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Sin Libertades por Polaris

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Notas del capitulo:

Hola, hola, despues de tanto tiempo, les dejo este capitulo.

gracias por su espera.

y felices vacasiones.

Damian arribo de nueva cuenta a lo que personalmente llamaba una torre de horrible gusto. No quería averiguar qué tan egocentrista se tenía que ser para ponerle tu nombre a una torre en la cual vivías. Damian tenía entendido que Tony Stark era uno de los empresarios mejor pagados del mundo, otro sujeto que se parecía a su padre. Un billonario que fingía ser un idiota gigolo pero que tenía una mejor forma de ser.

            Lo que no entendía era como un Billonario filántropo guapo y demás acogía a un mercenario, un maestro asesino y a un ¿Dios?. Porque de ninguna manera esos trabajaban para compartir los gastos… no importaba lo bien remunerado que fuera el salario de un mercenario, nunca se comparaba con el de un billonario.

            Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Deadpool salto con rapidez y Damian se quedó petrificado, recibiendo los chorros de mostaza directo en la cara. Los chillidos decepcionados llegaron inmediatamente cuando los diminutos atacantes se dieron cuenta de que emboscaron al equivocado.

            Por su lado, Wilson dejaba descansar a su Omega en el sofá más cercano y le pedía a una IA por un médico verde y que estuviera de buen humor. Tras asegurarse de que nada le sucedería a su pequeño Destino, regreso al lado de Damian que intentaba no matar a esas lacras que le inspeccionaban de arriba para abajo, olfateándolo con descaro y haciéndose preguntas entre ellos mismos sin la decencia de censurarse un poco con respecto de su condición, ciega condición.

 

-¿No te parece que huele como uno de esos sujetos que siempre están al lado de Thanos? – Curioseo el enano que a juzgar de Damian era el mayor, otro Omega, con ojos verdes y cabello negro. Daba miedo el poco parecido que tenían. Wilson anoto que debía de jugarle una broma a Loki con eso - ¿Robin?

 

-No sé…a mí me parece que es más a un olor como los guardianes del Hell – Damian rodo los ojos, no comprendía mucho de lo que estaban hablando pero claro que encontraron que estaba reclamado y buscaban saber qué demonios era su Alfa. Claramente dieron con que no era de este mundo.

 

-Te dije – Wilson se quitó su máscara y los niños embarraron lo poco que les quedaba de mostaza - ¡Mis ojos! ¡Madres! Esto arde.

 

            El pequeño Alfa hizo la señal de la victoria y brinco hasta el Omega herido. Su instinto le decía que tenía que cuidar de ese inofensivo ser. Al contrario de lo que le despertaba el otro Omega, Damian parecía poder cuidarse perfectamente solo.

 

-Cuidado, patas de conejo – Advirtió Deadpool – A quien tienes allí es mi Destino.

 

-Ya lo olimos – Dijeron al unísono. Los hermanos eran desesperantes. Sacaron mucho de sus padres y de quienes los cuidaban. Eran chicos buenos pero egocéntricos como ellos solos. Jabaza percatándose de la ceguera de Damian, le tendió la mano para poder dirigirlo por el desastre que tenían. Los juguetes estaban tirados por todas partes y algunas cosas que ciertamente no debían ser utilizadas por menores de edad – Soy Jabaza, mi hermano el tonto se llama Robin – El susodicho le saco la lengua – Los amantes del tío Wilson son nuestros amigos. Siéntete en casa.

 

            Damian se horrorizo.

 

-Shh – Trato de silenciar Wilson – Que si tu padre te escucha me castra.

 

-Para lo que sirve, vuelve a crecer – Saludo Loki. Wilson fingió espantarse y rendirse, arrodillarse frente al Dios más sensible de la galaxia. Aunque Damian no podía verlo sí que se estaba divirtiendo. Masacre era divertido. Loki rodo los ojos y le paso de lado, privilegiándolo cuando su capa le golpeo la cara – Niños, les dije que no hicieran tonterías. Que no le causaran problemas al monstruo.

 

-Y no lo hicimos – Sonrió Robin – Él nos dio los juguetes… nos aseguró que no nos haríamos daño y que disparaban sólo chorros de hielo que se dispersaban con rapidez.

 

            Loki fingió escuchar eso. La reunión en Asgard fue dura. El Padre de Todo estaba paranoico con respecto a lo que Thanos estaba haciendo y con ciertos tratos de nuevos locos gobernantes que distaban de su reino pero que involucraban continuamente a Midgar. Thor no estaba haciendo las cosas más simples con ese fuego valeroso y honorable. Su hermano no sería mal rey pero en definitiva tendría que tener consejeros a su lado por lo que restaba de su reinado, si es que querían llegar con vida para el final de este.

            Y su Padre quería que dicho consejero fuera él. Siquiera estaba tomando en cuenta que tenía hijos, una vida hecha en Midgar y que por mucho que amase a su hermano o que su tierra lo necesitara, no iba a dejar todo por la tierra que le dio la espalda en primer lugar.

