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No-Hero por sleeping god

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Notas del capitulo:

Largo tiempo, lo se... La misma escusa de siempre.

“Tengo una perspectiva equilibrada de las cosas e intento ver la parte graciosa de las mismas.”

The Comedian

Negro. Risas. Dolor.

Una negra mariposa flotando, dejando una estela roja, anunciándole algo al oído que no pudo comprender, y aun así lo pronunciaba de vuelta.

Mas allá, demasiado apartado para su gusto, mantuvo una conversación con el color negro y este le devolvía fraternales palabras, amistosas y cálidas. Le hacían sentir como una florecilla que no es pisada por un tigre: afortunado, incluso salvado.

Al final, mirando a las sombras erguidas como dioses, les mentaba la madre.

 

-¿Ahora qué significa eso? ¿Otro personaje sacado del culo? Mierda… ¡¿No estoy suficientemente metido en la mierda?!

Ya tranquilo. El día de hoy será un buen día para ti.

-¿Por qué habría de creerte?

Ve la frase del inicio. Es la intención de ahora, nivelar la balanza a tu favor.

-Te creeré cuando se acabe y yo siga en una pieza.

Entonces empecemos:

 

Hubo una gran contracción expresada con lágrimas escapando de sus negras pestañas, seguido de un gemido que sacaba todo el placer dado. Poco a poco la pareja se calmaba sin soltarse, aun con el miembro palpitante dentro del jovencito tembloroso y aturdido, sonrojándose nuevamente cuando el semen empezó a escaparse de su ano, escurriendo por el pene del otro hombre que sonreía ante la sensación cálida.

-Tendrás que limpiarlo—ordenaba entregando un beso apasionado, reavivando el calor, provocando al chico que, una vez dado un beso muy húmedo, se disponía a entregar una buena mamada.

-Carajo… creo que le agarraré el gusto a esto—se dijo el peliazul en cama, leyendo un manga traído de entre el material de lectura que le habían dejado junto a su cama. Sin embargo, afuera había mucho ruido.

-¡Brillante idea! ¡Nunca escuché algo tan ridículo y egoísta!

-No entiendo ni siquiera por qué habrías de regañarme. Esto no tiene que ver nada contigo.

-¡Tiene que ver todo conmigo! ¡Pudiste haberlo matado!

-Admito que no esperaba que tomara esa decisión… Sin embargo es fuerte, no moriría con un cero tan bajo.

-¡El punto, de ninguna manera, no es ese!

-¿Puedes bajar la voz? Vas a despertarlo.

-Error—dijo Grimmjow desde su cama, viendo a la puerta entreabierta—Ya me han despertado con sus berridos—les regañó tanto al murciélago como al noble—No me voy a morir. Nadie se podría morir con los pinches gritos que pegan.

-No deberías moverte mucho, Jagerjaquez—le comentó Kuchiki, sin excusarse de la discusión con el murciélago.

-Tonteras, deberías comenzar a moverte—contradijo Ciffer—No te caería mal entrenar. Eres  demasiado débil.

-Debe descansar. No podrá dejar de ser un debilucho si se lastima.

-Oye…

-Nunca dejará de ser sólo un insecto si unas simples quemaduras lo detienen.

-Los estoy escuchando y eso es muy ofensivo—les indicó el peliazul pero el otro par volvían a pelear sin tomarlo en cuenta y al mismo tiempo siendo el centro del problema.

Grimmjow mejor volvió a su lectura, se colocó audífonos y música de Barry White para su sexy time, pensando un poco en Ichigo mientras deseaba ignorarlo.

Abrió el manga titulado La casa de la derecha*

El sujeto tomaba al jovencito de los cabellos y le obligaba a devorar entero el miembro, causándole arcadas y estremecimientos en las piernas, a la vez que se llenaba de placer con gemidos.

No era que no pudiera ir con Ichigo, en realidad deseaba mucho hacerlo. Pero no quería mostrarse herido y vulnerable ante él.

El menor lograba librarse del agarre y, agachado, ensalivado y muy excitado, pedía que por favor lo penetrara, que lo necesitaba y que no podía más. El mayor tomaba una actitud torturadora, besándolo sensualmente mientras le acariciaba los grandes glúteos pero sin terminar de meter ni siquiera un dedo, llevando a que el otro volviera a suplicar cuando deseaba su gran verga dentro de suyo.

No era solo eso, también temía que ya supiera quién era. Lo admitía, estaba aterrado de que Ichigo lo mirara con odio por las mentiras, por aprovecharse del engaño y, finalmente, por robarle su corazón. Quizá podía lastimarlo por querer odiar a quien amaba.

Finalmente lo penetraba duramente, llevando al jovencito a correrse pero decidido a montar el gran miembro. Con una sonrisa de satisfacción pero un sonrojo inocente, llenando de gemidos la habitación, subía y bajaba con fiereza. El mayor no tardó en darle la vuelta, levantarle las piernas en sus hombros y embestirlo con fuerza.

O podía ser que Ichigo no estuviera confundido, como siempre, bien parado en el lugar que su personalidad le mandaba; y era él quien estaba lleno de dudas… ¿cómo debería actuar en cualquier caso? Si no lo sabía, ¿debería mostrarle su rostro?; si lo sabía, ¿debería disculparse o robarle un beso?; si conocía sobre su estado de salud, ¿debería presentarse como un ser débil o volverse fuerte?

Estaban por llegar al clímax, galopando con mucha mayor fuerza, cada viñeta con más gritos, onomatopeyas, sudor y lágrimas. Al final llegaba una blanca explosión. Se besaban con pasión, declarándose un gran amor.

