Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El último partido por Fullbuster

[Reviews - 472]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cuando Naruto abrió los ojos, la oscuridad del cuarto fue lo único que le saludó. La chimenea hacía horas que se había apagado, tan sólo quedaban cenizas de lo que antaño fueron troncos. Los cuencos de madera que había utilizado para la sopa estaban encima de la mesa todavía sin recoger, pero lo peor no era eso… sino sentir la mano de su compañero encima de su entrepierna.


No pudo evitar sonreír por aquella incómoda situación y es que Sasuke ni se había dado cuenta. Seguía profundamente dormido, destapado por el calor de la habitación y prácticamente encima de él. Por suerte para Naruto, él sí seguía tapado. Movió la mano de Sasuke apartándola del trozo de manta que protegía su intimidad de la mano de Sasuke y se la dejó a un lado del cuerpo para luego taparle con la manta. No quería influir en aquellos ataques de vergüenza y traumas que tenía Sasuke con su desnudez, así que fingió no haberle visto desnudo, fingió que había pasado toda la noche con su cuerpo a buen recaudo de sus ojos, aunque no fuera cierto.


Se movió como pudo para no despertar a Sasuke y se levantó cogiendo los cuencos para lavarlos. Hizo el menor ruido posible mientras lavaba los utensilios y acabó saliendo fuera para comprobar el día. La tormenta había pasado y en cuanto Sasuke se despertase podrían marcharse.


Se quedó en el porche un rato a contemplar aquel cielo azul tan intenso que se había quedado tras la marcha de las nubes. Todo era perfecto aquel día. Pensó en ir a por un café o algo pero cuando se giró, encontró a Sasuke tras él con dos tazas de café.


- Vaya, qué atento – dijo Naruto con una sonrisa.


- Supongo que te lo debo. Has estado toda la noche ocupado, encendiendo el fuego, cocinando, etc… creo que hacerte un café no es gran cosa.


- Gracias – le agradeció Naruto – necesitaba un café.


- De lo de anoche… lo siento, de verdad.


- No pasa nada. Yo… me dejé llevar y no debí hacerlo. No te tortures más. Dejemos el tema. Hagamos que ese beso no ha pasado, además… si llegas a ser nuestro entrenador sería poco ético, no quiero ser tu chico favorito – sonrió Naruto bromeando, algo que hizo sonreír también a Sasuke.


- Me ha hecho gracia eso del favorito – sonrió Sasuke dando un sorbo a su café y sentándose después junto a Naruto – el día parece muy despejado hoy.


- Después de toda gran tormenta, llega la calma. Me alegra que hayamos hecho las paces, no quería llevarme mal con el entrenador.


- Aún no soy oficialmente vuestro entrenador. Además… debo confesarte algo.


- ¿Más cosas que lo de la universidad?


- Sí. La verdad es que no puedo entrenaros, tengo un equipo y me pagan por entrenarles a ellos, están en primera división completamente invictos y siguen estando así. Si me pillan entrenando a otro equipo, me despedirán, es ilegal que entrene a dos equipos a la vez, se pone en duda mi integridad y el interés por el equipo, no podría elegir un equipo si llegaseis a la final.


- ¿Entonces por qué quieres entrenarnos? – preguntó Naruto.


- Por mi padre y quizá por mí. Quiero pensar que os estoy ayudando, pero la verdad es que sois vosotros los que me ayudáis a mí. Tenéis una vitalidad que nunca antes había visto y me enseñáis otros valores que ya creía perdidos. Creo que me hace falta pasar un tiempo fuera de la competitividad de la primera división.


- Entrénanos – dijo Naruto sin más – si algún árbitro nos pregunta, diremos que no sabemos nada de ti.


- Naruto… - sonrió Sasuke – en los partidos tengo que estar en el banquillo.


- Un bigote postizo, una gorra y unas gafas de sol, nadie te reconocerá.


- Y seré el entrenador excéntrico… - dijo Sasuke gruñendo.


- ¿Y qué? Un entrenador de un equipo perdedor de segunda división. ¿Qué más da? No te delataremos. Te lo prometo.


- Estáis como cabras – dijo Sasuke sonriendo antes de dar otro sorbo a su café – y yo más por querer aceptar eso.


- Será divertido. Sé que no pudiste hacer muchas locuras en la universidad por la falta de amigos y tus pocas ganas de ir a fiestas y que se metieran contigo, así que… ¿Por qué no hacer una locura ahora que puedes? Somos un equipo divertido.


