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No-Hero por sleeping god

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Notas del capitulo:

Una disculpa por la enorme tardanza, el negocio que me-nos-atrevimos a poner a funcionado... demasiado bien. Estoy agobiado de trabajo asi que eso me deja sin energias, inspiracion ni tiempo.

Aun asi no abandono el proyecto.

Seguimos.

Si vis pacem para bellum.


Si quieres la paz, prepárate para la guerra.


The Punisher


 


Las luces se colaron juguetonamente entre las ramas del árbol, el viento cantó y la dulzura de mandarina confitada le llenaba el paladar hasta hacerle expresar una sonrisa complacida y ridícula.


Con un solo paso se podía abandonar la oscuridad, dejar de divertirse con los rayos de luz, y pasar a ser visto.


Retrocedió en las sombras.


En su mano guardaba una estrella de papel, en la otra fruta confitada y dentro del pecho un deseo elevado a los recuerdos pasados. Esos de cuando se permitió reír sin ser escuchado más que por aquel que soñaba con los ojos abiertos, llevándolo también a la fantasía, aunque los suyos se llenaran de lágrimas en el momento que fue obvio que su amor no sería correspondido. No lo odió porque existió arrepentimiento a hacerle pensar que era posible.


Lo mejor habría sido que, como ahora, retrocediera cuando le abandonaban, mas quiso soportarse en la amplia espalda y decir en mudas palabras “Te amo”.


Naturalmente se fue, ya que las palabras tímidas son muy complicadas de atrapar.


La persona que amaba se había convertido en lo que era para él, aunque torpe en todo sentido, sin dar con la grandeza que a sus ojos era extrema.


Si deseaba salir de la oscuridad era para decirle: “Mira que el mundo entero cabe en tu palma”.


El mundo entero y sus personas, tan indiferentes a sus ojos, sin embargo los ocupaba.


El mundo y la gente, su héroe y quienes lo amaban; era ridículo, como una obra que presenta un Dios contra ratas, una farsa; hasta salir de entre las sombras la muerte a grandes escalas, el dolor con medios, los ojos que miran y retan. El poder. Sólo así la obra sería realista.


Ya era tiempo de que un héroe se viera acorralado a hacer una acción heroica.


-Momento, momento… no me gusta a donde va esto ¿Dónde está tu introducción? ¿Y las palabras bonitas? ¿Me estás jodiendo? No, ¡¿Me jodiste desde la pinche primera introducción, ojete de mierda?!


Oye, oye, no podía llevármela todo el tiempo de broma en broma. Además, estoy contento de por fin saber desde el inicio qué quería hacer.


-Pinche cabrón, como si no tuviera suficientes problemas. Un villano… no, un supervillano de mierda sacado del pinche culo.


No es así, tú lo dijiste. Desde un inicio estuvo planeado así.


-Me jodiste desde un inicio. Me habías prometido que sería sencillo, el sol, la luna y las estrellas. Eres igual a todos los hombres.


No empieces de divo. No es como que te vaya a dejar solo… bueno… yo no…


-Ya no confió en ti. No me hables. Ándale, síguele, síguele…


 


Dio un gran trago de saliva, calándole demasiado amargo, después hizo acto de jalar el cuello de su ropa para liberar algo del calor que se le imprimía al cuerpo. El sudor bailó, por acto de gravedad, desde su nuca hasta adentrarse a su espalda que transpiraba también, sin llegar a empapar la prenda inteligente que usaba en negro.


Deseaba estarse asando por otro incendio o por estar vigilando la ciudad a 40 grados sobre un techo donde podía conocer un huevo o cocerse los propios, pero no, estaba a la sombra de un parque y tenía una cita con su Ichigo.


El pelinaranja platicaba con él, sin saber que no era escuchado, mientras se relamía una paleta cilíndrica de coco que le manchaba los labios, le escurría por la lengua y, en momentos, se le escapaba por la barbilla y era limpiada por sus manos.


-¿Me estás escuchando, H?—preguntó Ichigo después de que le cuestionará por quinta vez si había peces voladores en el océano pacifico.


Grimmjow por fin dio con los ojos castaños del chico y estuvo a segundos de dar una sonrisa desvergonzada, como quien admite no haber escuchado palabra pero quiere verse gracioso. Hacia docenas de mujeres que entendía que no les causaba la más mínima gracia. Eso también se lo había confirmado un comediante.


Optó por acortar distancias para besar el líquido que le escurría por los labios, logrando que Ichigo se sonrojara violentamente y lo apartara de un empujón.


-¡¿Cómo se te ocurre hacer eso en público?!


-Aquí no hay nadie—se defendió, después de todo sus citas siempre eran a escondidas—además también tengo calor.


-No quisiste una paleta.


-Quería que me dieras de la tuya.


-No, es mía—afirmó, volviendo a chuparla sin notar el bulto que comenzaba a crecer en los pantalones del indecente héroe—Está bien. Te dejaré chuparla—finalmente ofreció tras un vistazo y un golpeteo de su corazón enamorado.


H se maldijo mentalmente por tomar todo en doble sentido, aunque solo él estaba erecto y sentado de la manera más incómoda para que no fuera notorio. Se permitió lamer la paleta de Ichigo con una sensualidad que, incluso un novato como aquel, pudo entender.


-Suficiente—ordenó el joven que, antes de volver a poner la lengua en el líquido congelado, analizó que estaría por lamer donde lo había hecho H y después, con una rápida inspección, supo que logró excitarlo.


Kurosaki Ichigo era inexperto y se consideraba a si mismo tímido, necio y autocontrolado, por otro lado era un adolescente, varón y un saludable chico que sentía curiosidad por el sexo y, últimamente, por ver como su pareja se prendía con él,  la manera en que se le insinuaba un poco, el recorrido que elegían las manos de H sobre sus piernas con toques indiscretos cada vez más arriba, incluso una vez llegó a sentir la dura erección del otro contra su pierna, mas siempre terminaba alejándose, sacando cualquier excusa para marcharse. En realidad, no sabía hasta donde llegaría, si le detendría o, como ahora, su curiosidad se seguiría transformando en un cruel juego de inocencia e ignorancia a sus acciones, en un tira y afloja.


