿Qué pasa señor?—
Hemos tenido reportes pero no se sabía a ciencia cierta. ¡Tengan cuidado chicos! ¡Evadan! Los misiles de calor no tienen efecto en ellos porque han conseguido la fusión en frio—les contestó el coronel alarmado, luego habló con la base--¡Control! ¿Me escucha?—
Lo escuchamos, Dragon negro. ¿Cuál es su actual situación?—contestó la voz femenina.
Estamos siendo perseguidos por el enemigo. Digale al general que estos condenados tienen fusión fría en sus aparatos. Nuestros misiles son inútiles contra ellos. Usen los teledirigidos desde la base—dijo el coronel Wheeler.
General—dijo un oficial en la base.
Aprobado el uso de los teledirigidos—contestó de inmediato el general que estaba allí.
La base los envió y mientras llegaban tres aviones de la ONU fueron derribados. Joseph estaba preocupado y molesto. Dos de sus hombres estaban en problemas ya que sus paracaídas estaban abiertos. Del tercero no había ni rastro y las cosas empeoraban porque no podían hacer frente a los otros como era debido. Solo les tocaba huir y ser seguidos por misiles de calor que si tenían efecto contra sus aviones.
Los teledirigidos se acercaron pero a unos metros de sus objetivos cayeron al vacío.
¿Esas cosas son indestructibles?—dijo una voz.
Tsk! Lo sabía. Control los teledirigidos no sirven. Ellos tienen PEM (Pulso electro magnético, deshabilita los aparatos eléctricos a distancia)—dijo a la base.
¿Qué? ¿Cómo vamos a deshacernos de esas cosas entonces?—preguntó uno de sus pilotos derrumbándose.
Entonces Wheeler pensó en algo. ¡Yo les daré misiles teledirigidos! Se dijo mientras se ponía enfrente de un misil tirado por los enemigos.
¿Qué hace coronel? Su avión no es de fusión fría. Esa cosa lo derr—dijo el piloto de antes ante la aparente locura de su jefe.
Joey se dirigió de frente al enemigo y solo segundos antes del impacto elevó su aparato—Ahí tienes un misil teledirigido—dijo al enemigo que era impactado por el misil que lo seguía. Su arriesgada maniobra consistía en llevar los misiles hasta su objetivo haciéndose seguir por ellos y desviarse un segundo antes del choque. Como los misiles tenían un tiempo dado para la corrección de su curso era fácil que impactaran en la cosa que quedara en su camino antes de lograr hacerlo.
Seto estaba en el lounge cuando escucharon los motores. Los soldados salieron a ver a los aviones que volvían de la misión. Contaron tres que aterrizaron antes de que un movimiento raro se apoderara de la pista. Un camión con bombas de aguas y una ambulancia se acercaron a la pista mientras una sirena ululaba en toda la pista. Los aparatos recién aterrizados se metieron en los hangares con prontitud.
¿Qué sucede?—preguntó la esposa de Moto a su lado algo asustada por un mal presentimiento.
Lo común es que aterricen los aparatos que están bien primero y luego vienen los que no están en condiciones por eso ellos están aquí—contestó el castaño apuntando a los vehículos recién llegados.
De pronto vieron acercarse a un llameante aparato. Un ala estaba cubierta por el fuego. Apenas tocó tierra se ladeó y comiendo su propia ala rodó sobre su punta elevando la cola en el aire para luego golpear el suelo de costado cuando el ala se separó.
Todos pudieron ver la silla ejectarse y el paracaídas abrirse mientras el sillón del piloto iba al ras del suelo alejándose del aparato en llamas. Todos pudieron ver como la tela del paracaídas contagiada del fuego finalmente caía sobre el piloto cuando la silla se detuvo y como los bomberos fueron en pos del aparato y del piloto al mismo tiempo que estaba cubierto de un nylon en llamas.