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El último partido por Fullbuster

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En el campo resonaban los gritos de alegría de los jugadores del equipo contrario. Naruto miraba enfadado hacia el origen de aquellos gritos. No estaba enfadado con el otro equipo, ni con el suyo, ni siquiera con Sasuke, estaba enfadado consigo mismo porque fue él quien tomó la decisión final pese a que el equipo estuvo de acuerdo. Sabía que sólo una persona se había negado a dejar atrás las decisiones de Sasuke pero había jugado como mejor sabía tratando de seguir a su equipo.


Miró desilusionado como sus jugadores se marchaban hacia el vestuario desanimados. Sasuke tenía razón en algo, estaban a una maldita derrota de tirar todo su trabajo duro por tierra por aquella niñería que habían hecho. Fugaku siempre les había dicho lo importante que era un entrenador, que tenían que obedecer cuando les decían los fallos pero no lo habían hecho por orgullo, para enseñarle una lección a Sasuke, así que esa derrota era su culpa.


Sus ojos se cruzaron con el cuerpo agachado de Deidara frente al banquillo. Estaba recogiendo algunas botellas de agua. Él era el único que se había opuesto a esa decisión contra nueve personas, era el único que había dicho de hacer caso a Sasuke. Había obedecido la decisión del equipo por no ir contra el equipo, pero Naruto sabía que había visto algo diferente a lo que los demás veían en Sasuke. Se acercó hacia él colocando su mano en el hombro.


- ¿Podemos hablar un momento? – le preguntó.


- Sí, claro. ¿Qué ocurre?


- ¿Qué viste en él? Fuiste el único que dijiste de darle la oportunidad.


Deidara resopló ante aquello. No sabía cómo explicarle lo que le pasaba por la cabeza a Naruto y menos con lo cabezota que era. Se sentó en el banquillo tras apartar algunas cosas para dejar espacio. Naruto le imitó sentándose a su lado.


- ¿Sabes en qué liga juegan los universitarios? – le preguntó Deidara intentando no irse por las ramas.


-  ¿En primera división? – preguntó aún con dudas.


- Es una liga restringida a universidades pero sí, esos jugadores cuando salen de la universidad con su carrera bajo el brazo, muchos son aceptados en equipos privados de primera división.


- ¿Qué tiene eso que ver con Sasuke?


- El juego de segunda división que es donde estamos, no es nada en comparación a cómo se juega en primera, Naruto. No podemos hacerlo solos, necesitamos alguien que haya estado en primera división y nos entrene, nos ayude a corregir los fallos. No servirá de nada llegar a primera división sino conseguimos quedarnos, debemos luchar por permanecer allí y eso sólo lo conseguiremos con un entrenador. No sé si te has dado cuenta… pero no vienen muchos por esta isla perdida de la mano de Dios y menos de primera división. No creo que podamos permitirnos desperdiciar los que quieren ayudarnos.


- ¿No te saca Sasuke de las casillas? – preguntó Naruto apretando los puños.


Sabía que cada palabra de Deidara era cierta, no podía discutírselo pero seguía siendo Sasuke, ese chico orgulloso que gritaba y no entendía su forma de entrenar, de vivir, ese chico que se metía en todo lo que no le interesaba.


- Claro que sí Naruto. ¿Crees que me gusta que me digan los errores? ¿Crees que me encanta escuchar que tengo errores de posicionamiento? Pero es cierto. Hace años que dejé la universidad y el equipo, me fallan cosas Naruto como a todos y él sabe lo que nos falla, sabe lo que piden en primera división, cómo es su juego.


- ¿Crees que debo disculparme? – preguntó Naruto pero Deidara se encogió de hombros.


- No soy yo quién lo cree – sonrió Deidara pasándole de nuevo la pelota al tejado de Naruto.


Naruto no pudo evitar sonreír al verle levantarse, era cierto, era él quien estaba pensando en disculparse, no era algo que fuera relevante para Deidara. Dejó que se marchase al vestuario mientras él se quedaba unos segundos más mirando el campo en el que habían perdido. Una derrota y se iban a casa de nuevo, vuelta a empezar.