El chico devoró la paleta, sin morderla, dejando que algunas gotas cayeran hasta su pecho e ignorándolas para seguir una succión natural e implícita, abriendo la boca para que su lengua fuera vista rodeando el cilindro de un lado a otro, escurriendo más de ese líquido blanco hasta su garganta, y despidiéndose depositando una suave succión en la punta de la paleta, seguida de un gemido de gusto. Después de todo hacía calor y estaba fresca.


Jagerjaquez se retorció en su lugar, soportando la erección que crecía en su ropa, los testículos endureciéndose y su propia mano que jugaba con su muslo, obligada a comportarse y no empezar a masajearse, aunque fuera sobre la ropa.


-¿Quieres más, H?—preguntó Ichigo, con inocente sinvergüenza, relamiéndose los labios.


No era la primera vez que jugaba al adolescente caliente fingiendo ser torpe; ya fuera que se agachara a recoger la que sea, levantando el trasero, o acariciando “sin querer” las partes nobles del héroe.


Contando el día de hoy ya llevaría 22 erecciones y 34 masturbaciones del héroe en sus bolsillos.


- Ya decía, los más calladitos son los más aventados. Le voy a romper el culo.


Adelante.


-¿Me das permiso? Vaya, ya era hora. Gracias.


H tomó toda la paleta, la metió por completo en su boca y únicamente sacó el palo de madera.


-¡Oye, era mía!—le regañó el chico hasta ser tumbado sobre el pasto, con Grimmjow encima que de inmediato le robó un beso, dejando que el líquido corriera de una boca a la otra.


El shinigami se sonrojó al acto pero continuó con la proeza de besarse y a la vez dejar el agua blanquecina transcurrir entre sus lenguas hasta volverse muy tibia, entonces la bebían. Ichigo se acomodó mejor, y usando eso como excusa dio una caricia a la entrepierna de H con su muslo, sintiendo su miembro endurecido y atrapado en el entallado traje. Esa sensación obligó al peliazul a ver a quien tenía abajo con la boca manchada de blanco, la respiración desacompasada y la frente perlada de sudor.


Y no pudo, había algo en esa situación que siempre movía su termómetro de estar a 110 grados a descender a menos 20 en cuestión de una mirada demasiado sensual del adolescente.


Por suerte esta vez su teléfono sonó, siendo solo dos posibilidades: Byakuya había descubierto que lavó la ropa blanca con una playera roja o era necesaria su ayuda.


-Parece que tengo trabajo—le informó a Ichigo, dándole un beso sabor a coco.


Era la embajada española, pidiendo que parara una revuelta civil. Suspiró, últimamente esas situaciones le causaban más problemas porque terminaba ayudando a estos en vez de detenerlos.


Pronto lo mandarían llamar de ONU nuevamente, para cuestionarlo.


Sinceramente era porque lo que salía de su boca y las acciones que tomaba eran solo un conducto de lo que Kurosaki expresaba como justicia.


-Podemos vernos mañana, cuando salgas de la escuela—expresó H, tronando los huesos de su cuello, después estirando las articulaciones.


-Está bien. Regresa a salvo—le pidió Ichigo, alejado de su juguetona actitud para casi ordenarle eso, como siempre lo hacía.


-Sabes que nadie puede lastimarme.


-Mírame, tan confiado en ti. Debí despedirte cuando tuve la oportunidad.


No seas cruel. Te tengo preparado algo brillante.


-¡Brillantes mis acomodados y redondos testículos!  Siempre me llevó la peor parte.


 


Creyó que hablar español sería una gran ventaja, al igual que reunirse a comer y beber, sin embargo al final terminó teniendo la estúpida idea de decir que estaba saliendo con alguien y al llegar un momento muy candente perdía el ánimo.


-¡Coño, si eso se soluciona facilísimo, tío!—le dijo Antonio ya ebrio—¡Tráiganle a este coñazo unas criadillas!


-¿Criadillas? Son unas criadas pero chiquitas, ¿verdad?



-¿Por qué no me respondes?


-Pero si se ve desde aquí que tiene tremenda polla—indicó el mesero, rellenando los tarros de cerveza oscura.


-Lo que pasa es que cuando le toca follar le da palo y se queda cortado—explicó al resto de la mesa el buen Miguel, amigo de Antonio.


-Venga, Rodrigo, joder, que parece que le tiras los tejos—regañaron al mesero metiche para que trajera lo que le pidieron.


Grimmjow no dijo palabra, pensando que era como hablar otro idioma.


-Me estás usando para sacar tu impotencia al visitar España, ¿verdad?


… solo un poquito.


Empezó a comerlas con singular gusto, sin comprender porque algunos comensales reían.


-¿Os te han gustado?—le cuestionó Antonio.


-Tienen una textura extraña… pero ya diga, ¿para qué me van a servir? Quiero decir, no es que no se me paré, es que… es que es otra cosa.


-¡Es que esa tía ha de estar realmente buena!—interrumpió un chico, riendo con facilidad.


A Grimmjow se le hizo difícil de creer que hasta hace unas horas estaban por incendiar varios edificios con odio en los ojos y la sangre hirviendo, ahora estaban tranquilos y agradecidos con él, que los salvo de los chorros de las mangueras a alta presión y los gases irritantes.


-¡Mejor comete unos machitos, que eso seguro os anima!


Nuevas risas, más golpes en su espalda ya mortificada y solo al final, después de no entender ni su puta madre y cagarse en dios varias veces, les pidió que siguieran por el camino que el transitaba, de paz y justicia, sin herir a nadie. Protegiendo, eso debía hacer.


 


Volvió a casa de Byakuya, evitando a este cuando pasó a su lado, cerrando los ojos a la expectativa que no llegó jamás.


Aun no sabía lo de la ropa.


-Te has tardado ¿se te ha ido de las manos otra vez?—preguntó Kuchiki con un atisbo regaño.


No olvida la semana pasada en Siria, se dijo Grimmjow con pesar. En su afán de evitar la represión y la rebelión quedó en ambos fuegos, confundido, errático y vuelto un enemigo a ambos bandos. Fue un total desastre ideológico más no vital. No hubo muertos, solo su reputación caída y a tres meses de recuperación según el médico.