Si lo amaba, ¿era natural estar tan aterrado? Tanto así que antes de caer desmayado pensó que no quería que Ichigo supiera que le pasó algo para no preocuparlo. Y después, rápidamente, deseó haberlo besado antes de salir a esa misión. Un beso lento, robándole el labio inferior y sentir como aquel siempre daba una pequeña sonrisa antes de rosar suavemente el superior con el suyo, y separarse deseando más pero quedándose así, para que al volver a verse se permitieran ese toque de él en las mejillas del pelinaranja e Ichigo sobre sus hombros, no agarrándose, acariciándole, para volver a besarlo de la misma manera.

En la habitación oscura donde reposa la pareja enamorada se ve una luz, ambos giran y es un sujeto idéntico al mayor, se quedan paralizados unos segundos hasta lanzarse a la pelea ambos hombres iguales. Durante la batalla uno de ellos tiene un pequeño tatuaje de un gato en la espalda. El menor llora, diciéndose que se ha acostado con el equivocado.

-Mierda—refunfuña, lanzando el manga por los aires.

Tocaron a su puerta, asomando el murciélago y detrás Kuchiki. Al parecer su discusión al fin había llegado al punto donde recordaban que tenían que ver cómo se encontraba el héroe.

-Grimmjow—le nombró Ulquiorra, acercándose a verificar que las vendas continuaran en su lugar, después de que toda la noche el arrancar se moviera nerviosamente en ella, producto de una pesadilla.

Grimmjow ya no recordaba el sueño.

-Jagerjaquez ¿Cómo te sientes?—cuestionó el noble, colocándose al frente, dejando al murciélago de lado.

-Como si me hubieran violado cuatro negros… y créeme, no lo hicieron con amor.

-Si tienes sentido del humor debes estar bien.

El héroe se miró ambos brazos vendados y el pecho, además  podía sentir como habían cosido su ceja izquierda.

-Ulquiorra…—le llamó, aunque rehuyeron su mirada.

-Creo que quieres hablar con Kuchiki. Me retiro un  momento—indicó el murciélago, comprendiendo que era al revés, querer que el noble salga y sea él quien se quedara, sin embargo no deseaba estar a solas con el héroe y explicarse.

El pantera suspiró, retorciendo un poco por el dolor, reconociendo que Ulquiorra siempre era evasivo, frio y cerrado peor que una monja.

-No ha querido explicar completamente por qué te ha atacado y luego ayudado ¿Tienes idea de por qué ha hecho algo así?

-¿Qué te dijo?

-Que era una prueba. Quería saber qué tipo de héroe eras. Es todo lo que me ha dicho. Intenté contactar a Urahara para saber la razón por la cual le dio un gigai, el muy infeliz, pero no responde mis llamadas—recriminó con molestia.

-Está bien—miró el pasillo por el que se fue el cuarto espada, bajando la cabeza, pensando con calma, le narró a Byakuya una vieja historia—En Las Noches llegué a consultar un libro de cómo hacer una estrella de papel… estaba bien aburrido—sonríe mientras se le acongoja el estómago, descubriendo un acto del pasado golpeándolo con fuerza en el presente—Cuando la hice la arroje desde el techo y me pareció que podría bien ser una estrella fugaz. Cuando fui a recogerla vi a Ulquiorra… él nunca ha sido depresivo, cómo va a serlo si siempre tiene esa cara, pero no había nada que hacer, ¿entiendes? Sin Aizen, sin peleas, sin nada que hacer. Creo que ambos estábamos por enloquecer.

Grimmjow bajó un poco la voz, queriendo recortar como se hacía esa estrella. Vio sus manos, como si ellas pudieran recordarlo por si mismas si les dieran un trozo de papel. Continuó narrando—Me le acerqué y le dije que las estrellas fugaces cumplen deseos… le hice pedir uno y yo dije el mío. Yo quería pelear con Ichigo. Él no dijo nada en ese momento pero me abrazó por la espalda… él me quiso a mí—declaró con algo de velocidad, para no parecer tan serio—Fue tan obvio su deseo que no supe que hacer. Solo me fui y desee no haber hecho eso… No, lo olvidé de inmediato. Es tan raro ahora sentirme mal por eso.

-¿Le gustas?—se quiso asegurar de entender.

-Algo así… creo que sí. El caso es que… no tengo idea de qué voy a hacer. Ni con Ulquiorra ni con Ichigo… ¿no te quieres unir Byakuya? ¿Algún amor por mí que confesar?

-Claro que no, Jagerjaquez—dijo con tono burlón, queriendo calmar al arrancar de su dilema—Las personas que te vieron en el estadio—comenzó por algo más concreto, de entre todos los problemas del héroe—No tomaron fotografías y les he pedido que no hablen de lo que vieron. No es nada seguro pero me parece que podrían cumplir su promesa. Sin embargo, con Ulquiorra es diferente. Ya se está hablando de él…

Fue interrumpido con Change the world del celular de Grimmjow.

-Ichigo—susurró, poniéndose pálido.

-No, es la ONU. Han estado así desde ayer por la noche—afirmó Kuchiki, sentándose a un costado—Están asustados. Otro ser con superfuerza que ha derrotado a su héroe.

-Parece que he sacudido un poco a este mundo.

-Quizá sea tiempo de parar.

-Debo hablar con Ulquiorra—cortó, levantándose de la cama con algo de dolor pero logrando salir.

-Jagerjaquez, de verdad, piensa un poco más en ti, en lo que quieres y te hace feliz.

El peliazul sonrió.

-Podría besarte con esas palabras.

-Lárgate de aquí.

