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MEMORIES por Sakurako

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Notas del capitulo:

Hola. 

Aquí sigo. 

Había querido actualizar antes de navidad, pero siempre al algo que sale mal. 

En fin, espero que este capítulo les guste. 

Disfrútenlo. 

TERCERA PARTE

 

Diciembre.

Al acercarse navidad la melancolía lo invade todo. Ahora más que nunca Hyde piensa en su madre, Mizuki (Era una de las fechas favoritas de Mizuki, aunque siempre lo negara). Y un sentimiento de culpa comienza a surgir cuando esos pensamientos se desvían a seiscientos kilómetros de allí, hasta una casa muy pequeña, con una cocina aún más pequeña donde una mujer sentada a la mesa observando la única fotografía que tiene de la única familia que jamás conoció; en una revista con un artículo sobre los trabajos de HYDE.

-… ¿tú qué dices Doiha? ¿Doiha? ¿Hyde?

-¿Qué? Lo siento Tetchan, sí está bien, lo que creas conveniente, está bien para mí.

-Hyde, ni siquiera estás escuchándome.

-Lo siento. Es que enserio no creo que este sea un buen momento para hablar de eso.

-¿Buen momento? Hyde, llevamos aquí dos meses, creo que deberíamos pensar seriamente en lo que vamos a hacer. Es decir, no podemos quedarnos para siempre en la casa de Hiroki-san.

-¿Por qué no?

-¿Es eso lo que quieres, quedarte aquí?

Hyde dudó un momento. –No lo sé…

-Doiha…

-Quiero verla.

-¿Verla?

-A Nagisa-san. Me acompañas, ¿verdad?

-Hyde, no cambies el tema, ¿quieres?

-¿No quieres venir?

-Claro que voy contigo.- suspiró pesadamente, se dio por vencido.

Tetsuya se levantó de su lugar y caminó hacia la puerta pero antes de poder tomar el picaporte, Hyde volvió a hablar.

-¿Tetchan?- Tetsu se volvió en su lugar y respondió con un “hum”. –Masahiro me llamó; galerías en Tokio, Osaka y Hokaido quieren una exposición mía. Al parecer también una galería de Francia y otra en Nueva York se han comunicado con él. Me dijo algo sobre que habían quedado impresionados con los murales de los hoteles, ya sabes cuáles…

-¿Es eso lo que ha estado molestándote?- Ahora sí Tetsu volvió a su lugar, sentándose en la vera de la cama, mientras Hyde seguía sentado en el pequeño sillón con un libro en las manos, pero sin leer nada, sólo mirando atento la portada.

-Esos hoteles son de Camui…

-Lo sé, Doiha.

-¿Crees que tiene algo que ver?

-Él no era el único accionista. Y no creo que tenga nada que ver con las galerías. Pero si te deja más tranquilo le pediré a Masahiro-san que investigue un poco. ¿Por qué no viajas a esos lugares y hablas con ellos personalmente? Masahiro-san podría acompañarte. Debería acompañarte, es tu agente. Además creo que distraerte te vendría bien.

-Tal vez acepte. Estas últimas semanas he tenido muchas ganas de pintar otra vez.

-Eso es genial.

Con eso, Tetsu dio por terminada la charla, pero aun así no se movió de su lugar, se quedó sentado observando a Hyde, admirándolo, de hecho. Hyde lucía joven con el cabello ligeramente largo y de nuevo oscuro, y esa mirada melancólica sí que le iba bien. Tetsu detuvo el rumbo de sus pensamientos, este no era el momento para esas cosas, ¿o sí?...

-Hace unas semanas me llegó esta carta.- Hyde sacó la carta de entre el libro que sostenía y se la tendió a Tetsu, sacándolo de su diatriba interna.

-¿De quién es?- preguntó al tomarla pero Hyde no le respondió, él mismo pudo ver el remitente. -¿Gackt Camui? Y Ahora que quiere ese imbécil… ¡Espera! ¿Es por eso que sacaste el tema de la exposición? ¿Por eso esta estúpida carta?- masculló mientras habría el sobre y sacaba la hoja con creciente enojo. Miró a Hyde pidiéndole permiso para leerla y este asintió. Vagó la mirada línea tras línea, frunciendo el ceño y negando con cierto escepticismo. -¿Crees que lo que dice aquí es cierto?- Hyde no respondió. Volvió la mirada al libro ahora “vacío”. -Hyde, esto puede ser sólo una burla de ese tipo.

-Necesito saber si es verdad…

-Hyde…- Hyde le retuvo la mirada pero ninguno de los dos dijo nada más.

*******

El timbre resonó en la oscuridad del departamento. Sakurai, como casi todas noches, estaba sentado en su sofá favorito junto al ventanal con las luces apagadas, perdido entre sus pensamientos y las luces fuera del ventanal.

El timbre volvió a sonar. Esta vez se levantó del sofá con pesadez. Fue hasta la puerta y al abrirla estuvo a punto de caer de espaldas por la sorpresa.

-Hyde…

-Hola Sakurai.

-No creí que volvería a verte.

-Tampoco yo.

Ambos se quedaron en silencio, de pie uno de cada lado de la puerta. Hyde había llegado ahí solo a pesar de que Tetsuya casi le había rogado que le dejara acompañarle, él se negó argumentando que debía hacer esto por sí mismo.