            De forma inconsciente llego hasta el maltratado Omega y le levanto las piernas para poder sentarse él mismo.

 

-¡Loki! – El susodicho apenas y volteo – No seas bruto.

 

-Ah – Loki seguía mirando a los humanos como pequeñas entidades amenos claro que entraran directamente en su círculo de personas más o menos soportables – Veo que tenemos invitados.

 

            Wilson quiso dispararle pero lo dejo pasar, sólo porque Banner llego en ese momento y pego el grito en el cielo.

 

-Eso es lo que trato de decirles desde hace rato…Mi Destino necesita ayuda.

 

-¿Y si tanto la ocupaba porque no lo llevaste al laboratorio o a la enfermería? – Reprendió Bruce que cargaba al Omega – Loki, necesito que te quedes y no dejes venir a Wilson. De nada me sirven los Alfas histéricos. Aha  y bienvenido, extrañábamos tus aires de diva.

 

            Loki uso su magia para poner a Wilson en su lugar. Un deleite. Los Alfas Midgardianos eran todo un caso, siempre viscerales cuando se trataba de su Omega, tan poco evolucionados y controlados, siempre tan primitivos… auch, se mordió la lengua.

 

-¿Otra caridad, Wilson? – Pregunto señalando a Damian.

 

-Ahha, así que fuiste la primera – Contesto Damian a su vez. Loki se le quedo mirando, sorprendido porque el enano tuviera voz. La mayoría de los hombres Alfa se quedaban callados cuando entraba en la habitación, ya ni hablaba de dirigirle la palabra y el enano le contestaba… el chico le gustaba – Yo no pretendo quedarme.

 

-Dudo que puedas llegar a la entrada.

 

-Tu pudiste entrar, seguro que no es tan difícil – Los niños tenían una perfecta “o” en sus boquitas. Su padre nunca perdía una pelea verbal, era lengua de plata.

 

-No te creas, por algo sigo aquí – Loki se levantó de su cómodo lugar. Los cómodos sillones habían sido pedidos a su gusto y pagados con la tarjeta de Tony, claro, pero si es que esa bola de orgullo (Tony) quería tener algo digno, debía de dejarlo a él escoger. – Tienes una historia interesante ¿Quieres compartir?

 

-Loki – Advirtió Deadpool perdiendo el buen humor. El dios comprendió que no podía ser cruel con el invitado o Wilson encontraría la manera de que Bruce le rompiera todos los huesos… de nuevo. Vaya con las sorpresas de la vida, el enano ciego se consiguió al mejor perro guardián – Suficiente.

 

-Sólo estoy irritado, lo siento. – Esa carismática sonrisa derritió a sus hijos e hizo que Wade no bajara la guardia pese a que Loki no seguiría por el mismo camino. Uno no estaba nunca seguro con el Dios – Soy Loki, Dios de las Mentiras y el Rey Jotun, pero dicho lugar no lo tengo. Ya sabes, me robaron de bebé. Soy una pieza de colección.

 

-Guerra – Contesto Damian entendiendo perfectamente – Damian Wayne Al Ghul, hijo del Demonio

 

-Si, si – Interrumpió Wade – Deadpool, el deforme inmortal. Creo que eso se las mato – Damian y Loki negaron con la cabeza – Vamos por unas palomitas y algo para comer, en serio, ninguno de nosotros ha comido algo decente en al menos tres días.

 

            Hasta los niños asintieron.

            Loki se dijo no volver a dejar a sus hijos al cuidado de Bruce Banner cuando este susodicho se encontraba en medio del trabajo de su vida y a nada de cambiar la medicina.

 

.

.

.

 

-¿Qué pasa? – Pregunto Tim aun somnoliento. Acababa de llegar a la mansión después de un triste desenlace con su misión y la de los Titanes. Conner y él estaban momentáneamente peleados por una reverenda estupidez pero aun cuando admitiera que fue su culpa no hacía más fácil decirle que le disculpara, no con Kara allí - ¿La conquista de Jason volvió a andar insinuándose por los pasillos?

 

-No me eches a mí la culpa, enano – Saludo Jason, lanzándole una manzana para el desayuno – Alfred salió de compras. Resulta que la despensa o fue robada o devorada por alguien que no está aquí… - Tim no entendió…¿Se habían metido a robar en su casa? ¿Cómo? – Lo que escuchas es a Aquaman rogando por su vida a nuestro padre.

 

-Puede hacerlo mejor – Y es que los “No fue mi culpa” “deja de hacer esto” “Que no pude evitarlo” “No le hice nada” “Debemos encontrarlo” “No quise dejarlo” “¿Cómo iba a saber?” no parecían lo suficientemente arrepentidos o excusables, su padre haría ceviche para comer. – Me voy a mi cuarto, Jason.