-Hasta aquí parece que Ichigo me va a arrancar la cabeza, que Ulquiorra terminará de matarme, que perderé mi empleo de superhéroe, que mi esposa se irá con mi mejor a amigo y mi perro va a escapar.

Exageras. Es el inicio, ya verás como todo saldrá bien.

-Como digas. Haré unas llamadas a mi agente, creo que J. R. R. Tolkien** está sin trabajo.

 

Parecía que llovería, sin embargo se dijo que no podía estar seguro ya que nunca antes analizó en la vida real un cielo con unas nubes negras.

A veces la oscuridad en el horizonte no son malas noticias.

-Hey, parece que lloverá ¿no crees?—le indicó Grimmjow, sentándose a su lado y entregándole una lata con refresco de limón mientras él bebía electrolitos. No le gustaron nada—Mierda… lo que daría porque las hicieran con sabor a cerveza.

-Lamento eso, Grimmjow—se disculpó, abriendo su lata en una pequeña explosión.

-Bueno… querías descubrir algo ¿no? ¿Te gustó lo que viste en mí?

-Fue más de lo que esperaba encontrar—confesó, dando un pequeño sorbo—Los protegiste sin pensarlo. No es que me sorprendiera que actuaras sin pensar, sino que los defendieras con sacrificio y no con muerte.

-Eso fue algo ofensivo.

-¿Crees que los humanos corresponderán a tu sacrificio? ¿Vale la pena?—quiso saber, a la vez decidiendo que las sodas sabían muy bien.

-No sé si lo harían. En realidad, no les he pedido nada a cambio ¿Qué podrían darme que no tenga o pueda tener por mi cuenta? Es mi decisión defenderlos quieran o no—le contestó.

-Eso es, mírame, me he visto y escuchado genial ¿crees que sería mucho una bandera americana tras de mí?

No pienso hacer eso.

-¿Una mexicana? ¿O quizá japonesa? ¿Qué tal el logo de Bleach?

No, no lo haré.

-Y yo que pensaba darte un aumento.

Tú no me pagas.

-Con mayor razón deberías hacerme feliz.

 

-Grimmjow—mencionó el murciélago impresionado de lo alto que podía lucir ese día—Los hollows no tenemos corazón. Sin embargo, podemos pedirlo prestado—dijo, recordando a la mujer de anaranjado cabello regalándole el suyo.

Ese podría haber sido su deseo en ese cielo oscurecido que auguraba malas noticias.

-Ok, basta con esto. Ven, salgamos.

-¿A dónde?

-Yo te quiero enseñar este mundo espléndido…***

-Te lo prohíbo—intervino Byakuya.

-Oye, no esperaba que fueras a ponerte celoso—bromeó el peliazul, dándole la mano al murciélago para que se levante.

-Él ya intentó matarte una vez y, en las condiciones en que te encuentras, no me sorprendería que volviera a hacerlo.

-Ya he explicado por qué hice eso—respondió Ulquiorra, desafiando con la mirada el escrutinio del noble.

-Una razón tan ridícula sólo me da a entender que si vieras algo en Jagerjaquez que no te parece, podrías volver a atentar en su contra. Además, ya me has demostrado que matarías por obtener lo que quieres—continuó,  observando fijamente los ojos verdes que retaban sin miedo alguno.

-Ok, ok. Quieres venir, solo dilo así Byakuya—se interpuso el pantera, intentando calmar a ambos.

-¡No es eso!

-¡Vámonos!

-¡Jagejer….!—suspiró, entendiendo que lo único que podía hacer era seguirlo y continuar estudiando al cuarto espada.

Ciffer pasó a un costado del noble, ignorándolo por ver la enorme espalda de su héroe hasta ser tomado por el hombro.

-Sabes que no aceptará tus sentimientos. Tu batalla ya está perdida.

-Lo sé. Además sé que Grimmjow no me propuso salir como para darme una oportunidad, lo ha hecho porque intenta no herirme—dicho aquello le hizo que le soltara y fue tras el otro.

-Pero lo hará—recalcó Byakuya. ¿Qué no estuvo el mismo en esa situación hace tiempo?

 

 

-Escuche que en Japón llueve en vertical.

-¿De verdad?

-Crees que nos encontremos con lobos.

-¿No ya se extinguieron?

-¡Puede que un tanuki, jajaja!

-¿De verdad?—cuestionó Ulquiorra al peliazul, sobre las conversaciones que mantenían las demás personas—¿Una excusión de turistas al monte Fuji?

-¿Te molesta?

-Si lo que quieres es que vea la ciudad desde las alturas, ya la he visto.

-No es eso… Bueno, sí. En parte la ciudad, por la otra… En Japón llueve en vertical, creo que tienen razón. Quizá llueva—concluyó, siguiendo las pisadas del grupo.

-No hay necesidad de que salieras conmigo. Ya he entendido que clase de héroe eres, me agrada. No haré nada que moleste en tu labor—le informó con gentileza.

-No es solo eso. Quería que saliéramos.

Ulquiorra evitó la emoción ya que sabía que no había un sentimiento compartido entre ambos.

Dos hollows; no pueden quererse porque ninguno tiene un corazón que compartir.

-¿No estarás haciendo esto solo para evitar a Kurosaki Ichigo?—preguntó finalmente.

-…No—respondió, sintiendo que su celular no vibrara con el nombramiento de su novio.

-Tampoco haz revisado las noticias, en caso de que alguno de los testigos aceptara las sumas de dinero que seguramente están ofreciendo por tu identidad. Existe la posibilidad de que Kurosaki lo sepa—complementó Kuchiki.