-No, sólo me he quedado a calmar las cosas un poco y… solucionar mi otro problema—confesó esto último con algo de vergüenza, sacándose la máscara y estrangulándola entre los dedos—Ichigo es increíblemente tramposo, para mí que ya se ha revolcado con media civilización.


Kuchiki no se atrevió a sonreírle después de escuchar como jugaba el adolescente con sus reacciones fisiológicas de una manera que jamás esperó.


-Pero según Miguel y Antonio lo tengo todo solucionado—se expresó victorioso Grimmjow por los ánimos que le dieron sus amigos español—Así que iré esta noche y le enseñaré que no debe jugar conmigo.


-No lo sé, Jagerjaquez…—cortó el discurso, queriendo decirlo de manera clara pero no hiriente—¿Cómo explicártelo? Eres muy tor… lento a su lado. Deberías dejarme organizar un plan contigo.


El peliazul lo primero que hizo fue ofenderse.


-Deja tus planes y pendejas fuera de mis calzones—se marchó, enfurecido ante la idea de que un niño sin experiencia sexual tuviera el control de Grimmjow Fuckin’ Jagerjaquez, galardonado semental, abandonador de hijos en el mundo, la pesadilla de todo padre y quien más rápido desenfunda en todo el planeta.


 


Entró a la habitación del pelinaranja por la ventana, encontrándolo jugando un videojuego en su celular, recostado en la cama hasta que le vio.


-¿Creí que vendrías hasta mañana?


H no habló, solo levantó su máscara hasta la nariz y se acercó sin mediar palabra. Estaba decidido a mostrarle a Ichigo quien mandaba.


El menor pudo sentir en el ambiente las intenciones del sujeto enmascarado, y ya fuera con la excitación que creció rápidamente desde el vientre hasta la entrepierna, o el miedo latente ante lo desconocido, se bajó de la cama y lo encaró. Grimmjow se detuvo un poco más continuó avanzando hasta tomarlo con una mano por la nuca, acariciándole los cabellos anaranjados y descendiendo el cuerpo hasta los labios del chico. Entonces el joven, mas por instinto que por malicia, se sujetó al cinturón del otro para poder elevarse y besarle pronto. Para Grimmjow fue un acto lascivo el que fuera tan directo a su pantalón que la erección, apenas creciendo, descendió ante la sorpresa.


El besó no duró mucho más, cosa que le molesto al shinigami.


-¿Qué pasa?


-No es nada. Estoy estresado por el trabajo—se justificó, alejando las manos del chico pero fue este quien cambió de lugar, llevándolo a sentarse sobre la cama y, en un acto juguetón que después le causaría vergüenza, sentarse sobre él.


-Revise tus videos en España. No entendí mucho de lo que decían pero parecías muy interesado. Los salvaste a todos, H—le felicitó Ichigo, dejando su cuerpo descansar en las piernas del héroe que, animándose, le tomó por la cintura.


-Sólo he hecho lo que me has enseñado. Creo que soy un buen alumno—le dedicó una sonrisa, dando un vistazo a los hermosos ojos castaños del otro, feliz de ser un buen maestro. Entonces acarició con delicadeza la orilla del pantalón hasta sentir la tibia piel de la cintura hasta la espalda, en una caricia que le subía la playera. Parece un acto muy erótico a sus ojos pero los guantes no le permitían sentir como era debido, entonces decidió sacarse un guante con los dientes y poner su mano desnuda en el pecho del chico que le seguía con la mirada llena de curiosidad, embozado en un rubor valiente. Grimmjow se dejó llevar por esos ojos y se acurrucó en el pecho de Ichigo, sin dejar de conectar sus miradas, siendo al principio un acto de sumisión hasta girar la cabeza al botón rosado y apretarlo entre sus labios.


El exshinigami dio un suspiró acompañado de un temblor en su cuerpo que culminó en sus extremidades, que le pidieron sostenerse del cuello del otro que empezaba a lamer el pezón y a dejarlo erecto y sensible, al igual que el pene que podía divisar en la tela negra, nunca lo había visto tan directamente, grande, grueso y palpitante bajo la tela que empezaba a mancharse en aquella zona que era el glande del héroe.


Se atrevió a subir más en Grimmjow para poder sentirlo en su trasero, apenas se sentó en el trozo caliente de carne pudo darse cuenta que sería ridículo pensar que podía albergarlo en su cuerpo, era demasiado grande y grueso. Sin embargo, su héroe soltó un gemido de delicioso placer al estar entre las nalgas de Kurosaki que dejó a este extasiado a la mueca de H, con sus labios comprimidos, soportado un grito. Quiso repetir esa mueca, así que se frotó contra este en otras ocasiones, sintiendo que su propio miembro despertaba.


-Ah, Ichigo…—gimió, empezando a olvidar que tenía un problema en esa parte y que sus poderes viriles se habían incrementado al comer pene y testículos de toro.


-¿Cómo…? ¿Qué dijiste?


¿Qué?... Esta es una parte importante… debo continuar.


Kurosaki controló su vergüenza solo porque se sentía poderoso de esa manera como no lo era desde que era un simple humano, ahora veía en sus manos al ser más fuerte de la humanidad, al menos conocido, rendido en su pecho, gozando de un sexo con condón de tela. No dejó de moverse mientras alza el rostro de H y depositaba un beso simple, pero que con ayuda del otro fue mejorando, sintiendo que el pene empezaba a querer entrar en él aunque fuera imposible.


Fue H quien hizo por cambiar la situación, sobando sobre el pantalón el pene erecto de Ichigo, aunque este, por no esperarlo, dio un pequeño brinco de susto a pesar de haberle gustado la sensación.


-Descuida, no voy a herirte—le confirmó Grimmjow, con la respiración agitada.


-Es que… no lo sé—la cara del chico lo dejó estupefacto. No lo había visto bien, con la camisa levantada, dejando ver sus rosados pezones, uno de ellos húmedo con su saliva, el pene marcándose en los pantalones y levantado sobre su dura erección. Volvió a palidecer ante esa imagen, bajando rápidamente a Ichigo para incorporarse.