 

-No llenes la alfombra de sangre, luego Al nos da la joda – Y Tim siguió el consejo. No había nada peor que un Alfred enojado porque le echaran a perder las alfombras de sus difuntos señores.

 

-Por cierto – Dijo con la última de sus fuerzas – Haré mi reporte después pero estate atento, Conner y yo discutimos – Jason sentía eso en lo profundo de su alma. Su cuñado le caía bien. Y de seguro fue culpa era de Tim – Así que no estará por aquí y tendremos que hacer sus patrullas. Si ves a Kara, dispárale. No estoy para nadie.

 

-Ok – Dijo aun no convencido.

 

-Y recuerda, Jason: Dispárale a matar.

 

-No hasta que me digas que demonios paso – Jason se sabía un cabrón y un bandolero, es más, que estaba encantado con poder volarle los sesos a la bonita rubia con Kriptonita pero tenían que recordar que el primo de dicha rubia era su nuevo padre y no le apetecía estar castigado hasta la navidad del siguiente año - ¡Diablos! Que te vas y dejas a Dami con tu trabajo para ir a divertirte – Drake fingió demencia – NO te hagas, Remplazo, Megan subió las fotos en Facebook de su día de pinta.

 

-Esa tonta… ¡Esa marciana! – Rugió molesto – Y luego Conner decía que era linda y lista. ¡La defendía, Jason! ¿Puedes creerlo? esa no tiene ni dos neuronas funcionando pero sí esa escalofriante habilidad de meterse en tu cabeza y hacerte puré – Jason apretó de más la cátsup y esta termino de vaciarse toda sobre su emparedado – Soportó a Megan porque bueno… es la ex de mi novio – Uhhh, la cosa se ponía interesante. Tim jamás marco a Kon – Y trabajamos juntos, en el mismo estúpido equipo… ¿Pero Kara? – Jason tuvo que hacerse para atrás cuando su hermano se le abalanzo enfurecido – Kara es una Alfa que gusta de tomar lo que quiere.

 

-Si… y eso ¿Te molesta? – Jason se arrepintió de preguntar. Tim tiro su sándwich de cátsup con jamón. Jason se lamentó de inmediato. Su tripa rugió pero le temía más a su hermano y también era precaución, no sabía cuántos sándwich  más Tim podría arrebatarle y odiaba desperdiciar comida.

 

            La kriptoniana era sexy. Jason lo reconocía. Era una Alfa que hacia suspirar a muchos Omegas y correr a otros más. Dependía del estado de ánimo de ella. No la incluían en los equipos por su forma de ser y tenía misiones con las Amazonas por mera precaución. Bruce no estaba muy seguro con tenerla pululando con tanto descontrol y sí mucho poder y era una opinión que compartía con su padre.

            Y al parecer tampoco era del agrado de Tim.

            Que la rubia se cuidara.

 

-La forma en la que mira a Kon…

 

-Es una Alfa – Interrumpió Jason.

 

-Hall y Barry también y eso no les impide irse a hurtadillas a intentar saber quién monta a quien sobre algún auto en alguna parcela a las afueras de la ciudad – Jason negó con la cabeza – Y eso no impide que Diana este prendada de padre Clark… o incluso que uno de los Johannes Alfa quiere tirarse a su maestro Alfa y nos lo confesara a Conner y a mí como si nada. Si, Jason, tienes razón… estoy paranoico y celoso por nada. – Uff Timothy era la reina del drama – Kara es la enemiga.

 

-Para tus planes, remplazo – Pidió con terror – Si estas asustado de Kara es porque Conner te ha dado motivos – Y si la cosa era así, entonces, él tenía que tener una charla con muchas balas de Kriptonita con dicho Alfa. No dejaría que nadie se burlara de sus hermanos. Ya falló con Dami pero aún tenía a Dick y Tim… aunque en realidad, viéndolo bien, Dick era la mojigata de la familia, no le conocía Alfa alguno - ¿Timbo?

 

            Tim lucia apenado y estaba a punto de revelarle a su hermano el mayor de sus secretos y cierto que no estaba seguro de hacerlo. Porque una parte no pudo confiar lo suficiente en su Destino como para ir con él primero.

 

-Kara intento imponérseme – Jason cargo a Tim y lo sentó sobre la barra, listo a examinarlo aunque si quería hacerlo con propiedad debían de bajar a la Cueva- ¡Jason! Ya, pasó… hace tiempo.

 

-¡¿Y porque no dijiste nada, enano remplazo?! – Grito.

 

-Justo por esto – Le señalo – Estas molesto.

 

            Jason apenas se contuvo de golpearse sobre el mármol o de golpear a su hermano. Eso no ayudaría para nada. Nadie se iba a molestar con Tim porque una Alfa idiota se le ocurriera hacerle algo… ya debía de saberlo, con lo de Damian tan resiente era para que Tim se apoyara sin miedos ni reservas.