-¿Puedo pasar?

Sakurai dudó un poco. Al final se apartó de la puerta.

-Sí, por supuesto. ¿Cómo has estado?

-¿Cómo crees?

-Lo siento. No fue una pregunta muy inteligente.

Hyde se quedó mirándolo un momento. Hacía años que le conocía y nunca había notado los pómulos tan parecidos a los suyos. O el cabello tan negro, o la piel tan pálida. Compartía algunos rasgos con Nagisa, los ojos eran tan parecidos, pero si se fijaban bien, los rasgos de Sakurai eran más pronunciados. Tragó saliva con dificultad. No había pensado en lo difícil que sería esto.

-Intenté llamarte pero no creí que quisieras hablar conmigo. Quiero decir, por la forma en que huiste de mi coche aquella noche…

-Sakurai…- le cortó con premura, no queriendo escuchar más acerca de esa noche. Pero tuvo miedo de preguntar directamente así que no cambió el tema. -Necesito saber qué pasó esa noche exactamente.

-Hyde, yo no…

-No soy idiota. Sé que tú tuviste algo que ver, y es eso lo que no comprendo. Creí que éramos amigos.

-Yo no…

-La verdad, Sakurai. Quiero la verdad.

-La verdad es que… tú… yo…-No podía decirlo, sonaba ridículo, NO, sonaba perverso, “me gustabas, sí me gustabas pero desde que supe que eras mi hijo, yo… No, en realidad yo quería acostarme contigo así que Camui y yo ideamos un plan para drogarte y así poder…” ¡eso es: Camui! -mejor dicho, Camui y yo…

-Lo que en realidad quiero saber es… ¿Por qué Tetchan? ¿Por qué amenazaron a su familia?

La garganta de Atsushi se había secado de repente. Comenzaba a ponerse nervioso, de verdad muy nervioso.

-Lo siento, Hyde.

-¿Por qué?

Era obvio que a Sakurai le estaba costando mucho hablar, sincerarse con él, no sin sentirse un verdadero miserable.

-Era… necesario para apartarlo de ti.- dijo con pesar en la voz. Sakurai escondió el rostro entre sus manos. Caminó hasta el recibidor y se sentó en el sillón de dos plazas. Hyde lo siguió y se sentó frente a él, en el sillón de tres plazas. Y agregó antes de lanzar un profundo suspiro: -Realmente lo lamento, no sabes cuánto. Te hice, te hicimos daño y yo jamás voy a perdonármelo, Hide.

A Hyde le estremeció que le llamara Hide y no Hyde, Sakurai jamás le había llamado así. Además la forma en que lo había dicho era… simplemente extraña. En ese momento Hyde sintió una apremiante necesidad de salir corriendo de ese lugar. ¿A caso lo sabía? ¿Desde hace cuánto? ¿De verdad creía que era tan idiota? Se horrorizó ante la idea, ¿Estaba consciente de que era su hijo mientras lo cortejaba?

-Creo que fue una mala idea venir aquí, lo siento.- dijo y se puso en pie y comenzó a avanzar hacia la puerta principal.

-Hyde, espera…

En su carrera hacia la salida, Hyde chocó con el tocadiscos y dos discos salieron volando: John Coltrane y uno más de King Curtis. La mirada de Hyde se perdió en la negrura del acetato.

-Así que de verdad te gusta el Jaz, ¿eh?- preguntó sin más, fuera de sí.

-S-sí.

Sakurai se inclinó para levantar los discos y se sintió incómodo con la repentina reacción del pintor. No entendía a qué venía eso, o tal vez sí, pero tampoco quería admitirlo. Hyde se notaba algo perturbado. 

-Humm…. Y yo que creí que sólo lo habías dicho para poder acostarte conmigo…- lanzó una risilla agria, pero lo había dicho con una seriedad, una frialdad aterradora.

-No, claro que no, Hyde yo no... A mi me gusta el Rock, el Jaz y también… el blus…- la última palabra fue apenas un susurro, pero Hyde le escuchó perfectamente.

-“El blus...”- repitió. Su voz llena de entendimiento. No había ironía en ellas o molestia, sólo… entendimiento.

Atsushi lo miró casi horrorizado, Hyde lo sabía. Lo sabía todo.

-Hyde, no entiendo qué…

-¿Hace cuánto que lo sabes?- le interrumpió Hyde manteniendo el tono.

-Hyde, yo…- su instinto fue dar un paso hacia él, pero su cuerpo hizo lo contrario, retrocedió dos pasos. Hyde lanzó un bufido, no de burla, más bien de incredulidad. Había vuelto a llamarlo Hyde y no Hide.

-No tengas miedo. No es como si viniera a pedir que me reconocieras o algo así. No. ¿Sabes? Tengo un padre, uno que de verdad me ama. Y no porque quiera acostarse conmigo…

-¡Por favor, no digas eso!

-¿Qué? ¿Que querías acostarte conmigo? ¿Por qué? ¿No es verdad? ¿Te apena admitirlo?

-Yo no sabía…

-Y supongo que eso justifica todo el daño que hiciste.

-No, claro que no.

Hubo un silencio largo, tenso. Un silencio vacío y ensordecedor.

-Hyde, Nagisa nunca…

-¿Qué? ¿Nunca te dijo que estaba esperándome? Mientes. Tú lo sabías.