-¡¿También tú?! Además, Ulquiorra ¿Cómo sabes que no quiero que Ichigo sepa quién soy?

-Además de espiarte un tiempo—dijo con completa naturalidad—Me lo informó Kuchiki.

-Byakuya… que chismoso.

-No fue algo voluntario.

-Lo has dicho sin que yo causara ningún daño, ha sido totalmente voluntario—contradijo Ciffer, buscando la aprobación de Grimmjow.

-¡Por supuesto, lo he dicho para que no hicieras nada!

-Habría sido algo sin importancia y aun así me revelaste lo que ocurría entre Grimmjow y Kurosaki Ichigo. Sólo una docena de personas insignificantes habrían significado tu silencio.

-¡Ese es tu problema: nada te interesa!

-Estás equivocado.

-Por supuesto que no. “Dime qué relación tienen Grimmjow y Kurosaki o lanzaré un cero en el centro de la ciudad”. Eres un maldito demente.

-¿Demente? No te he permitido hablarme con tanta…

-Bien, tranquilos. Vamos, que no me quiero perder la explicación del guía—les pidió Grimmjow, dejándolos discutir tras su espalda.

Cuando el noble y cuarto espada pararon de discutir, siguieron al grupo, encontrando al peliazul parado en el borde, recibiendo el frio viento y sonriendo plenamente.

Jagerjaquez giró y le pidió a Ulquiorra que le acompañara.

-¿Puedes ver?

-¿Qué cosa?

-Este lugar. Todo.

El murciélago admiró los ojos azules del otro, viendo el reflejo de todo en ellos y después pasó a la ciudad y el mar de árboles más abajo.

-¿Ya puedes verlo?—preguntó Grimmjow.

-Sí, puedo—respondió.

-¿De verdad? A mí me costó un tiempo, jeje—suavizó el rostro y dio un respiro. Deseó ver a Ichigo.

Verlo, se dijo Ulquiorra, sin ánimos de preguntar nuevamente el qué debía ver.

El viento corrió entre ambos, susurrando, moviendo sus ropajes, mostrando las vendas de Grimmjow pero también una sonrisa que dedica a ese lugar y a nadie más. Podía sentir celos de aquel trozo de tierra.

El peliazul se retiró a sentarse bajo un árbol, en ese momento supo que no había visto lo mismo que aquel. Era como una estrella, notaba la luz pero no el deseo que cargaba.

Permaneció de pie, aunque perdido en el horizonte encapotado en capaz grises. Ignoró las risas de los turistas, queriendo saber con muchas ansias si llovería o una nube dejaría relucir una pizca de azul.

Se tocó dónde estaría su hueco.

Probablemente, así como él no pudo ver lo mismo que Grimmjow en la ciudad, tampoco el peliazul entendería el vacío tan grande que tenía. Fue cruel colocárselo en el corazón.

Cayó una gota en su mano y dio una pequeña sonrisa de quien se resigna a lo inevitable.

Después llovió con fuerza.

Un cielo gris, aun sin traer malas noticias, no le parecía agradable como una soda.

-No me gusta la lluvia. Será mejor irnos—le informó el noble al Grimmjow.

-No es tan mala.

Dos contra uno, quiso decir Ciffer. Mas no deseaba tener nada en común con el pelinegro.

-Bien. Me iré volando. Te llevaría pero no te puedo en estas condiciones. Ulquiorra, ¿te lo llevas?—cuestionó al ojiverde que ya tenía el cuerpo empapado.

-Puede volver andando—rezongó, convencido de que no llevaría a ese sujeto.

-Anda, hazme ese favor—le pidió entregándole una sonrisa que le hizo gruñir pues sabía que aceptaría—Los veo en la casa.

Ambos se colocaron frente a frente, bajo el árbol.

-Volveré andando—dijo Byakuya, ante la ridícula idea de que alguien de menor estatura le llevara.

-Te llevaré. Ya le he dicho a Grimmjow que lo haré.

-Dile que lo hiciste, yo lo corroboraré.

-Debo llegar contigo. Si no es así tendré que volver contigo caminando y será más tiempo juntos y bajo esta maldita lluvia helada.

Caí en vertical realmente.

Byakuya aceptó que tenía razón, Jagerjaquez haría un gran drama si no eran las cosas como se suponía que debían ser. Y ciertamente no le agradaba la idea de bajar ese monte andando y llegar a casa ensopado.

-Te tomaré por la cintura—musito mientras lo sostenía de esa forma.

-Mejor por la espalda—convino dándose cuenta de la extraña pose que tenían.

El murciélago se giró, causando un poco de gracia al noble de cómo se retorció al caerle una gota de agua al cuello y resbalara por la espina dorsal.

-Deberíamos ir a donde no nos vean—dijo, tomándolo por la cintura. El otro giró con el ceño fruncido—Es porque volarás, eso sería extraño—agregó para darse a entender.

-Bi…

-Oh, disculpen—dijo uno de los turistas que pasó por ahí.

-No es lo que parece—dijeron al mismo tiempo, sin embargo se marchó el hombre antes de escuchar una explicación.

Se alejaron a paso rápido del grupo que se refugiaba bajó sus paraguas y empezaba el descenso lentamente. En un paso por el lodo, Kuchiki tropezó y se sujetó al murciélago, llevándolo con él al piso y resbalar unos metros por la bajada hasta detenerse.

-Lo siento—se disculpó, levantándose y ayudándole.

-Fue un reflejo, no pasa nada—aceptó la mano para levantarse. Pensó que ya no importaba llevarlo en su espalda o caminar, ya estaban mojados y enlodados—Aquí podemos hacerlo.