            Eran una familia.

 

-Fue antes de lo que sucedió con del Demonio – Explico Tim – Se ha ido repitiendo y Kara cada vez es más insistente. Ella le muestra una cara a Conner y a mí me pone otra. No soy el primero. Había un chico, en la escuela, Kara lo vio y luego lo único que supe fue que el omega se mudó. Y en el viaje, comenzó con sus pláticas de atracción… le dijo a Conner que debían de estar juntos, de intentarlo como pareja ya que con tan pocos genes Kriptonianos, debían de deberse a un dictado moral y de obligación para con Kripton.

 

-El clon te ama – Intento de tranquilizarlo – Jamás haría algo contra ti.

 

-Pero…¡Ahahaha! Me voy a mi cuarto…. ¿Lo ves? Platicarlo no sirvió de nada – Jason alzo los hombros – Recuerda, dispara a matar.

 

            Jason haría más que eso… nadie molestaba a sus hermanos.

            Pero mientras tanto, observo a ese sándwich en el suelo… ¡Ba! El piso estaba limpio, era la cocina, el territorio de Alfred. Básicamente estaba en suelo quirúrgico de lo limpio que se encontraba, así que alzando los hombros, opto porque su pereza era demasiada para hacerse otro emparedado y cogió del suelo su tentempié.

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            Artur continuaba viendo a Bruce ir y venir cual león enjaulado. Juraba que haría un hoyo en el piso. Kal no hacía nada mejor, es más, dejo a Artur  a su suerte.

 

-Por eso se fue –Se quejó Bruce – Por eso – Señalo a Artur – Ocupaba irse. Espacio, espacio, si como no. Deseaba que no me enterara – Bruce no se sentía bien – Primero un Alfa jodido de la cabeza y ahora un Alfa que siquiera vive en tierra – Kal veía el punto - ¡¿Por qué es de día?! Necesito que haya aunque sea un carterista que este robando.

 

            Y pocas veces Artur había visto a Bruce tan alterado. No era normal que Batman admitiera que se desquitaba con quienes no la debían y que lo hacía sonar tan correcto y amenazador que preferías no nombrar el asunto por tu propia seguridad. Bueno, Bruce era el más recto de todos, el más sensible y marginado… Omega al fin y al cabo.

            No quería que eso sonara tan sexista.

 

-Bruce… - Wayne lo volvió a matar por quinta vez con la mirada. Artur trago grueso, imaginaba cuan de sangriento era el asunto en la cabeza de su camarada. Viva Batman y su filosofía de no matar – Vengo a decirte que haré las cosas bien con Damian. Por eso estoy aquí. No quería que te enteraras por tu hijo. Sentí que lo correcto…

 

-¡Correcto! – Rio y Clark estuvo tentado de proteger a Artur de su voluble y peligroso amor. Bruce no necesitaba matar para hacer daño, él era un experto dejando en vida a la escoria y con muchos huesos rotos con formas de no sanar. Mejor no decirle a su compañero acuático que estaba en el cielo, aun  – Sí, claro. ¿Ya sabes que está reclamado? – Artur asintió – Entonces entiendes que tenerte cerca le hace mal. Apenas te huela, entrara en celo y no puedes tomarlo… porque sólo puede hacerlo su Alfa de contrato.

 

-Puedo eliminar ese contrato – Bruce lo miro francamente incrédulo. Aunque existía una oportunidad. Es decir, Aquaman era el rey de los mares, podría hacer algo… cabía la posibilidad de que su dominancia Alfa fuera mayor a la de un contrabandista alienígena, salvaje, marginado o lo que fuera el Alfa que reclamo a su hijo – Necesito ver a Damian.

 

-Yo no voy a ayudarte – Confeso y Clark asintió, dándole todo su apoyo – Damian quiere estar solo. Déjalo que regrese. Cuando esté listo. Veras como conquistarlo porque escúchame bien, Curry, si Damian no te acepta, es un no. – Artur empezaba a extrañar su vida de soltero.

 

-No voy a negarme la felicidad, Bruce – Kal se apresuró a afianzar a su compañero por los hombros – Destino es Destino. Damian sabrá verlo y yo sabré ganármelo. Destino es Destino y espero que venga con una guía, porque, sinceramente, no sé tratar con murciélagos.

 

            Bruce se impresiono… la verdad, no. Aquaman era el Rey de la Atlantis. No se haría en los pantalones con sólo amenazarle.  Pero, quizá, a lo mejor y tenía razón y el Destino por vez primera, demostraba que estaba del lado que supuestamente era el correcto y del que debería de estar para empezar.

            No le gustaba dejar a su hijo en manos del hombre más aislado de la Liga y del que casi no se sabía nada pero… quizá esa podría ser una ventaja.