- Y con falta de asistencia a los entrenamientos.


- Pero divertidos – le remarcó Naruto de nuevo dando también un sorbo al café.


Viendo aquellas pocas nubes moverse en el cielo, terminaron de tomarse el café. Ninguno de los dos volvió a mirarse, más que nada, porque el sonrojo aparecía en ellos cada vez que cruzaban sus ojos. Una vez terminaron de desayunar, mientras Naruto fregaba los vasos del café, Sasuke aprovechaba para recoger las mantas que habían utilizado.


Naruto terminó de fregar y cogió el mono de la moto colocándoselo. Buscó los cascos y salió hacia el pequeño granero del refugio para sacar la moto que a tan buen recaudo había dejado el día anterior. Sasuke esperaba paciente sentado en los escalones del porche a que Naruto arrancase la moto, claro que aquello no ocurrió. Por más que intentaba una y otra vez encenderla, ésta parecía negarse a hacerlo, algo que causó una gran carcajada en Sasuke.


- No te rías.


- Lo siento, es que es un trasto viejo – dijo Sasuke.


- Pero este trasto viejo te trajo ayer al refugio – se quejó.


- Y le estoy muy agradecido pero… ¿Cuántas piezas tienes que cambiarle?


- El alternador – dijo muy convencido – y la bujía…


- ¿Y el motor de arranque? – preguntó Sasuke haciendo asentir a Naruto al final.


- Sí, ése también. Mierda – le dio una patada a la moto – claro… como no está aquí el “encantador de motos”, no arranca – se quejó captando la atención de Sasuke.


- ¿El encantador de motos?


- Mi mejor amigo, Gaara. No sé cómo narices lo hace, debe susurrarle cosas bonitas o tocarle en sitios indecentes – sonrió Naruto tratando a la moto como si fuera un ser vivo – pero con él siempre arranca y conmigo no.


- Tu amigo entonces debe de tener mano para los motores. ¿Por qué no entramos al refugio y llamamos por teléfono para que vengan a buscarnos? – preguntó Sasuke – la pista hasta el refugio está bien para que suba un coche con remolque y recoja la moto.


- De acuerdo.


 


Minato daba vueltas y vueltas moviendo su silla de ruedas de un lado a otro. Hacía hora y media que la tormenta había pasado y seguía sin tener noticias de su hijo. Sabía que habían llegado al refugio y habían pasado allí la noche, que estaban bien, pero aun así… ya tendrían que estar bajando de esa montaña. Sin dudarlo ni por un segundo y viendo que no podía contactar con su hijo, llamó automáticamente a la policía para pedir que fueran a buscarle, recibiendo negativa tras negativa, algo que le hizo cabrearse como pocas veces se enfadaba.


En la comisaría, aquella llamada causó un gran revuelo. Los agentes observaban con cautela al oficial que se mantenía al teléfono tratando de calmar a un enfadado Minato Namikaze mientras le daban excusas de que no podían hacer nada, puesto que no habían pasado cuarenta y ocho horas desde su desaparición y puesto que había hablado con él por la noche, el chico ya bajaría. Aquellas palabras sólo hacían enfadar todavía más a Minato hasta que uno de los oficinales le quitó el teléfono a su compañero evitando que siguiera empeorando la situación.


- Buenos días, ¿el señor Minato Namikaze? Soy Madara Uchiha, le llevé una carta certificada el otro día a su casa. Estoy al tanto de su preocupación y le aseguro que en este momento movilizaré a alguien para que vaya a buscarles, ¿de acuerdo?


Todos los oficiales se quedaron atónitos ante aquello. El nuevo había entrado a un tema sin siquiera preguntar dejándoles mal a ellos. Ninguno de los de allí estaba conformes con aquella decisión que había tomado Madara sin consultar a nadie.


- Sabes las normas – le dijo uno de sus compañeros al verle colgar el teléfono.


- Oh, sí, sé muy bien las normas porque yo era policía mucho antes que cualquiera de los que están aquí – les dijo Madara enfadado – pero al otro lado de ese teléfono hay un hombre en silla de ruedas que no puede salir de su casa y lo único que os ha pedido es que cogierais un maldito coche y cuando fuerais a la patrulla, os dierais una vuelta por el refugio para comprobar que su hijo, el cual ha salido en plena tormenta a ayudar a otra persona, esté bien y vosotros le habéis dicho que no porque no ha desaparecido. Lo único que quería ese hombre era que le calmaseis.