Byakuya se aclaró la garganta, el cuarto espada lucia algo atractivo con la ropa pegada a su cuerpo pero no como realizar un acto sexual en el bosque.

-¿Qué?—dijo el otro—No, no me… sino…—se avergonzó de lo pensado y corrigió—Sujétate, al menos llegaremos más rápido.

Durante el despegue fue obvio que sería imposible ir separados, así que permitió que Byakuya le rodeara completamente mientras pasaba sobre la ciudad, intentando ver lo mismo que el sexto espada, pero siendo difícil al no entenderlo y la lluvia que le hacía cerrar los ojos.

-Mira, por allá hay un arcoíris—dijo el noble, abrazándolo más y señalando al este.

Mientras lo observaba sintió que veía lo mismo que el otro, luego que sus brazos le daban calor.

-Es sólo el efecto de la luz en las gotas de agua—quiso despreciar el murciélago la observación de un fenómeno natural.

-Eso es. Sin embargo, no significa que al entenderlo sea menos hermoso.

Kuchiki sonrió por lograr callar al ojiverde.

Del arcoíris dio un vistazo a la ciudad, recordando la pregunta que indiscretamente escuchó que Grimmjow le formulaba al cuarto espada. Claro que no supo qué era lo que se suponía viera, también se percató que el peliazul no entendería el peso que llevaba el murciélago en el pecho, en ese acto de bajar la cabeza y sostenerse el lugar donde estaría el corazón.

Apreciaba a Grimmjow, pero creyó entender mejor al arrancar que tenía entre los brazos.

Y mientras el murciélago descendía en la casa del noble, se aferró al vacío dentro de su alma al separarse los brazos del otro, para negar el calor e irse sin regresar la vista al arcoíris.

 

Ingresó a su habitación sin mirar atrás, se recargó en la puerta y suspiró.

-¿A que he venido?—se cuestionó retirando el cabello de su pálida cara.

-Oye, Ulquiorra ¿Puedo pasar?—preguntó Grimmjow.

-Sí, adelante.

Al abrir la puerta el arrancar tenía puesto el traje de héroe y llevaba en sus manos la máscara.

-Debo ir con Ichigo. Pero antes quería intentar solucionar esto—dijo lo último señalándose y luego a Ulquiorra, repitiendo la acción un par de veces.

-No es necesario, yo entiendo que…

-Sí, aun así. Es una parte de ser un héroe ¿no? Byakuya me dijo que nunca rompa un corazón—debajo de la máscara sacó una estrella de papel y acto seguido sonrió—No olvidé cómo se hace.

El murciélago se paralizó ante el objeto blanco y con picos. Buscó entre sus ropas la que el guardaba y la descubrió mojada y desecha, todo por volar en la lluvia, por salir con un cielo oscurecido… por formar un arcoíris.

Grimmjow la alzó lo más que su estatura lo permitió, la hizo viajar en una larga curva, con la otra mano hizo que Ulquiorra colocara su palma hacia arriba, y finalmente la aterrizó entre los pálidos dedos del murciélago.

-¿Haz pedido ya un deseo?

Bajó la cabeza, sintiendo frio, negando que su palma aplastase el papel con las buenas intenciones del pantera. Sin embargo, él no entendía nada. No podía pedirle que renunciara y simplemente escogiera otro deseo así de fácil.

A veces debe doler para pasar, no es tan fácil… no quería que fuera tan fácil como pedir un deseo. Para Grimmjow, eso le dejaría la mente tranquila para mostrar el rostro que pedía conservar un poco más, hasta que doliera tanto que pasarlo sea necesario.

-Gracias—dijo con todas sus fuerzas—Ahora debo cambiarme.

-Ulquiorra…

-Creo que si un deseo se dice en voz alta no se cumple—colocó la estrella sobre la mesa. Después se dirigió al closet por ropa seca.

El héroe apreció su obsequio dejado como no lo había hecho con el anterior. Definitivamente no le funcionó como quiso. No entendía al cuarto espada.

Grimmjow abandonó el cuarto y siguió por el pasillo, la lluvia arreciaba y tenía un poco de hambre. También se sentía desesperado.

Byakuya le vio desde el final del corredor, dejó de secarse el cabello para acercarse al pantera e intentar poner un poco de orden en ese desastre.

-Jagerjaquez, lo mejor es dejar que pase. Ya pasará.

-Pero tú dijiste que no debía romper ningún corazón… ¿Quién te entiende? ¿Quién los entiende?

Sin necesidad de haber pasado más tiempo con el cuarto espada le era obvia la situación.  Era transparente, pudo leerlo cuando se marchó sin volver atrás y liberándose de sus manos.

Sintió algo de culpa por no agarrarlo con fuerza.

-Él se sentía satisfecho con tener algo que Kurosaki no. Sabe que no habrá nada y lo acepta, sin embargo…—dirigió su mirada oscura a la habitación que ese arrancar tomó sin preguntar el día anterior, pasándose directamente de manera altanera en todos sus movimientos, excepto en la mirada, con la cual pedía permiso—… es agradable consumir las malas noticias con un premio de consuelo—susurró el nombre de su esposa.

Claro que lo entendía.

-¿Cuál premio de consuelo?

-Él te llama Grimmjow, eso es algo que sabe que Kurosaki no puede, también que cuando piensa en ti ve tu rostro… si bien es físico, es una parte que lo hace más especial que Kurosaki. No lo reta, solo lo incluye.

El peliazul no lo comprendió del todo, y seguramente lo que concluyó no sería correcto, pero si vio algo y era la preocupación en los ojos del noble. Al menos esos dos hablaban un mismo idioma.