 

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            Jason volvió a patrullar, seguro de que no encontraría nada fuera de lo normal. Sólo que en esta ocasión, una de sus paradas era la mansión Johannes. Batman le había mandado a averiguar si sus negocios eran legales. De repente los Johannes volvieron a insistir en confabularse con empresas Wayne y dicha insistencia era anormal. Bruce era paranoico pero no en balde.

            Tras no encontrar nada sospechoso, se fue… y cuando regresaba a su casa la luz verde que identificaba a los linternas de la tierra le atrapo cuando volaba entre los edificios. Ni se molestó en preguntar quién era, el aroma Alfa de Hall se percibía y muy enojado, debía de aclarar. Lo que confirmo cuando Hall lo arrojo sin miramientos al cielo, arriba, arriba y más arriba, a una altura que consideraba ni un murciélago podría burlar.

 

-Tiempo, lamparita – Saludo con su jocosidad habitual - ¿Sabes? Los tuyos tienen una manía por reventarme la paciencia ¿Es de familia o cosa de Linternas? – Hall no ocupo más. Cuando olio a Jason en su hijo por una fracción de segundo, estuvo tentado en preguntarle sobre el asunto pero como estaban de misión, lo dejo para otra ocasión… ahora con Kyle desaparecido, el que Jason Tood se burlara, no ayudaba  a sus rotos nervios.

 

            Expandió la esfera y se metió en ella. De esa forma podrían hablar un poco más y golpearlo más fácil si la cosa se necesitaba.

 

-Kyle llevaba un prisionero importante – Jason supo que hablaba de su hijo, del lindo Omega que le metió una paliza un día y al que reacciono muy bien, pero es que nadie podría culparle, el olor de Kyle era delicioso. Se limitó a asentir. Por primera vez confiaría en un consejo dado por Superman. Hall no apreciaría ese dato sobre su hijo – No llego a Oa. El prisionero era un lugarteniente del Alfa de tu hermano.

 

-Me interrogas pero no sé de qué me hablas – Comento – Campanita me dijo que me mantendría informado pero no he sabido nada desde el día que lo atraparon. Confié en él.

 

            Hall maldijo por todo lo alto y descuido su concentración. Jason cayó al suelo, precipitándose sin forma de parar.

 

-¡Imbécil! – Llamo – Si me matas ten por seguro que Bats pateara tu respingado culo de Alfa estrecho.

 

            Jordan estuvo muy tentado a dejar morir al lengua floja del cachorro. Menudo Alfa se cargaba Bruce. Era increíble que siendo un Omega, Bruce pudiera imponerse sobre un Alfa tan brioso y criarlo con la ferocidad de un líder. Bueno, Bruce no era un Omega ordinario. Era irónico.

            Ellos eran los más fuertes en la galaxia. En la Liga, se suponía que los Alfas comandaban, pero, temían que un buen día Bats los derrumbara como sabían podría hacer. Nadie era más terrorífico que Batman, más inteligente que Batman y sobretodo, sádico consigo mismo. Batman los ponía a todos en su lugar… Con la excepción de Diana que seguía sin comprender que era mejor no tocar lo que le pertenecía a Superman y menos por despecho.

 

-Para ser un cachorro eres muy mal hablado.

 

-Conoce al pequeño Demonio, ese si es un mal hablado… con lengua de enciclopedia – Y Damian era de esos críos que insultaban con palabras rebuscadas y sin majaderías del vulgo. Algo que enorgullecía a su pequeño corazón de grinch – Bueno, lamparita, no puedo ayudarte con el paradero del Omega apetitoso pero la Campanita debe de estar muy lejos de aquí – Hall ignoro convenientemente la forma en que se refería a Kyle – Veras, tengo una teoría.

 

-Ilústrame.

 

-Este Alfa tiene que volver por mi hermano – Aunque mal le sentara, lo entendía. Él mismo era un Alfa y nunca de los nunca abandonaría a uno de los suyos. Mucho menos si dicho deseo fuera un Omega recién madurado y marcado. Era orgullo. Llenar un harén y decir que tenías Omegas a tu disposición y aparte a tu Destino era la gloria… ningún Alfa lo rechazaría – Regresara y entonces, con mi ayuda, capturaremos al que venga y esta vez, no se los dejare para que la caguen. Ese desgraciado tocó a mi familia, se atrevió a hacernos daño, voy a desgraciarle.

 

            Hall materializo un guante de box y golpeo a Jason.

 

-Me siento mejor – Y es que no le gustaba que ese Alfa estuviera tan cerca de su hijo.

 

-No tenías que hacerlo – Se quejó pero Hall Jordan ya no estaba - ¿Seguro que no somos parientes? Desaparecemos igual.

 

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            En Star City las cosas no le iban mejor a Roy. Se encontraba con Sylas Stone para que terminara de sacarle sangre y exponerlo a unas pruebas rigurosas de neurotransmisores con partículas aceleradoras únicamente expuestas a una zona. Aquello delimitaba la zona cero y permitía tener control sobre qué tan viejo se quería hacer un organismo.

