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La Tregua por sue

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Notas del capitulo:

 

Hola a todos!! :D Agradecida de tenerlos de nuevo por acá y sumamente emocionada por la receptividad que ha tenido el fanfic hasta ahora n_n …La vez pasada, nuestro querido Penn llevado por la melancolía acabó abriendo su corazón a su “adorado” profesor… ¿Qué sucederá tras el beso que se dieron en clase?… Espero que lo que están por leer sea de su agrado :3

 

 

 

 

- Hola hijo ¿Cómo estás? – Saludaba Brock, el padre de Penn.

 

- ¿Todo bien en la escuela cariño? – Preguntó la dulce pelirroja.

 

- Si… más o menos – Se rascó la cabeza.

 

Aquella respuesta no convenció a los padres, quienes a pesar de estar ocupados golpeando monstruos y corriendo por su vida en aquella dimensión loca y sin sentido, se tomaron la molestia de darle su merecido sermón al muchacho.

 

- Escucha Penn. La secundaria puede parecer un lugar peligroso y difícil… y en ocasiones es verdad.

 

- Lo que tu padre quiere decir es que sin importar lo grande que puedan ser los retos, siempre podrás con ellos si te lo propones.

 

- Si, los entiendo – Penn continuaba tirado en el sillón, observándolos saltar de aquí y para allá como si tuvieran resortes en los pies.

 

- ¿Hay algo más que te preocupe? – Preguntó Vonnie, muy segura de que a su bebé algo lo perturbaba.

 

- No es nada mamá, estoy bien… son sólo los exámenes que me tienen pensando de más – Siendo otra cosa la que le quitaba el sueño.

 

- Bueno, ya sabes que por muchos deberes que tengas, debes dormir tus ocho horas cariño.

 

- Lo sé…

 

- Y si vas a usar mi laptod, que sea para estudiar. Nada de ponerse a revisar “ciertos sitios prohibidos” – Comentó mientras susurraba.

 

- ¡Papá! – Se sonrojó, aunque por dentro, la alegría que le había proporcionado aquella charla con sus padres, le devolvió las ganas de sonreír – Los… quiero ¿Saben?

 

- Ains… nosotros también te queremos Penn – La mujer se sentía conmovida.

 

- Estamos orgullosos de ti.

 

Luego de hablar con los progenitores, Penn se sintió con los ánimos renovados para ir a la secundaria.

 

Y aunque se suponía que todo regresaría a la normalidad, lo cierto era que sin quererlo, luego de haber compartido aquel momento tan íntimo, Penn empezó a sentirse extraño cada vez que veía a su profesor de arte.

 

- “…Su barba… daba cosquillas…” – Recordaba del beso que le hubo dado unos días atrás y mariposillas le retozaban en el estómago.

 

- Penn… Penn… ¡PENN!

 

- ¡Ah! – Saltó en su sitio – No me grites en la oreja Boone, estoy aquí.

 

- No lo pareciera – Cruzado de brazos – Llevo rato tratando de hablar contigo pero pareces bastante distraído con algo… ¿Qué es?

 

El pelicastaño miró a la dirección en dónde su compañero se había estado fijando, más sólo se halló con Rippen examinando el trabajo de sus compañeros.

 

- No es nada. Sólo me distraje…

 

- Mmm…

 

- Ya Boone. Concéntrate en tu dibujo o Rippen volverá a ponernos una mala calificación – Hacía lo posible porque el chico lo dejara en paz.

 

- A ver Penn Zero ¿Qué has hecho? – Preguntó Rippen tras ubicarse cerca de su caballete.

 

- ¡Ah! – El aludido se alarmó. No se hubo dado cuenta de en qué momento el mayor se había acercado – No hagas eso… es aterrador.

 

- Me interesa poco – Espetó agrio – Anda, muéstrame tu dibujo.

 

- ¿Eh…? 

 

Penn miró su lienzo ¡No podía enseñarle eso al mayor! Inconscientemente había dibujado con carboncillo a su maestro y aunque ciertamente no era la primera vez que lo dibujaba – porque le encantaba hacer caricaturas ofensivas y graciosas sobre el ojirojo -, ésta era la primera vez que lo dibujaba tan... románticamente, cubierto de flores y hasta con corazones a un costado ¿Qué se suponía que estaba pensando al dibujar semejante cosa?