Sakurai se había quedado sin palabras. Qué debía decir o hacer…

-No te preocupes. No vine a reclamar nada, yo sólo…- lanzó una risa irónica y sin pisca de humor.  

-Quieres repuestas. Es comprensible.- Y de la nada volvía a ser el Atsushi Sakurai de siempre. El hombre fuerte, confiado, superior a cualquiera. El hombre al que la diferencia de edades la convertía en ventaja. Lleno de toda la experiencia. Y Hyde sintió un escalofrío al pensar que ese hombre era su padre biológico.

-No Sakurai, no quiero respuestas. Al menos, no de ti.- Y así como una broma de mal gusto, ahora era Hyde quien se erguía con toda esa arrogancia y dureza propia de los Takarai. –En realidad sólo vine a restregarte en la cara, a burlarme de tus tendencias incestuosas. ¡Mírame Atsushi! ¡Mírame!- Sakurai había apartado la mirada, incómodo. –Mírame bien porque esta será la última vez que nos veamos.

Y entonces sí se giró y siguió su camino. Sin volverse, sin más.

 

********************************************************************************

 

Diciembre.

El lugar parecía de locos. Yuudai corría de un lado a otro llevando adornos de navidad, iba de aquí para allá con el pequeño perrito detrás de él, era más bien gracioso. Yukihiro, como casi todas las tardes, se encontraba sentado en su sofá favorito intentado leer su libro favorito, ese que leía cada navidad de que era niño. Pero hoy no parecía tener caso, había releído el mismo párrafo seis veces, pero el ruido que un solo niño hacía realmente le distraía. Para ser justos entre Yuudai y el perro parecían haber al menos cinco decenas de niños en ese lugar. Yuki se dio por vencido, cerró el libro y se puso de pie.

-Yuudai-chan, ¿qué haces?

-Nada, papá.- respondió con una voz despichada.

-¿Dónde está Iván?

-Mmmm….

-Yuu…?

-Papáááááá… es que es navidad y tengo que vestir a Iván de Rodolfo y no se deja!!- se quejó.

-¿Rodolfo?

-Ajá…- y el perrito salió de detrás de él retorciéndose e intentando quitarse la nariz roja que el niño le había puesto. Yuki rio ligeramente.

Se quedó mirando al pequeño; Yuudai perseguía al pobre perro por el pasillo, astas en mano, intentando ponérselas, Yukihiro miró en el sofá y ahí había todo un traje para su mascota. No pudo evitar reír de nuevo. Ser parte de la vida de Yuudai, el sólo hecho de compartir espacio le hacía sentirse afortunado y en el fondo un poco nervioso. Tenía una gran responsabilidad, ¿apenas se daba cuenta? Quería que Yuudai tuviera todo lo que él no tuvo. Ese niño se merecía todo. Y sus pensamientos se desviaron inevitablemente, Yuudai se merecía un abuelo, ¿no? pero para eso estaban los padres de Ken, ¿verdad? ¿Y si su padre era sincero? Imposible, ese hombre… ese hombre… ¡Maldición! Tal vez era sincero y les estaba robando una oportunidad a ambos. Suspiró pesadamente.

-Yuu-chan, deja ese pobre animal en paz!!!- Ken entró en la habitación justo a tiempo para ver cómo Iván el terrible era vencido por un niño de ocho años, y ridiculizado con un traje para perros de “Rodolfo el reno”. –¿Yuki, ya viste lo que Yuuchan le está haciendo a ese pobre perro?

-Ken, ¿te molesta si salgo a tomar un poco de aire?

-¿Sólo? ¿No preferirías que te acompañe?

-Ken…

-Sólo preguntaba, vete. Toma todo el aire que necesites. Ya me encargo de todo aquí.

Yukihiro se acercó para besarlo a modo de despedida. Y luego pasó por un lado del pequeño y le revolvió el cabello antes de dirigirse a la puerta principal. Ken no le despegó la vista hasta que este cruzó la puerta, estaba preocupado, pero había decido que si Yukihiro no le decía nada él no le obligaría a hablar, esperaría hasta que estuviera listo.

*******

El viento comenzaba a helar y de repente la idea de un café caliente con tres cucharadas de azúcar empezaba a sonar más que bien. Siguió caminando, llegó hasta aquél parque donde él y Hyde solían ir a jugar, a donde Aoyagi-san los llevaba a escondidas de su padre. Frente a ese parque había una pequeña pastelería, sabía que ahí vendían té de azucenas porque era lo único que Aoyagi-san tomaba mientras los vigilaba, y su favorito. Al cruzar la puerta se vio a sí mismo entrando de la mano de Izumi pidiéndole que le comparara una rebanada de pastel de chocolate, bueno dos, porque de seguro Hide querría también. Y por un momento pudo ver la sonrisa amplia de la señora y un sentimiento cálido lo invadió.

-Bienvenido, señor. ¿En qué puedo servirle?- saludó la chica detrás del mostrador. Yukihiro la miró un momento y luego llegó a la conclusión de que debía ser la hija de la dueña del lugar, se parecía mucho a la mujer que solía despacharlos en su niñez.

-Gracias. Quisiera un café grande con tres de azúcar y una rebanada de pastel de chocolate, por favor.- escogió.

-Enseguida.- dijo la chica y fue atrás, a la cocina, pensó Yuki.