            En este particular caso, Le Proteo era un tratamiento para madurar las células y órganos de manera interna. Se había detectado en Roy una parálisis de la maduración sexual. Sus órganos jamás estarían listos para dar vida y lo demostraban liberando hormonas que los Alfas detectaban y se veían disuadidos de copular con Roy para formar un lazo. La teoría apoyaba la creencia de que el Destino no se podía desarrollar de esa manera, pues el Alfa negaría naturalmente la unión.

            Oliver no quería eso para su muchacho.

 

-Las pruebas en humanos arrojaron datos seguros – Siguió diciendo Sylas a Oliver, que veía apenado a su hijo. Detrás del cristal, Oliver sólo podía imaginar lo que tenía que estar sufriendo su bebé para no arrojar todo al carajo y mentarles la madre como solía hacerlo – Por supuesto que me gustaría que Roy permaneciera limpio pero vemos que no es algo que se pueda hacer.

 

-No me vea así, doc, hago lo que puedo – Y no mentía pero cuidar las adicciones de Roy era un trabajo de tiempo completo que no podía hacer. Con la Liga y su empresa, luego su propia vida, Roy tenía que luchar por encontrar suficientes huecos para recibir un saludo y Oliver lo sabía – No compro nada… los chicos me lo hubiesen dicho.

 

-La cantidad es menor – Afirmo Stone – Pero afecta al tratamiento. Sé que es tarde para preguntarlo y es que desde un principio, la cosa se veía a leguas, pero, debo de investigar… ¿Cuestiono a su hijo si es que esto es lo que quiere? – Oliver lo miro, como si fuera una de sus flechas explosivas y que no explotaba – Si, eso, ya sabe… Todos damos por hecho que un Omega debe de parir, debe de ser fértil para ser un Omega, de hecho, si no fuera por ello, Roy sería un Beta…¿Tiene algo de malo que su hijo sea Beta?

 

-¡No!

 

-He hablado con Moira y la mujer es un dolor de cabeza, puede ser muy terca y hasta dolorosa y por los medios de comunicación y entretenimiento sé que su relación con Roy no es la mejor, de hecho, creo que Roy ha aceptado someterse al tratamiento para no defraudarlo a usted enfrente de su madre.

 

-¡Claro que no! – Se burló – Roy es el chico más desconsiderado y egoísta en la vida – Sylas hizo una mueca – Sabría si ese fuera el caso.

 

-Yo sólo digo, señor Queen – Oliver trago duro – Que ambos somos padres que no debieron ser padres y estamos a tiempo de corregirlo.  

 

-¿Matando a nuestros hijos? – Se volvió con furia hacia el entrometido doctor – Yo no fui quien desconoció a su hijo hasta que consiguió ser una especie de mutante alienígena y tuvo un lugar en la Liga de la Justicia – Sylas gruño. Ambos Alfas no permitirían que alguien les dijese como criar a sus crías, no era de un Alfa que se hiciera respetar. – Hemos terminado, Sylas. No quiero que le metas ideas raras a mi hijo.

 

-¿Ahora es tu hijo? – Oliver sintió el deseo de romperle el cuello a ese fantoche de cerebro súper desarrollado – Curioso, supe que le reventaste…

 

            Oliver olvido que estaba en Laboratorios Star y que tenía que guardar la compostura de Alfa de negocios. Se abalanzo contra el hombre, aun reteniendo su propia fuerza. Por sobre los demás Alfas que estaban midiendo los datos y pululando por allí, él seguía siendo fuerte por sobre la norma. Un requisito si es que se quería mantener el pellejo en la vida vigilante.

            Oliver no abusaba del resto pese a que podía hacerlo. Parte de su responsabilidad era mantener a raya a tipos como Barry o Hall, que podían olvidar con facilidad quienes eran y que podían hacer. Aceptaba que no podía contra Superman o Bruce, pero, de que lo intentaría lo haría… con ellos sin medirse, sin contenerse.

            ¿Alfas cuidando de Alfas?

            Era respeto por la vida y no por la casta.

            Roy se quitó sus sensores y se puso la bata bien, dejo la ropa en su loker en el laboratorio y corrió para la otra dirección. No quería lidiar con Oliver enojado, siempre estaba de peor humor cuando se liaba a ostias.

            La gente se le quedaba mirando y cuando el viento le lazaba la bata, algunos Alfas chiflaban a sus tostadas nalgas torneadas e infladas, a las que más de uno toco y se llevó el premio de sentir su olor pero que no iban más allá. Si Roy no se ofrecía directamente, nadie le tomaba. Gustaban de incomodarlo, intimidarlo y eso pero veían como una pérdida de tiempo el acostarse con él ya que no había forma de preñarlo.

            A consecuencia de ello, Roy lidiaba con Alfas rudos que tomaban su placer y le ignoraban en su mayoría. Era como un requisito con él. El “Hola, Roy, quiero ser tu amigo” era de inmediato un “Follaremos esclavo y pobre de ti si te quejas”…o al menos, de antemano sabía que le harían daño.

