Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La tormenta que precede la calma por Crazyana

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cuando volvimos de ver al médico se sentó a fumar en el living, mientras yo le preparaba café. Cuando se lo entregué estaba con la mirada perdida, mientras se palpaba la parte sana de la cabeza. El pelo le había crecido como un centímetro en esa parte y también tenía barba.

-¿Quieres que te ayude a afeitar?-. No había notado mi presencia porque se sorprendió cuando le hablé, lentamente exhaló el humo que retenía-. Tengo una máquina para cortar el pelo… si quieres, puedo cortarlo todo.

-Creo… que estaría bien.

Cuando terminé de cortarlo, no le quedaba un solo pelo es toda la cabeza. Me daba una sensación extraña verlo sin las vendas y totalmente calvo, pero aun así me parecía atractivo.

Le ayudé a bañarse aunque ya podía hacerlo sólo porque sus manos estaban mejor, pero tenía una necesidad de estar ahí para él; y a él no parecía molestarle. Lo estaba ayudando a secarse, en absoluto silencio como se había vuelto costumbre entre nosotros, cuando noté que se tensó y busqué con la mirada hacia dónde se había quedado viendo fijamente. El vapor había removido parte de la cinta del espejo, dejando ver apenas lo que se reflejaba.

En un arrebato, tiró de la cinta dejándole al espejo, una franja descubierta en el medio, lo suficiente para ver su rostro en éste. Se quedó en silencio observándose, mi imagen también se reflejaba por encima de su hombro haciendo contraste. Desvió la vista y me miró directo a los ojos a través del espejo, su rostro no expresaba nada. Devolvió la mirada a su reflejo.

-¿Este será mi castigo por ser tan superficial?-. No supe que contestar-. ¿Por no seguir los cánones sociales?

-No creo en los castigos divinos-. Lo qué iba a decir, no le iba a parecer alentador-… pero sí… en que uno cosecha lo que siembra-. Mi voz sonó casi inaudible.

-Tal vez, tengas razón-. Se quedó pensando un momento-. Supongo que ahora mis posibilidades de matrimonio quedan nulas… ¿Quién querría tener a un monstruo a su lado?

-Yo.

La respuesta fue automática, ni siquiera me había dado cuenta, pero no me amedrenté. Volvió la mirada hacia mí en el reflejo, su rostro denotaba confusión.

-Yo… me gustas… tal cuál te ves…

-Si intestas levantarme el ánimo, no está funcionando.

-Lo que quiero decir… es que… a mí me gustan los hombres-. Lo había dicho… y ahora no me sentía tan seguro-. Y… me gustas, aunque… te veas así…

-¿Siempre fue así?

-No, ¡No!-... no quería que me malinterpretara-. Comenzó cuando empezamos a pasar más tiempo, juntos… tal vez…

Nos quedamos con la mirada conectada, por unos largos segundos, que me parecieron una eternidad. Desvió la vista a su reflejo.

-Yo… puedo terminar solo.

Salí del baño sin decir nada, pero no me arrepentía de haberme confesado, pero…

Las cosas siguieron su curso, como si no hubiese salido de mi boca nada parecido a una confesión. Ya podía hacer varias cosas por su cuenta, por lo tanto la distancia entre nosotros era infinita. Lo bueno es que ya no lo había oído llorar durante la noche, cosa que hacía contradecirme, porque deseaba verlo bien, pero al mismo tiempo quería que necesitara de mi consuelo.

Iba mejorando de apoco, pero no salía de la casa, más que al patio. Ya nadie, de los que tenían una amistad con él, llamaba o intentaba visitarlo. Si alguien quería hacerlo, de todas formas no iba a poder, porque su celular fue uno de los primero en sufrir su rabia.

Podía usar sus manos para cosas sencillas, así que decidí volver a trabajar. Mi excusa era que necesitaba la plata, pero la verdad no podía pasar tantas horas del día estando cerca de él, teniendo estos sentimientos. Ahora era yo quién caía al abismo.