-Tienes razón. Es un gran paso y no debemos apresurarlo.  Respeto tu decisión y no presiono. No existe tal cosa como la prueba de amor, jeje—rio más por nerviosismo que por su broma. Maldijo mentalmente a Antonio, y a ese toro gilipollas—Te veré mañana.


-Sí… H…—dijo mientras se marchaban por su ventana.


Apenas lo dejaron solo se dijo que debía haberlo detenido. Le dolía el pene y quedó con una sensación que presintió solo se iría si era con H.


Se revolvió en su cama mientras lo pensaba a profundidad, sonrojándose a sí mismo ante las imágenes vulgares de él y H teniendo sexo en su cama, en su propia casa y con su familia en ella. Pero lo deseaba y lo quería, eso no tenía nada de malo.


Comenzó a tocarse sobre el pantalón, como quiso hacerlo Grimmjow, y a gemir en lo bajo, pensando que era el otro con su mano desguatada, desde la base hasta la punta, permitiéndose esta vez sobar sus testículos que le causaron una carga eléctrica que culminó en un suave gemido; metió la mano en sus calzoncillos, notando la humedad que había liberado sin haberlo notado, usándola para humedecerse y acompasar el movimiento sobre sí mismo, despacio, así creía que lo haría H aunque con manos más grandes, recorriendo con sus largos dedos la cabeza de su miembro y las venas que resaltaban. Jamás antes había tenido una erección tan dura e hinchada, incluso le parecía caliente, se tocó la cabeza y presionó con algo de fuerza, gritó mentalmente el nombre de H, deslizó nuevamente sobre el tronco y repitió la acción, sorprendiéndose de lo placentero que era hasta eyacular sobre su mano.


Durmió tranquilamente. Soñando con armarse de valor al día siguiente y dejar que H le hiciera eso mismo.


 


Para Grimmjow la noche fue terrible, cada sueño húmedo lo despertaba desconcertado por concluir en una pesadilla, ya fuera con un monstruo con grandes dientes entre las nalgas del jovencito o con Aizen, vestido como ama de casa, cachándolos en pleno agasaje y burlándose de su pequeño miembro. En su sueño siempre era pequeño, diminuto y flácido, por otro lado Ichigo era, si era posible, más dulce, lindo, agraciado y perfecto.


-¿Cómo haz dormido?—preguntó Byakuya por la mañana.


-Terriblemente—respondió con el cabello alborotado, ojeras bajo los ojos y encorvado—Esto va a matarme. No jugar al héroe, ese maldito y pequeño shinigami adorable—refunfuñó camino a la cocina, deseoso de que al menos un buen desayuno le mejorara el ánimo.


Kuchiki le sostuvo del hombro con compresiva decisión.


-Quiero ayudarte. Por eso he planeado una cena, los tres juntos, así veré cómo se comporta y podremos hacer un plan para esos momentos—comentó, sin realmente incluirlo en la toma de la decisión—Por otra parte, me parece que Kurosaki Ichigo está más que deseoso de conocerse de manera intima.


-Es una perra, lo sabía ¿Con cuántos se ha revolcado y no me dices?


Es joven. Es natural ser un poco… enjundioso.


-¡Enjundiosos mis huevos! ¡Tú haz de ser uno de los muchos que ya se chingó! ¡Ya se me hacía que siempre salía bien parado en todas tus historias! ¡Te la chupa cada vez que escribes!


¡No, claro que no! Soy el escritor y debo conocer…


-¡… A profundidad a tus putos personajes! ¡Pinche mal amigo, te jodiste a mi novio!


No, de verdad que no es eso.


-Ya no me hables. Quítame también a este novio que es más puta que tu hermana.


Basta, eso sería muy ofensivo si tuviera hermana. Grimmjow… vamos, no puedes pelearte con tu escritor, eso sería muy raro… ¿de verdad no vas a hablarme? Bien, no te necesito. Puedo continuar yo solo.


-Le pediré que venga a las och… ¿A dónde crees que vas? Te estoy llamando—le gritó el noble a Grimmjow, empezando a retirarse por la puerta—¡Jagerjaquez!


-¡¿Qué?! Me largo de aquí. No voy a seguir con esto. Por cierto, Byakuya, deberías saber que al autor no le caes muy bien así que seguro te jo…


¡Wow, basta! ¡Basta!


-¿De qué mierdas hablas?—cuestionó Kuchiki notablemente molesto.


-Sí, seguramente te pondrá en una situación donde solo podrás hacer mal las cosas o que las circunstancias sean confusas y creas que hiciste lo correcto pero no, o también…


Tú ganas, tú ganas. Me disculpo, no estoy muy seguro porque pero me disculpo. Lo siento mucho. ¿Puedes volver a tu papel?


-¿Puedo tener un logo en el pecho?


¿Quién te crees? ¿Superman?


-Además, Byakuya, vas a salir con…


Ok, ok. Un logo en el pecho.


-Entocnes una cena será—habló Grimmjow, volviendo a la casa y dejando al pelinegro muy confundido.


 


A las ocho en punto Kuchiki recibió al invitado central, a ese chico de cabello anaranjado portando, ante todo, una enorme excitación en su rostro apenas contralado para mantenerse serio. El motivo en realidad era una fantasía creada por sí mismo una vez repaso una y otra vez la noche anterior, llegando a un veredicto… En realidad eran dos: primero, deseaba a su novio; y en segundo, supuso que si llegaba a admirar el enorme miembro de H también podría conocer su rostro. 


Esa era la mayor de sus emociones, el verlo y saber que podía  confiarle su identidad así como a Byakuya. Y esa cena, con el noble y H, le confirmó sus sospechar de que sería aceptado en ese selecto círculo.


Recorrieron los pasillos finamente adornados hasta el comer de 8 asientos, notando la mesa arreglada y a H sentado en un costado de la mesa. Kuchiki se adelantó y tomó su lugar en la cabecera, dejando a Ichigo libertad de estas al lado del otro, de no ser que el arreglo de utensilios y platos le indicaba que debería estar en lado inverso de H, justo enfrente.