-Entonces…

-Entonces debes hacer lo que debes hacer—interrumpió Byakuya, dejando la toalla de lado— Le dolerá sólo un tiempo pero no puedes solucionarlo esquivando las dificultades.

Dio una mirada al cuarto del murciélago y luego a su máscara. Sonrió, esa era la cara que Ichigo conocía y quería, sin embargo también era la que él quería mostrar, con o sin ella, y eso representaba cuidar de los demás.

No romper jamás un corazón.

Que duela… pero no tanto. No se podía medir el dolor, tampoco soportar un corazón en las manos y mucho menos esperar que una estrella cumpliera un deseo, pero él era un héroe y si no podía brindar consuelo en la realidad no servía para el trabajo.

-No estaría evitando nada, sólo cumpliría una promesa que hice hace tiempo. Cuando pasé entonces podré cumplir la que le hice a Ichigo. Estoy seguro que lo entenderá—respondió, colocándose la cara de H—Dejaré que conserve a Grimmjow.

-Jagerja…

-Aun debo ir con Ichigo. Seguro está muy preocupado y cuando se preocupa se pone muy violento, será mejor llegar antes que quiera cortarme las bolas.

Kuchiki le analizó mientras salía por la puerta. Cada vez lo entendía menos y se alejaba más hacia un camino donde él no podía entrar ni decir nada. Ya llevaba dos decisiones fuera de sus límites. Le preocupaba mucho.

La lluvia paró lentamente.

 

Despedazó la estrella entre sus manos y la tiro al piso del jardín, sentándose a contemplar los astros reflejados en el estanque, con lar carpas pareciendo nadar en el espacio.

Detrás un Kuchiki no podía evitar sentir algo de tristeza por un ser que aun ante el espectáculo de los peces, el universo y la vida solo pudiera ver dentro de sí mismo y contemplar con amargura el vacío. Podría decirle que Jagerjaquez planeaba cumplir su promesa pero eso no le haría bien a nadie. Ni siquiera a él.

O quizá se portaba egoísta mientras lo contemplaba. Por una noche, se dejó ser como un niño y no compartir nada.

 

-¿Planeas ver el alba?—cuestionó Kuchiki al murciélago sentado con una soda de limón a un costado. Eran cerca de las 4 am. Y tampoco pudo conciliar el sueño pese a estar cansado.

Dio otros pasos sin recibir respuesta y, antes de ver su rostro, le cuestionó otra cosa.

-¿Cómo te encuentras?

Nuevamente un prolongado silencio. Le parecía que debía dejarlo solo, y luego entendió que la soledad no es compañía en esas noches tristes.

-Las carpas no cumplen deseos—le dijo el noble después de haber contemplado esos brillantes peces por más de una hora—ellos se convierten en dragones por su propio esfuerzo y perseverancia, es decir, ven con buenos ojos la resistencia del espíritu.

-Entonces creo que jamás seré un dragón—respondió—eso es lo que quieres decirme, ¿no es verdad? Renunciar con tanta facilidad, buscar lo que no tenía que, hundirme ante la pérdida. Entiendo. Por favor, déjame solo—expuso, colocando su cabeza entre las rodillas.

-No era lo que quería decir—corrigió, sentándose a un costado y pensando bien sus palabras.

Una carpa dio un salto y chapoteó en el agua, mojando al murciélago y haciéndole levantar la cara. De esa manera descubrió a un noble dubitativo, analizando de qué forma podría animarle, y teniendo en una de sus manos una carpa de papel dorado.

-La verdad es que fuiste muy fuerte al continuar con esto a pesar de que él te rechazaría y también lo fuiste al no decir algo para que guardara esa parte que te pertenecía—dijo finalmente Kuchiki, incomodado con la mirada verde del otro.

-Eres muy amable cuando te lo propones—expuso, reconociendo que algo de ese vacío se sentía color dorado.

-Supongo que empezamos mal—agregó, exponiéndole el pez de origami.

Ninguno dijo nada cuando el murciélago lo tomó, quedándose quietos al pensar en que podría servir para sustituir un sueño que nació muerto, a Grimmjow por Byakuya.

El capitán se reclamó el pensamiento compartido y, a punto de tratar de enmendarlo, le sorprendió el hollow queriendo enmarca una sonrisa en sus labios. No hubo tal acto pero estuvo tan cerca que apenas pudo creerlo.

Hubo otro chapoteo al fondo del estanque.

Después de unos minutos, donde el ambiente parecía tan tenso como si las carpas nadaran en petróleo, el murciélago decidió que tenía que moverse o se le dormiría la pierna.

-Fue un cambio muy rápido—expuso—ha sido eso. Mañana volveremos a la normalidad.

-Sí, ha sido eso—complementó Byakuya, mirándole con seguridad.

Ambos racionales, analíticos, comprensivos y lógicos. Y ambos tan solos.

Ambos tan cercanos.

Byakuya lo tumbó contra el piso de madera, colocándose encima. Apenas podía creer su acción mientras su respiración se agitaba en cuestión de segundos mientras observaba todo el cuerpo del murciélago sin decidirse por dónde empezar a hacer que.

Ulquiorra lejos de enojarse no comprendió la impaciencia que le invadió al segundo que el noble sólo lo miraba, así que con rudeza le sujetó la ropa, sin terminar de sacarle la camisa ni concretar de acercar sus labios.

Finalmente Kuchiki eligió que devoraría los labios, llevaría sus manos a la espalda del otro y sus piernas entrarían entre las del murciélago.