-¿Yuki-san?

La voz sonó tan familiar…

-Nao, hola, ¿qué haces aquí?

-Mamá solía venir aquí muy a menudo. Creo que vengo más por la nostalgia que por el té.

-Sí, te entiendo perfectamente.- Yukihiro se quedó un momento en silencio.

-¿Vives cerca de aquí, Yuki-san?

-En la zona privada.

-Wow, ahora recuerdo-… tu familia es millonaria.

-No soy millonario, pero no me puedo quejar. Nos va bien.

-¿Nos? ¿Estás casado, Yuki-san?

Yukihiro pensó un momento cómo responder a esa pregunta. No era que le avergonzara, pero…

-No estoy casado. Pero vivo con alguien.

-¿Y cómo se llama él?- Yukihiro se sorprendió. Él sabía, y no parecía importarle.

-Ken. Kitamura Ken.

-Vaya, eso es genial.

-¿Y tú, tienes a alguien?

-¿Yo?, bueno, hay una chica pero… me pongo tan nervioso con sólo verla.- Los cafés y las rebanadas de pastel ya habían llegado y ahora descansaban intactos en la barra. Yukihiro sonrió con ternura, ese chico era muy dulce.

Siguieron hablando sobre muchas cosas. Y de repente, se encontraron hablando sobre sus padres, sobre Aoyagi más que nada.

-Pero, supongo que los padres son capaces de hacer cualquier cosa por proteger a sus hijos, ¿no?- Nao dijo con un tono lleno de añoranza.

-Es de mi padre de quien estás hablando, él no es de ese tipo de personas.

-¿De qué hablas, Yuki-san?

-Bueno, ya sabes, él no era tan… humano…

Nao sonrió, se pasó la mano por la nuca y negó un poco divertido.

-Es extraño que tú hables así de él.

-¿Por qué?

-Tú eres su hijo. Supongo que debiste conocer aspectos de tu padre que nadie más… notó.- ahora Nao parecía confundido.

-Podrías sorprenderte…

-Bueno, si algo pudimos notar, mamá y yo, fue lo mucho que él te quiere. Siempre creí que sólo te quería a ti y a nadie más en el mundo. Luego con lo que pasó mamá me di cuenta de que muy a su modo también tenía sentimientos por ella.

Yukihiro se quedó pensando un momento en lo que Nao había dicho. ¿Cómo podría creer que su padre le quería si jamás le había dedicado una palabra de aliento, o hecho algún gesto cariñoso, jamás?

-Pues te equivocas. Mi padre jamás demostró que yo le importara.- negó como intentando alejar ese pensamiento, como avergonzado de pensar que pudiera ser así, no después de lo que le había dicho.

-Después de lo que tu padre hizo por ti, claro que creo que le importabas, que te quiso, quiere...

-¿De qué hablas?

-¿Es que de verdad no lo sabes?- Yukihiro negó lentamente. –Tu padre regresó sólo para vengarse de ese tipo. De lo que él hizo contigo. Mi madre intentó persuadirlo para que desistiera de hacer lo que sea que había planeado,  yo les escuche y…

-¿Lo que hizo conmigo?- su rostro había palidecido, de horror y de vergüenza.

-Lo siento, no quise… es sólo que mi madre me contó todo. Yo, no… Cuando le pregunté ella me contó… lo lamento, yo…

-Está bien, no te preocupes. Cuéntame qué ocurrió. Qué hizo mi padre.

-Mi madre me dijo que un hombre te había hecho daño y que el Awaji-san le conocía, o al menos que sabía que era alguien muy importante dentro de la secretaría de educación o algo así. Al parecer él se encargó de averiguar dónde vivía este tipo, quién era su esposa… y quién era su amante…- hizo una pausa esperando la reacción del profesor, pero nada, así que continuó.- Lo arruinó por completo, Morrie-san, creo que era su nombre, perdió su trabajo, su esposa lo abandonó y en cuanto al chico, su amante… bueno, no estoy muy seguro qué tan bien le fue a él.

-Eso no tiene sentido…- balbuceó, pensativo. Lo había dicho en voz alta pero en realidad parecía que lo decía para sí mismo.

-“Él debe querer mucho a Yuki-kun” Solía decir mi madre siempre, “en su muy extraño modo, él le quiere”. Y creo que mi madre tenía razón.

-Sí, supongo…- sonrió el profesor. –Aoyagi-san siempre tenía razón en todo. Gracias por contármelo Nao-chan.

 

********************************************************************************

 

Hyde sentía que el corazón podía explotarle en cualquier momento. Temblaba y respiraba con dificultad. Quería llorar, siempre había sido un niño llorón. Se restregó los ojos con furia, de niño odiaba ser tan débil, así que cuando su padre le inscribió a esas clases de kung fu le hizo feliz. Pero hoy esas clases no le servirían de nada, esta noche sólo una cosa podría calmarlo. Una persona, en realidad.

-¿Doiha?

-Tetchan…- El sollozó escapó antes de poder retenerlo.

-Quédate donde estás, ahora mismo voy por ti.

Cinco minutos después ya Tetsuya estaba a su lado. Si bien Hyde no había querido que le acompañara Tetsuya había decidido quedarse lo más cerca posible y eso había sido un pequeño bar, de esos donde sólo aparecen tres persona y ya está repleto; Así que cuando Hyde llamó casi se alegró de haber decidido quedarse tan cerca.