 

Rippen se dio cuenta de que el adolescente torpemente intentaba cubrir su trabajo con las manos, eso le pareció sumamente sospechoso. Ya lo conocía, de seguro se trataba de otra de sus terribles burlas.

 

- ¿Cómo te evalúo? – Hizo una mueca – Ya basta. Déjame ver Penn Zero…

 

El pelirrojo fue rápido, tomó uno de los envases de pintura y lo arrojó sobre el dibujo antes de que Rippen lograra distinguir qué era.

 

- ¿Qué es esto? – Levantó ligeramente el labio superior.

 

- Una mancha de pintura… o arte abstracto. Lo dejo a tu criterio – Contestó con una sonrisa nerviosa.

 

- Sigue jugando Penn Zero. Tus notas no subirán con eso – Anotó en su carpeta y continuó su camino.

 

- Fiu… - Se limpió el sudor frío de la frente. Una mala nota era preferible – “Parece que todo irá normal entre nosotros… ¿Se habrá olvidado de lo que pasó?” – Eso lo molestó un poco, siendo que él no dejaba de pensar en lo ocurrido.

 

Luego del incidente con el profesor, el menor pensó que no tendría otra cosa porqué preocuparse… por lo menos hasta la próxima vez en clase o tras el llamado de una misión. Pero ese mismo día, Rippen lo interceptó en uno de los solitarios pasillos.

 

- Hola Penn ¿Te ha impresionado mi comportamiento contigo hoy? – Mencionó con un tono de voz cantado y acompañado de una de sus sonrisas. Muy distinto al comportamiento mostrado en el salón.

 

- Pues… no sabría que decirte, siendo que me tratas así de mal desde el primer día – Se sobaba el antebrazo.

 

- Es verdad…. No estoy acostumbrado a tratarte bien, por lo que no pude evitar actuar como lo hago normalmente – Sin dejar de sonreír - Aún así, tengo consciente lo de la tregua.

 

- ¿La tregua sigue? – Preguntó con suma impresión.

 

El pelinegro alzó las cejas.

 

- ¿Quieres que acabe?

 

- ¡No es eso! – Penn alzó medianamente las manos, luego se apresuró en minimizar su reacción – Quiero decir… no comprendo muy bien los términos de ésta supuesta tregua... me gustaría que me lo aclararas.

 

- Es simple mi querido Penn… - Rippen comenzó a caminar en torno al muchacho, como quién sigue a su presa – Quedamos en que mientras estemos en éste, nuestro mundo – Hizo un gesto para que el pelirrojo se enfocase en el ambiente – Evitaremos las riñas entre nosotros. Nada de competencias ni de hostigamientos – Movía su dedo índice – Claro que cuando llegue el momento de cumplir con nuestros respectivos papeles de villano y héroe, la tregua quedará suspendida hasta volver de nuevo aquí.

 

- Parece que te has pensado bien todo esto – Sin apartar los ojos del mayor – Pensé… que lo que habías dicho sobre lo de hacer una tregua, no lo cumplirías.

 

- Pues, ya ves. Soy un hombre de palabra, a pesar de todo.

 

- ¿Lo eres? – Alzó una de sus rojizas cejas – Lo siento Rip, es difícil creerte si eres el sujeto que hace lo que sea con tal de ganarme en una misión.

 

- ¡Detalles menores! – Exclamó con dramatismo – Lo que quiero decir es que esto de la tregua será hasta que resuelvas tu evidente problema de concentración. Los adolescentes con baja autoestima no sirven más que para autodestruirse y derrotarte así… no tendría ninguna gracia.

 

- Espera un momento ¿Piensas qué lo que tengo es un problema de autoestima baja? No creo que…

 

- Como sea – Giró los ojos, evidentemente aburrido de la conversación - ¿Aceptas la tregua o no Penn Zero? – Le tendió la mano.

 

Penn miró pensativamente, ora la mano del villano que siempre buscaba de destruirlo, ora de su galante sonrisa que iba rodeada de esos labios que le habían parecido tan suaves… y esa barba tan… ¿Seductora? Tuvo que sacudir la rizada cabeza para despabilarse.

 

- Está bien, acepto – Recibió el apretón de manos – Pero nada de malas jugadas ¿Eh Rip?