Byakuya lo planeó así para tener una vista de ambos.


Por otro lado, H vestía su traje. Algo de emoción descendió de la cabeza de Kurosaki mas se mantuvo optimista durante la cena, donde interrogò a Byakuya sobre el Seretei, Rukia y Renji, y más importante, su relación con el superhéroe. Grimmjow disfrutó la velada con sus dos seres más cercanos, casi olvidando el motivo hasta sentir una pierna recorriendo su pantorrilla, subiendo delicadamente hasta su rodilla y llegar a su muslo.


Dio una rápida mirada al noble, imaginando la remota posibilidad de que le estuviera jugando una broma, sin embargo este continuaba bebiendo de su copa con calma, sentado correctamente. Después miró al chico, acomodando su servilleta sobre la mesa hasta dirigirle una sonrisa maliciosa. Jagerjaquez lo maldijo y lo veneró al mismo tiempo, justo cuando el pie se retiró de su cuerpo. Dio un suspiro.


-Traeré otro vino ¿Quieren otra cosa, H o Kurosaki?—cuestionó Kuchiki, levantándose para ir a la cocina.


-Genial, especialmente este día decidió ponerse de ebrio. ¿No pudo durante los otros capítulos cuando yo bebía sin razón?


Al ponerse atento a Ichigo lo descubrió sacándose su zapato y acercando su silla a la mesa, para poder alcanzar mejor su entrepierna.


-Espera—le pidió Grimmjow.


-¿Por qué? ¿Te molesta?


-Bueno…


-H—llamó Byakuya de sorpresa, logrando que Ichigo pegará un brinco en su asiento—Debo ir abajo por el vino.


-Tenemos mucho en la alacena—comentó Grimmjow esperando que volviera pronto su anfitrión.


-Esos vinos que trajiste dejan un horrible sabor en la garganta. Tomará un minuto—dicho eso se marchó, dejando desconsolado al pantera. Casi inmediatamente el pie desnudo del otro se colocó entre sus piernas, acariciando casi groseramente su paquete, teniendo del otro lado al chico con una sonrisa cruelmente divertida.


-Basta—ordenó con seriedad, tomándole el pie.


-Te apuesto que logró levantarlo antes de que llegué Byakuya—apostó, ignorando la extraña molestia del superhéroe.


El pantera soltó un gruñido pero empezaba a adorar que ese lado retador del shinigami, incluso ante algo que no tenía la más mínima experiencia. Bien, se dijo, demostrémosle que no es tan bueno.


-Tú ganas. Adelante—subió las manos a la mesa y dejó ese pie desnudo meterse entre sus piernas con más suavidad, sobando sobre la tela desde los testículos hasta el tronco que recorrió lentamente hasta acariciar la cabeza con los dedos, apretándolos en torno a este, haciendo ese recorrido un par de veces.


Grimmjow admitía que cualquier cosa que sobara esa parte terminaría por ponerlo erecto pero quería controlarse, además no podría lograrlo tan rápido, o eso pensó cuando Ichigo se levantó de su asiento y fue con él, quedando de pie ante su silla y bajando la mano a seguir el movimiento pero con mayor detalle y fuerza—Eso es trampa—comentó H aunque feliz con la acción del pelinaranja.


-No lo es, solo dije que lo lograría antes de que llegara Byakuya.


Entonces Ichigo logró levantarlo, ahora teniendo en su mano, bajó la tela, un pene demasiado grueso y duro, moviéndose voluntariamente hacia arriba. Grimmjow tomó a Ichigo por la cintura, perdiendo algo del autocontrol para querer lanzarlo sobre la mesa y hacérselo, pero Kurosaki se lo impidió, retirándole las manos.


-No, no. Ya he ganado así que me dejarás hacer lo que empecé, pero sin tocarme—indicó divertido con el juego y excitado con lo que podía lograr en el héroe; hacerlo respirar con dificultad, mover las caderas contra su mano y esos ojos blancos perdidos en él.


Escucharon los pasos fuera.


-Mierda—soltó Ichigo, dirigiéndose a sentarse.


-Terminarás lo que empezaste—ordenó, jalándolo hacia él.


-¿Cómo quieres que haga eso frente a Byakuya?—quiso saber, sin dar con que estaba dispuesto a seguir.


-Metete bajo la mesa, le diré que fuiste al baño y ya que termines encontraré la manera de que se vaya de nuevo—dijo rápidamente, algo desesperado y lastimado con el pantalón que le presionaba.


-Pero…


-Ya, hazlo—le empujó bajo el mantel blanco y, antes de que pasara el noble la puerta, lo colocó entre sus piernas, cerca del pene erecto y adolorido.


-Encontré un excelente Château entre tus asquerosos whiskies—comentó Byakuya, sin querer arrastrando las palabras y los pies, con la botella ya abierta y a la mitad.


-Demasiado excelente al parecer—dijo Grimmjow, molesto porque su cuidador se abandonara al alcohol y el no poder hacerlo. Una mano se posó en su hebilla y poco a poco deslizaron el cinturón por ella. Tragó hondo, concentrándose en que su miembro permaneciera erecto y su mente no imaginara a Kurosaki demasiado sensual para él.


-¿Y a donde fue Kurosaki?—preguntó Kuchiki tomando asiento, casi golpeando la pierna de Ichigo.


-Al baño—contestó rápidamente, respirando con dificultad cuando su cierre fue bajado y el shinigami buscaba la manera de sacar su miembro por la ranura de los calzoncillos.


El noble sirvió el vino a ambos y bebió la mitad.


-Debo decir que se ha comportado muy bien hoy—comenzó el pelinegro, aun consciente de para qué era esa cena.


-Sí… sí, lo ha hecho—habló en un suspiró. El otro ya había encontrado la manera de sacarlo y un par de sus dedos acariciaban el glande con curiosidad morbosa.


-Escucha, Jag…—Grimmjow reaccionó a tiempo, gritando otra cosa.