-Doiha… ¿qué pasó? ¡Si ese imbéci…!

-¡No! No. Sólo… vamos de aquí, ¿quieres?

Hyde subió al auto con premura, Tetsu le siguió, se colocó al volante y arrancó, él tampoco quería estar allí un minuto más.

Pasaba de la media noche cuando llegaron al departamento de Tetsuya. Hyde le habría pedido que le llevara hasta su departamento pero estaba hasta el otro lado de la ciudad y no estaba seguro de resistir el viaje, se sentía tan cansado…

El viaje no duró tanto como creyó. El trayecto fue silencioso, Tetsuya concentrado en el camino, lo último que necesitaban en este momento era un accidente de tráfico, Hyde no despegó la vista de la ventana, siempre mirando a la nada. Tetsuya se esforzó por no hacer más preguntas pero al llegar a casa no pudo contenerse más.

-Hyde, ¿qué sucedió allí?

-Nada.

-Hyde…

-No quiero hablar de eso Tetchan…- replicó Hyde bajando del auto. Tetsuya le siguió.

Hyde estaba en la entrada esperando a Tetsuya que se encontraba unos pasos detrás del él buscando las llaves de la casa. Al encontrarlas en la bolsa trasera de su pantalón sonrió triunfante y Hyde le miró un momento, ese hombre era increíble, ese fue el primer pensamiento que tuvo cuando lo conoció, el mismo pensamiento cuando lo encontró de nuevo en parís, y ahora volvía, y no pudo sino arrancarle una sonrisa llena de nostalgia.

Tetsuya abrió la puerta y ambos cruzaron el umbral, murmuró disculpas anticipadas por el aspecto de la casa, y Hyde amplió la sonrisa. Ese era Tetsuya, el hombre del que se había enamorado, el tipo perfeccionista, quisquilloso, un poco maniático incluso, pero amable, cariñoso, honorable y sobre todo, confiable. Tenía suerte, Hyde se sabía con suerte, tenía unos padres que lo amaban más que nada en el mundo, había conocido a las personas más increíbles, y tenido, y mantenido, a los amigos más leales. (Sí, en ese pensamiento incluía a Yukihiro y a Ken, incluso ellos le había ayudado a ser el Hyde que era ahora). Y lo mejor de todo, Tetsuya. No podía pedirle más a la vida. ¿Entonces por qué se sentía de esta manera?

-Hyde, ¿tienes hambre?- la voz amable y preocupada del diseñador lo sacó de sus cavilaciones.

Pero Hyde no respondió. Tetsu se volvió al notar que el silencio persistía y encontró a Hyde con la mirada perdida en alguna parte de su rostro.

-¿Tengo algo en la cara?

Hyde aún en silencio, se acercó a Tetsu y lo rodeo con los brazos, de la cintura, enterrando el rostro en su pecho. Tetsuya le abrazó en respuesta. Dejó caer un beso en el cabello del pintor. Y se quedaron así un rato, abrazados.

-¿Estás bien?- Aunque su tono seguía siento cariñoso ahora persistía la preocupación.

-¿Podemos sólo ir a la cama?- pidió. –Me siento cansado…

-Claro. Vamos.

Ahora Tetsuya tenía más preguntas pero no insistió, conocía a Hyde lo suficiente como para saber que él hablaría cuando estuviera listo.

No llevaban pijamas y Tetsuya había empacado casi toda la ropa cuando decidió ir a Wakayama. En los cajones sólo quedaban unos pantalones pasados de moda, desgastados y algo deshilachados. Nunca en la vida se podría algo así ni siquiera para dormir. Así que se desvistió, dejándose sólo la camisa y se metió en la cama. Hyde ya estaba ahí, con el rostro vuelto hacía él, con los ojos cerrados pero no dormido. Cuando sintió el otro lado de la cama ceder abrió los ojos y se quedó mirándolo.

-Doiha, por favor, dime qué te ocurre. Has estado actuando muy raro y…

-No pasa nada, Tetchan, lo prometo…

-Pero Hyde…

-Siempre he sido bastante ególatra, ¿no es cierto? Lo sé, siempre he sido así.

-Eres coqueto, es una de las razones por las que tanto te quiero.- respondió afable. Hyde le sonrió en agradecimiento.

-Camui y Sakurai siempre me parecieron algo odiosos, pero me gustaba la atención que me daban, en especial… Sakurai.- suspiró. –Ese tipo me hacía sentir…

-Deseado. Comprendo.- No había reproche en las palabras de Tetsuya, al menos no contra Hyde, pero si un poco de dolor contra sí mismo.

-Tú y yo nos estábamos alejando y él, se acercaba cada vez un poco más.

-No deberías pensar así…

-No, Tetchan, tú no entiendes, me siento sucio. Me siento… estúpido. Ese tipo es aborrecible, Tetchan, y esto es todo lo que diré. No quiero hablar jamás de él, no como… mi padre o como nada más. ¿De acuerdo?- Tetsuya asintió. –Tampoco quiero que papá sepa que… bueno, no quiero que sepa nada de esto, por favor.