 

- Je je... No tienes de qué preocuparte – Mencionó, mientras sonreía y en su espalda, unos largos dedos se mantenían cruzados.

 

- Y ya que estamos en zona de paz… ¿Considerarías lo de cambiar mi nota en artística?

 

- No te pases de listo – Entrecerró el mirar.

 

Al salir de clases, Phyllis se comunicó con los chicos para informarles sobre una nueva misión. Como siempre se fueron corriendo hasta el teatro, emocionados por el llamado a la aventura.

 

Mientras que Penn, agradecía poder ser alguien más para olvidarse de sus problemas por un rato.

 

El mundo les encantó a los tres, eran samuráis y sus trajes los hacían lucir geniales.

 

Todo iba bien… hasta que el villano apareció.

  

El pelirrojo quedó sin poder moverse unos instantes, por lo que sus amigos se sorprendieron.

 

- Se ve increíble…- Murmulló ante la majestuosa presencia de su rival, quien hacía el papel de un señor feudal muy instruido en batalla.

 

- ¿Qué pasa Penn? – Llamaba Boone.

 

- Está bloqueado – Anunció la chica para seguidamente darle un golpe a su compañero que lo mandó al piso - ¡No es momento para soñar despierto héroe! El hombre que mató a tu padre está frente a ti, tienes que derrotarlo – Explicaba los términos de la misión.

 

- Brrr… - El muchacho sacudió la cabeza y se levantó – Gracias Sashi, lo necesitaba – Sonrió y demostró que estaba listo para cumplir con su parte - Ok… vengaré la muerte de mi padre… - Anunció, aunque la sola idea le pareció aterradora.

 

Penn y Rippen comenzaron una lucha de espadas mientras que los demás se enfrentaban a los secuaces del villano - exceptuando a Larry que se fue a cortar unas flores con su espada, le parecía una buena herramienta de jardinería -; el campo de batalla era en una zona boscosa por lo que los árboles de vez en cuando servían de escondite para cuando necesitaban reponer sus fuerzas.

 

El pelirrojo aprovechó una de las oportunidades y se escabulló del ojirojo. Mientras recuperaba el aliento, el chico también intentaba mantenerse concentrado. La batalla la veía ruda, incluso sentía que las manos le temblaban.

 

- Te encontré.

 

Exclamó Rippen para luego abalanzarse sobre el ojiazul y dejarlo inmovilizado. Penn trataba de alcanzar su espada. 

 

- ¿Qué pasa? ¿Mmm?... Me lo estás dejando demasiado fácil hoy… así deja de ser divertido.

 

Su voz… oírle tan cerca le hacía doblarse las rodillas.

 

- Ojalá pudieras verte en éste momento… tan frágil… - Suavemente el pelinegro deslizaba la punta de su espada por el rostro del niño - …tan irresistiblemente adorable…

 

- Rip… - Penn respiraba con tanta dificultad. 

 

 - …Como aquella vez en el salón…

 

- ¡…! – Su corazón empezó a palpitar más fuertemente y sus mejillas se colorearon. Todos los recuerdos acudiéndole de golpe a la mente.

 

Rippen entrecerró el mirar y poco a poco se fue acercando… la búsqueda de su espada ya no pasaba por su cabeza. Los labios del hombre de nuevo se apoderaron de los suyos, haciéndole olvidar por completo la lucha.

 

- Penn… - Acarició el rostro del ojiazul con una mano, mientras que con la otra, acomodaba su espada para atravesar el frágil cuerpo.

 

El pelirrojo se sentía como victima de un hechizo, no podía pensar con claridad…

 

- ¡¡Penn!!

 

Como ya se estaba volviendo costumbre, Sashi apareció en el momento indicado. Logró quitarle a Rippen de encima al ojiazul.

 

- ¿Qué rayos te pasa? ¡Toma tu espada y ataca! – Ordenó la muchacha mientras entretenía a Rippen - ¡Rápido! 

 

Penn reaccionó y tomó de nuevo su lugar como héroe. Utilizó la técnica especial de la familia a la que representaba en aquel universo, derrotando finalmente al villano.

 

El pelirrojo trataba de recuperar el aliento, no sólo había utilizado demasiada energía, aún se sentía desconcertado.