- Mierda – sonrió agachando la cabeza y colocando sus manos encima de ella revolviendo el sudado cabello – voy a tener que disculparme.


Sasuke llegó a casa más silencioso de lo normal. Aquello no pasó desapercibido para su padre que leía un libro tapado con su manta en aquel sofá frente a la chimenea. La casa olía a café recién hecho y su madre le preparó una taza al ver como se sentaba su hijo junto a su esposo.


- Veo que no ha ido muy bien – habló Fugaku primero.


- Si lo dices por el partido… se ha perdido.


- No me preocupaba el resultado, sino cómo reaccionen ellos.


- Mal ¿Cómo querías que reaccionasen? Les has cambiado de entrenador por mí cuando a la mayoría no les caigo bien.


- No le caes bien a ninguno – sonrió Fugaku.


- Uno hizo caso.


- Uno jugó en primera división, deja sus sentimientos personales fuera del campo, era profesional. No quiere decir que le caigas bien, sólo que está haciendo lo que debe, cumplir las órdenes de alguien que sabe más.


- Genial – sonrió Sasuke – creía que tenía una opción aún de que ese chico les convenciera de que era lo mejor, hacer caso y dejarse de tonterías.


- Y es posible que lo haga, pero no quiere decir que confíe en ti, simplemente sabe que es ventajoso tener un buen entrenador a ir solos a una liga de primera división de la que no conocen nada. ¿Les has dicho que los dejas? – le preguntó Fugaku.


- Sí.


- Entonces tómate el café, sólo tienes que esperar. Es cuestión de tiempo que se den cuenta que no pueden ganar el siguiente partido sin un entrenador. Volverán.


- Lo sé – dio un sorbo Sasuke a su café – aun así sabes lo impaciente que soy.


- Aprende a relajarte.


La sonido de la puerta llamó la atención de todos los allí presentes. Fue Mikoto quien con una sonrisa viendo como su hijo hacía el amago de levantarse, le pidió que se sentase. Secó sus manos con un trapo y caminó hacia la puerta dispuesta a abrirla. Se sorprendió aún más al ver a Deidara en la puerta, él no solía salir mucho de su casa en el muelle y como mucho iba a casa de Naruto.


- Dei – comentó haciendo que tanto su esposo como su hijo girasen la cabeza hacia la puerta intrigados por verle allí - ¿Puedo ayudarte?


- Ya me ocupo yo mamá – le dijo Sasuke levantándose y dejando la taza con la mitad del café en una de las mesillas – habrá venido a verme a mí. ¿Es así?


- Sí – respondió Dei.


 Sasuke le invitó a pasar pero Deidara no quiso hacerlo por algún motivo. Al fijarse Sasuke en el leve movimiento de cabeza que su padre le ofrecía, se dio cuenta que seguramente ese chico prefería hablar fuera, así que le invitó a sentarse en el porche.


- ¿Qué te trae por aquí? – le preguntó Sasuke.


- Quería… ver las jugadas, las que anotaste en la libreta.


- ¿Te preocupan tus fallos?


- Como a todos, supongo. No puedo mejorar solo y quiero ser útil para el equipo.


- ¿Por qué? No parece que al equipo le importe mucho llegar a primera división.


- Les importa y yo quiero que lleguen, así que si puedo ayudarles a conseguirlo quiero hacerlo. Para eso necesito saber los fallos y mejorar.


- Colocación – le dijo Sasuke sin rodeos – fallas en la colocación y en los pases largos. Necesitarías mejorar la potencia del disparo, fortalecer la musculatura de los brazos. – Sasuke observó cómo Deidara parecía estar asimilando las cosas y entonces decidió hablar – mi padre ha dicho que estuviste en la universidad, que jugabas para ellos. Me ha extrañado que no tengas musculatura en los brazos, deberías tener, eres el único aquí que venía con una base de este deporte.


- Hace muchos años que no juego – le dijo Deidara con una triste sonrisa – temas personales.


- De acuerdo. Te apuntaré unos ejercicios para los brazos. Si lo cumples en unas semanas deberías tener la musculatura necesaria.


- Gracias.