-¡Sobre lo de España! Sobre lo de España… me gustaría que me aconsejaras sobre eso—empezaba a sudar, su corazón a acelerarse y el miedo a fluir por sus venas como la excitación en su parte baja siendo manoseada desde la base hasta la cabeza que empezaba a escurrir liquido preseminal.


Ichigo se animó a tomarlo con la mano, casi sin poder rodearlo, paseándolo de arriba abajo, extasiado de la piel que se contraía para dejar el miembro crecer, las venas hinchándose, la cabeza enrojeciéndose. Se calentaba en sus manos al igual que sus propias mejillas, llenas de sangre al igual que su pene que empezaba a endurecerse. Se guardó un suspiro, perdiéndose en pensamientos lujuriosos que le hicieron llevar la boca al miembro, sacar la lengua y lengüetear el glande como si fuera una paleta. Le supo delicioso.


-He de decir que incluso estudiando los conflictos sigue resultando muy difícil—monologó Byakuya—los humanos son complejos en su simplicidad. Por otro lado, es importante que te mantengas como un héroe, que no hagas nada que entre en los intermedios grises.


-Entiendo—mencionó para lucir atento, pero desde hacía unos minutos su vista estaba clavada en la silla frene a él y llevaba las manos en puños por las sensaciones que le otorgaba el adolescente bajo la mesa, ignorando la presencia de otro a su costado, otorgándole ya no lamidas, sino una buena mamada, profunda, húmeda y torturantemente lenta. Deseaba tomarlo por los cabellos y marcar un ritmo más veloz.


El pelinaranja, una vez que se atrevió a metérselo en la boca, perdió toda vergüenza. Movió la cabeza lo mejor que pudo, la lengua rodeaba las ansiosas venas y el glande le golpeteaba en la mejilla interna mientras se masturbaba por el sabor y el olor varonil de H. Ya no pensaba en que quizá Byakuya les escuchara, solo quería sentir la explosión del otro dentro de su boca.


-En realidad haz hecho un gran trabajo. Muy bueno, debo admitir. Nunca esperé que llegaras tan lejos—le informó el noble, bebiendo otra copa y no dando con que el otro ni siquiera había tocado la suya—A pesar de estar muy orgulloso de ti. Estoy preocupado al no saber por qué has decidido continuar. Debo saber la razón por la cual no has abandonado esto.


El peliazul se retorció en su asiento, recargándose en el respaldo y descendiendo con naturalidad un brazo, llevándolo al cabello sedoso del otro y dar señales de que aceleré.


-Continuó… porque… ah…—gimió sin querer, siendo lo más coherente salido de su boca porque no tenía idea de que le preguntaban o qué contestar.


-Jager…


-Byakuya—volvió a interrumpir—Lo hago porque lo he decidido. Seré un héroe de aquí en adelante, para los humanos, para Ichigo, para todos de aquí en adelante.


-¿Para siempre?—fue el cuestionamiento de Kuchiki, devolviendo la copa a la mesa.


-Sí, exactamente—finalizó sin entender nada, ansiando que su pene volviera a llegar hasta la garganta del jovencito que bajo la mesa empezaba a atragantarse porque el otro no le dejaba abandonar para respirar.


-Hay postre de chocolate. Iré a traerlo—cambió el tema Kuchiki, levantándose de la mesa y apenas abandonó la habitación, le peliazul soltó un sonoro gemido, levantó el mantel y vio los ojos del chico, devolviéndosela con los ojos húmedos de excitación, sacado el miembro lleno de saliva.


-No… puedo… más—comentó Ichigo, hincado ante él.


-¿Cómo que no puedes más?—se ofendió el superhéroe, apunto de correrse y ahora detenido.


-Yo… necesito…—se sonrojó completamente su rostro, bajando sus ojos castaños para que entendiera que no lograba terminar con sus propias manos.


H se sorprendió no acobardándose por verlo así, sino excitándose aún más. Lo obligó a levantarse y lo arrojó sobre la mesa. Fue consciente de que no podría penetrarlo en ese mismo instante, no había tiempo de prepararlo y tampoco poseía tanta paciencia, quería correrse junto con el muchacho que tenía la playera dejando ver su barriga, el pantalón  abierto y el pene hinchado y necesitado. Le abrió las piernas para colocarse entre estas, juntando sus miembros para masajearlos juntos.


Grimmjow bajó la cara hasta besarlo con frenesí, metiendo su lengua y obligando al otro a seguir con el juego lujurioso, utilizando su otra mano para pellizcar los pezones del chico que gemía en su boca hasta alzarse y verlo corrompido de placer, con sus penes sobándose hasta hacerse daño y finalmente logrando la esperada explosión de semen sobre el pecho de Ichigo, que gritò y luego suspiraba con fuerza, intentan controlarse.


El superhéroe volvió a besar al chico, extasiado de esa sensación tan placentera y el sabor que le dejaba en la boca sus labios.


-H—susurró entre sus labios, dando una sonrisa—Te quiero.


Jagerjaquez sonrió también, y apunto de repetir la oración sintió como tiraban de su máscara hacia arriba. Se incorporó de golpe y la bajò a cubrir sus brillantes cabellos azules y de paso todo su rostro.


El susto le hizo perder el éxtasis, como lo haría la excitación sexual antes.


-Lo siento—se disculpó Ichigo—Yo creí que… que me mostrarías tu rostro ahora que…—cortó su discurso, bajándose del mantel que ahora tenía una gran mancha purpura de vino tinto y algunos trastos sobreviviendo sobre él. Se limpió con la servilleta los rastros anteriores y quiso enojarse en vez de estar triste.


-Mi rostro—empezó a decir H, pensando miles de mentiras pero no soltando ninguna—Mi rostro es muy importante mantenerlo en secreto, incluso a ti—se dijo que había mentido, el único que le interesaba que nunca conociera su rostro era ese chico.


-¿Entonces lo haremos así? ¿Te voy a conocer del cuello hacia abajo, incluso desnudo?—soltó herido, pensando en que el noble lo conocía sin ser… eso, su novio—¿Somos novios?


-¡Sí!—respondió con prisas, queriendo que Ichigo no se hiciera la errónea idea de que solo quería jodèrselo.