-Está bien, esto se quedará entre tú y yo.- sonrió y se acercó para besarlo, le acarició la mejilla, y aprovechó para acomodar algunos cabellos rebeldes detrás de la oreja, Hyde le sonrió. –No te preocupes, llegará el día en que recuerdes todo esto y reirás tanto que te dolerá la barriga, ya verás.

-Espero que sea pronto…

-Duerme un poco. Mañana iremos a hablar con Masahiro-san a su oficina, ¿qué dices?

-Que papá quiere acondicionar la casa. Quiere que nos mudemos con él definitivamente.

-¿Él te pidió que nos mudáramos con él? ¿Tú y yo? ¿juntos?- Hyde asintió.

-Va a cerrar el restaurante. Quiere convertirlo en un estudio, dice que podré trabajar allí.

-¿Doiha, tú qué quieres hacer?

-La idea me agrada.

-Entonces, hagámoslo.- Hyde buscó los ojos de Tetsuya, tal vez intentado encontrar el reproche, pero no, su mirada era sincera. Le sonrió de nuevo, una sonrisa amplia. -Buenas noches, Doiha…

-Buenas noches…

*******

-Aún no puedo creer que en esa casa no haya ni siquiera café, Tetsuya.

-“Tetsuya…” vaya, no sabía que el café te fuera tan indispensable.

-Bromeas, ¿cierto?

Tetsu no se atrevió a responder, era obvio que era una pregunta retórica, así que simplemente se concentró en la calle y en encontrar esa cafetería.

Esa mañana habían despertado no tan temprano, y en la mente de Hyde sólo había una cosa “café negro sin azúcar”. Pero en la cocina no había ni agua. Nada. Totalmente vacía. Así que corrió, literalmente, hasta la habitación y despertó a Tetsuya para reclamarle la falta del preciado líquido.

Y allí estaban ahora, en busca de una cafetería para el pintor.

Ah, y allí estaba una.

-Te lo dije Doiha, sabía que por esta calle encontraríamos un lugar.

-Sí, claro. Alguna vuelta debía ser la correcta, ¿no?

Tetsuya rodó lo ojos y siguió caminando. Hyde detrás de él.

Al entrar Hyde se apresuró hacia la barra arrollando a su acompañante y todo en que se encontrara en su camino. Tetsu negó pero no hizo o dijo nada.

Ya con la bebida en la mano, Hyde disfrutaba cada sorbo como si fuera lo más dulce que jamás hubiera probado, ya más relajado le pidió a Tetsuya caminar un rato por las calles.  

-Ahora que estás más tranquilo…

-¿A qué te refieres con “más tranquilo”?- le lanzó una mirada furiosa.

-No, digo, lo que quiero decir es que…

Hyde soltó una carcajada estruendosa.

-Sólo estoy bromeado Tetchan…- seguía riendo ante el rostro lleno de confusión de Tetsuya. Luego este se relajó y también comenzó a reír. –Así que, ahora que estoy más tranquilo… ¿qué?

-Eres un demonio, Doiha…

-Ah, dime algo que no sepa.

Tetsuya volvió a reír y luego Hyde le jaló de la manga para plantarle un beso en la mejilla. A Tetsuya le gustaba este Hyde, tranquilo y relajado. Pero le preocupaba, Hyde era del tipo de persona que no le gustaba preocupar a los demás, así que actuaba como si estuviera bien.  

-¿De verdad estás bien?

-Estoy mejor, Tetchan. Me siento bien.

-Entonces, hoy iremos a la oficina de Masahiro-san y…

Siguieron hablando y haciendo planes a corto y largo plazo. En algún momento comenzaron a discutir sobre el viaje, Hyde quería que él le acompañara, pero Tetsuya alegaba que necesitaba trabajar en sus nuevos diseños, tenía un plazo que cumplir. Ya extrañaba estas peleas. Era cierto, Hyde se sentía mucho mejor. De alguna manera lo había comprendido. No necesitaba a Sakurai, nunca lo necesitó, contaba con su padre, con sus amigos, con Tetsuya, ¡Dios, le pagaban por hacer lo que más le gustaba! ¿Qué más podía desear?

 

********************************************************************************

 

Yukihiro se removió en la cama por sexta vez, el lado que derecho, el lado de Ken, seguía frío. Se incorporó y vagó la vista por la habitación, estaba vacía. Fue el contacto del piso frío en las plantas de los pies lo que le hizo despertar de verdad. Fue hasta la habitación de Yuudai y la encontró vacía. Esa noche Yuudai se había quedado en casa de un amigo. La verdad era que Ken no le había agradado mucho la idea de separarse de su hijo, por eso Yuki creyó que le encontraría allí.

-¿Ken?

-Hum…- respondió desde la cocina.

-¿Qué haces ahí?

-Nada…

-Por qué no vienes a la cama.- le preguntó desde el umbral.

-Ya voy, sólo… deja que termine con esto…

Ken estaba haciendo unas anotaciones en su agenda, Yukihiro se acercó hasta él y se sentó en el banco de al lado.

-¿Estás bien, Ken-chan?

-Claro, ¿por qué no habría de estarlo?

-Te conozco.

Ken por fin cerró la agenda y se giró para mirar a los ojos a su pareja. Una mirada de disculpa, de hecho.

-Lo siento Yuki es sólo que…- suspiró. Se inclinó lo suficiente para abrazar al rubio de la cintura y dejar descansar el rostro en su pecho. Yukihiro le acarició el cabello.