- Ahora te traigo los ejercicios. Espérame un segundo.


Sasuke se marchó hacia el interior de la casa a buscar un folio y un bolígrafo para escribirle los ejercicios que debería hacer. Mientras Deidara esperaba fuera, Itachi llegaba en aquel momento. Fue el más sorprendido de ver a Deidara allí sentado en su porche y aunque se detuvo unos segundos sin saber si entrar hacia casa o volver por donde había venido, finalmente subió las escaleras del porche acercándose a él.


- ¿Puedo sentarme? – preguntó Itachi sorprendiendo a Deidara.


- Sí claro, es tu casa – sonrió Dei.


- Oye Dei… llevo un tiempo preguntándome pero… ¿Qué nos ocurrió? Éramos buenos amigos ¿Por qué nos separamos? ¿Cuándo?


- No lo sé, dímelo tú Itachi – sonrió Deidara - ¿Cuándo empezaste a alejarte de mí?


Itachi trató de pensar pero no le hizo falta mucho esfuerzo, sabía cuándo se había alejado de él, en tercer año de universidad, cuando el que era su mejor amigo empezó a salir con Deidara. Se dijo mil veces que se alejaba porque no quería estorbar en aquella relación, no quería meterse en medio pero… tampoco aquello era del todo cierto, se alejó porque se había enamorado de él, porque no soportaba sentir aquel dolor que le atravesaba el pecho cada vez que le veía con su mejor amigo y todo… por su cobardía de tres años, por esos tres años que pudo confesarse y no lo hizo.


- Supongo que no quise meterme en medio de tu relación con mi amigo – comentó Itachi.


- No estabas en medio. Te necesitaba, necesité a mi mejor amigo pero nunca estabas.


- Hacíais cosas de pareja, ibais al cine, jugabais juntos, estudiabais juntos… yo sólo era un estorbo en vuestra relación, eráis una pareja y éramos tres personas, no quería meterme en medio.


- ¿Qué ocurrió Dei? – preguntó preocupado Itachi - ¿Qué ha pasado durante todos estos años? Eras un buen estudiante, acabaste la carrera con las mejores notas, trabajabas en un hospital importante, te especializaste en pediatría y cirugía. ¿Por qué abandonar todo para venir a este pueblo y ser simplemente un chico que alquila kayaks?


- Quería un cambio de vida Itachi, nada más.


- ¿Pasó algo en el hospital?


- No – dijo Deidara tensándose – no es nada de eso.


- ¿Es por lo que ocurrió en tu relación?


- Déjalo ya Itachi, no quiero hablar de eso, no quiero hablar de mi anterior vida.


- Ya está, aquí traigo tus ejercicios – se escuchó a Sasuke saliendo por la puerta con la hoja, descubriendo a su hermano allí hablando con el chico al que debía entrenar - ¿Interrumpo algo?


- No – sonó al unísono de los dos chicos.


- Gracias por los ejercicios – comentó Deidara – ya nos veremos.


- Claro – susurró Sasuke viendo como Deidara se marchaba.


Ambos hermanos vieron como Deidara bajaba las escaleras del porche y se perdía de vista lentamente calle abajo. En aquel momento, los ojos de Sasuke se giraron instantáneamente hacia la figura de su hermano, allí inmóvil sin apartar los ojos de aquel rubio.


- ¿Me cuentas qué ocurre? ¿Le conocías?


- De la universidad – dijo Itachi.


- ¿Y dónde está tu problema con él?


- En que me enamoré de él y lo estropeé.


- Por lo que sé, él ya no está saliendo con nadie, podrías intentar…


- No – se adelantó Itachi – él no sería feliz a mi lado, no si descubre todo lo que le oculto, todo lo que hice. Es mejor así, que no se entere de mis sentimientos.


- Los secretos no te conducirán a nada bueno.


- Es posible, pero no quiero hacerle más daño. Ese chico no puede ser feliz a mi lado, no lo sería.


- Eso no puedes saberlo hasta que lo intentes. A veces hay que dar oportunidades a los sentimientos.


- En este caso no – dijo Itachi de forma seria mientras entraba hacia casa.


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