            Se sentó en la silla del parque y prendió un cigarro. Nunca dejaba su siempre práctica bolsilla de brazo. Era útil para esconder rastreadores y vicios.

 

-Vengo aquí para escapar de ti – Roy quiso chillar de pura frustración. Reconocería esa voz en el infierno… Moira le estaba viendo como si fuera un perro sarnoso que ensucio su tapete de bienvenida en el pórtico de su lujosa mansión… no, un momento: si era el perro sarnoso que le destrozo el tapete – Y me encuentro contigo, en lugar menos esperado. Pensé que estarías con Oli en esos laboratorios, intentando hacerte decente.

 

-Y yo me hacía a la idea de que estabas en el geriátrico, pero pues ya vez, querida abuela, no todo lo que creemos pasa – Moira le abofeteo y Roy no pudo esquivarla. El guardaespaldas de la Alfa fingió no ver, así si el amo Oliver le preguntaba no tenía que mentir.

 

            Moira lo detesto desde que Oliver trajera en brazos a ese fenómeno pelirrojo. Lo había recogido de la calle una buena noche y sin preguntarle nada, había dado al mocoso su apellido… (El de su marido Omega, quien era el que tenía las empresas a su nombre) y echo heredero con una sonrisa. De hecho, él mismo Oliver baño al mocosito y lo vistió, durmieron juntos la primera semana y lo inscribió a una buena escuela con un programa avanzado en ciencias aplicadas. Le había dado todo para que al final, el muy parasito no pudiera devolverle la inversión… era tan inútil que ni servía como Omega.

            Al principio, No había echo nada más que dejar en claro su desacuerdo y se lo hacía ver al enano ese que intentaba llevarse bien con ella. Cuando Oliver no estaba, Moira encerraba a Roy en su cuarto y solía intimidarlo con su propia presencia… con el tiempo, la cosa ya no pudo ser, pues Roy creció y si bien, no era un Omega decente, si era una persona que dejo de temerle y se le ponía al tú por tú.

           

-Te espero para la cena, Harper – Moira lo llamaba con el apellido para hacerle ver que eran diferentes y Roy, enfrente de Moira no podía más que estar orgulloso por no tener su sangre – Hoy tendremos invitados. He hablado con un viejo amigo que me aseguro que su hijo está interesado en conocerte. Dice que tu fama le gusta – Arrugo la nariz. A Roy le sorprendió que lo hiciera. La anciana evitaba hasta reír para no tener arrugas – A saber que fama, Harper. Pero, no dejaré que tu inutilidad manche a mi hijo – Y allí estaba, el as con el que Moira conseguía manejar a Roy – Ponte algo lindo. Vámonos, Rolando.

 

            El hombre disimuladamente le paso un pañuelo al Omega y siguió a su jefa.

            Roy hizo trizas esa condescendencia, esa lástima… el pañuelo blanco con las iniciales del tipo terminaron en el bote de basura. Uso su brazo para limpiarse la sangre de la nariz. Moira golpeaba fuerte pero no más que los villanos de la ciudad… o que Oliver.

            Con gracia… se puso en pie, y se fijó cual era la ruta más corta para ir a conseguir sus caramelos. No traía dinero encima pero eso nunca fue problema.

 

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.

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            Dick se estaba muriendo de aburrimiento. Timy estaba enojado por alguna razón y no salía de su habitación. Jason siempre se iba de misión y no quería compañía, para él que le ocultaba algo. Dami estaba “perdido” y su padre estaba de viaje de celo en alguna montaña con el señor Kent, disfrutando de traumatizar a algunos otros con lo ruidosos que podían llegar a ser.

            Tenía curiosidad. Superman volaba y tenía una fuerza que no competía con la de nadie y su padre, bueno, sus piernas no se quedaban atrás… ¿Se lo habrán montado mientras volaban? Si, muy alto donde nadie les veria ni escucharía, con la mejor vista panorámica que se pudiera ofrecer en primera fila…

            La sangre se le calentó de imaginar el viento frio colarse entre las nalgas y de falsificar lo lleno que se debería de sentir y pronto, Dick, aprovechándose de que nadie estaba cerca, se llevó su mano enfebrecida y seca a su despierto eje, que exigía atención y liberación. Las punzadas de deseo palpitaban en su apretado anillo, que se contraía a cada caricia en el pene, rítmicamente, haciéndole doblar sobre su espalda y jalar hacia atrás sus piernas, ponerlas a los costados de su cabeza para que sus dedos encontraran la forma de llenarle.