-¿Yuudai?- Ken asintió sin despegar el rostro. –Sabes que está cruzando la calle, ¿cierto?

Estaban de vacaciones y Yuudai extrañaba a sus amigos de la escuela, así que los pequeños se habían organizado para hacer una pijamada en casa de uno de ellos.

-No es eso Yuki…- Ahora se sentó derecho en su lugar y desvió la mirada, parecía avergonzado o nervioso. Yukihiro se extrañó, hacía mucho que no se comportaba de esa manera.  –Es… Midori, ella llamó…

-Oh…- ahora lo entendía.

-El fin de semana vendrán por Yuudai, quiere que pase las navidades con ella en el extranjero… yo… no estoy muy seguro.

-¿Por qué no me lo habías dicho? ¿Hace cuánto que hablaste con ella?

-Un par de días. Lo siento, es sólo que no quería molestarte con mis cosas.

-¿Molestarme? Ken, Yuudai me importa mucho.- se sentía ofendido. –Creí que yo también era su padre.

-Lo sé, lo eres. Soy un idiota, y lo lamento.

-En fin. ¿Y ya se lo dijiste?

-¿Qué?

-A Yuu-chan. ¿Ya se lo contaste?

-Su madre hablará con él mañana. Se suponía que se lo diría hoy, pero…Yuki, ¿qué tal que sí quiere ir?- Yukihro simplemente se le quedó mirando, una mirada acusadora.

-Ken, él querrá ir con ella. Es su madre.

-No ayudas, Eh, Yukihiro.

-No puedes prohibirle verla o pasar tiempo con ella y su nueva familia. Sólo, no puedes.

-No se lo prohíbo es sólo que nunca me he alejado tanto de él. Jamás te lo conté pero, Midori no es precisamente lo que se dice una buena madre, ¿por qué crees que estaba conmigo en Kansai?

-Por lo que Yuu me ha contado, ella realmente parece haber mejorado.

-¿Él te cuenta sobre ella?

Yukihiro soltó una risilla agradable, negando con un gesto que decía “eres increíble, Ken”. La cara de confusión y sorpresa de Ken era simplemente adorable.

-Él me cuenta todo.

-¿Y no te molesta?

-¿Por qué debería?

Ken suspiró.

-Tienes razón. Sé que sólo irá a Nueva York por dos semanas, Pero siento como si se fuera a otro planeta.

-Yo también voy a extrañarlo.- Ken suspiró, se veía cansado. Yukihiro la tomó de las manos y tiró de él. -Bueno, ahora deberíamos ir a la cama, ¿no crees?

-Claro, por qué no te adelantas, ahora voy…- le dijo al tiempo que le jalaba y le besaba en los labios, luego retomaba la libreta, la abría en la parte que tenía antes y comenzaba a escribir.

Pero Yukihiro no se fue, ni siquiera se movió de su lugar, se quedó mirándolo un momento.

-Ahora eres tú el que parece preocupado. ¿Qué te ocurre? ¿Quieres contármelo?- volvió a cerrar la agenda.

Yukihiro lo miró un momento, dudando, pero luego negó, le dio otro beso a Ken y le dijo que le esperaría en la habitación.

*******

Hace dos días habían ido juntos, Ken y Yukihiro, a despedir a Yuudai al aeropuerto. Yukihiro se había negado al principio pero los ruegos de Yuudai y su padre más los berrinches que hicieron lo convencieron al final. Al llegar a la terminal se toparon con Midori y su ahora esposo. Yukihiro se sintió incómodo por un segundo pero luego la mujer le sonrió y le hizo un ademán con la mano a modo de saludo, eso le extrañó mucho, pero aceptó el gesto.

-¿Quieres salir a tomar algo Yuki?

-¿Hum? No, está bien.

La casa estaba más que silenciosa. Yukihiro, aunque estaba de vacaciones aún tenía algunos asuntos que arreglar de su trabajo, pero se podía dar el lujo de sentarse en su sillón favorito y leer su libro favorito sin interrupciones. Aunque, eso no quitaba que también extrañara de sobre manera al pequeño y travieso Yuudai.  

-Yuki…

-¿Hum?

-Tenemos toda la casa para nosotros solos.

-¿Eh?- yukihiro levantó el rostro para mirarlo directamente con el ceño fruncido.

-¿Quieres ir a la habitación y hacerlo conmigo?- le preguntó con una sonrisa lujuriosa que hizo reír al rubio.

-En realidad, no.

-Ah… ya sé,- dijo con otra de esas sonrisas marca Kitamura y se acerc´p hasta el otro, se arrodillo entre sus `piernas, le tomó del cuello y le atrajo para besarlo. Yukihiro reían entre beso y beso. –quieres hacerlo aquí, ¿no? ya que no hay quien nos interrumpa…

Yukihiro dejó que el libro se le escapara de las manos y se acomodó en el sillón para que Ken pudiera desabotonarle la ropa. Las respiraciones eran pesadas y erráticas, a pesar de que no había nadie más en casa, ambos controlaban los sonidos. Ken se sacó la camisa y mientras repartía besos por el abdomen de Yuki, se las arregló para comenzar a sacarle el pantalón cuando el cachorro entró despavorido a la sala hasta la puerta de entrada y comenzó a llorar y rasgar la puerta. Habían olvidado sacarlo a pasear, ese solía ser el trabajo de Yuudai, y ahora estaba desesperado por salir a hacer sus necesidades.