Pamela ya estaba enterada de todo lo que había acontecido y buscaba cualquier excusa para hacerme sentir mejor. Me pidió que volviera a la universidad, que me iba a ayudar con los apuntes, ya que tan sólo había perdido seis semanas. Mi ánimo estaba por el suelo, por más que intentara recuperar lo perdido, no lo iba a lograr. Cuando notó que ya no había forma de convencerme, dejó el asunto de lado.

 

XOXOXOXOXOXO

 

Habían pasado cuatro meses del accidente, estábamos a principio de diciembre y debía ir a casa de mis padres por las fiestas. La verdad no tenía ni idea que era lo que tenía planeado Enzo, porque siempre viajábamos juntos. No sabía si les había dicho a los padres del accidente. La respuesta era muy probable que no, porque no habían venido a verlo. Suponía que en algún momento lo debía hacer, antes de las fiestas.

Había comenzado a trabajar turno doble, para no pensar tanto en Enzo. Llegué tarde porque había ido a tomar un helado con Pamela. Me encontré con él, en el living, estaba haciendo zapping.

-Buenas noches.

-Hola.

Pasé de largo a mi habitación.

Estaba quitándome la ropa, cuando desvié la mirada y lo veo parado en la puerta, traía puesto tan solo, un bóxer y una remera. Me quedé congelado.

-Nunca te había visto sin ropa-. Me miraba escrutadamente y me estaba poniendo nervioso-. Tienes un cuerpo… lindo-. Avanzó y se paró frente a mí.

En estos meses casi no habíamos cruzado palabras, más que los saludos. No dije nada, esperé que hablara, quería oír lo que tenía para decir.

-¿Es verdad lo que me dijiste en el baño?... aquella vez-. Entendí a lo que se refería, pero me tardé en responder-. Lo… que me… que te gusto tal cual… me veo.

Mi pecho se llenó de congoja.

-Sí, es verdad-. Apenas había salido un susurro de mi boca.

-Pero… ¿Qué es lo que sientes realmente?

-Yo… -. Ahora no sabía si decirlo o no-. Estoy enamorado...

Nos miramos fijamente por unos segundos, Enzo pasó su mano derecha por detrás de mi cabeza y tiró de mí suavemente, hasta que nuestros labios se encontraron, en un beso tierno. Luego de un momento, su lengua pidió permiso para entrar, y se lo concedí.

El cuerpo me empezó a temblar levemente, pero eso no me impidió reaccionar; pasé mis brazos por su espalda, el apoyó la izquierda en mi cintura y nos entregamos a un beso apasionado. Nuestras lenguas parecían quererse fusionar, una a la otra. Mi estómago era un revuelto de mariposas.

Enzo me empujó un poco y caímos sobre la cama sin soltarnos. Me tenía aferrado fuertemente a su cuerpo, o ¿tal vez era yo quién lo aferraba? Pero eso no importaba, parecía que nos queríamos tragar el uno al otro.

Levanté su remera para meter mis manos y acariciar su fuerte espalda. Arrancó mi bóxer, junto al suyo, sin soltar mi boca. Podía sentir su miembro duro, ser frotado suavemente, sobre el mío; me gustaba la sensación. Los movimientos de caderas fueron en aumento, así como la pasión en el beso y el agarre a nuestros respectivos cuerpos. Ya no podía más, estaba a punto de estallar y quería hacerlo, ya no quería contenerme. Pero fue él quien lo hizo primero, y yo lo seguí, liberando todos esos sentimientos que tenía acumulados y qué día a día me agobiaban.

Nuestros cuerpos quedaron laxos, después del momento apasionado que habíamos vivido. Yo acariciaba su espalda y él mi cabello, no nos movíamos del lugar. Tenía miedo de que si lo soltaba, iba a desaparecer tan rápido como llegó.

-Quiero hacerlo… pero nunca lo eh hecho con un hombre-. Una sonrisa afloró en mis labios.

-Yo tampoco…

Se incorporó para mirarme a los ojos.

-Entonces, va a ser la primera vez para los dos-. Me dijo y sonreímos.

Volvió a besarme.

 

XOXOXOXOXOXO

Notas finales:

Gracias por leer!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).