El beso duró apenas unos segundos de salvajismo hasta separarse como si estuvieran sorprendidos de sus actos, pero inmediatamente recobraron el ritmo deshaciéndose cada quien de sus ropas.

Debían ser rápidos o volverían en razón.

-¿Cómo quieres que me acomode?—preguntó el murciélago, reacio a analizar el deseo tan carnal que le provocaba temblar de placer sin ser tocado aun.

-Recuéstate—le pidió, colocándose nuevamente encima, levantándole las piernas en los hombros y penetrarlo directamente.

Una negrura enviado la mente de Ulquiorra, donde sólo podía escuchar los gemidos del pelinegro embistiéndolo, después fue recobrándose, siendo lo primero en volver un placer indescriptible hasta convertirse en la escena entera de aquel hombre sobre su cuerpo, sudando y viéndole a los ojos, el cielo negro manchado de estrellas, el aroma del estanque y una mano acariciando su rostro.

-¿Estás bien?—preguntó Byakuya, retirando ese mechón de cabello negro del centro del rostro del murciélago.

Se sujetó con fuerza de la espalda del otro y respondió—Me dolió un poco.

Las embestidas aun así no paraban.

-Lo siento… no sé porque no he podido…

-Está bien—se atrevió a robar un beso, siendo cada vez más consciente de cada sensación, hasta el dolor que le producía el miembro del otro dentro, pero sin pedirle que lo sacara.

Terminaron el beso, ambos pensaron rápidamente que era imposible que estuvieran haciendo eso con el odio que me demostraban. Luego Byakuya atinó un lugar profundo en el cuarto espada, llevándole a que le clavara las manos en la espalda, haciéndole también gruñir.

-Duele.

-Cállate—le ordenó.

-Suéltame.

-¡Cállate, cállate, cállate!—gritó, escondiendo tras esas palabras el deseo de que continuara justo ahí.

Kuchiki pudo leerlo, dando con lentitud y precisión en aquel punto. Admiraba lo puro que podía lucir el espada corrompido de placer, tan blanco ante la madera y con los ojos resistiendo cerrarse con fuerza. Aun en ese estado no se rendía completamente.

Fue orgullo lo que le llevó a levantarlo sobre su cuerpo, dejando que el murciélago tomará el control. Sinceramente era él quien lo tendría, obligándole a continuar con ese acto donde lo necesitaba si quería volver a sentirse tan bien.

Ulquiorra se sorprendió de la posición donde lo colocaron, mas esa sonrisita que ponía el noble le hizo sentirse enojado. Con algo de instinto se puso sobre la planta de sus pies y, en cunclillas, subió y bajó en el miembro de Kuchiki aunque no pudiera volver a encontrar ese lugar hasta resbalar y entrar aún más.

-Ahh…

-Justo ahí, ¿verdad?—dijo riéndose.

-Cállate, eres muy hablador—insultó el ojiverde.

-¿Quieres que vuelve a tocar ese punto? Si ruegas lo haré—le retó, acariciando los blancos muslos del otro.

Frunció el ceño, Ciffer nunca aceptaría rogar pero por hacer que el noble se tragará sus palabras se tragaría otra cosa. Se levantó con torpeza, luego se colocó a un costado del hombre y sujetó el miembro de Byakuya. No estaba muy seguro de cómo hacerlo, aun así sacó la lengua y recorrió todo el miembro de la base a la punta, succionando la cabeza, agarrando los testículos y volviendo a hacer el recorrido a la inversa, ayudándose con la otra mano, rodeándolo y masajeándolo completamente.

Byakuya no pudo levantarse y tampoco creer la osadía del cuarto espada. Después de unos minutos lo que no podía aceptar era lo bien que se sentía la boca del murciélago, la lengua que le recorría cada vez que llevaban su miembro hasta la garganta y el sonido que escapaba de entre sus labios por la succión del hollow.

Sacó el rojo y palpitando miembro de su boca, feliz de haber hecho temblar y gemir a Kuchiki.

-¿Tendré que rogarte?—cuestionó arrogantemente.

-No… yo deseo hacértelo—respondió con sinceridad—justo ahora, yo te rogaría.

Permitieron un largo beso mientras volvía a ponerlo contra la madera.

-¿Estas cómodo?—cuestionó Byakuya, acariciando el trasero del otro.

-No realmente.

-Vamos a mi cama—dicho eso lo alzó en su cadera, jugando con su duro miembro contra la entrada de Cifer.

Entró azotando la puerta, recostándose en la cama empezó a meterse lentamente hasta pegar los testículos al trasero del otro. Suspiró de gusto y volvió a embestir sin mucha conciencia del ritmo, como hipnotizado y embelesado en el acto, mordiendo y succionando los labios del espada que entre ratos gemía y otros gritaba, ya fuera de dolor o placer.

-No puedo… ya no…—aceptó Ulquiorra, ahogándose en cansancio y placer. No solo la habitación estaba oscura, también su mente—Byakuya… por favor…. Para… para, por favor—rogó, llevando sus manos a la cadera del capitán que continuaba con la misma rudeza, quitándole las manos para caer sobre su pecho, tomarle de las piernas y decirle al oído.

-Un poco más, solo un poco, Ulquiorra.

El murciélago negó con la cabeza pero los temblores y gemidos del noble le gustaban. Estaba disfrutando dar placer a ese hombre.

-Resistiré—afirmo, abrazándolo y luego arañándolo nuevamente hasta abrirle la piel al momento en su miembro expulso su esencia al vientre el otro y que Kuchiki rugió a su costado y se clavó tanto como pudo para llenarlo.

