Creo que algunas veces hablo de más.
Después de haber escuchado esas palabras por parte de Ritsu yo… no supe qué hacer o qué decirle. En verdad era algo que no me esperaba escuchar y eso me hizo darme cuenta de lo malo que estaba siendo al llevar la relación que teníamos hasta ese punto, uno en el que él se sintiera tan poco importante para mí que incluso llegara a pensar que yo llegaría a odiarlo por lo que sucedió. Pero de ser así ¿Qué impresión tenía sobre mí? ¿Podría creer que soy ese tipo de persona? Bueno, no es que le diera razones para que creyera lo contrario, pero sin duda alguna encontraría la manera de dejar en claro las cosas.
Hasta ese momento había dejado que todo pasara con calma, permitiendo que otras personas se encargaran de solucionar los problemas que me pertenecían a mí y no me importaba en lo absoluto: no me había importado que mis padres me dejaran solo, que se deshicieran de Sorata, que me sacaran de mi casa, que me trajeran aquí y me encerraran de la manera en la que lo estaban haciendo, que me limitaran a salir y a hacer otras actividades, que no me dejaran llevar mi vida como lo hacía antes, que no me dejaran estar junto a Ritsu…
Sí, sin duda ahora tenía otras prioridades. Con esto me di cuenta de que eso que dicen sobre que las cosas prohibidas son las mas tentadoras no estaba del todo alejado de la realidad: la verdad era que si en un principio no me importaba lo suficiente o no había terminado de comprender lo que pasaba, ahora ya lo estaba haciendo y no permitiría que me alejaran de lo que ahora eran mis prioridades, de las cuales la principal era ese chico de ojos verdes del que me había enamorado desde un principio y que hasta ahora podía confirmarlo.
Entendí por fin que había estado actuando como un cobarde y que debía solucionar las cosas por mí para ver por el bienestar de la que ahora sería mi familia; porque eso era, desde que Ritsu había quedado en cinta había comenzado a formar mi nueva familia, pero dependía de mí que eso se hiciera realidad o que terminara en lo más profundo de una pesadilla.
Dejé que él pensara que en verdad estaba dormido y esperé hasta que también comenzara a descansar para que así pudiera salir sin ningún impedimento ni duda. Ya lo había decidido.
Salí de su habitación sin hacer ruido y me dirigí a la entrada: iría a la Editorial Onodera y hablaría directamente con su padre. Le diría que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para obtener su aprobación y poder salir adelante por mi cuenta, que aceptaba de manera seria la responsabilidad de ser padre y que daría todo de mí para poder criar a mi hijo de una manera mejor que cualquier otro padre que ya estuviera en edad. No sería sencillo, pero yo lo lograría porque sabía que podía hacerlo. Nunca prometo nada que no haré.
Nadie estaba a mi alrededor y no es que tratara de pasar desapercibido, pero de alguna manera así estaba resultando. Tomé la perilla de la puerta para salir al jardín y posteriormente salir de la casa pero simultáneamente una mano me detuvo por encima de mi hombro. Giré y vi a la madre de Ritsu deteniéndome, mirándome de esa manera suya igual que el día en que la conocí.
-No quieras causar más problemas de los que ya has causado- me dijo y se dio la vuelta
Si se hubiera tratado de cualquier otra persona me hubiera encargado de que nunca más se volviera a meter en mis asuntos pero siendo quien era y debido a la posición en la que me encontraba decidí pasarlo por alto.
Dude por un momento ¿Acaso en verdad sabía que era lo que quería? Si había fijado mis prioridades… ¿Cuál era mi prioridad en este momento?
Regresé a mi habitación donde Sorata me esperaba y me tiré sobre la cama después de haber perdido el valor que había ganado ¿Por qué me detuve? Ni yo mismo lo sé.
Desde esa ocasión comencé a actuar de manera diferente. Me sentía limitado y fastidiado de todo, en especial porque aun me impedían ver a Ritsu y no había podido actuar sobre su padre para exigirle un cambio en el acuerdo del cual no fui informado sino hasta el momento.
Realmente no tenía ni idea de que yo podría llegar a actuar de esa manera y eso me molestaba mucho.
Sin embargo yo mismo me buscaba esas cosas. Quizá para hacerme sentir de una manera diferente en cuanto a lo que de verdad quería o quizá era una llamada desesperada de ayuda, pero fuera cual fuera la razón me daba igual… y por eso me molestaba, me molestaba la indiferencia que yo mismo mostraba.
Comencé a creer que perdería la cabeza, que llegaría a un punto en el que ni yo mismo podría salvarme… esta vez no. Levantarme cada día era un pesar terrible y no mejoraba conforme avanzaba el día, sino que incluso podría jurar que empeoraba. Mientas mas indiferente fuera con los demás mejor me sentía, al menos más tranquilo pero ahora que nadie me dirigía la palabra, en lugar de “desquitarme” con alguien más me reservaba eso y poco a poco me consumía más y más.
Pero un día desperté en verdad, aunque sentí que fue tarde.
Desperté en el momento en el que caí en la cuenta de que todos los días estaba asistiendo solo a la escuela… más o menos una semana después de que me encontré con su madre.
¡Una semana! ¡Una semana perdida! ¡Totalmente desperdiciada! Una semana en la que solo me sentí miserable y en la que yo mismo me daba lastima ¿Qué demonios sucedía conmigo? ¿Acaso en verdad dejaría de ser quien era? Pero si lo hacía… ¿Por quién lo haría?