-¿Entonces? ¿Hasta cuándo podré conocer tu cara?


El mayor se encogió de hombros, sin respuesta, miedoso a ser odiado por los ojos marrones llenos de ternura y fuerza.


-Te amo, Ichigo—soltó una vez se armó de valor—¿No puedes quererme así… un poco más? Prometo mostrarte mi rostro…


El noble ingresó con el postre helado de chocolate, quedándose en la puerta, mirándoles sin expresión pero dándoles su espacio.


-Lo prometo—repitió.


Ichigo quería negarse pero le creyó a la máscara sin expresión. Finalmente le abrazó y, después del postre, se retiró.


-Lamento lo del vino—se disculpó Grimmjow, levantándose de la mesa.


-¿Qué has hecho con Jagerjaquez?—bromeó el noble ante las disculpas.


-No empieces con chingaderas… Sólo… Lo que le prometí a Ichigo…


-Deja ya de pensar tanto—ordenó—Cualquier chico que te de una mamada bajo la mesa frente a otro te perdonará lo que sea—comentó con una amplia sonrisa de burla ante el sonrojó de Grimmjow—Es una gran promesa. Serás un verdadero héroe si la cumples ¿no es eso lo que quiere de ti?


Al retirarse vio de reojo al capitán del sexto escuadrón sentado a la mesa, con esa pose de dignidad, mirando a la noche con sus tibios ojos azules. Ciertamente le agradaba y se dijo que era una suerte no tener que ocultarle cosas a Byakuya.


Ya comprendía que la razón por la cual le entraba miedo con Ichigo, no era solo por considerarlo demasiado “perfecto” sino que temía ser descubierto.


Aun pensándolo, incluso con lo que le dijo el capitán, era capaz de temblar de pánico si no eran aceptadas sus disculpas.


-Todo estará bien—mencionó Byakuya, habiéndose sentido la insistente mirada del héroe—Si te estoy ayudando ¿Qué puede salir mal?


-Córtale ahí. No te atrevas a ponerme más sentimental con Byakuya que si me lo ando tirando.


Si tú lo dices… ¿esas son lagrimas? ¿Estás llorando?


-No… yo… cállate… que nunca antes hubiera tenido un amigo no tiene nada que ver… con… cállate….


 


El peliazul patrulló esa noche la ciudad con la mente en las nubles.


En un momento, al amanecer, se quedó frente al aparador con las televisiones apagadas, regresándole su propia imagen en negro. Revisó que no hubiera nadie y se quitó la máscara.


Imaginó claramente dos escenas: Ichigo impresionado ante la cara conocida, después enfureciéndose hasta pedirle una explicación que, por mejor que fuera, no aceptaría. Abandonándolo, llevándose con él al héroe, al villano y cualquier otra posibilidad.


El segundo escenario contenía la misma sorpresa, la misma furia, pero la explicación satisfacía a la bestia anaranjada y lentamente era notorio en el castaño de sus ojos la amabilidad y el cariño. En ese cuadro le regalaba el héroe, mataba al villano y era un mundo de posibilidades. Sin embargo, en ese último, siendo Grimmjow y no H, quería poder salir con su fresa, dormir con él, pasar incluso un fin de semana solos en mitad de la nada.


Grimmjow era egoísta con Ichigo, lo quería para él solo, y ser un héroe le quitaría tiempo.


Grimmjow, si era querido por Ichigo, solo sería el mismo.


¿Eso bastaría?


-¿Por qué tanto rollo? ¿Es solo para meterme a ese dichoso villano?


Solo quiero que lo pienses. No es nada mas lo has hecho, es que ahora tienes un deber que cumplir.


-Nada de deber. No es como si al acariciar un perro este pensará que eres su dueño y te chingas. Si quiero puedo… dejar esto. Puedo… No lo sé.


A fin de cuentas, es la decisión de un héroe.


 


Salió al día siguiente con Ichigo, contrario a lo que ambos esperaron, fue muy natural su comportamiento así como volver a masturbarse hasta volverse a venir, está vez en la cama de ex-shinigami.


-H, no he querido presionarte—dijo el pelinaranja.


-Igual yo, por eso solo nos hemos…—se burló, recibiendo un almohadazo en la cara.


-Esperaré lo que creas que deba esperar—comentó con seriedad—Además, a menos de que estés bien pinche feo te dejaría—se mofó, riendo un poco.


Grimmjow le continuó, acostándose junto con el menor, pensando seriamente sus posibilidades mientras Ichigo se dormía.


Se retiró la máscara, dispuesto a que al despertar Kurosaki lo viera.


Sonó su teléfono, llevándole a responder rápidamente para no despertar al otro.


-Dime.


-¡Grimmjow!—le gritó Byakuya en el oído desde el auricular del celular.


-Ya me descubrió ¿verdad?


-Ya sé que se ve un poco rosa la ropa, pero no es para tanto. Ya sabes lo que dicen: solo los verdaderos hombres usan rosa…


-¡No es eso!—le cortó Byakuya—Debes ir de inmediato a Tokio. Algo… no estoy muy seguro que está pasando pero es algo grande.


-Te veré haya.


-Salgo de inmediato—cortó la conversación.


H se quedó un segundo pasmado. Byakuya nunca antes le había informado con tanta prisa y angustia.


-Debo irme—le dijo a Ichigo. Lastimeramente dormía profundamente, soñando con un rostro varonil, algo amargado pero lleno de regocijo heroico, de ojos azules y gran sonrisa, indudablemente apuesto. No se parecía mucho a Grimmjow.


Volvió a colocarse como H.


 


En Tokio, en el Nippon Budokan, se podía ver desde kilómetros a la distancia el humo y, para él, sentir que algo iba terriblemente mal. Conforme se acercó, con demasiado sigilo y lentitud considerando que aún no sabía que esperar, notó a cientos de personas aterrorizadas en los asientos, con los ojos perdidos de pánico, sin moverse a las salidas aunque el fuego en el centro del estadio comenzara a penetrar sin cuidado entre los bancos.


-¿Por qué no se van?—cuestionó a sí mismo, girando a ver las puertas cerradas y, al ser visto, la multitud salió de su ensimismamiento, viéndolo como si fuera un Dios caído de la tierra.