Sus pálidas manos temblaban y le costaba trabajo seguir con el abrazó, fue Byakuya quien se levantó y cayó a su lado sin poder evitar respirar con casación entre sus labios contraídos en una sonrisa.

Al día siguiente habría gran incomodidad. Lo sabían. Por ese motivo durmieron uno al lado del otro, sintiendo un gran deseo de juntar esas manos que se rozaban. Ciffer durmió primero, de esa manera no supo cuando Kuchiki no solo tomó su mano, sino que se giró para dormir abrazándolo.

No quiso pensar, por primera vez le pareció que hacerlo le llevaría a sentirse encerrado. Deseaba un gran espacio, como el vacío del hollow.

 

-Oye, eso es trampa. No puedes decir que me iba a ir bien en este capítulo solo porque yo no protagonizó nada. Se acabó, estás despedido. Pasa con Mary por tu último cheque.

No puedes hacer eso… Y vuelvo a decir que no me pagas.

-Tengo excelentes razones para ponerte en la calle. Mira que hasta Byakuya ha tenido más acción que yo y lo acaba de conocer.

¿Qué te hace pensar que no haré algo bueno para ti?

-Que ya llevas 17 hojas, nunca escribes tanto para un sólo capitulo.

Vamos, déjame finalizar y si no te convence aceptaré mi despido.

-Está bien, nada más porque tienes buen trasero.

Para con eso. No voy a de mencionar nada del asunto. Únicamente voy a continuar como si no hubieras dicho nada.

-Jeje, te avergoncé.

 

El mundo cambió, demasiado y tan rápido. Eso fue lo que dijo el maestro en biología de la Universidad de Tokio que estuvo presente durante el incendio de Budokan, y que inmediatamente después complementó: “Vimos a un dios nacer, frente a nosotros, y fue terrible ver su caída. Creo que nadie estaba preparado para eso. Me di cuenta que H vino a cambiar el mundo, pero más importante aún es que empezamos a necesitarlo.”. Sin embargo no mencionó nada más respecto a H y que tan graves serían sus heridas, sólo ahondó en ser que logró derrotarlo y aquel otro hombre de cabello negro que ayudó al héroe.

Hace un día que nadie sabía nada sobre su héroe.

El pánico se sentía en el aire.

El universo parecía apagado para ellos.

Ichigo estaba muy preocupado, agarraba su celular con fuerza y resistía. No podía temblar como el resto del mundo, debía estar seguro de que su héroe llamaría o vendría a él. No podía mostrar duda de que H ganaría ante cualquier cosa.

 

-En otras noticias, testigos dicen haber visto al enemigo de H en el Monte Fuji, sin embargo los testimonios no pueden ser corroborados…

-Están vueltos locos, ¿verdad?—dijo Grimmjow, sentado en la ventana, observando a Ichigo ver la televisión sentado en su escritorio.

-H…—susurro sin girar, agarrando una taza con plumas y arrojándoselas al rostro con tal fuerza que no dejó al otro esquivarlas.

-¡¿Qué rayos fue eso?!—apenas pudo volver a enderezar su cuello recibió un abrazo, después le levantaron la mascara a la nariz y le besaron.

-Estúpido, no tomes ese tipo de decisiones tan a la ligera.

-Jeje, algo me dice que tú habrías hecho lo mismo—luego se mencionó que ese shinigami había ido a Hueco Mundo en contra de toda posibilidad de vivir ¿Quién se creía para darle esos consejos?

-¿Estás herido?

-Un poco.

-¿Quién es?—cuestionó—En las noticias lo mencionan como un sujeto con el cabello negro y ojos verdes, no han dicho más… —fue silenciado con un beso del héroe.

-Ya no importa. No volverá a lastimar a nadie—acarició el rostro de Ichigo, sabiendo que pronto daría con que era Ulquiorra aquel ser y concluiría quien era realmente. Sin embargo, aun debía seguir con su promesa al murciélago—Debo volverme más fuerte para que esto no vuelva a pasar. Estaba muy confiado.

-Tomaste una decisión muy valiente—corroboró, acariciando la mano que tenía en la cara—Vuelve pronto—aceptó eso, él mejor que nadie sabia el sacrificio de entrenar duro.

Abrazó a la fresa suavemente, sacándose los guantes tras la espalda de este, empezando a subir la camisa y reconocer la piel del chico…

-¡Momento! ¡Momento! Lo siento, querido público, de empezarlo aquí serian como media página y realmente quiero darle duro, así que tendrán que esperan ¡No me culpen! Este huevonazo cree que tener una vida es importante.

Sabes que yo escucho eso.

-Pues ya no debo repetir que te pongas a escribir más seguido.

 

Incomodidad del día siguiente. Byakuya quería evitar. Si hablaban sin gritarse, molestarse y racionalidad todo saldría bien.

Levantó su cabeza de la almohada para encontrar al murciélago ya sentado en la cama.

-Ulquiorra, sobre lo de anoche…

-Descuida, ahora todo está muy claro.

Hubo un silencio.

El cuarto espada se envolvió en una de las cobijas y dejó lo que leía sobre la cama, aun costado del noble.

-Espero que cumplieras tus fantasías, cerdo asqueroso.

-¡¿Qué?!

Un manga con una portada muy reveladora de vampiro siendo sodomizado por un sujeto vestido noblemente fue su respuesta, sumado a que no estaba en su habitación.

-Jagerjaquez… Me jodes…

Notas finales:

*Nombre original de la novela La Casa de la Esquina.

** Autor, si es que hace falta mencionarlo, de los famosos libros como The Hobbit y The Lord of the Rings.

*** Canción Un Mundo Ideal de la película Aladdin

Gracias por leer.


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