            Jadeaba y no tenía nombre que gritar. Ninguno de sus amantes consiguieron una segunda cita y menos que les recordara. Ellos sólo eran simples juguetes de carne que le satisfacían en sus calores y se llenaban de ego cuando Richard Wayne los señalaba y los invitaba, moviendo las caderas y les convencía con sus rojos e hinchados labios sobre sus penes gordos o largos, algunos demasiados pequeños pero que compensaban de otra forma el que no le penetraran con sus carne venosa porque no podían. Sus pláticas eran sexo, placer, sexo y a la mitad, siempre se imaginaba a alguien más.

            No tenía un nombre por el que clamar.

            No gozaba de unos ojos que amar.

            Nada.

            Por eso gemía, babeaba y se restregaba cuanto podía. Porque debía de disfrutar de ese Alfa que le montaba y le enseñaba los colmillos, siempre prometiéndole reclamarlo y siempre abandonándole al término del celo.

            Jadeo de nueva cuenta cuando sus dedos tocaron su pequeño bultito, su saco mágico que le hacía ver estrellas y siguió, moviendo en círculos sus dedos, apenas acariciando, sin mucha fuerza, sin meter ni sacer sus falanges, sino dejándolas allí, acariciando y volviéndole loco.

            Rodo sin ser consiente, y elevo las caderas, puso sus pies sobre el sillón y continúo.

            Lento e intenso, haciéndole doler la cabeza y confiando en que era momentáneo. Le dolían las muñecas por la tensión y el placer, sus muslos sudados le incitaban a arremeter con fuerza sobre alguna superficie, Dick luchaba contra el deseo de algo grueso llenándole y golpeándole, prefirió estar sobándose, diferente forma, mismo placer.

            Termino laxo, aspirando con fuerza, casi desmayado con su vientre pegajoso y sus nalgas no en mejores condiciones. Satisfecho y feliz, echo un desastre.

            Sus dedos, brillosos y lubricados, apetitosos y lascivos… tentadores, se los llevo a la boca, chupándolos, probándose. Era un gusto adquirido. Si lamia a otros y ocasionalmente tenía que soportar sus espermas, sus jugos se lucían una mejor opción, más razonable, mejores. No eran dulces, tampoco salados, eran amargos pero no desagradables. Su néctar era fuerte como se sabía era.

            Dejo limpia su mano y con desagrado, se puso en pie.

           

-Amo Richard, quiero que de ahora en adelante deje sus asuntos privados en su recamara – Reclamo Alfred caminando detrás del sofá. Dick casi se cuelga de la araña – No tuve que ver nada para oler lo que hizo – Dick se sonrojo y cerro el cierre de sus pantalones que seguía abajo. Al arque su ceja – No se preocupe, joven amo. No es el primer Omega que pesco.

 

-¿Bruce?

 

-Y al joven amo Timothy – Dick se sintió mejor – El señor Bruce no era muy discreto y prefería la cocina y a mi tarta de carne en el horno para sus excentricidades. El olor lo calmaba y dejaba hacer – Dick no volvería a ver a su padre de la misma manera – Joven amo sepa que los niños encuentran sus formas para masturbarse. Algunas omegas esconden su pie debajo de la falda y se sientan sobre él, lo hacen a la mitad de la clase y enfrente de sus maestras de párvulo. Me alegra saber que alguien es honesto consigo mismo en esta familia.

 

-¿Qué puedo decir, Al? – Agradecía lo abierto que era el Beta, conseguía que algo tan vergonzoso fuera una anécdota más del día – No hay como hacerte el amor.

 

            Alfred asintió.

 

-Bueno ¿Me acompaña a preparar la comida? Si no tiene mejores planes, claro… aún hay muchos juguetes en sus cajas para el próximo celo que estoy  seguro puede encontrar el uso.

 

-¡Al!

 

-No hay secretos en esta mansión que desconozca, amo Richard.

 

-Pues yo tengo un secreto que no puedes descubrir – Presumió y picado por la pulla, Alfred le dejo pasar a su cocina en donde la mancha de cátsup seguía en el suelo. Ya le jalaría las orejas al amo Jason cuando regresara.

 

-Tiene visiones de su Destino Alfa.

 

            Dick lo miro indignado. Se suponía que eso era secreto. Ni él supo de que iba la cosa sino hasta que descarto el envenenamiento y la esquizofrenia como resultados.

 

-Habla en sueños, amo Richard – Le concedió algo de paz. – Y el amo Bruce y yo solemos pasearnos a sus habitaciones para asegurarnos que nada les falte.

 

-¿Padre también? ¿Y porque nadie me ha dicho nada?

 

-Porque ahora es nuestro secreto, amo Richard. – Dick inflo los mofletes, seguro de que ninguno de los dos le soltarían prenda – Ahora, páseme la docena de huevos que hay en el refrigerador, si es tan amable.

Notas finales:

¡Puf! Richard, en tu cara. Ajajaja… ¿Quién imaginan es el Destino de nuestro primer Robin? Será alguien pequeño, mayor, está cerca o muy lejano… tienes una idea? Dímela… igual y tengas razón.

 

 

 

 


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