 

- Bien, has vengado la muerte de tu padre. Supongo que con esto, queda más que cumplida la misión – Espetó la pelicastaña mientras limpiaba su espada.

 

- Sashi… - Llamó Zero – En mi caso… ¿Estaría bien vengarse?

 

Sashi se sorprendió ante su interrogante.

 

- ¿De qué estás hablando Penn? Tus padres no están muertos – No supo que contestarle – Además, tú no eres de esa clase de héroe. Eres de los que ayudan incluso al villano, si lo necesita.

 

- Tienes razón. Además, pensar en vengarme es… difícil para mí.

 

Tras ser trasportados a su mundo, Boone y Sashi se cruzaron de brazos al mismo tiempo, dirigiendo también su vista en dirección al pelirrojo, que mantenía la cabeza gacha.

 

- ¿Nos puedes explicar que pasó allá Sr Héroe? – Preguntó el pelicastaño haciendo énfasis en la palabra ‘héroe’.

 

- Si, estabas demasiado distraído – Convino Sashi – Por poco te liquidan.

 

- Lo sé, lo sé. Cometí un error y eso por casi nos cuesta la misión ¿Bien? – Mencionó Penn con tono violento – Lo que importa es que al final se logró… ¿No Phyllis?

 

- Penn Zero. Me gustaría hablar contigo un momento – Fue la respuesta de la mujer.

 

Sashi y Boone decidieron irse a sus respectivas casas, ya era algo tarde y había tarea que entregar al día siguiente.

 

El pelirrojo permanecía expectante mientras la mujer se servía una taza de café.

 

- Siéntate.

 

El muchacho obedeció. Sin embargo, aquel silencio incómodo lo sacó de quicio de inmediato.

 

- ¿Y bien Phyllis? ¿De qué me querías hablar?

 

- ¿Café? – Ofreció con tranquilidad.

 

- ¡No!… ¡No quiero café! Por favor Phyllis, dime de una vez que es eso que quieres decirme. Si no lo sabías, tengo que caminar un trecho largo a casa y ya está oscureciendo.

 

- Bien… - Phyllis no se inmutó por su rabieta infantil, se tomó todo el tiempo del mundo para sentarse y de paso, sorbió su taza de café como si se tratara de un vino al que hay que catar con sumo detenimiento – Sobre la misión de hoy... Quería comentarte que hay asuntos que deben evitarse a toda costa si no se quiere resultar herido.

 

- ¿Lo dices por mi desempeño con la espada? Estaba distraído, también era la primera vez que usaba una espada como esa, por eso fue que…

 

- Lo sé – Subrayó – Y es por ese distraimiento que me preocupo por ti… vincularse sentimentalmente puede traer consecuencias adversas.

 

- ¿A qué te…?

 

- Lo vi.

 

Con esa pequeña frase, Penn sintió que se le encendieron desde las mejillas hasta las orejas.

 

- ¿Qué viste…? – Trató de hacerse el desentendido.

 

- Tú sabes lo que vi.

 

- No lo sé… hay veces que uno cree ver cosas cuando realmente no hay nada allí, digo… suele pasar cuando se está muy ancia… quiero decir, cuando se entra a una edad o cuando se está muy cansado… hasta a mí me pasa a menudo ¿Nunca has considerado que debas usar anteojos? Porque yo lo estoy considerando - Penn se mantuvo en silencio mientras dirigía sus cuencas azules a la mujer, a la espera de su respuesta.

 

Phyllis entrecerró el mirar.

 

- Tienes razón. No vi nada – Empezó a caminar hasta la puerta – A lo mejor me confundí.

 

- Eso es a lo que me refiero – Con una gran sonrisa, el pelirrojo se acercó hasta la puerta abierta – Hasta luego Phyllis. Esa fue una gran charla. Ojalá las tuviéramos más seguido.

 

- Y yo espero no tener que repetírtelo. Un héroe indisciplinado es igual a un mono con una navaja.

 

- Si claro… Lo que digas Phyllis.

 

Penn entendió el mensaje oculto. Su tono de regaño era muy distinto a la manera en que la mujer se expresaba habitualmente.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Ya el pelirrojo está comenzando a distraerse ¿Qué sucederá ahora? :O A todos muchísimas gracias por leer y si se animan a comentar n_n Hasta la siguiente oportunidad!! Bye Bye!!

 

 


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