-Te adoran, ¿lo sabías?—cuestionó una voz que no pudo identificar inmediatamente, aun así atendiéndola como si le hubiera pedido que deseara algo a una estrella de papel.


-¿Qué haces aquí?—preguntó primero, luego corrigiéndose—¿Qué diablos haz hecho?—quiso saber, entendiendo que ese empezó el fuego, causó el caos e impidió el escape.


-He llamado tu atención y he preparado un escenario perfecto—le respondió, descendiendo los ojos verdes a la multitud que temblaba porque su héroe no actuaba, solo permanecía en el aire sin hacer nada por salvarlos—Ellos no morirán por el fuego—sentenció en tono tranquilo, como siempre—Yo los mataré—formuló elevando una mano y apuntando con un brillo rojizo creciendo entre sus dedos.


-¡Espera!—le gritó--¡¿Qué diablos quieres, Ulquiorra?!—dijo el nombre en silabas.


No podía entender nada de eso, la razón de matar a las personas, de buscarlo y preparar algo que tuviera como resultado aceptable la muerte.


-Verte en acción. Entenderte. Hacer que lo entiendas—finalizó—Ellos nos ven. No deberían pero ahora nos ven—ni siquiera tuvo tiempo de pensar cómo era que el cuarto espada poseía un gigai como el suyo— Tu iniciaste esto. Pues bien, aquí estamos. Héroe y villano. El bien y el mal. Y, aunque no lo quisieras, los caminos a seguir para ellos y el futuro. Son testigos de cosas más allá de su control que entraron a la fuerza en su mundo, tendrán que lidiar con eso—dio un leve suspiró—Deseé verte siempre como aquel día—confesó, sacando de su bolsillo una estrella arrugada de papel—En mi soledad, en la tristeza, en un camino incompleto tu tuviste el valor de desear y que pedir a otro que lo hiciera.


Grimmjow abrió la boca un poco, queriendo decirle algo, pero no pudo, como aquel día que le dijo: “Pide un deseo, Ulquiorra. En el mundo humano las estrellas fugaces cumplen deseos”. Se la mostró ante los pálidos ojos verdes, la hizo viajar por el cielo como un niño lo haría con un avión, y después la estrelló contra la arena.


Ulquiorra le había contestado: “Te deseo a ti, justo como eres ahora”.


Silencio.


-Los mataré—volvió a decir el murciélago—Nada podrás hacer.


H se movió un milímetro y la luz roja aumentó.


-Nadie pudo enfrentarse a ti, por eso ese cuerpo es lento, falto de entrenamiento. El mío lo he entrenado, es como mi propia alma, no importa si mi mano se destruye, volverá a nacer. No podrás derrotarme para salvarlos, sin embargo puedes salvar a las demás personas que pienso aniquilar después de esto—le dirigió una mirada fría—Cuando suelte el cero tendrás un momento donde tendré la guardia baja, en donde puedes acabar conmigo con esa espada que usas de adorno. Me matarás, ellos morirán pero salvarás a millones—hizo un espacio, donde clavo sus crueles ojos—Decide.


-¿Por qué ha ellos si me buscas a mí?—quiso saber, sosteniendo con más fuerza a pantera y analizando a mil por hora si existía una salida diferente a las planteadas por el murciélago.


-Justamente porque te busco a ti, al Grimmjow que deseé. Ahora solo veo una máscara—culminó mostrando odio en sus fracciones.


Sus labios se sellaron, dando a entender que se acaba la discusión.


En un gruñido el cero fue disparado a la multitud, esas personas que tenían en común el gusto por la música pop, ahora tendría un lazo más fuerte: la resolución de un ser que pasaría a la historia.


Ulquiorra bajó su mano asustado, sintiendo un penetrante dolor en su pecho, con la mirada clavada en los humanos que aprobarían la muerte si es para salvar pero, neciamente, no verían que en el futuro eso marcaba un camino.


El fin justificando los medios.


-¡H!—se elevó en el aire una voz, después cientos. Todo el estadio aterrorizado a la sangre cayendo sobre el los asientos azules y el cuerpo cayendo lentamente, perdiendo vitalidad.


Fue tomado entre las manos de los humanos.


Grimmjow no perdió el conocimiento pero el dolor lo invadía a cada segundo, las personas lo ayudaron a permanecer de pie con los brazos quemados, el traje desecho de todo el frente, dejando jirones de camisa, casi todo el pantalón y una especie de gorro cubriéndole la nuca. Cuando se incorporó la pieza del cabello cayo, dejando ver su azulado pelo y, con los brazos humeantes, despejó su cara. Se mostró orgullo, más desnudo que nunca, erguido como una vez admiró a un shinigami entrometido.


-Aquí se siguen mis reglas, Ulquiorra—le dijo, asomando una sonrisa de dientes bañados en sangre.


Sacrificio, rectitud, heroísmo, justicia. Vida, se repitió en voz alta, vida.


Un camino transitado por la vida.


Eso último nació de él, no de Ichigo, tampoco de H, era de Grimmjow.


Ulquiorra dio una sonrisa torcida por la ironía; un muerto amando la vida.


-Vaya decisión—le respondió el murciélago.


-Jagerjaquez—dijo Byakuya llegando a empujones con el pantera que por fin dobló las rodillas y cayó al suelo.


Desde la posición de Ciffer el mundo lucia más pequeño, a su disposición, pero era Grimmjow quien lo tenía todo, rodeado del mundo, lo poseía.


-Que héroe tan grande eres, Grimmjow. Más que el que vi en la arena—sentenció Ulquiorra con felicidad contenida.


Bajó al mundo junto con ellos, ante la mirada fùrica de Byakuya.


-He venido a ayudar—confesó ante el noble que tomaba en sus brazos al héroe.


El cuidador y el villano frente a frente.


Se volvió difuso el título de villano.


-Mierda, Jagerjaquez. Estarás bien. Además, quería decirte que la ropa que lavaste era solo tuya—confesó con una risita nerviosa.

Notas finales:

Gracias por leer.


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