Ambos siguieron al animal con la mirada, luego se miraron y comenzaron a reír fuertemente. Yukihiro fue el primero en comenzar a arreglarse la ropa, luego Ken.

-Llevaré Iván a su paseo.- Dijo Yuki aún con la sonrisa en el rostro.

-No, está bien, lo llevaré yo. En serio necesito aire fresco.- Ken ya estaba en la puerta, peinándose el cabello con los dedos. Yukihiro asintió y se inclinó en busca de su libro.

Fue la presencia de Iván lo que le trajo de nuevo el recuerdo de su padre y todo lo que había hablado con Nao hace algunos días.

Y de nuevo la nostalgia lo invadió.

*******

-¡Yuki!! Ya estamos en casa!!-Ken no recibió respuesta así que fue en busca del rubio.-¿Yuki?- lo encontró en la cocina, con una taza de té en las manos. – Así que aquí estabas…

-¿Eh?, lo siento Ken, no te escuché entrar.

Ken se acercó para abrazarlo por la espalda, se abrazó fuerte a la cintura delgada del rubio y recargó la cabeza en su hombro.

-¿Qué te parece si seguimos donde nos quedamos?

-Ken, ¿Recuerdas lo que te conté en el pub?- preguntó a modo de respuesta.  

-Mmm… ¿Lo de besuquearnos en el baño?- le sonrió. -¿Eso quiere decir que quieres hacerlo en el baño?

-Ken.

-Lo siento, lo siento.- le soltó y fue a sentarse a su lado.-No estoy muy seguro de a qué te refieres…

-El jefe de mi padre.

-Ah, Sí, claro que lo recuerdo. ¿Qué hay con eso?

-Nao dijo algo…

-Nao. ¿Quién es Nao?- le interrumpió.

-El hijo de Aoyagi… Ken, te conté sobre ella y sus hijos, ¿recuerdas?

-Ah, sí, creo que ya recuerdo. El del cumpleaños, ¿no?

-Sí, él. Me contó algunas cosas sobre… mi padre.

Yukihiro le contó la historia, el resumen de todo, no quería entrar en detalles. Tanto lo que había pasado durante aquel cumpleaños en Tokio luego del concierto de Metálica, aquella tarde en la casa de Morrie (su fatídica primera vez) y lo que había ocurrido esa misma noche, aquella huida en el alba. En ese punto hizo una pausa, necesitaba observar las reacciones de Ken, prepararse para los reproches, pero no hubo ninguno. Ken lo miraba con más amor que nunca. Sonrió con nerviosismo, luego comenzó con el relato de lo que Nao le dijo, lo que había hecho su padre (supuestamente por él), como había arruinado la vida de ese hombre.

Al terminar hubo un silencio largo.

-Di algo, Ken.

Ken estaba demasiado callado para su gusto y eso le ponía nervioso.

-¿Tú qué crees?

-¿Qué? Pues, no sé qué pensar. Si te soy sincero Ken, hacía mucho no pensaba en Morrie. Supongo que es la ciudad, es este ambiente lo que me ha…

-Yuki,- le interrumpió. -todo esto no creo que sea por ese hombre, creo que se trata de tu padre.- Yukihiro lo miró confundido. -Te da miedo pensar que te quiere. Que siempre le importaste. Comprendo…

-¡No, ¿de qué hablas?!

-Yuki-chan. Sé que te da miedo.

-No tengo miedo. Ken tú no entiendes. Él me lo dijo no una ni dos veces, me lo decía todo el tiempo. Es mi culpa que mi madre muriera, él decía que nadie me amaría jamás porque yo era una aberración a la naturaleza porque ¿qué clase de hijo mata a su madre por nacer? Él…

-¿Él te decía todo eso?

Yukihiro suspiró.

-No.- lo miró con vergüenza y luego bajó la mirada. –Sólo una vez, en uno de mis cumpleaños, que por cierto el odiaba porque le recordaba la fecha en que mi madre había muerto, estaba muy ebrio y me dijo que su muerte había sido mi culpa.

-¿Qué edad tenías?

-Cumplía ocho.

-Debió ser duro, eras demasiado joven. Pero creo que las personas pueden cambiar, y no intento disculpar a tu padre, pero tal vez, cuando se quedó sólo, cuando al final te alejaste, se dio cuenta de su error. Y sólo estoy especulando, pero, tal vez fue una manera de enmendarse contigo.

-¿Así que tú crees que debo hacer como si nada hubiera pasado?

-Yo no creo nada, Yuki. Y tú no debes hacer nada que no quieras.

-¿Pero?

-Nada de peros. Yuki yo no soy muy bueno dando concejos y menos sobre malos padres, digo, mira al mío. No he tenido el valor de visitarlo desde que me divorcié de Midori.

-Al menos tú tuviste una hermana y una madre que te apoyaron.

-Bueno, tú tuviste una señora Aoyagi.

Yukihiro sonrió y le dio la razón. Ella había sido la única madre que conoció.

Notas finales:

Por cierto, espero que se la hayan pasado genial en navidad y les deseo que este año sea grandioso, y que todos sus deseos se cumplan. 

Y sobre todo, les agradezco por seguir aquí. 

Continuará...


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