- ¿Dónde vas? – preguntó uno de los oficiales


- ¿Tú que crees? – le preguntó malhumorado Madara marchándose de la oficina.


Salió de la oficina cogiendo su chaqueta y las llaves de uno de los vehículos oficiales de policía. Lo primero que hizo cuando salió, fue sentarse en el asiento del conductor y colocar la radio, necesitaba escuchar algo de música para relajar sus nervios. Aún no podía creerse que sus compañeros tuvieran tan pocas ganas de trabajar pero quizá… era sencillamente por estar en ese pueblo. Nunca pasaba nada así que se habían acostumbrado.


- Maldita sea – se quejó golpeando el volante con la palma de su mano enfadado. En esos momentos echaba en falta la ciudad y toda su frenética actividad.


Arrancó el coche y se dispuso a ir a buscar al guía en las excursiones. Sin duda él debería conocerse la zona para ir a buscar a ese muchacho. Cuando llegó hasta la cabaña de actividades al aire libre se encontró con un chico moreno que cortaba unos troncos, seguramente para la chimenea de la cual, en ese momento, salía humo. Puede que el sol hubiera salido, pero la verdad es que seguía haciendo frío.


- Disculpa, estoy buscando a Sabaku no Gaara – comentó Madara al chico castaño.


- Es mi hermano. Está en el garaje engrasando la cadena de la moto. Es esa caseta de ahí – le señaló Kankuro.


Era cierto, Gaara estaba allí liado con la moto pero en cuanto vio a Madara acercarse, cogió un trapo y trató de quitarse la grasa negra de las manos sin mucho éxito.


- Lo siento, mejor no te doy la mano – intentó sonreír Gaara enseñándoselas - ¿En qué puedo ayudarte?


- Estoy preocupado por Naruto Namikaze. Me han dicho que salió ayer en plena tormenta y que llegó al refugio. Su padre está preocupado porque no consigue contactar con él desde anoche.


- Allí suele haber poca cobertura, va y viene. Cogeré el remolque y me pasaré a recogerles. Seguro que la moto le ha dejado tirado… otra vez – aclaró Gaara – le he dicho miles de veces que la arregle pero es muy cabezota. No se preocupe, ahora mismo iré a por ellos.


- Te lo agradezco.


Tras haber arreglado un problema, estaba dispuesto a terminar el día con una buena obra y arreglar un segundo problema. Volvió al coche y lo aparcó frente a la casa de Minato Namikaze. Seguramente en esos momentos debía estar bastante enfadado con todo el cuerpo de policía pero a él le daba igual. Se acercó hasta la puerta y sacó un par de alambres hasta forzar la cerradura y abrir la puerta. Aquello sorprendió a Minato que se había quedado absorto mirando desde la cocina cómo la puerta se abría sin más y daba paso a ese hombre con uniforme de policía.


- ¿Ahora hacemos allanamientos de morada? – preguntó enfadado.


- No te pongas así – sonrió Madara – sabía que no me abrirías. Podría haberte roto la puerta de una patada pero sinceramente… creo que este sistema es menos destructivo.


- Se puede saber… ¿Qué hace en mi casa?


- He venido a arreglarte esa madera de la entrada. No quiero estar forzando puertas cada vez que tenga que venir a hablar con usted y no se encuentre su hijo para abrirme la puerta.


- Mi hijo dijo que lo arreglaría.


- ¿Y lo hará? – preguntó Madara.


- No lo creo – sonrió Minato.


- Entonces, voy a arreglárselo yo y espero que no se queje. Además… ya he mandado a alguien a recoger a su hijo del refugio.


- Hasta que por fin hacen algo – susurró Minato captando la inmediata atención de Madara.


- Vale… creo que hemos empezado con mal pie – sonrió Madara acercándose a él- sé que en este momento soy la persona a quien menos desea ver, pero he venido hasta aquí para avisarle de que su hijo está bien y que quiero ayudarle a arreglar ese agujero que tiene en la madera de la entrada. ¿Podemos mínimamente ser educados el uno con el otro? Se lo agradecería mucho si me diera un voto de confianza.


- Estaba preparando el desayuno para mi nieto. ¿Quiere tomar algo? – preguntó al final Minato.


- Si tuviera un café, se lo agradecería – le dijo Madara.


- Vale. Ahora se lo preparo. Por cierto… ¿Cómo narices sabe forzar una puerta?


- Antes de ser policía era un poco… delincuente. Mi madre escondía las chocolatinas bajo llave – sonrió Madara haciendo sonreír a Minato.


- Voy por su café.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).